lunes, 16 de diciembre de 2013

Η Ρόδος. Rodas -2.


Familia rusa en el foso amurallado de la ciudad vieja.
Rodas. Grecia, verano 2013.


Rodas -2


El primer día lo dedicamos casi en exclusiva al entorno inmediato de la ciudad medieval donde nos hospedábamos, aunque al final de la tarde fuimos a ver el atardecer al puerto de Mandraki. Compramos fruta y verduras e hicimos una comida vegetariana en el patio de Eleni.
Hay varias tiendinas familiares repartidas por las calles, pero sólo un supermercado más surtido y barato en la parte vieja, el Bazar, al final de la calle Demócrito, esquina Eurípides, junto a la plaza Platonos, y la mezquita de Ibrahim Pachá.

Esa mezcla de nombres, épocas y pueblos o culturas, es también Rodas, porque fue una isla cosmopolita donde convivieron griegos, latinos, hebreos y turcos, y antes otros pueblos, durante siglos y en relativa buena armonía, salvo algunos episodios, uno muy tardío y más propio de la Inquisición medieval española, y europea en general, que de mediados del XIX, cuando los judíos fueron acusados falsamente de sacrificar a un niño cristiano en una especie de aquelarre diabólico. Y el aún peor exterminio, éste por parte de los ocupantes nazis alemanes, de la práctica totalidad de la comunidad hebrea de la isla.

Junto a esa mezquita, y en otros puntos de la ciudad, hay locales para turistas amantes de lo exótico, que imitan los antiguos fumaderos, tekés, en los escenarios reales de las antiguas casas, con sus camas turcas y sus narguilés para echarse unas pipadas, sólo cebadas con tabaco, por supuesto.
Y en su entorno, también el pitádiko que más frecuentamos, el Γιαουρτοσκόρδιον, o sea, el Yogurajo, mezcla de ajo y yogur, como el tsatsiki pero sin pepino, jorís anguri, porque además de la bondad de las pitas yiro, los sublakis y de la simpatía y buena acogida de los dueños, nos ponían siempre el disco de O Stavros tou Notou, La Cruz del Sur, poemas de Nikos Kavadías musicados por Stavros Xarjakos que nos gustan mucho. Quizás algunos recordéis aquella canción To majeri, El cuchillo, que he puesto aquí varias veces...

El caso es que nuestro presupuesto no alcanza para comer y cenar todos los días de restaurante durante un mes. Los desayunos, bien nutridos con fruta, yogur y miel griegos eso sí, la mayoría de las comidas, mucho tomate cretense, feta y olivas, y alguna cena, los hacíamos en las grandes mesas del patio de la pensión, bajo la sombra de los toldos, a veces llevando las pitas pero comprando el resto en el Bazar; en los restaurantes sube mucho la factura, sobre todo, la bebida. Y menos mal que no somos comilones y a todos nos gustan las pitas, porque son el bocado proletario por excelencia, aunque en ocasiones pueda ser una comida sospechosa.

Αρχαγγελου Ροδου.  Κιελην Αντρα Εχω


Helios  en las vallas de la Rodas moderna.
Grecia, agosto  2013.

Hay conflicto a menudo entre la ciudad imaginada y la real. Para nosotros Rodas era en primer lugar su historia, el Coloso, Apolonio y la pintura que Durrell hizo en su libro de la Venus marina, capital de un archipiélago egeo con el que ya habíamos tenido contactos.

Una de las sorpresas relativas, porque sabemos que el tiempo no pasa en balde y Rodas no es la del año 45 del siglo pasado, fue la parte norte de la ciudad moderna que pudimos ver, sobre todo el barrio que mira al muelle oeste de Mandraki hasta la mezquita de Murad Reis donde estaba la Villa Cleóbulo de Durrell. En algunos momentos, por el desorden y la proliferación de escaparates, nos recordaba el caos ateniense.
Sin embargo, además de muchas casas otomanas o de la propia mezquita con el cementerio en el gran jardín y los edificios auxiliares, al poco de salir de las murallas por la Puerta de la Libertad, se topa uno con el Mercado Nuevo, frente al fondo de saco de Mandraki por un lado y la estación de autobuses por el otro. En su corazón, un patio circular abierto al sol con árboles y un gran templete en el centro, la mayoría de los locales se han transformado en restaurantes sacaperras para turistas, pero merece la pena entrar sólo por verlo.

Se van sucediendo los edificios oficiales e históricos hasta llegar al Club náutico: el Actéon, el Ayuntamiento, el Teatro Nacional, la Catedral junto al espigón de la columna de Élefos, el ciervo macho, o la sede administrativa de la Provincia del Egeo Sur, con sus maravillosas arcadas formando dos soportales a ambos lados del largo edificio.

He logrado llegar aquí, casi sin salir de la ciudad vieja, y todavía no hice ninguna referencia al legado medieval de los Caballeros de San Juan, de Rodas. Y creo que de hacerla será corta. Podéis encontrar toda la información al respecto en internet. El Palacio del Gran Maestre, la Calle de los Caballeros, el antiguo Hospital que hoy alberga el Muso Arqueológico e Histórico, la ronda de las murallas y el foso... O las varias mezquitas repartidas por la ciudad, siete si no conté mal, todas cerradas y semiabandonadas, muchas iglesias bizantinas, algunas en ruinas, la Biblioteca Musulmana, la Sinagoga, los baños turcos Yeni Hamam...

Σούστα Ρόδου από το Λύκειο Ελληνίδων Ρόδου  Εργάνη Αθηνά.


Rodas al atardecer desde el puerto comercial.
Grecia, agosto  2013.

En el malecón este de Mandraki, que tendrá unos 500 metros desde la cierva, o gama, de la bocana, Elefina, y el Faro de San Nikolás, hasta la Puerta de la Libertad, hay todavía tres molinos en pie, hoy parados pero bien conservados. Llegó a haber trece. Lo que no ha descendido es el número de barcos, pero hoy sólo amarran aquí, el puerto estrella de la ciudad, los de recreo y los más lujosos. Los pescadores se concentran en un rincón del puerto de Kolona debajo mismo de las murallas, separado de Mandraki por el malecón y un pequeño espigón defensivo.

Después de todo Rodas, y más que nada la ciudad medieval, es casi un pueblo. Una anécdota lo explicará mejor. Viendo la puesta de sol el primer día sentados bajo la columna de la cierva Elafina, en la bocana de Mandraki, coincidimos con una pareja con la que charlamos. Ella era turca naturalizada griega y él de la isla. Resultó que conocíamos el local de su tío, donde habíamos comido unas espanokopitas, hojaldres rellenos de espinacas y queso. Los encontramos por la ciudad vieja un montón de veces y nos saludábamos; en una ocasión pasamos a la puerta de su casa de noche, una calleja empedrada y oscura, iluminada sólo por la luz de su puerta abierta donde el hombre fumaba un cigarrillo, no muy lejos de nuestra pensión. Coincidencias en apenas tres días. Y a la vuelta nos volvimos a encontrar un par de veces. En una semana te saludan la mitad de los vecinos.

Por otra parte el turismo es el típico, muchos alemanes y nórdicos, muchos italianos en todo el Dodecaneso y este año más rusos que nunca, y concretamente en Rodas más que en otras islas. No obstante, y pese al agobio de algunas calles como la de Sócrates o plazas como la de Hipócrates, el turismo de Rodas, que parece más familiar e interesado por la cosa histórica y monumental, es más soportable que el de Kos, éste bastante volcado en la juerga joven y nocturna, no diré alevosa.

Habrá un tercer capítulo de Rodas capital, y espero que un cuarto algo más adelante, sobre el recorrido que hicimos a la isla con un coche alquilado.

Yiannis Kladakis.   Σαράντα μέρες μελετώ.

http://www.youtube.com/watch?v=pZlZeHUBU-Y


Υγεία, Salud!


Ramiro Rodríguez Prada


P. D. Ayer, 14 de diciembre a las 8 de la tarde, asistimos en la Casa de Cultura de Mieres del Camino, al concierto de la Orquesta de Cámara de Siero (OCAS), acompañada por los músicos cretenses Ioannis Petrakisviolín, y Mijalis Stavrakakis, voz y mandolina. El mes que viene dedicaré una primera entrada en Música cretense a estos dos músicos, pero a quien le interese el tema puede leer una líneas sobre el evento de Mieres en PSILICOSIS. 2:

http://psilicosis2.blogspot.com.es/2013/12/el-puerto-turistico-y-el-comercial.html

Y aquí mismo, a la derecha, podéis consultar en Céfiro el bien documentado artículo de María de Paz.

Besos! 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Η Ρόδος. Rodas.


Entrada al puerto de  Mandraki.
Rodas, verano  2013.

Rodas


Buenos días. Evitamos Rodas durante años por las mismas razones por las que aún no conocemos Santorini o Mikonos: el turismo excesivo. Es uno de los primeros destinos turísticos en todo el mundo. Teniendo que coger vacaciones en verano, no hay más remedio que tragarse todo el paquete si se quiere visitar un lugar X. Pero le teníamos ganas. Aprovechamos que este año encontramos un vuelo arreglado a Kos, para ir conociendo las islas del sur del Dodecaneso, puesto que la primera vez que partimos de esa misma isla, hace bastantes años, lo habíamos hecho hacia el norte.

Salimos de Kos a las dos y pico de la madrugada, con más de una hora de retraso, en el ferry que hace esa ruta, el Diágoras.
El nombre se lo prestó un atleta vencedor en todas las Olimpiadas clásicas griegas, una de cuyas victorias cantó Píndaro. Era natural de Iálisos una de las tres polis que formaban la triarquía isleña, con Lindos y Kamiros. La ciudad de Rodas fue fundada por ellas en la punta noreste de la isla.
Dice Píndaro en su oda que, del buen Calianate/ célebre en el combate/ era nieto... . Tres hijos de Diágoras lograron también triunfos olímpicos. Los atletas eran profesionales de la época, había sagas familiares, pertenecían a la aristocracia, o tenían patrocinadores poderosos. Las Olimpiadas, como ahora, eran una oportunidad única para promocionar y engrandecer la patria chica a ojos de toda la Hélade, que es como decir del mundo conocido.

Atracamos en Nisyros de noche, y rumbo a Tilos amaneció sobre las montañas de Anatolia. Symi fue la última escala antes de Rodas, a la que arribamos entre las nueve y las diez de la mañana. La llegada a una isla por mar tiene otro sabor, incomparable con hacerlo en avión. Y aunque yo sea una kogonera mareada, incapaz de reprimir el vómito en un velero, que sería el transporte ideal, estas plataformas apenas se mueven.

Rodas ofrece desde el mar la imagen de una ciudad blanca y verde, hermosa y brillante, importante por su extensión, e histórica, por las murallas medievales, el castillo y el gran número de torres y minaretes que se elevan sobre su perfil, un largo friso de piedra a la orilla del Egeo.

Μανωλη Λεντακη, Λαούτο. Μανωλη Μαλτα, Φωνή.   Αρχάγγελου Ρόδου.


Plaza de Hipócrates desde los soportales de la Biblioteca Municipal.  Castellania.
Al fondo la Mezquita de Solimán y la Torre del reloj.
Rodas, agosto  2013.

Desde el puerto comercial hasta la ciudad vieja hay un paseo de un kilómetro, al principio junto a los diques secos llenos de barcos, como un cementerio, una explanada polvorienta con auténticas reliquias de todas las formas y modelos. Y a continuación una acera estrecha con árboles de sombra y un murete que la separa de la playa entre puertos, Akandia, donde se prohíbe el baño aunque todo el mundo pasa de la prohibición, en la calle que se adentra en la ciudad bordeando las murallas, Kolona y el antiguo puerto de Mandraki.

Calcaba ya el sol a esas horas como pal zorro. Estábamos cansados de toda la noche en el ferry, yo no había dormido nada y no llevábamos pensión buscada. Nos sentamos en el murete a la sombra, mientras la morena hablaba con otra mujer griega que tampoco tenía habitación reservada. Enseguida se les acercó un paisano con una motoreta, que les propuso llevar las maletas hasta una pensión de la ciudad medieval. Los chavales y yo llevamos las nuestras, pero era de ver al paisano con las dos maletas de las mujeres haciendo equilibrios entre los coches camino de las murallas. Y después, por el empedrado antiguo, estuvo a punto de irse al suelo varias veces. Los demás íbamos detrás afogaos.

El paisano se lo curró, pero la pensión era muy cutre, a pesar de su patio florido. Salían en ese momento, de la habitación que nos alquilaban, tres jóvenes milaneses con los que empecé a charlar preguntándoles qué tal les había ido ahí.
¡Las habitaciones son una mierda y en la cocina mejor no entrar!, me dice sin adornos el más decidido. ¡Una mierda!, repitió por si no me había enterado.
¿Sabes de algún sitio mejor por la zona?.
Sí, aquí cerca, a cien metros hay otra casa que lleva una señora mayor, que está muchísimo mejor y al mismo precio. Si quieres te acompaño en un momento, añadió muy amable.
Recién llegado, las callejuelas estrechas me parecían un laberinto así que, temiendo perderme, le contesté que de acuerdo. Bajamos los dos en un minuto, vimos la pensión y hablé con la señora. No acordamos precio, le dije que sí. Resultó ser el mismo que en la primera, donde la morena y los guajes esperaban que acabaran de limpiar el cuarto de baño que abandonaban los italianos.
La mujer griega se quedó. Nosotros nos fuimos, deseándole mucha salud al paisano y agradeciendo la información a los chavales. Acertar a la primera no es fácil.

Eleni es la señora de la pensión, que lleva su nombre, a unos cincuenta metros de una de las plazas más concurridas de la ciudad vieja, la de los Mártires Hebreos, con un monolito que recuerda a las víctimas judías de la isla durante la ocupación alemana, pero también llena de restaurantes, terrazas, turistas y loros.
I kiría Eleni emigró a Alemania, cuyo idioma domina junto al inglés, y se retiró a su isla para atender esta preciosa casa medieval de piedra, restaurada, tranquila, con un patio interior sombreado y cuajado de flores, como muchas de las de su estilo.

 Αρχαγγελου Ρόδου.  Βοτάνι. Filtro (de amor...)


El ciervo de Rodas,  Elafio,  en el empedrado de una calle.
Rodas.  Grecia, verano  2013.

Rodas, en principio, era sólo un paso de ida y vuelta para llegar y salir de Kárpatos, donde queríamos estar más días descansando. Pero ya sospechábamos que nos gustaría y, en lugar de un día para ir y otro para volver, estuvimos tres días a primeros de agosto y otros dos a finales.
El libro de Lawrence Durrell, Reflexiones sobre una Venus marina, del que hablé en los capítulos anteriores, no era ajeno a la seducción que Rodas ejercía sobre nosotros. Pero esa atracción resultó merecida, vale la pena que los turistas nos soportemos unos a otros en muchos momentos, a cambio de pisar estas calles por unas horas.

Vale la pena sobre todo porque muchas de esas callejuelas de la ciudad vieja están vacías, la masa turística se concentra en una línea de calles y plazas al este, próximas al puerto, desde la plaza de los Mártires hasta la de Cleóbulo, en la parte alta del noreste o, lo que es lo mismo, desde la Puerta de Santa Catalina a la de Cannon. Todo son tiendas, heladerías, agencias, restaurantes, lo típico...
Y otro tanto sucede en la parte moderna de la ciudad y el muelle oeste de Mandraki hasta la playa de Elli, la más importante del extremo noreste de la ciudad nueva.
Cerca de las murallas medievales, y en torno al Mercado Nuevo, todavía quedan muchas construcciones de la época de la ocupación otomana, con sus típicas galerías abalconadas de madera, también presentes en el interior del recinto amurallado medieval.

Pero nada más apartarse un poco de estos circuitos, en la ciudad vieja uno se encuentra con calles solitarias, sombreadas y silenciosas, buganvilias e hibiscos, pasajes estrechos y oscuros, plazuelas medio olvidadas que duermen la siesta al sol inclemente, o rodeadas de árboles para sentarse a la sombra, con mucha ruina pasada y presente y tabernas tranquilas en los rincones, para tomar un refrigerio en la terraza al abrigo de los emparrados.

Y en la nueva, junto a esa playa muy concurrida a la que me referí, entre el Club náutico y el de tenis, rodeada por una oxidada verja de hierro, se encuentra la mezquita de Murad Reis, olvidada, con el cementerio musulmán y sus jardines, hoy todo ello en estado lamentable de abandono, pero aún con sus estelas funerarias, sus eucaliptos gigantescos, sus hibiscos e, incluso, algo de su silencio en medio del tráfico. Ahí se alzaba Villa Cleóbulo, residencia en Rodas de Durrell, a la que casi convierte en otra protagonista de su libro. A ella espero dedicar un capítulo alguna vez con imágenes actuales.

Y me quedo aquí porque a este paso me voy a Pénjamo. Habrá más capítulos. Hasta luego. 

Λύρα, Στέφανος Λεβέντης. Τραγουδι, Eυαγγελια Λελε.   Αρχάγγελος Ρόδος.  Ο Πόταμος. El río.



Υγεία, Salud!


Ramiro Rodríguez Prada


P. D. Hoy, día 14 de diciembre, a las 8 de la tarde asistiremos en la Casa de Cultura de Mieres, Asturias, al concierto de la Orquesta de Cámara de Siero, que acompañará a los músicos cretenses Ioannis Petrakis, violín, y Mijalis Stavrakakis, voz y mandolina. Espero llegar a tiempo para dar cuenta del encuentro, si no aquí en PSILICOSIS .2.

Besos! 

viernes, 13 de diciembre de 2013

Sombra en Kos, Σκιά στην Κω -2


Noche en el puerto de Kos.
Grecia, 2013. 


El gato negro


¿Qué fue lo que hice mal?, pensaba el gato sentado en el centro de la calle en una noche desapacible, viejo, hambriento y solo. Nací en una casa donde no me faltó el cariño, la comida ni un lugar caliente. Jugaba con los niños y los gatos del barrio, me subía a los tejados. Pero de eso hace mucho tiempo, era muy joven y tenía el pelo fino y lustroso. Todo empezó a estropearse cuando me salieron las primeras canas.


El gato negro.  Vamo' negra.



Salud


Ramiro

jueves, 12 de diciembre de 2013

Sombras de Rodas, Σκιές της Ρόδου- 3


Caballitos de mar de la ninfa Rodo, hija de Poseidón.
Rodas, verano 2013.

Reflexiones sobre una Venus marina -2.
Viaje a Rodas.


Hay una disquisición sobre la divisa, La rosa de Rodas, con la que los comerciantes rodios sellaban los recipientes de barro con los productos que salían de la isla, aceite, vino o perfume. ¿Capullo de granado?. ¿Hibisco?. ¿Rosa silvestre? No hay quorum.
- "... los tres tonos predominantes son el rojo de la adelfa y el hibisco, y el tosco púrpura de la bugambilla con que los italianos han inundado la parte moderna de la ciudad."

- "La más pequeña vuelve la cabeza y escupe mientra corre. En un instante los pensamientos recogen todos los horrores de Egipto: la asfixiante bestialidad del islam y todo lo que éste representa, el fanatismo, la crueldad y la ignorancia."
En esos años todavía se llamaba a la oración en Rodas desde los minaretes de sus muchas mezquitas. Recordemos que en los jardines de una de ellas, Murad Reis, vivía Durrell vecino del muftí y del cementerio musulmán, en una casa que llamó Villa Cleóbulo.

Más sobre el Egeo y las islas del Dodecaneso:

Al Meltemi en Rodas le llaman  Imbat.
"Toda la región de Rodas y Creta oriental, hasta Samos e Icaría, continúa la estructura y las configuraciones geológicas de la Anatolia del Sudeste."
- "... la gran tela de araña que es Simi."
- "Un rígido plano cubista tras otro, de puro color." (Cálimnos)
- "Cos es la niña mimada del grupo. [...]. Es verde, lujuriosa y un tanto desgreñada. Una isla que no se molesta en peinarse el cabello."
- "Es una maldita isla sin carácter [...]. Y Leros todavía significa suciedad, incluso hoy día. [...]. El agua es salobre... como los sentimientos de sus habitantes."
No puedo sino estar en desacuerdo con la primera y con la última afirmación, éstos son de esos juicios típicos de Durrell, el Sobrao, que no soporto. Leros, aparte de los cementerios de barcos en alguna bahía, es guapa y luminosa, y fue tan hospitalaria y acogedora para nosotros como lo haya sido la mejor de las islas.
- "Patmos, pensé, era más una ida que un lugar, más un símbolo que una isla."

Dedica un capítulo al Coloso y al sitio de Demetrio Poliorcetes.
Habla de La Papisa Juana, de Roídis, y de Dafnis y Cloe, de Longo, una novelita preciosa que sirvió de modelo a los autores posteriores de la novela pastoril, tipo La Galatea de Cervantes. Todavía tuve la suerte de leerla en una edición traducida por Juan Varela en 1927, "Cazando en Lesbos, en un bosque consagrado a las Ninfas, vi lo más lindo que vi jamás;". Así comienza.

Ilustres en Rodas; Cicerón, que vino a estudiar Retórica y Oratoria con Molón; Y César.
Acerca de Pan: "En otras partes se le conoce como el kallikantsaros". Sobre este genio malévolo se extiende Fermor en su libro del Mani. En Rodas es el Kaous.

Andando las primeras etapas y en coche las siguientes, describe un recorrido por las carreteras y caminos de Rodas, algunos lugares obligados y otros menos, en un circuito a la isla.
- "El vino tinto Kalavarda es fuerte y tosco..."
- "La palabra que se repite, escrita en las lápidas de la antigua Camiros, es Χαίρε (Sed dichosos)."
- "También allí (Skala Camirou) nos encontramos con el inevitable griego norteamericano que hizo la inevitable comparación entre Detroit y aquel país piojoso, y que nos felicitó por hablar tan bien su lengua materna. Gideón se enfureció con él.
      -Apestoso y estúpido hijo de perra- dijo, en una excelente imitación del acento neoyorquino-, ¿porqué cuernos volviste aquí a envenenar el aire de tu país natal con tus quejas baratas y tu pasión por la coca-cola?"
Una escena semejante relata Henry Miller en su Coloso de Marusi y algo parecido viví yo este verano en Kárpatos, como he contado.

Gregorio Paniagua. Atrium Musicae de Madrid.  Himno al sol.


Desde el foso de las murallas de la ciudad vieja.
Rodas. Grecia, agosto 2013.

- "Los griegos adoran las despedidas."

Ven el Castillo Franco próximo a Camiros y "los amenazadores despeñaderos de Atabiros, la principal montaña de la isla." (1.215 mts.)

Y llegan a Lindos.
- "El sol había sido absorvido por el mar...". Quiero pensar que se trata de una licencia poética que hace referencia de nuevo al Carro de Hélios, porque está hablando de Lindos, uno de los pueblos más lindos, permitídme la bobada, de Rodas, donde el sol se pone por las montañas que quedan a su espalda, puesto que está situado en la vaguada de una bahía que mira al este, al mar y a Turquía. 
- "...vimos la islita a la que fue arrojada Hester Stanhope." (La Paximadia, Galleta). Ésta Hester fue una rica aventurera inglesa del siglo XIX, única en su género en aquel tiempo, arqueóloga y enamorada del Medio Oriente, la Reina Blanca de Palmira para los beduinos, que murió arruinada en Siria rodeada de sus muchos gatos.

- "Cleóbulo. Poeta lindio, uno de los Sabios, amigo de Solón. Autor del epigrama  Nada en exceso. Fue, con Pitágoras, uno de los primeros en permitir que las mujeres entraran en el círculo del saber." Su hija Cleobulina era poetisa.
- "La pequeña caleta donde según dice la tradición popular, naufragó San Pablo en uno de sus múltiples viajes." Cuatro islitas, Tetrápolis (lit. cuatro ciudades).

Sólo una cita de la  Era de los caballeros, el cap. nº 7. El comienzo:
- "Cuando en el sofocante calor de julio de 1099 la ciudad de Jerusalen cayó al fin en manos de los cruzados, los rodios habrían podido reclamar su parte de la victoria, aunque no participaron de las espantosas matanzas que la siguieron, cuando unos setenta mil seres humanos fueron exterminados en las calles y los cruzados que los despacharon se arrodillaban sobre las piedras manchadas de sangre del altar del Redentor, llorando por un exceso de alegría, para dar gracias por su victoria."

Lawrence Durrell también, como los griegos, parece aficionado a las despedidas y la de este libro es triste y melancólica, me volvió a recordar otra vez la amargura de los limones salvajes, agrios...
El libro incorpora al final un Calendario de flores y santos y unos Remedios campesinos. Tenía apuntada la reseña sobre el Lirio de arenal, Pancratium maritimum, con sus flores blancas en verano, siempre presente en las playas griegas y del que traje fotos, pero..., ¡esto es interminable!

Vuelvo a recordar que la obra fue publicada en España por Península (1998), traducida del inglés por Floreal Mazía.

Gregorio Paniagua. Atrium Musicae de Madrid.  Epílogos Katastrophe.



¡Salud y buenas lecturas!


Ramiro Rodríguez Prada

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Sombras de Rodas, Σκιές της Ρόδου -2


Atardecer con gato en  Mandraki.
Rodas, agosto 2013.

Reflexiones sobre una Venus marina.
Viaje a Rodas.


No soporto a Lawrence Durrell en algunos de sus libros sobre Grecia, al margen de su cuarteto de Alejandría, pero después de Limones amargos, sobre Chipre, éste es de los que salvaría de la quema. Por eso lo fuimos releyendo mientras recorríamos el Archipiélago. Tiene también pasajes muy pesados, como cuando se pone a describir los bailes griegos, pero esa mezcla de novela de amiguetes, de erudición justa e información de primera mano de la Grecia posbélica, con cierta poesía sin edad, islomaníaca, por usar un epíteto suyo, me gusta.

La cita que abre el primer capítulo del libro, Sobre el paraíso terrenal, es del Gitano español, The Spanish Gipsy, de Middleton:
-"Álvarez huyó; y tras él la condena del exilio fue enviada; como el rumor decía abiertamente, se retiró a Rodas."

Durrell llega a la isla para poner en marcha una Prensa libre en el Archipiélago, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, comisionado por las autoridades militares inglesas, que administran el Dodecaneso, ocupado por los italianos desde 1912 al 43. Todavía nos habla de una pequeña comunidad de colonos italianos establecida en Rodas, que deberá abandonar la isla con gran tristeza por su parte.
En Rodas se encontrará con una serie de personajes que serán sus interlocutores y compinches, sus compañeros de correrías cultas o populares por la isla y el archipiélago.

-"En el cuaderno de notas de Gideon encontré una vez una lista de enfermedades todavía no clasificadas por la ciencia médica, y entre ellas aparecía la palabra islomanía, descrita como una dolencia del espíritu, rara pero en modo alguno desconocida. Hay personas, solía decir Gideon a modo de explicación, a quienes las islas les resultan, quién sabe por qué, irresistibles. El simple conocimiento de que se encuentran en una isla, en un pequeño mundo rodeado por el mar, las llena de una indescriptible embriaguez."

Así comienza el libro, que es un poco de todo, novela, libro de viajes, guía etnográfíca e histórica, y un algo aventurero, más en aquella época. No me resistí a esa larga cita, porque resume perfectamente algo que muchos sentimos con Grecia y sus islas. Gideon, un culto inglés, buscavidas de altos vuelos, es el personaje más carismático de la historia. Rodas es el centro, dedica muy pocas líneas al resto de las islas.

Sobre la residencia del gobernador fascista italiano de la isla, el Castello, remodelado por ellos, cuya imponente apariencia medieval se destaca en la distancia sobre las murallas de la ciudad vieja:
-"-Mi buen hombre -dijo, irritado-, no sirve de nada que hables de esto. Esto es horrible. Quizás un diseño para un helado napolitano."
-"-Muy bien señor."
-"Y todos los que crean que es hermoso son unos idiotas."

Villa Cleóbulo, residencia de Durrell y su compañera mientras permanecieron en la isla y escenario de muchas veladas del grupo. A ella dedicaré algún día una entrada con imágenes de lo que queda de aquel lugar:
-"Recuerdo que fue entonces cuando nos tropezamos con aquel jardín que circunda la mezquita de Murad Reis, un jardín en cuyo centro descubriría más tarde la Villa Cleóbulo;"

Grecia y las islas:
-"Pero el griego es un individuo terrible. Mercurial, ruidoso, voluble, orgulloso..., ¿hubo alguna vez semejante conjunción de cualidades encerradas en un pecho humano? Sólo el irlandés podía competir con él en materia de intratabilidad, de estrepitosa y débil generosidad."

-"No habría podido tener una mejor introducción a la Grecia egea, porque Cárpathos tiene contornos tan puros como una escultura primitiva. [...], Cárpathos debe de haber parecido preciosamente próxima al paraíso en ese tiempo de primavera."
-"Ha traído consigo un par de canciones de Cárpathos [...]. Una de ellas tiene un coro delicioso:

Oh dulce limonero, con limones en tus ramas;
¿cuándo, inclinándote hacia mí, me enlimonarás?"

-"La literatura popular identifica los limones con los pechos femeninos, y se supone que la canción debe ser cantada por una jovencita. Del mismo modo, en poesía, aceituna es un símbolo de un lunar en el rostro o en el brazo de una muchacha morena."
Pregunté a María y a Nikos en Levkós, Kárpazos, por esta canción pero no la recordaban.

Σκοπός από το χωριό Αρχάγγελος, της Ρόδου, όπως παίζεται και τραγουδιέται στην Κάρπαθο, dice Halkias el subidor del vídeo; Skopós del pueblo de Arjányelos, de Rodas, (otro como Anogeia en Creta u Ólymbos en Cárpatos) tocando y cantado en Cárpatos, por Nikos y Ioannis Pablidis, a quienes ya hemos tenido oportunidad de escuchar en los capítulos dedicados a su isla y a su pueblo. 

Η 'μέρα έχει βάσανα μα η νύχτα είναι ωραία,
γιατ' έρχεσαι στον ύπνο μου και μου κρατάς παρέα.

La mañana tiene problemas pero la noche es buena,
porque vienes a mi sueño y me haces compañía

Λύρα: Νίκος Ι. Παυλίδης. Τραγούδι: Ιωάννης Ν. Παυλίδης.
Σκοπός 1ος, Αρχαγγελίτικος, Καρπάθικη Εκτέλεση.


Aparcamiento de sillas en el  muelle de Kolona.
Rodas, verano 2013.

-"... en algunas partes de la isla (Rodas) se conoce el arco iris con el nombre de Cuerda de Elena, porque, según afirman los campesinos, una gran reina se ahorcó con un arco iris de un árbol."
-"Según una antigua fuente, cuando cayó Troya, Elena fue expulsada por sus hijastros y se refugió en Rodas, donde Polixo la ahorcó de un árbol para vengar la muerte de Tlepolemos en la guerra de Troya. Torr ya ha hablado del culto del árbol de Elena Dendritis, en Rodas, durante los tiempos antiguos."

-"Helio era el gran dios de Rodas; de todos los nombres antiguos de la isla, Heliosa, el amigo del sol, es el único que vale la pena registrar. [...]. Su templo se encontraba donde ahora se halla la fortaleza de cartón piedra de De Vecci, y dentro del recinto estaba el dios Sol de pie en una carroza tirada por cuatro corceles."
Estos cuatro caballos del Carro de Helios, de los que hablamos en el capítulo de ayer, tenían sus nombres y eran también una metáfora del camino del conocimiento y sus dificultades, ingobernables para un joven inexperto como su hijo Faetón. Desde su carro en el cielo Helios lo veía todo, hasta lo oculto para el resto de los dioses, se iba iluminando la tierra para él mientras avanzaba, despejando las tinieblas. Así pudo ser testigo de la coyunda entre Ares y Afrodita, y fue él quien se chivó a Hefestos, el fragüero de Limnos.
De modo que Helios resulta ser un mirón y un soplón. Esto es también por seguir una broma con Ana Capsir, pero así me lo contaron.

Hay una nota sabrosa a pie de página sobre ese fascista italiano, De Vecci, el del Castello de antes:
-"El último gobernador fascista de la isla, cuya recargada e insípida reconstrucción de monumentos estuvo a punto de arruinar el espléndido y meditado trabajo de Mario Largo, que dedicó la mitad de su vida a gobernar y embellecer Rodas."

La obra se publicó en Gran Bretaña en 1953 y en España la editó Península en 1998. Traducción de Floreal Mazía que no fue muy de nuestro gusto, aunque reconocemos la dificultad que ha de representar la traducción de algunas páginas demasiado recargadas del inglés.

Estoy a la mitad, así que mañana la segunda entrega.

Ramiro Rodríguez Prada


Αρχαγγελο της Ρόδου. Μελίνα Κανά.  Ο πόταμος. Απόψε η νύχτα χιόνισε...