sábado, 21 de diciembre de 2013

Un regalo de Lisi y Diamandís


Ένα δώρο από Λίζι και Διαμαντής.
Petriés. Eubea,  2012.


Un poco de cariño


Καλημέρα, Buen día!. La última noche que nos invitaron a cenar en su casa de Petriés, en Eubea, Lisi y Diamandís, tenían, además, un par de regalos para nosotros. Sabiendo lo que fumo, se les ocurrió la idea de comprarme una maquinina de hacer cigarrillos.

Es muy guapa, como podéis ver, metálica con todo el firmamento en el relieve de la tapa. Pero la uso poco porque estoy acostumbrado a liarlos a mano y me resulta más cómodo y rápido. La tengo en realidad como una pequeña reliquia y recuerdo de los amigos.

La máquina, no obstante, sólo es un pretexto para recordar de nuevo a esas buenas personas. A ellos y a toda la parea de Agioi Apostoloi, Stavrula y Spiros, Kostas y Panoiotis, María y Maquis, Popi y Yiorgos, o Valy y Yiannis..., y sus respectivas familias.

Ψαραντώνης.  Psarandonis (21/8/13).  Εσβησ' αέρας το κερί/ Άντρας που δεν εκάτεχε.



Todo el cielo,  diurno  y  nocturno.
Petriés.  Eubea. Grecia, verano 2012.

No se me da bien eso de las celebraciones cristianas del Amor Universal a plazo fijo, luces de fiesta y grandes almacenes, y por eso no acostumbro a mandar felicitaciones o desear un próspero año nuevo, ni aquí ni en parte alguna, como es norma para otros por estas fechas. No soy tan duro, porque en realidad no lo digo con esas palabras, pero de algún modo lo digo, como aquí.

Y sin embargo me llegan detalles como la tarjeta que nos envió el año pasado Marza, la hija de Popi y Yiorgos, algo personal, tierno y hecho con cariño.
Porque al final viene a resultar que las palabras y las frases no son más que fórmulas más o menos convencionales. ¿Qué gran diferencia hay si yo utilizo la frase que tengáis un buen año, o que el invierno sea leve?, cuestión de estaciones y fórmulas gramaticales. El asunto es arroparnos para entrar en calor.

Y las fechas no son sino otra convención. Por eso cada uno con su creencia, sin imponerla a los demás, como y cuando quiera, pero que quiera si es posible.
Como no se me da bien por mucho que lo verbalice, la entrada de hoy será corta, me gustaría ahorrar palabras pero que les llegara el cariño.

Kiko Veneno. Está muy bien eso del cariño   Respeto.



La máquina con la boca abierta

Una pequeña mención a los tres temas de hoy. El primero, de Psarandonis, es una grabación en directo de agosto pasado, cuando estábamos en Kárpazos, lo subo porque me pongo en el lugar del maestro de Anogeia, y ése sería el entusiasmo que quisiera transmitirles hoy, aunque sé que este gran loco no es lo que más motiva a la parea.
El segundo de Kiko, ya lo dice casi todo en el título del álbum, Está muy bien eso del cariño, y en la letra de la canción Respeto.

Y el tercero de Sofía Vembo se titula La tabaquera, que vendría a ser una petaca, tal vez una pitillera, apropiado en cualquier caso para ilustrar musicalmente el regalo de Lisi y Diamandís. Ya había puesto otra versión, un dúo de Marika Ninou y Vasilis Tsitsanis que me gusta más, pero hay que variar.

Si no lo dije lo repito: ¡Salud y buen año a todos!

Μ. Τραϊφόρος. Γ. Γιαννακόπουλος. Ι. Ριτσιάρδης.  Σοφία Βέμπο.  Η ταμπακέρα. (1950)


Υγεία, φίλοι μας, και καλό χειμώνα!!


Barbarómiros

P. D. Cariños también a todos los lectores de Psilicosis que me han acompañado, a los comentaristas, seguidores y amigos: sin vuestro apoyo dudo que hubiera llegado hasta aquí. Salud, abrazos y buen invierno.

Ramiro 

viernes, 20 de diciembre de 2013

Is my man


Rodas.
Grecia, verano 2013.


Quelonios en La Carrera de San Jerónimo


Lo veo todo ictérico y sangrante

tal que un helado de limón con guinda

cuando las tortugas cruzan lentas

por el ojo del culo del congreso


Que me saquen esa muela de la boca del cuerpo

dice una diputada estrecha de caderas

y aplauden sus señorías sus orejas y al compás

sus cojones sus labios venusianos y sus belfos


De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas.  2013.

Ramiro Rodríguez Prada.


Maruja Garrido.  Es mi hombre.



Salud


P. D. Una sugerencia de Ana Capsir que también me gusta:

Leonard Cohen.   I'm your man.

http://www.youtube.com/watch?v=tKjSr1zOTq0&feature=youtu.be

Besos!

jueves, 19 de diciembre de 2013

99


Dos colgaos
Oviedo 2013.


Salí a tirar la basura



con la intención de echar un pitillo en la escalera exterior de la casa, hacía buena noche y no parecía que el sueño me viniera a visitar muy pronto. Dicho y hecho, a la vuelta me senté en las escaleras. Por la acera bajaba un tipo como de unos cuarenta años con una borrachera patentada. Iba midiendo el ancho a zancadas irregulares e inseguras. Ya me pareció que me había visto y me preparé para aguantar el chaparrón. Al llegar a la altura de la escalera se detuvo tambaleante y sin más preámbulo me preguntó si tenía un cigarro, farfullando y en plan chuleta. No, sólo éste, le dije señalando el que me estaba fumando. ¡Dame una calada! ¡No, joder, mira a ver si encuentras a alguien que lleve tabaco, coño, que me quiero fumar el pito yo solo, caramba! No me sentía nada solidario en ese momento, había compartido un canuto allí mismo hasta con una puta, que a saber si no vendría de chupársela un momento antes al último cliente, pero no pensaba pasarle el cigarro a aquel baboso. El tipo, bamboleante en medio de la acera, se metía las manos en los bolsos del pantalón y de la chaqueta palpándose la ropa, como si buscara una cartera perdida. No iba mal vestido pero sí  cargaba con todas las trazas de un juerga monumental. ¿No tendrás cinco euros?, me dice el prenda después de terminada su infructuosa exploración. No tengo nada, y déjame tranquilo ya, por favor. ¡Joodeeer!, empezó, ¡Sales a la calle solo, sin tabaco, sin dinero!..., ¿¡Y si te pierdes, tío, y si te pierdes, qué, eh!?... . No sabía si reírme si mandarlo a la mierda y le dejé las últimas caladas del cigarro antes de desearle las buenas noches y meterme en casa.


Julio Fernández Falcón. Carlos Gardel.  Cara rota.



Salud y felices pesadillas


ra


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Pucheros


León, 2012.

Varroa destructor


Tenía cuatro pucheros de miel en su vieja cocina. En tiempos de abundancia siempre estaban llenos, sacaba del más pequeño e iba rellenando con los mayores los de menor tamaño. Con el trasiego se aseguraba de ir gastando la miel más atrasada. Y cuando el grande se vaciaba no tardaba en cargarlo de nuevo. No llevaba la cuenta de la miel que consumía, sin duda mucha, era buena para la salud y él goloso. Pero un día se le terminó el suministro, acaso por la crisis de las colmenas que acabó con muchas abejas, y no pudo reponer la miel del grande. Tenía tres pucheros colmados, si se administraba tal vez le llegaran a final de año. El mal de las abejas podía tener solución en la próxima campaña. Sin embargo se comió el siguiente casi a la misma velocidad que en época de bonanza, la gula lo dominaba. Le quedaban los dos pequeños, todavía estaba a tiempo de poner remedio, era menos de la mitad de su dosis habitual, pero con un poco de esfuerzo podía conseguirlo. Las perspectivas para el año siguiente no resultaban halagüeñas y no sería mala idea incluso estirarla unos meses más, por si acaso. Sólo era cuestión de un poco de control, así que empezó a racionar la dorada golosina. Muy cerca del fin de año comprobó con pena que, a ese paso, el tercer puchero no le llegaría a Nochevieja. Haciendo de tripas corazón redujo aún más el consumo, apenas la punta de una cucharilla del café cada día. Logró así alcanzar la Epifanía, obteniendo beneficios para su salud gracias a porciones infinitesimales de miel que debían actuar en su organismo cual sutil medicina homeopática. En esas condiciones, con el pequeño puchero que aún le quedaba lleno, podría tirar otro año, ¡o más! Había oído que la miel era poco menos que inmune al tiempo, que se había encontrado en condiciones de consumo en ánforas griegas anteriores a Pericles y en tumbas egipcias de varios faraones. Pero cuando llegó la hora de meter la cuchara en el último puchero le dio un escalofrío y un nosequé. Brillaba pura la miel como el oro al sol. Semejante a una tentación, lo asaltó la burla de aquel que, para ahorrar, enseñó al burro a no comer y cuando ya lo tenía acostumbrado se quejaba de que se le había muerto... de hambre. A punto estuvo de tragarse el puchero de una sentada, pero se contuvo. Lo encontraron muchos años después de la crisis apícola, momificado, sentado a la mesa frente a un puchero intacto de miel, apta para el consumo.


Ramiro Rodríguez Prada


Cuco Sánchez.   Miel amarga.

http://www.youtube.com/watch?v=9phQ2QCzIUs


Salud

martes, 17 de diciembre de 2013

Η Ρόδος. Rodas -3


La muralla medieval sobre el puerto de pescadores de Kolona.
Rodas.  Grecia, verano 2013.


Rodas -3


Buenos días. Para entender un poco la prosperidad de Rodas durante la estancia de los Caballeros de San Juan en la isla, desde 1309 cuando desalojaron a los otomanos, hasta 1522, en que éstos, con Solimán II, volvieron a recuperarla, puede venir bien esta cita de Durrell de su libro sobre la Venus marina:

Los historiadores han hecho notar el cambio gradual que se produjo en el carácter de la Orden, después que conquistó a Rodas y obtuvo también los vastos bienes que le dejaron los difuntos templarios. La acumulación de enormes riquezas materiales, dicen algunos, minaba en forma gradual la estructura moral de la organización. Los intereses seculares habían empezado a competir con los espirituales. 

Y es que la Rodas medieval impresiona. Pero no sólo por la espectacularidad de sus gruesas y altas murallas, las siete puertas que se abren en ellas, sus torres y contrafuertes almenados, el foso que la abraza por el oeste, que son al fin y al cabo las defensas de una gran fortaleza, de una caja fuerte, dada la riqueza de los Hospitalarios, y lo primero que se ve, lo evidente; o por la belleza de los edificios más emblemáticos y los palacetes de los civiles ricos; o por la proliferación de hermosas iglesias bizantinas y mezquitas otomanas; Es también, y para mí, sobre todo sus barrios populares, las tiendinas y viviendas de la judería y el barrio musulmán, las casas italianas, las placitas apartadas del bullicio, las umbrías rodeadas de árboles y flores, los pasajes oscuros, los arbotantes de piedra que cruzan las estrechas callejuelas junto a las ramas de los árboles de los jardines y las buganvilias que cuelgan de los muros, los balconcillos otomanos de madera, el maravilloso trabajo de cantería en dinteles de puertas y ventanas, el suelo empedrado sistemáticamente, con las piedras colocadas de perfil, de cantos rodados del tamaño de un huevo de gallina, pulidos como joyas, con dibujos que alternan la piedra gris y la negra... .

Este último párrafo ya me serviría como final, porque es un buen resumen del cogollo de la cuestión rodia, digamos en broma. Pero aún me quedan algunas cosas.

La elección del paso por Rodas en dirección al sur del archipiélago, hizo que renunciáramos a entrar unos días en Turquía, que fue nuestro plan inicial. Aunque, tanto desde Kos como desde Rodas, es un paseo en kaike de una o pocas millas y, en otras circunstancias, una buena opción, fácil, interesante y no muy costosa que hemos probado algunas veces.

Fanis Karoussos y el  colectivo Cok Malko.  Arabas Perna. Entarisi Ala Benziyor.

http://www.youtube.com/watch?v=xxqx-RafZis


Calle comercial de Rodas
Grecia, verano  2013.

Ahora que veo las camisetas de las estrellas, recuerdo que me referí en Sombras de Rodas a las auténticas sombras de la ciudad en medio de los ríos de turistas y el sol del Egeo, no de las que yo puse en aquellos capítulos.
Son una docena de niños y niñas gitanos muy pequeños, la mayor no tendrá doce años, que ruedan por la ciudad pidiendo, tocando distintos instrumentos, componiendo estatuas en plazas y, en definitiva, buscándose la vida como pueden. Son la otra cara de la moneda, y no la oculta de la estrella, por cierto, pues está bien a la vista de todos.

No seré yo quien pretenda reformar los hábitos de un país señalando sus defectos, teniendo como tenemos en el nuestro ejemplos tan duros que nos avergonzarían igualmente, pero la realidad es ésa. Los padres ni pueden ni quieren responsabilizarse y el Estado, que es quien debería buscar soluciones, pasa de todo, y los niños siguen tirados todo el día por las calles.
Pero repito lo ya dicho, les dedicaré una entrada para tratar el tema más en profundidad y ya que tengo algunas imágenes, no muy buenas porque siento tristeza y vergüenza al fotografiarlos directamente y son robadas, la mayoría en marcha o desde lejos, pero servirán para ilustrar el texto y darán una idea más precisa del problema.

Y como hablar de necesidades, a los hijos de la posguerra nos abre el apetito, haré sólo una última referencia a la comida, puesto que ya dediqué varios puntos a ella en el capítulo precedente.
Seguramente no soy un buen guía gastronómico de Grecia porque no me puedo permitir determinados lujos, y no por falta de gusto. Por eso sólo comimos media docena de veces en Rodas de babero, es decir en restaurantes con algo de porte, y eso contando la comida que hicimos en el sur de la isla el día que alquilamos el coche.

Pero la comida popular griega es muy sabrosa y lo más común lo conocemos bien. Mejor los restaurantes apartados del interior de la ciudad vieja que los céntricos. Buenas carnes a la brasa, berenjenas imám y melintsanosalata. 
El vino tinto de la isla tiene personalidad, no estoy seguro de si es el Kalavarda del que escribe Durrell, pero creo que sí porque es como él lo describe, fuerte y tosco, aunque de un sabor no tan peculiar como ese tinto de Limnos que llaman Kalambaki, ¡y muy caro!, y eso que lo sirven a granel en jarras de medio litro, misó kiló, como en toda Grecia.

Y también probamos un par de blancos y la retsina, más barata, que se dejaban beber bastante bien.
En un par de cenas nos invitaron a un chupito de koriantolino, el licor tradicional de la isla que la mi morena prefirió cambiar por un seco tsikudiá cretense.
El koriantolino es una especie de ratafía parecida a la gerundense, ibicenca, francesa e italiana, licor mediterráneo donde los haya, un aguardiente con anís, aquí ouzo, y hierbas, entre las que figura el cilantro, y que puede alcanzar los 40º alcohólicos. También cercano al orujo de hierbas del noroeste ibérico, pero más suave y dulzón. Lo sirven frío, lo que lo hace más peligroso, porque entra mejor al atenuarse un poco su empalago.

Fanis Karoussos, santouri. David Brossier, viola d'amore. Ian Balzan. laúd.  Danza de Rodas.

http://www.youtube.com/watch?v=H9GDhEcpuPk


El faro de Mandraki  en la Torre de San Nikolás al atardecer.
Rodas,  agosto  2013.

Después de haber pateado Rodas durante cinco días largos, no pudimos contactar con tres personas que nos hubiera prestado ver, y que probablemente estaban en la isla.

Una de ellas era Zanásis Pájos, el chaval, el palikari que nos dejó su coche y su casa en Halkida el primer año que pasamos las vacaciones en Eubea. Lleva dos o tres temporadas currando en Rodas y de cuando en vez la morena tiene nuevas suyas a través de facebook, pero no llegamos a saber si seguía en la isla.

La segunda persona era Coralia, una amiga que hacía un curso de traducción en la ciudad, novel traductora a su vez, y con la que al final no pudimos tomar las biras que queríamos, aunque sí llegamos a hablar con ella algún día. La saludaríamos en diciembre, ya en Gijón, la tarde de la presentación de la novela de Alkí Zei, La novia de Aquiles, de la que es traductora junto a Pedro Guil, evento del que dimos cuenta aquí.

Y la tercera Konstantina, la amiga griega de Ana Capsir, Navegando por Grecia, que había pasado un tiempo en Valencia, cantando, y recientemente se había ido a Rodas. Tampoco sabíamos si seguía en la ciudad.

Cuando vamos a Grecia compramos una tarjeta telefónica, en realidad es un papel con un número que hay que incluir en cada llamada, que resulta baratísima, y que venden en los perípteros, kioskos. A veces hay problemas para conseguir conexión, pero el ahorro es grande: en un mes, en comparación con el gasto de otras tarjetas plásticas o el móvil, sólo con las llamadas a la familia y algunos amigos, se pueden ahorrar veinte o treinta eurakos. Todo cuenta, pero fue la razón de no poder hablar con Ana para saber el paradero de Konstantina. Pregunté en un par de sitios, pero nadie me supo dar pistas, hay muchos músicos y pequeños grupos actuando por restaurantes, locales y hoteles de todo Rodas. Oportunidades perdidas, una pena.

Y creo que con estos tres capítulos sobre el viaje, más los tres de la etiqueta Ombres y la entrada prometida sobre el periplo isleño, habré contado lo más sustancial y será suficiente de momento para Rodas.

¡Adío, callejuelas silenciosas y sombreadas, plazoletas solitarias, dormidas, adelfas, buganvilias e hibiscos, todo el color azul del mar y el cielo que casi abruma, tierra del sol y de la luz salvaje!...

Gregorio Paniagua. Atrium Musicae de Madrid.  Lamento.

http://www.youtube.com/watch?v=xotPWR5I8RY

Υγεία, Salud!


Ramiro Rodríguez Prada