sábado, 4 de enero de 2014

El cuento de la lentejita, de César


¡Déhate caéh, quillo!


El cuento de la lentejita


Érase una vez un hombre llamado Prudencio que era muy amigo de caminar y de andar fuera de casa. Nuestra historia comienza cuando Prudencio llamó a la puerta de la casa de un conocido suyo y le dijo:
- Hola Gonzalo, necesitaba que me guardaras esta lentejita, quiero ir al mercado y temo que se me pierda.
No te preocupes –contestó Gonzalo- te la guardo detrás de la puerta y cuando vuelvas del mercado te la llevas.
Cuando volvió Prudencio, la lentejita no estaba en su lugar. Gonzalo le dijo que su gallina se debía haber comido su lentejita pero que él le daría otra.
¡Ni hablar! – Dijo Prudencio- O me llevo mi lenteja o me llevo tu gallina.
¿Pero cómo te voy a cambiar una gallina por una lenteja, Prudencio?
A lo que éste replicó cantando:
“Mi padre es alcalde, mi hermano regidor, si no me das la gallina a la justicia me voy”
- Bueno, bueno, pues por no andar en justicias llévate la gallina.
Prudencio se fue con la gallina muy satisfecho y llegó a casa de otro amigo suyo llamado Ricardo.
-Hola Ricardo – le dijo- necesitaba que me guardaras esta gallina, quiero ir al mercado y temo que se me pierda.
No te preocupes –contestó Ricardo- te la guardo detrás de la puerta y cuando vuelvas del mercado te la llevas.
Pero una vaca que tenía Ricardo en su casa se comió la gallina y de ella sólo quedo una pluma.
Cuando volvió Prudencio y reclamó su gallina, Ricardo le dijo:
-¡Ah! se la ha debido de comer mi vaca, sólo queda una pluma, no te preocupes que yo te doy otra gallina de mi corral.
¡Ni hablar! – Contestó Prudencio- si tu vaca tiene dentro mi gallina, me llevo tu vaca.
¿Pero cómo te voy a cambiar una vaca por una gallina, Prudencio?.
A lo que éste replicó cantando:
“Mi padre es alcalde, mi hermano regidor, si no me das la vaca a la justicia me voy”
-Bueno, bueno, pues por no andar en justicias llévate la vaca.
Al cabo de los días, llegó a casa de Carlos, otro vecino de su pueblo, y repitió la misma historia dejando la vaca detrás de la puerta de su casa.
Carlos estaba casado y tenía una hija enferma, ésta al enterarse de que había una vaca en la casa empezó a decir con voz lastimera:
-“Higadito de vaca quiero si no me lo dan me muero”
El padre le decía que la vaca no era de ellos pero Paula, que así se llamaba la niña, porfiaba:
-“Higadito de vaca quiero si no me lo dan me muero”
El padre, preocupado por su hija, mató a la vaca y le hizo un caldo con su hígado.
Cuando volvió Prudencio y preguntó por su vaca, Carlos le contó lo sucedido y le dijo que le compraría otra vaca, a lo que él respondió:
¡Ni hablar! Si tu hija se ha comido mi vaca, me llevo a tu hija.
-¡Por Dios, como te vas a llevar a mi hija, Prudencio!.
A lo que éste replicó cantando:
“Mi padre es alcalde, mi hermano regidor, si no me das a tu hija a la justicia me voy”
-Bueno, bueno, pues por no andar en justicias llévate a la niña.
Prudencio metió a la niña en un zurrón y se marchó con ella dejando a los pobres padres desconsolados.
Iba por el pueblo con la niña y de vez en cuando le decía: “Canta zurrón o te doy un pescozón”
A lo que Paula respondía:
“Anillito, anillito de oro que en la fuente lo perdí
por mi padre y por mi madre que aquí tengo que morir”
Mientras cantaba la niña, una anciana llamada Marita oyó la canción y se dijo: “¡Pero si es la voz de mi nieta Paula!” y salió al camino. Vio a un hombre con un zurrón al hombro y le espetó:
- Buen hombre, ¿Querrás entrar en mi casa que tengo sopa caliente preparada para los peregrinos.
Él, sin pensárselo dos veces, entró en la casa y dejó el zurrón a la entrada. La anciana, mientras tomaba la sopa, sacó a su nieta del zurrón, la abrazó, le hizo una señal para que estuviera en silencio y después llenó el zurrón con siete gatos rabiosos.
Cuando se marchó Prudencio volvió a decirle al zurrón: “Canta zurrón o te doy un pescozón”, pero el zurrón no cantaba y él repetía: “Canta zurrón o te doy un pescozón”, enfadado por la desobediencia de la niña abrió el saco y los siete gatos rabiosos se le lanzaron al cuello...
La abuela llevó a Paula a casa de sus padres, éstos que seguían llorando su pérdida se pusieron muy contentos e hicieron todos una gran fiesta.
Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

César Ruiz del Árbol

Gato Pérez.  Todos los gatos son pardos.



P. D. Entrada imprevista y precipitada, pero vale la pena. Es un cuento de los años cincuenta/sesenta, que le contaba su madre a César Viriato, y que debió ser bastante popular por la época según nos decía él en un correo privado. Hoy me envía el cuento del que imagino que desconoce la autoría. ¡Gracias, César!.
En el correo adjunto, comenta:  

Aquí tienes el cuento de la lentejita:
Como verás no es un cuento edificante, aparecen unos padres desaprensivos, violencia de género, corrupción judicial, mentiras biológicas…, vamos, la España de hoy. He intentado meterlo en tu blog, para que lo leyera todo el mundo pero no me deja porque ocupa mucho.

Viriato

¡Salud y lentejas!

ramiro

viernes, 3 de enero de 2014

101


Colchones  Rita.  El Cabanyal. Valencia.
Gijón, diciembre 2013.



Salí a tirar la basura



en una visita onírica a Levante. No especifico el lugar porque en un principio no lo reconocí. La memoria es caprichosa y sólo después de dos horas perdido por algunas calles sucias y semiabandonadas, cuando me vi frente a una vivienda en una zona de casas bajas, lo recordé. Era un barrio de Valencia en el que había estado un par de veces haría no menos de veinte años, pero no me acordaba del nombre. La casa ya estaba entonces cerrada y la puerta, las ventanas y la fachada muy deterioradas, pero se mantenía en pie todavía airosa y, hasta donde se podía ver, con el tejado en buenas condiciones. Ahora el tejado había caído y se veían por los huecos vacíos de la fachada, sin ventanas y sin puerta, las paredes medio derruidas de las divisiones interiores del hogar. Varios puntales impedían que la fachada cayera sobre la calle. Me acerqué a la puerta. Todo el pasillo estaba repleto de bolsas llenas de basura, muchas de ellas abiertas. Olía a carne putrefacta, una rata salió corriendo hacia la parte trasera de la casa. Al girarme para seguir mi camino, entristecido por aquel desastre, vi el coche de la policía, al que no había oído llegar, aparcado al otro lado de la calle y arrancado. La excusa para conducirme al trullo fue que no tenía encima dinero ni documentación alguna, andaba merodeando en pijama con dibujos de monos empalmados y parecía un moro mudo, porque no había contestado a ninguna de sus preguntas. Moreno soy, pero no tanto. Quizá fuera el fez rojo que llevaba a modo de gorro de dormir. Me querían endosar la muerte del concejal desaparecido hacía semanas, desaparición y asesinato (puesto que se descubrió el cuerpo en la casa donde me prendieron) que sus colegas políticos atribuían a la plataforma ciudadana por la defensa del barrio, muy radicalizada según ellos, que se la tenían jurada después de todas las mentiras, dilaciones y pitorreos con los que el tal munícipe, mamporrero del propio Ayuntamiento, había maltratado al barrio y a sus vecinos. Yo sólo sería la mano ejecutora, ¡una mala película! Menos mal que conozco a un pariente lejano de la ahijada de una sobrina política de un cacique castellonense, de la banda de estribor como Rita Barbeirás Ynovuelvasmás, y buen amiguete suyo. Me soltaron, eso era una garantía de más peso que cualquier vil sospecha.


Julio Bustamante.  Valencia no s'acaba mai.




Salud y felices pesadillas.


ra

Mostrando SNC00144.jpg
El Cabanyal.  Valencia,  2013.
Fotografía de  Ana  Capsir.



P. D. Aunque programo estas historias con mucha antelación, a veces se me cuelan sueños como el de hoy y desplazan a los previstos. Éste siguió a la fotografía que Ana Capsir me envió hace un mes de su barrio valenciano del Cabanyal.  A ella se lo dedico pues.

Salut!


jueves, 2 de enero de 2014

Silueta en la terraza


San Justo de la Vega.  
León,  junio  2013.


El genio 


...quizá sólo un segundo fugaz, el vistazo que sigue a un parpadeo, 

o tal vez pasé horas mirándola, camuflada entre los árboles 

una silueta cambiante variaba de forma sin cesar al paso de la luz del sol.


En un bosque antiguo de árboles centenarios, aquella figura

era más longeva que el más viejo de los hombres.

Milagrosa eternidad de un breve instante, prodigio de la luz, falsa moneda...



De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2013.

Ramiro Rodríguz Prada


Pau Riba.   L'home estàtic.



Salut!

martes, 31 de diciembre de 2013

(25 canciones para reumáticos)


A B C D
Pinturas al agua sobre tela y tabla.
Ramiro Rodríguez Prada  2010
.


Las últimas del calendario
(25 canciones para reumáticos)


1

El Pulgarzito.  Ser albañil es una ciencia.

2

La Sonora Carruseles.  Arranca en fa.

3

Joe Arroyo.  Pal bailador.

4

Fruko y sus Tesos.  El salsero mayor.

5

Hector Lavoe.  El Cantante.

6

La Sonora Carruseles.  Boogaloo.

7

Vinicio Capossela.  Che cosse' l' amor.

8

Willie Colon. Hector Lavoe.  La Murga.

9

Oscar de León.  Qué bueno baila usted.
http://www.youtube.com/watch?v=9Xijqv5vz2E&feature=related

10

Wayne Gorbea.   Lo que dice Justi.

11

Roberto Goyeneche.   Suerte loca.
http://www.youtube.com/watch?v=sZB4O17QKj0

12

Beni Moré y Rafael de Paz.   Bonito y sabroso.

13

Félix Chapottin. Irakere.  Dile a Catalina.

14

Miguelito Cuni y Félix Chapotín.  Cucarachón.

15

Chapotín y sus estrellas.  Yo si como candela.

16

King Oliver's Jazz Band, con Louis Armstrong.  Dipper Mouth Blues.
http://www.youtube.com/watch?v=PwpriGltf9g

17

Billiie Holiday.  Strange fruit.

18

Μιχάλης Γενίτσαρης. Γιώργος Ξηντάρης.   Μες στη Φυλακή που Μπήκα.

19

Lafra.   Balkan Sefarat.

20

Rafael Jimenez Falo.   Bulerías a la Tía Chata.

21

Buika y Javier Limón.

22

Carlos Gardel.  La última copa.

23

El Púlgar.  Estereotipo.

24



¡Salud, buen año y mucho ritmo!


Ramiro

lunes, 30 de diciembre de 2013

100


Luanco.
 Asturias 2013.


Salí a tirar la basura



hablando solo, cuando volví me vine escuchando. 



Sidney Bechet. Art Hodes, Pee Wee Russell, Muggzy Spanier, Miff Mole,
Pops Foster, George Wettling. Hoefer.
Clarence y Spencer Williams.   Royal Garden Blues.






Salud y felices pesadillas.



ra