jueves, 27 de octubre de 2011

Reunión de pastores



El manco de Vilanova


A la noche siguiente ahí estaba otra vez el amigo, ahora con una capa negra de forro pupúreo sobre los hombros y un sombrero a juego.
En esta ocasión no traía el chibuquí sino un bastón fino con una empuñadura de madera labrada, una figura que no podía distinguir, tal vez una cabeza.

Salí al pasillo.

Don Ramón se había metido en la cocina. Golpeaba el suelo con el bastón cada vez que se explicaba algo de lo que veía. Parecía buscar no sé qué fisgando por los rincones (...siempre te encuentro llorando).
Sobre la mesa había otra botella de brandy a la que faltaba un tercio y un vaso con un último trago. No era de Terry con tapón de corcho, sino de las primeras con el metálico de principios de los 70, de Soberano.

Llevo una hora aguardando, tiene usted un sueño muy pesado, me soltó cuando advirtió mi presencia.
Pues duermo mal, le contesté un poco mosca, pero acto seguido intenté arreglarlo, Anoche me acosté tarde, perdone usted.
No es preciso que se disculpe, zanjó él. Así que este es el lugar desde donde recrea nuestras andanzas nocherniegas. Lo imaginaba más..., no encontraba la palabra,  Confortable, dije intentando ayudar, ¡Bravo!, Confortable, remarcó él. ¡Vaya, vaya...!  Y acercaba las lentes a un imán del frigorífico con una imagen de a Illa.

A mí me había dejado pasmao y medio mudo con la revelación, no sabía qué dicir. ¡El cabrón, falsario, estaba al tanto de todo!

Ande, tómese un trago, me dice, y me llenó un vaso que sacó del lugar cerrado donde se guardan. ¡Ya se movía como Ramón por su casa! El muy perro me toreaba.
¿Cómo se enteró?
Me lo dijo una curruca parda.
¿No sería una gallina siracusana?
Alzó el bastón para atizarme pero vi que lo hacía sólo como gesto de amenaza humorística, yo, por si acaso, ya había cubierto la cabeza con los brazos. La empuñadura del bastón era una curuxa,  una lechuza.

¿Y el chibuquí?, le pregunté.
Lo dejé en casa. Hoy quería que usted me acompañara en un recorrido largo y necesitaré más de un apoyo. El bastón será apropiado aquí. Esta pierna me da mucha guerra.

Vació el vaso de un trago y salió de la cocina diciendo, ¡Y esta vez no olvide la botella!
¡Madre mía!..., yo también bebí.
Cuando salíamos me obligó a coger una chaqueta, Hará frío, dijo.
Yo estaba inquieto y mosqueado, ¿adónde me quería llevar este hombre?. Me notaba destemplado y el coñac no parecía hacerme efecto. Estaba cansado, me dolía el hombro, ¿qué hora sería?...

Fuera era de noche. Salimos a Xufre por otra puerta diferente y, no sé cómo, al momento ya estábamos debajo del pino mirando, a través de la ría, las luces de A Pobra do Caramiñal y Castro.
Algo en aquela ribeira veciña pulsaba una cuerda en el alma del genial arousano. No me atreví a interrumpir su silencio y la tensión que parecía revivir. Me apretaba el brazo hasta hacerme daño.
Y, como en la otra ocasión, también salió del trance bruscamente. Suspiró y clamó, ¡Ah de mis muertos!..., y echó a andar tirando de mín.

Enseguida empezó a hablar. ¡Virhen Zanta der Güen Disíh, lo que habra er paisano, una jartáaa! No me dejaba meter baza. Caminábamos y caminábamos al borde mismo de la ría dando la vuelta a la isla en sentido de las agujas del reloj.
Pasamos delante de Vilanova y Vilagarcía a buen paso, que no sería mucho, no obstante, teniendo en cuenta la vetustez del acompañante y mi psilicosis. No paró de rajar ni un tanto asín.
Tenía curiosidad por saber cómo había terminado la pendencia del tugurio la otra noche, y quería consultarle también algún detalle sobre la historia de España, sobre Galdós y el asesinato de Prim, pero sólo me dejó abrir la boca para farfullar monosílabos.

Habríamos caminado una cuarta parte de la circunferencia de la isla,  más o menos, y estábamos cruzando el puente para seguir ruta por las playas del este, cuando vimos las sombras de dos personas sentadas en un banco de un área de reposo junto al mar. Miraban el brazo de la ría que baña a Cambados, donde se reflejaba una luna turca menguante, mortecina y plateada.
Los reconocí desde lejos pese a la obscuridad: el venerable busto del holandés don Vicente Van y la malhadada boina ladeada del manchego don Francisco de Gila.

El del ¡riiiing, riiiiing !, no me saludó, estuvo callao y fosco, con la boina echada sobre los ojos y yo, por si las moscas, me mantuve en el borde opuesto del banco, junto a don Ramón. Vicente, en cambio, me saludó muy efusivo, teniendo en cuenta las limitaciones de un carácter tan austero como el suyo. ¡Me conmueve un alma tan grande confinada en una estructura física calvinista tan rígida!. Volví a sentir deseos de abrazarlo y transmitirle un poco de calor sureño, pero me contuve.

Pero Gila sí saludó a Valle con mucho populismo, ¡Hombre don Ramón, usted por aquí!
Valle Inclán, tan ceremonioso, hizo una venia graciosa y femenil, se llevó la mano al sombrero como si fuera a descubrirse y la tendió para estrechar la de Paco.
Gila quedó perplejo y no sabía si quitarse también la boina o qué hacer, se le amontonó el trabajo y al fin la cogió y la colgó en la mano que le ofrecía don Ramón.
Curiosamente el de Vilanova sí se fundió en un caluroso abrazo con el falsamente frío don Vicente.

Todo parecía tan natural y sin embargo..., había un tufillo inconfundible a farsa ensayada. Pero  yo observaba a los tres fenómenos y me miraba las manos sin hallar culpa ni culpable.

¡Páseme esa botella, que llega el nordeste!, me dice Valle.

Nos sentamos cara a la ría y empezaron a beber y hablar. El galego llevaba el peso de la conversación, el holandés escuchaba y el manchego hacía coro al de Arousa.
Aunque me sentía intranquilo, porque era consciente de que Gila todavía no me había perdonado que lo amenazara con cortarle los buevos, estaba ya más muerto que una oveya y acabé durmiéndome.

Felifes fueños.


Sue Ñón Mentró.


P.D. Felicidades a nuestro preclaro magister, el simpar e Inmortal Dimitrios, asceta en Karoúlia, que ayer comería una almendra -amígdala- a mayores para celebrar su santo patrono onomástico, protector de Tesalónica, el Megalomártir del que mana mirra, el milagroso Demetrio que no pudo evitar el terremoto de Constantinopla porque se metió por medio Hefestos, Pedro Botero de los volcanes, éste patrono de los geólogos paganos que también caía  el 26.
Geia sou, moro mou!
Barbarómiros.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Shutterchance Connection



Shutterchance Connection
Ellada, Greece, Grecia 2011



Puesto que no tengo etiqueta de Fotografía y pese a que muchas de las que he visto en estos blogs de Shutterchance podrían considerarse pinturas y ser incluídas, por tanto, en Pindura, pensé que estarían mejor aquí por tratarse también de otro Alfabeto, otro lenguaje.

Fue Andrés Edo, un amigo, cuyo fotoblog figura en esta página junto al de Yiannis Tzakós en favoritos, quien me lió con sus fotos, y mi absoluta connivencia hizo el resto. Empecé a verlas poco después de comenzar el blog en julio. Pero fue tras las vacaciones, en septiembre, cuando ya lo hice regularmente.
Antes había comentado alguna foto suya en el facebook de la morena de mi copla. Ni siquiera sabía que pinchando los nombres de los comentaristas en su fotoblog podía ver también el trabajo de otra gente. Así fue cómo empecé a conocer la obra de algunos fotógrafos que me gustan, me entretienen, y a los que quiero dar a conocer aquí y rendir un pequeño homenaje.

Añado que todavía no he podido repasar todo lo que tienen colgado en la red que es mucho y, por tanto, esto es sólo una pequeña aproximación. ¡Y hay muchos más autores! No tengo vida bastante...
Tampoco he rastreado su carrera y biografía, me falta tiempo decía, no sé lo que piensan ni a qué partido pertenecen en el caso de que pertenezcan a alguno, que no me importa demasiado, pero puedo hacerme una composición de lugar por su obra, que es lo que me interesa en este momento.
Por lo que también he podido leer en sus breves comentarios colijo que son personas informadas, abiertas, detallistas y sensibles, ¿se puede pedir mucho más?. Y algo importante para mí, no falta el humor.

Empecé visionando fotos de los comentaristas de Andrés, norteamericanos como Elízabeth Buckalew, Frances Helen y Larry Bliss. Los tres hacen fotografía de naturaleza, paisajística, floral, animal... .
La liebre, los gatos, los burros mejicanos, los cielos e insectos de Eli.
Los árboles, paisajes, marinas de Grecia y Turquía, la España, de Frances.
Los detalles naturalistas, líricos y pictóricos de Larry, sus conchas, cuadros schnavelianos naturalistas de pidrecitas, los troncos, hojas de otoño y sus charcos psiquedélicos.
Y me lié ya por completo.

El siguiente encuentro fue Juan Carlos Rubio, un manchego que hace naturaleza, pero a la vez bello paisaje urbano y humano, exótico en ocasiones. Sus fotos de plantas, flores o mariposas son una maravilla y, desde mi ignorancia, de una gran calidad técnica. Todos tienen el respeto y el conocimiento de las especies y lugares que retratan, por eso nos informan de ello y yo agradezco estos detalles.

Ver las fotos de Yiannis Tzakós fue una sorpresa para mí por razones evidentes. Este es un espacio griego. Creo que es el único griego que he encontrado en Shutterchance. Pero es que, ante todo, me gusta su fotografía de la calle, las paredes, las pintadas, que son con mucha frecuencia cuadros únicos. Y para colmo es de Halkida, una ciudad donde nos mimaron. Hemos cruzado algunos cortos mensajes y nos leemos y nos vemos, por decirlo así.

Además de los americanos, el grupo de ingleses que vi a continuación es quien más dinamiza el fotoblog, tanto por su número y calidad, como por sus frecuentes comentarios y su fidelidad a una frecuencia en las fotos que permite seguir casi día a día su trabajo. Y todos ellos, con ausencias breves, se interesan por la obra de los demás. Muchos parecen conocerse personalmente.

Chad Doventon cuelga ahora una serie de fotografías en las que va contando sus orígenes y su biografía a través de imágenes y un corto pie. Pero lo hace sin pretensiones artísticas subidas de tono, con buen humor inglés. Lo mismo fotografía una sencilla calle proletaria o de clase media con señal de no aparcar y coche solitario, que un canalón o una humilde obra en la acera. Como la crónica del simple paseante que podemos ser cada uno de nosotros. Pero no sólo, es evidente que hay más. Mucha ironía y un relato.

Brian Walby fotografía lugares suntuosos, abadías y edificios, arquitectura histórica, junto a bosques centenarios,  pero también locomotoras o barcas arrumbadas en los canales.
Bill Phillips y sus hermosas casas burguesas y escenarios majestuosos, flores, aunque también puedes encontrar fotografía de la calle en blanco y negro, con el brillo del metal contemporáneo.
John Prior con sus elegantes paisajes claros y abiertos, bosques otoñales de ensueño, y un Londres casi inédito, en una  foto suya del Támesis que me viene a la memoria con frecuencia.

Las naturalezas de Ellisabeth Allen, los jardines, los delicados colores, las libélulas.
Janet Holden y esos paisajes románticos, la madera pálida, las nubes y esas flores que quitan el hipo.
Tom Wilson con sus fotos de naturaleza precisa, lujuriosa de color y gran técnica.

Sorry, Nostalgia, no recordaba tu nombre pero sí tus fotografías, ¡cómo olvidar el frío de esos negros terribles!, el mosquito, el pájaro, brutal, el Zyrynometry, o esos primeros planos escandalosos de orugas y flores, violentas y sangrantes de colorido, calientes, las hojas otoñales de tus jardines. Y gracias por tu amabilidad, Viktor.
Chris, Anniedog, Blackdog...

Y otros europeos, como la alemana Philine Kleinknecht, gran comentarista y amiga de la palabra, de la que me gustan sus paisajes y a quien debo (es una promesa privada que yo me impuse y en la que ella no tiene nada que ver, no lo sabe) fotos de algunas murias y paredes de esta parte de la península que colgaré algún día, in the future, a ver si la animo a venir y disfrutarlas por sí misma, que es lo guapo.

El grupo canadiense es otro de los fieles que también me gustan mucho. Los maravillosos paisajes, bosques, carreteras de Mary MacAdanski, o los temas oportunistas y potentes, un cuervo como totem pero también la extraordinaria luz y color.
O los de Peter Meilleur, lagos canadienses de cuento o aventura en el Gran Norte, profundos y misteriosos, espectaculares en sus grandiosidad y colorido.
Las flores de Jacquelyn, al lado del blanco, inocente algodón y la mosca. (He usado repetidamente la palabra "cándido" porque resume dos conceptos el albor y la inocencia, para referirme a una foto suya y a la vestimenta del Biendichoso papa, pero también cansa uno de repetirse en estos cultismos pijoteros. Amo al idioma).

Los patos y plantas acuáticas australianas de Vintage. En fin, Estefanía, Lara, Ray, Louis y Eduardo Serrano, desde Italia, India Thailandia, Sudáfrica y Jaén, son algunos de los fotógrafos de los que he visto un poco de su trabajo.

Empezando por Andrés, los primeros son a los que más tiempo llevo observando y a los últimos a los que menos. Por eso a unos dedico más espacio que a otros, no es una cuestión de jerarquía artística ni nada parecido. Y es que además los autores se presentan casi como amateurs, sin divismos, aunque algunos sean profesionales o demuestren una calidad técnica incontestable. De todos modos es inevitable escoger.
Espero que con el tiempo pueda decir algo más de aquellos a los que sólo nombro y de otros que dejo, porque la mayoría me ha hecho pasar buenos momentos. Hemos sonreído juntos en la distancia.

Hablando antes de Yiannis dije que este era un blog griego, aunque radicado en Asturias añado, y es cierto, pero también hablamos de este país, Spain, y viendo esas fotografías nos sentimos un poco menos pueblerinos, un poco más acompañados, ciudadanos del mundo como quería Sócrates.

Paz y salud.

Ramiro Rodríguez Prada.


P.D. El hecho de que atribuya uno u otro tema con preferencia a cada fotógrafo, no significa que se ciñan sólo a esos motivos, son bastante variados todos ellos y brillantes en más de un terreno. Vale.
   

martes, 25 de octubre de 2011

Kaskabali Limnou



Kaskabali de Limnos
Grecia 2011


Trato de evitar siempre que puedo las marcas comerciales porque no es mi deseo hacer propaganda de nadie, aunque todo el blog pueda ser leído como una historia de pasiones personales, con la fanfarria y pompa laudatorias apropiadas al caso. Prefiero hablar de lo que me gusta y quiero, que estar todo el día con la picha fuera a la caza de malparidos.

Pero hago escepciones en lo de las marcas, como con el café de Komotiní, y también me interesa resaltar el trabajo de esa Cooperativa de mujeres de Limnos, Jrisafi, que fabrica este queso y algunos fetas muy buenos que os mostraré más adelante, además de dulces y otros productos locales. Es una experiencia boyante de autogestión que se puso en marcha hace muchos años y que funciona.
Hay más ejemplos en Grecia. Dentro de un esquema general de aprovechamiento de los recursos locales del que ya hablamos a propósito de Eubea -y del país en general-, las cooperativas femeninas han sido un feliz acierto.

Hablar de esto  y que sea  Limnos, isla de amazonas, donde cuenta  la mitología que las mujeres precipitaron a sus maridos al mar desde una roca que allí sigue, Pétassos, por infieles y puteros, es un triunfo doble. No desprecio a los varones limniotas, tengo a varios amigos entre ellos, además. Pero pueden sentirse orgullosos de sus mujeres, aunque sus ancestros masculinos las repudiaran. ¡Y cuidadín, que siguen siendo personas fuertes!. Geia sas yia olioi!

I tiri apo probeio kai aigeio, el queso de oveja y cabra, reza la etiqueta, el Kaskabali es un intermedio entre semicurado y curado. Es rústico en las formas y de un morder duro y granuloso, no mantecoso como la mayoría de semicurados, lo que no significa que carezca de grasa. Es un queso salado y sabroso pero no fuerte a la manera de nuestros quesos con esas leches.
Al corte es blanco amarillento.
Supongo que algunos buenos fetas, preparados, con una curación media pueden aproximarse a este tipo de quesos. También los hay en la península Ibérica. El más parecido que conozco es un portugués, todavía más duro, de pequeño tamaño, la mitad que este, sobre 200 grs., que se produce de manera artesanal en las sierras que rodean Estremoz. Lo de un litro de leche fresca.

Tampoco pudo ser esta vez el yogur griego, no encuentro algunas fotos, no está el tzatsiki, ni las berenjenas imam o la miel.
He querido ir nutriendo esta etiqueta de  ´Lo que se comió`  empezando por lo más sencillo y humilde que es también lo que más consumimos, no sólo nosotros. Antes de la Tiropitari o el Kaskabali deberían estar esos tres productos, yogurt, que es la base también del tzatsiki y miel, esta última, con su compañero habitual, con fama  de ser de las más finas del mundo.

Estos excesos nacionaliegos de O mellor do mundo es un poco infantil y común a todos los pueblos, pero yo sí creo que unas tierras dan mejores patatas que otras y si la variedad es buena y se crían saludables aún mellor.
Yo diría que las patatas de mi pueblo son las mellores do mundo, pero no lo diré porque me iban a llover los patatazos, sobre todo de allende los mares, donde son originarias y existen más variedades y más ricas.

Somos pueblerinos, rebajemos un pelín las pretensiones.

Buenos días.

Barbarómiros.

lunes, 24 de octubre de 2011

A santa compaña


Ría de Arousa desde a Illa, la isla
Galicia 2007

Quiero trocar por normas de poesía
los chabacanos ritos leguleyos
sólo es buena a reinar la fantasía,
y está mi reino en manos de plebeyos

Me increpaba don Ramón  anoche y yo volví a acojonarme un poco cuando lo ví aparecer a los pies de la cama con el chibuquí en la mano, lo que  sin embargo me tranquilizó un tanto porque no tiene ni el grosor ni el peso del garrote que blandía en tiempos.

Llevo una  semana acatarrado y no hago nada para salir de esta tos, he estado tristeando como un perro viejo y solo y ya echaba en falta un poco de marcha, aunque tengo varios oréganos, flores de malvas y tomillos, y cuatro o cinco tipos de miel. También algo de brandy añejo. Valle  traía la botella mediada en el sobaco del brazo bueno.

Me levanté.

Estaba en el pasillo esperándome y miraba un cuadro. El adulador que hay en él volvió a imponerse y me dice señalándolo y alargándome la botella,  Hay facetas en usted que no debe arrinconar,  No es mío, respondí casi sin voz. Por un momento lo vi descolocao, pero se rehizo al instante y replicó,  No todo el mundo tiene sensibilidad para apreciar y comprar una obra de arte como esta. Me daba un poco de apuro contestarle pero lo hise,  Es de un amigo, un regalo.
Me miró como si quisira atravesarme con el chibuquí filoso. Parecía pensar ¿este no será también galego? Mal empezábamos.

Por momentos yo también me sentí desubicado, no sabía si estaba en mi casa, en Atenas o en Eubea. Le di un tiento a la botella que era de aquellas de CentenarioTerry con tapón de corcho y una maya amarilla, una de finales de los 60 que le había distraído a mi madre. El trago me calentó el cuerpo.

¿Quiere que salgamos a dar un paseo?

Sí, pero esta vez dirijo yo. Y me tomó del brazo como la noche que nos encontramos en Exargia.

Salimos a la calle por una puerta que no reconocí y en un primer momento tampoco el lugar que veía. Después, a medida que avanzábamos por el paseo a lo largo de un muelle, me di cuenta de que era el barrio de Xufre, en la isla de Arousa.
No había nadie por la calle y las luces se reflejaban en unas aguas tranquilas donde dormitaban los barcos. Estábamos en la parte opuesta al lugar donde creí haberlo visto, haciéndome señas desde Vilanova, en el último sueño donde apareció.
Don Ramón tiró de min y subimos una pequeña cuesta al final del puerto. Soplaba un airín de otoño frío y húmedo. Como si me hubiera leído el pensamiento  Valle se giró  hacia mí diciendo, ¿Y la botella?

La dejé en casa.

Se paró en seco y me soltó el brazo como si estuviera cogiendo una serpiente. Instintivamente yo di un paso atrás. Tal vez fuera cierto que había olvidado la persecución. No se me ocurrió pensar que quizás no me había reconocido porque las primeras veces me vió con barba y en Atenas ya no la tenía. Por un momento pensé salir corriendo, pero no alzó el chibuquí, sólo me miró severo y me dijo, No importa, bébasela a mi salud, me la trajo un legía natural de Vijo que está en Sidi Ifni.
No quería contradecirlo demasiado por no despertar a la fiera pero es que me lo ponía en bandeja.

¿Don Ramón, pero el legía no era el que le traía el kif?
El mismo.
¿Y le trae también el cognac?
Es un gran muchacho.
¿Y dónde lo compra?
Se lo coge a una mora que lo tiene por cajas en la trastienda de un tenducho en pleno desierto. A la mora se lo pasaba de estraperlo un capitán.

O sea, que el brandy hizo el viaje del Puerto de Santa María al Sahara en los años 6O, y ahora, casi 50 años después regresa a la península vía Galicia. No sabía si estaba soñando o el viejo me tomaba el pelo. No quise volver a recordarle que ya no había legionarios en Sidi Ifni. Me había vuelto a coger por el brazo y llegábamos al final de la cuesta.  Al ver el chibuquí balanceándose en su mano cambié de tercio.

¿Y el kifi?

Pero no me respondió. Volvió a tirar de min acelerando el paso para llevarme junto a un pino al borde de los acantilados. En el agua espejeaban las luces de la otra parte de la ría rotas por las bateas de mejillones.

Mire, me dice yo creo que emocionado, mire, aquello es Castro y aquello otro A Pobra do Caramiñal..., y se quedó como en suspenso, serio y pensativo. Yo no sabía qué me quería transmitir más allá de señalarme los lugares, porque me apretaba el brazo con fuerza como si quisiera protegerme de algo o, simplemente, necesitara un asidero. Pero de súbito me espeta, ¡Venga, venga, que tengo aquí a un colega que guarda una caña de ron que espatarra! Y se dio la vuelta como un  resorte echando a andar y arrastrándome con él.

Nos metimos por una trocha que acababa en un sendero entre los huertos en dirección al pueblo. La luz llegaba escasa allí, pero Valle, que se había adelantado para indicarme el camino, parecía un búho con sus lentes redondas y caminaba ligero entre las filas de berzas a uno y otro lado del senderín.

Cuando salimos de las huertas a una calle me esperó y se me volvió a colgar del brazo.

Es aquí cerca.
¿Pero en Galicia lo normal no es el aguardente, el orujo de uva?, le pregunté con toda intención. Pero no se arrugó y dice, Sí, pero no hay color, esta caña se la traen de Cuba.
Me lo temía, ¿pero qué no le traen a este hombre del último rincón do mundo?, pensé. Para salir del paso volví a insistir.

¿Y el kifi?
¡Aquí es!, dijo por toda respuesta.

Entramos en un tugurio mal iluminado, un semisótano lleno de humo, con varias mesas  ocupadas y una barra mugrienta donde Valle se acodó para decirle algo al orangután que había detrás. Este hizo una señal a un rincón oscuro del local y de una de las mesas se acercó un tipo con la catadura de un presidiario del XIX, muy fea muy fea, cabezón y repelao, con una cicatriz partiéndole unas napias como un aguacate.

¡Hombre Benedicto!, salta Valle, ¡saca esa caña que tenemos a medias, carayo, que veño con um amigo!
El fulano no contestó pero le hizo un gesto al antropoide de la barra que sacó una botella y dos vasos. El tal Bene, como le llamaba se ve que en confianza don Ramón, llevaba un blusón como el de los tratantes, todo chorreao y lleno de lamparones. Se acodó en la barra junto al viejo y le pidió otro vaso al simio sin abrir la boca.
Casi de modo automático, mientras el ogro llenaba los vasos, yo palpé la navaja barbera de Van Gogh en un bolso posterior del pantalón.  Allí seguía, ¿desde cuándo?. Hacía tres meses que Vicente me la había entregado en señal de amistad, ¿no había cambiado el pantalón desde entonces?, o ¿cada vez que lo cambiaba guardaba la barbera en el bolso?.

Todo empezó a parecerme muy extraño, notaba cómo nos observaban desde los rincones y en cada rostro veía una amenaza latente. Parecía la tripulacíón del Holandés. Cogí el vaso de ron y eché un trago pero era como fuego y me dio la tos. Valle y el Bene, con los vasos en la mano, estallaron en carcajadas y se oyeron más risotadas en la gruta.
Cuando me recuperé los dos me miraban irónicos con mucho interés y entonces ya me pareció que aquello tenía que ser un sueño, porque el careto del Bene era idéntico al del Papa, con aguacate en la nariz, pero incluso así, si se pusiera en lugar del blusón negro uno blanco con una cruz al pecho, daba la bendición urbi et orbe y no se enteraba ni el mamporrero.

De pronto el tipo se puso serio mirando a la puerta donde parecía haber jaleo, yo volví a echar mano al bolso, a esas alturas, con las emociones y la tensión, estaba ya bastante alterado. Don Ramón me miró como queriéndome decir algo, pero en ese momento se abrio violentamente la puerta y vimos una siluta en el umbral que, con voz de trueno recitó:

De un quinqué de latón, la luz bisunta
el tubo ahumado con un grito raja
y está en la puerta el hombre que pregunta:
¿Quién quiere sacarle filo a la navaja? 

No me cagué porque en ese momento desperté, todas las figuras se desvanecieron, me quedó en la cabeza la imagen de la cara de Valle Inclán mirándome y arrancando a hablar.

Hasta mañana. Salud.


Roque Morfeo Lirón.

P.D. Los versos que encabezan son de la Farsa italiana de la enamorada del rey, del Tablado de marionetas. Para educación de príncipes. Y los que cierran de Marina norteña. Vale.
    

domingo, 23 de octubre de 2011

Loudovikos ton Anogion


Eubea
Grecia 2011

A Ludovikos ton Anoyion (Giorgos Dramountanis)  podríamos definirlo, ante sus paisanos los Xyloúris, como a un cantante de lo humano.

Su registro es el de la dulzura y la melancolía, la del lenguaje amoroso y la poesía intimista, susurrada. La palabra humilde de un enamorado pastor del Psiloritis, donde el alma se serena, del que también está ausente la afectación tremendista de tanto baladista/baladero amorossso, esos gemidores que parecen extreñidos o en los espasmos agónicos del trance venéreo, pólvora toda apta para niñatas, babosos y otros chiflaybailas, que arde en el altar de la moda y el consumo masivo aquíahíallí ayerhoymañana..., respiro.
Al comentario que hice en Desde la popa, añadiré algunos detalles más para que quien lo haya leído pueda encontrar también alguna novedad.

Ludovikos se apoya en melodías lentas, cálidas, con una mansedumbre y ternura femeninas, a menudo con ecos religiosos y bizantinos -también los Xylouris-, evocadores, aéreos, volanderos.
Tampoco desdeña la tradición con incursiones en el cancionero y folclore isleños, pero su terreno no es el de la lira y danza típicas, sino el de la canción.
Alphabita:

http://www.youtube.com/watch?v=v4MGtN2IwuI&feature=related

Ludovikos hace Éntejno con incursiones en otros campos no siempre fáciles de acotar, sabores, presencias mediterráneas, incluída la española  y colaboraciones con músicos de ese mar de enmedio, el Mesoyio, teniendo presente que él también se nutre de la música tradicional cretense, un mundo aparte a pesar de ser una isla y existir ese estilo específico de ellas, el Nisiótiko, del que ya hemos hablado. Y se encuentran otros ecos  más lejanos en el espacio, como los Beatles o Simon & Garfunkel, como en la que acabamos de escuchar.

Aquí Resistencia distribuyó una recopilación de canciones hecha en Alemania con buen criterio donde se resumían tres de sus discos  y en  el  antológico de la música griega que editaron ellos, De oriente y de occidente, venía también una buena canción de amor, muy representativa del dulce estilo del de Anoyia.
Su discografía es amplia pero sólo podemos dar cuenta de seis de sus trabajos. La dirección es la de la canción Pio to jroma tis agapis, Los colores del amor, disco del que hablo a continuación.

El recopilatorio de 1999, The colours of love, reúne canciones de "To meindani", "Harmatoúsa" y "Pili tis Ammou".
"Ánixa mandarini ke se zimízika" del 2001, es un trabajo colectivo con intervenciones como la de Dionysis Sabópoulos, Latzaridou, Polijronidi,  Mariastela Tsanoudaki, Sofía Basilaraki y Aryiris Bakirtsís, cuya extraña y particularísima voz dió personalidad al grupo de Tesalónica  Imerinís Colimbités, Los Nadadores Invernales.
En "I Yiorti ton anémon", de 2003, colaboran con sus voces la italiana Emilia Ottaviano, Jrisoula Peraki, Litzeta Kalimeri y Marianna Polijronidi.

El último trabajo que tenemos suyo es del 2004, "Bit Pasar", en compañía de la reina viva del rebetiko clásico, Marió. Parecen canciones escritas especialmente para ella, casi como homenaje a la intérprete y al estilo, con alguna tradicional de las amanades pero adaptada por Loudovikos a su particular éntejno.
Es una grabación interesante a pesar de la edad de Marió y la exigencia de algunos temas.
Nuevamente un músico griego intenta recrear desde lo clásico el ambiente del rebétiko, utilizando una voz única  -él sólo canta dos canciones-, pero de una veterana, a diferencia de lo que hiciera Hatzidakis con una joven Flery Dandonaki, y Ta périx, Los arrabales, su visión culta del rebétiko.

Estos intentos tienen el mérito de revitalizar el estilo, apoyarlo e innovar, a diferencia del,  por ejemplo, relizado al alimón entre la misma Marió, con una voz más joven  entonces y Kalimeri, que se aproxima al sonido clásico del rembético, de las amanades en este caso, pero que está compuesto en su mayoría por canciones tradicionales del Kafé Amam* y con un tratamiento musical, por tanto, menos arriesgado. No obstante sigue siendo un registro notable que merece la pena escuchar también.
Sea como sea, yo suelo preferir el rebétiko más rajao, que  coincide a menudo  con el de los intérpretes antiguos, pero también disfruto con el moderno de Xarjakos o incluso con estos más finolis.

Hay canciones de Loudovikos guapísimas, en todos sus discos alguna inolvidable, que ya traspasaron la barrera del sueño y tenemos incorporadas a nuestra memoria, como To jroma tis agapis, de "To meidani" , Ta dakria ine dio lojió, To xilinó paltó, El abrigo de madera, ambas de "Amatousa". Mana, Mamá y To neló, con Litzeta, de "Pili tis...", una preciosidad, una delicia.
El Alfabita, tan simongarfunkeliano, Tou limaniou o yios, El hijo del puerto, de "Ánixa mandarini...". Pu i agapi katiki, Sa mistiko, Oh! Panagia mou Anoyiani, con voces femeninas. La tradicional de ritzítika, Ston uranó,  En el  cielo, música de las raíces, todas de "I Yiorti...". La que canta Aryirs Bakirtzís, Eroteimenos fournaris, en "Ánixa", con esa voz suya tan especial que tanto nos divierte y  place, creemos que un  gran acierto de Loudivikos el haberlo invitado.
Tiene buen gusto escogiendo sus colaboradores y los músicos de sus grabaciones son todos sobresalientes.

Nanúrisma, en "Ánixa", es una nana muy guapa de Kárpazos que canta Sofía Basilaraki, Nani tu riga to pedí, que habíamos escuchado en la voz de Sabina Yannatu, de un disco monográfico precioso titulado "Nanurísmata", Nanas. De Sabina nos ocuparemos otro día.
En los trabajos del cretense los arreglos delicados y la cuidada instrumentación están siempre presentes.

Esa atmósfera nostálgica, triste a veces, de Ludovikos, es como tósigo envuelto en miel, una chuchería destructiva a la que siempre tienes la tentación de permitir que obre en tu corazón su virtud, letal, repito. Esto los griegos lo bordan y el cretense entre los mejores urdidores.

Es curioso, y muy positivo, cómo músicos griegos de una gran calidad como él pueden disfrutarse, con frecuencia, en fiestas de pueblos que a veces no alcanzan los mil habitantes y donde uno se pregunta cómo pueden pagar sus cachés.
Y la respuesta es sencilla: los griegos adoran a sus músicos y los artistas acoplan su tarifa a la disponibilidad del contratante, correspondiendo a ese amor. ¿Más apoyo del estado para acceder a la cultura? ¿Increíble? Espero que alguien me dé una explicación mejor.

Parece imposible que un pueblo de 2400 almas como Anogeia - Anoyia- pueda producir tres personalidades musicales coetáneas de su categoría.
El valiente Nikos, el underground Psarandónis y el balsámico Ludovikos, tres artistas de una exigencia superior, con un algo religioso, sin entrar en credos, no sé si místico o mítico que los une y un  ´ároma`  que sólo podría calificar de cretense.
¿Cómo tres mensajes tan confluyentes, tan divergentes, tan contradictorios  pueden darnos una misma imagen tan verdadera?

¡Es el misterio de la Santísima Trinidad, señores!,  Ayia Tríada!

Ooopa, Psiloriti mou! Geia sas (Yasas), Salud!.

Ramiro Rodríguez Prada.

(Publicado como comentario en Desde la popa el 2-07-2011, para la crónica del Teach de los días 18 y 19-06-2011. Encuentros en la tercera fase).

* Nota. Kafé Amam: Pendiente de definir con más amplitud el concepto y para poder entendernos en lo sucesivo hasta entonces, se refiere al lugar donde los hombres se reunían para beber, fumar, escuchar música y ver algún número de danza oriental más o menos picante. La música habitual de esos locales, aunque no sólo, eran las amanades, un género del rebétiko. El nivel de los negocios y la clientela  tan diversos como la sociedad misma, desde el salón burgués elegante, distinguido y exclusivo, al tugurio del tekes haschiklídiko, cada cual con su estilo de música peculiar, su espectáculo, y su fauna... y flora. Vale.