sábado, 29 de octubre de 2011

Interior (Homenaje a Munch)



Interior  (Homenaje a Munch)

Collage. Oviedo 1995
Ramiro Rodríguez Prada


El noruego Edvard Munch es más conocido por El grito (1893), pero fue un retratista brillante con una capacidad especial para penetrar el carácter de sus personajes y sus actitudes. Ludvig Meyer, Walther Rathenan, Daniel Jacobson. Alguno recuerda a Velázquez, sobre todo el temprano de Karl Jensen-Hjell (1885).
Mi favorito es el de Hans Jaeger (1889), sentado, un poco recostado, con sombrero, mirada escéptica, en una gama dominante de azules fríos y el abrigo abotonado hasta el cuello.

Del año siguiente, también en escala de azules, más francesa e impresionista, es un interior titulado Noche de St. Cloud. La configuración de las masas del collage repite en esquema las luces y sombras de ese cuadro. En aquel se insinúa una figura sentada junto a la ventana, aquí desaparece.

Me gustan también algunos de los cuadros que se acercan a Van Gogh, la mayoría posteriores a los retratos. La noche blanca (1901) y Trabajadores regresando al hogar (1915), que recuerda los personajes de Los comedores de patatas de Vincent y esa atmósfera de pobreza. En cambio  El pescador (1902) remite al Van Gogh más solar de los limones, el amarillo de la luz y el rojo de las sombras.

La razón de la elección fue casual. Hoy casi no escribí por seguir viendo fotos en shutterchance donde volví a comentar alguna que me gustó. Dentro de una temporada, cuando pueda decir algo provechoso de ellos, reincidiré aquí con otro capítulo. Parece inagotable.
Pero donde me lié verdaderamente fue mientras veía fotografías de Marta Capote, me gustó el retrato de un paisano que luego perdí de vista y no supe recuperar. Me recordaba por algúna razón, quizás ciertos azules, el de Hans Jaeger, aunque eran cosas diferentes. Ni siquiera estoy seguro de que fuera de Marta, de la que también disfruté otras, porque como saltaba de un fotógrafo a otro andaba perdíiioo. También suyo era un buen retrato del Zapi, el Valvulista con su pareja, muy gracioso y tierno.

Y esto es todo por hoy, queridas niñas y niños. Boas noites!

Barbarómiros.


P.D. Le estoy cogiendo afición a esto de las post datas. Me está dando tanta guerra Valle Inclán que no tengo tiempo de llevar los apuntes al día y ya sabéis lo efímeros que son los recuerdos de los sueños, que se olvidan con frecuencia nada más abandonar el lecho. Pero tengo ya material para otras dos tarascadas.
Me tiene reventao, le pedí por favor una tregua para el fin de semana, a ver si voy asimilando algo y relajo. Aunque, como es un turrión y sólo escucha lo que le interesa, dudo que me deje en paz.
¡Yo quería amistad no amor! ¿Que es lo mismo? No conocéis a don Ramón.... . Vale. 

viernes, 28 de octubre de 2011

H Λήμνος, Limnos


Grecia 2009


Λήμνος


Ya no podía retrasarlo más, Limnos me llama, nunca la olvidamos porque su caso es  un tema serio en nuestras vidas como para tomarlo a la ligera. Con el queso Kaskavali Limnou en Lo que se comió para sustituir al feta o al yogur quise empatar una entrada, pero otras urgencias tomaron la delantera y la isla reclama ya la atención que en verdad nos merece.

No me resigno a presentar el panorama de playas y pueblines que podemos encontrar, aleccionados por las guìas, que están más que bien. Quiero hablar de nuestra isla, y uso el posesivo con cariño, no sé si por derecho.

El verano del 91 cogimos un vuelo barato a Estambul y, después de un par de días en la Poli, un autobús  de línea a Kabala. Entrando en Grecia desde Turquía controlaban cuidadosamente los equipajes, registrando también el bus, a una y otra orilla del Ebros.
Después de la frontera el autobús corría feliz por la alegre llanura tesalia. Nosotros recordábamos  El expreso de medianoche y nos felicitábamos por haber fumado todo lo fungible antes de embarcar. Viajamos en compañía de turcos, griegos y búlgaros. Y con dos parejas de portugueses muy jóvenes que aprovechaban las ofertas del ferrocarril y las compañías nacionales de transporte de viajeros, con aquello del interrail y otras tarifas para estudiantes que ofrecía el  gobierno luso y algunos más.

Sólo conocíamos una isla, un poco de Eubea. Pretendíamos hacer el circuito de la parte del Egeo que más nos interesaba en aquel momento, un trapezoide cuyos vértices serían  Estambul (Stin Poli), Thesalónica, alguna isla del Egeo norte, Esmirna y otra vez la Poli donde teníamos el billete de vuelta en la aerolíneas turcas.
Aunque ya la habíamos visitado, Troya seguía siendo el centro simbólico del periplo.

De Kabala embarcamos para Samotracia, una isla pequeña, volcánica, muy agreste y ventosa, con el monte de la Luna, Fengari, de 1600 metros, surgiendo del mar como una aparición basáltica de un cuento de Poe. Toda ella huele a monte, a espliego, a tomillo.
Con pocos servicios entonces, estuvimos dos días porque sólo encontramos un habitación húmeda y la alternativa consistía en irnos a un campamento hippie que tenían montado a mil metros de altura, en un lugar idílico, pero lleno de colgaos.
El que nos invitaba era un albañil andaluz catalán enganchado en la aguja que se mantenía a base del alcohol al que le invitaban y  con lo que pillaba. Su alcoholismo estaba ya en fase avanzada y sus colegas, holandeses, alemanes, griegos,  no estaban mejor.
Iluminados de la autodestrucción a dos pasos de Athos como quien dice. Serían más felices allí aunque pasaran la misma hambre. Esta es la miseria que fomentamos con las prohibiciones.

Volvimos a Kavala, porque no había barcos a Limnos pese a que está sólo unas millas al sur, y de ahí otro autobús a Alexandropouli.
De Thassos, muy turística y alemana, frondosa y verde sólo conocimos la capital. Cogimos un ferry a Limnos al anochecer. Estaba a tope, al día siguiente era el 15 de agosto, la Panagía, Nuestra Señora, una de las fiestas religiosas más importantes de Grecia y de otras partes de Europa.
En el barco hicimos corro con un grupo de música tradicional de Alexandropouli, Kaliteknikos Silogos Alexandropouli. Iban también a Limnos pero a currar, a tocar en la fiesta, eran una docena y ensayaban y tocaban por grupos, abandonaban unos y se sumaban otros, en ocasiones sólo un buzouki y una guitarra o un laúd, siempre alguna cuerda en danza. Amenizaron las cuatro horas de viaje.

Nos movíamos totalmente a la aventura, todavía con mochilas y muy poco dinero, el justo para lo imprescindible y un poco menos. Llegamos sobre las doce de la noche, estaban todas las terrazas de los bares del puerto abarrotadas y algunas familias paseaban con los niños. En vísperas, la gente llenaba las calles más importantes de Mýrina, la capital y puerto operativo de la isla para grandes barcos.
Por supuesto no habíamos reservado habitación en parte alguna, y después, con los niños, hemos seguido haciéndolo así casi siempre, hasta este verano. Las sorpresas pueden ser buenas o regulares pero nunca nos defraudaron, ni este bautizo limniota.

Bajamos del ferry y entramos en el Avra la primera taberna con la que nos topamos, con una parra cubriendo la terraza. Theodoros la atendía y Sideris cocinaba. Dejamos las mochilas allí y fuimos a buscar habitación por la ciudad, de unos 5000 habitantes, casi el doble en verano.
Regresamos una hora después desalentados. No habíamos encontrado nada, ni al alcance de nuestra bolsa ni más caro. Zeo nos buscó un taxi barato para que nos llevara a sitios más lejanos, pero tampoco surtió efecto. A las tres de la mañana estábamos de vuelta aún más deprimidos.

Sideris ya se había ido a dormir y Zeodoros cerraba. Sacamos las mochilas del bar y nos fuimos sentando en las sillas de las terrazas todavía abiertas, hablando con los últimos con la esperanza de encontrar una cama. Una pareja de gays me la ofrecía, sólo a mí, pero yo no abandono a mi compañera por un puto colchón. Cerró el último bar y nos instalamos a la puerta del Avra (esa brisa de la mañana que sopla del mar...)
Así pasamos nuestra primera noche en Limnos. Como habíamos llegado tan tarde y no conocíamos la isla, ni la ciudad, no sabíamos que muy cerca había dos hermosas playas, el Romeikos y el Turkikós yialos, el paseo griego y el turco, donde hubiéramos podido pasar mejor la noche. Tres si contamos Rihá Nerá, atraque del Argo en tiempos míticos, cerca también.

Aparte del ruido de las motos, cuando cerraron las discotecas y últimos locales, que giraban derrapando delante de la taberna para volver al centro, en la penúltima gamberrada nocturna, no tuvimos ningún problema.
Muy tarde ya, sobre las 5 de la mañana, dos tipos  se sentaron en la terraza vecina en la oscuridad. Yo no había dormido aunque tampoco tenía miedo, pero me inquietaba la presencia de aquellos hombres.

La violencia está en nosotros. Tenía una navajina con la que pelábamos la fruta y abríamos el pan de los bocadillos y que llevaba siempre encima. El estúpido peleón que llevo dentro pensaba si la navaja me serviría como defensa en caso necesario. La saqué del bolso y la miré, y mi colega, que estaba despierta en ese momento, me dice,  ¿Qué haces?.
Aún hoy  del bochorno que siento no sé dónde meterme cuando me acuerdo, ni qué responder. Los individuos sospechosos resultaron ser dos marineros, dos pescadores que embarcaron poco antes del amanecer. Creo que ni nos vieron. Las mujeres, más sabias, nos educan, ¡qué sería de nusaltres sin ellas!

Seguramente esto tiene  poco que ver con Limnos pero fue una lección que apredí allí, me enseñó a no agobiarme tanto y en lo sucesivo, aunque nunca nos volvimos a quedar tan tirados, a esperar mejores sorpresas de la improvisación y hasta de la imprevisión que hemos elegido como norma de nuestros pequeños viajes, sin tremendismos.

Cumplimos el recorrido más o menos,  pasando por Lesbos y Hios, entrando en Turquía por Esmirna y volviendo a Estambul en bus. Pero en Limnos nos quedamos ya ese primer año diez días en una casina, la primera  de Sofía en Myrina, una familia desplazada de Gallípoli por los turcos en los años 20.
Vimos el concierto del grupo de Alexandrópoli, con uno de cuyos músicos  intercambiamos cintas al día siguiente, yo llevaba a Camarón y a Pata Negra. Y escuchamos a  Dyonisis Savópoulos en el escenario del puerto.

Pero, sobre todo, hicimos nuestros primeros amigos en Grecia, Sideris, Zeodoros y su hermano Stratos. Los Lambroy. Stratos estaba casado con Nancy, chilena y Zeo lo hizo con Mary, colombiana. Ellas fueron providenciales porque los primeros años sirvieron de intérpretes en las conversaciones más sustanciosas.

Volvimos a pasar por ella algunos veranos y conocimos a  Andoñía y a sus padres, a su marido y a su hermano, los dos Yorgos, y a Sula.  La familia Karvelis. Y nos quedamos alguno más, sobre todo los de la primera infancia de los niños. Alquilábamos casas particulares muy humildes, pero siempre nos pareció un privilegio. Así en toda Grecia.

"Ena kai ena canon dio/ kai metá ton Isaías/ ena kai ena canon trías", Uno y uno son dos/ y después de la boda/ uno y uno son tres, dicen unos versos de Manolis Rasulis que canta Nikos Papásoglu, ambos de los nuestros,  que murieron este invierno en Tesalónica.
Un año fuimos tres y regresamos cuatro y eso ya nos acabó de ligar a Limnos de manera definitiva.

En algún momento continuaré, no hice más que empezar...

Salud, geia sas!

Ramiro Rodríguez Prada.

jueves, 27 de octubre de 2011

Reunión de pastores



El manco de Vilanova


A la noche siguiente ahí estaba otra vez el amigo, ahora con una capa negra de forro pupúreo sobre los hombros y un sombrero a juego.
En esta ocasión no traía el chibuquí sino un bastón fino con una empuñadura de madera labrada, una figura que no podía distinguir, tal vez una cabeza.

Salí al pasillo.

Don Ramón se había metido en la cocina. Golpeaba el suelo con el bastón cada vez que se explicaba algo de lo que veía. Parecía buscar no sé qué fisgando por los rincones (...siempre te encuentro llorando).
Sobre la mesa había otra botella de brandy a la que faltaba un tercio y un vaso con un último trago. No era de Terry con tapón de corcho, sino de las primeras con el metálico de principios de los 70, de Soberano.

Llevo una hora aguardando, tiene usted un sueño muy pesado, me soltó cuando advirtió mi presencia.
Pues duermo mal, le contesté un poco mosca, pero acto seguido intenté arreglarlo, Anoche me acosté tarde, perdone usted.
No es preciso que se disculpe, zanjó él. Así que este es el lugar desde donde recrea nuestras andanzas nocherniegas. Lo imaginaba más..., no encontraba la palabra,  Confortable, dije intentando ayudar, ¡Bravo!, Confortable, remarcó él. ¡Vaya, vaya...!  Y acercaba las lentes a un imán del frigorífico con una imagen de a Illa.

A mí me había dejado pasmao y medio mudo con la revelación, no sabía qué dicir. ¡El cabrón, falsario, estaba al tanto de todo!

Ande, tómese un trago, me dice, y me llenó un vaso que sacó del lugar cerrado donde se guardan. ¡Ya se movía como Ramón por su casa! El muy perro me toreaba.
¿Cómo se enteró?
Me lo dijo una curruca parda.
¿No sería una gallina siracusana?
Alzó el bastón para atizarme pero vi que lo hacía sólo como gesto de amenaza humorística, yo, por si acaso, ya había cubierto la cabeza con los brazos. La empuñadura del bastón era una curuxa,  una lechuza.

¿Y el chibuquí?, le pregunté.
Lo dejé en casa. Hoy quería que usted me acompañara en un recorrido largo y necesitaré más de un apoyo. El bastón será apropiado aquí. Esta pierna me da mucha guerra.

Vació el vaso de un trago y salió de la cocina diciendo, ¡Y esta vez no olvide la botella!
¡Madre mía!..., yo también bebí.
Cuando salíamos me obligó a coger una chaqueta, Hará frío, dijo.
Yo estaba inquieto y mosqueado, ¿adónde me quería llevar este hombre?. Me notaba destemplado y el coñac no parecía hacerme efecto. Estaba cansado, me dolía el hombro, ¿qué hora sería?...

Fuera era de noche. Salimos a Xufre por otra puerta diferente y, no sé cómo, al momento ya estábamos debajo del pino mirando, a través de la ría, las luces de A Pobra do Caramiñal y Castro.
Algo en aquela ribeira veciña pulsaba una cuerda en el alma del genial arousano. No me atreví a interrumpir su silencio y la tensión que parecía revivir. Me apretaba el brazo hasta hacerme daño.
Y, como en la otra ocasión, también salió del trance bruscamente. Suspiró y clamó, ¡Ah de mis muertos!..., y echó a andar tirando de mín.

Enseguida empezó a hablar. ¡Virhen Zanta der Güen Disíh, lo que habra er paisano, una jartáaa! No me dejaba meter baza. Caminábamos y caminábamos al borde mismo de la ría dando la vuelta a la isla en sentido de las agujas del reloj.
Pasamos delante de Vilanova y Vilagarcía a buen paso, que no sería mucho, no obstante, teniendo en cuenta la vetustez del acompañante y mi psilicosis. No paró de rajar ni un tanto asín.
Tenía curiosidad por saber cómo había terminado la pendencia del tugurio la otra noche, y quería consultarle también algún detalle sobre la historia de España, sobre Galdós y el asesinato de Prim, pero sólo me dejó abrir la boca para farfullar monosílabos.

Habríamos caminado una cuarta parte de la circunferencia de la isla,  más o menos, y estábamos cruzando el puente para seguir ruta por las playas del este, cuando vimos las sombras de dos personas sentadas en un banco de un área de reposo junto al mar. Miraban el brazo de la ría que baña a Cambados, donde se reflejaba una luna turca menguante, mortecina y plateada.
Los reconocí desde lejos pese a la obscuridad: el venerable busto del holandés don Vicente Van y la malhadada boina ladeada del manchego don Francisco de Gila.

El del ¡riiiing, riiiiing !, no me saludó, estuvo callao y fosco, con la boina echada sobre los ojos y yo, por si las moscas, me mantuve en el borde opuesto del banco, junto a don Ramón. Vicente, en cambio, me saludó muy efusivo, teniendo en cuenta las limitaciones de un carácter tan austero como el suyo. ¡Me conmueve un alma tan grande confinada en una estructura física calvinista tan rígida!. Volví a sentir deseos de abrazarlo y transmitirle un poco de calor sureño, pero me contuve.

Pero Gila sí saludó a Valle con mucho populismo, ¡Hombre don Ramón, usted por aquí!
Valle Inclán, tan ceremonioso, hizo una venia graciosa y femenil, se llevó la mano al sombrero como si fuera a descubrirse y la tendió para estrechar la de Paco.
Gila quedó perplejo y no sabía si quitarse también la boina o qué hacer, se le amontonó el trabajo y al fin la cogió y la colgó en la mano que le ofrecía don Ramón.
Curiosamente el de Vilanova sí se fundió en un caluroso abrazo con el falsamente frío don Vicente.

Todo parecía tan natural y sin embargo..., había un tufillo inconfundible a farsa ensayada. Pero  yo observaba a los tres fenómenos y me miraba las manos sin hallar culpa ni culpable.

¡Páseme esa botella, que llega el nordeste!, me dice Valle.

Nos sentamos cara a la ría y empezaron a beber y hablar. El galego llevaba el peso de la conversación, el holandés escuchaba y el manchego hacía coro al de Arousa.
Aunque me sentía intranquilo, porque era consciente de que Gila todavía no me había perdonado que lo amenazara con cortarle los buevos, estaba ya más muerto que una oveya y acabé durmiéndome.

Felifes fueños.


Sue Ñón Mentró.


P.D. Felicidades a nuestro preclaro magister, el simpar e Inmortal Dimitrios, asceta en Karoúlia, que ayer comería una almendra -amígdala- a mayores para celebrar su santo patrono onomástico, protector de Tesalónica, el Megalomártir del que mana mirra, el milagroso Demetrio que no pudo evitar el terremoto de Constantinopla porque se metió por medio Hefestos, Pedro Botero de los volcanes, éste patrono de los geólogos paganos que también caía  el 26.
Geia sou, moro mou!
Barbarómiros.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Shutterchance Connection



Shutterchance Connection
Ellada, Greece, Grecia 2011



Puesto que no tengo etiqueta de Fotografía y pese a que muchas de las que he visto en estos blogs de Shutterchance podrían considerarse pinturas y ser incluídas, por tanto, en Pindura, pensé que estarían mejor aquí por tratarse también de otro Alfabeto, otro lenguaje.

Fue Andrés Edo, un amigo, cuyo fotoblog figura en esta página junto al de Yiannis Tzakós en favoritos, quien me lió con sus fotos, y mi absoluta connivencia hizo el resto. Empecé a verlas poco después de comenzar el blog en julio. Pero fue tras las vacaciones, en septiembre, cuando ya lo hice regularmente.
Antes había comentado alguna foto suya en el facebook de la morena de mi copla. Ni siquiera sabía que pinchando los nombres de los comentaristas en su fotoblog podía ver también el trabajo de otra gente. Así fue cómo empecé a conocer la obra de algunos fotógrafos que me gustan, me entretienen, y a los que quiero dar a conocer aquí y rendir un pequeño homenaje.

Añado que todavía no he podido repasar todo lo que tienen colgado en la red que es mucho y, por tanto, esto es sólo una pequeña aproximación. ¡Y hay muchos más autores! No tengo vida bastante...
Tampoco he rastreado su carrera y biografía, me falta tiempo decía, no sé lo que piensan ni a qué partido pertenecen en el caso de que pertenezcan a alguno, que no me importa demasiado, pero puedo hacerme una composición de lugar por su obra, que es lo que me interesa en este momento.
Por lo que también he podido leer en sus breves comentarios colijo que son personas informadas, abiertas, detallistas y sensibles, ¿se puede pedir mucho más?. Y algo importante para mí, no falta el humor.

Empecé visionando fotos de los comentaristas de Andrés, norteamericanos como Elízabeth Buckalew, Frances Helen y Larry Bliss. Los tres hacen fotografía de naturaleza, paisajística, floral, animal... .
La liebre, los gatos, los burros mejicanos, los cielos e insectos de Eli.
Los árboles, paisajes, marinas de Grecia y Turquía, la España, de Frances.
Los detalles naturalistas, líricos y pictóricos de Larry, sus conchas, cuadros schnavelianos naturalistas de pidrecitas, los troncos, hojas de otoño y sus charcos psiquedélicos.
Y me lié ya por completo.

El siguiente encuentro fue Juan Carlos Rubio, un manchego que hace naturaleza, pero a la vez bello paisaje urbano y humano, exótico en ocasiones. Sus fotos de plantas, flores o mariposas son una maravilla y, desde mi ignorancia, de una gran calidad técnica. Todos tienen el respeto y el conocimiento de las especies y lugares que retratan, por eso nos informan de ello y yo agradezco estos detalles.

Ver las fotos de Yiannis Tzakós fue una sorpresa para mí por razones evidentes. Este es un espacio griego. Creo que es el único griego que he encontrado en Shutterchance. Pero es que, ante todo, me gusta su fotografía de la calle, las paredes, las pintadas, que son con mucha frecuencia cuadros únicos. Y para colmo es de Halkida, una ciudad donde nos mimaron. Hemos cruzado algunos cortos mensajes y nos leemos y nos vemos, por decirlo así.

Además de los americanos, el grupo de ingleses que vi a continuación es quien más dinamiza el fotoblog, tanto por su número y calidad, como por sus frecuentes comentarios y su fidelidad a una frecuencia en las fotos que permite seguir casi día a día su trabajo. Y todos ellos, con ausencias breves, se interesan por la obra de los demás. Muchos parecen conocerse personalmente.

Chad Doventon cuelga ahora una serie de fotografías en las que va contando sus orígenes y su biografía a través de imágenes y un corto pie. Pero lo hace sin pretensiones artísticas subidas de tono, con buen humor inglés. Lo mismo fotografía una sencilla calle proletaria o de clase media con señal de no aparcar y coche solitario, que un canalón o una humilde obra en la acera. Como la crónica del simple paseante que podemos ser cada uno de nosotros. Pero no sólo, es evidente que hay más. Mucha ironía y un relato.

Brian Walby fotografía lugares suntuosos, abadías y edificios, arquitectura histórica, junto a bosques centenarios,  pero también locomotoras o barcas arrumbadas en los canales.
Bill Phillips y sus hermosas casas burguesas y escenarios majestuosos, flores, aunque también puedes encontrar fotografía de la calle en blanco y negro, con el brillo del metal contemporáneo.
John Prior con sus elegantes paisajes claros y abiertos, bosques otoñales de ensueño, y un Londres casi inédito, en una  foto suya del Támesis que me viene a la memoria con frecuencia.

Las naturalezas de Ellisabeth Allen, los jardines, los delicados colores, las libélulas.
Janet Holden y esos paisajes románticos, la madera pálida, las nubes y esas flores que quitan el hipo.
Tom Wilson con sus fotos de naturaleza precisa, lujuriosa de color y gran técnica.

Sorry, Nostalgia, no recordaba tu nombre pero sí tus fotografías, ¡cómo olvidar el frío de esos negros terribles!, el mosquito, el pájaro, brutal, el Zyrynometry, o esos primeros planos escandalosos de orugas y flores, violentas y sangrantes de colorido, calientes, las hojas otoñales de tus jardines. Y gracias por tu amabilidad, Viktor.
Chris, Anniedog, Blackdog...

Y otros europeos, como la alemana Philine Kleinknecht, gran comentarista y amiga de la palabra, de la que me gustan sus paisajes y a quien debo (es una promesa privada que yo me impuse y en la que ella no tiene nada que ver, no lo sabe) fotos de algunas murias y paredes de esta parte de la península que colgaré algún día, in the future, a ver si la animo a venir y disfrutarlas por sí misma, que es lo guapo.

El grupo canadiense es otro de los fieles que también me gustan mucho. Los maravillosos paisajes, bosques, carreteras de Mary MacAdanski, o los temas oportunistas y potentes, un cuervo como totem pero también la extraordinaria luz y color.
O los de Peter Meilleur, lagos canadienses de cuento o aventura en el Gran Norte, profundos y misteriosos, espectaculares en sus grandiosidad y colorido.
Las flores de Jacquelyn, al lado del blanco, inocente algodón y la mosca. (He usado repetidamente la palabra "cándido" porque resume dos conceptos el albor y la inocencia, para referirme a una foto suya y a la vestimenta del Biendichoso papa, pero también cansa uno de repetirse en estos cultismos pijoteros. Amo al idioma).

Los patos y plantas acuáticas australianas de Vintage. En fin, Estefanía, Lara, Ray, Louis y Eduardo Serrano, desde Italia, India Thailandia, Sudáfrica y Jaén, son algunos de los fotógrafos de los que he visto un poco de su trabajo.

Empezando por Andrés, los primeros son a los que más tiempo llevo observando y a los últimos a los que menos. Por eso a unos dedico más espacio que a otros, no es una cuestión de jerarquía artística ni nada parecido. Y es que además los autores se presentan casi como amateurs, sin divismos, aunque algunos sean profesionales o demuestren una calidad técnica incontestable. De todos modos es inevitable escoger.
Espero que con el tiempo pueda decir algo más de aquellos a los que sólo nombro y de otros que dejo, porque la mayoría me ha hecho pasar buenos momentos. Hemos sonreído juntos en la distancia.

Hablando antes de Yiannis dije que este era un blog griego, aunque radicado en Asturias añado, y es cierto, pero también hablamos de este país, Spain, y viendo esas fotografías nos sentimos un poco menos pueblerinos, un poco más acompañados, ciudadanos del mundo como quería Sócrates.

Paz y salud.

Ramiro Rodríguez Prada.


P.D. El hecho de que atribuya uno u otro tema con preferencia a cada fotógrafo, no significa que se ciñan sólo a esos motivos, son bastante variados todos ellos y brillantes en más de un terreno. Vale.
   

martes, 25 de octubre de 2011

Kaskabali Limnou



Kaskabali de Limnos
Grecia 2011


Trato de evitar siempre que puedo las marcas comerciales porque no es mi deseo hacer propaganda de nadie, aunque todo el blog pueda ser leído como una historia de pasiones personales, con la fanfarria y pompa laudatorias apropiadas al caso. Prefiero hablar de lo que me gusta y quiero, que estar todo el día con la picha fuera a la caza de malparidos.

Pero hago escepciones en lo de las marcas, como con el café de Komotiní, y también me interesa resaltar el trabajo de esa Cooperativa de mujeres de Limnos, Jrisafi, que fabrica este queso y algunos fetas muy buenos que os mostraré más adelante, además de dulces y otros productos locales. Es una experiencia boyante de autogestión que se puso en marcha hace muchos años y que funciona.
Hay más ejemplos en Grecia. Dentro de un esquema general de aprovechamiento de los recursos locales del que ya hablamos a propósito de Eubea -y del país en general-, las cooperativas femeninas han sido un feliz acierto.

Hablar de esto  y que sea  Limnos, isla de amazonas, donde cuenta  la mitología que las mujeres precipitaron a sus maridos al mar desde una roca que allí sigue, Pétassos, por infieles y puteros, es un triunfo doble. No desprecio a los varones limniotas, tengo a varios amigos entre ellos, además. Pero pueden sentirse orgullosos de sus mujeres, aunque sus ancestros masculinos las repudiaran. ¡Y cuidadín, que siguen siendo personas fuertes!. Geia sas yia olioi!

I tiri apo probeio kai aigeio, el queso de oveja y cabra, reza la etiqueta, el Kaskabali es un intermedio entre semicurado y curado. Es rústico en las formas y de un morder duro y granuloso, no mantecoso como la mayoría de semicurados, lo que no significa que carezca de grasa. Es un queso salado y sabroso pero no fuerte a la manera de nuestros quesos con esas leches.
Al corte es blanco amarillento.
Supongo que algunos buenos fetas, preparados, con una curación media pueden aproximarse a este tipo de quesos. También los hay en la península Ibérica. El más parecido que conozco es un portugués, todavía más duro, de pequeño tamaño, la mitad que este, sobre 200 grs., que se produce de manera artesanal en las sierras que rodean Estremoz. Lo de un litro de leche fresca.

Tampoco pudo ser esta vez el yogur griego, no encuentro algunas fotos, no está el tzatsiki, ni las berenjenas imam o la miel.
He querido ir nutriendo esta etiqueta de  ´Lo que se comió`  empezando por lo más sencillo y humilde que es también lo que más consumimos, no sólo nosotros. Antes de la Tiropitari o el Kaskabali deberían estar esos tres productos, yogurt, que es la base también del tzatsiki y miel, esta última, con su compañero habitual, con fama  de ser de las más finas del mundo.

Estos excesos nacionaliegos de O mellor do mundo es un poco infantil y común a todos los pueblos, pero yo sí creo que unas tierras dan mejores patatas que otras y si la variedad es buena y se crían saludables aún mellor.
Yo diría que las patatas de mi pueblo son las mellores do mundo, pero no lo diré porque me iban a llover los patatazos, sobre todo de allende los mares, donde son originarias y existen más variedades y más ricas.

Somos pueblerinos, rebajemos un pelín las pretensiones.

Buenos días.

Barbarómiros.