sábado, 21 de enero de 2012

Sombras


León, invierno 2011

Buenos días. Os comentaba en los capítulos de esta etiqueta titulados Chi menea que había pasado cuatro días en León a finales de diciembre muy provechosos y entretenidos en cuanto a la fotografía se refiere. Helaba por las noches y hacía frío por las mañanas, pero brillaba todo el día un sol casi  veraniego que llenaba las paredes de sombras y de buen ánimo el corazón.

Anduve persiguiendo esas sombras como quien sigue a un zombi in progress como diría un finolis. En realidad el zombi en ejercicio era yo pero no lo comentéis.

Obligado por mi propia voluntad a no fumar en lugares públicos cerrados con presencia de niños o personas a quienes moleste el tabaco, me iba a la terraza y aprovechaba para jugar un poco con esa pequeña maravilla que es la máquina de fotos que me regaló la familia el año pasado.

Estos enganches los había colocado yo mismo, al poco de morir mi padre, para sujetar una parra que había escalado ya el muro y se extendía por las paredes de una terraza sobre un patio interior, como los que se encuentran en las casas de muchas regiones del país.
La parra murió también, con el disgusto consiguiente para nosotros, ya tenía unos años y son seres vivos, se les coge más cariño a que a ciertos vecinos.
Sospechábamos que un exceso de matahierbas filtrado al terreno desde la huerta aledaña acabó con ella, porque ya había soportado heladas mucho mayores que las de aquel año. Ahora los enganches quedaron sin uso o aguantan algún tiesto.
 
Diciembre 2011

Hablé también en aquello de la Chi menea de una serie de fotografías que había pensado titular Sol y sombra y que pretendo colgar en el futuro. Pero hay bastantes más y decidí montar algunos capítulos con ellas y otros títulos, aunque el sol y las sombras siguen siendo protagonistas de muchas de esas imágenes.

Con esta primera serie titulada Sombras quería hacer tres o cuatro entradas con parecido número de fotografías. No sé qué os voy a contar en tanto hueco como tengo para escribir entre foto y foto, porque sabéis que no me gusta amontonarlas sin concederles el espacio que creo que necesitan para respirar, al margen de su buena o mala calidad.

Se me presenta el mismo problema que a Lope de Vega cuando Violante le mandó hacer un soneto, ¡en mi vida me he visto en tal aprieto!. No es cierto. Estoy acostumbrado ya a rellenar folios sin decir una sola palabra de provecho. El oficio te arruina y el metalenguaje te arrastra como una riada.

Casi sin querer he ido escribiendo día a día, de a pocos, un tema al que quise dedicar un capítulo en diciembre del año pasado o a principios de este y que iba a llamarse Metablog. Con el texto del día 8 del presente mes que titulé Reflexionando, reflexión a la que me condujo un comentario de Alberto, el Capi del Teach, y los que creo que iré haciendo en estos capítulos a juzgar por el de hoy, supongo que me daré por satisfecho.

Y repito lo que dije en otro momento, los buenos propósitos de primeros de año son para no cumplirlos. He cumplido.

San Justo de la Uve, diciembre 2011

Metablog es una manera de llamarle al tiempo que dedico a hablar de este espacio, como es metaliteratura hablar de la literatura. Cuestiones de lenguaje, de organización del medio, contenidos, títulos y etiquetas, estilo y forma, perspectivas o proyectos, etc.
La verdad es que avanzo tan despacio en el lenguaje y posibilidades que ofrece el ordenador y me gusta tan poco la máquina que, en el asunto de la forma en que se presenta el blog por ejemplo, poco puedo hacer y tampoco me preocupa demasiado.

Más tiempo me lleva la construcción diaria de la página y, dentro de ella, el texto que acompañará a la o a las imágenes. Ahora que ya cuento con un fondo de fotografías suficiente para no quedar en bragas, he ido apoyándome en ellas, en la fotos no en las bragas, en muchas ocasiones y en otras han determinado el texto posterior, lo que me descarga un poco de la pura ficción y de los artículos más serios o sesudos.

Me animaba la curruca Fidelensis, el Cascanueces, para que siguiera pecando cotidianamente, porque los lectores me lo agradecían, pero el que lo agracece soy yo que me hacen sentir acompañado en esta soledad de la cocina. El esquizoide que hay en mí inventa diálogos disparatados con desconocidos y amigos en los que pienso cuando escribo, barro o guiso. De no ser por ellos no hubiera empezado con esto,...

que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho. 

Radio Futura, ya Juan Perro y un video montaje con una versión algo sintética y rítmica de Corazón de tiza que, sin embargo, es una de las canciones más limpias e inocentes de Santiago, más que naïf pintura infantil hecha por adultos. En esa onda bacilona que es como el deambular de un negro por las calles de la Habana vieja.


Me despediré con una expresión eskatológica que aprendí la otra noche del mi Dimitraki cuando hablé con él para que me aclarara la duda sobre la frase griega Θα σε καρτερώ, Za se karteró, Te esperaré, una canción de los griegos Active Member.
Al terminar la conversación le dije ¡Buenas noches! en griego, Καληνύχτα!,  Kali nigta!,  y ¿sabéis lo que me contestó?,

Να κλάνεις όλι νύχτα!, Na klanis oli nigta!, ¡Que pedorrees toda la noche!

Para que veáis qué amigos me echo y la clase de clérigo que es, con toda su carita de no romper un platο ni cuando baila zebékiko σκυλάδικο, skyládico, perruno. Con estas compañías no creo que pueda reformarme.

Αχχχ, Παναγήτσα μου!

Υγεία, Salud!

Barbarómiros

viernes, 20 de enero de 2012

Petros Márkaris, Ο Πέτρος Μάρκαρης -3


Estadio olímpico de Atenas, agosto 2011

La corrupción en el deporte es ya casi un lugar común, uno de los temas favoritos en las novelas de Petros Márkaris. Lo fue el amaño de partidos en una de las divisiones inferiores del futbol griego, los chanchullos en el negocio de los Juegos Olímpicos, o el posterior abandono y ruina de algunas instalaciones deportivas muy poco tiempo después de la conclusión de las Olimpíadas. Y siempre en danza el juego sucio, el dinero negro, la ambición desmedida y la total ausencia de escrúpulos.

El dopaje en la élite del deporte de competición es uno de los temas de la novela, Con el agua al cuello, a la que nos estamos refiriendo en estos tres capítulos. Es un asunto que aquí nos suena mucho.

Hay que recordar que en Grecia cortó la carrera deportiva de dos de sus medallistas olímpicos por positivos en los prolegómenos de los Juegos de Atenas. Eran héroes allí y supuso una conmoción nacional, porque un país tan pequeño es raro que logre alzarse con una medalla en cualquier especialidad.
Y Grecia, al margen del montaje económico y mediático que inventó Couvertain, sabe que dió origen a las Olimpíadas.

Suponemos que Márkaris ha tomado como paradigma el de los dos deportistas caídos en desgracia. Uno de esos personajes expone al final de la novela la que es a un tiempo curiosa comparación o tesis de Márkaris y justificación de las consecuencias, de los hechos descritos.

"Si nosotros pagamos en las pistas, las víctimas de los bancos pagaron con la ruina. Han perdido sus casas, no pueden devolver sus prétamos. Y los que provocaron el dopaje, los bancos, no sólo no han pagado sino que se les premia. Han cobrado miles de millones de los estados para poder seguir funcionando.¿Es justo que yo pague por haberme dopado y que aquellos que promovieron este otro tipo de dopaje sean recompensados con tu dinero y con el mío? Muchas víctimas ingenuas aceptaron lo que dijeron los gobiernos: que los bancos son unos lobos reconvertidos en corderitos. Cuando me di cuenta que yo, castigado por consumir sustancias dopantes, premiaba con mis impuestos a los que crearon el dopaje financiero, monté en cólera."

Incluiré ya las citas que me quedan, sin apenas comentarios porque me vuelvo a subir al pino de la extensión. Tratan de la crisis, los bancos, etc.,  pero la mayoría de la vida griega familiar y popular.
Hay una escena simpática que también nos atañe: se reúne la familia del comisario Kostas Jaritos en su piso, Adrianí, su mujer, Katerina su hija, Fanis el yerno y él, en torno a un plato de sublakis y la televisión, para ver la final del mundial entre Holanda y España y, como parece natural, están con nosotros.

"Aunque en Navidad comamos pavo y en Pascua cordero, el sublaki es el plato de las grandes celebraciones nacionales...".
"He comprado ouzo de Mitilene especialmente para Fanis. Yo tomo vino blanco seco porque, desde que embotellan la retzina, es como beber petróleo".
"Al poco queda patente que el GPS del Seat es gilipollas...".

"¿Ahora resulta que los bancos se dedican a la filantropía? No conceden préstamos para cobrar los intereses y lucrarse, sino que cumplen una función social".
"...y mientras vas pagando nadie te mete en la cárcel, así pueden exprimirte por completo".
"...le dije que tendría que pagar el IVA por las limosnas".
"Cuando las cosas se ponen difíciles tenemos que ayudarnos unos a otros. Así me criaron, Kostas. Cuando un vecino tenía problemas, el barrio entero acudía para echarle una mano.
También a mí me criaron así, de modo que sobran las palabras".

En la cita anterior se expresa lo que ya dijimos sobre la generosidad y solidaridad griegas en los iniciales capítulos de Alfabetos que titulamos La falacia de curso legal. Y nos alegra que sea Márkaris, griego y autor al que admiramos, quien lo confirme aquí.

"En nuestra casa es tradición acompañar los tomates rellenos con queso feta...".
"Adrianí está en la cocina preparando berenjenas rellenas para cenar. Esto me pone aún de mejor humor".
"...los primeros ochenta años son difíciles, después te mueres y te quedas muy tranquilo".
"Lo bueno de los europeos es que llevan las disculpas en el bolsillo, se trate de una grosería o de una carnicería".

Es todo. Recuerdo una vez más que la editorial que publicó la novela en el 2011 fue Tusquets y la traductora Ersi Samará. Por cierto, el libro se abre con una cita de La ópera de los tres centavos, de Bertolt Brecht, que cerrará nuestros comentarios:

"Qué es el atraco a un banco comparado con la creación de un banco?"

Greek resistence - Police violence. Junio del 2011 en Atenas.



Salud, Υγεία!

Ramiro Rodríguez Prada.

jueves, 19 de enero de 2012

Petros Márkaris, Ο Πέτρος Μάρκαρης -2


2011, se rompió la magia...

"Fanis y Katerina viven en un piso de 65 metros cuadrados en el barrio de Neo Psijikó, junto al parque de la Libertad... El sueldo de médico de la sanidad pública limita a Fanis a lo imprescindible".

Si un cardiólogo de la Seguridad Social se ve limitado a lo imprescindible imaginad el panorama.
Algunas ironías sobre los europeos, de los ingleses por ejemplo. Acaban de asesinar al director en Atenas del First British Bank:

"¿No tienen guardias de seguridad?
No, sólo una alarma. Tampoco hay puertas con cámaras, de esas que fotografían a los que cruzan. La tacañería de los ingleses... Nosotros, al menos, nos hemos ido a pique por derrochadores, pero ellos, con lo míseros que son, ¿cómo demonios han podido irse a pique?".

"...por lo general a los ingleses les interesan las detenciones expeditivas. Prefieren condenar primero y juzgar después. Es lo que hicieron con el IRA y sus errores tardaron años en salir a la luz".

Sin olvidar en ningún momento quienes son los auténticos responsables del desaguisado griego, los especuladores bancarios y financieros en comandita con políticos corruptos, y siguen, Márkaris trata de equidistar en las responsabilidades asumiendo las que a cada uno le corresponden en la crisis, sin olvidar al ciudadano de a pie, y lo hace en sus escritos y entrevistas.
Lo hemos escuchado el último año en alguna y pensamos lo que ya hemos defendido aquí, que nos parece correcto democratizar la culpa pero asumiendo cada cual la propia, parodiando el principio comunista, "a cada uno según sus responsabilidades, de cada uno según su estropicio", no que la mayoría trabajadora pague a escote los platos rotos del busuki skyládiko de los ricos, mientras vemos cómo se van de rositas y acrecientan su riqueza. Hasta Petros parece asumir la derrota popular.

Pero volvamos a las citas. Sotirópulos, un periodista de izquierda de la época de la Politécnica, pero que ahora es un "Robespierre vestido de Armani", que calza Timberland, como decía en otra de sus novelas, aburguesado pues, aparece en todas las de Jaritos y mantiene con él un tira y afloja de amor odio.
El progre trata de meter en el mismo paquete de los culpables al gobierno y a la policía como funcionarios fieles.

"Ahora que habéis hundido al país entero...", le dice, y piensa el comisario, "Sus opiniones sobre la tragedia acuática de Grecia no me conciernen". Y más adelante, "¿Cuándo superarás tus obsesiones izquierdistas? Aún piensas en términos de <vosotros otormentáis a los pobres negros>. Nadie en este país maltrata a los negros, Sotirópulos. ¿Y sabes porqué? Porque, con la que está cayendo últimamente, ahora los negros somos nosotros". Y,..."el comunista y el madero tienen que nadar unidos en la misma mierda".

Las ideas claras y la argumentación especiosa, que me recordaba un cuento de Roidis, por parte de un tiburón de una agencia internacional de calificación en una entrenvista televisada:

"Las sociedades del bienestar no existen, señor G. Sólo existen grupos de presión. Empresarios que luchan por defender sus intereses, trabajadores que luchan por los suyos a través de los sindicatos y de otras organizaciones... Sólo existen grupos que defienden sus intereses. La sociedad a la que usted alude es un invento".

Como creo que me estoy yendo otra vez muy lejos haré un tercer capítulo sobre Márkaris porque aún me queda media página de citas, y con los cortos comentarios de introducción y demás que voy haciendo me sobrará material.
Quiero recordar en cada uno de ellos que el libro de donde estraigo las citas es el titulado "Con el agua al cuello" (2010), publicado en 2011 por Tusquets editores, con traducción de Ersi Samará, que ha realizado la mayoría de la saga del comisario Jaritos.

Πανδήμια, Pandemia, Γουρούνια στην ομίχλη, Cerdos en la niebla, e imágenes del 2008, anarkopunk griego.



Υγεία, Salud!

Ramiro Rodríguez Prada

miércoles, 18 de enero de 2012

Petros Márkaris, Ο Πέτρος Μάρκαρης


Con el agua al cuello
Grecia 2011

Ληξιπρόθεσμα δάνεια, algo así como Préstamos vencidos, es el título en griego de la última novela de Márkaris publicada en España por Tusquets editores. La traductora es Ersi María Samará Spiliotopulu y escogió para ella el acertado título de Con el agua al cuello.

Ersi ha traducido al castellano la casi totalidad de las novelas de Petros, del género policíaco: Noticias de la noche (1995), Defensa cerrada (98), Suicidio perfecto (2003), Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos (05) y Muerte en Estambul (08), así que ya estamos habituados a su trabajo y nos parece bien.
Sólo El accionista mayoritario corrió a cargo de otros traductores, Montserrat Franquesa y Joaquim Sestí.

El propio Márkaris, nacido stin Poli, en Estambul, en 1937, tradujo el Fausto de Goethe, o a Brecht y a Thomas Benhard, ya que estudió Economía en Alemania y ésa lengua es su especialidad.
Dramaturgo y guionista de televisión, firmó también con Theo Angelópulos los guiones de cinco de sus películas, Días del 36 (72), Alejandro Magno (80), El paso suspendido de la cigüeña (91), La mirada de Ulises (95) y La eternidad y un día (98).

Decía arriba que me parece un buen título porque el tema central, al margen de los asesinatos de la trama policíaca típica, es la situación ruinosa en que se halla Grecia.
Siempre fue Márkaris, para nosotros, el mejor relator actual de la realidad de su país y aquí renovamos esa impresión.

Comienza en la boda de Katerina, la hija del policía protagonista, un cincuentón.
El argumento es el asesinato mediante decapitación por espada de un banquero retirado, al tiempo que se inicia una campaña contra los bancos a través de carteles y pegatinas que incitan a la población a no pagar los préstamos e hipotecas. Del estilo de la que realmente se extendió por Grecia con el lema Δεν πλιρώνω, Den plirono, No pago, del que hay un ejemplo fotográfico aquí, en una entrada del 5 de septiembre titulada Atenas, en Alfabetos.
A ese crimen siguen otros, enredados al principio, en apariencia, con el terrorismo y después con el dopaje en el deporte de élite.

Pero de lo que habla Márkaris por boca del comisario Jaritos y otros personajes, entre pesquisa y pesquisa, es del precario estado de la economía nacional y de la mayoría de los griegos, en este momento.
De la subida de impuestos y de todos los productos de consumo, incluídos los de primera necesidad, del aumento del paro y los despidos, del descenso brutal de los salarios y los derechos laborales, de la ruina de los servicios públicos con la sanidad a la cabeza.
Marchas, protestas y manifestaciones se unen al ya conocido caos circulatorio de la capital.
Cunde la desesperación y aumentan exponencialmente los casos de suicidio.

Como creo que dedicaré más entradas a Márkaris si la salud no lo impide, para comentar alguna de sus novelas anteriores o todas en conjunto, ya veremos, dividiré esta primera en dos para no hacerlas excesivamente largas.
Quería, además, apuntar una serie de citas que fui cogiendo conforme leía, como hice en los capítulos de Roidis, porque nada mejor que el propio texto para explicar el libro.
Como es una novela que se atiene al género negro, el suspense juega su papel, por lo que no desvelaremos la trama. Serán más bien algunos ejemplos que inciden en lo dicho hasta aquí, pero también de la vida familiar que es el relato paralelo al policial en todas sus historias. Y de otras cosas.

Ahí van los primeros.

"En Jefatura, la situación recuerda un poco la que reinaba en el 74, cuando los turcos invadieron Chipre y la Junta decretó movilización general."

"Cuando un patán griego contrata a un butler -mayordomo-, el que se acompleja es el patán griego, no el butler."

El buen Jaritos cambia el Μirafiori, ya pieza de museo, y en lugar de comprarse un Hyundai como todos los policías griegos, compra un Ibiza para la boda de la niña de sus ojos, por consejo de su futuro yerno Fanis, un cardiólogo que trabaja en la sanidad pública. Las razones de Fanis:

"Por solidaridad  entre los pobres. Ahora los españoles y los portugueses tienen problemas, como nosotros. Para los mercados financieros somos los PIIGGS, los cerdos. Y cada cerdo debe ayudar a los demás, no hacerles la pelota a los tiburones. Quisimos vivir como tiburones y ahora estamos ahogándonos, porque los cerdos no saben nadar. Por eso tienes que  comprarte un Seat Ibiza."

Aclara Ersi en nota al pie que el acrónimo lo es de las iniciales inglesas de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia, Gran Bretaña y España -Spain-, cuyas economías se han visto más afectadas por la crisis y tienen los mayores déficits. Y que pig es cerdo en inglés.

Mañana más.

Active Member, No pago,  Δεν πλιρώνω, seguido de Θα σε καρτερώ, Za se karteró, que el traductor de google, con punto final, me traduce por Voy a manivela y sin punto por Se desconciertan, pero que yo pensaba que significaba Te esperaré (¿?). Misterio que aclararé.


Salud, Υγεία!

Ramiro Rodríguez Prada.

P.D. Puesto al habla con el mi Dimitraki me tranquiliza con la traducción y confirma que es error de google, Za se karteró es Te esperaré. ¡Vaya mosqueo con la manivela, estaba desconcertado!.

Vale.

martes, 17 de enero de 2012

Ψαρά, Psará -2


Grecia, verano 2011

La isla es seca y agreste, donde los aromas embalsaman el aire, usando la expresión de Kazantzaki. Toda ella huele fuertemente a monte, a tomillo sobre manera, con variedades que permanecen floridas hasta pasado el verano conservando toda su potencia odorífica.

No tenía carreteras entonces, el año 93, sólo el camino de tierra que la atraviesa desde el pueblo y puerto, en un itsmo del extremo sur, hasta el Monasterio de Theotoku en la punta norte, el resto eran senderos que se adentraban en dos pequeños valles con parras de uvas rojas, en granjas con higueras y algún cítrico, productos hortícolas y aromáticas, como en los kipos, jardines de las casas en el pueblo, muchas con él al lado. Probablemente los únicos lugares cultivables de la isla, con algo de agua. El resto es matorral bajo y terreno rocoso y yermo.

Pero esos senderos permiten también recorrerla a pie o en burro en toda su circunferencia y admirar las vistas del Egeo más azul desde los farallones e impresionantes acantilados que la defienden. Senderos que también descienden a playas solitarias.

Hoy parece imposible que Psará contara con una de las flotas más importantes de Grecia en los primeros años de la independencia del país, en la década de 1820 al 30. Y que pudiera alimentar a varios miles de habitantes (tengo entendido que cerca de veintemil).
Había astilleros y marinos y fue de las primeras islas cercanas a Turquía que se sumó con todos sus efectivos a la sublevación, hecho que pagaría caro muy pronto, con la muerte o esclavización de sus habitantes y la completa destrucción de la isla en 1824. Pocos lograron escapar.
No volvería a resurgir nunca. Y no pudo sumarse al naciente estado griego hasta un siglo después, con las refriegas de las guerras balcánicas en la década de 1910 al 20.

El palikari, el héroe local es Antonios Vrantzanos que dirigía la defensa de la fortaleza de Mavri Ragi, el Paliokastro actual, cuando la isla fue invadida por las tropas turcoegipcias de Ibrahim Pachá.
Pero el psariota más conocido en Grecia y en el resto del mundo fue Constantinos Kanaris, azote de los otomanos en la mar, que llegó a ser almirante, ministro de marina y primer ministro del nuevo estado.

Pasear por el pueblo al atardecer o por la noche era un lujo al alcance de cualquiera. Los olores parecen intensificarse y los jardines de las casas llenos de flores y plantas olorosas, albahaca, menta, los muros cubiertos de jazmín y madreselva, perfumaban las calles. La ausencia de vehículos a motor proporcionaban el complemento ideal de tranquilidad y recogimiento que preferíamos en nuestras vacaciones, un pequeño oasis de paz, un paraíso pequeñín a la medida humana.

La última noche en el baile de la boda hubo música en directo y el pueblo se reunió en la taberna. El grupo que durante aquellas jornadas nos pareció más hostil, bebiendo en el otro extremo de la barra donde estábamos con el cocinero grecobordelés y su mujer colombiana, acabó por aproximarse a nosotros, de la mano del psariota australiano que habíamos conocido viniendo en el barco y que no había cumplido la promesa de invitarnos a su mesa en la Panagía.
Se acercó a mí porque soy indudablemente más loco y borracho que la morena de mi copla y por ahí me dieron. Iba de una esquina a otra de la barra pues en las dos tenía un chupito de usso esperándome.

Ussos de Limnos y Halkidikí

El resultado fue la primera cogorza de usso en Grecia. Como la de anís y otros licores dulces es de las trancas más cabezonas que se pueden agarrar. Pero la paz quedó firmada, no hay temor de que si volvemos nos hundan el kaike.

A las cinco y pico de la madrugada, cuando se acabó la fiesta, nos fuimos a la cama. Salíamos a las 7 en un kaike más pequeño que el Psará, casi un transbordador a su lado, que va directo hasta Limniá, el puertín de Volissós, el pueblo donde se dice que nació Homero, en la costa oeste de Chíos.
Es una travesía que dura una hora u hora y media a motor. Tenía miedo al mareo y más estando como estaba todavía, pero el mar parecía un plato y me tranquilicé.
El kaike lo gobernaba un hombre mayor con gorra de Kapetanos ayudado por un marinero de su edad. Viajábamos dos soldados de un pequeño destacamento de la isla, la mi morena y yo.

A dos millas de la costa comenzó el baile. Una ligera marejada. Cuando las olas empezaron a barrer la cubierta el capitán nos metió con él en la cabina y los soldados se fueron a la bodega mientras el marinero tendía una vela trapezoidal y pasaba un cabo al capitán por un agujero en el mirador de la cabina.
Nunca he tenido miedo en estas situaciones porque siempre me pareció experta la gente de mar con la que me embarqué. Pero empecé a marearme.

El agua subía por la cubierta y pasaba por encima de la cabina, el kaike cabeceaba como un corcho empapado y borracho, mientras el Kapetanos sostenía el timón con la derecha y tiraba del cabo con la izquierda acordando un poco la vela y la proa a la dirección y la fuerza del viento y de las olas. Antes, con cara de llamarme malaka, gilipollas o pajillero, me había lanzado un caldero de goma, atado por el asa a un cordel, para que vomitara.
Y eso era lo que hacía yo y lo que hice el resto del trayecto. Tres horas de tremendo meneo y vómito contínuo, mi peor experiencia marinera. Sólo vomitaba usso. ¡Si me llega a pillar una de aquellas que según nos contaron después hacían que el kaike tardara 7 u 8 horas en atravesar el canal, las espicho!

A un par de millas de Limniá se calmó la mar, dejé de vomitar y salimos a cubierta, yo sudaba entonces el usso que todavía me quedaba en el cuerpo y fuera hacía frío. Empecé a notar un pinchazo a la altura del hígado que fue aumentando rápidamente.
Antes de atracar estaba ya totalmente doblado por el dolor, del tipo cólico biliar o nefrítico. Como era alto pensaba, "un neumotórax en la base del pulmón derecho, con lo lejos que estoy de Silicosis", que era el hospital donde trabajaba en España y una complicación típica de la enfermedad de los mineros que veíamos a diario allí. ¡Quién me iba a colocar el tubo con la pericia de los neumólogos de Oviedo!¡El tragicómico que llevo dentro, penoso!

Un coche nos subió hasta el ambulatorio de Volissós donde entré pidiendo ya una buscapina compositum por su nombre y apellido, explicando el mucho usso que había bebido la noche anterior en Psará.

La médica era una chica joven que sustituía por primera vez ese agosto al titular. La acompañaba una fornida enfermera con la que departimos bastante los tres días que nos quedamos en Volissós. La doctora me tumbó en una camilla y la ví acercarse con la aguja montada en la jeringuilla con la buscapina que pedía.
Tuvo que apuñalarme dos veces el culo, por describirlo gráficamente, para ponerme la intramuscular. A los griegos los pincharía la enfermera que era más veterana y sería experta en eso, a mí me concedieron equel dudoso honor.

Alquilamos una casa y dormí como un bendito hasta el mediodía. Me levanté nuevo.

Aquella estancia en Psará y la aventura final dió lugar a un cuento que escribí para mi sobrina Tania, de una serie titulada "27 amaneceres y un poema (Al oeste de Anatolia)", destinados a ser ilustrados por ella aunque finalmente no necesitó rematar el trabajo y sólo se ocupó de algunos. Se titulaba Pescador.
Os hablé de esa serie creo que en Gallinas siracusanas porque había pensado publicar ahí uno titulado Machito follador, sobre un gallo de corral. Si hiciera un tercer capítulo de Psará sería con Pescador. Pero más adelante.

Una canción muy conocida en Grecia de la que hay muchas versiones, incluso de coros populares, con el clarinete, clarino, como protagonista, más típico del Peloponeso y el Épiro, y esos coros que contestan a la cantante (¡y que veo que en esta versión faltan, ya es tarde!...), que nos recuerdan, como algunos de los palos del rebétiko, las melopeas arábigas o la herencia turca en este caso.
Melopeas entendidas en su doble sentido, ritmo mareante y enagenación mental transitoria producida aquí por el ouzo, en otros temas por el haschís u otras drogas.

Εγό κρασί δεν έπεινα, ουζο για να μεθύσω!, Yo no bebía vino, ¡usso para emborracharme!, de Eleni Tsaligopoulou.


Y este es un tema (o un grupo porque desconozco su nombre) llamado Ouso. Hacen una especie de yazzrock pero con la inclusión de instrumentación oriental, esa especie de teclado, pero con cuerda pulsada, parece un kanonaki o salterio, llama la atención. Supongo que son griegos porque el timbre y los ritmos lo son.

  

Salud, Υγεία!

Μπαρμπαρώμιρος.
Barbarómiros.