lunes, 1 de julio de 2013

Ο Πόντιος, El pontio


El pontio.  Autorretrato.
Oviedo,  junio  2013.

Ο Πόντιος


Buenos días. Para los que tengáis interés o sintáis curiosidad por la historia de este pueblo griego de la costa turca del Mar Negro, os dejo la dirección de un trabajo completísimo de María de Paz publicado en La pasión griega, que ya he mencionado aquí repetidas veces, la última en los capítulos dedicados a Stelios Kasantsidis en Música griega.

La pasión griega. María de Paz.  Los pondios, un pueblo sin patria. 


Me he vuelto a atrever a recrear otro personaje heleno de los que llamé en esta etiqueta Prototipos griegos. Sin embargo, nadie mejor que María para hablaros de esos hombres y mujeres, yo sólo he querido mostrar una vez más mi admiración y mi cariño personal por un pueblo, el griego, que resulta ser menos monolítico de lo que parece. Quizá recordéis lo que cantaba Kasantsidis, el cantante de origen pontio más universal, tema que puse en uno de esos capítulos mencionados: Σα ξένα είμαι έλληνας και στην Ελλάδαν ξένος, o sea, En el extranjero soy griego y en Grecia extranjero, estrofa que también recoge María en su trabajo.


La preparación ha sido larga, empezó la última semana de agosto en Eubea, cuando dejé de afeitarme. Hasta final de año arreglé un par de veces los laterales de la barba, las patillas y zona de las orejas, pero poco. Desde entonces no la he tocado.
No necesitaba una barba tan florida esta vez, pero quería aprovechar para hacer otro retrato de cretense   antes de afeitarla, dejando un bigote pontio como los que aparecen en los vídeos de youtube y en las páginas de María de Paz. Tiene algo de chino, pero a mí me recuerda aún más al de Blat el Empalador, con esa apariencia más turca o tártara que china.

El caso es que, a unos días de la publicación de esta entrada, sólo he podido hacer algunas pruebas con esa barba antes de las definitivas con bigote. Problemas finales han hecho que todo se retrase y no podré tomar esas fotos a las que, no obstante, aún no renuncié. Si las hago al fin, dedicaré otro capítulo a los pontios más adelante.
Viene a cuento todo esto porque una barba tan poblada debe ser rara entre ellos, de hecho sólo he visto algunas en grabaciones antiguas, y la del hombre de la danza del cuchillo en el vídeo que puse debajo de la segunda foto, que aunque blanca, está más recortada. 

Σ.Πο.Σ. Θεσσαλονίκης Σερρα/50 Φεστιβάλ Ποντιακών Χορών.
Tesalónica 2009. 50 Festival de Bailes pontios.   


Pero el problema más grave se me presentó con el vestuario, en especial con el pañuelo de la cabeza, el paslik, palabra turca creo como otras del traje, y la forma de colocarlo. La improvisación me guió. Sé que no está muy bien porque además no tuve ayuda, sólo T. haciendo la segunda foto. Me he tenido que conformar con esto que veis.

En esta ocasión quería también una imagen de medio cuerpo porque el ropaje es bastante típico. Como no tengo cartucheras ni correajes guerreros, crucé un par de cintos y una bolsita que quiere imitar a la que ellos llevan para el tabaco, el kovús. Me falta la faca, kama, el puñal que cuelgan al cinto, más largo aún que los cretenses si cabe, también de plata repujada, trabajada artísticamente, pero no iba a sustituirlo por un cuchillo carnicero. Y faltan otros muchos adornos, como una faja muy vistosa donde sujetan el kovús y el kama, etc.

Tenía, en cambio, los pantalones un poco bombachos, zipka, nombre que se aplica también al traje masculino completo. Los compré en Turquía hace muchos años, pero no sé dónde están, de haberlos encontrado hubiera hecho una foto de cuerpo entero y entonces hubiera buscado también alguna especie de faja parecida. Otra vez será.
Todo eso y mucho más en la dirección apuntada de La pasión griega.

En fin, que el mío es un traje de pontio pobre. Y encima el chaleco, yelék,que sí podría dar el pego, me queda muy pequeño y estoy envarado, tieso para no estallar los botones, casi encorsetado y parezco estrecho de pecho. Pero pensé, ¡También habrá pontios estrechos de pecho, digo yo!... . No es el caso de Kasantsidis.
En turco y griego, Stelios Kasantsidis.
Canima. Yaktin Alim. Ekso dertia ekso estenagmi.  Fuera anhelos, fuera suspiros. 



El pondio, Rómiros Rodriguidis Pradaútides. Fotografía de  T.
Oviedo,  junio  2013.

El envaramiento impuesto por el chaleco tiene sin embargo una virtud, según creo, y es que en la mayoría de retratos que he visto posan como si lo hicieran ante un fotógrafo profesional que estuviera recogiendo imágenes de paisanos por los pueblos, "posan para la foto", y sus actitudes suelen ser más rígidas e inexpresivas, y más indiferentes que en el caso de los maniotas o los cretenses, ésos con una expresión de cierto desafío y ferocidad en el rostro, y éstos melancólicos y soñadores.

Por otra parte la postura de este paisano con los brazos en jarras le quita tensión al tronco empinado. Así que lo comido por lo servido.

Danza pontia de los cuchillos.  Τα μαχαίρια.


Quiero volver a repetir que la recreación del pontio, al igual que las anteriores del maniotis y el cretense, no tiene intención burlesca, como sería lo propio en los carnavales, está hecha con respeto y, al margen de las sonrisas de los amigos, así quiero que se tomen.

No puedo decir lo mismo de la figura del Pope Heteróxido, donde la carga crítica, esperpéntica, o aristofanesca, si se me permite el anacronismo, resulta bastante evidente.

Y por último una referencia al gentilicio. El Mar Negro sabéis que es el Ponto (y Ponto Euxino) para todos los que hemos heredado la cultura griega, de ahí el nombre de quienes habitan en sus orillas. Pero en griego el sonido nt suena más a d que a t, por lo que la pronunciación más correcta sería pondio, opción que elige con buen criterio María de Paz para su trabajo. Yo he preferido respetar en este caso la grafía castellana más habitual.

Stelios Kasantsidis.  Tsábasin.


¡Salud y caña a los banqueros infieles, que son pocos y cobardes! 

Ρόμηρος Ροντριγκίδης Πραδαούτηδες

domingo, 30 de junio de 2013

No canto la destrucción


Acuarela y témpera, sobre cartulina.
Ramiro Rodríguez Prada. 1992.

Tal vez me llame Jonás



Yo no soy nadie:
Un hombre con un grito de estopa en la garganta
y una gota de asfalto en la retina.
Yo no soy nadie.  ¡Dejadme dormir!
Pero a veces oigo un viento de tormenta que me grita :
"Levántate, ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella".
No hago caso, huyo por el mar y me tumbo en el rincón más oscuro de la nave
hasta que el Viento terco me sigue,
vuelve a gritarme otra vez :
"¿Qué haces ahí, dormilón?  ¡Levántate!".
-Yo no soy nadie :
un ciego que no sabe cantar.  ¡Dejadme dormir!
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Pero un día me arrojaron al abismo [...]

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Quiero decir que he estado en el infierno...
De allí traigo ahora mi palabra.

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

De  Ganarás la luz. Libro I. Algunas señas autobiográficas. 3. (Fragmentos)


León Felipe


Nacho Laguna, de EntresoñándotePiano, Antonio Soteldo. Sobre versos de la obra de León Felipe  Ganarás la luz. José Luis Moreno-Ruiz.  Yo no soy nadie.



Salud

ramiro

sábado, 29 de junio de 2013

Pata Negra


Primer  LP de  Pata Negra. 1981. Detalle.

Pata Negra


Buenos días. Hoy estoy muy vago y no me apetece hacer una biografía de los hermanos Amador, Raimundo y Rafael, ni ellos dan el tipo de los biografiables, lo que no significa que no lo merezcan tanto como otros muchos hijos de vecino bastante más pomposos sin gran cosa que ofrecer.

Otra vez, más música que palabras. Y empezamos con la canción que abría el primer larga duración del dúo sevillano, después de la disolución de Veneno. Un pasodoble muy gracioso con esa caja de grupo de pachanga, un conjunto de corte moderno, como dicen con ironía, ambientando a la perfección la letra de la canción.
Pata Negra.   Los managers.


No he podido subir las versiones originales que quería, excepto en alguno caso. Y esta grabación es la única original del disco primitivo, todas están sujetas a licencias y me dice youtube que "no la puedo escuchar en mi país". Pues si a unos flamencos como a  los Amador no los puedo escuchar aquí, ¡¿dónde cohone y quienes los van a escuschar, quiyou! 

Para autobiografía resumida la de Raimundillo en el siguiente vídeo, recuerda, en cuanto a su facilidad de palabra, a las que le hacían al Camarón cuando empezaba a grabar con Paco de Lucía. El de la Isla era más tímido, pero Raimundo tiene pinta de haberlo sido también de guaje, más que ahora. Pero ya había tocado con Lole y los Montoya, y con Camarón, ¡casi ná!... . Tocaba y se colocaba, o viceversa.

Currículum de Raimundo Amador, por él mihmo mihmamente.


Después del disco de Veneno nos quedamos un tiempo sin saber nada de aquellos locos, hasta que un día me topé en la tienda de discos con esa carátula del primer LP (1981). Me llamó la atención el nombre y el diseño, todavía no sabía que Raimundo, Rafael y otros primos, habían adoptado ese apelativo jamón jamón.

Lo de Pata Negra era un guiño cachondo y muy flamenco. Aún no sé de quién fue la idea de la portada, pero seguía manteniendo el nivel alto que abrió la de Veneno, ésta dirigida más a los coleguillas del chocolate, un poco iniciados ya en la guasa, el blues y el compás a partes iguales.

Pata Negra.  Blues de los niños. En directo. 84.


Esta versión en directo es más cercana a lo que hacían. Tenía una grabación de un famoso concierto en la sala Zeleste de Barcelona, cuando el rock layetano decaía, pero dura casi 8 minutos y es del 89, un poco lejos ya del espíritu inicial, más desnudo.

En todos sus discos, como hicieran en el de Kiko, incluían dos o tres temas instrumentales, y es que tocaban como auténticos monstruos, con esa mezcla que ha dado después tanto juego entre flamenco, blues, rock o yazz.
Raimundo y Rafael Amador.


Se dieron a conocer con Veneno y Camarón, y como Pata Negra, pero habían colaborado también en el disco Triana (76) de la familia Montoya, en cuya portada aparecía Raimundo sentado en el mimbre tocando la guitarra. Fotografía que subiré en otro capítulo. La de abajo es otra de la contraportada de ese mismo LP. 

Y en compañía de Lole y Manuel aparece en el disco de la gaviota (77), casi como un trío, con foto gigante de los tres en el interior. Como no anduve ligero no hice fotografías de ese disco y he tenido que repartir las pocas que tenía entre los capítulos previstos. 

Pero sí tengo una grabación en directo con Lole. Se encuentran algunas donde ella hace flamenco-árabe-blues-yazz..., acompañada por unas guitarras rabiosas bluseras y en el límite de lo chirriante, lo descompasado y lo raro. Buscando, buscando... . Esto es menos experimental.

Manuel Molina. Raimundo y Rafael Amador, guitarras. Lole Montoya.


Raimundo y Rafael en la contraportada del disco Triana de la Familia Montoya.

Es imposible eludir la mención a las 3000 viviendas, el barrio sevillano donde crecieron los hermanos Amador y empezaron a tocar la guitarra y a cantar. 

Tampoco de la siguiente encontré la grabación primitiva del primer disco, titulado Guitarras callejeras (85), ésta es una versión acústica que sacaron en el tercero.
La atmósfera que recrean algunas letras, es la de los coleguillas buscándose la vida y el marrón glasé en la mi Sevilla (¿cómo quedaría aquí lo de la capital hispalense?: ¡como una patada en los cojones!). 

Fuimos hacia las casitas bajas del polígano
del sur
y en busca de mi hermano
¡Ay!, me dijo, ¿No tienes ná?
Pregúntale a Cayetano...

Pata Negra.  Rock del Cayetano.

http://www.youtube.com/watch?v=9IwLXpdk7Ck

El Polígano, corrupción cañí de polígono, había sido el título de una canción de Raimundo que grabaron los Montoya en ese disco del 76 que mencioné arriba. Todos ellos, el de Lole y Manuel y el de los Montoya, como los de Pata Negra, fueron producciones de Ricardo Pachón, el hombre que había dado un nuevo rumbo a la carrera del Camarón, y de paso al flamenco.

Pensé dedicar dos capítulos a Pata Negra, pero sólo con las canciones de los dos primeros discos ya tenía una docena, así que, incluso reduciendo mucho el texto me iba ya muy lejos. Haré, pues, tres más cortos, espaciándolos para no aburrir demasiado a quien no le guste su rollo.

Salud y buena música

Ramiro Rodríguez Prada

viernes, 28 de junio de 2013

Aeropuerto -2


Aeropuerto del Prat.
Barcelona,  2012.

Pequeño tropiezo


Siempre rápido, a la carrera, con una maleta de ruedas y un maletín de trabajo. De un rincón a otro del planeta, de Europa a América, y de aquí a Asia, de un hotel a otro y de un despacho a un consejo de administración. Había dado cuatrocientas vueltas al mundo en estos años y estaba harto.

Cruzaba las terminales de los aeropuertos sin detenerse nunca, nada llamaba su atención, conocía los más importantes como el pasillo de su propia casa, en la que apenas pasaba una docena de noches en todo el año.

El niño se le cruzó unos metros antes de coger la siguiente cinta transportadora, invento pensado especialmente para ejecutivos como él, que andaban todo el día metidos en auténticas maratones, cronómetros incluidos. El guaje se abrazó a sus rodillas para no caer y él, que no lo vio llegar porque solía atravesar los pasillos como si llevara orejeras, frenó en seco y automáticamente hizo el ademán de querer coger al niño tratando de evitar que cayera.

Era moreno y pequeñín, quizá no llegara a dos años de edad. El renacuajo levantó la cara y lo miró, tenía unos ojos espectaculares. Había escapado de la vigilancia de la madre, muy joven, que estaba sentada en unos asientos cercanos con los equipajes y otros dos críos pequeños. Se había levantado y venía hacia él a recoger a su hijo. Por el color de la piel y los rasgos, parecían indios o paquistaníes.

¡Excuse me!, musitó la mujer sonriendo con timidez, y se llevó al rapaz. Él se limitó a asentir con la cabeza y a devolverle la sonrisa.

Roberta Giallo.   From my mouth. 


El Prat.  Barcelona, agosto 2012.

Mientras la cinta lo alejaba de aquella familia no pudo evitar girarse un par de veces para mirarla. En su cabeza se estaba operado un cambio sutil. Por vez primera creyó leer en su interior.

Un recuerdo muy antiguo se había despertado en él. Veía una estación de ferrocarril provinciana, a una familia que era la suya y a sí mismo, de muy pocos años, burlando el cuidado de su madre y tropezando con las piernas de un viajero que pasaba con prisa por el andén. Entonces no podía saberlo, pero ellos esperaban el tren de su emigración a la capital.

Al salir de la cinta se sentó en los primeros asientos que encontró, emocionado.


Ramiro Rodríguez Prada

Arkè String Quartet. Roberta Giallo.   The free woman.

jueves, 27 de junio de 2013

Aeropuerto


Aeropuerto del Prat.
Barcelona  2012.

La confesión


Estaba  sentado solo, cosa rara incluso tratándose de una zona apartada del aeropuerto, faltaban aún varias horas para embarcar y me quedé guardando el equipaje de mano, mientras mi compañera y los chavales daban una vuelta por las tiendas, que además no son mi pasatiempo favorito.
Llegó un paisano mayor y en lugar de ocupar uno de los muchos asientos libres se sentó a mi lado.

¿¡Qué hay!?, dijo por todo saludo, mirándome a los ojos.

Me pareció extraño tantas confianzas entre desconocidos y tal vez contesté con alguna sequedad.
Hola, dije.

Sin darse por aludido el hombre empezó a rajar. Estaba esperando a una cubana que había conocido el verano anterior en La Habana en un viaje turístico a la isla, para pensionistas. Se giró y me guiñó un ojo. No contesté y preferí la inexpresividad porque no me gustan los alardes de los machotes y rijosos. El paisano no se inmutó y continuó con el relato de sus hazañas, que por lo que siguió no eran tales, en realidad casi estaba haciendo un autorretrato biográfico.

Temía que la mujer, a la que había enviado dinero para los billetes, le diera esquinazo. Llevaba todo el día esperando por ella y ya sólo quedaba por aterrizar un avión en el que pudiera venir. Contó que él había estado casado y tenía dos nietos, que su esposa había muerto y que a sus ochenta años, según su expresión, todavía le tiraba la bragueta. Yo callaba.

El hombre hablaba sin parar y sin mirarme la mayor parte del tiempo, parecía estar confesándose, y a medida que lo hacía fue creciendo en mí la sensación de que lo conocía, de algo muy familiar en él. Intenté situarlo mentalmente en un escenario menos brillante que el de un aeropuerto, pero no conseguí engarzarlo con alguna imagen propia que me diera una pista y, en definitiva, hay muchas personas que se parecen.

Contaba que llevaba dos años solo y que necesitaba una mujer, ¡Quién me lo iba a decir a mí!; y me encaró de nuevo, riendo. ¡Sí hombre!, continuó, Porque antes fui cura, ¡hasta cerca de los cuarenta años!, después colgué los hábitos. ¡Ya no aguantaba más!, añadió enfático como si acabara de confesar un sacrilegio.

Debió estar una media hora hablando, sólo al final llegué a asentir y a contestar con algún monosílabo. No podía apartar de la cabeza la idea de que a ese hombre lo había conocido antes, no medité lo suficiente en su anterior condición de mosén, pero creí reconocer incluso el olor de su aliento.

Se fue cuando anunciaron el vuelo que esperaba, y mientras se alejaba me pareció que hasta sus andares me resultaban familiares.

Late.   Riverside



El Prat del Llobregat,  agosto 2012

Al cuarto de hora empezaron a cruzar pasajeros del vuelo que el paisano esperaba, lo puedo asegurar porque el abuelo traía cogida del brazo a su cubanita, ¡y menuda cubanita, una bomba!. Cincuenta años más joven que el hombre, al que le sacaba la cabeza. Entre el culo y la espetera de la hembra iba el paisa como si llevara a una pantera negra cogida por una pata. Cuando pasaron a mi altura se giró para sonreír y guiñarme un ojo y, según se iban alejando, por cómo agarraba el remo de la morena, lo reconocí.

¡Increible!, fue lo que dije en voz alta, aunque seguía solo.

¡Don Jesús, el primer confesor que tuve en el internado!. Que lo era también de todos los atorrantes del colegio, porque era el único que no preguntaba, ¿Cuántas veces?, y le bastaba un  Pequé contra la pureza, a secas. Todavía conservaba su leve halitosis, ¡¿cómo no lo reconocí en ese momento!?

Era él, sin duda. ¿Me había reconocido él a mi?. Lo dudo, yo era un niño entonces. Cuantas veces me cogería así del brazo y lo vería cogiendo a otros compañeros del mismo modo, mientras nos confesaba paseando, porque era el más moderno de todos los curas de aquel antro. De hecho, después siempre me he preguntado qué pintaba allí ese hombre, donde abundaba más la pluma que el pelo, él, que era de los curas que se rascaba los cojones por encima de la sotana delante de todos, como un gesto casi reflejo, cuando la arremangaba para jugar al fútbol con nosotros.

Ramiro Rodríguez Prada


Late.   It's been a long time.


Salut!