martes, 1 de octubre de 2013

Ο Νικόλαος Τσέγκας, Nikólaos Tsekas -2


Nikolís y María en el  Kiriako (Domingo).


Τσέγκας -2


Buenos días. Seguimos con el pescador de Kissamos, Nikólaos Tsekas, músico por afición, pero de los grandes, que desapareció una noche aciaga de fourtuna, una tormenta que hundió su pequeño caique, el Kiriako. Ahí nació una leyenda, era el elemento trágico que faltaba en su vida para elevarlo a la categoría de mito.

Repetiré hoy un tema de Mundakis, éste interpretado por músicos más jóvenes y el último en solitario.

Κώστα Μουντάκη. Βασίλης Σκουλάς. Γεράσιμος Ανδρεάτος. Παντελής θαλασσινός. 
Título original: Αρμενάκι Τζέκα.   Στση Γραμπούσας τ' ακρωτήρι. 


Todos los que lo conocieron lo pintan como un paisano bueno, gracioso y bromista, sin dobleces, muy popular en la bahía de Kissamos y amigo de todos los músicos de la zona, los aficionados y los profesionales, como Κουτσουρέλης, Kutsurelis, Ναύτης, Návtis, Χάρχαλης, Járjalis...

Dicen los biógrafos que en las panayías, las fiestas, los músicos que actuaban y el público congregado lo reclamaban para que subiera al escenario e interpretara su repertorio, popular en toda la región.

Las generaciones siguientes, como el músico que escucharemos a continuación, han guardando sus canciones como un tesoro común, que en realidad trascendió la pequeña región donde vivió, para convertirse en uno de los símbolos de la libertad compositiva e interpretativa de los hombres sencillos de Creta, en ocasiones sin apenas letras, pero con un conocimiento de su cultura que los convierte en sabios.

¡El mejor violín de Kissamos!, asegura Hatzikos que subió el vídeo. Con sus colegas, en Kastelli Kissamos, Zodoris Polijronakis. Los syrtos de Tseka.
Yióryis Koutsurélis y Nikolís Tsékas.

Dicen también los enteraos, que se han perdido muchas de sus mantinadas, sus letrillas improvisadas y, lo que llama bastante la atención: que algunos profesionales copiaron y registraron como propias esas composiciones. ¡Y parecen señalar, entre estos últimos, al propio Kutsurelis!, que, si recordáis, fue el que puso el pleito a Mikis Zodorakis por un presunto plagio de su tema del sirtaki en Zorba el griego.

La siguiente canción es uno de esos casos, compuesta por Tsekas y registrada por Kutsurelis, si he comprendido bien. Lo que no parece discutir nadie es la paternidad de Nikolís, no sé si también Yioryis K. la admitía. Parece que la risa va por barrios. Cosas de la vida...

Por mi parte, aceptando la genialidad de Tsekas, del mismo modo que cuando hablé de ello exculpé a Mikis porque no creo que necesitara a Kutsurelis para ser quien ha sido en la música, disculpo ahora a Yioryis de su posible plagio. Aunque, ¡maldita la falta que le hace a ninguno de ellos que yo lo absuelva!

Νικολής ΤσέγκαςΓιώργης  Κουτσουρέλης. Τζιμάκης.  Συρτός της θάλασσας.


Había reunido una colección de imágenes, haciendo fotografías directamente de los vídeos de Tsékas en el ordenador, porque tenía pocas canciones y aún menos apuntes, y pensaba rellenar el capítulo inicialmente previsto con más imágenes que música o palabras. Pero resulta que al final de la primera entrega encontré alguna canción más y, con la aportación de estos intérpretes, volvía de nuevo a las andadas de entradas demasiado largas.

A Ross Daly supongo que muchos ya lo conocéis, también subí aquí temas suyos, creo que alguno en los capítulos dedicados a Creta en Archipiélagos. Es un músico irlandés, especialista en sonidos e instrumentos orientales, asiáticos y europeos, que se enamoró de Creta y hace 40 años que se instaló en la isla como un liraki más. Hasta inventó su propio modelo de lira. Sus colaboraciones con músicos tradicionales cretenses, y de todo el mundo, son incontables, con cerca de cuarenta discos personales en su haber.

Aquí rinde homenaje al bueno de Nikolís, como no podía ser de otro modo, siendo como es Daly un estudioso de los folclores, además de músico y cretense de adopción.

Ross Daly. Μιτσος Σταυρακάκης.  Σύρτος του Τζέγκα. El syrto de Tsegka.

http://www.youtube.com/watch?v=oxWXnKurPpY

El pescador Tsékas.

Y la grabación que sigue, es de un músico de la siguiente generación a Tsekas, Kostas Mundakis, a quien ya dedicamos su espacio en este apartado porque escuchamos antes su música que la de gran parte de los Protomastores. Con Nikos Xilouris y Jaralambos Garganurakis, fue en los años 70 y 80 de los músicos cretenses más conocidos.

Con esta canción, otra versión de la primera de hoy, termino. Hay muchas grabaciones, es de ésas que no fallan en un repertorio selecto de la música de Creta. Traduzco -a mi aire- la letra de la mantinada, que es un homenaje a Nikólaos Tsekas, triste como esos mirologia del Mani, "la palabra del destino", que describe Leigh Fermor en su libro, cantos fúnebres de recuerdo, de los que ya he hablado más de una vez.

Κώστα Μουντάκη.  Στση Γραμπούσας τ' ακρωτήρι. En el acantilado de Grabusa.


Όλα τα άρμενα αρμενίζουν 
με πανιά και με κουπιά 
μα του Τσέγκα το αρμενάκι
δεν ξαναγυρίζει πια...

Todos los barcos aparejados
con velas y con remos
pero el  barquito de Tseka
no volverá nunca más...

Salud y buena música.

Barbarómiros

lunes, 30 de septiembre de 2013

Los yogurinos


Acuarela, témpera. Cartulina. 1989.
Ramiro Rodriguez Prada.

La coleguilla


Todos trabajábamos el sábado por la mañana, pero nada más plegar agarré la cirila y fui a buscar a los dos colegas con los que pensaba pasar el fin de semana en el monte. Uno de ellos se había encargado de las provisiones y el otro de la bebida y el fumeque. El de la hierba traía con él a una nueva novia. Era el más ligón del grupo y cambiaba con frecuencia de pareja. No le duraban mucho, ¡Una estación es lo máximo!, decía él.

La chica resultó ser bastante tímida y apenas dijo cuatro palabras en las dos horas de viaje en el coche. Cuando lo dejamos en el lugar donde aparcábamos, ya llevábamos los tres una alegría moruna. La chavala dijo que no lo había probado nunca y no quiso acompañarnos en la rueda.
Subiendo a la campa donde montábamos las tiendas, me enteré de que mi amigo la había invitado con la intención de convencerla, auxiliado por los aromas montunos, de las bondades del sexo. Aunque la conocía del barrio y llevaba cuatro días con ella, no había podido ni darle un beso.

Íbamos sin prisas, parando cada dos por tres para añadir un poco de gasolina al combustible que ya habíamos ido quemando en la cirila. A mitad de camino ya estábamos los tres guapos guapos. La mata del colega era de lo mejor y la risa casi no nos dejaba progresar. La chica nos miraba como a tres merluzos y en una parada pidió un poco de aquello. El tronco me guiñó disimuladamente cuando ella cogió el canuto. Le dio un par de caladas y se lo devolvió.

¡Ten cuidado que es muy potente!, la puso en guardia él.

Estaríamos a una hora de la campera cuando ella, que ya había empezado a dar muestras de estar también afectada, en otra de nuestras paradinas siguió andando y dijo que nos esperaba arriba. El caso es que no conocía el camino y se iba a encontrar con tres o cuatro encrucijadas que la podían confundir y apartar de la ruta. Pero a ninguno se nos ocurrió llamarla y aleccionarla cuando la vimos desaparecer en lo alto del camino.

¡Andaba ligera, la jodía! No sé, tal vez pensamos que si dudaba en algún sitio nos esperaría. Pero cuando llegamos arriba una hora más tarde, con toda la cachaza, ya oscureciendo y un poco preocupados por si se hubiera podido perder, allí estaba la chavala preparando té, con un buen fuego de campamento y una provisión de agua de la cercana fuente.

Solíamos llevar bastante comida porque el monte nos despertaba el apetito y la verdura de fumar también ayudaba. Así que pusimos unos pinchos morunos en las brasas, unas chuletillas y unas lonchas gruesas de panceta fresca. Un buen Roncal que trajo el compa navarro nos acabó de rematar en lo culinario.
Después de dar cuenta de todo, con un buen riego del Empordà, entre risas y perfecta armonía, todos estábamos dispuestos a aceptar a la chica como a una coleguilla más.

Μαργαρίτης.  Το βοτάνι του διαβόλου. La hierba del diablo.

http://www.youtube.com/watch?v=zo71o7iXskw

Mientras hacíamos la queimada preceptiva, ella volvió a pedir en dos ocasiones una calada. Estaba tan contenta como nosotros, aunque indudablemente era una persona callada, pero al mismo tiempo se la veía muy activa y resuelta.
Sin embargo, nuestro colega no parecía avanzar mucho en sus intentos por atraerla a su saco, una vez que nos hubiéramos recogido en las tiendas, porque cada vez que hizo ademán de besarla o practicar el juego de las manitas, ella lo evitó o lo rechazó abiertamente.

Con la queimada el colocazo ya estaba llegando a su cénit, como la luna creciente que teníamos sobre nuestras cabezas. Fue la chica quien propuso dar un paseo. Conocíamos bastante bien todos los senderos que confluían en la campa, aunque la claridad de la luna no alcanzaba a iluminarlos del todo por la mucha vegetación que los rodeaba. Decidimos subir hasta unas praderías cercanas, a una media hora de camino.

Como suele ser habitual, yo fui quedándome rezagado, aunque subíamos alborotando, muy despacio, entre carcajadas y parando a fumar igual que por la tarde. Un rato antes de llegar, los colegas, con el arreón del último petardo, se adelantaron. La chica quedó conmigo y nada más perderlos de vista me agarró de la mano y me sacó fuera del camino.
Todo lo hizo ella, me dio un repaso sin contemplaciones, yo sólo le serví de juguete.

Me parecía que los otros se habían coscado de algo, porque tardamos mucho en aparecer y yo estaba pal arrastre. ¡Vaya con la modosita! Ella como si nada, seguía silenciosa aunque reidora, y siempre un poco tímida y distante.

Me metí en el saco ya a las cuatro o las cinco de la madruga, estaba literalmente muerto y me dormí de inmediato. Amanecía cuando desperté por el movimiento que había a mi lado. La chica montaba sobre el colega, que no debía de haber espantado el pedo del todo y bufaba como una chocolatera con cada culada de la guaja. Me hice el dormido.

Tardamos en levantarnos, y porque el sol nos echó de las tiendas. La coleguilla ya había despabilado el rescoldo de la hoguera y calentaba el agua para el té. Teníamos previstos unos chuletones descomunales para ese mediodía, que nos deberían servir de comida-merienda-cena, porque llegaríamos de noche y muy tarde a casa.
Echamos el resto de la mañana languideciendo, tumbados en esterillas sobre la hierba y en un momento en que la chavala no estaba, le preguntamos al amigo que qué tal la noche con ella.

¡Nada de nada!, contestó con gesto de fracaso y fastidio. Dijo que estaba muy cansada y que no le apetecía follar. ¡Joder, si lo sé traigo a una amiga suya que le mola más que a mí!

¡Qué zorros éramos! Callamos como afogaos, nunca llegó a saber la verdad de aquella noche, espero que no lea esto ahora. Claro que, el capricho le duró poco tiempo y enseguida cambió de novia. Aquel fue, en definitiva, uno de sus fracasos más sonados..., pero también de los menos publicados.

Ramiro   

The Muggs.  Gonna need my help.



Salud!

domingo, 29 de septiembre de 2013

Ο Νικόλαος Τσέγκας, Nikólaos Tsekas


Νικολής Ζερεφος,  Τσέγκας.

Τσέγκας


Buenos días. Voy a interrumpir brevemente con este capítulo dedicado a Tsekas, la relación de Protomastores, los primeros maestros, que aparecen en la antología homónima de la música tradicional cretense.
Hoy tocaría en realidad Yioryis Kalogridis, al que está dedicado el octavo CD. Será el siguiente capítulo de esta etiqueta, espero.

Νικολής Ζερεφος era el nombre de pila de Tsekas, el pescador del rey de los salmonetes de Kissamos. Pienso si sería aquel dorado y rojo salmonete el que se cobró la venganza años después... 

Νικόλαος Τσέγκας. Ακυκλοφορητη ηχογραφηση. Grabaciones inéditas.


Hay muy pocas grabaciones originales con la voz de Nikólaos, todas caseras y de muy mala calidad, porque no fue un cantante profesional al uso, sino un aficionado que ni siquiera sabía música, pero con el ritmo de su tierra metido en la sangre. Componía de oído para acompañarse cantando cuando pescaba, pues éste era su oficio.

Aún así el siguiente tema pasa por ser el más sofisticado y de difícil ejecución en la historia de la música cretense, según dicen los entendidos. Acompañado aquí por el laúd de Kutsurelis, éste es de los mejores registros suyos que se conservan.

Los Kakrapi de los que habla la canción son unos conocidos arrecifes sumergidos de Kissamos, el pueblo de Tsekas, que permanecen ocultos muy pocos metros bajo la superficie del agua, con el peligro que ello representa para los barcos.
Νικολής Τσέγκας. Γιώργος Κουτσουρέλης.  Κακράπης.

https://www.youtube.com/watch?v=HhSn_l1Mukw

El caso es que el pobre Nikos murió ahogado en ese mismo mar kissamiótiko en una tormenta terrible, mientras pescaba acompañado por su mujer, María, atrapado bajo el caique que les daba de comer, de nombre Κυριάκο, Domingo. María no consiguió sacarlo y se salvó nadando. Era el año 1966, Tsekas había nacido en 1900.

¡Cantaba pescando y al parecer en cualquier circunstancia!, aparejando el barco, reparando las redes,
bebiendo con la parea o en las fiestas del pueblo. Fue un tipo cachondo, juerguista, amigo de las tabernas y querido por todos.

La noche del naufragio, un 8 de diciembre, en la misma tormenta se hundió en Falkonera, cerca de Mylos, el transbordador Hiraklio, Ηράκλειο, que hacía la ruta de la capital cretense a El Pireo con doscientas ventiseis personas a bordo, de las que sólo sobrevivieron 27, fueron 199 los muertos.

Una jornada trágica en toda Europa, porque en el Mar del Norte se hundieron otros dos barcos, un pesquero holandés y un irlandés, y otro más frente a la costa noruega, todos con víctimas mortales, según recogía la prensa de la época.

Νικόλαος Τσέγκας.  Ομιλία και σύρτα. Charla y syrtos. 

https://www.youtube.com/watch?v=VnCA__Bc0u0

Tsekas y su esposa María en su kaïki,  Kiriako.

Ya me referí a Tsekas en el capítulo de Kutsurelis en Música cretense, y en Barbunya de Lo que se comió..., donde puse varias grabaciones del más conocido de sus temas y que ha merecido un buen número de versiones, repetiré hoy la de Kutsurelis con la voz de Nikos Xiluris.

Contaba allí que Nikólaos imitaba varios instrumentos tradicionales de cuerda con la boca, y silbando; μπουκόλυρα, le llaman a esa técnica los que escriben sobre él, bucólira, creo que no necesita traducción, sabiendo además que la lira es el instrumento central de la música de la isla.

Aunque había integrado la música cretense en su naturaleza como quizás nadie lo haya hecho, y nació en Gramvoussa, Kissamos, al oeste de Janiá, lo cierto es que su familia procedía de Laconia, en el Peloponeso.

Y voy a cortar aquí y hacer un segundo capítulo, negando el encabezamiento, porque me vuelvo a pasar de frenada con el tamaño de las entradas. Tenía poca cosa esta vez, pero al parecer aún sobraba.

Tsekas. Kutsurelis, Nikos Xilouris. Μπαρμπούνι μου. Barbuni mou. Mi salmonete.

http://www.youtube.com/watch?v=sRSwYjCzjrg

Υγεία, Salud y buena música.

Barbarómiros

viernes, 27 de septiembre de 2013

Ο Παύλος Μάτεσις, Pablo Mátesis -2


Ο Παύλος Μάτεσις.  Fotografía de S. Kadinópulos.
Solapa de la cubierta de la edición griega.

Ο Παύλος Μάτεσις -2

Memorias de una hija de perra -2
Η Μητέρα του Σκύλου 


"Con la llamada Liberación, mucha gente encontró trabajo gracias a las minas. Los grandes terratenientes pagaban para que les limpiasen sus tierras [...] de toda clase de chismes explosivos [...] Y no te haces idea de la cantidad de gente pobre que se ganaba el pan a base de desenterrar minas. Mira por dónde, los alemanes acabaron por servirnos de algo. No tuvimos víctimas que lamentar, tan sólo alguna que otra mano o un  pie, que fueron arrancados de cuajo." Pág. 131.

"La veo que se mete en el campo de minas, de vez en cuando daba unos saltitos como los de Imperio Argentina cuando cantaba Antonio Vargas Heredia en la pantalla, esto antes de la guerra." Pág 110.

Imperio Argentina. Carmen la de Triana.  Antonio Vargas Heredia.

http://www.youtube.com/watch?v=lIWIcWwfFB4

Imposible no enamorarse de ese personaje en el límite de la inteligencia, asombrado, directo, infantil y delirante, tanto que al final se tiene la impresión de que todo ha sido un sueño dramático, tragicómico, un monólogo de psiquiátrico, ¿es Raraú/Rubí quien dice ser y, desde dónde nos lo cuenta?  En la página 9 nos enteramos de que tiene 63 años, pero...

No importa, sabemos que está en su isla, o en su pueblo, la acción, los tiempos y escenarios van y vienen, y en la capital, que junto a su madre llegó con la segunda gran oleada de refugiados después de aquella primera de la Catástrofe de Asia Menor, que los alrededores de Atenas donde viven son un mar de chabolas con todas las miserias imaginables, el último refugio de miles de desplazados por la segunda guerra mundial, la única esperanza para no morir de hambre. Ta périx, Los arrabales del rebétiko, mucho dolor en este relato enternecedor y un corazón puro y enorme latiendo en él.

"-Chica, me dice mientras me acompañaba hacia la puerta, tú tienes talento para ser puta". Pág. 209.

El absurdo, el humor, y la violencia o la crueldad, en Mátesis, al igual que su dulce personaje, Raraú, cómico de la legua y autor de teatro, Premio Nacional en el 69, antes que novelista, tiene más sentido aún sabiendo que tradujo a Ionesco, Brecht, Lorca, Artaud o Aristófanes, entre otros muchos. Dominaba varios idiomas, también el castellano.
La novela parece incluso una obra de teatro. Pero es que casi no necesitaría ayuda de sus maestros tratándose de una sociedad como la que describe, de la guerra, la ocupación y la posguerra, destrozada, embrutecida, hambrienta, colapsada moral y físicamente, vista a través de los ojos inocentes y alucinados de una víctima "colateral". Y lo hace con maestría.

Π. Μάτεσις. Σ. Ξαρχάκος. Ν. Ξυλούλης.  Τη σπαθα σήκωσε και παλι


Y llegado a este punto de las influencias, leo entre la selección de citas periodísticas de la contracubierta, una que Lucile Farnoux escribe en Le Monde. Dice entre otras cosas: "Mátesis domina el arte de suscitar imágenes y a veces pensamos en el Fellini de Amarcord. El novelista tiene en común con el cineasta el gusto por el detalle pintoresco y provocador, por lo incongruente, por lo chocante."
Más arriba también Sacha Marounian, en La Quinzaine Litteráire, escribe que Mátesis nos conduce, "entre lo cómico y el melodrama, con una facundia y virtuosismo casi fellinianos"..., ¡pero qué manía les ha entrado a estos franceses con don Federico!

No negaré que pueda haber imágenes fellinianas, cada uno es muy capaz, o dueño, de ver lo que buenamente quiera, pero para mí si hay un cine y un cineasta a quien Mátesis rinde homenaje en su novela ése es el cine español de los años treinta y cuarenta, y ese autor es Luis Buñuel.
La sociedad que describe Mátesis tiene mucho más que ver con la época y los escenarios de nuestro cine que con los de Fellini, y creo que la cita de Pavlos a la película de Imperio Argentina no es un detalle baladí.
De acuerdo con todos esos adjetivos que le dedica Farnoux, que mejor aún se podrían aplicar al genial director aragonés. Pintoresco no es el calificativo que yo le endosaría a don Luis, pero ¿provocador, incongruente, chocante?... Y lo mismo diría de los sustantivos de Marounian.

Pero es que además una de las escenas más duras de la historia calca, y lo digo así porque apenas se molesta en disfrazarla, se trata de una referencia culta de un amante de la escena, el teatro, el cine, calca, digo, otra secuencia, también durísima, de la película de 1950, del ciclo mexicano de Buñuel, Los olvidados: Aquella en la que los golfillos echan por una cuesta abajo la carrucha con el demediado, que si la memoria no me falla era otro cabrón hijoputa como el de Mátesis, que se aprovechaba de la miseria generalizada. Al César lo que es del César...

Imperio Argentina.  Los piconeros.

http://www.youtube.com/watch?v=QsFpeQZCEps


Cubierta de la edición griega.
 Ilustración de un pintor popular griego (desconocido?)

Mátesis, que en realidad se apellidaba Papangelópoulos, nació en el Peloponeso en 1933. Murió en enero de este 2013 en Atenas.

La novela, publicada en Grecia en 1990, va por la edición nº 50, ha vendido más de 100.000 copias y ha sido traducida a varios idiomas.
Vuelvo a recordar que en España la editó Seix-Barral en el 94, traducida por Cristina Serna.

Hay otra novelita corta de Mátesis publicada aquí que también hemos leído, pero de la que me faltan los apuntes, como de los primeros libros de Ritsos. Es la historia de dos pillos alucinados que van de pueblo en pueblo haciendo milagros y que terminan creyéndoselo. Hay hasta estigmas y todo. A mí me recordaba algo La guerra del fin del mundo, de Vargas Llosa, pero también un poco la peripecia de la Papisa Juana en la novela de su compatriota Roïdis.

Π. Μάτεσις. Σ. Ξαρχάκος. Ν. Ξυλούλης.   Διόνυσε Καλοκαίρι μας. 


Dramaturgo, traductor, novelista, y además violinista de carrera y autor de letras de canciones, como por ejemplo las tres de hoy y otra del primer capítulo, todas ellas musicadas por Stavros Xarjakos y cantadas por Nikos Xiluris.

He dejado para el final tal vez las dos más conocidas. Especialmente el PulimeniDiónise kalokeri mas es de un LP de Xarjakos del 72, con los coroneles todavía en el poder y daba también título al disco, el resto son de I simfonía tis giantas, del 76. Todas muy combativas.

Y por fin quiero matizar un poco las opiniones que he vertido aquí, puesto que hace 19 años que leí el libro y aunque me dejó huella, le he ojeado un poco ahora y pienso lo mismo, es mucho tiempo para fiarse casi exclusivamente de los apuntes de entóncenes. Es una de las novelas de la literatura griega contemporánea que más me han gustado, con Tierras de sangre, de Didó Sotiriu, Tierras de Eolia de Ilias Vénesis, o La tercera boda, de Kostas Taksis, todas ellas traducidas. Creo que con eso está dicho todo.

Π. Μάτεσις. Σ. Ξαρχάκος. Ν. Ξυλούλης.   Πουλημένοι.


Salud

¡Qué sabes tú cómo se quiere en Sevilla!...

Ramiro Rodríguez Prada

jueves, 26 de septiembre de 2013

Escenas griegas -4. Magisterio


María charla con Spiros, descalza en la terraza.
Ayi Apostoli, Evia. Elada, verano 2012.

Spiros y María


Buenos días. Esta es una de las escenas más bonitas que se pueden contemplar en el bar de Stavrula y Spiros. Si tuviera que elegir una imagen de ese verano de 2012, como en el 2011 escogí el corazón que me pintó en la libreta otra niña, Antigoni, este año tal vez me decidiera por una de las de hoy, de María charlando y recibiendo una de las primeras lecciones de pinche de cocina por parte de Spiros.

Tienen delante dos baldes, en uno están las patatas ya peladas y en el otro van echando las que corta con esa máquina manual. Es una labor que en ocasiones se repite por la tarde, serán las patatas fritas de la comida o la cena. Esta vez le ayudé yo a pelar y Spiros me invitó a comer con él, mano a mano, unos peces del día que nos preparó Stavrula.

Es un niñón Spiros y a ellos también les llama la atención este hombre bueno y tranquilo, que repara una red, riega el camino, da de comer a los pájaros, monda patatas, limpia sarganas, prepara y cocina los sublakis..., en la propia terraza, a la vista de todos, y los niños sólo quieren espectáculo.
A veces se juntan tres o cuatro guajes con las cabecitas bien juntas, observando con esa atención concentrada de los chavales cuando algo les llama la atención, desde la puerta del rincón donde Spiros atempera las brasas para asar la carne a la parrilla. Spiros los mira y se ríe.

Los niños, de ambos sexos, y los gatines, fueron los mejores espectáculos diarios de la terraza.

Las niñas están menos consentidas y mejor educadas que los niños. A ellos, en general, se les consiente casi todo. Estamos hablando de una sociedad mediterránea, machista como la nuestra, pero yo tengo la sensación de que, más que en otros países sureños, en Grecia los aspirantes a machito son los reyes del mambo. Releo esta última frase y la mantengo, es sinceramente mi impresión. Admitiendo las excepciones que hagan falta.

Me decía el mi Dimitraki lo que se quiere a los niños en Grecia, y cómo el maltrato o el simple castigo corporal es raro allí. Estoy de acuerdo, lo he visto y me parece muy bien. Pero ahora hablo de una permisividad mayor con los niños que con las niñas, que desde luego no los beneficia por muy discriminatoria que sea a su favor. Mala es la diferencia pero que el capricho dirija la educación tampoco se queda atrás.

Guajes insoportables, por otra parte, los hay en todos los países, lo mismo que padres que pasan de todo, y diferencias de género otro tanto, así que no cargaré más las tintas con el asunto. Todos debemos aprender. Siempre somos más responsables -o irresponsables- los padres que los críos.

Μουφλουζέλης.   Εγώ δεν έχω βγάλει το σχολείο. 



Desde la taberna de Stavrula y Spiros. Con María, preparando las patatas.
Un pescador del pueblo, que conozco, pasa por el camino frente a la playa.

Todo el Mediterráneo es mirón, salidor, noctámbulo y amigo de los bares, pero el más volcado a la calle de los que conozco es sin duda Grecia. Y digo volcado, no el más consumista, callejero o juerguista. Me refiero a un detalle que no pasará desapercibido para quien visite el país: las sillas de las terrazas de las tabernas y restaurantes, εστιατόρια, están siempre vueltas a la calle.
En una mesa cuadrada los asientos no miran a la mesa, ponen dos sillas a ambos lados, una detrás de otra, mirando a la calle. Éste es el espectáculo a contemplar, la gente que desfila delante del bar. Si además, como en el caso de la taberna de Stavrula y Spiros, tienen enfrente la playa y el mar, la razón de la costumbre es triple y se comprende fácilmente.

Al hablar del trato que se les da a los niños, recordé un contraejemplo gracioso, que se puede dar en cualquier lugar del mundo.
Un año íbamos en bici a la playa, a unos tres kilómetros del pueblín donde vivíamos. Es una playa enorme que ocupa los seis kilómetros aproximados que tiene la bahía, un golfo muy abierto, kolpos, que mira a Turquía. En realidad la playa y la gran rasa que hay detrás es una zona de dunas, con algunas manchas de pinares donde se hacía camping salvaje. Lo peor era que había gente que metía los coches en la playa, ¡y hasta algún camioneto, con todo el aparataje de mesas, sillas, tumbonas..., y lo necesario para cocinar a la brasa unos sublakis allí mismo.

Aparte de eso, la playa era lo bastante grande como para poder alejarse un poco del mayor bullicio, unos quinientos metros donde se concentraba la mayoría del personal. Nunca muchas más de doscientas personas. Las familias de los pueblos de los alrededores, incluido el pope con la suya, solían preferir los márgenes y allá nos íbamos también nosotros. Era gente sencilla, casi siempre mujeres con hijos o nietos, el pope era de los pocos hombres bañándose, imagino que el resto curraba. Se ponía en bañador un momento, se metía en el agua y al salir enseguida se ponía una sotana azul azulete, totalmente descolorida, con la que paseaba muy ufano por aquella parte de la playa. Bañar se bañaba, pero el sol apenas lo veía. A lo que iba...

Coincidimos varios días con una abuela que llevaba a sus cuatro nietos, de entre 7 y once años. Algunos no parecían llevarse ni los nueve meses preceptivos o habituales, tan iguales eran. Y malos, ¡pero malos malos!, bueno, como son algunos guajes, malos entre ellos sobre todo. ¡Badre vía qué rapaces! Era un dolor ver a la pobre abuela aguantando aquella batalla continua y aquel griterío. Claro que ella de vez en cuando les lanzaba también alguna voz subida de tono y cuando se le acercaba algún despistado, le soltaba un mosquilón, para compensar que no le hacían ni caso.

Pero daba igual, no podía con ellos. El que parecía más pequeño era el que más las llevaba, de los otros tres; pero estaba aprendiendo muy rápido y aprovechaba los despistes de sus hermanos para atacarlos con todo a traición. Es que se curraban por todo y con todo, cuando jugaban en la arena, con varias palas, rastrillos y cubos, y en el agua a tortazos, puñetazos o lo que pintara.
El objeto de la mayor disputa era una tabla de plástico rígido cuando se bañaban, y en la arena una regadera del mismo material, demasiado grande para ser un juguete de playa. El mayor solía monopolizar más tiempo cada objeto cuando se lo proponía, a golpes. Pero no le duraba mucho la satisfacción, porque los otros tres se aliaban y,  rodeándolo, lo mazaban a hostias. Alguno de ellos acababa escapando con el juguete en cuestión. Y todo entre un vocerío y una histeria acojonantes.

A la hora de comer discutían por los bocadillos que la abuela les iba pasando, ¡que si ése era el mío, que si dame un mordisco del tuyo!..., hasta que terminaron por tirar uno de ellos al suelo. Los dos que disputaban, tuvieron que compartir el que quedó por decisión salomónica de la abuela, que estaba ya hasta el moño, con el pope a pocos metros, y su familia de dos rapaces mirando la escena despavoridos, ¡con una pinta de acojonados, los prubinos, que pa qué!..., espejo en negativo de los otros peines.

María, atenta a las explicaciones de Spiros.
Santos Apóstoles. Eubea. Grecia, agosto 2012.

María es un encanto de cría y no tiene nada que ver con aquellos monstruos cuellicortos, como llamaba Liz Taylor a los niños en  La gata sobre el tejado de zinc. Hace buenas migas con Spiros que le da explicaciones de cómo funciona la máquina de cortar patatas, mientras ella le cuenta lo bien que lo pasa en la playa. Tienen una conversación serena y rejada que apenas puedo seguir desde donde les hago las fotografías: ¡sentado en una de esas sillas que miran al camino!

La historia de la abuela y sus nietos, como demonios, se repetía cada vez que los veíamos. Uno de los días, después de una bronca fenomenal por la regadera entre los dos mayores, que acabaron en el agua, la abuela se levantó y se acercó a la orilla del mar para llamar a gritos al mayor, que se había hecho finalmente con el juguete después de morder al que se lo disputaba, mientras el otro lo tenía agarrado por los pelos. El guaje tardó en obedecer, la abuela reclamaba la regadera en castigo por el modo en que se la había arrebatado al hermano.

El rapaz llegó nadando con la ola, alargando la regadera para no tener que acercarse a la mujer, pero calculó mal la fuerza del agua y se fue encima de la abuela. La paisana le echo mano y, sin contemplaciones, empezó a darle morterazos en la cabeza con la regadera, pero con todas las fuerzas de que parecía capaz. El otro se cubría con los brazos y sonaban los golpes en la mollera del pillo, ¡Tronk!, ¡Tronk!, como campanadas sordas.
¡Ay, ay!, se quejaba el guaje, y la abuela seguía atizándole regaderazos, mientras lo reprendía también de palabra. Le metió unos diez o doce cañonazos y lo soltó. A los dos minutos ya estaban otra vez enzarzados, uno con la pala y el otro con el rastrillo, ¡pa acabar con el juicio de dios!

Y la última canción para María, que es un cielo de niña. 

Σ. Μάλαμας. Socratis Málamas.   Πριγκηπέσα.  Princesa.

http://www.youtube.com/watch?v=_9qvimjTG_0

Υγεία, Salud para todos!

Μπαρμπαρόμηρος,  Barbarómiros.