miércoles, 2 de octubre de 2013

82


Dúos. 



Salí a tirar la basura



sin quitar el mandil que utilicé para hacer la cena. Estaba ridículo hasta decir basta, porque había puesto uno de mi compañera que ni siquiera ella usa apenas, ¡es horrible! No encontré el mío habitual y no soy muy presumido. Pero es que hay niveles, yo también tengo mi pequeño corazoncito de narciso, y una cosa es ser el hazmereír de los de casa y otra servir de pelele a un grupo de atorrantes, que fue lo que me sucedió. No me di cuenta de que lo llevaba encima hasta que me tropecé con ellos en la escalera que desciende hasta la calle. Eran cinco gamberretes de unos 18 ó 20 tacos, con un pedo curiosín, haciendo un minibotellón y fumándose unos porros. No tengo nada contra lo uno ni contra lo otro, pero no me gusta que me vacilen de mala manera. Sólo dije buenas noches. Ya tuve problemas para cruzar entre ellos y bajar a la acera, uno me tironeó del mandil y otro dijo, entre una risotada general, algo así como ¡Quita eso de ahí, cerdo, que apesta!, refiriéndose a las bolsas y dando un manotazo a la que tenía más cerca. Mientras iba hasta los cubos y las dejaba, pensaba que a la vuelta se repetirían los problemas, no había respondido y estarían envalentonados. En efecto. Al llegar a la escalera se habían puesto de pie y se reían señalando mi aspecto y cerrándome el paso. La verdad es que hasta a mí me daba la risa viendo la pinta que tenía. Pero lo suyo no era un disfrute sano, consistía en divertirse humillando al prójimo. Me dejé hacer con muchísima paciencia permitiendo que me empujaran, que tiraran del mandil de un lado y de otro, y sólo cuando uno quiso, y logró, tocarme la barba, le dije en voz baja y sin excesiva violencia, ¡La barba no!... . Me daba cuenta de que si los tomaba muy en serio la cosa terminaría mal y el peor parado sería yo. Quiso la casualidad que pasaran dos personas por la calle y aproveché para escabullirme cuando dudaron de seguir con el acoso. Entré en casa con una mala hostia que me llevaba dios, pero ya tenía la respuesta justa en la cabeza. Amigo como soy de los disfraces guardo uno de policía, no sé de qué país, pero que da el pego, y de noche más. Me vestí en un pispás, agarré la cartuchera con la pistolina de juguete, porque tiene de todo, hasta tolete, ¡aunque es de plástico hueco y ligero!, y salí a la calle. Seguían sentados en la escalera descojonándose. En un primer momento debieron pensar que alucinaban, abrían unos ojos como tarteras. No se lo podían creer. Los puse a los cinco contra la pared y en un minuto se les había pasado todo el vacilón. Pedí los carnets de identidad, les hice vaciar los bolsos, y los tuve allí ocho o diez minutos. Les devolví los documentos y dije, con toda la gravedad de que fui capaz, que ya recibirían en sus respectivos domicilios una notificación del Juzgado. Se fueron con paso ligero y las cabezas gachas, sin el costo. ¡Los jodíos chavales fumaban un chocolate mejor que el mío!



Ilegales.  Yo soy quien espía los juegos de los niños.





Salud y felices pesadillas 



ra


martes, 1 de octubre de 2013

Ο Νικόλαος Τσέγκας, Nikólaos Tsekas -2


Nikolís y María en el  Kiriako (Domingo).


Τσέγκας -2


Buenos días. Seguimos con el pescador de Kissamos, Nikólaos Tsekas, músico por afición, pero de los grandes, que desapareció una noche aciaga de fourtuna, una tormenta que hundió su pequeño caique, el Kiriako. Ahí nació una leyenda, era el elemento trágico que faltaba en su vida para elevarlo a la categoría de mito.

Repetiré hoy un tema de Mundakis, éste interpretado por músicos más jóvenes y el último en solitario.

Κώστα Μουντάκη. Βασίλης Σκουλάς. Γεράσιμος Ανδρεάτος. Παντελής θαλασσινός. 
Título original: Αρμενάκι Τζέκα.   Στση Γραμπούσας τ' ακρωτήρι. 


Todos los que lo conocieron lo pintan como un paisano bueno, gracioso y bromista, sin dobleces, muy popular en la bahía de Kissamos y amigo de todos los músicos de la zona, los aficionados y los profesionales, como Κουτσουρέλης, Kutsurelis, Ναύτης, Návtis, Χάρχαλης, Járjalis...

Dicen los biógrafos que en las panayías, las fiestas, los músicos que actuaban y el público congregado lo reclamaban para que subiera al escenario e interpretara su repertorio, popular en toda la región.

Las generaciones siguientes, como el músico que escucharemos a continuación, han guardando sus canciones como un tesoro común, que en realidad trascendió la pequeña región donde vivió, para convertirse en uno de los símbolos de la libertad compositiva e interpretativa de los hombres sencillos de Creta, en ocasiones sin apenas letras, pero con un conocimiento de su cultura que los convierte en sabios.

¡El mejor violín de Kissamos!, asegura Hatzikos que subió el vídeo. Con sus colegas, en Kastelli Kissamos, Zodoris Polijronakis. Los syrtos de Tseka.
Yióryis Koutsurélis y Nikolís Tsékas.

Dicen también los enteraos, que se han perdido muchas de sus mantinadas, sus letrillas improvisadas y, lo que llama bastante la atención: que algunos profesionales copiaron y registraron como propias esas composiciones. ¡Y parecen señalar, entre estos últimos, al propio Kutsurelis!, que, si recordáis, fue el que puso el pleito a Mikis Zodorakis por un presunto plagio de su tema del sirtaki en Zorba el griego.

La siguiente canción es uno de esos casos, compuesta por Tsekas y registrada por Kutsurelis, si he comprendido bien. Lo que no parece discutir nadie es la paternidad de Nikolís, no sé si también Yioryis K. la admitía. Parece que la risa va por barrios. Cosas de la vida...

Por mi parte, aceptando la genialidad de Tsekas, del mismo modo que cuando hablé de ello exculpé a Mikis porque no creo que necesitara a Kutsurelis para ser quien ha sido en la música, disculpo ahora a Yioryis de su posible plagio. Aunque, ¡maldita la falta que le hace a ninguno de ellos que yo lo absuelva!

Νικολής ΤσέγκαςΓιώργης  Κουτσουρέλης. Τζιμάκης.  Συρτός της θάλασσας.


Había reunido una colección de imágenes, haciendo fotografías directamente de los vídeos de Tsékas en el ordenador, porque tenía pocas canciones y aún menos apuntes, y pensaba rellenar el capítulo inicialmente previsto con más imágenes que música o palabras. Pero resulta que al final de la primera entrega encontré alguna canción más y, con la aportación de estos intérpretes, volvía de nuevo a las andadas de entradas demasiado largas.

A Ross Daly supongo que muchos ya lo conocéis, también subí aquí temas suyos, creo que alguno en los capítulos dedicados a Creta en Archipiélagos. Es un músico irlandés, especialista en sonidos e instrumentos orientales, asiáticos y europeos, que se enamoró de Creta y hace 40 años que se instaló en la isla como un liraki más. Hasta inventó su propio modelo de lira. Sus colaboraciones con músicos tradicionales cretenses, y de todo el mundo, son incontables, con cerca de cuarenta discos personales en su haber.

Aquí rinde homenaje al bueno de Nikolís, como no podía ser de otro modo, siendo como es Daly un estudioso de los folclores, además de músico y cretense de adopción.

Ross Daly. Μιτσος Σταυρακάκης.  Σύρτος του Τζέγκα. El syrto de Tsegka.

http://www.youtube.com/watch?v=oxWXnKurPpY

El pescador Tsékas.

Y la grabación que sigue, es de un músico de la siguiente generación a Tsekas, Kostas Mundakis, a quien ya dedicamos su espacio en este apartado porque escuchamos antes su música que la de gran parte de los Protomastores. Con Nikos Xilouris y Jaralambos Garganurakis, fue en los años 70 y 80 de los músicos cretenses más conocidos.

Con esta canción, otra versión de la primera de hoy, termino. Hay muchas grabaciones, es de ésas que no fallan en un repertorio selecto de la música de Creta. Traduzco -a mi aire- la letra de la mantinada, que es un homenaje a Nikólaos Tsekas, triste como esos mirologia del Mani, "la palabra del destino", que describe Leigh Fermor en su libro, cantos fúnebres de recuerdo, de los que ya he hablado más de una vez.

Κώστα Μουντάκη.  Στση Γραμπούσας τ' ακρωτήρι. En el acantilado de Grabusa.


Όλα τα άρμενα αρμενίζουν 
με πανιά και με κουπιά 
μα του Τσέγκα το αρμενάκι
δεν ξαναγυρίζει πια...

Todos los barcos aparejados
con velas y con remos
pero el  barquito de Tseka
no volverá nunca más...

Salud y buena música.

Barbarómiros

lunes, 30 de septiembre de 2013

Los yogurinos


Acuarela, témpera. Cartulina. 1989.
Ramiro Rodriguez Prada.

La coleguilla


Todos trabajábamos el sábado por la mañana, pero nada más plegar agarré la cirila y fui a buscar a los dos colegas con los que pensaba pasar el fin de semana en el monte. Uno de ellos se había encargado de las provisiones y el otro de la bebida y el fumeque. El de la hierba traía con él a una nueva novia. Era el más ligón del grupo y cambiaba con frecuencia de pareja. No le duraban mucho, ¡Una estación es lo máximo!, decía él.

La chica resultó ser bastante tímida y apenas dijo cuatro palabras en las dos horas de viaje en el coche. Cuando lo dejamos en el lugar donde aparcábamos, ya llevábamos los tres una alegría moruna. La chavala dijo que no lo había probado nunca y no quiso acompañarnos en la rueda.
Subiendo a la campa donde montábamos las tiendas, me enteré de que mi amigo la había invitado con la intención de convencerla, auxiliado por los aromas montunos, de las bondades del sexo. Aunque la conocía del barrio y llevaba cuatro días con ella, no había podido ni darle un beso.

Íbamos sin prisas, parando cada dos por tres para añadir un poco de gasolina al combustible que ya habíamos ido quemando en la cirila. A mitad de camino ya estábamos los tres guapos guapos. La mata del colega era de lo mejor y la risa casi no nos dejaba progresar. La chica nos miraba como a tres merluzos y en una parada pidió un poco de aquello. El tronco me guiñó disimuladamente cuando ella cogió el canuto. Le dio un par de caladas y se lo devolvió.

¡Ten cuidado que es muy potente!, la puso en guardia él.

Estaríamos a una hora de la campera cuando ella, que ya había empezado a dar muestras de estar también afectada, en otra de nuestras paradinas siguió andando y dijo que nos esperaba arriba. El caso es que no conocía el camino y se iba a encontrar con tres o cuatro encrucijadas que la podían confundir y apartar de la ruta. Pero a ninguno se nos ocurrió llamarla y aleccionarla cuando la vimos desaparecer en lo alto del camino.

¡Andaba ligera, la jodía! No sé, tal vez pensamos que si dudaba en algún sitio nos esperaría. Pero cuando llegamos arriba una hora más tarde, con toda la cachaza, ya oscureciendo y un poco preocupados por si se hubiera podido perder, allí estaba la chavala preparando té, con un buen fuego de campamento y una provisión de agua de la cercana fuente.

Solíamos llevar bastante comida porque el monte nos despertaba el apetito y la verdura de fumar también ayudaba. Así que pusimos unos pinchos morunos en las brasas, unas chuletillas y unas lonchas gruesas de panceta fresca. Un buen Roncal que trajo el compa navarro nos acabó de rematar en lo culinario.
Después de dar cuenta de todo, con un buen riego del Empordà, entre risas y perfecta armonía, todos estábamos dispuestos a aceptar a la chica como a una coleguilla más.

Μαργαρίτης.  Το βοτάνι του διαβόλου. La hierba del diablo.

http://www.youtube.com/watch?v=zo71o7iXskw

Mientras hacíamos la queimada preceptiva, ella volvió a pedir en dos ocasiones una calada. Estaba tan contenta como nosotros, aunque indudablemente era una persona callada, pero al mismo tiempo se la veía muy activa y resuelta.
Sin embargo, nuestro colega no parecía avanzar mucho en sus intentos por atraerla a su saco, una vez que nos hubiéramos recogido en las tiendas, porque cada vez que hizo ademán de besarla o practicar el juego de las manitas, ella lo evitó o lo rechazó abiertamente.

Con la queimada el colocazo ya estaba llegando a su cénit, como la luna creciente que teníamos sobre nuestras cabezas. Fue la chica quien propuso dar un paseo. Conocíamos bastante bien todos los senderos que confluían en la campa, aunque la claridad de la luna no alcanzaba a iluminarlos del todo por la mucha vegetación que los rodeaba. Decidimos subir hasta unas praderías cercanas, a una media hora de camino.

Como suele ser habitual, yo fui quedándome rezagado, aunque subíamos alborotando, muy despacio, entre carcajadas y parando a fumar igual que por la tarde. Un rato antes de llegar, los colegas, con el arreón del último petardo, se adelantaron. La chica quedó conmigo y nada más perderlos de vista me agarró de la mano y me sacó fuera del camino.
Todo lo hizo ella, me dio un repaso sin contemplaciones, yo sólo le serví de juguete.

Me parecía que los otros se habían coscado de algo, porque tardamos mucho en aparecer y yo estaba pal arrastre. ¡Vaya con la modosita! Ella como si nada, seguía silenciosa aunque reidora, y siempre un poco tímida y distante.

Me metí en el saco ya a las cuatro o las cinco de la madruga, estaba literalmente muerto y me dormí de inmediato. Amanecía cuando desperté por el movimiento que había a mi lado. La chica montaba sobre el colega, que no debía de haber espantado el pedo del todo y bufaba como una chocolatera con cada culada de la guaja. Me hice el dormido.

Tardamos en levantarnos, y porque el sol nos echó de las tiendas. La coleguilla ya había despabilado el rescoldo de la hoguera y calentaba el agua para el té. Teníamos previstos unos chuletones descomunales para ese mediodía, que nos deberían servir de comida-merienda-cena, porque llegaríamos de noche y muy tarde a casa.
Echamos el resto de la mañana languideciendo, tumbados en esterillas sobre la hierba y en un momento en que la chavala no estaba, le preguntamos al amigo que qué tal la noche con ella.

¡Nada de nada!, contestó con gesto de fracaso y fastidio. Dijo que estaba muy cansada y que no le apetecía follar. ¡Joder, si lo sé traigo a una amiga suya que le mola más que a mí!

¡Qué zorros éramos! Callamos como afogaos, nunca llegó a saber la verdad de aquella noche, espero que no lea esto ahora. Claro que, el capricho le duró poco tiempo y enseguida cambió de novia. Aquel fue, en definitiva, uno de sus fracasos más sonados..., pero también de los menos publicados.

Ramiro   

The Muggs.  Gonna need my help.



Salud!

domingo, 29 de septiembre de 2013

Ο Νικόλαος Τσέγκας, Nikólaos Tsekas


Νικολής Ζερεφος,  Τσέγκας.

Τσέγκας


Buenos días. Voy a interrumpir brevemente con este capítulo dedicado a Tsekas, la relación de Protomastores, los primeros maestros, que aparecen en la antología homónima de la música tradicional cretense.
Hoy tocaría en realidad Yioryis Kalogridis, al que está dedicado el octavo CD. Será el siguiente capítulo de esta etiqueta, espero.

Νικολής Ζερεφος era el nombre de pila de Tsekas, el pescador del rey de los salmonetes de Kissamos. Pienso si sería aquel dorado y rojo salmonete el que se cobró la venganza años después... 

Νικόλαος Τσέγκας. Ακυκλοφορητη ηχογραφηση. Grabaciones inéditas.


Hay muy pocas grabaciones originales con la voz de Nikólaos, todas caseras y de muy mala calidad, porque no fue un cantante profesional al uso, sino un aficionado que ni siquiera sabía música, pero con el ritmo de su tierra metido en la sangre. Componía de oído para acompañarse cantando cuando pescaba, pues éste era su oficio.

Aún así el siguiente tema pasa por ser el más sofisticado y de difícil ejecución en la historia de la música cretense, según dicen los entendidos. Acompañado aquí por el laúd de Kutsurelis, éste es de los mejores registros suyos que se conservan.

Los Kakrapi de los que habla la canción son unos conocidos arrecifes sumergidos de Kissamos, el pueblo de Tsekas, que permanecen ocultos muy pocos metros bajo la superficie del agua, con el peligro que ello representa para los barcos.
Νικολής Τσέγκας. Γιώργος Κουτσουρέλης.  Κακράπης.

https://www.youtube.com/watch?v=HhSn_l1Mukw

El caso es que el pobre Nikos murió ahogado en ese mismo mar kissamiótiko en una tormenta terrible, mientras pescaba acompañado por su mujer, María, atrapado bajo el caique que les daba de comer, de nombre Κυριάκο, Domingo. María no consiguió sacarlo y se salvó nadando. Era el año 1966, Tsekas había nacido en 1900.

¡Cantaba pescando y al parecer en cualquier circunstancia!, aparejando el barco, reparando las redes,
bebiendo con la parea o en las fiestas del pueblo. Fue un tipo cachondo, juerguista, amigo de las tabernas y querido por todos.

La noche del naufragio, un 8 de diciembre, en la misma tormenta se hundió en Falkonera, cerca de Mylos, el transbordador Hiraklio, Ηράκλειο, que hacía la ruta de la capital cretense a El Pireo con doscientas ventiseis personas a bordo, de las que sólo sobrevivieron 27, fueron 199 los muertos.

Una jornada trágica en toda Europa, porque en el Mar del Norte se hundieron otros dos barcos, un pesquero holandés y un irlandés, y otro más frente a la costa noruega, todos con víctimas mortales, según recogía la prensa de la época.

Νικόλαος Τσέγκας.  Ομιλία και σύρτα. Charla y syrtos. 

https://www.youtube.com/watch?v=VnCA__Bc0u0

Tsekas y su esposa María en su kaïki,  Kiriako.

Ya me referí a Tsekas en el capítulo de Kutsurelis en Música cretense, y en Barbunya de Lo que se comió..., donde puse varias grabaciones del más conocido de sus temas y que ha merecido un buen número de versiones, repetiré hoy la de Kutsurelis con la voz de Nikos Xiluris.

Contaba allí que Nikólaos imitaba varios instrumentos tradicionales de cuerda con la boca, y silbando; μπουκόλυρα, le llaman a esa técnica los que escriben sobre él, bucólira, creo que no necesita traducción, sabiendo además que la lira es el instrumento central de la música de la isla.

Aunque había integrado la música cretense en su naturaleza como quizás nadie lo haya hecho, y nació en Gramvoussa, Kissamos, al oeste de Janiá, lo cierto es que su familia procedía de Laconia, en el Peloponeso.

Y voy a cortar aquí y hacer un segundo capítulo, negando el encabezamiento, porque me vuelvo a pasar de frenada con el tamaño de las entradas. Tenía poca cosa esta vez, pero al parecer aún sobraba.

Tsekas. Kutsurelis, Nikos Xilouris. Μπαρμπούνι μου. Barbuni mou. Mi salmonete.

http://www.youtube.com/watch?v=sRSwYjCzjrg

Υγεία, Salud y buena música.

Barbarómiros

viernes, 27 de septiembre de 2013

Ο Παύλος Μάτεσις, Pablo Mátesis -2


Ο Παύλος Μάτεσις.  Fotografía de S. Kadinópulos.
Solapa de la cubierta de la edición griega.

Ο Παύλος Μάτεσις -2

Memorias de una hija de perra -2
Η Μητέρα του Σκύλου 


"Con la llamada Liberación, mucha gente encontró trabajo gracias a las minas. Los grandes terratenientes pagaban para que les limpiasen sus tierras [...] de toda clase de chismes explosivos [...] Y no te haces idea de la cantidad de gente pobre que se ganaba el pan a base de desenterrar minas. Mira por dónde, los alemanes acabaron por servirnos de algo. No tuvimos víctimas que lamentar, tan sólo alguna que otra mano o un  pie, que fueron arrancados de cuajo." Pág. 131.

"La veo que se mete en el campo de minas, de vez en cuando daba unos saltitos como los de Imperio Argentina cuando cantaba Antonio Vargas Heredia en la pantalla, esto antes de la guerra." Pág 110.

Imperio Argentina. Carmen la de Triana.  Antonio Vargas Heredia.

http://www.youtube.com/watch?v=lIWIcWwfFB4

Imposible no enamorarse de ese personaje en el límite de la inteligencia, asombrado, directo, infantil y delirante, tanto que al final se tiene la impresión de que todo ha sido un sueño dramático, tragicómico, un monólogo de psiquiátrico, ¿es Raraú/Rubí quien dice ser y, desde dónde nos lo cuenta?  En la página 9 nos enteramos de que tiene 63 años, pero...

No importa, sabemos que está en su isla, o en su pueblo, la acción, los tiempos y escenarios van y vienen, y en la capital, que junto a su madre llegó con la segunda gran oleada de refugiados después de aquella primera de la Catástrofe de Asia Menor, que los alrededores de Atenas donde viven son un mar de chabolas con todas las miserias imaginables, el último refugio de miles de desplazados por la segunda guerra mundial, la única esperanza para no morir de hambre. Ta périx, Los arrabales del rebétiko, mucho dolor en este relato enternecedor y un corazón puro y enorme latiendo en él.

"-Chica, me dice mientras me acompañaba hacia la puerta, tú tienes talento para ser puta". Pág. 209.

El absurdo, el humor, y la violencia o la crueldad, en Mátesis, al igual que su dulce personaje, Raraú, cómico de la legua y autor de teatro, Premio Nacional en el 69, antes que novelista, tiene más sentido aún sabiendo que tradujo a Ionesco, Brecht, Lorca, Artaud o Aristófanes, entre otros muchos. Dominaba varios idiomas, también el castellano.
La novela parece incluso una obra de teatro. Pero es que casi no necesitaría ayuda de sus maestros tratándose de una sociedad como la que describe, de la guerra, la ocupación y la posguerra, destrozada, embrutecida, hambrienta, colapsada moral y físicamente, vista a través de los ojos inocentes y alucinados de una víctima "colateral". Y lo hace con maestría.

Π. Μάτεσις. Σ. Ξαρχάκος. Ν. Ξυλούλης.  Τη σπαθα σήκωσε και παλι


Y llegado a este punto de las influencias, leo entre la selección de citas periodísticas de la contracubierta, una que Lucile Farnoux escribe en Le Monde. Dice entre otras cosas: "Mátesis domina el arte de suscitar imágenes y a veces pensamos en el Fellini de Amarcord. El novelista tiene en común con el cineasta el gusto por el detalle pintoresco y provocador, por lo incongruente, por lo chocante."
Más arriba también Sacha Marounian, en La Quinzaine Litteráire, escribe que Mátesis nos conduce, "entre lo cómico y el melodrama, con una facundia y virtuosismo casi fellinianos"..., ¡pero qué manía les ha entrado a estos franceses con don Federico!

No negaré que pueda haber imágenes fellinianas, cada uno es muy capaz, o dueño, de ver lo que buenamente quiera, pero para mí si hay un cine y un cineasta a quien Mátesis rinde homenaje en su novela ése es el cine español de los años treinta y cuarenta, y ese autor es Luis Buñuel.
La sociedad que describe Mátesis tiene mucho más que ver con la época y los escenarios de nuestro cine que con los de Fellini, y creo que la cita de Pavlos a la película de Imperio Argentina no es un detalle baladí.
De acuerdo con todos esos adjetivos que le dedica Farnoux, que mejor aún se podrían aplicar al genial director aragonés. Pintoresco no es el calificativo que yo le endosaría a don Luis, pero ¿provocador, incongruente, chocante?... Y lo mismo diría de los sustantivos de Marounian.

Pero es que además una de las escenas más duras de la historia calca, y lo digo así porque apenas se molesta en disfrazarla, se trata de una referencia culta de un amante de la escena, el teatro, el cine, calca, digo, otra secuencia, también durísima, de la película de 1950, del ciclo mexicano de Buñuel, Los olvidados: Aquella en la que los golfillos echan por una cuesta abajo la carrucha con el demediado, que si la memoria no me falla era otro cabrón hijoputa como el de Mátesis, que se aprovechaba de la miseria generalizada. Al César lo que es del César...

Imperio Argentina.  Los piconeros.

http://www.youtube.com/watch?v=QsFpeQZCEps


Cubierta de la edición griega.
 Ilustración de un pintor popular griego (desconocido?)

Mátesis, que en realidad se apellidaba Papangelópoulos, nació en el Peloponeso en 1933. Murió en enero de este 2013 en Atenas.

La novela, publicada en Grecia en 1990, va por la edición nº 50, ha vendido más de 100.000 copias y ha sido traducida a varios idiomas.
Vuelvo a recordar que en España la editó Seix-Barral en el 94, traducida por Cristina Serna.

Hay otra novelita corta de Mátesis publicada aquí que también hemos leído, pero de la que me faltan los apuntes, como de los primeros libros de Ritsos. Es la historia de dos pillos alucinados que van de pueblo en pueblo haciendo milagros y que terminan creyéndoselo. Hay hasta estigmas y todo. A mí me recordaba algo La guerra del fin del mundo, de Vargas Llosa, pero también un poco la peripecia de la Papisa Juana en la novela de su compatriota Roïdis.

Π. Μάτεσις. Σ. Ξαρχάκος. Ν. Ξυλούλης.   Διόνυσε Καλοκαίρι μας. 


Dramaturgo, traductor, novelista, y además violinista de carrera y autor de letras de canciones, como por ejemplo las tres de hoy y otra del primer capítulo, todas ellas musicadas por Stavros Xarjakos y cantadas por Nikos Xiluris.

He dejado para el final tal vez las dos más conocidas. Especialmente el PulimeniDiónise kalokeri mas es de un LP de Xarjakos del 72, con los coroneles todavía en el poder y daba también título al disco, el resto son de I simfonía tis giantas, del 76. Todas muy combativas.

Y por fin quiero matizar un poco las opiniones que he vertido aquí, puesto que hace 19 años que leí el libro y aunque me dejó huella, le he ojeado un poco ahora y pienso lo mismo, es mucho tiempo para fiarse casi exclusivamente de los apuntes de entóncenes. Es una de las novelas de la literatura griega contemporánea que más me han gustado, con Tierras de sangre, de Didó Sotiriu, Tierras de Eolia de Ilias Vénesis, o La tercera boda, de Kostas Taksis, todas ellas traducidas. Creo que con eso está dicho todo.

Π. Μάτεσις. Σ. Ξαρχάκος. Ν. Ξυλούλης.   Πουλημένοι.


Salud

¡Qué sabes tú cómo se quiere en Sevilla!...

Ramiro Rodríguez Prada