sábado, 30 de julio de 2011

El esguilatorres


Volverán... . León, diciembre 2011

Esguilatorres en Asturias, Treparriscos en el resto, el Tichodroma muraria, subespecie Juliensis, es también un pájaro raro, pero no sólo por lo escaso, sino porque es ave de alta montaña que acostrumba a anidar en paredes verticales de grandes montañas, de difícil acceso.
En esto se parece al verderón subsp. blasensis, es otro atleta, a su modo, que lo mismo sube al Karakorum en invierno, en patinete y sin cadenas, que asciende al apartamento de lujo de la hija de un millonario dubaití, en la azotea de un megarascacielos, por la fachada y sólo para tirar en el salón un cóctel de bombas fétidas.

Tiene algo de borroka de ahí el cóctel pero, mujeriego, se codea con lo más granado del mundo canoril y avícola en general, sin distinción social.
Carece de cualidades canoras, apenas un silbiucu pero, eso sí,  tiene pocos complejos y  cuando está contento, echa una cantarada, tanguea a la oreja de cualquier curruca o pava , no es racista, y canta las cuarenta jugando al tute, a la subasta y cuando se mosquea, aunque le falte el caballo o el rey haya abdicado. No se corta, él canta.

Escaso en la Península y local, sólo en los Pirinegros y en la Cordillera Cantábrica, prefiere colocar el nido bien protegido, en un agujero profundo en el que no entren comadrejas o foínas,  habitualmente en torres escarpadas con caída libre a un río o a una laguna.
Sólo pone 4 ó 5 huevos pero más grandes que los de otras canoras y cuida a sus hijos hasta que les sale la barba, incluso permite que vuelvan, si quieren, a refugiarse en el nido después de los primeros volidos en solitario; conducta frecuente en otras  muchas familias de... pájaros, en la actualidad.

Es un ave muy guapa, negra, pero con las alas de un rojo carmesí precioso, la cabeza blanquecina y la cola también negra, con las puntas grises y manchas blancas en las externas.

El moteado blanco sobre fondo negro, modelo sesentero popart, adorno suntuario de sus vivencias juveniles jipiosas, lanza destellos desde la distancia cuando, agarrado al risco apoyando las alas totalmente abiertas, las hace temblar como un colibrí, entusiasmado, sobre todo si encuentra una buena larva o un insecto amodorrao, que es lo que come, por eso tiene un pico largo, fino y curvado que no perdona grieta ni arañón.
Aunque discreto y austero en lo demás, ese rojo carmín, que destaca también sobre la roca desnuda y gris como un espejo al sol, es signo de que es ave algo presumida, defecto insignificante si consideramos el feísmo y la vulgaridad reinantes en el mundo de las canoras públicas.
En fin, no muy grande, poco mayor que un gurrión, como una ñervata casina, y algo rechoncho, es propenso a perder pluma  de mayor por la parte del capirote. Pero no le preocupa demasiado porque, ya digo, es pájaro sin complejos.

Tampoco pertenece a la familia de las currucas, pero es más parda que la mayoría.

La Coordinadora Ornitolóxica de Asturies tiene controlada a una pareja anidando por la parte de Teverga que, según últimas noticias, ha logrado sacar adelante este año a tres esguilatorrinos, dos pollas y una pollita, viva imagen de sus padres.
Por nuestra parte hemos venido observando a otra pareja en las inmediaciones de Oviedo, al sureste, un poco apartada del mundanal ruïdo, cuyos pájaros ya volaron del nido.

¡Que los veamos crecer con salud, y que esta última sea extensiva a todos vosotros!

Cannavina Carduélis, rebétissa.

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