viernes, 2 de septiembre de 2011

Psijí ke psomí

Grecia, agosto 2011


Psijí, alma. Y también aliento -pneuma-, complemento del cuerpo -soma- en el binomio clásico, psomí, el pan nuestro de cada día. Pan y circo dirá algún recalcitrante actualizando...
Piástike i psijí mu!, se me encogió el alma cuando Antigoni se abrazó a mis rodillas.

En un pueblo pequeño, un puertín, como en el que estuvimos no se notan tanto las carencias como en Atenas, pero ahí estaba la gitanilla Ioanna, en el concierto de Eleni Legaki, a las tantas de la madrugada con sus hermanas y hermanos vendiendo flores al respetable, y pétalos de rosa a los danzaris del nisiótiko y del escaso zembékiko del fin de fiesta. ¿No suena?, el paisaje se puede ver aquí.

Aparte del ejemplo anterior, al que nos hemos ´acostumbrado` ya en media Uro-pa  como a algo crónico es decir, a una enfermedad no a una injusticia, está claro que los trabajadores no pueden salir y gastar como el año pasado.
Las pocas tabernas que hay en el puerto han trabajado a medio gas y algunas bajo mínimos, porque viven de la gente del pueblo, currantes como ellos, o de las pocas familias que veranean, de Atenas, Halkida o Salónica, de su misma clase social. Hay un bajón y todo sigue subiendo, las familias se lo piensan y no salen tanto.

No renuncian, con todo, a lo que les gusta, esa es su irreductibilidad, aunque sea más escaso. Y si no en casa, saben que este año muchos griegos se quedaron en sus tórridos pisos de la no menos turrada arrasada sucia y perra y querida mitera mu, madre mía, Athina. Pero de esa hablaremos otro día, que no quiero amargaros más el pan y el alma.  Bre palioduñá, mavropsomí, mavragala! ¿Psijí?, ne. ¿Psomí?, ne, ne..., que no falte y que sea blanco, parakaló!
Yasas, salud!

Barbarómiros.

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