lunes, 3 de octubre de 2011

Theodoros y Thanasis

Incorporo hoy el último comentario extenso que hice en Desde la popa (30, 1 y 2-07-2011. La isla de Zákinzos) por acompañar la soledad de esas dos entradas de Archipiélagos y, sobre todo, porque son dos recuerdos muy potentes que no se pueden olvidar, de colegas isleños, Zeodoros de Limnos y Zanasis de Eubea, a los que quiero tener también aquí conmigo.

En un principio había escrito para el Teach un relato mucho más extenso, en tres capítulos, hablando de Thákinthos/Zante, y aún más de ellos, pero la cosa quedó en dos pequeñas reseñas sobre el Anatolikós de Alikés y Kostas el Mustakia.
El Teach ya había abandonado la isla, era por lo tanto un comentario a toro pasado, de despedida y agradecimiento a los lectores, a Alberto y a nuestros amigos.
Sirva otra vez de homenaje a la generosidad griega y a la amistad, y como recuerdo cariñoso de los compadres.


El Alpha-Romeo de Zanasis
Estación de autobuses de Halkida
Eubea, Grecia 2010

Quiero dejar constancia de nuestra gratitud a Zanásis P. de Halkida, Eubea, que por edad podría ser hijo nuestro. Este 2011 está currando de cocineru, máyiras, abajo en Rodas, kato sti Rodo, y sólo pudimos saludar a una de sus hermanas, de paso para Agii Apostoli. Yasu, mayikó máyira!

El año pasado en Halkida, días antes del feliz encuentro con Lola y Alberto en Linariá, puerto de la isla de Skiros en las Esporadas, y cuando no había pasado ni una hora desde que nos conocíamos, Zanásis nos había prestado desinteresadamente su coche y la casa de su familia, dos días, generosidad que ya sólo parece posible en Grecia y en corazones tan grandes como el suyo.
Él nos llevó también y nos acompañó al concierto de Orfeas Peridis y Manolis Rasoúlis, que murió este invierno en Thesalónika, dos músicos que nos gustan y de los que pudimos disfrutar en primera fila.

Efjaristó para polí, Zanasi, file moú! Yasu, yíe, palíkaré!!.


Rrecordaré a nuestro primer amigo griego, el limniota Zeodoros Lambroú, con quien también quisimos en Zákinzos.

Se fue tan joven como Nikos Xyloúris: casi puedo ver a Yiorgos Karvélis en su casa de Mýrina, en Limnos, cantando acompañado por su bozoúki, el Itan mia forá, de Nikos, que escuchábamos espectantes como primicia y... a Zeodoros saludando, Yasu, file!, con una sonrisa amplia de niño grande, desde la puerta de su taberna junto al puerto, el ´Avra`, ´la brisa matutina que viene de la mar`, y algo se me rompe por dentro.

Sopla airín, sopla..., fisáai aeraki, fissáaai...!

Ramiro Rodríguez Prada.

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