jueves, 2 de febrero de 2012

Flores de la terraza -6


Boca de dragón amarilla y Fucsia rosa, 2011.

Hay dos Españas, en efecto, pero las dos están en ti, no vienen de fuera. Es medio broma, claro. Pero es cierto que dos generaciones de españoles están separadas, como el Preu del Cou,  por el modelo vegetal con el que les explicaron las leyes de Mendel.
El nuestro fue el Guisante, a la morena de mi copla y a mi hermana les tocó el Dondiego de noche, una planta americana originaria del Perú, aclimatada a Europa en el S. XVI y que hoy orea las noches del verano griego y mediterráneo.

Hubiera preferido un Dondiego en la foto, Nigtoluludo para los griegos, Flor nocturna, pero no la tengo. Las flores que se cierran de día y se abren de noche. Hablo hoy de ella porque la canción elegida tiene ese título.

La Fucsia, Fuchsia, es también originaria de América, y de Nueva Zelanda. Mi madre cuida un montón de variedades del blanco al morado con diversas convinaciones de color.
La Boca de dragón, Antirrhinum majus, en cambio, es una planta silvestre mediterránea, menos frecuente que las anteriores en jardinería y que es posible encontrar por casi toda la Península Ibérica en sus formas salvajes. Y supongo que en el resto de los países del entorno.

Una buena parte de las dos generaciones mencionadas fue educada por curas y monjas, incluso en los institutos públicos y como profesores de Biología. Ignoro hasta qué punto influyó esto en la comprensión de las nada complicadas leyes de Mendel, ni me preguntaba entonces cómo se conjugaba el creacionismo, que vuelve por sus fueros en ciertos lugares imponiendo la fe religiosa a la ciencia más elemental, u otros mitos particulares como el Unigénito, con el agustino Mendel.
No es que ahora me quite el sueño la pregunta, ¿el cura y la monja eran más clérigos o más biólogos? No sé. Al biólogo agustino no le causó mayor problema el asunto a la hora de formular sus teorías.
Los caminos del Señor son inescrutables. En fin...

El olor dominante en la mayoría de los montes mediterráneos que conozco es el tomillo. Y en los pueblos griegos, en el verano, ya lo he dicho, el jazmín, la madreselva y el dondiego. La albahaca, el orégano y la menta podrían ocupar los siguientes puestos  por su proximidad en el kipos, jardín, y a la mesa familiar.

Al mismo tiempo que traíamos orégano, hacíamos acopio de semillas de dondiego por las islas por donde pasábamos, flores de un aroma intenso, dulce, riquísimo.
Las que habíamos visto en Asturias, donde no abundan, no olían. Las que plantamos después, de Grecia, sí. Supongo que es una cuestión de variedades y no de terreno o país. O sí, porque les chifla el sol y el rey concentra los aromas, no hay duda.

Quisiera saber, si alguien recoge el guante, por ejemplo Juan Carlos Rubio, al que le gustan plantas y animales desde su nombre científico, o Eduardo Serrano que vive en el jardín andaluz, Valentín Cabañas, en la cara sur o Txellg, costurero oculto en Catalunya, todos fotógrafos de Shutterchance a quienes sigo, o mi colega Lucas Papadimos, trotamontes extremaño con ojo vegetariano aunque no lo sea, quisiera saber, digo, si las variedades que se dan en sus regiones, más mediterráneas o sureñas que Asturias, son o no de olor.
Creo recordar que las del jardín de mi hermana, en Alicante, tampoco olían, pero no lo puedo jurar.

Los colores más comunes del dondiego son el rosa y el amarillo, como los de las flores de la foto, pero el rosa más fusia y el amarillo más canario que verdoso. Y, además del blanco, todas las innumerables variedades e híbridos intermedios.

Socratis Malamas, canta una canción con música suya y letra de Alkis Alkéos, Nigtolúludo, Dondiego de noche.

Σωκράτης Μάλαμας, Νιχτολούλουδο.


Υγεία, salud!

Barbarómiros

5 comentarios:

  1. Ay, que me he dado cuenta que sabes de flores.
    Podrias decirme ¿Cual es el Μοσχολουλουδο?
    Se que es una flor que huele mucho, pero no exactamente cual es. Aparece en tantas canciones de amor que me tiene intrigada.

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  2. Estoy como tú y también me peleé en su día con la flor olorosa escuchando Tsivaeri, que ya conocerás. Como no la encontré en ningún diccionario y nadie me supo dar razón de ella, lo dejé pensando en un nombre genérico.
    Ahora he movilizado a los amigos griegos. Ninguno sabe más, pero confío en María que está indagando.
    Por mi parte la busqué en los libros de plantas que tengo por si encontraba la raíz de la palabra o algo. Nada. Sí,en los griegos Mosjo se relaciona con el aroma y con mosjari, ya sabes, ternera, y María me dice que Mosjos es un rumiante asiático tipo gamo, de donde se obtiene un almizcle. La cosa se complica.
    También encontré cierta relación con el Ajenjo, una Artemisa, incienso para algunos, pero cuyas flores no tienen interés, o con el Rosal silvestre de flor más grande pero breve, y con el narciso, que sí es flor guapa y solitaria. Todas son olorosas pero a las tres les falta la raíz y no creo que sean la que buscamos.
    Lucas me decía que el almizcle se sacaba de los testículos del Mosjos, no habría que descartar tampoco un doble sentido de la palabra, que efectivamente aparece en canciones de amor.
    Sigo en ello, Ana.

    Abrazos.

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  3. por lo que me explicaban las mujeres de Evgiros, mi pueblo griego, es una flor de olor muy penetrante que puede llegar a dar dolor de cabeza. A mí, lo mas cercano que se me ocurre es el "galan de noche", algunos le llaman " dama de noche". A mí por lo menos me embriaga mucho su aroma y me marea. Si lo descubro algun día, te lo diré.

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  4. Me temo psilicosis que no voy a poder ayudarte. A lo más que llego es a las campanillas o "Dondiego de día", pero que creo que no tiene nada que ver, salvo en el parecido, con su tocaya nocturna. En fin, ahora que sé de que va la historia si me la encuentro te digo.

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  5. Gracias, Valentín, no te preocupes, parecemos jardineros, es una maravilla la naturaleza, estoy de acuerdo con tu diálogo con Juan a propósito de tu fotografía de hoy en Shutterchance. Besos!

    Es posible que sea ésa, Ana. La conozco pero no sabía el nombre, no es muy frecuente y no la he visto mucho, pero recuerdo la potencia de ese olor que describes.
    Yo sigo esperando respuesta de María Mandalou, y ahora también del mi Dimitraki, el monje thesalonikiós de Áthos. Si no lo saben ellos, tan apegados al periboli, alguna madre o abuela lo sabrá.

    Gracias y muchos besos a los dos!

    Ramiro.

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