viernes, 8 de junio de 2012

Los dioses y los hombres, de Jesús Aller


Un dios bueno.
Témpera y dedos.
Ramiro Rodríguez Prada, 1985.

Los dioses.

Diónysos
      
       Hoy un dios nos convoca donde todo renace,
  al latir primigenio del volcán y la estrella,
y nos regala augurios de un futuro feliz,
     como el mar que se agita a la luz de la luna.

    Abrirá nuestros ojos donde el necio rebaño
    se apresura en un gris callejón entre niebla,
   y divina embriaguez traspasará los límites
           del pensamiento anclado en un sórdido abismo.

      En el mundo que nazca de la vida arruinada,
 se elevará un anhelo sobre la destrucción,
  y el dios nos mostrará horizontes posibles
           que esconden el secreto de la dicha del hombre.

Tres años llevaba Jesús trabajando en este poemario y por fin lo ha dado a la imprenta de KRK Ediciones, no me resisto a copiar la nota final bajo una estatua de Venus:

Este libro se terminó de imprimir
 en los talleres de Grafinsa, en
Oviedo, en mayo de 2012, cuando se
 conmemoraba el CLXI aniversario
del aplastamiento de la Comuna
de París.

Está dividido en dos partes. La primera, Los dioses, con cincuenta y tres poemas, y Los hombres, con ventiocho.

Regresa Jesús Aller al abrazo amoroso de Afrodita y nos hace recordar aquel lujurioso y 'anatomista' Officium Veneris, El servicio de Venus, donde descubríamos a un poeta panteísta, "de un misticismo pagano y libertario", como escribimos en Psilicosis cuando lo reseñamos, adorador incondional de la Diosa.
También esta primera parte es más gozosa que la de Los hombres, y se resuelve no obstante en una poesía rítmica y solemne, su voz más  profunda y, al tiempo, reconocible. Alta poesía.

Alta, profunda..., graves palabras, como la vida y la muerte.

Aunque elegí a Baco para encabezar este texto es Ella de nuevo el centro del Olimpo allerano. Como escribe en el último cuarteto de  Effigies Veneris:

Es tan sólo una imagen donde ríe la diosa,
        prodigio de un instante que brilla para siempre;
su forma indestructible y perfecta permite
  contemplar la armonía que bendice la vida.

Es cierto que hay versos dedicados a dioses y figuras de otros panteones, como el budista, su otra gran pasión. En ellos el aroma a incienso nos traslada al oriente y a libros suyos anteriores publicados en Llibros del Pexe: el viajero Asia, alma y laberinto (2002), y sobre todo a Subhuti (2006). Títulos como Shiva Nataraja, Maithuna o Siddarta. De éste los dos versículos finales:

Descalzo por el mundo mendiga su comida 
    y enseña incansable, mensajero del dharma.    

Companya Elèctrica Dharma. 'Stella Splendens'.


Presagios.
Acuarela, 1985.
Ramiro Rodríguez Prada.

Los hombres

Ceguera
         
         El hombre es el que mira sin ver entre la bruma,
    esclavo de un muñeco que en el espejo grita;
los cuervos lo vigilan y gozan sus festines
    con el fruto hediondo de su eterna violencia.

    El hombre es un camino trazado y un anhelo
 de ser que nada puede saciar y lo consume;
      su historia es una crónica de cercos y batallas,
          de loco y cruel combate donde el orden germina.

     Todo lo mancha y pudre con un pus doloroso
la fiebre destructora del simio que delira.
  Bajo la oscura estrella que rige su destino,
     sólo aguarda un final de espanto su ceguera.

Mucha amargura en esta segunda parte, lejos de la invitación a la maravilla y a la contemplación de una tierra sagrada que se lee en el primer poema, A la orilla del mar, de nuevo en una visión panteísta del la naturaleza y de la vida.

   Un árbol que se yergue, absorto en la penumbra,
tiene todo el misterio que un hombre necesita.

Son dos versos que estuve a punto de incluir en un comentario que hice a una fotografía de encinas de Valentín Cabañas (carasur en SC).
Pero, como digo, el tono es ácido con más frecuencia, sarcástico en ocasiones ¡un hombre de paz como él!,  Autorretrato colectivo, Ecce simius o El final del sueño.

Y junto a ello, lo que podría llamar poemas políticos pero sin que este calificativo agote el sentido de los versos. Ya lo viene intentando desde hace años con bastante fortuna para un poeta casi místico como él.  Sobre todo lo hizo en Recuerda (Llibros del Pexe 2004).
Soberanía del pueblo, Venus libertaria ('El único placer es la revolución')... .
Comienza en Nostalgia del futuro:

Pero antes de intentar nada ahí fuera, sería mejor que
tomaras el Palacio de Invierno de tu corazón,
donde anida el yo entronizado, dios de cartón entre falsos profetas.
.
Yo me entiendo al explicarme esos poemas con el título de un libro de Saramago Levantado do châo, Alzado del suelo, una imagen a la vez arquitectónica y política, como cierto sentido de los versos: construcción (utopía) y rebelión (realidad). No se me ocurre ahora algo mejor para explicarlos.

Entre ellos hay un grupo numeroso con un tema histórico como excusa o leit motiv, Holocausto, CNT 1910-2010  u Octubre asturiano. El remate del escatológico Siglo XX :

cuando algunos de los mayores criminales de la historia lucharon a muerte por el poder.
 Sangre y mierda: dolor y mentiras

Ganaron los más listos y ahora nos gobiernan.

Y pese a todo, como dije, la utopía. Comuna, Otros mundos, Sueño o Amor libre. Escribe en
Libertad

En esta sociedad infame el poder nos atrapa
con el hechizo del líder, con las palabras del poeta,
con los mismísimos ojos de la diosa.

Y transformados en borregos transitamos por la vida.

Lo que creemos poseer nos ata.
Lo que creemos ser nos destruye.
¿Es posible pensar y no obnubilarse?
¿Es posible, acaso, el reino de la razón y la libertad?

Es posible.
Es el reino del hombre sin apego
que busca la armonía del mundo.

Es posible alejarse absolutamente de todo,
menos del sufrimiento de los inocentes,
que corta como una cuchilla.

Hasta aquí un primer encuentro con los poemas de Los dioses y los hombres, de Jesús Aller.  Como en el caso de Teresa Naranjo, a quien todavía dedicaré otra entrada para hablar de nuevo de su libro Escupideces, habrá más capítulos sobre este libro de Jesús que no se agota en dos o tres lecturas, pide  repasos sosegados y eso haré.
Por otra parte el disfrute de la poesía con frecuencia no llega hasta que no memorizamos, encarnamos, algún verso. 

Rara Avis - Ciacona con sorna. T. Merula - Live, by Forma Antiqua.

Ramiro Rodríguez Prada.

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