viernes, 6 de septiembre de 2013

76


Gijón, 2013.


Salía tirar la basura


dispuesto a no dejarme sorprender por nada, ni milagros, ni fenómenos, ni prodigios, un poco renqueante de una pierna, pero siempre escéptico. ¡No valen propósitos!: En medio de la calle aterrizó de golpe un platillo volante, uno de esos modelos circulares antiguos, de los años cuarenta, con una cupulita semiesférica transparente, que sería de cristal o del material que usen los extraterrestres para esos fines, y tres patas muy largas con unas ventosas en lugar de zapatos. A pesar de salir ya prevenido, casi blindado contra las contingencias callejeras, quedé un poco "impactado por el impacto", como dicen ahora los pijos. El objeto en cuestión hizo frenar a los coches que todavía subían y bajaban a esas horas. Tampoco se veía a los conductores muy descolocados por la repentina aparición del OVNI, ¡a saber si a ellos les impactó la cosa!, porque tocaban el claxon como condenados y con las cabezas fuera de las ventanillas insultaban a los supuestos marcianos, y eso que, al fin y al cabo, no habían llegado a impactar contra el platillo. Entóncenes se abrió la cúpula y apareció un sujeto con antenas en la cabeza y nariz y orejas de trompeta al que sólo se le veía de cintura para arriba, en el supuesto de que el menda tuviera cintura. Y dice el marciano haciendo un corte de mangas con aquellos bracines largos y estrechos que tenía, ¡Jodéivos, gilipollass! Con el gesto sentí como si me llegara una onda de calor. A continuación se guardó, el objeto volante no identificado soltó una especie de pedo, despegó y desapareció como había llegado. Me puse en marcha de nuevo porque me había parado a contemplar la escena, tiré las bolsas y al volver me di cuenta de que ya no renqueaba.




Salud y felices pesadillas


ra

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