viernes, 29 de agosto de 2014

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Viejo carrilero.


Salí a tirar la basura



y junto a los cubos me recibió un perro grande, medio mastín, pero flaco y viejo, de ojos tristes y rabo humillado. Le acaricié la cabeza y el arranque de las orejas y me lanzó, de improviso, un bocao que esquivé por los pelos. Lo miré severo y el perro se humilló aún más, pero no se fue. Debía de tener un hambre terrible y se le veían muchas mataduras y heridas en las orejas, en el rabo y en el lomo,
seguramente le toqué alguna y le hice daño. Había huesos de pollo en una de las bolsas que llevaba y se la abrí para que cogiera algo. Metió el morro con mucho miedo, mirándome de reojo desconfiado, y se largó con los restos de una zanca. Es preferible curar heridas que lamerlas o acariciarlas.



Juan Perro.  A un perro flaco.




Salud y felices pesadillas


ra

4 comentarios:


  1. No es que hoy tenga el día peleón, pero el cariño y la caricia son el mejor bálsamo, junto con un buen bocado cuando el hambre arrecia.
    Mil besos
    Viriato

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  2. Pues yo voy con Ramiro... "Mucho te quiero perrito, pero pan poquito".
    Mil besos también.
    Valentín.

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  3. El cariño es bien recibido x los animales, malvados los que los maltratan.

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  4. Mucho tuvo que sufrir ese perro para esquivar las caricias. Tiene cara de desesperanza el pobre.

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