viernes, 2 de noviembre de 2012

Con el cascanueces


Cenizas volcánicas
Olot, julio 2012

Muy buenas, aunque frías. En el último capítulo de Currucas pardas había prometido hablar de la Fidelensis castelli con la que pasé una semana larga a principios de julio, acurrucado en su nido de Albons, pero también saliendo en pequeños volidos por la costa, L'Escala, Empuries,... y excursiones aéreas por el interior, como Torroella de Montgrí, Banyoles, o los volcanes de La Garrotxa, lugar donde tomé la foto.

En un planeo personal el día antes de Olot yo me acerqué a Girona para conocer y pasar unas horas en compañía de Txell Gironés (costura invisible). Cada uno llevaba su máquina, y ella es fotógrafa, pero en un pacto tácito no hicimos fotografías. Tuvimos imágenes y oportunidades pero no me arrepiento, era más divertida la conversación. Tan en casa me sentía que apenas presté atención al paisaje humano y urbano, aunque tuve tiempo de recordar y contarle que aquí había pasado tres años de mi vida, interno en un colegio de curas.

Estuve en un tris de colgar la foto del cuatrolatas que usa el Kaskanueces en sus cortos desplazamientos alrededor del nido, pero sólo en una no aparece la matrícula y es la peor. Quizá más adelante pueda hacer algo.
No tiene mucha importancia, pero como lo deja enganchado con una cadena a la argolla que antes se usaba para atar a las caballerías, para que no se lo lleve el cierzo tramontano, con la foto tal vez pudiérais haceros una mejor idea. Porque es un modelo ultramontano también, en forma, edad y nación.

Pero bueno, sólo lo ata por el invierno y algunos días de ventolera otoñal, durante el verano echaba el freno de mano, rrrrrrráááákkkaa!!!!, le ponía un piedrolo encima del capó y con eso llegaba.
Y no es que sople el viento muy fuerte en Albons, aunque él tiene el nido en lo alto del pueblo que, a su vez, está subido en una pequeña loma, pero es la poca consistencia de chapa y chasis, y el tamaño de bolsillo del futingo lo que inquieta al kaskanueces. Cuando lo vi conduciéndolo la primerara vez, como es un pájaro muy muy grande, me vino a la cabeza la imagen de Gasol subido en un coche de choque de esos de las ferias. Qué añadir.

En esos días que estuvimos juntos se apuntó de seguidor a Psilicosis como también lo hizo Txell y ya al regreso, en casa de nuevo, pude añadirlo yo a los favoritos del blog, figurando aquí con su nombre de pila propiamente apropiao (Fidel del Castillo). Sector avícola publicitario, gran prestidigitador gutural de cacareos creativos para oídos atentos. Y desatentos, que para ésos kakarea sobre todo.

Nos tenía reservadas el Fidelensis raciones abundantes de piñones, avellanas, nueces y otros frutos secos exóticos, y también jugosos.
Aunque ya he dicho que no es buen vendedor de puerta en puerta, porque en el fondo es canora tímida, es en cambio un lince a la hora de convencer a un amigo de que el patxarana que se están bebiendo juntos es el mejor de los montes navarros, y tú vas y te lo crees, aunque después enseñe la etiqueta donde se lee Made in Huerva. En las distancias cortas no engaña esta curruca. Quién iba a saber que el pacharán cantaba flamenco y ceceaba.

Toti Soler. Sardana Flamenca.
 

El   Kaskanueces castelli   en verano.
Albons. Girona 2012.

Y voy plegando por hoy. No podían faltar los pies del kaskanueces, que ya os presenté en el capítulo precedente de esta etiqueta. Aquí, el también llamado ferminensis, al soleo mañanero en el patio del nido, suelto y relajado en atuendo postdesayuno. Mantienen sin embargo el tipo, bien plantados, como en la primera imagen que colgúe de ellos, los pies (¿le colgué una imagen de los pies, pendía de ellos la imagen, o lo colgué por los pies a él, y pendía, o..., déjalo!), como buenos navarricos que son, tal que el dueño.

Aún no empecé los capítulos que le debo a las sombras de Albons, no hablo de los tres que ya dediqué al nido del Kaskanueces, sino de los otros tres que espero montar con las del pueblo. Todas las mañanas y tardes daba un paseo buscándolas, y puertas, ventanos, aldabas, gateras, argoyas, cubos de basura, en fin, lo que pintara, ya conocéis el vicio de la maquinina... .
Aprovecharé entonces para volver a recordar aquí a esta gran kurruka y a su querida familia.

¡A cuidar esas plumas pardas y esas pintas blancas, kurruka, y que kaskes muchas nueces!
 
Jota navarra. Adiós puente de Tudela.
 

Besos

Cannavina Carduélis, rebétissa, psilicosa, pardilla común. 

jueves, 1 de noviembre de 2012

(Entreparéntesis)

El temporeyu
Reliquias de Albons 2012


Buenas noches

Hoy estreno otra etiqueta que respeta por su longitud el dibujo de la copa -ahora media- que formaban el conjunto de ellas en la plantilla inicial que tuvo el blog, primer requisito caprichoso que aplico a los títulos.
Se puede ver ese dibujo en la disposición vertical de las etiquetas al final de la barra derecha. Antes encabezaba Psilicosis y era como un brindis a los lectores, la nueva plantilla lo desbarató, pero como sigue esa semicopa yo continúo el juego.

Debajo de ella venía ese remedo de refrán de las 45 revoluciones x minuto:
 
Más vale que te tilden de borracho
a que te tilden con el vaso

La llamo Entre paréntesis como podría llamarla Cajón de sastre, Papelera, Apendicitis o Desvanes y azoteas: sólo quiero librarme un poco de la tiranía de otros apartados más académicos y sesudos. Me gusta leer y escuchar música, pero el apunte crítico es más aburrido. Aunque me lo tomo muy en serio, o en broma según se mire, no quiero que escribir se convierta en una obligación.

Para eso abrí otras secciones como Alfabetos o Perdío, para aliviar algo y no someter lo que quería contar sólo al dictado de una etiqueta, dando mayor libertad y cabida a los temas que se me ocurrieran.
Por otro lado, ¡en cualquier parte escribo sobre cualquier cosa, con lo que todo queda en disculpas!...

Esto de las etiquetas nunca me gustó, aunque reconozco que facilita el acceso a la información.
Pero se van llenando esos espacios y todavía necesito uno más donde pueda publicar, por ejemplo, una fotografía sin pie, más veces seguramente que un pie sin foto.
 
Así que vuelvo a tragarme la idea de no abrir más etiquetas, la última fue Salí a tirar la basura, y me como además la de no subir fotos sin un mínimo de texto. También transgredía esta norma general muchas veces, sobre todo al principio, en etiquetas como Pindura por ejemplo.
 
Todos eso ya lo veremos, porque aún padezco de horror vacui, aquí temor al vacío de palabras, al silencio, pero es que tengo ya más imágenes que tiempo para escribir sobre ellas o por estímulo suyo.
 
La foto de hoy está tomada desde el nido del kaskanueces gigantea, en Albons, Girona, lugar donde pasé unos días en compañía de mis queridas kurrukas pardas, pero también de las sombras, de los contenedores de basura, y del sol y el mar Mediterráneo.

(Apunta el que colgó el vídeo de la siguiente canción, "no la traduci yo como avía hecho con"..., menos mal, pero gracias por subirla, hombre!)
 
Léo Ferré. Les Anarchistes. Subtítulos en castellano.

http://www.youtube.com/watch?v=Psm5ci8lPNA


Salud

Ramiro

miércoles, 31 de octubre de 2012

Témpera y residuos


Témpera y residuos. Espátula.
Ramiro Rodríguez Prada, 2003.

Sin piedad
 
 
Con sabor amargo y un  nudo en la garganta por el paso del tiempo/ recuerdo aquellos días siendo aún muy niño, de cuatro o cinco años./ Me llevaron a un bautizo, en tren y muy temprano, mi padre era el padrino./ Era un domingo de invierno y hacía frío. En la estación nos esperaban./ De allí salimos en tartana con toldo, del compadre, tirada por un mulo.

Del pueblo sólo retuve las carreras, la alegría y una fogata inmensa/ que hicieron los más mozos donde nos reunimos todos en esa tarde yerta./ Al filo de la noche montamos en el carro de regreso, entonces diluviaba. / Hasta el corvejón enterraba las patas el macho en el lodo del camino./ Cabeceaba el carro e iba de un lado a otro hundiéndose en el barro.
 
Cada dos por tres dejaban los hombres la tartana para aliviar el peso/ y empujar las ruedas. Chorreantes y embarrados juraban en hebreo./ Llegamos tarde al tren pero vimos luz en la casucha del guardagujas./ Por un tubo cilíndrico el humo gris de una estufa plateaba el tejadillo./ Había parado de llover. Corría ese viento helado que huele a nieve.
 
Dentro hacía calor. Una pequeña estufa de carbón era el centro de aquel mundo./ Un mundo ruin y miserable con un criado mudo y una bruja mala./ La mujeruca, negro riguroso de los pies a la cabeza, nos miró torva./ ¡Esto es un apeadero, no una estación, no pueden quedarse aquí, fuera!/ Salimos al andén, el aire congelado, a refugiarnos detrás de la caseta.
  
No recuerdo haber llorado, sólo la nariz aguileña de aquella mujer oscura/ sentada junto a la estufa en una silla baja y a su vera el hombre silencioso./ Estas escenas las viví caliente, tapado con toquilla en brazos de mi madre./ También recuerdo haber mirado aquello con ojos despiadados, como el día,/ como un niño. Ateridos, a las tres de la mañana nos recogió un mercancías. 
 
 
De Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2012.
Ramiro Rodríguez Prada

Buenos días. Viendo que en todo el fin de semana no era capaz de escribir estos recuerdos en prosa, como un pequeño cuento, me puse a jugar un poco con la forma ahorrándome palabras aunque conservando la historia, un relato mitad poético mitad prosaico, como escrito en las lindes del sueño y la vigilia, el sueño la lírica y la realidad la prosa. Como el recitado prosaico y monótono de un sonámbulo. No teniendo pues forma poética acabada, no podía ordenar el texto como si se tratara de un poema. Pensé borrarlo todo e intentarlo de nuevo en un mejor momento, pero llevaba horas con él, me daba pena liquidarlo. Ya que faltaba alguna imagen gráfica que completaba el cuadro, decidí conservarlo, publicarlo y escribirlo con otra forma en otra ocasión, más acabado aún. Veremos.

Una de aquellas imágenes era la de la llegada del mercancías al apeadero, el chirrido nocturno de las ruedas al frenar y el hombre que asomó por la puerta de la cabina de la locomotora, fuera ya del andén, llamándonos para que corriéramos y subiéramos al tren. Por esa imagen consoladora hubiera titulado el cuento Homenaje a los hombres de la Renfe. Poniéndolo aquí de subtítulo bajo ese duro Sin piedad, hacía que se enfrentase uno al texto con un poco de cachondeo ya, cosa que no buscaba. Y definitivamente la escena más potente fue aquella del mísero chabolo.

Léo Ferré. Les poetes. Subtítulos en castellano.
 
 
 
Salud
 
ra 

lunes, 29 de octubre de 2012

Η Κρήτη, Creta -5. Ανώγεια, Anogeia


Esperando el amanecer
Grecia, verano 2012
 
El Anábasis de un peregrino laico


Η ανάβαση προς Ανώγεια. La subida a Anoyia.

De Arkadi salimos escopetaos empezando a oscurecer. No serían más allá de las siete de la tarde y calculábamos sobre el mapa una hora para llegar a Anogeia.

Aquí podemos ver a Nikos Xilouris en su elemento, el burro, las montañas, los caminos de Anoyia, la cal, el laúd y la lira en una grabación para la televisión. Ni la imagen ni el sonido son de buena calidad pero merece la pena ver el escenario y el vestuario de los 70 que calza Nikos.

Νίκος Ξυλούρης. Αρισμαροβιτσόβεργα (Aναγιριζω Tο Sτενο). Kontiliés.
 

Eso hubiéramos tardado de no habernos perdido. Queríamos ir por carreteras secundarias lo más pegados posible a la vertiente norte del Psiloritis. Lo hicimos durante la primera media hora, mientras quedaba algo de luz y había gente por las calles de los pueblos para preguntar. En uno de ellos, algo mayor, ya no recuerdo el nombre, unos rapaces nos bacilaron un poco con la dirección y fuimos a parar al mar, por una mejor carretera, perdiendo completamente la ruta.

Quizá fue lo mejor, porque nos hubiéramos perdido de todos modos más pronto o más tarde. Las carreteras, siempre estrechísimas y con desniveles y curvas espantosas, estaban sin señalizar, ni un letrero en un cruce ambiguo de cuatro direcciones con el mismo asfalto bacheado hasta el colmo.
 
Λουδοβίκος των Ανωγείων. Κανταδα στην Αρετούσα.
 

¿Cuál suele ser la dirección que tomas en un caso asín? ¡De frente! Hasta que de pronto llegas a otra encrucijada donde las tres vías que se te ofrecen están sin asfaltar. Noche oscura, no circula un solo coche, no hay nadie. ¿Qué haces, das la vuelta en esa carretera (mira ahí abajo...), regresas al cruce precedente y echas a suertes cuál coges ahora?

Después de parar a tomar un café en un chiringuito cerca del mar, de volver a informarnos, y al poco de dejarlo a nuestra espalda e internarnos en la montaña, nos metimos en esa harina que acabo de describir en el punto anterior.

A todo eso hay que sumar la tensión en el interior del vehículo. El pequeño se mareaba mucho en todas partes y a la hora de la salida de Arkadi empezó a tener problemas, era el tiempo que íbamos a pasar en el coche en principio. Pero todavía estaríamos otro tanto y más.

Στίχοι: Βιτσέντζος Κορνάρος. Μουσική: Λουδοβίκος των Ανωγείων
Λουδοβίκος των Ανωγείων. Oόρκος της Αρετούσας.

Sabíamos que no estábamos a más de diez kilómetros de Anogia pero no había manera de acertar con la ruta buena.
Fuimos a dar alguna otra vez a caminos de tierra con unos baches inconmesurables, y en un cruce al final de un puerto del calibre del Angliru, totalmente perdido, paré porque el pequeño vomitaba, el mayor lloraba, yo tremolaba y la mi morena no sabía qué hacer para calmarnos.

Llevaríamos tres minutos parados en aquella encrucijada cuando vi venir de frente los faros de un coche. Uno de la media docena que nos cruzamos en dos horas y pico. Casi me planté en medio de la carretera agitando los brazos.

El que venía paró para no atropellarme pero, nada más que me retiré para acercarme a la ventanilla y preguntar por la carretera de Anoyia, arrancó como alma que lleva el diablo sin darme tiempo a abrir la boca. Creo que es el único gesto insolidario que recibimos de Creta, quizá eran turistas como nosotros, perdidos también. La morena de mi copla se reía diciendo, ¡Se asustaron, sales a la carretera moviendo los brazos, ven a un niño vomitando en la cuneta, al otro llorando, es de noche!...

Vitsenzos Kornaros, Λουδοβίκος των Ανωγείων. Ερωτόκριτος.

Grecia 2012

Tenía razón la morena pero yo estaba que me llevaba dios. Tiramos y paramos en el siguiente pueblo. Casi todas eran aldeas minúsculas donde no se veía más que un par de luces mortecinas y ni una sola en la docena de casas del caserío. Todo cerrado a cal y canto. Por supuesto ninguna persona a la vista. Allí fue una camioneta que pasaba la que paró y nos indicó la ruta a seguir.

Era un camino de tierra de los de ir en primera si no querías romper un palier, el del camioneto nos había dicho que sólo eran un par de kilómetros y que después ya había asfalto, iba delante en la misma dirección echándonos encima oleadas de polvo hasta que ralentizamos la marcha y se alejó. Al final había asfalto y una bifurcación sin señalizar de la que no nos habló el muy pillo.Yo pensaba también que Akis no nos había allanado el camino lo bastante, o no presté suficiente atención...

Cogimos el de la derecha, hacia el Psiloritis pensábamos nosotros. Pero ¡cá!, al cabo de diez minutos nos dimos cuenta de que la carretera se empinaba sí, pero empeoraba el firme hasta terminar en una trocha. Aquello no tenía trazas de ir a ningún sitio.

Vitsenzos Kornaros, Νίκος Ξυλούρης. Ερωτόκριτος.

Seguimos no obstante hacia delante, pensando ya que todos los caminos conducen a Roma o a la nada, depende, y fuimos a parar a otra de aquellas aldeas.
Allí vimos una luz en una casa a la orilla del camino. Esta vez bajó la mi morena a preguntar. Llamó a la puerta y tardaron en responder, pero al fin apareció un hombre en el umbral. Nosotros tres estábamos, a perro puesto en el coche, observando la escena escasamente iluminada por una luz muy tenue procedente del pasillo de la casa.

Nos llegaban sonidos apagados pero no podíamos escuchar lo que hablaban.Veía que el hombre gesticulaba mucho y la mi morena que se llevaba la mano a los labios como para reflexionar mientras se los mordía, costumbre suya, esto lo adivinaba yo. En un momento el paisano salió del umbral y se acercó al lateral de la casa para indicarle con el brazo unas luces muy débiles que se veían al otro lado de lo que parecía ser un profundo valle como los que veníamos cruzando. La noche era oscura como un judas ciego.

A juzgar por el tiempo que llevó, la explicación debía de ser muy completa. La morena regresó y arreamos, ¡De frente, todo seguido! Prao, prao!, como dicen en Yogoslavia entera (aunque ya no exista...)

Kornaros. Ψαραντωνης, lyra & Gιοργος Ξυλούρης, laúd y voz.  Ερωτόκριτος.

¡Era mudo, el hombre era mudo! Aggg, Panayííítsaaaaa mouuúúú!!...

Anoyia estaba a tres kilómetros de allí, eran aquellas luces de la ladera de enfrente. Llegamos poco después de la 9 pero yo tenía la sensación de que eran las doce de la noche por lo menos, habían pasado poco más de dos horas desde que habíamos salido de Arkadi, ¡jamás un viaje tan corto me había cundido tanto! Ni el que me dio en su máquina Yorgos con Popy este verano.

La hermana de Psarandonis estaba cerrando la casita museo de su hermano Nikos Xiloúris, una capillina, un oratorio para postulantes laicos como yo, cuando llegamos a la placita blanca, encalada, con la estatua de un antepasado heroico de la familia en el centro. Volvió a entrar, nos sentamos y nos invitó a unas olivas y a un tsikoudiá. Brindamos, intercambiamos algunos piropos a nuestro querido Nikos y tarareé con ella los primeros compases de ese poema tan triste de Miris con música de Markópulos sobre la lejana, perdida y añorada Aivalí, la Aivalik turca.

Στίχοι: Κ. Χ. Μύρης. Μουσική (y piano en esta grabación): Γιάννης Μαρκόπουλος.
Voz, Νίκος Ξυλούρης, Nikos Χilouris. Χίλια μύρια κύματα (Jilia myria kymata makriá t' Aivalí).
 Cien mil olas lejos de Aivalí. 
 

En fin, magnífica vendedora, salimos de allí con un par de pañuelos negros típicos del pueblo, unos CDs de Nikos y unas estampas del santu. Además nos dirigió hacia la taberna de otro Xiloúris donde cenamos estupendamente, y dejó apalabrada la pensión de un tercer familiar en cuya casa dormimos, en una habitación fría y desangelada donde tuvimos que darnos calor humano, ¡estos montañeses ni mantas usan!
Estábamos en uno de los pueblos más altos del Psiloritis, a 800 metros, a mediados de septiembre, y yo soy friolero, carajo, el hombro se quejó esa noche de eso y... de las milenta curvas anteriores!.

Me ha salido un poco largo el relato, pero acabo. Estando ahora en el corazón de Creta, lo he querido ilustrar musicalmente con varias versiones del Erotókritos de Vitsensos Kornaros, el poema amoroso más importante de la isla, cada cantante popular, casi cada cretense tiene su versión, algunos como los de hoy, de los músicos más conocidos, varias. Los dos primeros temas de Ludovikos tratan también de ese gigantesco poema, grande por su longitud como por su belleza.

Kornaros, Ψαραντώνης.  Ερωτόκριτος.
 

Inabarcable, interminable Creta...
 
Υγεία, Salud! 
 
Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros.  
 
P. D. Los pastores, las ovejas y las cabañas de Anoyia en el Psiloritis:
 
 
ra

sábado, 27 de octubre de 2012

Η Κρήτη, Creta -4. Αρκάδι, Arkadi


Grecia, agosto 2012

Buenas. El segundo día en Janiá alquilamos un coche por mediación de Akis, que nos había aleccionado a propósito de los lugares más interesantes para pasar un mes de vacaciones en familia, tres semanas en realidad más los cinco días que estuvimos en Janiá y el de Anogeia.

Empezamos por la costa central del norte de Creta en dirección este, los pueblos del Golfo de Souda y la Bahía de Almiros, hasta Rézimno. Desayunamos el famoso yogurt de Brises, un poco en el interior, y comimos en los alrededores de Rézimno. Vimos la ciudad, con mucha vida estudiantil, y por la tarde nos fuimos hacia el monasterio de Arkadi, con la intención de llegar a dormir a una hora prudente al pueblo de los Xyloúris y compañía, Anogeia.

Στίχοι, Letra, Kostas Varnalis. Μουσική, Música, Lucas Thanos.
 Νίκος Ξυλούρης, Nikos Xilouris.  I Mpalanta tou kyr mentiou.
 

Sin embargo Akis no nos habló de la carretera que sube a Arkadi, todavía en las estribaciones al oeste del Psiloritis, pero ya en una pequeña meseta muy elevada entre montañas y profundos y verdes valles. Tardamos en llegar mucho más de lo que pensábamos, faltaba una hora para que cerraran el monasterio.

El monje que atendía la taquilla y la puerta, flaco y con las barbas blancas hasta el ombligo, no se podía creer que hubieran caído por allí, a esa hora y en septimbre, dos españoles con niños pequeños que chapurriaban algo de griego.
No nos quiso cobrar las entradas. Una guía decía que la visita era gratuita, pero no es cierto, aunque lo fuera en esta ocasión. No había nadie viendo el monasterio y se entretuvo en explicarnos la fachada de la iglesia, orgulloso de poder contar que era renacentista de influencia española. Vimos las dependencias del monasterio, el monje nos dijo que no nos preocupáramos de la hora, pero hicimos una visita rápida y entramos en el museo, en el mismo patio.

Fuera de los muros que enmarcan este gran patio, Arkadi parece una fortaleza, a no ser por la espadaña de la iglesis que se eleva en el centro.
Y lo fue, porque aquí explotó un polvorín e hizo saltar por los aires al millar de griegos refugiados en su interior, la mayoría mujeres y niños, y a otros mil quinientos turcos entre los 15.000 que cercaban el monasterio. Y en fecha muy reciente, 1866. Dicen que la mecha la prendió un monje pero parece ser invención.
 
Λουδοβίκος των Ανωγείων. Για οτι εχω κανεις (Στις λίμνες των ματιών σου, En los lagos de tus ojos)
 
 

Grecia, verano 2012
 
En la mesa de entrada al museo había un palicari, un mocetón como una torre, escuchando mantinadas en un transistor. Lo saludamos y alabamos la música que escuchaba. Fue suficiente, al momento nos enzarzamos hablando de ello. Quedó asombrado de que conociéramos a tantos de sus músicos. Le contamos que esa noche queríamos dormir en Anogeia y, naturalmente, hablamos de los Xiloúris.

Resultó que también él era de una familia de músicos de Axos, una aldea cercana a Anogeia de donde al parecer partieron los primitivos fundadores de este último pueblo. Aunque no son conocidos como sus vecinos, su padre y un hermano tocan la lira, otro el laúd y él la mandolina, y canta, ¡no me extraña, con aquel pecho y aquel cuellaco de toro!

Tampoco allí pagamos entrada. Hizo de cicerone para nosotros, me cogió por los hombros y nos mostró cómo el icono de la Panayía de Arkadi nos seguía con la mirada a cualquier rincón del museo donde nos desplazáramos.
Quisimos comprar algún recuerdo para compensar un poco el precio de las entradas. Pero el palicari se negó, nos invitó a un tsikoudiá allí mismo y nos regaló un poster de aquella Virgen que no nos quitaba ojo.

Μουσική: Μάνος Χατζιδάκις, Στίχοι: Νίκος Γκάτσος.
 Ερμηνεύει ο Λάκης Παππάς. Μια Παναγιά. Una Virgen. 


Era tarde y nos íbamos, pero antes la mi morena y los guajes fueron a ver en el exterior del monasterio el osario del antiguo molino, calaveras y tibias apiladas en una imagen terrible. Allí los turcos había quemado vivos a un numeroso grupo de griegos que lo defendían.
Yo me quedé charlando con el monje, y al rato nos despedimos y entró cerrando las puertas de Arkadi por ese día.

Me metí en el coche y recogí a los míos. No sé qué pudo pasar. Cuando llevábamos rodando unos trescientos metros, al final ya de la gran explanada que rodea el monasterio, nos dimos cuenta que habíamos dejado al pequeño en el osario.
El guaje, entretenido con el macabro espectáculo, al ver que el coche se alejaba, había ido caminando tranquilamente hacia la puerta del monasterio. Llegamos antes de que llamara. Estaba tan campante, no le debió parecer tan mal sitio para pasar una temporada, tenía seis años, ¡...ggen Santaaaa!!!...

La próxima estación en Creta, Anogia.

Ψαρογιώργης. Κοντυλιές. Psaroyoryis, Kontiliés.
 
 
Υγεία, Salud

Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros