jueves, 20 de diciembre de 2012

Los piños de Rouco


Objetos  perdidos
Oviedo, septiembre 2012 


OdOntOcra$$ia
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mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmuerdemmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
 

Equivalencias chorras (x 1/5D1000i)
 
(2P2+2P2+2P2) x 1€ = KK-6P2 x 1€.  KK-6P2 x 100€ = 100€DKK.  ETC.
   

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡puaaagggggg!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 


Bucle  (Sin Salidaaaaaaaaaa....)


........................................etc.................................... 

  O  O   O   O  o  .    .    .  o  O   O   O   O  O  

 
Todas  las  tallaς
 
(entreparéntesis)
 
(ENTREPARÉNTESIS)


)))))))))))))))))))))))))))))))))))))fuera((((((((((((((((((((((((((((((((((((

¡¡ Esch, esch, eschh...!!

Rajoarrancando


rajoyaguarajoyaguarajoyaguarajoyaguarajoyaguarajoyaguarajoyaguarajoyaguarajoyaguar


( De  888RRADAS )
ramiro rodríguez prada
 
  
Deicidas - El bulevar de los álamos


El  Roto.   El País, 21 diciembre 2012
 

Salud
  

ramiro
 

martes, 18 de diciembre de 2012

En el nido del picogordo


La  Kurruka kardioilógika  paseando a  Paris.
Oviedo, septiembre 2012

Coccothraustes coccothraustes subsp. Ortizensis arrubarrenaensis, ¡vaya nombrecito!, conocido por el más popular Fernandino, por hacerle un piercing en la oreja izquierda a Fernando VII cuando de rapaz veraneaba en Aranjuez, e iba por los jardines con una cuadrilla de mamoncetes como él, vacilando de trabuco. Carlos IV ni se enteró. Pero esto es historia natural y de España, y no era ése el tema de hoy.

El asunto de hoy era referir con brevedad un encuentro que tuvimos a finales de septiembre, poco después de la visita que hice al Mirlo rubio en León, y sin liarme.
No nos veíamos creo que desde últimos de Junio, porque en el verano faltamos los dos de casa, en días y meses diferentes, y sólo habíamos hablado por teléfono.

Así como yo paso horas y días encerrado en la cocina, porque cocino y fumo, sin salir de casa, el Picogordo hace lo mismo pero por las tardes, cuando acaba el trabajo, y en el salón, pues no hay pajarines en el nido que resguardar del humo.
No sé si está bien expresado, creo que ya me lié, lo intentaré de nuevo: por las tardes no sale del salón, salvo para hacer un café en la cocina, atacar un aguardiente de Ibias fino como una perla o sacar unas cervezas de la frigider. No cocina, pero fuma. Lo que no fumó por la mañana, lo fuma por la tarde y la noche.

Aún no me parece claro. Vamos a ver. No penséis que se pasa las ocho o nueve horas diarias de descanso, en un despiporre acohólico y ¿humorístico?, ¿humoso? ¿afumao? ¿ahumado quizá?, no señores, no, que es una kurruka muy, pero que muy lectora, y además no le gustan las lecturas blandas, tipo Kierkegart, Faulkner o Joyce, a los que ya corrió a zurriagazos donostiarras cuando vivía en San Sebas. Lee cosas que, al decir de don Ramón, no son para repetidas aquí.

Al odiseo irlandés lo corrió por las calles de Dublín, de riñón en riñón, perdón, de corazón en corazón, que lo suyo es el Kardiá, comiendo las raciones de entrañada literaria de bar en bar, y de una pinta de guinness a otra.
Algunas cosas más cató, que atañen al verduguillo, un sarpullido femenil en las pecosas y pálidas  pieles de las pelirrojas gaélicas, y del que no diremos más, que hay críos delante.
Definitivamente me lié.


Paris  entrando el primero en el ascensor.
Oviedo, 2012

La Curruca Fernandina, como el Mirlo Rubio, gasta perro. Como es también amante del mundo antiguo, y del griego en especial, le puso al suyo Paris.

Es un nombre perfecto, porque es un chucho pacífico, femenino y muy guapín. Me recibe siempre a la puerta del nido del Coccothraustes (¡joer, qué miedo, parece el apellido de un dinosaurio!...), moviendo alegre el rabo y acercándose en silencio para olerme y que lo acaricie, es muy cariñoso.
Casi no lo escuché ladrar nunca, y no es de esos canes que se te echen encima agobiándote. Tiene un pelo rubio, liso y sedoso que es un placer acariciar. Y se deja.

Paris es mucho más pequeño que la Popa del Aedensis. La perra del Rubio tiene el pelo marrón, es rizosina y muy tímida. Cuando llamo a la puerta del nido del Mirlo, en León, ladra como una condenada, oigo que me huele por debajo de la puerta y sé que me reconoce. Pero sigue ladrando.
Cuando la curruca me abre el nido, Popa recula sin dejar de ladrar, resbalando en el parquet, toda azorada, nerviosa, acobardada.
Es muy asustadiza y tarda mucho en acercarse, después ya se deja acariciar y le gusta que le rasquen los rizos de la cabeza y de la papada. Pero el más mínimo movimiento brusco la espanta, y ladra. ¡Y tiene un vozarrón como el de un paisano tipo mastín!, atruena todo el piso. La curruca leonina ladea la cabeza sonriendo y dice por lo bajo, mirándola, ¡uuuuuuh!... Vive en un sinvivir la pobre Popina.

Pues con estos dos pájaros y con sus respectivos chuqueles, salgo a pasear también alguna vez, es como si me sacaran a mí. Aunque, en el caso de estas dos currucas suelo ser yo el que las visita en su nido, y no al revés como acostumbra a suceder, dada mi clausura.


La  Cannavina  y el  Picogordo  en el nido de éste.
Oviedo, septiembre 2012

Y bien, como suele acontecer en estas reuniones a dos en el nido del Picogordo, hablamos de literatura, y de Grecia más que nada. Fumamos y bebemos, siguiendo el tratamiento heteróxido prescrito, sin apartarnos un ápice de la letra, ni de la música.
A la hora ya hay que ventilar el salón, para evitar que los vecinos llamen a los bomberos si se espera mucho y se abre de repente la ventana.

Me martiriza el arrubarrenensis, canónicamente, enumerando algunos pecados capitales y ciertos errores cometidos por mis amigos griegos que, junto a otros males internacionales, los ha conducido al punto actual.

Echo balones fuera, negando, acotando, rebajando, y reservo la parte del león para el panegírico heleno que le suelo largar a continuación.
No quiero ponerme en la fila de los que empujan el árbol a ver si rompe. Pese a saber que muchos de los que dicen sostenerlo sólo se apoyan en él. Y no me refiero con lo de no empujar, al sistema, al gobierno, ni siquiera a la nación en el sentido moderno. Hablo de la mayoría del pueblo griego, ese que se afana, laborioso y no sale de una patada, pero no por causa de la crisis, sino porque la riqueza y el poder político siguen en muy pocas manos y, ahora más que nunca, también extranjeras.

Tres cojones le importa al capital, responsable de las crisis pasadas, de ésta y de las venideras, la nación y/o el pueblo griego.

Como traigo noticias frescas, y sabe que puedo errar analizando, pero no lo engaño en lo que le cuento, se suele fiar de mín, revira un poco el ojo clínico kardioilógiko y concede.
Nunca me dio un capón con ese cacho pico que tiene, porque ya he contado que es hombre pacífico, pero yo tampoco lo provoco demasiado: es un pájaro apasionado y... ¡mucho más grande que yo!

Y es todo por hoy, queridas currucas, a piar al carrer!
 
Presentación en New York. Igor y Harkaitz. Txalaparta Express.
 

Salud.
 
Cannabina Carduélis, pardilla común, sbsp. rebétissa psilicossa.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Sombras de Albons -3


Albons,  verano 2012

 
888RRADAS

 

miseria$

 muerte
 

Las  sombras  del dinero


¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿porqué????????????????????????????


Jeroglíficos para otarios

1 1 11 1
AÚLLO LAGO

¿Qué son los de Bankia?
 
1 1 1 11
MACHO CABRÍO EXISTE

¿Y sus socios políticos?

""""""""""""""""""""""""""""""""""quién"""""""""""""""""""""""""""""""

Acompañado por la orquesta de Anibal Troilo, Edmundo Rivero. Cafetín de Buenos Aires.


Albons,  Girona, julio 2012
    .
    .
    º
       0
     
        0
    0
     0
     0
   O
       +1
          --------------
        -1

 
     Pesos muertos
           (Matemática vital) 
 
 
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡cómo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
  

O 4 3 2
 
Orden político español
(Los últimos serán los primeroo la preeminencia de los medio ocres)


<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<cuándo>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>


¡Ssschpañolesssch!:
¡Raje onte, Rajoy hoxe e mañá Rajaré!


¡Españoles!:
¡Rajé ayer, Rajo hoy y mañana Rajaré!


(Malas traducciones)


Albons,  julio 2012
 
TrucOs    almendrucOs
 
 
 -DEBE............................ :    894.786.976.ooo.ooo. €
 
        -HABER............ :   129, 085. € 
 
       -SALDO.......................... :   -894.786.975.999.870, 915. €
 
 
El gobierno rinde cuentas


((((((((((((((((((((((((((((((((((((((dónde)))))))))))))))))))))))))))))))))))


Dice quien subió el vídeo: "Un milonga de rompe y raja en la gola del feo que siempre cantó tan lindo". Edmundo Lionel Rivero.   El Desalojo. 

http://www.youtube.com/watch?v=pjJmoIR8fsA&feature=related

Salud

Ramiro Rodríguez Prada

sábado, 15 de diciembre de 2012

Sombras de Albons -2


¿Robert Crumb  o  Juan Calonje?
Albons, julio 2012. 
 
Himalayas


Era un viernes por la tarde, teníamos un fin de semana largo, cogimos el tequi, la tienda y los sacos de dormir y, con otras dos parejas, nos fuimos a pasarlo en el campo.
Como todo fue preparado algo precipitadamente, no llevábamos comida, pensábamos comprarla por el camino, quizá en uno de los últimos pueblos, antes de dejar el coche y enfilar el sendero que nos subía al monte.
Serían dos días largos de total aislamiento y no nos apetecía desandar el camino a diario para bajar a comer en alguna aldea del valle que, en este lugar concreto, quedaban algo lejos.

No éramos grandes excursionistas ni mucho menos montañeros, preferíamos quedarnos en las proximidades de algún núcleo habitado, y si disponía de un buen fogón, aunque sólo fuera mediano, mejor que mejor.
Muchas de nuestras salidas tenían en cuenta ese detalle, de manera que pudiéramos comer bien sin el esfuerzo de comprar, llevar y hacer la comida, con todos los utensilios correspondientes, una lata. Al fin y al cabo los paisajes eran siempre hermosos, en el ir y venir abríamos el apertito y hacíamos pierna, ¡qué más pedir!.

Hicimos la compra en el último lugar habitado, uno de esos bares-tienda que menudean por el país. Pensábamos que el colmado estaría más surtido, pero nos engañó la memoria, porque de comer no había mucho, y más que ultramarinos o alimentación, era ferretería y droguería, en un desorden monumental.
Casi acabamos con la reserva de conservas de la tiendina. La dejamos sin chicharros en escabeche, sin sardinas en aceite y sin calamares en su tinta. Y arramplamos con todos los chorizos y salchichones que colgaban en la sección charcutería, es un decir, que tampoco eran muchos.

El jamón que tenían empezado detrás del mostrador del bar, no nos lo quisieron vender. Pero dijeron que al día siguiente recibían un pedido y, si bajábamos, nos reservaban uno. Reusamos el ofrecimiento, estábamos decididos a no volver al valle en 48 horas, por lo menos. Nos vendieron también hogaza y media de pan, de las más grandes, seis litros de leche y un kilo de queso, que era lo que les quedaba.

Deberíamos de haber cenado antes de salir, unos huevos con chorizo, jamón y patatas fritas, que era lo que tenían, porque a ninguno nos pareció, la que llevábamos, suficiente comida para dos días y seis personas como nosotros.
Pero estábamos ansiosos por plantar las tiendas en aquel lugar idílico que todos conocíamos ya. Llevábamos más de dos meses sin hacer una salida y la ciudad es muy estresante.

Creo que ha quedado suficientemente claro que se trataba de un grupo de buenos comedores, más que andadores. Llenamos las cantimploras de agua para el camino. En la campera donde montaríamos el campamento, había una fuente de agua fría y cristalina, por ese lado ningún problema.

Estábamos a poco más de dos horas de la campa, siempre hacia arriba, eso sí, pero con subidas largas, tendidas y cómodas. Sólo en la última parte, el sendero se volvía pindio, zigzagueando por la pendiente hasta alcanzar una zona llana de praderías, en la base y al abrigo ya de los picos pelados de la gran cordillera.
The Ramones.   Psycho Therapy.
 
 

Albons,  Girona, julio 2012

En la ascensión los fumadores, que éramos tres, nos fuimos quedando poco a poco atrás. El peso de las mochilas no era tampoco excesivo, pero cuando la pulmona dice que no, no hay tu tía. Llegamos media hora más tarde, pero llegamos.

Ya oscurecía, habían montado una tienda y trataban de encender un pequeño fuego. Todos estábamos hambrientos.
Esa primera noche, sentados en torno a la hoguera, cayó la primera hogaza acompañada por la mitad del salchichón, del queso y el chorizo, y media lata de chicharrillos en vinagre, pero de las grandes de dos kilos.
Llevábamos también un par de botellas de wisky y completamos, con una, la ración de calorías por aquella noche.

No hablamos del tema, pero todos sabíamos que habría que bajar al día siguiente si no queríamos quedar a dos velas muy pronto, incluso antes de la siguiente cena.

En el monte se come mucho, el aire y el ejercicio abren el apetito. En el desayuno acabamos con el pan y el queso que quedaba. Ya reconfortados, no planificamos bien los siguientes pasos.
Habíamos pensado hacer un pequeño recorrido conocido, que no nos debería de llevar más de tres horas. Calculábamos que para las 12 del mediodía estaríamos de vuelta en la campa, y entonces podíamos pensar en las provisiones.

No sé cómo nos entretuvimos, íbamos tranquilamente, desde luego, lo cierto es que no volvimos hasta las tres, ¡con un hambre que pa qué!

Devoramos lo que quedaba, que sólo nos parecieron unos pobres restos, sin pan. Media lata de escabeche de chicharro, calamares en su tinta templados a la brasa en sus propias latas, sardinas en aceite sobre rodajas de chorizo y/o salchichón, todo ello regado con la leche que había sobrado. Maridajes turbios de ocasión o conveniencia, Santas Hostias cuando hay gazufa y juventud.

Quitamos el hambre sólo por un rato. De hecho, mientras engullíamos hablábamos de cómo resolver el asunto.
Con dos que bajaran sería suficiente, esta vez no había que cargar con tiendas, sacos y demás impedimenta. Conscientes de que soy el más afogao de los seis, mis colegas se ofrecieron, yo quedaría arriba con las mujeres. Una hora para bajar y dos para subir, hacia las cinco podrían estar de regreso.

Pasaron las seis, las siete y las ocho, empezaba a oscurecer y los prendas sin aparecer. ¡Estábamos los cuatro con una jambre que no te cuento!.


Albons,  Girona, verano 2012

Por fin, cerca de las nueve, asomaron el pico por el borde de la campa, donde ocho ojos ansiosos estaban clavados ya desde hacía tres horas. ¡Virgen del Divino Ayuno!
Nos echamos sobre las provisiones como lobos sin preguntar por los motivos de la tardanza.

Enseguida nos enteramos. En nuestra ansiedad no habíamos reparado en las mochilas de los colegas, ¡venían medio vacías!.
El bar estaba cerrado, no sabían porqué. No llevaban las llaves del coche y tuvieron que bajar caminando a la siguiente aldea, que no está cerca.
Había otra tienda-bar, pero aún más desabastecida que la de ayer. Cogieron lo que pudieron y subieron.
Sólo pararon un poco a mitad de camino para comer algo de queso y pan, tenían tanta hambre como los demás, tal vez más.

Compartimos lo que había y nos trincamos la otra botella de escocés al amor del fuego. Habíamos dejado algo de leche, queso, y unas galletas de las que subieron, para asegurar por lo menos un mínimo tentempié en el desayuno.
Esa noche de sábado, cuando nos retiramos a las tiendas, cariacontecidos, creo que a todos nos rugían las tripas.

Nos quedaba un día completo, la noche del domingo y una mañana. Habíamos pensado marchar el lunes al medio día, que era festivo, para no coger toda la caravana de entrada a la ciudad.

No quiero alargar la historia porque lo fundamental está contado. Tuvimos que bajar otras dos veces, pero lo hicimos los seis juntos. Comimos como gochos en el primer bar, ¡y qué huevos! (expresión y realidad). Había vuelto a abrir. Cerró el primer día por un accidente del dueño, rompió un brazo y ahora lo llevaba escayolado.

La tercera y última vez que bajamos fue ya el lunes por la mañana, con todos los trastos, mucho antes de lo previsto, ¡teníamos un hambre canina!, y la sensación de que volvíamos del Karakorum...

Ramiro Rodríguez Prada
 
 
En vivo, producción de Javier Limón, en el XII Festival de Músiques Religioses de Girona. Anoushka Shankar.  Traveller. 
 
 
Salud

viernes, 14 de diciembre de 2012

Sombras de Albons


Albons,  julio 2012
 
Un paso al frente


Lo echamos a suertes. En aquella compañía nunca salía un voluntario para hacer ese trabajo, y eso que todos habíamos visto morir a más de un compañero. Pero, la última vez, la negativa de uno de nosotros a formar parte del pelotón, a una orden del teniente, le había costado la vida: el oficial desenfundó la pistola y descerrajó un tiro en la cabeza del soldado, delante de los que esperaban a ser fusilados y del resto de la compañía. A continuación formó al pelotón y dio las órdenes, con el soldado tirado en un gran charco de sangre, en medio del espacio que los separaba de los infelices sobre los que iban a disparar, que aplastaban la espalda contra el muro.

Al capitán sólo lo veían los asistentes, era un hombre débil e incapaz que se pasaba el día borracho. Había cedido toda su responsabilidad al teniente, un fanático, paranoico y asesino, que tenía por norma y misión, limpiar todos los lugares que las tropas íbamos ocupando. Aquel día, en voz baja, en los corrillos no se hablaba de otra cosa. Alguien sugirió adelantarnos al siguiente fusilamiento y propuso que la suerte decidiera por nosotros, escogiendo a quienes deberían presentarse voluntarios ante el teniente, llegado el caso. Aceptamos sin demasiada convicción. Pero creo que algo se iluminó en nosotros y muchos, desde ese momento, empezamos a pensar ya en otra cosa.

¿Cuando el teniente nos sacaba de las filas a empellones, para que formáramos el pelotón, no era también la suerte quien decidía? Esa noche apenas pude conciliar el sueño. Despertaba con la imagen ensangrentada de aquel desgraciado compañero, en el suelo, asesinado impunemente por ese animal a la vista de todos. Era un pobre chico, un jornalero humilde y tímido, sobrepasado como los demás por la brutalidad de aquellos horribles meses. No es cierto que uno se acostumbre a los baños diarios de sangre o, por lo menos, no es cierto que todo el mundo se acostumbre. Me repugnaba aquel individuo, ¡tantos buenos chavales caídos y aquella hiena ni una herida en toda la campaña!.

Kim Fowley.  Night of the hunter.  La noche del cazador.


Albons,  Girona, verano 2012

Después de aquel triste y aleccionador episodio, tuvimos dos jornadas de marchas forzadas hasta alcanzar nuestro siguiente objetivo. Estábamos agotados. El enemigo más que en franca retirada huía a la desbandada, sólo esporádicamente se enfrentaba a nuestras fuerzas, más numerosas y mejor equipadas. En realidad sólo lo hacía ya cuando se veía copado. Entonces oponía una resistencia numantina. Llegamos a las inmediaciones de aquel pueblo unos minutos antes del amanecer y lo rodeamos. Cuando el primer grupo intentó penetrar, filo de las tapias, fue recibido por una lluvia de balas. Todo el día estuvimos porfiando, estrechando el cerco sin éxito. Había una ametralladora emplazada en la torre que dominaba todas las descubiertas del pueblo.

Por la noche cesó el ataque, pero recibimos la orden de mantener nuestros puestos y hacer guardias, relevándonos cada hora, para impedir que los centinelas se llegaran a dormir. Aún así a muchos los venció el sueño, y todos dormimos poco y mal, con un frío de mil diablos, tapados con los capotes y recostados contra las tapias, con el fusil en el regazo. Faltaría una hora para el amanecer y se oyeron disparos. Enseguida supimos que algunos sitiados habían conseguido escapar forzando el cerco y en el lance había caído uno de los nuestros, era el segundo que perdíamos en aquel pueblo. El teniente, enfurecido, había ordenado avanzar y atacar inmediatamente, adelantándose a la hora prevista.

Mientras nos acercábamos a la iglesia, amparados por la oscuridad de las casas, arrimados a sus muros, no hubo problema, pero la primera descubierta fue contestada por una ráfaga. Un nutrido grupo de compañeros había recibido la orden de atacar la torre con fuego cerrado desde lados opuestos, dando ocasión para que otros grupos se aproximaran. Pero el oficial, frenético, envió a dos soldados antes de comenzar la maniobra de distracción, a morir. Los vimos caer sin lograr alcanzar el abrigo que buscaban. Tuvimos ese día otros tres muertos y una docena de heridos. Hubo que dinamitar la torre para desalojar a sus defensores. El teniente iba de un lado a otro fuera de sí.


Albons,  julio 2012

No hubo prisioneros. Contamos ocho cuerpos, entre ellos los de tres mujeres y un adolescente con uniforme de miliciano que le quedaba grande. Para ser tan pocos nos tuvieron en jaque dos días. Los escasos civiles que habían quedado en el pueblo estaban reunidos con el cura en la rectoral. Sólo ancianos de ambos sexos, alguna mujer mayor y unos cuantos críos. Los sacó a la plaza y los alineó contra el muro de una casa. Eran catorce personas. El cura, mayor y con pinta de borrachín como nuestro capitán, recibió un golpe en la cabeza con la pistola, por intentar oponerse a la barbaridad que el teniente pretendía llevar a cabo. De pie, a la puerta de la rectoral, con la cara llena de sangre, se tapaba la herida de la frente con un pañuelo, contemplando el drama que se estaba preparando.

El oficial mandó formar a la compañía. Había un silencio ominoso sólo roto por el llanto de los rapaces, que se agarraban a las faldas y a los pantalones de los abuelos. Mientras nos poníamos en fila, buscando cada uno su lugar, yo temblaba y veía a mis compañeros cercanos, igualmente mudos, espantados. Un hombre se separó de la pared llamando al teniente, ¡Mi teniente, haga el favor! El militar se giró apuntándole con la pistola, ¡Vuelva a su sitio!, gritó enrojecido, sacudiendo amenazador el arma. El hombre reculó en silencio y volvió a la fila del muro. ¡A ver, maricones!, chilló el teniente, ¡Tenemos siete bajas, que serán más, porque dos están destripados y no pasan de esta noche!, ¿quién sale por la brava?, ¡¿o tengo que sacaros yo a patadas?!

El teniente dio un paso hacia delante, en un gesto de provocación y amenaza, con el arma montada todavía en la mano, alzando el brazo. ¡Los patriotas que den un paso al frente!, volvió a bramar. En las filas sólo nos atrevíamos a mirarnos de reojo, nadie movía un pelo, yo no había dejado de temblar y trataba de dominar aquellos estremecimientos incontrolados, que me daba la impresión de que todo el mundo notaba. Era uno de los elegidos por la fortuna para dar el paso al frente y lo di como un autómata, sin pensar, como tratando de escapar de aquellos temblores, que cesaron al instante. Algunos más habían dado también el paso. Salimos quince. Cuando el teniente ordenó, ¡Fuego!, dirigimos los fusiles contra él y disparamos.

Ramiro Rodríguez Prada
 
Kim Fowley.  California gypsy man.
 

 
Salud.