miércoles, 3 de abril de 2013

Vassilikós versus Márkaris -2


Aerodromio Elefzerios Venizelos
Grecia, verano 2012

Cometarios al binomio Vassilikós-Márkaris


4. Literatura y cine

Otra característica importante de ambos narradores es la acción, en Petros Márkaris vivaz y directa, en Vassilis Vassilikós tortuosa y lenta, de acuerdo con sus respectivos ritmos y estilos.

Aunque las dos obras comparten virtudes cinemátográficas, es precisamente en el cine, escenario de la acción por antonomasia, donde hallamos esta aparente contradicción, ya que Márkaris, como guionista de varias películas de Teo Anguelopulos (La eternidad y un día, La mirada de Ulises...), colabora con un cine de ritmo lento y largo desarrollo introspectivo -como los planos de Teo-. Y, a la inversa, Vassilikós pone su novela al servicio de un cine de acción clásico y de menor calado poético (Kosta Gavras). Lo que, por otra parte, evidencia la distancia que media entre cine y literatura. Para empezar, hay que considerar la dirección del film como un factor decisivo en el resultado final, más que el propio guión, como parece razonable pensar.

No obstante, ya es un logro para los dos autores que sus argumentos no se reservaran para películas de serie B, como sucedió con el género negro en sus inicios hollywoodienses.
Y es que la novela policíaca hace muchos años que dejó de ser la pariente pobre de la prosa, o sus autores escritores de segunda fila. Muchas de aquellas cintas de bajo presupuesto están hoy entre las obras maestras de la cinematografía, y el negro es un género bien engrasado actualmente.

Mención aparte merece Petros como autor dramático o traductor (Brecht), aunque esto no lo podemos valorar ni ir más allá de la admiración.

Petros Márkaris, griego

A pesar de la influencia de los clásicos europeos,  el género negro en su forma actual llega a Europa en un viaje de ida y vuelta importado de Estados Unidos. Aspira a cierto internacionalismo impersonal, el que procura el dinero, el delito mafioso y el anonimato de las macrociudades de cualquier parte del mundo, lugar común de estos relatos.

Márkaris, contando también con el empujón de Montalván que él mismo reconoce, milita en ese palo, lo no quiere decir que renuncie en absoluto al mundo real griego en que se desarrolla la acción, o a la memoria histórica de su país, lo he venido señalando a lo largo del trabajo -y Jaritos no es el único, ahí tenemos a Carvalho-. Todo lo contrario, Petros se nos muestra profundamente griego, tanto que sus novelas nos parecen una continuidad, por otra vía, de la mejor novelística helena del último siglo. Su internacionalismo sigue la ruta inversa a la del modelo americano: de lo particular a lo general, del localismo griego, vernáculo, al ejemplo ético más universal.
Por eso, pese a su elección de un modelo importado, Márkaris aquí no puede ni podría ser otra cosa que un escritor griego

Como pequeño ejemplo, entre otros muchos rincones donde se puede ver su greciedad, utilizando un adjetivo de Ritsos, está la mención que hace en sus tres novelas de Koritzá, en el sur de Albania. Es una plaza arvanítica, greco-albanesa, siempre a expensas de las mareas de la Historia, incrustada en la memoria colectiva de la Grecia contemporánea, tanto como lo pueda estar Lambrakis (K) en el recuerdo de los nacidos en los 50. No es casualidad que las novelas traten de albaneses, no sólo por su masiva presencia durante años, que también.

Koritzá, como Aivalí, por ejemplo, en la costa de Asia Menor al norte de Esmirna, es una espina clavada en el corazón de los griegos y muchos de sus escritores han llorado la pérdida de aquella Chica, que es lo que significa en castellano, o la han recordado con nostalgia. El propio Yorgos Seferis, que en 1936 estuvo destinado allí como diplomático, hace un apunte en su diario, Meres, Días, viajando en tren hacia ella, que por su gracia quita un poco de hierro a a ese puñal en el alma griega (Traducción de Vicente Fernández):

"Voy con un judío de Salónica que dice kulómetros en lugar de kilómetros".

Monastiraki. Atenas.
Grecia  2012.

Si recordamos que unos años después de ese viaje, Koritzá volvería a ser griega por unos meses, para volver a perderla, que los judíos de Salónica serían eliminados en masa por los nazis y que, a partir de ahí aumentarían las desgracias para la Grecia moderna, comprenderemos mejor las menciones de Márkaris a la ciudad y otro porqué de Albania y los albaneses.

Por supuesto, sin perder de vista la importancia de los acontecimientos que precipitaron la descomposición del régimen comunista albanés o la quiebra de su heredero, protocapitalismo salvaje o piratería estatal, ¡pleonasmos!. Ni las guerras y descomposición de Yugoeslavia, situaciones coyunturales que influyeron en la vida diaria griega y justifican por si solas el tema recurrente albanés en las novelas, o el balcánico en general, toda vez que fueron esos conflictos los que dispararon la emigración y con ella la pobreza, la indefensión y la delincuencia mafiosa que se le asocia. Asuntos todos ellos tratados y denunciados por Petros a través de la trama de sus historias, caldo de cultivo, y volvemos al principio, del género policíaco y por extensión de la literatura social y realista, no del realismo socialista del que hablábamos al hilo de algunos aspectos de las novelas de Vassilikós.

También ese realismo aspira a retratar lo real, pero tiende a deslizar peligrosamente hacia el Kitsch o el Naïf (desproporcionado, plano, sin perspectiva, hipertrofiado, engañoso, conservador...) y se aleja del arte comprometido con una realidad no distorsionada que, además, no obedece al partido. Y me estoy refiriendo ahora en especial al postrero cuando, autoplagiándose, como todo arte establecido e integrado, se convirtió en un remedo de si mismo y en nuevo artificio e instrumento del poder.


Isabel M. Melendi.

Ramiro Rodríguez Prada.


P.D. Hasta aquí la pequeña serie sobre Márkaris y Vassilikós. Añadiré que si alguna idea u opinión resulta chocante o extravagante a alguien, supongo que será en buena medida responsabilidad nuestra, porque se trata de opiniones personales fruto de las lecturas señaladas en otros capítulos, ideas que no van a misa ni lo pretenden, pero son nuestras.

La despedida es una canción muy conocida de Batis que me había enviado hace tiempo Yiannis Tsakós, apodromos. Cuatro colegas en el Pireo se fuman unos canutos para combatir la crisis de ese año. Batis se refería a 1934, pero ya vemos que la cosa no se quedó ahí, porque aquí sigue... . Vale.

Μπάτης.   Καμηλιέρικο.

http://youtu.be/H6TD4S90qAk

Γλέπω τέσσεροι παρέα κι όλοι από τον Περαία
Και 'φουρμένανε χασίσι με τη φετινή τη κρίση
με τη φετινή τη κρίση και 'φουρμένανε χασίσι

Salud y buenos días.

martes, 2 de abril de 2013

Vassilikós versus Márkaris


Hotel en el Aeródromo de Atenas.
Agosto, 2012.

Cometarios al binomio Vassilikós-Márkaris


1. El propósito

Tratándose de escritores que han militado en la izquierda, no pude evitar establecer algunas comparaciones, sin malicia, entre las dos novelas de Petros Márkaris, Noticias de la noche y Defensa cerrada, y las de Vassilis Vassilikós, Z  y El forense. Sin olvidar que las obras están separadas por una distancia de más de veinte años, contratiempo insignificante sin embargo, frente a la ventaja de poder hacer una lectura política de ambos autores, a la luz de de los años transcurridos desde Lambrakis en Katotumba a Jaritos en Síndagma.

2. El asunto

Aunque Vassilikós intenta en Z  un camino menos frecuentado, más arriesgado por tanto, un cruce entre la novela negra y el reportaje político cuyo resultado es un híbrido, interesante pero extraño -ficción política?-, creo que la intención didáctica es paralela en ambos autores, cuando no confluyente. Y por didáctica entiendo ahora su mensaje político: ¿Cómo es la sociedad que nos presentan, dónde están sus problemas, quién se ocupa de resolverlos, quiénes son las víctimas y quiénes los verdugos? ¿Existen soluciones?...

Pero el didactismo de Vassilikós, en consonancia con la época inflamada en que se compuso Z, es mucho más moralista y panfletario que el de Márkaris, quien presenta un estado de cosas igualmente triste, la precariedad de la vida misma, sin recurrir acto seguido a recetas políticas o éticas citando a los próceres del pensamiento comunista. Petros se limita a resaltar, clara pero más tímidamente, las cualidades morales o individuales de tal o cual personaje, con su biografía al descubierto, pero sin moralina, más como esbozo, sin inflamarse en la suprema idea revolucionaria.

Los personajes de Vassilis en El forense me resultan falsos y más falsa aún la acción, si bien no niego la loable intención del autor al intentar unir en su argumento el polvo y las estrellas, errando, a mi juicio, en el mismo terreno que Márkaris, como explicaré a propósito de éste más adelante. Sólo que en Vassilikós ese desfase de universos resulta excesivo: no me acabo de creer esa mezcla, ese batiburrillo más bien, de multimillonarios, divas, terroristas de pacotilla y crápulas con título que me pareció la novelita, por muy abigarrada que sea la sociedad griega. Pero menos todavía me gustó la moraleja?, llamémosla ahora asina, política, que raya el panfleto o, lo que es peor, incurre en la forma más cutre de realsocialismo.

Z  me parece bastante mejor, rescatando además un episodio oscuro y trágico de la Historia y el imaginario colectivo reciente del pueblo griego. Es más cercana y completa, resulta más creíble tal vez por su proximidad al reportaje periodístico de investigación, a la crónica de sucesos, a la realidad de la calle en definitiva. Sin embargo, algo atenuados, tiene los mismos vicios. No sólo es más ambiciosa por sus dimensiones, por la potencia del tema escogido o por el riesgo de su técnica narrativa, sino porque creo que consigue levantar una serie de personajes secundarios tomados directamente del mundo popular griego que sí son creíbles, al contrario que los de El forense, personajes de política-ficción más que de ficción-política. Y junto a estos hombres y mujeres, la descripción del mundillo en que se mueven -Zesaloniki mu de fondo-, en especial el ambiente turbio de la ultraderecha griega de aquellos años 60, como el de todas, absolutamente tenebroso, tétrico, aquí sí acierta, con una policía corrupta hasta la médula.

Por lo que se refiere a Márkaris, no es tan ambicioso en el planteamiento de sus novelas, sino más sintético sin renunciar a lo narrativo, pero no pretende encarnar conciencia colectiva alguna, a lo sumo una doméstica de ayuda mutua, no una revolución internacional o nacional, sino una tribal, más humilde pero no menos radical, pisando las calles del barrio, atento a lo colectivo, pero sin abanderarlo. No hay épica como en Vassilikós, como mucho una pequeña/gran epopeya personal del trabajo bien hecho y de los buenos sentimientos, sin aspavientos ni heroicidades, eso sí: con tristeza y amargura, además de la ironía, del humor en general.

Aeropuerto Elefzerios Venizelos
Grecia, verano 2012

3. Realismo narrativo

Vassilikós es ideológicamente más lineal, y la trama de El forense, siendo más grandilocuente que las historias de Márkaris, como próxima a ellas por su mutua adscripción al género policíaco es, no obstante , menos creíble. El intento de verosimilitud está presente en ambos autores, también en la novela negra en general, como subconjunto que es del realismo literario.
Y aquí retomo ese tema que dejamos pendiente y sobre el que prometí volver, a propósito de cierta falla, la única que a mi entender se produce en la credibilidad de la narración de Márkaris, Noticias de la noche, y  en otras.

Creo que rechina la verosimilitud cuando sitúa a su protagonista Jaritos al frente de Homicidios, junto al Jefe de la Seguridad Nacional, tal vez en un intento de involucrar en la acción a las "altas esferas", cuando la mayor parte de la acción real, la que se desarrolla ante nuestros ojos de lectores, transcurre en las calles, los bajos fondos, en barrios de tercera y algunos despachos no siempre bien amueblados. Aunque las altas esferas siempre se libran, y eso lo deja claro, tampoco logra Petros describirlas con autoridad, parecen personajes interpuestos, un poco forzados a salir a escena: se trata de un directivo de televisión, un excomunista que se ha hecho millonario y un ministro que aparece un poco de prestado. Ni el ejecutivo de televisión, ni el excomunista parecen realmente de los Intocables, al estilo de los increíbles navieros de Vassilis en El forense. No son  personajes del gran mundo, se dirían advenedizos sin conciencia, pero accesibles.

Da la sensación de haber dejado escapar de su red crítica a los peces más gordos, no a éstos, sino o a los que no aparecen, los dueños de la riqueza,  la verdadera alta burguesía, primera responsable de la situación que del país se nos describe. (Esta es una característica que, para mí, se mantiene en sus siguientes libros, y este paréntesis es actual).
Supongo que no será fácil hablar en una novela de lo divino y de lo humano, pasando del lumpen-proletariado a la aristocracia, a través de una historia deliberadamente humilde -Márkaris- o ambiciosa -Vassilikós-. Ahí está el reto.

Siendo Z  un caso un poco aparte de las otras tres novelas citadas, por lo que tiene de reportaje político como dije, habría que tratarla en otro lugar; pero es más lo que comparte con ellas que lo que las separa. Y ello es, insisto, los personajes populares de la Grecia profunda y la descripción de su pensamiento, cuando lo hay, de sus ritos y afanes, sus tristezas y sus alegrías o sus domates yemistés, sus tomates rellenos. Esto lo hace bien Vassilis en Z  y aún mejor Petros en sus dos libros.

Márkaris explica  en una entrevista, su afición a los yemistes.

http://www.youtube.com/watch?v=KNIxFhoYQXc

Vassilikós, con su intento barroco en Z, o su búsqueda de brillantez en El forense, que deviene mera sofisticación según creo, parece aspirar a la gran literatura -oficial-, y en lo íntimo, como autor, a representar la figura del intelectual oracular y moralista, resultando por ello en muchas ocasiones no barroco y ecléctico, sino recargado y aburrido. Es pura especulación personal, naturalmente.

En Márkaris no se da esa figura, entre otras razones porque sus historias no están contadas desde el punto de vista del autor, un deus ex machina incapaz de desaparecer detrás del que habla, primera o tercera persona - contando con que Vassilikós pone en juego mayor variedad de recursos narrativos y literarios-, sino a través de un personaje que, por añadidura, es un contrahéroe. Un héroe en negativo, un bueno en las filas de los malos que deberían ser buenos, pero que podría ejercer de ambas cosas si llegara el caso, sin perder de vista cierto balance positivo a favor de la justicia real ¿?, con el necesario nivel de escepticismo. No es tan fatalista como el clásico antihéroe, pero sí equívoco como él, con la dificultad que esto añade a la compresión de un pensamiento, y más el del autor que se esconde detrás.

Tal vez el matiz esté justamente en su nivel de integración: el antihéroe descree totalmente del mundo que lo rodea y aparece como un fuera de la ley, aunque sea un francotirador de la justicia. El contrahéroe tampoco cree en el sistema, pero disfruta de un nivel de integración superior, no va por libre, obedece aunque sea a regañadientes, y en el plano personal cuenta con cierta estabilidad sentimental, y cierta seguridad y equilibrio. En el caso presente, Kostas Jaritos tiene una familia. Es un tipo bastante integrado, eso lo hace también cercano y es más fácil la identificación y la complicidad con el lector. En este sentido es un protogonista más convencional que los de Vassilikós, y desde luego más que los de las novelas del género.

Pese a que el personaje pueda ser un alter ego del autor, Márkaris no aparece de forma tan explícita, ni siquiera al modo de Cide Hamete o Cervantes en el Quijote, como lo hace Vassilis con su ideología pimpante, con diagnóstico y tratamiento incluidos contra el morbo político. Aparición demasiado grosera, frecuente e innecesaria. Lo que no significa que la propuesta de éste carezca de mérito, siendo más arriesgada y ambiciosa, literariamente, que la de Petros.

Plaka. Atenas.
Grecia 2012

En definitiva, prefiero el intento modesto pero sensible de Márkaris, sin renunciar al estilo, que lo tiene, el suyo y el de la novela policíaca, y agradezco como lector que se esconda un poco como autor, renunciando a la presunción o al exhibicionismo, y huyendo del didactismo catecumenal de su compatriota Vassilikós.
Otro detalle que me parece significativo es el hecho de que Petros cultive el humor y Vassilis poco.

En el terreno de las verdades eternas, sean estas políticas o religiosas, Vassilikós es el doctrinario e imparte esa doctrina a sus acólitos/lectores, pueblo oyente, etc., mirándolos desde el púlpito. Márkaris se pone a la altura de los parroquianos y saca una consecuencia ética de la moral de cada individuo/personaje, donde la doctrina es secundaria: Por sus acciones los conoceréis, se podría decir. Vassilis sería un pedagogo teórico en la poltrona, Petros un filósofo cínico hiperactivo. O, dicho de otro modo más político, Vassilikós es un cura en busca de grey, un gurú heleno a la francesa o un intelectual orgánico con canonjía y rebaño un tanto apesebrado. Márkaris una oveja descarriada pastando en el ágora, un partidario de la acción directa, un ilegal o un paria que tira al monte (hoy, marzo de 2013, no estoy seguro ya de pensar lo mismo...).

Pero, todo lo anterior, sólo como autores, no como personas, aún en el reino de la apariencia que es la Literatura.

(Continuará...)

Isabel M. Melendi.

Ramiro Rodríguez Prada.


P. D. Esta es la segunda parte de un trabajo realizado mano a mano con la mi morena el año 2005. También lo he dividido porque era demasiado largo para una sola entrada. Mañana hablaremos un poco de cine y literatura a propósito de los autores estudiados, con un pequeño apartado final dedicado de nuevo a Márkaris.
Λουκιανός Κηλαηδόνης.   Το Ματς.  El mach.

http://www.youtube.com/watch?v=QT3TZgH0D7Q


Salud, pues, y hasta mañana.
 

lunes, 1 de abril de 2013

Cagajones


Tamaño de grano
La Marea, noviembre 2012

Desayuno con diamantes


Nuevos, frescos escándalos están salpicando, ¿Salpicando?, a diversos políticos, aristócratas y banqueros desaprensivos, valga la rebuznancia. Agencias de detectives asnales, ¿Aznares?, con Mortadelo al frente de su TIA, siguen el rastro de las deposiciones de los implicados en el pastel, ¿Pastel?, hasta Suiza y más allá, sin pisar las pruebas. Pero las caballerías les llevan mucha ventaja y sólo encuentran cagajones, ¿Cagajones?, del mes pasado, de hace una semana o, todo lo más, de ayer.

Sí, es cierto que en los restos se hallaron evidencias de haber comido en restaurantes de cinco tenedores y medio, pero eso no prueba casi nada, aunque se haga, ¿Haga?, aunque se coma gloria, se caga mierda, ¿Mierda?: ¡Auténtica!.

Y ¿qué hay en sus paraísos fiscales -ciscales: ¡de ciscarse en san dios!-  y en sus retretes suizos?. Excremento, cagajones.

¡Pero son nuestros cagajones, señores! ¿Cagajones? ¡Los han afanado del colector común, no les bastaba con sus descomunales corruscos culares!, ¿Culares?, que ya eran desproporcionados, acostumbrados a dilatar hasta lo..., lo..., no sé como llamarlo, ¡lo milagroso!, sí milagroso, porque aquí entra, y sale, siempre la escatología, todo se enreda como en el coño de San Mari Ano, ¿Mariano?, ¡agárramela con la mano!, ¿Con la mano?, ¡ca ca, ne ne!.

Y si quieres más mierda aguarda otro Rato, ¿Otro?.


El Pulgarcito.   El enano urbano.

http://www.youtube.com/watch?v=8UvSjnlURd4


KK. de la Va  K.  Mondonguera, augur balbuciente.

domingo, 31 de marzo de 2013

Soneto primaveral


Acuarela y témpera sobre cartulina.
Ramiro Rodríguez Prada. 1986.

Soneto primaveral
(con empanada)


Llegó la primavera con un montón de granos,
vino desde febrero que tuvo pocos días,
cogió por la garganta a un juez y a un boticario
y se adornó el vestido con flores de cerezo.

En los tapetes verdes del rock parlamentario
un senador alérgico se rasca la conciencia,
canta en los jardines de la banca el cuco
mientras un niño pone su mano en las goteras.

Cuando el monarca sale desnudo a pasear
se escucha en la espesura arrullo de palomas,
en sus divinos picos los sobres perfumados

son de los enamorados promesas de ternura.
Llegó la primavera con mucho colorido,
el estornudo, el sol y un cuarto de empanada.


De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas.  2013.

Ramiro Rodríguez Prada



Salud

sábado, 30 de marzo de 2013

Camarón de la Isla -3


Rojo y verde
Pintura en polvo, témpera.
Ramiro Rodríguez Prada, 1998. 

Camarón -3

Camarón, guitarra Paco Cepero.   Alegrías.


Buenos días. Dejamos a José Monge el Camarón en el tablao flamenco de Torres Bermejas, de la capital, acompañado por Paco Cepero a la guitarra y estrechando su amistad con Paco de Lucía. El padre de éste, el guitarrista Antonio Sánchez, dirigió la carrera del dúo desde el año 69 al 77.
Grabaron juntos 9 discos en ese tiempo, en el primero Paco tenía 21 años y José 18. Todos llevan el mismo título, El Camarón de la Isla con la colaboración especial de Paco de Lucía, aunque también se los identifica por las canciones que abrían los albumes. En ellos participa a su vez, con la segunda guitarra, Ramón de Algeciras.

El primero se grabó en una tarde y parece que ésa fue la tónica general del resto. Como decía Camarón por esta época, en aquella entrevista que ya subí en un capítulo anterior, "Yo voy a mi aire", ¡y vaya aire, mi arma!

Tangos de Francisco Almagro y Manuel Villacañas
Camarón de la Isla.  Detrás del tuyo se va.

http://www.youtube.com/watch?v=opUW_JjRFJo

El éxito de ese disco y el primero de su carrera fueron estos tangos extremeños que acabamos de escuchar.

Del segundo disco (70), no puedo subir el tema original que quería porque yoube no me lo permite, así que he tenido que poner una versión del mismo Camarón, pero del año 88, cuando ya era el número uno indiscutible del cante jondo.
Hay muchos temas que no se pueden colgar y eso me ha desilusionado un poco al buscar la música, porque hay algunas canciones que son imprescindibles no sólo para cualquier camaronero, sino para todo aficionado al flamenco.

Este es el caso de estas seguirillas, impresionantes. Quería poner la primera, que es la de su segundo disco, se escucha también un poco de otra, Campanas del alba, aparecida en Viviré (1984).

Antonio Fernández, Francisco Sánchez.
Camarón. 1988. A los Santos del Cielo. Campanas del alba. Siguirillas.

http://www.youtube.com/watch?v=QcliZBT9XGo

En el tercero (71) toca también la guitarra en un tema, su ya ex, Paco Cepero, aunque no figura en los créditos. Ese año logra el primer premio en el Concurso de Cante Jondo Antonio Mairena. El espejo en que te miras, una soleá es la estrella de este disco. Tampoco puedo subirla.

Los años sucesivos vendrían Canastera, Caminito de Totana y Soy caminante.
Las letras de Caminito de Totana, son del padre de Paco, Camarón hace aquí su versión de la famosa malagueña de El Mellizo, un hito para los amantes del género, y que titulan, Las espinas de una flor. De la portada de este disco copié el retrato del Camarón para el cuadro que aparece en el primer capítulo y sobre cuya copia trabajaba el día que escuché por la radio que había muerto en Badalona.

Antonio Sánchez. Paco de Lucia, guitarra. Cante, Camarón de la Isla. Las espinas de una flor.

http://www.youtube.com/watch?v=QcliZBT9XGo

Del 75 es su 7º disco, Arte y Majestad y del año siguiente Rosa María. Y llegamos a un momento crucial para el arte y la vida del Camarón.
En lo artístico ya había aguantado la crítica de algunos rígidos puristas, por su libertad y desparpajo abordando el cante, y en este registro, tan querido por los camaroneros, les dio nuevos motivos incorporando una flauta y un bajo eléctrico.
Sin embargo, ese mismo año 76 se le otorgó el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología de Jerez.

Y en lo personal, José se casa con Dolores Montoya La Chispa, con la que tendría cuatro hijos.
El tema estrella del disco, Rosa María, dicen los críticos y entendidos que tiene ecos griegos. A mí me gusta por lo bacilón que es.

A. Sánchez. Guitarras, Paco de Lucía y Ramón de Algeciras.  Rosa María. Tangos.

http://www.youtube.com/watch?v=AdBxXNmTXfI

En el 77 publicó Castillo de arena; Samara, que subí en el capítulo anterior, es de ese disco. Pero también maravillas como la otra bulería, que da título al trabajo, o los tangos y seguiriyas.
Fue el último disco que grabaron juntos con los auspicios de Antonio Sánchez, en el curso del año siguiente se produciría el divorcio de la pareja artística Paco & José.

Quería haber subido aquí los fandangos, sobre todo por el titulado De la alegre primavera, aprovechando que estamos en el tiempo, habla del mes de abril que ya lo tenemos ahí, y porque me gusta, pero he vuelto a tropezar con youtube, así que he tenido que echar mano de lo que me dejan, que de todos modos, siendo bulerías, no está mal, el ritmo nos dará alegría.

Y lo dejo porque me mosquean estos tropiezos, pero sobre todo porque me faltan otros tantos discos por comentar, y no podría liquidar ahora esa mitad de su carrera con cuatro palabras y un pispás.

A. Sánchez.  Guitarras, Paco de Lucía y Ramón de Algeciras.
Cante, Camarón de la Isla.  Como castillo de arena. Bulerías.

http://www.youtube.com/watch?v=4oftd_N61a0

Nos quedamos por tanto en el año 1979, cuando salió al mercado su 10º disco, La leyenda del tiempo, obra revolucionaria que marcó un antes y un después en el arte del Camarón y en el flamenco en general. La próxima entrega, y última espero, para mayo o así.

Escribió Ricardo Pachón, su mentor de la década siguiente, en el libreto de la obra integral en CD que consulté para este capítulo, que al Camarón le gustaba Mick Jagger y la música griega.
¡No es extraño!, un hombre como él no sólo tendría por costumbre "oir la flauta griega", como decía Valle-Inclán, sino que la podía tocar con arte cada vez que cantaba. Los sonidos sobrevuelan los territorios y el duende viaja de una orilla a otra del Mediterráneo, donde sólo el mar impone su frontera.

Y el que no quiere caldo tres tazas: puesto que no me permitieron poner el fandango que tenía pensado, pondré el primero y el último que cantó, subido por rafacamarón un aficionado de los habituales.
Camarón.   Primer y último fandango.

http://www.youtube.com/watch?v=-lUmtopzHZg

Las grabaciones no son muy buenas, aún así se aprecia su maestría, pero vale sobre todo como documento sonoro. 
Además, para deciros adiós y hacer bueno el dicho de arriba, un tercer fandango que canta en directo en compañía de amigos (no sé quién toca la guitarra). A su lado se sienta La Chispa, compañera y maíta de sus hijos.
En el primer fandango se le olvida la letra y no lo termina, pero es igual, está relajado y es un gusto verlo feliz. Cuando acaba de cantar el segundo, aparece en su mano un cigarro a medio fumar, que no habíamos visto hasta ese momento. Cuidar no se cuidaba demasiado, pero el cáncer de pulmón no respeta a nadie.
Camarón de la Isla en directo.  Fandango.

http://www.youtube.com/watch?v=1zPjSLEJ98Q

Salud y buena música

Camarón, guitarra Manolo Brenes.   Siguiriya del Grillo.

http://www.youtube.com/watch?NR=1&v=mEp5qXCmBIA&feature=fvwp


Ramiro Rodríguez Prada