viernes, 4 de octubre de 2013

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Barbazul  2013.


Salí a tirar la basura



después de haber limpiado cuidadosamente la habitación y metido en una bolsa los últimos restos. Perdí por completo el poco olfato que me quedaba. No resultó buena idea guardar los cuerpos del delito tanto tiempo. A lo largo de muchos meses había ido deshaciéndome de cualquier prueba que pudiera incriminarme, y me aburría ya aquel espectáculo dantesco que ofrecía el cuarto. Fui despiezando y triturándolo todo, para camuflarlo más tarde entre la basura orgánica, pero sólo tiraba pequeñas cantidades repartidas durante la semana en días alternos, e iba a depositar las bolsas a distintos contenedores de la ciudad, lo más lejos posible de mi domicilio y distantes entre sí. El váter también se tragó sus dosis de porquería humana.


Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.   Barbazul vs. El amor letal.




Salud y felices pesadillas


ra

jueves, 3 de octubre de 2013

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Demasiado lejos, demasiado esfuerzo.


Salía tirar la basura



cuando ya llevaba tres meses muerto. No me preguntes cómo es esto posible, me falla la memoria, tengo desde hace tiempo una sordera descomunal y me cuesta articular, las piernas no me obedecen y cuando lo hacen, doy cuatro pasos y me entra una fatiga mortal. ¡No valgo para nada! ¿Qué coño hago saliendo a tirar la basura en estas condiciones? Dejé la bolsa en una esquina y me volví. No sabía dónde ir... . Creí recordar vagamente que, respetando mis deseos, me habían incinerado, echaron mis cenizas por la taza del retrete y tiraron de la cadena, así que intenté meterme por el alcantarillado. Pero no fui capaz de levantar la tapa, estoy sin fuerzas y la gente pasa de ayudar a un cadáver que ya huele.


Karamelo Santo.  Yo a tu casa no voy.


http://www.youtube.com/watch?v=KH6wvq0Jgns



Salud y felices pesadillas



ra



miércoles, 2 de octubre de 2013

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Dúos. 



Salí a tirar la basura



sin quitar el mandil que utilicé para hacer la cena. Estaba ridículo hasta decir basta, porque había puesto uno de mi compañera que ni siquiera ella usa apenas, ¡es horrible! No encontré el mío habitual y no soy muy presumido. Pero es que hay niveles, yo también tengo mi pequeño corazoncito de narciso, y una cosa es ser el hazmereír de los de casa y otra servir de pelele a un grupo de atorrantes, que fue lo que me sucedió. No me di cuenta de que lo llevaba encima hasta que me tropecé con ellos en la escalera que desciende hasta la calle. Eran cinco gamberretes de unos 18 ó 20 tacos, con un pedo curiosín, haciendo un minibotellón y fumándose unos porros. No tengo nada contra lo uno ni contra lo otro, pero no me gusta que me vacilen de mala manera. Sólo dije buenas noches. Ya tuve problemas para cruzar entre ellos y bajar a la acera, uno me tironeó del mandil y otro dijo, entre una risotada general, algo así como ¡Quita eso de ahí, cerdo, que apesta!, refiriéndose a las bolsas y dando un manotazo a la que tenía más cerca. Mientras iba hasta los cubos y las dejaba, pensaba que a la vuelta se repetirían los problemas, no había respondido y estarían envalentonados. En efecto. Al llegar a la escalera se habían puesto de pie y se reían señalando mi aspecto y cerrándome el paso. La verdad es que hasta a mí me daba la risa viendo la pinta que tenía. Pero lo suyo no era un disfrute sano, consistía en divertirse humillando al prójimo. Me dejé hacer con muchísima paciencia permitiendo que me empujaran, que tiraran del mandil de un lado y de otro, y sólo cuando uno quiso, y logró, tocarme la barba, le dije en voz baja y sin excesiva violencia, ¡La barba no!... . Me daba cuenta de que si los tomaba muy en serio la cosa terminaría mal y el peor parado sería yo. Quiso la casualidad que pasaran dos personas por la calle y aproveché para escabullirme cuando dudaron de seguir con el acoso. Entré en casa con una mala hostia que me llevaba dios, pero ya tenía la respuesta justa en la cabeza. Amigo como soy de los disfraces guardo uno de policía, no sé de qué país, pero que da el pego, y de noche más. Me vestí en un pispás, agarré la cartuchera con la pistolina de juguete, porque tiene de todo, hasta tolete, ¡aunque es de plástico hueco y ligero!, y salí a la calle. Seguían sentados en la escalera descojonándose. En un primer momento debieron pensar que alucinaban, abrían unos ojos como tarteras. No se lo podían creer. Los puse a los cinco contra la pared y en un minuto se les había pasado todo el vacilón. Pedí los carnets de identidad, les hice vaciar los bolsos, y los tuve allí ocho o diez minutos. Les devolví los documentos y dije, con toda la gravedad de que fui capaz, que ya recibirían en sus respectivos domicilios una notificación del Juzgado. Se fueron con paso ligero y las cabezas gachas, sin el costo. ¡Los jodíos chavales fumaban un chocolate mejor que el mío!



Ilegales.  Yo soy quien espía los juegos de los niños.





Salud y felices pesadillas 



ra


martes, 1 de octubre de 2013

Ο Νικόλαος Τσέγκας, Nikólaos Tsekas -2


Nikolís y María en el  Kiriako (Domingo).


Τσέγκας -2


Buenos días. Seguimos con el pescador de Kissamos, Nikólaos Tsekas, músico por afición, pero de los grandes, que desapareció una noche aciaga de fourtuna, una tormenta que hundió su pequeño caique, el Kiriako. Ahí nació una leyenda, era el elemento trágico que faltaba en su vida para elevarlo a la categoría de mito.

Repetiré hoy un tema de Mundakis, éste interpretado por músicos más jóvenes y el último en solitario.

Κώστα Μουντάκη. Βασίλης Σκουλάς. Γεράσιμος Ανδρεάτος. Παντελής θαλασσινός. 
Título original: Αρμενάκι Τζέκα.   Στση Γραμπούσας τ' ακρωτήρι. 


Todos los que lo conocieron lo pintan como un paisano bueno, gracioso y bromista, sin dobleces, muy popular en la bahía de Kissamos y amigo de todos los músicos de la zona, los aficionados y los profesionales, como Κουτσουρέλης, Kutsurelis, Ναύτης, Návtis, Χάρχαλης, Járjalis...

Dicen los biógrafos que en las panayías, las fiestas, los músicos que actuaban y el público congregado lo reclamaban para que subiera al escenario e interpretara su repertorio, popular en toda la región.

Las generaciones siguientes, como el músico que escucharemos a continuación, han guardando sus canciones como un tesoro común, que en realidad trascendió la pequeña región donde vivió, para convertirse en uno de los símbolos de la libertad compositiva e interpretativa de los hombres sencillos de Creta, en ocasiones sin apenas letras, pero con un conocimiento de su cultura que los convierte en sabios.

¡El mejor violín de Kissamos!, asegura Hatzikos que subió el vídeo. Con sus colegas, en Kastelli Kissamos, Zodoris Polijronakis. Los syrtos de Tseka.
Yióryis Koutsurélis y Nikolís Tsékas.

Dicen también los enteraos, que se han perdido muchas de sus mantinadas, sus letrillas improvisadas y, lo que llama bastante la atención: que algunos profesionales copiaron y registraron como propias esas composiciones. ¡Y parecen señalar, entre estos últimos, al propio Kutsurelis!, que, si recordáis, fue el que puso el pleito a Mikis Zodorakis por un presunto plagio de su tema del sirtaki en Zorba el griego.

La siguiente canción es uno de esos casos, compuesta por Tsekas y registrada por Kutsurelis, si he comprendido bien. Lo que no parece discutir nadie es la paternidad de Nikolís, no sé si también Yioryis K. la admitía. Parece que la risa va por barrios. Cosas de la vida...

Por mi parte, aceptando la genialidad de Tsekas, del mismo modo que cuando hablé de ello exculpé a Mikis porque no creo que necesitara a Kutsurelis para ser quien ha sido en la música, disculpo ahora a Yioryis de su posible plagio. Aunque, ¡maldita la falta que le hace a ninguno de ellos que yo lo absuelva!

Νικολής ΤσέγκαςΓιώργης  Κουτσουρέλης. Τζιμάκης.  Συρτός της θάλασσας.


Había reunido una colección de imágenes, haciendo fotografías directamente de los vídeos de Tsékas en el ordenador, porque tenía pocas canciones y aún menos apuntes, y pensaba rellenar el capítulo inicialmente previsto con más imágenes que música o palabras. Pero resulta que al final de la primera entrega encontré alguna canción más y, con la aportación de estos intérpretes, volvía de nuevo a las andadas de entradas demasiado largas.

A Ross Daly supongo que muchos ya lo conocéis, también subí aquí temas suyos, creo que alguno en los capítulos dedicados a Creta en Archipiélagos. Es un músico irlandés, especialista en sonidos e instrumentos orientales, asiáticos y europeos, que se enamoró de Creta y hace 40 años que se instaló en la isla como un liraki más. Hasta inventó su propio modelo de lira. Sus colaboraciones con músicos tradicionales cretenses, y de todo el mundo, son incontables, con cerca de cuarenta discos personales en su haber.

Aquí rinde homenaje al bueno de Nikolís, como no podía ser de otro modo, siendo como es Daly un estudioso de los folclores, además de músico y cretense de adopción.

Ross Daly. Μιτσος Σταυρακάκης.  Σύρτος του Τζέγκα. El syrto de Tsegka.

http://www.youtube.com/watch?v=oxWXnKurPpY

El pescador Tsékas.

Y la grabación que sigue, es de un músico de la siguiente generación a Tsekas, Kostas Mundakis, a quien ya dedicamos su espacio en este apartado porque escuchamos antes su música que la de gran parte de los Protomastores. Con Nikos Xilouris y Jaralambos Garganurakis, fue en los años 70 y 80 de los músicos cretenses más conocidos.

Con esta canción, otra versión de la primera de hoy, termino. Hay muchas grabaciones, es de ésas que no fallan en un repertorio selecto de la música de Creta. Traduzco -a mi aire- la letra de la mantinada, que es un homenaje a Nikólaos Tsekas, triste como esos mirologia del Mani, "la palabra del destino", que describe Leigh Fermor en su libro, cantos fúnebres de recuerdo, de los que ya he hablado más de una vez.

Κώστα Μουντάκη.  Στση Γραμπούσας τ' ακρωτήρι. En el acantilado de Grabusa.


Όλα τα άρμενα αρμενίζουν 
με πανιά και με κουπιά 
μα του Τσέγκα το αρμενάκι
δεν ξαναγυρίζει πια...

Todos los barcos aparejados
con velas y con remos
pero el  barquito de Tseka
no volverá nunca más...

Salud y buena música.

Barbarómiros

lunes, 30 de septiembre de 2013

Los yogurinos


Acuarela, témpera. Cartulina. 1989.
Ramiro Rodriguez Prada.

La coleguilla


Todos trabajábamos el sábado por la mañana, pero nada más plegar agarré la cirila y fui a buscar a los dos colegas con los que pensaba pasar el fin de semana en el monte. Uno de ellos se había encargado de las provisiones y el otro de la bebida y el fumeque. El de la hierba traía con él a una nueva novia. Era el más ligón del grupo y cambiaba con frecuencia de pareja. No le duraban mucho, ¡Una estación es lo máximo!, decía él.

La chica resultó ser bastante tímida y apenas dijo cuatro palabras en las dos horas de viaje en el coche. Cuando lo dejamos en el lugar donde aparcábamos, ya llevábamos los tres una alegría moruna. La chavala dijo que no lo había probado nunca y no quiso acompañarnos en la rueda.
Subiendo a la campa donde montábamos las tiendas, me enteré de que mi amigo la había invitado con la intención de convencerla, auxiliado por los aromas montunos, de las bondades del sexo. Aunque la conocía del barrio y llevaba cuatro días con ella, no había podido ni darle un beso.

Íbamos sin prisas, parando cada dos por tres para añadir un poco de gasolina al combustible que ya habíamos ido quemando en la cirila. A mitad de camino ya estábamos los tres guapos guapos. La mata del colega era de lo mejor y la risa casi no nos dejaba progresar. La chica nos miraba como a tres merluzos y en una parada pidió un poco de aquello. El tronco me guiñó disimuladamente cuando ella cogió el canuto. Le dio un par de caladas y se lo devolvió.

¡Ten cuidado que es muy potente!, la puso en guardia él.

Estaríamos a una hora de la campera cuando ella, que ya había empezado a dar muestras de estar también afectada, en otra de nuestras paradinas siguió andando y dijo que nos esperaba arriba. El caso es que no conocía el camino y se iba a encontrar con tres o cuatro encrucijadas que la podían confundir y apartar de la ruta. Pero a ninguno se nos ocurrió llamarla y aleccionarla cuando la vimos desaparecer en lo alto del camino.

¡Andaba ligera, la jodía! No sé, tal vez pensamos que si dudaba en algún sitio nos esperaría. Pero cuando llegamos arriba una hora más tarde, con toda la cachaza, ya oscureciendo y un poco preocupados por si se hubiera podido perder, allí estaba la chavala preparando té, con un buen fuego de campamento y una provisión de agua de la cercana fuente.

Solíamos llevar bastante comida porque el monte nos despertaba el apetito y la verdura de fumar también ayudaba. Así que pusimos unos pinchos morunos en las brasas, unas chuletillas y unas lonchas gruesas de panceta fresca. Un buen Roncal que trajo el compa navarro nos acabó de rematar en lo culinario.
Después de dar cuenta de todo, con un buen riego del Empordà, entre risas y perfecta armonía, todos estábamos dispuestos a aceptar a la chica como a una coleguilla más.

Μαργαρίτης.  Το βοτάνι του διαβόλου. La hierba del diablo.

http://www.youtube.com/watch?v=zo71o7iXskw

Mientras hacíamos la queimada preceptiva, ella volvió a pedir en dos ocasiones una calada. Estaba tan contenta como nosotros, aunque indudablemente era una persona callada, pero al mismo tiempo se la veía muy activa y resuelta.
Sin embargo, nuestro colega no parecía avanzar mucho en sus intentos por atraerla a su saco, una vez que nos hubiéramos recogido en las tiendas, porque cada vez que hizo ademán de besarla o practicar el juego de las manitas, ella lo evitó o lo rechazó abiertamente.

Con la queimada el colocazo ya estaba llegando a su cénit, como la luna creciente que teníamos sobre nuestras cabezas. Fue la chica quien propuso dar un paseo. Conocíamos bastante bien todos los senderos que confluían en la campa, aunque la claridad de la luna no alcanzaba a iluminarlos del todo por la mucha vegetación que los rodeaba. Decidimos subir hasta unas praderías cercanas, a una media hora de camino.

Como suele ser habitual, yo fui quedándome rezagado, aunque subíamos alborotando, muy despacio, entre carcajadas y parando a fumar igual que por la tarde. Un rato antes de llegar, los colegas, con el arreón del último petardo, se adelantaron. La chica quedó conmigo y nada más perderlos de vista me agarró de la mano y me sacó fuera del camino.
Todo lo hizo ella, me dio un repaso sin contemplaciones, yo sólo le serví de juguete.

Me parecía que los otros se habían coscado de algo, porque tardamos mucho en aparecer y yo estaba pal arrastre. ¡Vaya con la modosita! Ella como si nada, seguía silenciosa aunque reidora, y siempre un poco tímida y distante.

Me metí en el saco ya a las cuatro o las cinco de la madruga, estaba literalmente muerto y me dormí de inmediato. Amanecía cuando desperté por el movimiento que había a mi lado. La chica montaba sobre el colega, que no debía de haber espantado el pedo del todo y bufaba como una chocolatera con cada culada de la guaja. Me hice el dormido.

Tardamos en levantarnos, y porque el sol nos echó de las tiendas. La coleguilla ya había despabilado el rescoldo de la hoguera y calentaba el agua para el té. Teníamos previstos unos chuletones descomunales para ese mediodía, que nos deberían servir de comida-merienda-cena, porque llegaríamos de noche y muy tarde a casa.
Echamos el resto de la mañana languideciendo, tumbados en esterillas sobre la hierba y en un momento en que la chavala no estaba, le preguntamos al amigo que qué tal la noche con ella.

¡Nada de nada!, contestó con gesto de fracaso y fastidio. Dijo que estaba muy cansada y que no le apetecía follar. ¡Joder, si lo sé traigo a una amiga suya que le mola más que a mí!

¡Qué zorros éramos! Callamos como afogaos, nunca llegó a saber la verdad de aquella noche, espero que no lea esto ahora. Claro que, el capricho le duró poco tiempo y enseguida cambió de novia. Aquel fue, en definitiva, uno de sus fracasos más sonados..., pero también de los menos publicados.

Ramiro   

The Muggs.  Gonna need my help.



Salud!