martes, 3 de diciembre de 2013

Presentación de La novia de Aquiles, de Alki Zei, en Gijón.


Juan Manuel Baños, Pedro Guil y Coralia Pose.

Alki Zei


Buenos días. Noticia fresca, porque acabo de llegar de Gijón con ella, creo que es lo más fresco que he escrito aquí, ¡de la mar al plato!. Como no me da tiempo a editarla para la hora prevista, publicaré lo que tenga e iré añadiendo más cosas hasta la hora del catre.

Ayer, lunes día 2, a las siete de la tarde, en el antiguo Instituto Jovellanos, Coralia Pose y Pedro Guil, traductores, introducidos por Juan Baños, de Céfiro, la Asociación Asturiana de Profesores de Latín y Griego que organizaba el evento en Gijón, presentaron la novela de Alki Zei, La novia de Aquiles, publicada por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, con la intervención de la autora a través de videoconferencia.

La novela tuvo su puesta de largo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid ayer hizo un mes precisamente.

Quizá la gijonesa fuera más íntima, los traductores estuvieron rodeados y arropados por amigos, familiares, compañeros -Coralia es traductora y Pedro filólogo-, y entusiastas del mundo griego. Y, no obstante, he visto muchas presentaciones con bastante menos público, porque nos dejaron la sala pequeña pero casi se llenó, estaríamos ¿unas sesenta personas?, a mí francamente me parece un éxito teniendo en cuenta lo poco que se lee y los escasos robinsones que se interesan por Grecia.


Coralia, con la novela traducida,  La novia de Aquiles  y  una edición  griega.

La presencia de la autora, aunque sólo fuera en "espíritu" enriqueció mucho el acto. En varios momentos se refirió Alki a la pena de no poder estar con nosotros también físicamente, pero ya debemos agradecer estos adelantos, sé que suena viejo, pero es que soy de la era del teléfono de Gila.

Transmite serenidad esta mujer fuerte que respondió con vivacidad, prontitud y gotas de buen humor, a la batería de preguntas que Pedro se encargó de formularle en castellano y en griego. Ella contestaba en su idioma y Coralia traducía.
En ese sentido no fue tampoco una presentación típica donde van interviniendo los actores cuando les toca el turno, para callarse después, fueron haciendo todo como enfrentaron la traducción, a cuatro manos.

Ilías Vénesis era el siguiente autor al que pensaba dedicar su espacio en esta etiqueta de Escritores 
griegos,  pero cambiaré el objetivo y colocaré en su lugar a una autora. Entonces, cuando lea la novela, le dedicaré el tiempo y el espacio que merece.

Me quedé con las ganas de preguntarle si su historia tenía algo que ver con Tierras de sangre (Matomena jómata), de Didó Sotiríu, mi novela preferida de la moderna literatura griega, y que seguiría a Vénesis aquí según mi plan. Creo que la fatigamos lo suficiente y ya sólo me atreví a enviarle Filakia polá!..., y me emocioné, ¡toy vieyín!

Es una mujer de la resistencia que estuvo exiliada en la URSS y encontraba algún paralelismo con Didó. Después se lo pregunté a Pedro, al final de la reunión, y me enseñó una fotografía de la autobiografía de Alki, publicada en Grecia recientemente, donde aparece una imagen de Sotiríu con ella. Si no entendí mal, hay incluso parentesco entre las dos autoras. Pero esos extremos los ampliaré cuando llegue el momento y me informe mejor.


Alki Zei en el ordenador.

Para cerrar la asamblea, ya sin la presencia de Alki, Pedro nos leyó unas páginas durísimas de la novela y nos fuimos a tomar unas cañas, para sustituir la amargura del dolor por el amargor del lúpulo, que presta de otro modo.

Esta es una entrada sorpresa porque ya sabéis que tengo todo el mes programado, la prevista pasará a febrero. María de Paz, la autora de ese estupendo y completo trabajo sobre los pondios en el blog  La pasión griega, tuvo la gentileza de traernos a casa después de la presentación, y el guaje pequeño, mientras yo le hacía la cena, me pasó las fotos al ordenador, ¡todavía no aprendí!...

Y como María fue quien nos devolvió al hogar y vinimos escuchando música pondia en su coche, aprovecho para subir uno de las canciones que utilizó en su trabajo, en concreto la que cierra el capítulo III-  La Gran Catástrofe. Es un músico que le gusta y conoce personalmente y fue de los que nos puso al regreso.

ΑΛΕΞΗΣ ΠΑΡΧΑΡΙΔΗΣ.   ΧΟΡΟΣ ΧΑΛΑΙ.

 http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=NFxn7y3iRig


¡Salud y buenos libros!

Y el postre, con cariño para Pedro Guil:

Niño Segundo, guitarra. Paco Toronjo.   Fandango.

http://www.youtube.com/watch?v=1dmEywY_P-o

Ramiro

lunes, 2 de diciembre de 2013

H Κάρπαθος, Cárpatos -6. Levkós -2. Un paseo hasta la isla de Sókastro


El final del camino.  Ocaso sobre la punta noreste de Sókastro.
Levkós. Cárpatos.  Grecia, agosto 2013.

Μια βόλτα στο νησί του Σώκαστρου


Es tal vez la vuelta  más fácil y entretenida que se puede dar por los alrededores de Levkós. Apenas dos o tres cuestas cortas y leves, y el resto del camino llano o con suaves subibajas. El paseo por la orilla del mar es algo más accidentado y lleva más tiempo, pero merece la pena igualmente. El baño siempre es una tentación.

De hecho sería preferible de no ser por otra ventaja que tiene el camino, amén de la facilidad (para los fatigados crónicos como yo hay que tenerlo en cuenta), y es que éste se va abriendo en las curvas a pequeños y profundos valles poblados de pinos, retamas y tomillos, donde el monte arrasa con sus olores que anulan completamente los aromas del cercano mar. Y siempre es posible ir explorando alguna de las calas para refrescar, se baja en dos minutos.

El paseo desde el centro de Levkós hasta el final del camino, frente a la isla de Sókastro, serán poco más de dos kilómetros. Si no hay prisa, y no debe haberla a ser posible, en dos horas se está de vuelta en casa. Se puede hacer con niños porque además de su facilidad, apenas se cruza uno con un vehículo en todo el trayecto y no siempre. Eso en agosto.

Pero lo espectacular del recorrido no termina con la vista de una mar brava, sus islitas, penínsulas o su costa recortada y salvaje, ni con esos valles solitarios, nemorosos con los que nos encontraremos. Grandes rocas sueltas se reparten en desorden a lo largo del camino y en medio de las calas, como estatuas de Cíclopes que miraran al mar.
Las torrenteras que descienden casi verticales sobre el camino y la superposición de terrazas de rocas, areniscas y arcillas blancas que lo sobrevuelan, con figuras sugerentes, antropomórficas, caprichosas y retorcidas, degradadas siempre, añaden al paisaje una apariencia fantástica y desgarrada. Y al fondo las montañas más altas de la isla cierran el horizonte por el este.

Mesohori. Cárpatos.- 5.  Música tradicional


Camino de Sókastro. La caída a plomo de la costa.
Levkós. Cárpatos, verano 2013.

Este camino fue el proyecto inconcluso de un político local que pretendía enlazar Mesohori con Levkós matando dos pájaros de un tiro; proporcionaba otra salida al pueblo, ya que la que tiene es estrecha y difícil. Pero la empresa se me antoja cuando menos un poco loca, no sólo por lo enrevesado del trazado, también por todas esas torrenteras que va cortando la vía: el mantenimiento de una carretera así tiene que costar un huevo. Y lo que tiene peor remedio, destruiría la belleza natural de la costa; detrás de los caminos vienen los coches y en ellos, arrasando, todos los turistas que en el mundo hemos sido. Mejor así.

Pero desde él se puede subir, por alguno de los ramales que lo abandonan ascendiendo por esos vallecicos, hasta la terraza superior, una gran llanada de rocas y arbustos secos que llega hasta los pies cubiertos de pinares de las montañas, y sus laderas, donde se asientan Mesohori y otras aldeas. El sendero AK 16 cruza ese territorio sediento y austero al filo del monte.

No somos ni muy andariegos ni muy playeros. Un poquitín de cada cosa, pero la verdad es que Levkós ofrece todo ello en abundancia. Además de las dos grandes bahías con sus arenales respectivos, dispone de otras dos más recogidas, ideales para quienes no vayan de vacaciones a pelear contra los elementos, o para familias con niños pequeños. Más otra sucesión de pequeñas calas que salpican ese rincón del golfo junto a Sókastro. En una quincena de relajo da para estrenar playa cada día.

Y además de este bucólico paseo de hoy, más hermoso al atardecer por una cuestión de riqueza de colores, y porque el sol y el calor ya no os molestarán, hay cantidad de rutas para hacer por todo el entorno, de la más exigente con la ascensión al Kallí Limní, a la más sencilla de subir a la cueva que se ve desde la primera bahía a tiro de piedra, pasando por recorridos de media montaña de tres o cuatro
horas, para visitar los puntos interesantes.

Parea en Mesojori.  Panayía 2010.

http://www.youtube.com/watch?v=7Xj-TK1plKk


Paseo por la orilla. Calas arenosas entre rocas.
Sókastro. Levkós.  Cárpatos, verano 2013.

Malakas


Quiero relatar otra anécdota, un poco desagradable, a la que hice alusión cuando conté el encuentro con el paisano del coche en el paso de cebra de Pigadia, el primer día en Cárpatos. Ya no me entraba en el capítulo anterior de Levkós y lo estaba olvidando. Al redactar las primeras entradas de Rodas lo volví a recordar por una anécdota que Lawrence Durrell cuenta en su libro sobre la isla y el Dodecaneso.

Venía de bañarme cinco minutos, saludé en griego, me senté a la sombra del chiringuito y pedí una cerveza. Había una mesa ocupada con un tipo comiendo y charlando con la chica del bar. Él hizo un gesto con las cejas y siguió comiendo. Ella nos presentó, Es un español que viene todos los veranos a Grecia. El hombre, de cuarenta y pico, unos quince años más joven que yo, no la dejó seguir con las presentaciones, paró de masticar y me dice, ¡Grecia es una mierda!
¿Eres griego?, le pregunté, mosqueado más por sus malos modos que por sentirme herido en mi greciedad.
Americano, contestó, aplicado con afán a las dolmadakias.
¡Pues vete con tu limpia América!, ¿a qué vienes aquí? 

Ya me parecía. Pero greco americano, originario de la isla. Este espécimen es de los más bordes que se pueden encontrar en Grecia. No es que todos los emigrantes, que han conquistado una vida mejor,
sientan este desprecio por la tierra de sus ancestros y una adoración paralela por los mitos más petardos de su país de adopción, ni mucho menos, pero no es raro toparse con alguno.

Los describía muy bien Henry Miller en El coloso de Marusi, ya el año 1939, y Durrell el año 1953, en ese libro mencionado que llevamos este verano para releer, al que dedicaré alguna entrada cuando llegue Rodas, Reflexiones sobre una Venus marina. Y ya me encontré a algún otro, pero éste me descolocó por la brusquedad. Aún así le dije que en mi corazón había un griego y amaba a ese país, con sus putadas, ¡no queda otra!.
Y a continuación, pero en conversación rápida, sin estas explicaciones que cortan el diálogo, dice, Yo conozco España. Hay muchos maricones, muchísimos, y las españolas son unas estrechas, mucho mirar pero después nada. Todo de un tirón.

¡Lo que me faltaba!, Y Grecia está llena de cornudos, le solté casi sin pensar. Si me hubiera parado un poco, la respuesta a eso de los maricones era decirle que sí, que había muchos, pero la mayoría eran greco americanos como él. Pero no siempre hila uno fino.
Debió contestar algo muy fuerte a lo de los cornudos, que no entendí, porque fue la única vez que la chica terció pidiéndole calma. A cambio me pasó una dolmadakia, que yo había alabado, y acepté, las de Kárpazos son famosas. La chavala, sentada en medio de los dos, estaba un poco violentada y confusa, pero el dueño del chiringo, que escuchaba el toma y daca desde detrás de la barra, se estaba divirtiendo.

Le pregunté qué conocía de España. Barcelona. ¡Qué bien!. Y volvió a insistir en la estrechez de las españolas -¿Eran catalanas?, pero no me entendió-, y en la apertura de patas de portuguesas, italianas y griegas. Le dije que me gustaban o disgustaban las mujeres al margen de su nacionalidad.
¿Cuánto tiempo estuviste en Barcelona?. Había pasado ocho días allí.
¿Y eso es todo? Yo, desatao ya, le espeté que no conocía nada de nada, unos paseínes rambla arriba rambla abajo, luciéndose y mirando el percal, y no se jaló una rosca. A veces puedo ser un auténtico cabrón y estaba dispuesto a humillarlo.
Den katalavenis, den kseris típota!. Típota, cazolu!. ¡No entiendes, no sabes nada!. ¡Nada de nada!, le decía riéndome abiertamente. Son palabras que entienden muy bien griegos como él, y de cualquier lugar.
No conoces mi país, y ¿qué conoces de esta Grecia que desprecias?, ¿tu pueblo, tu isla, Rodas, quizá Creta, y Atenas y el Pireo? ¿Y de su historia, tí kseris, qué sabes?, ¿conoces a sus escritores, los has leído, y a sus músicos, los has escuchado? ¿Conoces sus regiones, sus islas? ¿Hablamos de Grecia?...

El tipo callaba y tragaba dolmadakias. Malaka!...  

Λύρα: Εμμανουήλ Γ. Μάλτας. Τραγούδι 1η μαντινάδα: Γεώργιος Ρεΐσης -Ζέντας.
Τραγούδι 2η Μαντινάδα: Εμμανουήλ Γ. Μάλτας.  Τσακιστές Μαντινάδες, Καρπάθου.

http://www.youtube.com/watch?v=fWdisOgbkP8


Terrazas rocosas sobre el camino de Sokastro.
Levkós.  Cárpatos, 2013.

La luna, otro espectáculo gratuito, estuvo presente en los paseos que hicimos hasta Sokastro mientras el sol se acercaba al horizonte.

Más adelante espero dedicar algún otro capítulo a este precioso lugarín de Levkós y a este rincón en concreto, sobre todo por subir algunas fotografías más. ¡Tengo muchas! Pero ahora, de aquí a unos días, quisiera empezar con Rodas en esta etiqueta de Archipiélagos, unas entradas mínimas para cada isla y luego ya veremos si vuelvo a ellas...

Αποκριες. Κάρπαθος.  O Yiannaros.  Ντουρα ντουρα. Dura dura.



¡Salud y buen paseo!


Barbarómiros

domingo, 1 de diciembre de 2013

El Mirlo rubio del pruno


Jano bifronte.  Poeta comiéndole la oreya al  Mirlo rubio.
Dolores de poesía en los bares.
Laionsity,  2012.

Recuerdo


Buenos días. Finalmente he tenido que improvisar también esta entrada, a pesar de que llevo todo el año buscando la oportunidad de ver a la Curruca aedensis. Fui cambiando su ubicación mes a mes con la esperanza de poder fotografiar los pinreles de la pájara en la actualidad. Esperé hasta el final. No ha podido ser, el año se acaba y es la última oportunidad que tengo para dedicarle unas imágenes y unas pocas palabras. El resto del mes está programado.

Y en este tiempo sólo hemos hablado dos o tres veces, por teléfono. Naturalmente yo he ido viendo y comentando casi diariamente sus fotografías, Aedotor en Schutterchance y en nuestros Flanvoritos, donde se impone la calle con sus infinitos motivos y geometrías. Más un evidente gusto por lo psicodélico en un sentido amplio, además de original, Different..., como repite en sus comentarios Preyi Coco, otro fotógrafo de SC.

El Mirlo, como cualquier pájaro, incluido naturalmente el Pardillo que esto suscribe, va cumpliendo años y cansa ya de tanto trino: la pajarera hospitalaria en la que canta, es cada día más una trampa donde no se ve salida ni color. La veteranía, la entrega, el cariño, el buen humor, la camaradería, están dejando paso a la bisoñez, la competición, la desconfianza, las caras largas y el cada uno a lo suyo. Cuando no a la ignorancia, la trepa, el pelotismo, la puñalada trapera, la mala hostia y el San Pedro se la bendiga. ¡Con estos mimbres, cestos podres!

Las imágenes son de los dos encuentros del año pasado en León. La primera en la cita poética primaveral organizada por Felipe Zapico y sus amigos, Dolores de poesía en los bares, y la segunda en la tranquilidad de su nido leonino.

En el ñeru del  Rubio.  Arriba el  Mirlo, abajo el  Pardillo.
León,  2012.

Propongo y espero que si el año que viene no surge la oportunidad de vernos, la forcemos.

¡Ánimo y paciencia, colegui, que no te quiten ese punto de alegría que siempre tuviste y regalaste!, aunque volvamos a la clandestinidad de las catacumbas, de las que quizá nunca salimos...

Juan Perro.  El mirlo del pruno.


¡Salud, currucas y demás pájaras pardas!

Cannavina Carduélis, pardilla común, rebétissa, psilicosa.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Armas blancas


Pinturas al agua. Tela sobre tabla, espátula.
Ramiro Rodríguez Prada, 1998.

Veneno


Si te oigo hablar
con ese deje tan tuyo
de perdonarme la vida
no te escucho

Cojo de ti los labios
y los rompo en una línea recta

Si te veo mirar
con ese desprecio tuyo
que pones de soslayo
ni te veo

Tomo de ti los ojos
y los clavo en un arco del compás


De  Cançãos (Sentãos, no os quedéis de pie)

Ramiro Rodríguez Prada 1987.


Kiko Veneno.  El mosquito suicida.


¡Salud, y veneno el justo!

viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Es aquí?


Kos. Grecia, julio 2013.


Desencuentros


Le dieron unas señas muy precisas, pero cuando llegó al lugar la cosa no estaba tan clara. Había dos números distintos en el portal, el 39 y el 33. Llamó a la puerta y le abrió una mujer que le dijo que aquel era el 35, que preguntara en la de al lado. La de un lado resultó ser el 31, que era también el 37 en la puerta, y la del otro lado el 41, al tiempo que el 35. Acabó mareándose. Cuando después de andar los portales de media calle dio por fin con el 39 real, le dijeron que allí no vivía la persona por la que preguntaba. Pensó si habría equivocado el nombre de la calle y miró el papel que le dieron. Era correcto, pero debajo habían escrito otro nombre que él interpretó como el del barrio. El vecino del 39 le indicó que se trataba de otra calle al otro extremo de la ciudad. No podía comprender porqué le habían escrito el primer nombre equivocado. Se encogió de hombros, dio las gracias y se encaminó a la segunda calle. Al entrar vio que en el primer portal de la izquierda, sobre el dintel, había dos números, arriba un 1 y debajo un 7. Dio la vuelta y abandonó aquella maldita ciudad para no regresar jamás, ¡joder!.


Ramiro


Albert King. Stevie Ray Vaughan, In Session.   Born under a bad sign.  Nacido bajo un mal signo.



Salud