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jueves, 27 de febrero de 2014
martes, 25 de febrero de 2014
Niños de Rodas -2
Adolescente en la ciudad vieja. Rodas. Grecia, verano 2013. |
Explotación infantil -2
Buenos días. Todos sabemos poco más o menos la situación de ruina y dependencia financiera en que se encuentra hoy el Estado griego. La tradicional falta de recursos económicos para atender necesidades sociales perentorias ha tocado fondo con la crisis, el suelo de un pozo profundo, no el de un fondo de inversión...
En las primeras entradas en la etiqueta Alfabetos, dediqué una serie de capítulos a Atenas y allí describía la situación de abandono y deterioro de los yonquis en la capital. Algunos de aquellos recuerdos eran antiguos, de años antes de la crisis. Desde entonces la situación de estas personas, si no han muerto, no ha hecho sino empeorar, y junto a la suya la de miles de familias en todo el país.
Recuerdo que el verano antes de que el lobo empezara a enseñar las orejas, ya hablaban de construir o habilitar un centro para drogodependientes en Atenas para atender los casos más urgentes. Poco o nada se ha podido hacer, y los propios policías que ven cómo se pinchan a dos metros de distancia sentados en las escaleras de la Biblioteca Nacional, en el centro de la capital, por ejemplo, sólo pueden espantarlos para que lo hagan en el jardín lateral, donde hay menos gente, cuando no dan la espalda al problema y se dedican a proteger e informar educadamente a los turistas, que es para lo que están allí.
¡No pueden hacer nada! ¿Meterlos en el calabozo?, no hay sitio y hay que alimentarlos, ¿llamar a una ambulancia?, cuando no tengan pulso, si no no viene...
¡Cuidado!, no estoy eximiendo de responsabilidades a las autoridades o al Estado, digo que las prioridades son otras y el Capitalismo, al que me referí al final del primer capítulo como causa última de estos males, no tiene a la piedad y menos a la justicia entre sus preferencias. Es más importante acrecentar la fortuna de los más ricos asegurando sus bienes y sus beneficios usurarios.
Σάββας Φλεβάρης, βιολί. Voz. Rodas.
Niño en el foso, junto a la Puerta de San Antonio. Rodas. Grecia, agosto 2013. |
No es por causa de los gastos sociales dedicados a los más necesitados como Grecia se vino abajo, ni los drogadictos ni los emigrantes arruinaron al país.
Y si hablo de emigrantes es porque es necesario considerar la permeabilidad de las fronteras griegas, las más extensas de la CEE en el estado con menos medios, también la dificultad de establecer un censo de ilegales y la cantidad de personas que se han visto empujadas hacia Europa, con Grecia como destino inmediato y con frecuencia definitivo, tanto de pueblos medio y lejano orientales, como de la órbita de la extinta URSS, empezando por albaneses y eslavos, a las que el país se ve incapaz de acoger ofreciéndoles las condiciones de vida que serían deseables.
Mientras tanto los ricos son más ricos y los pobres más pobres, allí como aquí, así de elemental.
Un caso un poco aparte son las minorías étnicas, como los gitanos. En Grecia hay muchas familias asentadas desde hace generaciones y, como en España, cantantes gitanos, por ejemplo, que son ídolos entre los payos. Muchos se dedican a las mismas actividades que aquí, al trato, son comerciantes, ambulantes, traperos, músicos, artesanos, fruteros, chatarreros... .
Pero después hay una gran población gitana flotante, más numerosa en proporción y menos integrada que en nuestro país. Hay que tener en cuenta que el racismo sigue presente, nos guste o no, tanto en Grecia como aquí. Muchas de ellas son familias gitanas rumanas, búlgaras, albanesas, turcas, sin raíces ni lazos en el país. Pero sus hijos han nacido en Grecia y son griegos, hablan perfectamente el idioma aunque no vayan a la escuela.
Volvemos a la pregunta inicial del capítulo anterior, ¿Qué se puede hacer ante esto? No vale la represión, ni el aumento de medios policiales porque eso sólo traslada el problema a otro lugar y a menudo lo complica aún más.
Desde luego no veo más solución, si pensamos que el dinero ni crece ni mengua, que el trasvase de recursos de la economía especulativa en que están atrapados y empeñados los gobiernos, a la población necesitada, un reparto más justo de la riqueza, como ya dije. Esto exigiría un mayor control democrático del Estado y sus haberes, un cambio de sistema en el camino de la autogestión, que ésa es la democracia.Pero eso es una entelequia o utopía en la realidad en que morimos, y estos niños de las calles rodias sólo son víctimas colaterales atrapadas en el fuego cruzado de intereses. Lo de colaterales es otro eufemismo, claro.
Rodes. Elefzería Arvanitaki. Den einai o kosmos sou autos - Fovamai.
Vencido por el agotamiento. Rodas. Grecia, verano 2013. |
Todavía no hace tanto tiempo, se veían en Asturias a algunas gitanas portuguesas con los niños en brazos apostadas a la puerta de una iglesia o un supermercado, y menos tiempo aún a gitanas rumanas con los guajes en la cadera pidiendo por las terrazas del verano ovetense, huyendo de un puesto fijo localizable por los municipales, que no les permiten exhibir a las criaturas -medida con la que estamos de acuerdo, lógicamente-, como medio para ablandar el corazón del prójimo.
Otra cosa es si a los niños los cuida alguien y cómo, mientras las madres siguen pidiendo porque, aunque esté prohibida, no se pueden quitar de la mendicidad, como diría una gitana gallega. Pero sirve como primer toque de atención, y con niños pequeños de por medio, aún más justificado.
Vimos también en Cos, como en Rodas, a dos madres jovencísimas, no más de 15 años, con sus bebés expuestos sobre el regazo en calles atestadas de turistas indiferentes. Pero esas imágenes son demasiado duras para exhibirlas como ejemplo, aún siendo reales, basta imaginarlas.
La joven madre de Rodas, era de la misma familia que el resto de los niños que tocaban por las calles. Y también las rapacinas que figuraban estatuas. Horas y horas de inmovilidad agotadora.
La precocidad de las niñas y la alta natalidad de esas familias es otra constante, relacionada con su marginalidad, exclusión y modo de vida.
Para terminar, y volviendo a una idea anterior cuando hablábamos de que en muchas partes del mundo hay niñas y niños explotados, y de modo infinitamente más vil, aceptando que existen grados pues, todo es sufrimiento. Ahí están para recordarnos que poco valen la gloria o la historia si olvidamos al niño y al hombre.
Salud y buen ánimo.
Barbarómiros
Barbarómiros
lunes, 24 de febrero de 2014
116
Caballeros a pie, con gato. Rodas, 2013. |
Salí a tirar la basura
y al llegar a los cubos se acercó un gato que empezó a restregarse contra mis piernas. Una de las bolsas tenía restos de pescado, pero no cedí a la tentación de abrirla y darle una raspa. Ya me llamó la atención más de una vez el presidente de la comunidad en nombre de los vecinos, así que solté la bolsa en el cubo diciéndole al minino, ¡Lo siento, amigo!. El gato se alejó contestando, ¡Miau miau!, que, magia del lenguaje felino, me sonó literalmente a ¡Jódete, cabrón!
Stray Cats. Stray Cats Strut.
Salud y felices pesadillas
ra
sábado, 22 de febrero de 2014
Niños de Rodas
A la sombra de la muralla medieval. Rodas. Grecia, verano 2013. |
Explotación infantil
Muchos problemas tuve para hacer esto, y no por cuestiones técnicas con la luz o porque el posado de las criaturas no me gustara, sino porque estaba invadiendo su intimidad sin permiso, aunque hayan renunciado a ella obligados, expuestos todo el día a las miradas de los turistas, pero no jugando como los niños que son, sino ganándose la vida muy duramente.
Con mucha alegría anuncié que hablaría del tema de la explotación infantil, a propósito de algunas fotografías de niñas y niños por las calles de Rodas. El tema trasciende lo local, a Rodas, a Grecia, y nos obliga a considerar una realidad que se da, y de forma aún más brutal, en varios continentes, en África, Asia o América. Pero la vieja y narcisista Europa tampoco se libra, como vemos.
La mayoría de las instantáneas me salieron movidas porque las hice en marcha o parapetado como un cobarde detrás de mis compañeros, que no querían ser cómplices de mi delito y así me lo hacían saber.
Es una imagen de la insolación que soportan todo el día, pero sobre todo de la desolación infantil, humana. Y junto a la soledad el cansancio. Es todo ojos la niña de la foto superior, indefensión y tristeza.
A la altura de la bragueta de los turistas. Calle de Rodas. Grecia, agosto 2013. |
Fatiga y tristeza que se repiten en muchos de ellos, como en la mirada de este rapacín.
No sé cómo abordar el tema y me he puesto a ello imaginando que pensaba en voz alta, a borbotones y seguro que algo desordenadamente. Veamos.
Recuerdo a una opinadora hablando sobre la explotación infantil en un programa radiofónico. Fue al regreso de un largo viaje por Turquía, a finales de los 80 o primeros 90, donde pudimos ver la realidad de muchos niños en ese país.
La pseudoperiodista, o miembra de alguna asociación caritativa, hablaba ex cátedra desde su cómodo puestín, lejos del problema y de las víctimas, sin haber palpado nunca el paño. Despotricaba contra los padres, a los que hacía únicos responsables, y repetía la obviedad de que no se podía permitir que los niños trabajaran.
Muy bonito, todos preferimos vivir en un mundo feliz.
Si recordé la situación de muchos niños turcos, es porque vimos gran cantidad trabajando en multitud de actividades, por necesidad y no tanto por imposición paterna. La opinión de la presunta entendida chocaba de frente con el mundo real.
En el cinturón de las ciudades más grandes había cientos de pequeños talleres de todo tipo, sobre todo de mecánica del automóvil en general. Los niños trabajaban en ellos ayudando a la economía familiar y ayudándose a sí mismos. Son pinches con ganancias mínimas que se pasan más de diez horas currando sin parar, entocinados de grasa hasta el alma, haciendo labores auxiliares, limpieza, recados, y chapucillas con las que van aprendiendo el oficio.
Trabajan muchas veces en el negocio familiar, junto al padre y a los hermanos, cuyos beneficios apenas alcanzan para sostener a proles más numerosas que en Occidente. En el campo como jornaleros, recogiendo higos, avellanas o pistachos, de pastores, en una gasolinera, en un humilde bar, en un puesto de fruta, limpiando zapatos, vendiendo té, agua, zumo...
Σάββας Φλεβάρης, βιολί.
A tiempo completo. Rodas. Grecia, verano 2023. |
¿Qué se puede hacer ante esto? Es indudable que no basta con culpar sólo a los padres. Los Estados no ofrecen cobertura social a las familias, ni garantía de suficientes ingresos sólo con la actividad de los progenitores, en el supuesto lejano de que les puedan ofrecer trabajo, por mucho que en sus constituciones haya un artículo que afirma el derecho de todos los ciudadanos a un trabajo digno. Si no lo cumplen aquí, no lo harán en países menos desarrollados.
Y nos referimos ya a trabajadores o a pequeños propietarios que tienen un currelo pobre pero seguro, que les garantiza, cuando menos, la subsistencia, sin romper la unidad familiar. Si la familia es pobre, de otra raza, con una cultura reacia al asentamiento y a la mezcla con extranjeros, como la gitana por ejemplo, la dimensión del problema aumenta.
Porque, ¿qué alternativa ofrece el Estado a cambio de penalizar a los padres y retirar a los niños de la explotación laboral?
El Estado ofrece, en el mejor de los casos, la retirada de la patria potestad, el ingreso de los niños en una institución al caso, si la hubiere, la adopción, y casi siempre ¡nada!.
Hasta en países más evolucionados hemos visto cómo muchos de esos centros de menores, faltos de medios y personal, sostenidos cínicamente en el límite para cubrir el expediente, se convierten en realidad en prisión de adolescentes, reformatorios o escuelas de delincuentes, como una cárcel en régimen abierto.
¿Y bien? Hablamos de un problema político. De administración del Estado, o democracia, de reparto de la riqueza, de solidaridad y de justicia.
El problema creo que es otra vez el Capitalismo, una de cuyas lacras consiste en mantener a grandes masas de población en la miseria más absoluta, sin habilitar formas de participación e integración de los marginados en la sociedad. De hecho la mendicidad, o este ejemplo rodio, no es más que la consecuencia de la exclusión cultural, laboral y económica, que afectan más que a nadie a las minorías étnicas y a los más pobres.
Le interesa al sistema, pienso, en un doble sentido: porque son bolsas de mano de obra casi esclava, y la necesidad empujará a muchos a la delincuencia, lo que justifica el mantenimiento, y/o aumento, de medios policiales, cuyo cometido real no es la represión de esta pequeña delincuencia, casi folclórica, sino el control del conjunto de los ciudadanos.
La grandes delincuentes de guante blanco, los beneficios inmorales de los ricos, los privilegios de la clase dirigente y de los políticos, los robos millonarios, legales e ilegales al Estado, no son objeto de vigilancia ni persecución.
Al filo del sol. Plaza del Museo Arqueológico. Rodas. Grecia, verano 2013. |
El problema es una sociedad cínica que pasa al lado de la miseria e ignora lo que no le afecta directamente, o que, siendo generosos, acalla su conciencia culpable con una limosna. O, como la mencionada opinadora, busca en los padres a unos culpables fáciles, que siéndolo también, no tienen sin embargo capacidad de respuesta, ni menos de cambiar en positivo su situación y la de sus hijos.
No será uno como prometí, sino tres los capítulos que dedique a este penoso asunto. Ya he dicho también y si no lo repito, que incluyo esta serie en Alfabetos porque no es tanto de Rodas de quien quería hablar aunque use imágenes de sus calles, lo que permitiría incluirla en Archipiélagos, sino de la situación de abandono de muchos niños, incluso de este primer mundo nuestro, cada día más inhumano y cada día más de unos pocos.
El que otros continentes puedan ostentar cifras escalofriantes de maltrato o explotación infantil, no hace menos penosa y sangrante la situación de estos chavalines en nuestras limpias e históricas calles.
Σάββας Φλεβάρης. Savas Flevaris, voz y violín. Mia pérdika. Una perdiz.
Salud.
Barbarómiros
viernes, 21 de febrero de 2014
115
Dime con quién andas... (O, El que a buen cajero se arrima, buena mierda le cobija) |
Salí a tirar la basura.
Sentado en los últimos escalones de la escalera de la calle, un adolescente portugués, gitano, tocaba en un viejo acordeón un aire melancólico de su tierra. Se pone algunas veces ahí, porque durante el día hay bastante tráfago de viandantes, pero de noche es una calle tranquila, más bien solitaria, por lo que no puedo comprender qué hace todavía aquí a estas horas, cuando el frío acuchilla y no pasa casi nadie. Si lo escucho durante el día, apenas me llama la atención, aunque suelo dejarle siempre alguna moneda, pero por la noche me encoge el alma. He llegado a pensar que sólo me espera a mí y a la humilde propina que suelo depositar alegremente en su gorra, o mejor dicho, tristemente porque su música me destroza el corazón. Hoy no llevaba dinero encima y entré en casa suspirando, con la intención de volver a pagarle la dulce tortura que me había aplicado, pero cuando salí ya se había ido.
Salud y felices pesadillas.
ra
P. D. Un vídeo de Pablo Hasél que subió ayer Felipe Zapico a G+:
¡Me quieren condenar a dos años de prisión por hacer canciones y escribir!
https://www.youtube.com/watch?v=7fO9HUCRzSc
¡Torquemada vive!
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