martes, 25 de octubre de 2011

Kaskabali Limnou



Kaskabali de Limnos
Grecia 2011


Trato de evitar siempre que puedo las marcas comerciales porque no es mi deseo hacer propaganda de nadie, aunque todo el blog pueda ser leído como una historia de pasiones personales, con la fanfarria y pompa laudatorias apropiadas al caso. Prefiero hablar de lo que me gusta y quiero, que estar todo el día con la picha fuera a la caza de malparidos.

Pero hago escepciones en lo de las marcas, como con el café de Komotiní, y también me interesa resaltar el trabajo de esa Cooperativa de mujeres de Limnos, Jrisafi, que fabrica este queso y algunos fetas muy buenos que os mostraré más adelante, además de dulces y otros productos locales. Es una experiencia boyante de autogestión que se puso en marcha hace muchos años y que funciona.
Hay más ejemplos en Grecia. Dentro de un esquema general de aprovechamiento de los recursos locales del que ya hablamos a propósito de Eubea -y del país en general-, las cooperativas femeninas han sido un feliz acierto.

Hablar de esto  y que sea  Limnos, isla de amazonas, donde cuenta  la mitología que las mujeres precipitaron a sus maridos al mar desde una roca que allí sigue, Pétassos, por infieles y puteros, es un triunfo doble. No desprecio a los varones limniotas, tengo a varios amigos entre ellos, además. Pero pueden sentirse orgullosos de sus mujeres, aunque sus ancestros masculinos las repudiaran. ¡Y cuidadín, que siguen siendo personas fuertes!. Geia sas yia olioi!

I tiri apo probeio kai aigeio, el queso de oveja y cabra, reza la etiqueta, el Kaskabali es un intermedio entre semicurado y curado. Es rústico en las formas y de un morder duro y granuloso, no mantecoso como la mayoría de semicurados, lo que no significa que carezca de grasa. Es un queso salado y sabroso pero no fuerte a la manera de nuestros quesos con esas leches.
Al corte es blanco amarillento.
Supongo que algunos buenos fetas, preparados, con una curación media pueden aproximarse a este tipo de quesos. También los hay en la península Ibérica. El más parecido que conozco es un portugués, todavía más duro, de pequeño tamaño, la mitad que este, sobre 200 grs., que se produce de manera artesanal en las sierras que rodean Estremoz. Lo de un litro de leche fresca.

Tampoco pudo ser esta vez el yogur griego, no encuentro algunas fotos, no está el tzatsiki, ni las berenjenas imam o la miel.
He querido ir nutriendo esta etiqueta de  ´Lo que se comió`  empezando por lo más sencillo y humilde que es también lo que más consumimos, no sólo nosotros. Antes de la Tiropitari o el Kaskabali deberían estar esos tres productos, yogurt, que es la base también del tzatsiki y miel, esta última, con su compañero habitual, con fama  de ser de las más finas del mundo.

Estos excesos nacionaliegos de O mellor do mundo es un poco infantil y común a todos los pueblos, pero yo sí creo que unas tierras dan mejores patatas que otras y si la variedad es buena y se crían saludables aún mellor.
Yo diría que las patatas de mi pueblo son las mellores do mundo, pero no lo diré porque me iban a llover los patatazos, sobre todo de allende los mares, donde son originarias y existen más variedades y más ricas.

Somos pueblerinos, rebajemos un pelín las pretensiones.

Buenos días.

Barbarómiros.

lunes, 24 de octubre de 2011

A santa compaña


Ría de Arousa desde a Illa, la isla
Galicia 2007

Quiero trocar por normas de poesía
los chabacanos ritos leguleyos
sólo es buena a reinar la fantasía,
y está mi reino en manos de plebeyos

Me increpaba don Ramón  anoche y yo volví a acojonarme un poco cuando lo ví aparecer a los pies de la cama con el chibuquí en la mano, lo que  sin embargo me tranquilizó un tanto porque no tiene ni el grosor ni el peso del garrote que blandía en tiempos.

Llevo una  semana acatarrado y no hago nada para salir de esta tos, he estado tristeando como un perro viejo y solo y ya echaba en falta un poco de marcha, aunque tengo varios oréganos, flores de malvas y tomillos, y cuatro o cinco tipos de miel. También algo de brandy añejo. Valle  traía la botella mediada en el sobaco del brazo bueno.

Me levanté.

Estaba en el pasillo esperándome y miraba un cuadro. El adulador que hay en él volvió a imponerse y me dice señalándolo y alargándome la botella,  Hay facetas en usted que no debe arrinconar,  No es mío, respondí casi sin voz. Por un momento lo vi descolocao, pero se rehizo al instante y replicó,  No todo el mundo tiene sensibilidad para apreciar y comprar una obra de arte como esta. Me daba un poco de apuro contestarle pero lo hise,  Es de un amigo, un regalo.
Me miró como si quisira atravesarme con el chibuquí filoso. Parecía pensar ¿este no será también galego? Mal empezábamos.

Por momentos yo también me sentí desubicado, no sabía si estaba en mi casa, en Atenas o en Eubea. Le di un tiento a la botella que era de aquellas de CentenarioTerry con tapón de corcho y una maya amarilla, una de finales de los 60 que le había distraído a mi madre. El trago me calentó el cuerpo.

¿Quiere que salgamos a dar un paseo?

Sí, pero esta vez dirijo yo. Y me tomó del brazo como la noche que nos encontramos en Exargia.

Salimos a la calle por una puerta que no reconocí y en un primer momento tampoco el lugar que veía. Después, a medida que avanzábamos por el paseo a lo largo de un muelle, me di cuenta de que era el barrio de Xufre, en la isla de Arousa.
No había nadie por la calle y las luces se reflejaban en unas aguas tranquilas donde dormitaban los barcos. Estábamos en la parte opuesta al lugar donde creí haberlo visto, haciéndome señas desde Vilanova, en el último sueño donde apareció.
Don Ramón tiró de min y subimos una pequeña cuesta al final del puerto. Soplaba un airín de otoño frío y húmedo. Como si me hubiera leído el pensamiento  Valle se giró  hacia mí diciendo, ¿Y la botella?

La dejé en casa.

Se paró en seco y me soltó el brazo como si estuviera cogiendo una serpiente. Instintivamente yo di un paso atrás. Tal vez fuera cierto que había olvidado la persecución. No se me ocurrió pensar que quizás no me había reconocido porque las primeras veces me vió con barba y en Atenas ya no la tenía. Por un momento pensé salir corriendo, pero no alzó el chibuquí, sólo me miró severo y me dijo, No importa, bébasela a mi salud, me la trajo un legía natural de Vijo que está en Sidi Ifni.
No quería contradecirlo demasiado por no despertar a la fiera pero es que me lo ponía en bandeja.

¿Don Ramón, pero el legía no era el que le traía el kif?
El mismo.
¿Y le trae también el cognac?
Es un gran muchacho.
¿Y dónde lo compra?
Se lo coge a una mora que lo tiene por cajas en la trastienda de un tenducho en pleno desierto. A la mora se lo pasaba de estraperlo un capitán.

O sea, que el brandy hizo el viaje del Puerto de Santa María al Sahara en los años 6O, y ahora, casi 50 años después regresa a la península vía Galicia. No sabía si estaba soñando o el viejo me tomaba el pelo. No quise volver a recordarle que ya no había legionarios en Sidi Ifni. Me había vuelto a coger por el brazo y llegábamos al final de la cuesta.  Al ver el chibuquí balanceándose en su mano cambié de tercio.

¿Y el kifi?

Pero no me respondió. Volvió a tirar de min acelerando el paso para llevarme junto a un pino al borde de los acantilados. En el agua espejeaban las luces de la otra parte de la ría rotas por las bateas de mejillones.

Mire, me dice yo creo que emocionado, mire, aquello es Castro y aquello otro A Pobra do Caramiñal..., y se quedó como en suspenso, serio y pensativo. Yo no sabía qué me quería transmitir más allá de señalarme los lugares, porque me apretaba el brazo con fuerza como si quisiera protegerme de algo o, simplemente, necesitara un asidero. Pero de súbito me espeta, ¡Venga, venga, que tengo aquí a un colega que guarda una caña de ron que espatarra! Y se dio la vuelta como un  resorte echando a andar y arrastrándome con él.

Nos metimos por una trocha que acababa en un sendero entre los huertos en dirección al pueblo. La luz llegaba escasa allí, pero Valle, que se había adelantado para indicarme el camino, parecía un búho con sus lentes redondas y caminaba ligero entre las filas de berzas a uno y otro lado del senderín.

Cuando salimos de las huertas a una calle me esperó y se me volvió a colgar del brazo.

Es aquí cerca.
¿Pero en Galicia lo normal no es el aguardente, el orujo de uva?, le pregunté con toda intención. Pero no se arrugó y dice, Sí, pero no hay color, esta caña se la traen de Cuba.
Me lo temía, ¿pero qué no le traen a este hombre del último rincón do mundo?, pensé. Para salir del paso volví a insistir.

¿Y el kifi?
¡Aquí es!, dijo por toda respuesta.

Entramos en un tugurio mal iluminado, un semisótano lleno de humo, con varias mesas  ocupadas y una barra mugrienta donde Valle se acodó para decirle algo al orangután que había detrás. Este hizo una señal a un rincón oscuro del local y de una de las mesas se acercó un tipo con la catadura de un presidiario del XIX, muy fea muy fea, cabezón y repelao, con una cicatriz partiéndole unas napias como un aguacate.

¡Hombre Benedicto!, salta Valle, ¡saca esa caña que tenemos a medias, carayo, que veño con um amigo!
El fulano no contestó pero le hizo un gesto al antropoide de la barra que sacó una botella y dos vasos. El tal Bene, como le llamaba se ve que en confianza don Ramón, llevaba un blusón como el de los tratantes, todo chorreao y lleno de lamparones. Se acodó en la barra junto al viejo y le pidió otro vaso al simio sin abrir la boca.
Casi de modo automático, mientras el ogro llenaba los vasos, yo palpé la navaja barbera de Van Gogh en un bolso posterior del pantalón.  Allí seguía, ¿desde cuándo?. Hacía tres meses que Vicente me la había entregado en señal de amistad, ¿no había cambiado el pantalón desde entonces?, o ¿cada vez que lo cambiaba guardaba la barbera en el bolso?.

Todo empezó a parecerme muy extraño, notaba cómo nos observaban desde los rincones y en cada rostro veía una amenaza latente. Parecía la tripulacíón del Holandés. Cogí el vaso de ron y eché un trago pero era como fuego y me dio la tos. Valle y el Bene, con los vasos en la mano, estallaron en carcajadas y se oyeron más risotadas en la gruta.
Cuando me recuperé los dos me miraban irónicos con mucho interés y entonces ya me pareció que aquello tenía que ser un sueño, porque el careto del Bene era idéntico al del Papa, con aguacate en la nariz, pero incluso así, si se pusiera en lugar del blusón negro uno blanco con una cruz al pecho, daba la bendición urbi et orbe y no se enteraba ni el mamporrero.

De pronto el tipo se puso serio mirando a la puerta donde parecía haber jaleo, yo volví a echar mano al bolso, a esas alturas, con las emociones y la tensión, estaba ya bastante alterado. Don Ramón me miró como queriéndome decir algo, pero en ese momento se abrio violentamente la puerta y vimos una siluta en el umbral que, con voz de trueno recitó:

De un quinqué de latón, la luz bisunta
el tubo ahumado con un grito raja
y está en la puerta el hombre que pregunta:
¿Quién quiere sacarle filo a la navaja? 

No me cagué porque en ese momento desperté, todas las figuras se desvanecieron, me quedó en la cabeza la imagen de la cara de Valle Inclán mirándome y arrancando a hablar.

Hasta mañana. Salud.


Roque Morfeo Lirón.

P.D. Los versos que encabezan son de la Farsa italiana de la enamorada del rey, del Tablado de marionetas. Para educación de príncipes. Y los que cierran de Marina norteña. Vale.
    

domingo, 23 de octubre de 2011

Loudovikos ton Anogion


Eubea
Grecia 2011

A Ludovikos ton Anoyion (Giorgos Dramountanis)  podríamos definirlo, ante sus paisanos los Xyloúris, como a un cantante de lo humano.

Su registro es el de la dulzura y la melancolía, la del lenguaje amoroso y la poesía intimista, susurrada. La palabra humilde de un enamorado pastor del Psiloritis, donde el alma se serena, del que también está ausente la afectación tremendista de tanto baladista/baladero amorossso, esos gemidores que parecen extreñidos o en los espasmos agónicos del trance venéreo, pólvora toda apta para niñatas, babosos y otros chiflaybailas, que arde en el altar de la moda y el consumo masivo aquíahíallí ayerhoymañana..., respiro.
Al comentario que hice en Desde la popa, añadiré algunos detalles más para que quien lo haya leído pueda encontrar también alguna novedad.

Ludovikos se apoya en melodías lentas, cálidas, con una mansedumbre y ternura femeninas, a menudo con ecos religiosos y bizantinos -también los Xylouris-, evocadores, aéreos, volanderos.
Tampoco desdeña la tradición con incursiones en el cancionero y folclore isleños, pero su terreno no es el de la lira y danza típicas, sino el de la canción.
Alphabita:

http://www.youtube.com/watch?v=v4MGtN2IwuI&feature=related

Ludovikos hace Éntejno con incursiones en otros campos no siempre fáciles de acotar, sabores, presencias mediterráneas, incluída la española  y colaboraciones con músicos de ese mar de enmedio, el Mesoyio, teniendo presente que él también se nutre de la música tradicional cretense, un mundo aparte a pesar de ser una isla y existir ese estilo específico de ellas, el Nisiótiko, del que ya hemos hablado. Y se encuentran otros ecos  más lejanos en el espacio, como los Beatles o Simon & Garfunkel, como en la que acabamos de escuchar.

Aquí Resistencia distribuyó una recopilación de canciones hecha en Alemania con buen criterio donde se resumían tres de sus discos  y en  el  antológico de la música griega que editaron ellos, De oriente y de occidente, venía también una buena canción de amor, muy representativa del dulce estilo del de Anoyia.
Su discografía es amplia pero sólo podemos dar cuenta de seis de sus trabajos. La dirección es la de la canción Pio to jroma tis agapis, Los colores del amor, disco del que hablo a continuación.

El recopilatorio de 1999, The colours of love, reúne canciones de "To meindani", "Harmatoúsa" y "Pili tis Ammou".
"Ánixa mandarini ke se zimízika" del 2001, es un trabajo colectivo con intervenciones como la de Dionysis Sabópoulos, Latzaridou, Polijronidi,  Mariastela Tsanoudaki, Sofía Basilaraki y Aryiris Bakirtsís, cuya extraña y particularísima voz dió personalidad al grupo de Tesalónica  Imerinís Colimbités, Los Nadadores Invernales.
En "I Yiorti ton anémon", de 2003, colaboran con sus voces la italiana Emilia Ottaviano, Jrisoula Peraki, Litzeta Kalimeri y Marianna Polijronidi.

El último trabajo que tenemos suyo es del 2004, "Bit Pasar", en compañía de la reina viva del rebetiko clásico, Marió. Parecen canciones escritas especialmente para ella, casi como homenaje a la intérprete y al estilo, con alguna tradicional de las amanades pero adaptada por Loudovikos a su particular éntejno.
Es una grabación interesante a pesar de la edad de Marió y la exigencia de algunos temas.
Nuevamente un músico griego intenta recrear desde lo clásico el ambiente del rebétiko, utilizando una voz única  -él sólo canta dos canciones-, pero de una veterana, a diferencia de lo que hiciera Hatzidakis con una joven Flery Dandonaki, y Ta périx, Los arrabales, su visión culta del rebétiko.

Estos intentos tienen el mérito de revitalizar el estilo, apoyarlo e innovar, a diferencia del,  por ejemplo, relizado al alimón entre la misma Marió, con una voz más joven  entonces y Kalimeri, que se aproxima al sonido clásico del rembético, de las amanades en este caso, pero que está compuesto en su mayoría por canciones tradicionales del Kafé Amam* y con un tratamiento musical, por tanto, menos arriesgado. No obstante sigue siendo un registro notable que merece la pena escuchar también.
Sea como sea, yo suelo preferir el rebétiko más rajao, que  coincide a menudo  con el de los intérpretes antiguos, pero también disfruto con el moderno de Xarjakos o incluso con estos más finolis.

Hay canciones de Loudovikos guapísimas, en todos sus discos alguna inolvidable, que ya traspasaron la barrera del sueño y tenemos incorporadas a nuestra memoria, como To jroma tis agapis, de "To meidani" , Ta dakria ine dio lojió, To xilinó paltó, El abrigo de madera, ambas de "Amatousa". Mana, Mamá y To neló, con Litzeta, de "Pili tis...", una preciosidad, una delicia.
El Alfabita, tan simongarfunkeliano, Tou limaniou o yios, El hijo del puerto, de "Ánixa mandarini...". Pu i agapi katiki, Sa mistiko, Oh! Panagia mou Anoyiani, con voces femeninas. La tradicional de ritzítika, Ston uranó,  En el  cielo, música de las raíces, todas de "I Yiorti...". La que canta Aryirs Bakirtzís, Eroteimenos fournaris, en "Ánixa", con esa voz suya tan especial que tanto nos divierte y  place, creemos que un  gran acierto de Loudivikos el haberlo invitado.
Tiene buen gusto escogiendo sus colaboradores y los músicos de sus grabaciones son todos sobresalientes.

Nanúrisma, en "Ánixa", es una nana muy guapa de Kárpazos que canta Sofía Basilaraki, Nani tu riga to pedí, que habíamos escuchado en la voz de Sabina Yannatu, de un disco monográfico precioso titulado "Nanurísmata", Nanas. De Sabina nos ocuparemos otro día.
En los trabajos del cretense los arreglos delicados y la cuidada instrumentación están siempre presentes.

Esa atmósfera nostálgica, triste a veces, de Ludovikos, es como tósigo envuelto en miel, una chuchería destructiva a la que siempre tienes la tentación de permitir que obre en tu corazón su virtud, letal, repito. Esto los griegos lo bordan y el cretense entre los mejores urdidores.

Es curioso, y muy positivo, cómo músicos griegos de una gran calidad como él pueden disfrutarse, con frecuencia, en fiestas de pueblos que a veces no alcanzan los mil habitantes y donde uno se pregunta cómo pueden pagar sus cachés.
Y la respuesta es sencilla: los griegos adoran a sus músicos y los artistas acoplan su tarifa a la disponibilidad del contratante, correspondiendo a ese amor. ¿Más apoyo del estado para acceder a la cultura? ¿Increíble? Espero que alguien me dé una explicación mejor.

Parece imposible que un pueblo de 2400 almas como Anogeia - Anoyia- pueda producir tres personalidades musicales coetáneas de su categoría.
El valiente Nikos, el underground Psarandónis y el balsámico Ludovikos, tres artistas de una exigencia superior, con un algo religioso, sin entrar en credos, no sé si místico o mítico que los une y un  ´ároma`  que sólo podría calificar de cretense.
¿Cómo tres mensajes tan confluyentes, tan divergentes, tan contradictorios  pueden darnos una misma imagen tan verdadera?

¡Es el misterio de la Santísima Trinidad, señores!,  Ayia Tríada!

Ooopa, Psiloriti mou! Geia sas (Yasas), Salud!.

Ramiro Rodríguez Prada.

(Publicado como comentario en Desde la popa el 2-07-2011, para la crónica del Teach de los días 18 y 19-06-2011. Encuentros en la tercera fase).

* Nota. Kafé Amam: Pendiente de definir con más amplitud el concepto y para poder entendernos en lo sucesivo hasta entonces, se refiere al lugar donde los hombres se reunían para beber, fumar, escuchar música y ver algún número de danza oriental más o menos picante. La música habitual de esos locales, aunque no sólo, eran las amanades, un género del rebétiko. El nivel de los negocios y la clientela  tan diversos como la sociedad misma, desde el salón burgués elegante, distinguido y exclusivo, al tugurio del tekes haschiklídiko, cada cual con su estilo de música peculiar, su espectáculo, y su fauna... y flora. Vale.

sábado, 22 de octubre de 2011

Camisa de once varas



Ayioi Apostoli
Grecia 2011


Ahí fue donde me metí cuando abrí esta etiqueta de Arquitectura, donde no me llaman. Y el caso es que le di ese pomposo nombre por Alberto, el Capi del Teach, nada pomposo pero que tiene esa profesión, él me corregiría llamándola oficio.
Y por Andrés Edo, a quien le gustan, sobre todo, las fotos de casas ruinosas y otras soledades, además de la psiquedelia, donde más que pompa hay pompas, pero no fúnebres. Aunque también depende, como diría don Ramón en cenizo.

Pequé de soberbia, debería haberla titulado como los últimos capítulos sobre la construcción en Grecia, simplemente Casas. Aunque el contenido desbordara el título admitiendo muros, por ejemplo. Lo digo porque arquitectura hay poca, aparte de las fotos, y esto se debe a mi ignorancia del tema.

Pero soy un osado y mientras me explico trato de aprender.
No sé si alguno de los dos, o algún otro por casualidad, habrá sacado algún provecho aparte de mirar las fotografías. Si es así me alegro. Tampoco estoy seguro de que este sea el mejor acomodo para el presente texto, que podría tener más que ver con Alfabetos, con el lenguaje.

Porque yo quería hablar sobre todo de esa expresión que da título a
 esto.

¿Qué es una camisa de once varas?

La que a ti no te importa
Una  que te queda grande
No hables de lo que no sabes
Son cosas que no te interesan
No te metas en conversaciones de mayores

Adorno /Aliviadero de un muro
Agioi Apostoli 2011
Grecia


Cosas así me contestaban de niño, y yo sí entendía eso, pero nadie me decía el porqué del modismo.
Llegué al convencimiento de que en realidad tampoco lo sabían, porque a todos molestaba mi insistencia en la pregunta pero ninguno me daba solución.

Finalmente un día debí de ponerme tan pesado que mi padre se volvió, me puso la mano en el pecho, la tenía tan grande o yo era tan pequeño que con la punta del pulgar me tocaba el final del hombro y el brazo, y con el meñique el otro, y me dice, pensando un poco y frunciendo el ceño:

Así, a ojo, una camisa de once varas es para un paisano cuarenta veces más grande que tú

Me dejó patidifuso y aún más confundido que antes..., ¿dónde estaba ese paisano?.

Mucho tiempo después comprobé las medidas de una vara, algo menos de un metro, tres pies o cuatro palmos, e hice un cálculo con cifras posibles sobre el papel y, efectivamente, el de la camisa era entre cuarenta y cuarenta y cinco veces más grande que yo.
La vara aludía a la de medir la tela en tiendas y sastrerías, en mi infancia ya eran de un metro.

¡Pero al paisano nunca lo encontré!.

Hay otra expresión,  Medir con distinta vara, juzgar de modo diferente según criterio del juez, y no siempre de la justicia, que la lleva como símbolo de autoridad, aunque ésta es más dura que la otra, palo más que vara.

No cuarenta, cien veces más saben de arquitectura o fotografía Alberto y Andrés, y seguro que algunos (porque son pocos los totales) de los lectores. Pero creo necesario  tener una opinión mínimamente formada en un tema tan importante como el de la vivienda, que nos atañe a todos como propietarios, inquilinos o simples ciudadanos, y por eso me atrevo a malmeterme y trato de reflexionar, no sólo por la osadía del escribiente. Y era otra manera de poner un pie a los fotos. Hasta ahí.

No obstante esta es una entrada trunca más, porque tampoco aquí hablo de Arquitectura, en todo caso de metacasas, metavaras o metacuentos. No es que me arrepienta de abrir espacios de los que no puedo dar cuenta a mi satisfacción, pero quizá sí de querer abarcar más de lo que puedo.
De cuando en vez floheo.
Son 15 etiquetas las que tiene el blog y a veces pienso que con Literatura, Pintura, Música, Varios y una quinta para la parte loca personal hubiera bastado y me complicaría menos la vida, porque ahora estoy pillao y cada una de ellas, con sus problemas particulares, es una hija mía a quien no estoy dispuesto a sacrificar, una esquizofrenia, polifrenia  ¡de andar por casa!.

Lo sustancial es contar, da lo mismo cómo lo clasifiques si tiene interés, pero hasta en la escritura hay un orden, lo jodido es dar con él. Bien es verdad que el orden de unos es el desorden de otros, pero todos buscan, buscamos pescar meta fóricamente hablando.

Yo no me llevo a casa hoy ni una mísera bermejuela.

Yasas, salud.

Barbarómiros.

  

viernes, 21 de octubre de 2011

Buevinos


Soria 2007


Las  Pittulas,  micra o nana,  subespecies  Dragonensis y perezzossa  Reverteana son dos tipos de gallinas pequeñas pero matonucas. Si bien sólo para broncas de truco, como esas mascaradas de la lucha libre o los debates televisivos.  En relidad son los emplumados menos gallasperos del pollaio uropedo, grandes pusilánimes.
Los machitos de ambas razas están entre los preferidos en los corros de peleas de gallos en Méjico y otros territorios hispanoamericanos y asiáticos. Tan es así que en este último continente algunos países  ofrecen ya cursos de thai, chino o japonés adaptados a gallináceas, para ir abriendo mercao.
En Méjico, después de años de selección y cuidadoso entrenamiento, nacen  como quien dise hablando chamaquito, y son otra cosa.

Se trata de subespecies adaptadas a las condiciones particularmente  hostiles de zonas deprimidas de la alta meseta castellana y la sierra extremeña, aunque madrileñean. Llevan impresa en la jeta, en la cresta y la papada, la impronta acartonada de una raza  esclava y foina, que no  redime la fatuidad que insuflan sus delirios de grandeza, sino que contrasta aún más con la tosquedad de las gallinas, porque son dos especies brutas, bastas hasta decir bastaaaa!.
Son tan burrakas y sobradas que cuando cacarean creen que trinan, ni por asomo tienen el oído de una Palurda nemorossa. Tendrán más oído que los patos  pero todavía cantan peor. ¡Es horrible! Y cuando cuentan sus patrañas bélicas y chechuales, afición arraigada en ellas, entonces ya la acaban de cagar.   

¡Pero donde vas, chochín, do vas pichina!, ¡Jeeesús me ampare!.

Sus enormes y desproporcionadas rabadillas en comparación con la escasez de pluma y la poca chicha de su ruin en-verga-dura, les da un aspecto que las convierte en el azmerreír de los gallineros, pero que de alguna manera las singulariza. No es que les de un estilo, que no tienen, pero les proporciona una facha. Gallinas culonas es otro de sus nombres familiares.

La mayoría emigró pero algunos ejemplares de los que quedaron se crecieron, no de tamaño pues son enanantes físicas y/o mentales, sino de pico.
Aves que parecen no haber aprendido la lección del cereal y la transhumancia, de la humildad y austeridad mesetarias, que sí comprendieron otros congéneres de sus lugares de origen, con menos pico pero más huevos en definitiva y sin apenas salir del corral, ni tanto bombo para poner lo de una aceituna arbequina, que más no pone una Pittula micra.
Porque las dos subespecies son de las que arman una escandalera tan apoteósica cada vez que ponen un huevo que pareciera que lo pusieran de oro macizo, tamaño cabezón der Botinhei. Un Huevazo o un Güevón.
Luego vas a mirar y resulta que es un huevín tan insignificante que da vergüenza cogerlo, apetez pisarlo pa que no lo vea la madre y se deprima postparto, o ponérselo al jilguero a ver si lo saca palante. Mucho cacareo y poco buevo. Y lo más rácano, cazurro y agarrao  de la cutrez hispana.



Son además especies de mala prosapia que cuando ven a otra gallina con la cresta a la birulé o un poco de sangre, hasta que no le abren un boquete que chorree no paran. Y se ceban especialmente con las más débiles porque son cobardes y nunca se enfrentan abiertamente a un enemigo mayor, ni siquiera a un igual o más pequeño y bragao. Pero tienen el mal perder de los plumíferos casposos y caguetas como ellos.

Después son dos de las especies más presuntuosas del gallinero penensular. No hay evento de fuegos artificiales, convención de brujos de pega, entrega de premios principescos y planetarios o semana del tapeo y el chotis, donde no se encuentre a una Pittulla micra a lo Espe mía, luciendo su palmito rabadillero, sea una nana Dragonensis o una perezzossa Reverteana. Juntas o separadas, porque no se llevan bien, ambas creen que la otra es un chocho estrecho, o un picha corta si son machos.
Y todos aciertan pero la fantasía hipersexual de aves tan pobremente dotadas de atributos, y buevinos irrisorios, crea estos  cómicos equívocos que las deja todos los días con el culo al aire: exactamente cada vez que cacarean para anunciar que pusieron otro de esos huevos que, si te da por intentar freirlo, piensas que te cayó un moco pequeño en la satén y aquella cosina, del tamaño de un garbancín del Pedrosillo en el centro, es la yema, ¡parece la cría de un pecín panzarriba flotando en el moco!

¡Badre del Dibino Bervoooo! Porca miseria!...

Para  lo único que sirven es para comer hormigas -virmingófagas-, y de vieyas hacen un caldo nauseabundo que se les echa a los berracos cuando tienen purgaciones. Dicen los capadores, sotto voce, que el caldo calma el prurito de pederastas satiriásicos o valentones de horca y cuchillo mellao, y demás mikrorgídikos.
Al parecer la sopa es también un remedio empírico antiguo contra el mal de la Cogolla, que lo mismo ataca al pollo que a la polla, otra alucinación típica de Pittulas nanas que alardean de huevos de caballo y en realidad  confunden el género y la especie, quedándose la cosa en huevas de caballa. Se le llama de la Cogolla porque la primera descripción de la enfermedadad en castellano antiguo se encontró en un códice avícola del siglo XIII en San Millán.

Para gallinas gallinas las Palurdas y Pappanattas de Siracusa, que serán putas, pero sólo eso, no como la Pittula micra dragonensis y la nana perezzossa revertiana, "que son/ al alimón/ Puta y Cicuta".

Salud.


Korvus Korax  "O Mavros".