viernes, 22 de noviembre de 2013

92


¿Saliendo de la crisis o echando el resto?


Salí a tirar la basura



nada más escuchar al camión que deja los cubos vacíos en la acera, frente a la puerta del edificio. La razón de salir tan pronto no es otra que depositar las bolsas antes de que se llenen los contenedores, porque últimamente me encuentro otra vez cubos colmados, incapaces de tragar toda la mierda que soltamos los vecinos. Pero de nuevo llegué tarde. No habían transcurrido ni cinco minutos desde que pasaron los del camión, lo que significaba que muchos estaban ya preparados cuando pusieron los contenedores. ¿Qué sucedía, volvíamos a la normalidad de antes de la crisis? ¿Los excedentes y desperdicios de los hogares recuperaban sus volúmenes habituales? No era esa mi impresión, más bien la contraria. Día a día el deterioro de las condiciones de vida era más visible. Sólo por poner un ejemplo: el vecino que acababa de dejar una gran bolsa sobre uno de los cubos repletos, cuando yo bajaba de las escaleras a la calle propiamente dicha, había comprado un Mercedes flamante viendo que su pequeño negocio de persianas prosperaba con el boom inmobiliario. De una docena de operarios pasó en dos años a trabajar con su hombre de confianza y un joven yerno que incorporó a la empresa cuando éste perdió su trabajo. Entonces los chavales, que tenían ya una niña pequeña y un piso a estrenar, tuvieron que abandonar su hogar y venirse a vivir con los padres de la chica, mis vecinos. Todo esto lo sé por Radio Escalera, una marujona que se encarga de informar a todo el portal, y al de al lado, aunque, en mi caso, apenas la saludo alguna vez por mal entendida educación o despiste. Por ella sabemos que finalmente ha tenido que cerrar el taller y ha perdido también el coche, al que ya había echado yo en falta en el aparcamiento. Anda ahora con un furgón familiar de segunda mano que aparca en la calle. Su hijo, que se había independizado hacía unos años, perdió el trabajo y vive ahora en el hogar paterno, de momento cobrando el paro, pero sin expectativas de encontrar uno nuevo. No sé cómo se las arreglan para vivir todos juntos en el piso, porque en casa sigue todavía la hija más pequeña, que está terminando su carrera y, desde hace algunos años, la madre de la señora, que arrastra un problema de Alzheimer severo y apenas sale de casa. Más el perro, un schnauzer gigante que es buen amigo mío. Al cruzarme con el hombre nos dijimos buenas noches pero él evitó mi mirada. Coloqué las bolsas como mejor pude y al marchar creí oír como un gemido, al tiempo que algo parecía moverse en el interior de la bolsa que el vecino había dejado. Me dio un repeluzno y volví a casa tratando de no pensar en nada. Al día siguiente tenía cita con el majara de mi psiquiatra.


Eric Burdon and The Animals.  Year of the guru.




Salud y felices pesadillas


ra

jueves, 21 de noviembre de 2013

91


Tan tiesos, pura apariencia.


Salí a tirar la basura


con una de esas talanqueras que uno pilla sólo de vez en cuando, ¡qué se yo!, ¿una vez al mes como aconsejaba Hipócrates? Todo fue medio circunstancial, quiero decir que no tenía previsto beber más de la cuenta ese día. El caso es que salía guapo. Por la mañana había tenido la visita de un colega con el que descorché una botella de vino. Comimos algo de queso para acompañar, escuchamos música, fumamos unos pitos y charlamos. Se fue dejándome un tiempo para hacer la comida y lo acompañé hasta la calle. En el portal me dice, ¡Vaya un pedo que tengo! Me culpa de ser un pervertidor de menores, ¡si es mayor que yo, y abuelo! No contesté, ¡soy inocente!, pero estaba igual que él y me eché a reír, confirmando de ese modo lo que acababa de decir mi amigo. En la comida, en cambio, no me excedí y bebí sólo dos vasos. Pero por la tarde tuve la visita de otro camarada al que le gusta el café y si lo hay, el orujo. Y lo tenía. Había rellenado hacía poco una frasca de tres cuartos de uno muy potente y la había metido en el congelador. Un café y otro. Y unos cigarros. Y cafetera va y cafetera viene y, entre medias, un chupito de aguardiente, y otro, y limpia la taza con un chorrín, y otro más. Estaba helado, denso y dulzón, y entraba como hidromiel. Sólo cuando habíamos bajado media botella y el orujo empezaba a calentarse, nos dimos cuenta del pedazo de cacho de trozo de calentón que teníamos nosotros. Salimos a la calle para dar un paseo y airear. El camarada llevaba un cegaratón de la ONCE y estaba empeñado en llevarme a cenar a un sitio que había descubierto recién. Pasear nos despejó un poco, pero en la cena empapamos otras dos botellas de vino, nos tomamos nuestros cafés y nos invitaron a los chupitos. No estaba tan bueno como el mío, pero sobre todo no bebimos tanto. No obstante salimos ya tambaleantes del bar. Antes de despedirnos todavía quiso tomar un cacharro en un pub cerca de casa. Él ya conoce el Oscuro Bar de Húmedas Paredes de mi calle, pero los dos temíamos esas escaleras empinadas y mohosas, donde tantos rokeros se han descalabrado. Cuando se fue, era casi la hora del paso de los camiones de la recogida y pensé que igual todavía tenía tiempo de sacar las bolsas. Aunque enseguida me fatigo, como la calle baja, me dio por acelerar un poco la marcha. Iba haciendo eses de lado a lado de la acera y poco a poco, con la inercia, fui cogiendo velocidad. Parecía que las piernas funcionaban solas y me despreocupé, pero lo que no era capaz de controlar eran las curvas. Llegó un momento en que dejé de controlar también la velocidad. Estaba muy cerca de las escaleras del edificio, pero iba ya totalmente desarbolado, y en quinta. En la última curva, cuyo arco acababa al pie de la escalera, derrapé y me estampé contra el penúltimo escalón. Me hice un rasponazo en la nariz y notaba en la cara la humedad viscosa de la sangre. Pude levantarme y llegar a casa. Ya se habían acostado. Cogí las bolsas y salí. Pero era de día y los cubos estaban vacíos y apilados para la noche siguiente.


Flema.  Siempre estoy dado vuelta.




Salud y felices pesadillas.


ra


miércoles, 20 de noviembre de 2013

La catábasis


Los sastres de la Balesquida en la plaza de la Catedral.
Oviedo 2012.

Recosido de urgencias o Lo que sube baja


Todo fue culpa de un chivatazo del Legía para ponernos en apuros, obligando al buen arosano a solicitar su auxilio y de paso divertirse un rato a nuestra costa.

De la mayoría de lo que sigue me enteré meses después por boca del propio Valle. La noche de Difuntos, cuando bajamos del campanario a la nave de la Catedral donde nos esperaba un cura con cuatro municipales, estaba sordo total, y más que sordo trascendido, flotante, por el efecto de las ondas sonoras del toque de Clamor de la Wamba, treinta campanadas más lentas y quedas que el toque a muerto, pero que retumbaban en el interior de mi calavera anulando cualquier otro sonido. Y no sólo mi cuerpo se estremecía y temblaba, veía también a mis compañeros trémulos y con los ojos casi fuera de las órbitas.

La escena a la que asistimos a continuación era digna del cine mudo, un típico diálogo de sordos con los policías y el cura.
Nada más poner los pies en las losas de la nave los policías se nos echaron encima. Veía a Valle haciendo gestos ampulosos de fantoche y supongo que dando grandes voces, a juzgar por lo colorada que se le puso la cara y el movimiento convulso de su boca. Los municipales habían sacado las esposas, pero algo debió decir el viejo porque se detuvieron de golpe y nos soltaron. Como no sabía lo que les había dicho yo me reí para mis adentros imaginando la frase, ¡Pero cómo me vais a esposar si soy manco, lumbreras!

En realidad don Ramón sólo había dicho, ¡Un momento señores, qué clase de atropello cometen, dejen que este anciano les explique!
El arousano intentó convencerlos de que había subido con nosotros a la torre para enseñarnos la ciudad, que se nos había pasado el tiempo sin conciencia de la hora, que incluso pensábamos que la Catedral permanecería abierta toda la noche en esta Víspera de Difuntos, para que los fieles pudieran rezar por sus muertos, que en otros lugares así se hacía, que sus colegas de la Cofradía de Ánimas no habían desmentido este extremo...

No le creyeron y los policías volvieron a enarbolar las esposas. De nuevo se encaró Valle con los municipales echándoles el alto. Se había colocado delante de nosotros y nos protegía con su cuerpo arrugado y escurrido. Veía cómo se le movían las barbas y los labios y cómo braceaba con su miembro sano. El primer funcionario se había detenido cuando el maestro le tocó el pecho con su dedo índice. Le estaba diciendo algo que lo confundía por completo y se giraba para corroborar su propia sorpresa en el rostro de sus colegas, como si no pudiera creer lo que oía. Al parecer Valle  le estaba diciendo que conocía a sus padres, ya difuntos, y a toda su parentela hasta la última generación de la que había memoria sobre la tierra. Le dio incluso los nombres y lugares de nacimiento de sus tatarabuelos.

No se atrevían a actuar y buscaban consejo en el mosén. Éste, parapetado tras los uniformados, hacía muecas de fastidio e impaciencia y parecía instar a los indecisos policías a que cumplieran con su deber. Un segundo hombre se adelantó con las esposas y otra vez don Ramón lo detuvo en seco cada vez más excitado. Me imaginaba las voces que estaría dando por su rostro crispado y encarnado, y por los enérgicos molinetes que dibujaba en el aire con su brazo en alto. Con la capa, la chistera bien encasquetada, la barba de santo loco y los botines, parecía un figurín de Mefisto recién salido del infierno. Sólo por su aspecto no sé cómo no nos habían mazado ya a toletazos. Pero el segundo cancerbero lo miraba con la boca abierta mientras Valle le leía, como al anterior, la cartilla de sus ancestros.

El cura, que observaba la escena, Con ojos bizcos y suspicaces, inquietos como los de las gallinas enjauladas, según palabras del genial zombi, dijo entonces algo que debió convencer por fin a los servidores de la ley. Valle me contaría después que él también estaba totalmente sordo, pero que no hacía falta ser adivino para saber lo que pueden discurrir un medio sotana y cuatro sacristanes del ayuntamiento.
Don Ramón se dirigió directamente al sacerdote atravesando la fila de policías, que le abrieron paso, y le puso la mano en el hombro. Parecía hablarle al oído, muy quedo, como si estuviera confesándolo o dándole algún consejo privado. Lo miraba a la cara y acto seguido miraba a los policías y seguía hablando. El cura, más alto, agachaba la cabeza escuchando a Valle, que se entretenía, con delicadeza monjil, en quitarle caspas de los hombros de la sotana mientras le hablaba.

Parece que el manco le contaba con pelos y señales, hasta la séptima generación, la antigua amistad de su familia con la del actual obispo franciscano de la diócesis ovetense, descendiente de carlistas. El cura parecía sin duda conmovido por las palabras de Valle pero no tragaba. Yo veía al viejo, rojo, a punto de salir de sus cabales. Si eso pasaba nos caerían el doble de toletazos que al principio.
En un momento vimos que Valle apretaba un poco el hombro del cura, que agachó algo más la cabeza para acercar la oreja a los labios del sabio manco. Dice que le dijo, ¡Ya me encargaré yo de que te nombren párroco de la aldea más cutre y remota de toda Asturias, corneja!, eso le dijo.

El cura se sacudió la garra del gallego separándose y conminó a los municipales a que dieran por concluida aquella reunión esperpéntica y absurda, prendiéndonos como los romanos prendieron a Cristo. Así vi yo a don Ramón, como a un bendito Cristo encolerizado, repartiendo zurriagazos entre los mercachifles del Templo, tal cara se le puso. Lívido de ira, salpicando gotitas de saliva mientras peroraba, dio un saltín y extendió el brazo protegiéndonos, cual Moisés ordenando separarse a las aguas del Mar Rojo. ¡Estaba inconmensurable el gran dramático!
Mientras tanto, Sebito y yo habíamos permanecidos sordos y mudos sin movernos del arranque de la escalera.
Me contó Valle que no había querido sacar su as de la manga hasta el final de la partida, si no se arrugaban antes los inquisidores, por no deber otro favor al Legía. Les dio el nombre del político regional con el que cenaban esa noche el jaque y su compinche Porfirio en la ciudad, y el número de móvil del macarra.

Estaban tomando copas en un puticlub cercano y en un cuarto de hora se presentaron en la Catedral. Traían una pupila que a saber dónde se habrían agenciado. Fue el diputado el que nos sacó de allí sanos y salvos después de un intercambio de palabras con los municipales y el canónigo. Antes de salir como señores por la puerta principal, Don Ramón le lanzó una mirada al consagrado para echarse a temblar, como aún tremábamos nosotros bajo los efectos de la Wamba.

Las risas de los malevos y el político regresando al puticlub, pusieron la mosca detrás de la oreja de Valle, sospechas que confirmaría días después cuando, de vuelta a Vilanova, a Porfirio se le escapó una indiscreción, distraído, mientras conducía el Mercedes.
La coima, que acompañaba al diputado, miraba a Valle divertida como si estuviera viendo a un dinosaurio en bragas. El gallego, temblón y sordo todavía, pero conservando el oro de su voz, se dio cuenta y se paró encarándola, ¡Qué carayo miras, Putifarina, no tienes bastante con tu Romeo!, creo que le dijo, lo que provocó una carcajada general.

El viejo estaba revotado y se negó a entrar en el local. Me pidió que lo llevara a mi casa. Llevábamos ya tres días en Asturias y yo no había visto a la familia todavía. El Legía trataba de convencerlo para seguir la farra y a mí lo que me apetecía en ese momento era beber algo. Tenía un secaño terrible después del pedazo de cecina que comí en el campanario y el apurón de la bajada. Pero Valle se negó en redondo a dejarnos entrar. Esta era una noche de renuncias y había que meditar sobre la Muerte y el Prodigio Musical vivido en la torre. Sebito, con las orejas gachas, miraba con mezcla de gula y resignación las tetas del pendón.

Homobono Sartorio Agujetas, alfayate de pobres, remendón.

EPZ EL PULGARZITO.  Tanto truco.


Salud


P. D. La ventana del blog  Ilustrania, en nuestros Flanvoritos, y del que hablé ayer en otra postdata, ya está actualizada y diariamente podrá seguir quien quiera su viaje por Jordania. Muchos besos y suerte!

Ramiro

martes, 19 de noviembre de 2013

Le salió rana


Palante brinca el sapo aunque le saquen los ojos
Karpazos. Grecia, 2013.

Nunca falta un sapo para que cante una rana


Había sido batracio antes que príncipe y algo le había quedado desde su metamorfosis, tenía cara de sapo e imitaba a la perfección el croar de las ranas. Aunque la princesa lo amaba pese a su escaso atractivo, él languidecía escuchando el canto de sus antiguos colegas. En las noches de verano cogió la costumbre de pasear por los jardines de palacio y sentarse a la orilla del estanque, donde pululaban las ranas. Cuando se ponía a croar, todas las hembras se le acercaban nadando en la superficie del agua y lo rodeaban, contestando a su reclamo. Los machos venían detrás y aprovechaban que las señoras yacían traspuestas y abiertas de ancas sobre el agua, contemplando y escuchando a su príncipe, para montarlas. Así es como empezó a dirigir un coro mixto de ranas. No tardaron en sumarse los sapos del jardín, algunos de voz muy gruesa, que enriquecieron el coro. Hasta los aposentos de la princesa llegaba el eco de la dulce y alegre melodía. Una noche abandonó el frío lecho y fue al encuentro de su amado. Se le acercó por detrás sin hacer ruido, a saltitos. Le tapó los ojos y le dio un beso apasionado en la boca. El príncipe, convertido en sapo, dijo, ¡Croooarr!, y ella, una ranita, contestó, ¡Rooaaarrr!...

Ramiro

Louis Armstrong.  What a wonderful world.



Salud!


P. D. Un toque de atención para interesados. Anteyer comenzó Tania a relatar su diario de viaje de este año. Podéis verlo aquí a la derecha en Flanvoritos, en su blog Ilustrania. Hay que pinchar en Ilustrania porque si se pincha el título del capítulo no aparece el actual sino el antiguo. Desconozco las razones por las que no se actualiza la ventanina y sigue saliendo eso de  Hace 8 meses... .
Promete ir contándonos sobre la marcha, lo que dará mayor verismo al relato, las peripecias de un viaje a Jordania que empieza ahora. Que tengan buenas experiencias y salud estos dos viajeros. 


¡Muchos besos!


Eddie Palmieri.  Melao para el sapo.

http://www.youtube.com/watch?v=-04K-0UtAgw

ra

lunes, 18 de noviembre de 2013

Ο Νίκος Νικολάου, Nikos Nikolau


El maestro lirari,  Nikos Nikolau, tocando a la puerta del Kriti.
 Ólymbos. Cárpatos. Grecia, agosto 2013.

Νίκος Νικολάου


Buenos días. Mejor seguir ahora, que no dejarlo para más tarde. Y es que veo el retrato de este hombre sencillo y casi me emociono, y eso que apenas lo conozco de un par de horas de parea.

A las puertas de la taberna I Kriti, Creta, de Fílippa Filippidis, en un rincón que forma con una capillina, nos encontramos con la sorpresa del verano, para mí. No pensarán lo mismo los guajes, que se quejaron del tiempo que pasamos escuchando una música tan monótona y chillona, como dicen ellos. Tampoco es que sean grandes entusiastas de la gaita asturiana.

Cuando llegamos, Nikos Nikolau acababa de cerrar la navaja que tiene al lado sobre la mesa y estaba desinflando y guardando la tsabuna, que repasaba con la herramienta. Después del saludo inicial, la desplegó de nuevo para mí cuando me interesé por el instrumento. Preguntaron de dónde éramos. Les contaba que en nuestra tierra también teníamos gaitas y que nos gustaba la Nisiótika. Ya se armó.
Nos invitaron a sentarnos, y a unas cervezas y unas uvas, que era lo que tenían entonces sobre la mesa. Y empezamos a charlar mientras ellos afinaban.

Nikos Nikolau, padre, ensayando con su lira en Ólymbos.  Parte 1.

http://www.youtube.com/watch?v=taGtJ2o6kXM

El maestro Nikos tocaba la lira, su hijo Vasilis la tsabuna y un amigo el laúd. Ya conté en el capítulo sobre Ólymbos que se alternan e intercambian los instrumentos porque la mayoría sabe tocar los tres, aunque lógicamente cada cual tiene su preferido. Y no es un hecho aislado de Kárpazos, sino común a los músicos de todas las islas.

En el siguiente tema, por ejemplo, perteneciente a ese disco dedicado a Cárpatos que editaron los franceses con su buen criterio habitual para estos casos, de la serie Música del Mundo, Musique du Monde, Nikos Nikolau no toca la lira sino el laoúto, el laúd.
Encontré un blog griego, Notoc, donde viene una reseña interesante de ese disco, bilingüe, griego e inglés, junto con algunos comentarios sobre Ólymbos. Son siete canciones de las más populares, una muestra de lo mejor del folclore isleño. Algunas de ellas las he subido en los capítulos de Cárpatos.

http://noctoc-noctoc.blogspot.com.es/2011/07/music-from-island-of-karpathos-musique.html

Junto a Nikos Nikolau y Andreas Fasakis, que abren y cierran la grabación, los Zografidis, Andonis, Mijalis y Yiorgos, Yiannis Prearis y Yiorgos Protopapas. 

Μουσική από το χωριό  Όλυμπος της Καρπάθου.  Αντρέας Φασάκης, Λύρα.
 Νίκος Νικολάου, Λαούτο.  Πάνω Χορός (Καρπάθου)

http://www.youtube.com/watch?v=5Adssjc59HE&list=PL71752472B87EEE45&index=9

Nikos Nikolau con su lira.
Ólymbos. Kárpazos, verano 2013.

Ya mencioné el parecido en varios aspectos que encontré entre Creta y Cárpatos, también en lo musical. Aparte de que ambos folclores pueden agruparse en esa etiqueta de Nisiótika, música de las islas. Las más conocidas, soustas, junto a coplas de amor, mantinadas, y canciones para coros, instrumentales y bailes.

El maestro Nikos tocó al principio, unas cinco o seis canciones, sobre una hora. Son temas muy largos por lo común, ocho o diez minutos. Se quejaba de que ya no le respondían los dedos ni las manos, atacados por la artrosis de la vejez, pero escuchándolo apenas se notaba.
Cantaba su hijo Nikos Vasilis Nikolau cuando no tocaba la tsabuna, el láud se hacía cargo también de la gaita en alguna ocasión, y Vasilis indistintamente de los tres instrumentos. Creo que dedicaré otro capítulo a Vasilis y aprovecharé para subir algunas otras imágenes de la sentada. Ya me quedan pocas grabaciones, pero supongo que llegarán.
No sé quién canta. Nikos Nikolau, lira.  Parte 2.


Y yo tocaba las palmas. Es un palmeo sencillo, uno-dos, como la propia música, no tiene los matices del palmeo flamenco, pero sirve para lo mismo, por parte de los profesionales, hacer participar al público, y por la de los oyentes, acompañar y animar a los músicos.
No necesito que me las reclamen, yo solín me sumo enseguida con gusto. Ya conté cómo en el Kriti de Janiá, en Creta, un músico sfakiota me alentaba con la cabeza mostrando su acuerdo, y se volvía para que continuara cuando yo aflojaba. Y al final se acercó a saludarnos.

En realidad algunas veces me corto por discreción, ¡qué hace ese gilipollas tocando las palmas en una canción triste que habla de dolor!..., pero no, al contrario, siempre te miran agradecidos, ¡y yo feliz!, porqué negarlo, me veo un poco más cercano a ellos. Ya se extrañan lo suyo de que un extranjero aprecie su folclore, del que por otra parte se sienten bien orgullosos.
A propósito de la improvisada reunión en plena calle, me decía Nikos que si habíamos encontrado algo parecido en alguno de los rincones de Grecia que conocemos. Y sí, es cierto, apenas media docena de veces y nunca tan cerca.

Στο παραδοσιακό καφενείο του κ. Αντώνη Ζωγραφίδη στην Όλυμπο - Έλυμπο (τοπική διάλεκτος) Καρπάθου!, dice Nikolas Cyprus, quien subió a youtube los tres ensayos de Nikos: En el kafé tradicional del señor Andonis Zografidis en Ólimbos - Élimbos (en dialecto local) de Cárpatos. A esto me faltaba referirme. También, como en Creta, en Ólimbos conservan su propio dialecto.

Τσαμπούνα - κ. Αντώνης Ζωγραφίδης.  Λύρα - κ. Βασίλης Νικολάου.  Parte 3.


El trío clásico de la música de Ólymbos: Lira, Tsabuna y Laúd.
Cárpatos. Grecia, verano 2013.

Como no podía ser de otra manera hablamos de la música cretense, tan cercana, de Aerakis y Psarandonis, con el que Vasilis se atrevió cantando O Días, acompañado por su lira.

Ψαραντώνης. Psarandonis.  O Δίας.  Zeus.

http://www.youtube.com/watch?v=RwlacQQamDk

Una de las cosas que más me llamaron la atención fue la técnica para tocar la lira, que no creo que sea exclusiva de Cárpatos: no pulsan las cuerdas, arriman las uñas de los dedos a la cuerda aguda externa a distintas alturas para conseguir las notas, como si trastearan. El resto lo hacen las otras dos cuerdas rasgadas por el arco. Al tocar la aguda cesa la vibración y consiguen sonidos más sordos en contraste con los agudos dominantes.

Tuvimos hasta a un poeta, así se presentó, que se sumó también a la mesa al poco de llegar nosotros y que escribió una mantinada para Vasilis allí mismo.

La segunda hora, ya tocando sólo Vasilis y su amigo el laúd, la dedicamos al tsikudiá y a unas mecedes a las que también nos invitaron. Cada grupo pagó una ronda, como buenos camaradas, y al final le compramos a Vasilis Nikolau un CD grabado por él y acompañado por otros músicos de la isla. Disco del que espero hablar algo en la entrada que prometí aquí. La putada es que ninguno de sus once temas está en youtube. Si tuviera la suerte de que Vasilis leyera este artículo, quizá me echara una mano subiendo alguna. Veremos.

Στην υγειά σας, Μπαρμπανίκο, και ευχαριστώ πολύ!!

Όλυμπος. Νίκος Νικολάου, Λύρα. Ανδρέας Φασάκις, Λαούτο.  Σούστα Καρπάθου


¡Salud a todos y buena música!

Ramiro Rodríguez Prada, Μπαρμπαρόμηρος.