jueves, 12 de diciembre de 2013

Sombras de Rodas, Σκιές της Ρόδου- 3


Caballitos de mar de la ninfa Rodo, hija de Poseidón.
Rodas, verano 2013.

Reflexiones sobre una Venus marina -2.
Viaje a Rodas.


Hay una disquisición sobre la divisa, La rosa de Rodas, con la que los comerciantes rodios sellaban los recipientes de barro con los productos que salían de la isla, aceite, vino o perfume. ¿Capullo de granado?. ¿Hibisco?. ¿Rosa silvestre? No hay quorum.
- "... los tres tonos predominantes son el rojo de la adelfa y el hibisco, y el tosco púrpura de la bugambilla con que los italianos han inundado la parte moderna de la ciudad."

- "La más pequeña vuelve la cabeza y escupe mientra corre. En un instante los pensamientos recogen todos los horrores de Egipto: la asfixiante bestialidad del islam y todo lo que éste representa, el fanatismo, la crueldad y la ignorancia."
En esos años todavía se llamaba a la oración en Rodas desde los minaretes de sus muchas mezquitas. Recordemos que en los jardines de una de ellas, Murad Reis, vivía Durrell vecino del muftí y del cementerio musulmán, en una casa que llamó Villa Cleóbulo.

Más sobre el Egeo y las islas del Dodecaneso:

Al Meltemi en Rodas le llaman  Imbat.
"Toda la región de Rodas y Creta oriental, hasta Samos e Icaría, continúa la estructura y las configuraciones geológicas de la Anatolia del Sudeste."
- "... la gran tela de araña que es Simi."
- "Un rígido plano cubista tras otro, de puro color." (Cálimnos)
- "Cos es la niña mimada del grupo. [...]. Es verde, lujuriosa y un tanto desgreñada. Una isla que no se molesta en peinarse el cabello."
- "Es una maldita isla sin carácter [...]. Y Leros todavía significa suciedad, incluso hoy día. [...]. El agua es salobre... como los sentimientos de sus habitantes."
No puedo sino estar en desacuerdo con la primera y con la última afirmación, éstos son de esos juicios típicos de Durrell, el Sobrao, que no soporto. Leros, aparte de los cementerios de barcos en alguna bahía, es guapa y luminosa, y fue tan hospitalaria y acogedora para nosotros como lo haya sido la mejor de las islas.
- "Patmos, pensé, era más una ida que un lugar, más un símbolo que una isla."

Dedica un capítulo al Coloso y al sitio de Demetrio Poliorcetes.
Habla de La Papisa Juana, de Roídis, y de Dafnis y Cloe, de Longo, una novelita preciosa que sirvió de modelo a los autores posteriores de la novela pastoril, tipo La Galatea de Cervantes. Todavía tuve la suerte de leerla en una edición traducida por Juan Varela en 1927, "Cazando en Lesbos, en un bosque consagrado a las Ninfas, vi lo más lindo que vi jamás;". Así comienza.

Ilustres en Rodas; Cicerón, que vino a estudiar Retórica y Oratoria con Molón; Y César.
Acerca de Pan: "En otras partes se le conoce como el kallikantsaros". Sobre este genio malévolo se extiende Fermor en su libro del Mani. En Rodas es el Kaous.

Andando las primeras etapas y en coche las siguientes, describe un recorrido por las carreteras y caminos de Rodas, algunos lugares obligados y otros menos, en un circuito a la isla.
- "El vino tinto Kalavarda es fuerte y tosco..."
- "La palabra que se repite, escrita en las lápidas de la antigua Camiros, es Χαίρε (Sed dichosos)."
- "También allí (Skala Camirou) nos encontramos con el inevitable griego norteamericano que hizo la inevitable comparación entre Detroit y aquel país piojoso, y que nos felicitó por hablar tan bien su lengua materna. Gideón se enfureció con él.
      -Apestoso y estúpido hijo de perra- dijo, en una excelente imitación del acento neoyorquino-, ¿porqué cuernos volviste aquí a envenenar el aire de tu país natal con tus quejas baratas y tu pasión por la coca-cola?"
Una escena semejante relata Henry Miller en su Coloso de Marusi y algo parecido viví yo este verano en Kárpatos, como he contado.

Gregorio Paniagua. Atrium Musicae de Madrid.  Himno al sol.


Desde el foso de las murallas de la ciudad vieja.
Rodas. Grecia, agosto 2013.

- "Los griegos adoran las despedidas."

Ven el Castillo Franco próximo a Camiros y "los amenazadores despeñaderos de Atabiros, la principal montaña de la isla." (1.215 mts.)

Y llegan a Lindos.
- "El sol había sido absorvido por el mar...". Quiero pensar que se trata de una licencia poética que hace referencia de nuevo al Carro de Hélios, porque está hablando de Lindos, uno de los pueblos más lindos, permitídme la bobada, de Rodas, donde el sol se pone por las montañas que quedan a su espalda, puesto que está situado en la vaguada de una bahía que mira al este, al mar y a Turquía. 
- "...vimos la islita a la que fue arrojada Hester Stanhope." (La Paximadia, Galleta). Ésta Hester fue una rica aventurera inglesa del siglo XIX, única en su género en aquel tiempo, arqueóloga y enamorada del Medio Oriente, la Reina Blanca de Palmira para los beduinos, que murió arruinada en Siria rodeada de sus muchos gatos.

- "Cleóbulo. Poeta lindio, uno de los Sabios, amigo de Solón. Autor del epigrama  Nada en exceso. Fue, con Pitágoras, uno de los primeros en permitir que las mujeres entraran en el círculo del saber." Su hija Cleobulina era poetisa.
- "La pequeña caleta donde según dice la tradición popular, naufragó San Pablo en uno de sus múltiples viajes." Cuatro islitas, Tetrápolis (lit. cuatro ciudades).

Sólo una cita de la  Era de los caballeros, el cap. nº 7. El comienzo:
- "Cuando en el sofocante calor de julio de 1099 la ciudad de Jerusalen cayó al fin en manos de los cruzados, los rodios habrían podido reclamar su parte de la victoria, aunque no participaron de las espantosas matanzas que la siguieron, cuando unos setenta mil seres humanos fueron exterminados en las calles y los cruzados que los despacharon se arrodillaban sobre las piedras manchadas de sangre del altar del Redentor, llorando por un exceso de alegría, para dar gracias por su victoria."

Lawrence Durrell también, como los griegos, parece aficionado a las despedidas y la de este libro es triste y melancólica, me volvió a recordar otra vez la amargura de los limones salvajes, agrios...
El libro incorpora al final un Calendario de flores y santos y unos Remedios campesinos. Tenía apuntada la reseña sobre el Lirio de arenal, Pancratium maritimum, con sus flores blancas en verano, siempre presente en las playas griegas y del que traje fotos, pero..., ¡esto es interminable!

Vuelvo a recordar que la obra fue publicada en España por Península (1998), traducida del inglés por Floreal Mazía.

Gregorio Paniagua. Atrium Musicae de Madrid.  Epílogos Katastrophe.



¡Salud y buenas lecturas!


Ramiro Rodríguez Prada

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Sombras de Rodas, Σκιές της Ρόδου -2


Atardecer con gato en  Mandraki.
Rodas, agosto 2013.

Reflexiones sobre una Venus marina.
Viaje a Rodas.


No soporto a Lawrence Durrell en algunos de sus libros sobre Grecia, al margen de su cuarteto de Alejandría, pero después de Limones amargos, sobre Chipre, éste es de los que salvaría de la quema. Por eso lo fuimos releyendo mientras recorríamos el Archipiélago. Tiene también pasajes muy pesados, como cuando se pone a describir los bailes griegos, pero esa mezcla de novela de amiguetes, de erudición justa e información de primera mano de la Grecia posbélica, con cierta poesía sin edad, islomaníaca, por usar un epíteto suyo, me gusta.

La cita que abre el primer capítulo del libro, Sobre el paraíso terrenal, es del Gitano español, The Spanish Gipsy, de Middleton:
-"Álvarez huyó; y tras él la condena del exilio fue enviada; como el rumor decía abiertamente, se retiró a Rodas."

Durrell llega a la isla para poner en marcha una Prensa libre en el Archipiélago, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, comisionado por las autoridades militares inglesas, que administran el Dodecaneso, ocupado por los italianos desde 1912 al 43. Todavía nos habla de una pequeña comunidad de colonos italianos establecida en Rodas, que deberá abandonar la isla con gran tristeza por su parte.
En Rodas se encontrará con una serie de personajes que serán sus interlocutores y compinches, sus compañeros de correrías cultas o populares por la isla y el archipiélago.

-"En el cuaderno de notas de Gideon encontré una vez una lista de enfermedades todavía no clasificadas por la ciencia médica, y entre ellas aparecía la palabra islomanía, descrita como una dolencia del espíritu, rara pero en modo alguno desconocida. Hay personas, solía decir Gideon a modo de explicación, a quienes las islas les resultan, quién sabe por qué, irresistibles. El simple conocimiento de que se encuentran en una isla, en un pequeño mundo rodeado por el mar, las llena de una indescriptible embriaguez."

Así comienza el libro, que es un poco de todo, novela, libro de viajes, guía etnográfíca e histórica, y un algo aventurero, más en aquella época. No me resistí a esa larga cita, porque resume perfectamente algo que muchos sentimos con Grecia y sus islas. Gideon, un culto inglés, buscavidas de altos vuelos, es el personaje más carismático de la historia. Rodas es el centro, dedica muy pocas líneas al resto de las islas.

Sobre la residencia del gobernador fascista italiano de la isla, el Castello, remodelado por ellos, cuya imponente apariencia medieval se destaca en la distancia sobre las murallas de la ciudad vieja:
-"-Mi buen hombre -dijo, irritado-, no sirve de nada que hables de esto. Esto es horrible. Quizás un diseño para un helado napolitano."
-"-Muy bien señor."
-"Y todos los que crean que es hermoso son unos idiotas."

Villa Cleóbulo, residencia de Durrell y su compañera mientras permanecieron en la isla y escenario de muchas veladas del grupo. A ella dedicaré algún día una entrada con imágenes de lo que queda de aquel lugar:
-"Recuerdo que fue entonces cuando nos tropezamos con aquel jardín que circunda la mezquita de Murad Reis, un jardín en cuyo centro descubriría más tarde la Villa Cleóbulo;"

Grecia y las islas:
-"Pero el griego es un individuo terrible. Mercurial, ruidoso, voluble, orgulloso..., ¿hubo alguna vez semejante conjunción de cualidades encerradas en un pecho humano? Sólo el irlandés podía competir con él en materia de intratabilidad, de estrepitosa y débil generosidad."

-"No habría podido tener una mejor introducción a la Grecia egea, porque Cárpathos tiene contornos tan puros como una escultura primitiva. [...], Cárpathos debe de haber parecido preciosamente próxima al paraíso en ese tiempo de primavera."
-"Ha traído consigo un par de canciones de Cárpathos [...]. Una de ellas tiene un coro delicioso:

Oh dulce limonero, con limones en tus ramas;
¿cuándo, inclinándote hacia mí, me enlimonarás?"

-"La literatura popular identifica los limones con los pechos femeninos, y se supone que la canción debe ser cantada por una jovencita. Del mismo modo, en poesía, aceituna es un símbolo de un lunar en el rostro o en el brazo de una muchacha morena."
Pregunté a María y a Nikos en Levkós, Kárpazos, por esta canción pero no la recordaban.

Σκοπός από το χωριό Αρχάγγελος, της Ρόδου, όπως παίζεται και τραγουδιέται στην Κάρπαθο, dice Halkias el subidor del vídeo; Skopós del pueblo de Arjányelos, de Rodas, (otro como Anogeia en Creta u Ólymbos en Cárpatos) tocando y cantado en Cárpatos, por Nikos y Ioannis Pablidis, a quienes ya hemos tenido oportunidad de escuchar en los capítulos dedicados a su isla y a su pueblo. 

Η 'μέρα έχει βάσανα μα η νύχτα είναι ωραία,
γιατ' έρχεσαι στον ύπνο μου και μου κρατάς παρέα.

La mañana tiene problemas pero la noche es buena,
porque vienes a mi sueño y me haces compañía

Λύρα: Νίκος Ι. Παυλίδης. Τραγούδι: Ιωάννης Ν. Παυλίδης.
Σκοπός 1ος, Αρχαγγελίτικος, Καρπάθικη Εκτέλεση.


Aparcamiento de sillas en el  muelle de Kolona.
Rodas, verano 2013.

-"... en algunas partes de la isla (Rodas) se conoce el arco iris con el nombre de Cuerda de Elena, porque, según afirman los campesinos, una gran reina se ahorcó con un arco iris de un árbol."
-"Según una antigua fuente, cuando cayó Troya, Elena fue expulsada por sus hijastros y se refugió en Rodas, donde Polixo la ahorcó de un árbol para vengar la muerte de Tlepolemos en la guerra de Troya. Torr ya ha hablado del culto del árbol de Elena Dendritis, en Rodas, durante los tiempos antiguos."

-"Helio era el gran dios de Rodas; de todos los nombres antiguos de la isla, Heliosa, el amigo del sol, es el único que vale la pena registrar. [...]. Su templo se encontraba donde ahora se halla la fortaleza de cartón piedra de De Vecci, y dentro del recinto estaba el dios Sol de pie en una carroza tirada por cuatro corceles."
Estos cuatro caballos del Carro de Helios, de los que hablamos en el capítulo de ayer, tenían sus nombres y eran también una metáfora del camino del conocimiento y sus dificultades, ingobernables para un joven inexperto como su hijo Faetón. Desde su carro en el cielo Helios lo veía todo, hasta lo oculto para el resto de los dioses, se iba iluminando la tierra para él mientras avanzaba, despejando las tinieblas. Así pudo ser testigo de la coyunda entre Ares y Afrodita, y fue él quien se chivó a Hefestos, el fragüero de Limnos.
De modo que Helios resulta ser un mirón y un soplón. Esto es también por seguir una broma con Ana Capsir, pero así me lo contaron.

Hay una nota sabrosa a pie de página sobre ese fascista italiano, De Vecci, el del Castello de antes:
-"El último gobernador fascista de la isla, cuya recargada e insípida reconstrucción de monumentos estuvo a punto de arruinar el espléndido y meditado trabajo de Mario Largo, que dedicó la mitad de su vida a gobernar y embellecer Rodas."

La obra se publicó en Gran Bretaña en 1953 y en España la editó Península en 1998. Traducción de Floreal Mazía que no fue muy de nuestro gusto, aunque reconocemos la dificultad que ha de representar la traducción de algunas páginas demasiado recargadas del inglés.

Estoy a la mitad, así que mañana la segunda entrega.

Ramiro Rodríguez Prada


Αρχαγγελο της Ρόδου. Μελίνα Κανά.  Ο πόταμος. Απόψε η νύχτα χιόνισε...

martes, 10 de diciembre de 2013

Sombras de Rodas, Σκιές της Ρόδου


La sombra de la columna de Elafina.
Puerto de Mandraki, Rodas. Grecia, verano 2013.

Ciervos y colosos


Gamos o ciervos. La mayoría se decanta por éstos últimos. En la bocana del antiguo puerto de Mandraki, que no tendrá más de 25 metros de anchura, dos columnas coronadas por ciervos de bronce, el de poniente macho y la de levante hembra, reciben al navegante que llega.

Son Élafos y Elafina,  pareja de esculturas que ocuparían los lugares donde antes pisaron los pies del Coloso de Rodas, abierto de piernas para permitir el paso de los barcos, apoyando un pie en cada orilla. Hoy los dos ciervos son casi el símbolo de Rodas, y sus efigies, junto al sol que recuerda a Helios, están por toda la isla. La columna de Elafina cayó hace años pero ha vuelto a ser levantada.
Existe también el proyecto de construir, en algún lugar del muelle, un Coloso en acero aún más colosal que la maravilla primitiva, dicen que de 60 a 100 metros de altura, ya encargado al alemán Gert Hof, ¿será broma?, ¡si no lo veo no lo creo!...

La ingeniería moderna pone en duda que la ubicación del Coloso fuera posible en el lugar que la tradición le atribuye, por una cuestión de pesos, se habría partido por las ingles, y los historiadores prefieren situarla en la colina de la antigua Acrópolis, en el monte Smith, del que tanto habla Durrell en su libro sobre el Dodecaneso, Reflexiones sobre una Venus marina. "Una estatua de mujer, de periodo incierto, hallada en el fondo del puerto de Rodas, perjudicada por el agua del mar", ésa es la musa de Lawrence en Rodas.

Desconozco la razón de porqué eligieron a los ciervos, tal vez porque la isla era boscosa en la antigüedad, y aún conserva valles profundos con vegetación espesa y montañas pobladas de grandes árboles, pero no se habla de ningún culto a Artemisa, que era la diosa cazadora y los ciervos sus animales totémicos, los que arrastraban su carro. Tengo entendido que todavía quedan gamos salvajes en algunos lugares de la isla.
El mito de Elafio, que recoge Graves, se desarrolla en la Grecia del norte y continental. Era el ciervo de cuernos de oro que acabó cazando Heracles en uno de sus trabajos, también la nodriza de Artemis y ella misma, casi como un título, "parecida a una cierva". Y tampoco hubo culto a la Afrodita marina de Durrell, que yo sepa.

El que sí aparece en el origen mítico fundacional de Rodas es Helios. Lourenzinho. Todavía hoy el sol lleva ese nombre en Grecia, no Lorenzo sino Ἥλιος, (pro. Ílios).


La cierva al atardecer sobre el muelle de Mandraki.
Rodas, agosto 2013.

La historieta cuenta que Zeus repartió el mundo y se olvidó de Helios. Éste le pidió un reino sumergido que hasta entonces pertenecía a Poseidón. Así emergió Rodo, una hija del dios del mar, que dio nombre a la isla y se casó con Helios. En los mitos de los dioses solares que dieron origen a las religiones modernas, el dios único que representaba al Dios Padre, centro del cielo, Zeus en el panteón olímpico, acabó usurpando las prerrogativas de Helios como deificación del sol. Y Apolo hizo el resto. Helios quedó casi como un dios menor que representaría el fuego sagrado.

Helios conducía el carro del sol desde el amanecer hasta el ocaso, tragado por el mar reaparecía por el este.
Casi su hijo Faetón lo superó en fama. Quiso conducir el carro de su padre pero los caballos se encabritaron y Zeus lo chamuscó antes de que hiciera una avería. Al parecer en Rodas se lanzaba una cuadriga al mar por un alto acantilado conmemorando la hazaña.

Pero aunque Helios, llamado por algunos autores Hiperión, quedara un poco relegado, nadie podrá negar la condición solar de Rodas. Es cierto que hay muchas islas griegas donde la blancura, el azul del cielo y el mar, y el sol, se imponen, pero en pocos sitios como en Lindos por ejemplo, tienen tanta potencia la luz y los colores.

Y falta el Coloso. Que es otro modo de seguir con Helios puesto que la estatua se erigió como representación de y gratitud al dios de la ciudad, para conmemorar la victoria sobre Demetrio Poliorcetes El sitiador de ciudades, que puso cerco a Rodas el 305 a. d. C. Se ventilaba la herencia de Alejandro Magno y la supremacía en el Mediterráneo entre el macedonio Demetrio y los Ptolomeos de Egipto, con los que Rodas, por cuestiones estratégicas de proximidad y comercio, estaba aliada.

Se atribuye al escultor Cares de Lindos, que hizo un mal cálculo de materiales, se arruinó y se suicidó. La terminó uno de su pueblo, un tal Laques. ¿Galgos o podencos, gamos o ciervos?..., cada uno da una medida diferente del tamaño del Coloso: 30, 32, 33, 35, 37, 40..., metros de altura.
Plinio el Viejo escribe que tenía 70 codos, con una base de 40 (15 m.), que tardaron 12 años en levantarla y que costó 300 talentos. Con esas medidas pesaría unas 70 toneladas. Historiadores antiguos que registraron noticias del Coloso fueron Polibio y Estrabón, y  posteriores. Durrell cita a Diodoro.
Tampoco hay acuerdo en los años que se mantuvo en pie, que si 56, 65, 78.. . Parece que fueron 66 años hasta que un terremoto la echó abajo en el 226 adC. (según otros el 227).


En la bocana del puerto de Mandraki,
la sombra de Elafina y la torre de San Nikolás, el faro.
Rodas. Grecia, verano 2013.

Después de ocho siglos, cuenta la leyenda que un judío compró los restos de bronce y tuvo que usar 900 camellos para transportarlos. La historia seguía la invención del Coloso en la bocana de Mandraki con los barcos pasando entre sus piernas, en realidad de origen medieval.
Pero lo que no nos pueden quitar es la fantasía, esa imagen icónica del Coloso abierto de patas con la antorcha en alto que nos quedó de niños. Yo hasta muy tarde pensé que todavía existía...

He incluido esta entrada en Ombres por las fotografías y esas dudas  de fechas y dimensiones, aunque en realidad iría mejor en Archipiélagos, pero ahí quería hablar más de nuestro viaje que de la Rodas mítica o histórica.

La mayor sombra que encontramos en Rodas capital, fue la presencia de un grupo de niños gitanos, explotados por sus padres, que se pasan el día y parte de la noche tirados por las calles, recorriendo las terrazas tocando el acordeón o el baglamá, o haciendo estatuas, pidiendo, asfixiados de calor y alimentándose de porquerías y de los restos de los turistas, ante la pasividad de las autoridades. Pero a eso dedicaré también algún capítulo en su día si tengo salud.

Hasta mañana

Ramiro Rodríguez Prada 


Níkoς Γράψας.  Kάτω στη Póδo. Abajo en Rodas.

domingo, 8 de diciembre de 2013

98


Pigadia.  Kárpazos.
Grecia, agosto 2013.


Salí a tirar la basura


eléctrico. Todo el día nervioso, cuando llegó la noche no había mejorado. Me disponía a soltar la bolsa de la orgánica en su cubo, cuando vi que en realidad agarraba un gato por el rabo. Se retorcía el bicho intentando arañarme y lo solté aterrado como si quemara. ¡Qué raro, no tengo gato!... Cayó dentro del contenedor pero saltó fuera a escape, el pelo erizado, haciendo miau.


Βασίλης Παπακωνσταντίνου.  Ο μαύρος γάτος.  El gato negro.




Salud y felices pesadillas

ra


P. D. : No te me acerques Eulalia/ que estoy eléctrico, eléctrico...


Kaka de Luxe.   La pluma eléctrica.


http://www.youtube.com/watch?v=DFcBGVYcy3k


Besos!

sábado, 7 de diciembre de 2013

97


Cabezabajo y reculando


Salí a tirar la basura



casi por escapar un poco de aquel día aburrido y sin sangre. El cielo había estado tristón, encapotado de nubes, y parecía pesar sobre la cabeza achantando hasta las ideas. Las labores rutinarias del hogar no consiguieron distraerme y si bien me esmeré con la comida, como suelo hacer, no obtuve ningún refuerzo positivo. No me extrañó, porque yo mismo comí poco y sin ganas, así que no podía culpar a nadie de insensibilidad. La pequeña colación de la cena no fue más alegre. Quizá esperaba algún encuentro que me sacara del pozo, si quiera por unos minutos. Pero sé que no está en mi mano provocarlo: la acción se desarrolla bastante al margen de la voluntad de los actores; por supuesto podemos intervenir, pero siempre con un desenlace incierto, y parece que el grueso del guión lo escribiera otro, el destino, el devenir de cada segundo con sus infinitas variaciones. Ganas de enredar la madeja. Iba pensando en mi amigo nocturno, el vecino que saca al perro a estas mismas horas. Llevaba un par de pitos liados por si acaso. Nadie. La calle estaba vacía y silenciosa. Hice el corto recorrido hasta los cubos y ni siquiera pasó un automóvil. Dejé las bolsas aún más desolado, y entonces me vino la idea. ¿Porqué no volvía a casa culo atrás? Era otra manera. Tiene su dificultad porque hay que ir torciendo el cuello cada poco, no está uno para contorsionismos a estas edades y con las escaleras el asunto se complica. Pero, poco a poco, las salvé limpiamente. El mayor problema fue abrir la puerta del portal de espaldas, no había manera de meter la llave en la cerradura. Soy diestro, pero lo conseguí después de un rato cuando pensé en invertir la operación de nuevo y lo intenté con la zurda. ¡Entró a la primera!, y también la de la puerta de casa. ¿Había moraleja, enseñanza?. No importa, con esta prueba di al fin por bueno el día y me acosté más reconfortado.



José Luis Ducid. Los muelles/ The quays.  





Salud y felices pesadillas


ra


P. D. Música recomendada por Marta Capote en su G+. Gracias y besos, Marta!