domingo, 24 de julio de 2011

La falacia de curso legal -3


Hablamos de pobreza, solidaridad y supervivencia. Con poquísimo saben hacer maravillas y quien no vea esto o está ciego y no entenderá nada, o sólo mira la superficie de las cosas y será incapaz de comprender a Grecia y a los griegos, la verá pero no la catará. Así nos pasa a todos muchas veces con cosas menos complejas.

Es una sociedad empobrecida pero sabia que aprendió a vivir frugalmente sin renunciar a lo esencial -incluídas las pastas y las patatas que alimentan a medio mundo- y a sacar partido a su escasez de un modo admirable. Pocas cosas sí, pero ricas ricas. Hablando del Anatolikós de Alikés, en Zákinzos, un muy buen restaurante con una carta de estupendos, y algunos caros, platos, decía que había comido allí  ensaladas de tomate únicas, inconmesurables.  A eso me refiero, a un tomate maduro mediano cortado en rodajas de 5mm. de grosor, con aceite de oliva, sal y orégano por encima. No hay más. Diez. ¿No sé si me explico?.
Lo podemos aplicar a la comida, a la economía doméstica, la cultura, el trabajo o a la diversión y la fiesta. Han sabido rescatar y mantener unas formas sencillas pero esenciales, elementales pero muy potentes., incluída esa red de apoyos mutuos que es el entramado que les ha permitido sobre-vivir, como aristócratas, con lo básico.

Chíchika, chicharra

Muchos plumillas que denuncian ahora la generalizada corrupción griega, cloquean como gallinas, estridulan como cigarras, cuando se refieren a la calidad de vida de occidente. Estridulo y me río yo  del concepto europedo centralista de la calidad de vida fundada en el consumo, y hablo desde un país, el nuestro, que no es de los que la tienen peor, pese a todo.
No digo que terminar con ese entramado solidario sea acabar con ellos, porque ésa es la Grecia eterna -no se me ocurre otra palabra mejor ahora- a la que, alguna vez, me he atrevido a referirme y con esta no podrán, pero lo intentan, confundiendo falaz y deliberadamente no a molinos con gigantes sino a churras con merinas, y tratando de vender a toda costa una lana que nunca fue ni será suya.

¿Que hay corrupción?. Naturaca, como aquí y los más ricos los más corruptos en todas partes. ¿Que lo pueden pasar, que lo están pasando muy mal?. A eso vamos. Ya estamos bien jodidos, seguiremos en la pelea.

Lo difícil, le decía a Jesús Aller, será dar con una solución lo menos traumática posible para la mayoría, que es quien paga el pato propio y ajeno. Pato ajeno, el de los banqueros, lacado de oro, que no es pata es pata dón, en los cojones de los menos responsables del desaguisado, que son el 90% de la población.

La profunda corrupción a todos los niveles con la que nos apalean algunos ignorantes metidos a comentaristas políticos, es un recurso rastrero, miserable y penoso que intenta democratizar responsabilidades, la culpa cristiana, poniéndonos su viga delante de los ojos. Está muy bien asumir la parte que a cada cual le corresponda en la ´crisis`, pero aquí no se discute el principio de un ciudadano un voto, a lo que parecen reducirse nuestras democracias.
Se trata de depurar esas responsabilidades, empezando por los mayores especuladores, que siguen riéndose de la mayoría, enriqueciéndose aún más con la movida. Son gente conocida, empezando por directivos de grandes bancos europeos centrales y nacionales, de cambalache con sus socios griegos, no gente solidaria, auténticos mafiosos.

Ese es el agujero, el Ideon Antron, el pozu negro del Teach. El voto de esa gente vale tanto como el mío su responsabilidad en el latronicio no. Lo que hacemos es un paripé de democracia donde los ricos, que son pocos, roban, prevarican, defraudan y trapichean a gran escala y pretenden que el resto paguemos democráticamente el desfalco, apelando, para colmo y recochineo, a la igualdad ciudadana y política. ¡Muy bonito, diría mi güela!
A otro perro con ese hueso, a esto se le llama plutocracia.

Os dejo hasta el siguiente y respiremos mientras tengamos aliento.
Salud, yasas!

Ramiro Rodríguez Prada

Alquimia choricera

...en fin, el chorizo cular al que nos queremos referir en esta sección no es, en puridad, el zurullo clásico, aunque también, sino la sublimación metafórica del mismo.

Esta operación, considerada de las más difíciles, por la complejidad y sutileza de las operaciones puestas en juego,  determina el aspecto final del producto que se ofrece así, casi virgen, al noviciado, más virgen aún, zurullo teologal.
El chorizo no ha perdido nada de su esencia en la operación y, desechando la materia inerte e innecesaria en las siguientes manipulaciones, las cazcárrias, tendremos en nuestras manos un material de primera calidad, que conserva todas sus cualidades organolépticas prácticamente intactas. Pura alquimia cular.

La sublimación no opera ni desde la ignorancia de las leyes físicas ni desde la inocencia, al albur de azares más o menos felices, sigue un protocolo,  debe someterse a un proceso de fiscalización y decantación  riguroso, sin excluir al investigador, donde los procedimientos y el sujeto inquiriente sufren las más duras pruebas de autentificación, que incluyen el consumo del producto investigado, experiencia inefable, sea el zurullo cular, ristra, de vela, escolástico, carterista o de altura, el más escaso pero picante, venenoso y reacio a la observación directa y a la experimentación empírica.

El cular no es, necesariamente, el peor de los chorizos, porque su calidad no depende de su denominación sino de la bondad o casquería que se embuta, pero lo que lo distingue de otros no es el hecho de que roben bragas o calzoncillos, que eso lo hacen sólo por oficio y necesidá cacos pobres, sino el olor que despide el pastelako resultante, inconfundible, clamoroso por las expresiones de admiración  con que se le acoge en ambientes iniciados y amigos.
No se me ocurre un mejor ejemplo de lo expuesto que el salchichón culero valensiá, fuet culé en Cataluña, y que me perdonen los valencianos y barcelonistas que saben ehtinguí  como naide el zurullo zurullo, del mejor embutido del mercado.
Y los merengues van a la par, que en Madrín se consume chorizo cular chulapón de la mejor calidá, aunque sea de Cantimpalos, de Candelario o de León.

A ver si otra madrugada estoy más fino y lo explico mejor, porque después de releerlo con detenimiento sigo sin aclararme y no sé si hablo de chorizos como burros, de ladrones asgalla, de longanizas de poco más o menos, de culares con solera, de cagadas malolientes o de todo a un tiempo.  ¡Buff!, hay embutido pa rato.

Salut y bon apetit.

Laverga de Vich.

sábado, 23 de julio de 2011

El Philippéion de Olympía


Filippéion de Olimpia

Peloponeso
Grecia 2009

Algunas piedras sueltas...

Miguel Gila

¿Qué pintaba allí Gila?
Lo entenderéis enseguida,  pero alguno ya  se coscó primero, lo sé. Antes de nada debo retractarme de un desafortunado comentario que inserté ayer en Desde la popa ( 06-07-2011. Kiparisi a Pylos), en el que prometía cortarle los huevos al informador del Capi del  Teach sobre  las ruinas de Olimpia, que lo hacía en unos términos inaceptables, ´algunas piedras sueltas`, no para el deportista que no soy, pues ya sabréis que toy psilicoso perdío, pero sí para el devoto del Hermes que vive y reina en Olimpia, en  amor y compañía de otros inmortales no menos poderosos.

Tengo que retractarme yo en lugar de Alberto, como le pedía, porque esta noche se llegó a mí don Miguel, el de la boina, y me dice, pero a cierta distancia, que yo reculaba temeroso viendo la cara mala hostia que tenía, ¿¡cómo es posible tanta inquina en un zombi de su retranca y a quien tanto admiro?!, pues va y me suelta,  ¿A quién decías que le ibas a cortar los huevos?,  y fruncía el ceño mirándome torvo.
Ya no esperé mais porque llevaba el garrote en la mano y la boina ladeada que no le había visto nunca y me dió muy mala espina. Eché a correr. Vi que Gila enfilaba detrás y, a poucos pasos de él venía también, cómo no, el simpar don Ramón, que sigue necio y entocinao en la persecución y parece rejuvenecido, tal vez al encontrar a otro colega  que le sigue el rollo, tan chinao como él, por más pachorro y tranquilón que parezca  Miguelín en la vida real.

La pregunta a contestar es, ¿ fue Gila el informador desconocido del Capi?
¡Qué par de turriones, manúla mú!, no Alberto y Gila, sino éste y el otro...

Salud.

Barbarómiros.

Complicaciones

He vuelto a complicarme la via de mala manera. Os cuento.
Los sabuesos habían abandonado a la presa. Era, como sospechaba, una falsa tregua. Pero ayer, en un descanso de la kilométrica y aburrida persecución, don Vicente alzó la mano libre, en la otra seguía empuñando la barbera con la que, sospecho, se cortó la oreja, y con la que me amenazaba todas las noches profiriendo horrendos alaridos,  señalando mis pudendas.
Como no estaba seguro de sus intenciones eché a correr nada más que se puso a caminar.

Don Ramón, sentado nuna pedra se reponía de las fatigas y parecía absorto en cómo a lúa iba saíndo e o sol se iba deitando, aunque era noche cerrada sen lúa. Podía ver las barbas blancas del galego y su flaca silueta agarrando el bastón, enhiesto, entre as pernas.
Despois de una corta carrera me detuve porque don Vicente Van lo había hecho también y, sin dejar de mostrarme la palma  abierta de su mano libre en señal de paz, posó la navaja en el suelo.

Zamora 2006

Entonces me acerqué a una distancia prudencial y con todos los sentidos alerta. En un chapurriao de francés meridional y el duro holandés de sus orígenes, que no sé porqué me sonaba al azote del mistral sobre lozanas y cimbreantes mieses rubias, me vino a dicir que, no sólo renunciaba a seguir detrás de min, además quería entablar relaciones amistosas, intimar.
Esta declaración me causó cierta zozobra, ¿a qué se refería exactamente?, pero dejémoslo aquí.... Para demostrar sus rectas intenciones se agachó, recogió la barbera, la cerró y me la lanzó. La cogí e instintivamente la guardé en el bolsillo.

Como no las tenía todas conmigo y adivinaba no muy lejos el perfil de don Ramón con el bastón entre las rodillas, que no se había movido de la pedra y parecía la escueta  figura de un pastor guardando el rebaño nuna escura noite de lobos, esperaba dispuesto al escape.

No dejaba de observar también al pelirrojo, que se había ido acercando poco a poco y ya podía ver sus cejas tiesas y el pelopicho, cortado tal vez por la navaja que yo había metido en el bolso, porque se le veían escaleras, calvas y mataduras por todo su benemérito cabezón.
Seguía parloteando el mix lingüistico pero en tono normal, pausado, pues nos hallábamos, frente a frente, a no más de dos metros. La verdad es que el prubín tenía más cara de atormentado que de fiero asesino y me dió pena.

Me acerqué y le tendí la mano. Me la estrechó con calor y timidez a un tiempo y creo que ¡intentó sonreír!, ese hombre apasionado y triste, ese alma cándida sabía sonreír aunque, se ve que poco acostumbrado, esbozó una mueca acartonada en lugar de una sonrisa. ¡En ese momento le hubiera dado un abrazo!, pero me quedaban reparos, me venían imáges fugaces de su acoso con la barbera y un escalofrío me recorría el espinazo.
Le dije que estaba cansado, a él se le veía también muy fatigado, que nos despidiéramos hasta otro día, Hasta otra noche, dijo él, y volvió sobre sus pasos al encuentro de don Ramón Mª.

Llegando Vicente a la pedra me pareció que la sombra de otro hombre se deslizaba en la oscuridad hasta ellos. Por curiosidad me acerqué en silencio amparado por las sombras.
No podía escuchar la conversación por temor a que me descubrieran si me acercaba demasiado, pero sí pude reconocer al recién llegado: ¡Era Gila!, sí, así como suena, con las cuatro letras manchegas, con boina y una especie de paletó de la posguerra. En la mano llevaba un garrote.
Casi me da el pasmo, con la sorpresa solté un  ¡Hostia!  que me delató. El gallego, que seguía sentado na pedra se levantó como una centella y si no ando listo me arrea con el palo. Con la inercia del estacazo fallido dio una vuelta sobre sí mismo como un peón y ´del cielo raso vino al suelo`.
Allí quedó dando voces y sacudiendo la tranca, más que el bastón, mientras sus colegas corrían a echar una mano al esperpéntico manco de Arousa.

¿Qué coño hacía Gila con los eméritos?. He ahí la complicación a la que me refería al comiezo de esta larga entrega, pero la respuesta es algo que dejaré para más tarde.

Adéu, yásas!

Barbarómiros.