sábado, 5 de noviembre de 2011

Humor y prensa


Andrés Trapiello, el niño sonriente

http://www.youtube.com/watch?v=q6raMrzDKfQ&feature=related

María Faradouri y  Mikis Theodorakis. To yelasto pedí. Poema de Brendan Francis Behan.
Aunque a mí me gusta más esta versión interpretada por el propio Theodorakis:

http://www.youtube.com/Watch?v=wqUPpnoA7J8&feature=related

Escucho la radio griega y la nacional.

Leo muy poca prensa desde que empecé con esto. La morena de mi copla me avisa cuando hay algo de interés en la regional y sigo siendo bastante fiel al suplemento cultural de los jueves.
El del día 3 traía, por cierto, una reseña sobre la última novela, Con el agua al cuello,  del griego Petros Márkaris, del que hemos hablado aquí, como de su protagonista el comisario Jaritos adelantando que había cambiado el viejo Mirafiori por un Ibiza en lugar de un Hyundai, si recordáis, para solidarizarse con otros "pigs".
El autor del artículo es el escritor, ya consagrado, de novela negra en castellano, conocido y paisano, Alejandro Martínez Gallo, que se prodiga en estos terrenos y al que sigo en lo posible.

Otro al que soy asiduo es a don Francisco García Pérez, y este ya maneja el humor que me gusta y creo que necesitamos, es un pedagogo del lenguaje, hombre templado y de gran cultura, pese a que discrepe de su opinión  sobre AP Reverte. Y a la también gijonesa Carmen Gómez Ojea, de las cabezas más lúcidas del Principedo, que con su satírico aguijón, barroco y discursivo pero agudísimo y certero, persigue hasta sumergirlos en la piscina probática a todos los fariseos de la curia.
Los domingos suelo repasar los diarios de José Luis García Martín, desde hace años, más líricos y narcisistas que humorísticos. Viajo un poco con él por sus escenarios románticos y decadentes. Y pienso en mis amigos extremeños, en Aldeanueva del Camino y en el pimentón de la otra, la Vera.

Por su retranca de cepa asturiana resuelta en diálogos hilarantes y subrealistas, la vía mihma dicho a la andaluza, a veces en clave asturiana difícil de pillar para un foráneo, pero en un bable de andar por casa muy real, no el de la Academia de la Llingua, el mierense Maxi Rodríguez, a quien también conocemos a través de Javier Maqua y la película Carne de gallina, donde fue actor y coguionista con Javier, nos divierte todas las semanas con su Parando en Villalpando.

Y con él Mortimer un dibujante de tiras humorísticas que ilustra los artículos de Maxi y dibuja otras viñetas. Lo seguimos desde que empezó a publicar en la prensa local. Recordamos, entre otras, su serie sobre los juegos olímpicos de China, Bienying, que él tituló "Vieyín" y el protagonista era un paisano de 80 para arriba enfrentado a todo tipo de pruebas, vestido con chandal o calzón corto, con boina y pitu en boca. ¡Medalla de oro segando pación!. Sigue con sus deportes y la escena gijonesa.
No olvidamos al malogrado músico, y dibujante de La familia Castañón, xente llano de Xixón, Igor Medio, pero Mortimer ha venido a continuar su estela de modo sobresaliente y reímos con él como lo hacíamos con el gran Igor.

No veo apenas televivisión pero leemos diariamente, toda la familia, la crítica de Antonio Rico, otro bienhumarado, látigo de mentecatos y otras vainas, con el que nos tropezamos en cierta ocasión en un autobús de Atenas.

Además de estos habituales tengo un amigo, Pepe, una curruca parda, que me envía todas las semanas lo interesante de la nacional y, lo que le agradezco más, el humor gráfico de Madris, Catalunya y León. Por eso he podido seguir con El Roto, El Perich, Ramón, Elrich, Vergara, Manel o con Lolo, leonés, entre otros .

Después de esto, con el complemento de Rebelión, considero que estoy tan bien servido de noticias como lo estaría un diputado, si exceptuamos la prensa extrajera que ellos ojean pero que la mayoría no entiende. Los titulares y poco más.
La columna de Juan José Millás, El trasluz, es otra de mi cuerda que no perdono y en general lo que pillo de él en prensa. Millás ya es un imprescindible de la ironía y el ingenio nacional, con su cubata de gintonic en ristre.

Del semanal que recibimos en casa leo a veces a Quim Monzó,  Javier Cuervo o Suso de Toro, y siempre a Andrés Trapiello, cuya especialidad tampoco es el humor.
Titula su artículo de esta semana en Arcanos mundos,  En serio: ríase un poco. Cita a Cervantes en primer lugar, naturalmente, a Baroja, Gómez de la Serna y, ¡cómo no! a nuestro don Ramón del Valle Inclán, a quien califica de maestro del humor y del que recuerda que "sus repentizaciones hilarantes se hicieron célebres", mencionando después a otros galegos inmortales que cultivaron el género, no precisamente a Camilo. Hasta de Chumy y de la Codorniz, a la que añora, habla Trapiello.

Apuesta Andrés  por la literatura humorística, por el humor, casi como terapia del mal de los tiempos y nos invita a reír. Creemos que hace pleno y nosotros se lo agradecemos y sonreímos con él. Fue su artículo el que me movió a escribir esto, además, y en la cabecera de este blog figura el hupor, ¿qué añadir?...

Salud y sonrisas, de no ser carcajadas.

Ramiro.

viernes, 4 de noviembre de 2011

La parea de Agioi Apostoloi



La parea, los amigos

Agioi Apostoloi, Eubea.
Grecia, agosto 2011 

Sólo hice esta y es muy mala, y aún peor la del Maquis. Pero me voy a atrever a ponerla por las razones que explicaré a continuación.
Normalmente siento  cierto rubor al fotografiar personas, aunque este año hice más de la cuenta, algunas también en Atenas, pero de la familia y amigas de María, para nosotros. Por eso en el blog casi no hay.
Los grupos ya es otro cantar pero tampoco me siento cómodo. Y desde luego aún me gusta menos señalar, nombrando, a quien aparece si no cuento con su consentimiento. Y no cuento. Por eso me limitaré a hablar de ellos y a decir sus nombres.

Es un tributo que les debo porque entre todos me hicieron sentir que estaba en mi pueblo. Nos acogieron desde el primer día como amigos.

Es la primera taberna que hay llegando a la explanada del puerto de Agioi Apostoloi (Santos Apóstoles), Limani Petrión, Puerto de Petriés, a la derecha.

Y aquí viene la segunda razón de colgarla. El miércoles Yiannis Tzakós, el fotógrafo de Halkida del que os hablé y que figura entre nuestros favoritos,  me tenía preparada una sorpresa que me dejó pétrinos, de piedra.
¡Resulta que es de Petriés! Me dice que Agioi Apostoloi se llamaba antiguamente Kato Petriés, el Bajo Petriés. Y me envía algunas fotos de las playas de su pueblo, al lado de donde pasamos ya 50 días. Los que habremos sido vecinos sin saberlo.
Este año estuvimos a punto de subir a Petriés a una actuación de rebétiko, no recuerdo quién, pero a última hora no se nos arregló. No tenemos coche allí y moverse puede resultar muy complicado.

Kato Petriés. De hecho el año pasado cuando llamábamos al Capi del Teach desde allí indicándole el lugar donde nos habíamos instalado, no lo encontraba en las cartas por Agioi Apostoloi, sino por Limani Petrión.

Y bien. Vamos con la parea. No están todos en la foto pero  nombraré también a los ausentes

El bar lo llevan Stavrula y Spiros que nos invitaron a comer más de una vez a su mesa. Spiros trabaja la parrilla, pesca, prepara las salazones, atiende la terraza a ratos, y hace las labores que exigen desplazarse en coche, compras e intendencia en Aliveri y otras más pesadas propias del paisano. Es un hombre cabal, emotivo y cariñoso.
Me enseñó cómo prepara unas sardeles, o unos gavros, tipo anchoas en aceite, que cuando las metías en la boca de tan buenas te apetecía comerte también la lengua.
Stavrula no para, como todas las mujeros, y no creo que se me enfade la parea ni Spiros por decirlo, todos sabemos que son el alma del mundo, sin ellas se iba todo al carajo en cuatro días. Hombre, nosotros no es que lo hagamos mal, pero la callada y eficiente mano femenina siempre está presente.
Por allí corretea también  con sus vehículos el pequeño Spiros, el nieto.

Mitsos, que trabaja en la taberna, es de Psará, una isla piquiñina  de unos 100 habitantes al oeste de Jíos (Xios, Chios), en la que pasamos diez días inolvidables. No tiene turismo y hace 20 años menos. Cuando le dijimos que la conocíamos y también al señor Papas, en cuya casa estuvimos, y que ya murió según nos dijo, fue él quien quedó pétrino. Mitsos fue también la primera persona con la que hablamos, cuando recalamos el año pasado a Agioi Apostoloi viniendo de Kimi, al preguntarle por habitaciones para alquilar. Otra casualidad.

Robert es un muniqués que lleva 30 años viniendo a Grecia, a Eubea y está acondicionando una casa en el pueblo para quedarse definitivamente.
Este verano construía la escalera y llegaba todos los días hecho polvo del curro. Parece joven pero tiene ya un montón de nietos. Estaba solo este verano y pasé muy buenos ratos con él y con Spiros en el rincón de la parrilla.
No es el alemán prototípico del turismo masivo que conocemos los del sur, sino un tipo cariñosón como Spiros, no me extraña que sean amigos, callado, risueño, con cierta sorna incluso, pacífico y observador. Tremendamente humilde, es decir el modelo romántico de germano que más nos gusta. No carente de pasión, que se manifiesta, inequívoca, en su apego a Grecia.
En casa hace de albañil aunque no es su profesión y en el bar echa una mano siempre que se necesita, y aunque no se necesite, es de esas personas animosas y serviciales que siempre están dispuestas a ayudar.

A Kostas lo conocimos el año pasado en una circunstancia que merece la pena contarse. Esperábamos que nos sirvieran unas giropitas, ese pan plano enrollado que los turcos llaman pide, kebap, pero que a nosotros nos gusta más en Grecia, con carne y algunas verduras. Veíamos que todo el mundo se colaba pero porque los de aquel bar nos tomaron por albaneses o búlgaros y no nos hacían ni caso. Era un sitio pequeño con un calor horrible y somos cuatro, ocupábamos la tercera parte del local, se nos veía bien.
Cuando quisieron colar también a Kostas él, que había visto la escena como todos, no quiso, se plantó y dijo que nos sirvieran a nosotros que estábamos delante.
Era la primera vez que nos veíamos pero ya no se me despintó su cara y cuando nos encontrábamos lo saludaba con todo el respeto que él nos había demostrado a nosotros. Este año renovamos la amistad.

Hemos sufrido episodios racistas semejantes en todos los países por los que pasamos y comprendemos a quienes, en el nuestro, también los padecen.
Somos pequeñucos y morenos de ojos oscuros, si fuéramos altosrubiosdeojosazules tendríamos menos problemas en ese terreno, asi suele ser en todas partes. La cosa mavra, negra, la rechazamos de mano, los mitos funcionan.

Yo tengo por costumbre, maldad obliga, cuando veo según qué paños decir que soy albanés o turko, así ya no hay equívocos y me curo en salud... .
Dispongo de toda una batería de respuestas y recursos desconcertantes  ensayados que han demostrado su eficacia y provocado la hilaridad de quien pudo disfrutarlos.
Este mismo verano, en la playa, cuando guardaba el sitio a mi familia y a un matrimonio mayor natural de Constantinopla, debajo de una sabina, se me acerca un paisano que me había estado observando, malencarado, al que no conocía de nada y sin mediar palabra, un hola o buenos días, me suelta con malos modos,
Apo pu isse?, ¿De dónde eres?,
Apo tin Senegalía, le dije.
Apo pu?, ¿De dónde?. Kai egó, y yo,
Apo tin Senegalía, ¡kai ejo mia polla san ena sandía!,  De Senegal-ía y tengo una polla como una sandía. La polla y la sandía se le escapaban. Se separó mirándome como a un fenómeno, ¡un senegalés blanco debajo de una sabina, horror, que cosas raras se ven hoy día!.

A Panayotis, que vive en Halkida como Yiannis, como Zanasis  o Nikos el de Aliveri, lo conocimos también el año pasado escuchando un concierto de Contratempo, un grupo joven que tocó en la playa y que había traído el hijo de Stavrula y Spiros.
Este año ya pudimos beber con él alguna cerveza más. Nos quería llevar a su casa pero como no pudimos ir por diversas razones, el último día estaba en lo de Spiros para sentarse con nosotros e invitarnos a esa última comida.
Tiene también un montón de nietos y sobre todo el pequeño de tres años es un motorín que no hay quien lo pare, un polvorín de lo más gracioso.

Nikos y su hijo venden pescado por los pueblos con dos furgones. Tras los recorridos de la mañana y el curro de la tarde hacen una parada para beberse un usaki que, como me decían todos a media voz o en voz alta, es más barato y coloca más. En esas estamos todos. Para coger un puntín necesitas cuatro cevezas ó 3/4 de vino, un poco más barato. Pero por la mitad del precio te bebes un par de usos, rakís, tzípuros, tzikudiás o lo que caiga, todos de la graduación de nuestro orujo, y el proletariat lleva las bujías un poco engrasadas. El contante escasea, no es noticia.
Acabarán por alimentarnos sólo con alcohol de quemar y algo que pillemos por ahí. 
Nos conocimos en el concierto de Eleni Legaki porque se le acabó el tabaco y le ofrecí hacerle un cigarro del mío de liar. A partir de ahí nos veíamos casi todos los días y nos sentábamos a charlar y a beber.

Kostas, Jristos, Dimitris, Stavros, Nikos, Panayotis  -los nombres se repiten como aquí-, Giannis, Barbayiannis y otros Barbas, nuestros abuelos allí, que  nos paraban por la calle para saludarnos, no como algo formulario sino preguntando con cariño qué tal íbamos, si nos gustaba el pueblo, o a qué playa habíamos ido ayer porque era mejor la otra, o nos aconsejaban no comer gavros hoy porque no estaban en sazón... . Me emociono, esto no tiene precio, ¡cómo no querer a Grecia!.

El día antes del regreso, cuando yo empezaba a empapuchar cada vez que me preguntaban cuándo nos íbamos, y a pingar el lagrimón alguna otra en presencia de todos estos valientes, ta palikaria, conocí a un hombre, Stavros, que había pasado dos años en Gijón trabajando para una empresa de cordelería.
Fue graciosísimo porque todavía recordaba los "Sí, ho...", "Ye que...", "Qué guapu ye...!, etc.,  y decía que amaba a España, que conocía, y sobre todo a Asturias y estaba deseando volver. Aunque  yo no sea asturiano de nacimiento, enaguaba en bable y babeaba en castellán. Yo le hablé de su país con  tanta pasión como él a mí del mío.

Sé que olvido todavía algunos nombres, pero pocos. Y sobre todo no los olvido a ellos que es lo importante.

Esto ha sido un nuevo homenaje a Grecia, a Eubea y a Petriés, Ano y Kato, Agioi Apostoli y, antes que nada, porque los últimos son los primeros, a esas personas que fueron mis amigos durante un mes, que lo siguen siendo. Y a Giannis Tzakós que con su sorpresa me dio el último motivo para no retrasar más lo que ya debería haber escrito hace un mes como poco.

Geia sas, filioi mas!

Geia sou Spiro, meraklí, geia Robert, levendi mou!

Ramiro Rodríguez Prada.


P.D. ¡Y las abuelas!? Como tomaba un baño muchos días nada más amanecer, allí estaba la media docena de abuelas que iban también a esa hora. Si fallaba  un día y me encontraban en la calle se interesaban por mi estado de salud. Este año fui menos porque estábamos más lejos, pero ya me conocen y me saludan.
Me rodean y me preguntan por mi esposa y mis hijos cuando nos bañamos. Están flotando en una zona que cubre pero casi no se mueven, sólo asoman las cabezas con los gorros del baño. Se me acercan a medio metro con toda confianza y hablamos de cosas de casa, la comida de hoy, la salud, la familia... . Es algo único.
        

jueves, 3 de noviembre de 2011

Focicando


Cular salmantino ibériko de Sastanden


Kulo nero


Al final no me dejó meter la foto apaisada de un cular muy pinturero que yo quería, en decúbito supino que es otra perspectiva molona, ni ninguna otra en esa posición. Así que ahí va esta que, teniendo en cuenta a quién se la dedico, tampoco necesita tanto jarte, que igual la compra para su colección particular, me hase reina por un dia y me desgrasia en Santasdés contra una esquina, qué pestaso chairrrman!

Aaaggg, mavro kolo kakó kai levkó!

Blanco y negro, así tienen el kolo los kolokapitalistas cara no, culo al público, cada glúteo de un color, porque es ya la generación que hizo la revolusión porrón pompón, bebieron del pop art y del ying yang, y se lo pintaron de todos los colores del arcoiris y alguno mais, ahora dirigen las empresas de sus familias.
Y sus amigos de comuna y alpargata, los jipis pobres, dicen que murieron todos los sueños, aquellos de paz y amor, entre otros. Ahora toca guerra y odio, la otra cara del culo, iba a decir la cara oculta, pero no porque ya la descubrimos.
(...¡Nos descubrieron/por fin nos decubrieron!)
Tenemos un trabajo, una familia, votamos a los demócratas, o no votamos. Está muy bien.

Pero si miras embaixo´el faldillín de los del culo blanquinegro, que no me gusta esa indiscreción, pero a veces hay que cometerla, verás un culo más negro que una fosa común.

Insiste mi amigo Pepe Pirrhula, el Picabrotos, el minero psilicoso especialista en pájaros, intérprete de tonada y de sidra, en que les dé caña a esos buitres, pero yo me disculpo diciéndole que no sé nada de economía salvo la cuenta de la abuela, que sólo puedo hablar de chorizos y otros embutidos,  de carne cruda adobada o de sangre y cebolla (...hielo negro y escarcha/grande y redonda).
Él me echa una bronca pistonuda que acaba en risa y tos.

Un rato después, ya calmado, vuelve a deleitarme con la letrilla de un canciu propiu, dedicado a Milio el Botines, que entona en clave allerana:

Cuenten que tienes millones
metíos nel calcetín (bis)
no esfociques nos furacos
¡faes focicu de gochín!

Con esto ya me dejó imposibilitao para el resto de la tarde, como no tenía sidra a mano le di un buen meneo al vino para aliviar, provisionalmente, el dolor de corazón. Pero me proporcionó la disculpa, la letra ahí está, que me faltaba para cerrar este breve exhabrupto.

Así que non fociquemos más por hoy, antes de que empiece a goler.
(Gracies a Dolo y a Mabel por el asesoramiento lingüístico)

Salud.

Kolomondo.


O. R.   Dalle que non mira


Lo intentaré con Estamos en guerra (Pero hay que reflexionar):


Y si no que chupen aquí y mamen na casa...

Vale

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Rebétiko


Anatolia, el este...
Grecia 2011

Rebétiko


Esta será una andanada corta, espero, para conjurar ese horror vacui que algunos conoceréis y que aquí se manifiesta en el hecho de no poder ver demasiado tiempo una etiqueta con una sola entrada, retrasada respecto a las demás u olvidada, lo que no sucederá a menos que torne más de lo que ya estoy, muy muy de perfil.

En distintos capítulos sobre música griega, cretense, en los de Atenas, etc., he ido hablando de este estilo de música y citado a varios autores e intérpretes.
Son, como dije, los ritmos e historias de los griegos de Asia Menor que trajeron con ellos en las sucesivas oleadas, sobre todo en 1922, expulsados de los territorios que llevaban ocupando desde que se inventó la Historia, hace 3000 años más o menos, aunque los colonos de entonces no fueran exactamente los griegos de hoy.

Esas músicas se adaptaron y desarrollaron después en toda Grecia, pero de manera especial en el Pireo y en los barrios chabolistas que se multiplicaron en los arrabales de Atenas.

Pero ese era su folclore en la actual Turquía, a la influencia de cuyos temas, ritmos e instrumentos, debe la Rebétika (en plural) su existencia.
No obstante el número de comunidades helenas en Asia Menor era tan alto y su dispersión geográfica tanta, que no sería posible hablar de un sólo Rebétiko y aún menos de un folclore unitario. Cada región cultivaba su música particular. En el Ponto, el Mar Negro, los griegos de Trabzon (Trebisonda) están a mil kilómetos de los de Adana, y los del interior de Anatolia, Capadocia, y otros, aislados de los esmirniotas y de los fanariotas de Constantinopla.

El dervichaki es una figura común en las canciones de Rebétiko. Es un diminutivo de derviche, una voz que recoge nuestro diccionario y define como "mendicante".
Se trata de un personaje frecuente en el mundo musulmán, a veces transhumante buscando fortuna, otras como pobre fijo en pueblos y ciudades. Tal que aquí y ahora, carrileros o de atrio diario. Una especie de monje lego, de fraile que no ha recibido las órdenes mayores de la autoridad religiosa y vive de la caridad muy malamente.
Pero en el rebétiko es también un epíteto cariñoso exclamativo, Dervichaki mou!, que puede ser traducido por !Pobrecito mío!, sin connotaciones económicas, digamos.

Menciono a esta figura porque nos servirá para acotar más el origen oriental del estilo.
Todos conocéis, o habéis oído hablar o visto, a los derviches giróvagos y escuchado la música que ambienta sus hipnóticos bailes.


Mevlana, el Rumí, -el romios*, romano/bizantino para los otomanos y otros turcomanos-  fue el santo musulmán de Konya que inspiró a esta secta y su filosofía, una rama del sufismo. Los compositores son clásicos de la cultura turco islámica.
Hüseyin Fahrettin, Hazirlayan Dede´nin, Beste-i Kadim, Osman Dede´nin... . Y sus piezas, Taksim,  Isfahan, Pesrev, Ayini, Húzzam... . Algo semejante a nuestras Oberturas, Adagios, Scherzos, etc.
Más pobremente en los tekes, los fumaderos de haschís asiáticos previos al éxodo, que se reprodujeron en Atenas, y de modo mundano en los salones del Kafé Amam, este es el sonido antiguo de base, de origen religioso y místico aunque después la sociedad civil, y los músicos y autores lo transformaran.
Naturalmente ese sonido se adaptó diversamente dependiendo del grupo humano o la región, mezclándose con las músicas populares, tanto griegas como turcas que ya  existían.

El sonido de las Amanades (Amanés), nombre que procede de esa exclamación ¡Aman, aman! que se oye en las canciones y que también figura en el diccionario, nuestra herencia del islam, traducido por "la paz que piden los moros cuando se rinden" (¡cuántos ecos coloniales aquí!... ), es el que más recuerda a su antiguo modelo.
Pero el Amán aquí es más una exclamación invocativa tipo ¡Señor!, ¡Dios mío!, ¡Madre mía!, o algo así... . Y el "Amanikós", el sin mangas, es el estrafalario Mangas, el personaje por excelencia del rebético, el pillo rebetis fumador de chocolate y otros dulces de doble filo.
La que sigue es una canción de Marió titulada O mangas se jorisi, un zembékiko, tipo de canción y danza preferida por los varones griegos, que lo bailan por las solateras de sus confines. Habla también de la escena tesalonicense, (...filotimos oreos kai thesalonikiós) con lo que se une a la de Kokotas del final.


Fauna y músicos que dieron vida en Atenas, Tesalónika..., después de la gran catástrofe de los 20, a la hashiklídica, el género más  desastrado cuyos motivos giran en torno a... ese producto de origen vegetal -es por ampliar información-, ¿no?, y otros.

Y así, del origen a la digresión, me fui más lejos de lo que quería y sin haber nombrado todavía ni a un sólo músico de rebétiko. Lo acabo de hacer al poner la canción del mangas.

En la última entrada de música cretense,  hablé de Marió, primera figura viva del rebétiko y de las amanés en concreto, y de su disco con Ludovikos ton Anoyion, Bit Pasar, que el mi Dimitraki, la noche reciente de su aparición, me informó que era un pequeño mercado, una especie de rastro de cosas pequeñas en Tesalónika.
Estos días he podido escuchar una larga entrevista con ella en el Deftero progama (la 2 griega) y ese disco, así como el del Kafé Aman con Lizeta Kalimeri y otros.
Está como una rosa. Tiene la voz de una mujer de cincuenta años.

Geia sas, Mario, mitera mas! Geia sas, Thesaloniki mou!

A partir de ahora comenzaré a referirme ya a los músicos del Rebétiko que conocemos, que empezaron a grabar en los años veinte y que constituyen el grupo de los clásicos.
Pero eso será otro día.

Geia sas, salud y buena música.

* Creo que tiene una versión Marió pero no la encuentro por lo que pondré la de Stamatis Kokotas que es el autor:

Romiós agapise romiá
romiá kai thesalinikiá

(El romano ama a la romana
romana y tesalonicense)

Omiroglou  Pradatzís.

P.D. 1. Hay dos novelas traducidas que consideramos entre las mejores y más potentes de la narración griega moderna y que se refieren a estas regiones de Anatolia, en los felices años anteriores y en los contemporáneos de I Megali Katastrofi de 1922. Tierras de Eolia, de Ilias Vénesis y Tierras de sangre, de Didó Sotiriu.  Les dedicaremos el espacio que merecen en Escritores griegos, cuando proceda.

P.D. 2. Una de haschiklídika para cerrar. Ahí aparecen algunas palabras características del estilo, el narguilé, el fumaro, el tekes, los mangas... . Como dice un comentario, Teketzídiko agnostou tragoudi grameno sti filakí, Canción desconocida del tekes escrita en la cárcel. De Hilia Petropoulou y Ioban Tsaous, grabada por Agathonas Iakobidis. Pende mangues sto Peraia, Cinco mangas en el Pireo:



Vale. Ramiro.

martes, 1 de noviembre de 2011

Karoúlia en las Hurdes


Don Berenjeno Zanahorio

Es ya un cajón de sastre este Perdío,  refugio, confesionario, herbolario provisional, muro de lamentaciones y buenos propósitos que siempre nos hacemos pero que pocas veces cumplimos, balneario o descansódromo...

Hace 15 días que pasé por aquí más triste, perdío y griposo que hoy. En ese momento especulaba con la frecuencia de mis bajones. ¿A quién le importa?. Pero hoy tampoco ando arrastrao como para venir a quejarme.
Sin embargo he vivido una semana muy transhumante. El trabajo de la casa ya lo tengo sistematizado desde hace años y pocas veces me pilla el toro ahí. Pero las últimas noches no he dormido relajado a causa de las movidas de don Ramón del Valle, que me trae al retortero desde la medianoche al amanecer, trasegando alcoholes todos de alta graduación como si fueran zumos.

Para acabar de rematarla parió el abuelo y esta noche tuve una visita inesperada, no de un zombi genial, sino de un genio zumbao.
Me estoy refiriendo al Inmortal Dimitris, el monje tesalonikiós, que vino desde su retiro en Karoúlia (Áthos) en un viaje astral.
En los prolegómenos de la meditación filokálika vespertina, cuando se quitaba una borrilla del ombligo, descubrió allí un agujero espacial por el que se autotransportó a las Hurdes, donde se materializó el encuentro.

Hubo un cónclave del grupo primigenio de la Nea Iklesía Eterodoxa Hextremaña  (nombre temporal para captar adeptos aragoneses), donde había gente de Girona, Barakardo, Cái, Coimbra, Brivieska, Guitiriz, Villaviciosa, el Cachap, Xixona (muchos levantinos por aquello del turrón)..., y dos extremeños genuinos que aportaron la cabaña, los culares ibéricos y se hicieron cargo, infatigables, de la intendencia. Amás amás, como decía el de Banyoles, del cariño que siempre derrochan.

No salimos de la actualidad griega que el buen monajós nos pintaba.

Pero padre, le preguntó el de Briviesca, ¿porqué no garrapiñan las almendras de Karoúlia para venderlas, o ganar unas calorías? Sería un producto con denominación de origen vendecido por la santidad de Áthos y el no menos beato Patriarca. Y las que sobren...
Sólo como dos al día, contestó el infeliz, el de mi santo, Ayios Dimitriadis, comí tres, pero después tuvimos una fiesta y el gerontas mou me dejó bailar la raspa con Locomondo. ¡Tenemos un transistor!
¿Y adónde van a parar las rentas de las miles de hectáreas y propiedades que tiene la Iglesia Ortodoxa?, preguntó el gerundense sin intención.
Los gastos son ingentes. El mantenimiento del patrimonio es un pozo sin fondo y la ayuda a las  viudas y huérfanos de nuestros popes, y otros necesitados, se lleva otro buen pellizco. Pero la respuesta no está al alcance de este humilde siervo del Señor, quiso zanjar el mi Dimitraki.
El de Banyoles no se dió por vencido e insistió, ¿La iglesia no paga impuestos en Grecia, no es así?
Así es, dijo el fraile derrotado.
¡Si está en los huesos, pues!, dise el vasco, ¿Cómo conose la situasión de su país si vive fuera del mundo? ¡Unas kokotxas, un buen bakalao a la viskaína, un txakolí y vuelve nadando a Karulia!.

En Karoúlia siempre estamos en crisis, musitó. Y casi inaudible, Pero tenemos un transistor...

El pobre monje que, en efesto, estaba enflaquecido como un Cristo para desgraciaos, agachó la cabeza y la barba le llegaba guapamente a la bragueta. Aunque es de buena estatura pudimos verle una coronilla, donde ya empezaba a escasear el pelo, como a modo de tonsura, fisiká, natural. En su caso también eremítica.
Con poco más de treinta años parecía un esqueleto y se estaba quedando calvo. Al hablar se le veían también los dientes medio descalcificados de las privaciones a las que sometía a su cuerpo.
Y no tenía novia ni novio. Una del Cachap le tiraba los tejos pero él enrojecía como un tomate griego.

Los de Hervás, como siempre oportunos y conciliadores, viéndolo tan  desvalido propusieron un ágape a base de embutido de la tierra  y vino generoso.
Todo el mundo estuvo de acuerdo y, después de un corto paseo para abrir el apetito en el que el monajós nos llevaba a todos afogaos, como si tuviera ganas de acabar rápido con ese trámitre... pedestre, comparado con el nutritivo cometido que nos aguardaba,  muy poco después, digo, nos sentamos a una mesa que era la gloria del jamón, del chorizo, del salchichón, del cular de Extremadura.

El fraile levitaba.

¡Pero qué cortas se nos hicieron esas 24 horas que él estuvo entre nosotros! La mitad de ellas las pasamos sentados, adorando al hermano jalufo, como los griegos cuando celebran algo en familia, despaciosamente, disfrutando.
El Inmortal tesalonicense se iba calentando y al final de la fiesta nos echamos unos skás y unos regues (¡non regues el vino que lu afuegues!), a ritmo de Locomondo.
Dimitraki se marcó dos zembékikos a petición del respetable público neófito ibérico, que nos dejó ya el alma preparada para recibir los santos óleos.

Lo acompañamos hasta la cuerria, como la llamamos en Asturies, el cubículo circular de piedra donde se echan las castañas para que vayan cayendo al fondo según se van secando los erizos de la cubierta exterior. No sé cómo la llaman los extremaños, pero ésta era de un estilo semejante.
Se subió encima de la pila de castañas que rebasaban la altura de las paredes de la cuerria y se hundió hasta las rodillas en ellas, pero mantuvo su santa compostura, y eso que se le veía risueño y coloradín. Le había sentado tan bien la aventura que parecía  haber engordado en apenas unas horas, y le brillaban los ujitos del vinillo, ¡si hasta parecía haber rejuvenecido!.

Todos le instamos a repetir la visita cuanto antes, por la necesidad que esta comunidad tiene de su dulzura y de sus balsámicas palabras de hombre espiritual, nuestro guía y consuelo.
Prometió, Panagía mediante, nuevos vuelos astrales si su ombligo seguía mostrándole el camino.
La mayoría estábamos tan pedos que se nos hacía difícil comprender su resistencia teniendo en cuenta su endeblez y lo que había bebido, pero allí estaba tieso, de pie sobre las castañas, las manos recogidas en muda oración, y con aquel rubor casi angelical en las mejillas, esperando a la nave del misterio que nos lo arrebató sin que nos coscáramos.

De pronto estaba y de pronto ya no estaba.

Yo no sé si dormí en la cuerria porque amanecí con todo el cuerpo tarazao por los oricios, hecho un alfilitero.
Todo ese sufrimiento, ya sublimado por el espíritu heteróxido karouliense, lo dediqué a la salvación del alma de Militouh erde louh Botinehi.

Buenos días queridas criaturas. Salud.

Alma de Kántara.