martes, 13 de marzo de 2012

Sombras en la nieve -6


Peine de la luz (Otro Chillida).
Asturias, invierno 2012.

El libro

(Odio este libro que cargo encima. Me ha perseguido como una mala sombra la vida entera. Estaba en casa de mis padres y recuerdo vagamente a mi madre leyéndonos algunas páginas, un pasaje, ciertos cuentos en él recogidos, o a mi padre citándolo. Fue el regalo de mi padrino cuando hice la primera comunión. Es la obrita de un autor famoso, un clásico. No faltó en la escuela ni en el instituto, donde nos lo leían o aconsejaban su lectura. Haciendo sexto de bachiller compré la última edición de entonces e intenté leerlo varias veces. No podía pasar del segundo o tercer capítulo. Siempre fui buen lector y volví a intentarlo en otras ocasiones. Al fin, aburrido y vencido, lo extravié. Cuando mi novia me regaló una edición facsimil con las lujosas ilustraciones originales, me deshice en elogios hacia aquella excelsa obra de arte, tan unida a mi vida, sensible y delicada como el aleteo de las pestañas de mi enamorada. En fin. Me puse a ello de nuevo. Esta vez conseguí leer el pie de las viñetas, hasta la última eso sí, pero me dormía sin remedio mediando el tercer capítulo. Después de ímprobos esfuerzos seguidos de otros tantos fracasos, hice cuanto pude por perderlo y lo logré. Todo el resto de mi vida se puede resumir en el esfuerzo de enajenar uno tras otro los ejemplares que iban llegando a mis manos, las decenas, los centenares, los miles de volúmenes del mismo título y autor, con que, a lo largo de mis muchos años de vida, me han obsequiado parientes, amigos y conocidos, entre los que incluyo ediciones especiales conmemorativas de empresas, ayuntamientos, autonomías, antiguos alumnos, editoriales, asociaciones lectoras, amigos de los libros, librerías varias y un interminable etcétera. Cuando los recibía renovaba los buenos propósitos de terminarlo de una vez. Imposible. Nunca lo haré. El último ejemplar me lo trajo un colega que me vino a ver al hospital hará un par de días, cuando yo estaba más pallá que pacá. Él no conocía la gravedad de mi estado, le hice un gesto con las cejas y dejó el libro sobre la mesita. Aquel era ya mi último lecho. El de la muerte. Algún gracioso, pensando quizá en un acto piadoso y hasta poético, lo introdujo en el féretro antes de cerrarlo, colocado a la altura del corazón, bien sujeto por el rigor mortis del brazo izquierdo, pero olvidó meter también las gafas, lástima, ¡ahora que tenía toda la muerte por delante!)

Ramiro Rodríguez Prada
Oviedo, 2007. 

Asturias, invierno 2012

Pesadillas gallegas


Ya sabéis que me encargo de la limpieza, intendencia y cocina de la casa, y que prácticamente hago vida en esta última habitación, recluído por voluntad propia para evacuar malos humos que nadie tiene porqué respirar, y menos que nadie las inocentes criaturas. Bien.

Después de comer vuelvo a quedar solo, pero no me lanzo a fregar los cacharros inmediatamente porque me gusta tomarme un descanso que necesito y creo merecer. No suelo dormir la siesta salvo algún día de verano, pero como soy de poco comer tampoco tengo problemas con la digestión y a la hora me siento ya ligero de equipaje de nuevo.
En ese tiempo de sobremesa echo unos pitos y acostumbro a buscar alguna foto para las historias siguientes, una labor bastante descansada, porque las conozco de memoria de hacerlas y de pasarlas una y otra vez, lo que ya no me exige apenas esfuerzo ni demasiada atención.

Como acostumbramos a comer muy tarde y tengo a un superlento en la mesa, algunos días, entre pitos y flutas, no me pongo a fregar hasta las seis o las siete.

Hoy, después de dar vueltas a los albunes durante dos horas, se me mezclaban las imágenes y no sabía ya ni en qué lugar ni en qué año vivía. Así que me pareció un buen momento para dejarlo y ponerme a la tarea. Sin embargo me gusta premiarme con algún pequeño incentivo, dependiendo del día un culín de coñac o de orujo, el café me despeja demasiado y esto se añade a los problemas que ya tengo con el sueño, así que lo trato de evitar, salvo el griego, más ligero.

Me metí un lingotazo de un berciano que me pasó la curruca Blasensis cuando trabajaba en aquellas tierras  y que tendrá 18 ó 20 años, como sus hijos. Me fui al fregadero como si me hubieran llenado el depósito de carburante para misiles. En un quítame pallá esas payas tenía los cacharros relucientes en el secadero. Si acerco el aliento los seco en un ay!.
Con el mismo motorín de aguardiente pasé el estropajo a la cocina, los ojos me hacían chirivitas con los visos de las gotas de aceite que iba arrastrando en la limpieza.

Estaba ya en el fregadero rematando la faena, lo había repasado bien, sólo me faltaba abrir el grifo para arrastrar el jabón, retorcer y aclarar la balleta y el estropajo y listo, cuando vi salir por el agujero del desagüe la cabeza reducida de Rouco Varela. ¡No me lo podía creer, con tiara y ropaje de primado y todo!


Asturias, febrero 2012

Quedé absolutamente anonadado, con la boca abierta, no sabía qué pensar. Lo primero que me vino a la cabeza fue una frase común, que me dicen y me repito yo mismo algunas veces, ¡Joder, Ramirín, que mal estás!
Después ya pensé que algo debía de tener el orujo para provocar alucinaciones tan chungas. Poco a poco el gallego fue surgiendo del agujero, hasta sacar los brazos y medio cuerpo. El Varela llevaba las manos unidas en santa oración y me miraba con cara de cordero degollao, que ya es mérito para un rostro tan tosco, primitivo y canino como el suyo, pero no abría la mui.

Me insolenté un poco ante aquella intromisión intolerable en mi intimidad y aquella falta de elegancia en las maneras, emergiendo así de un desagüe, y le espeté mirando desde arriba, ¡Qué, qué pasa!
¡Ay, madre!. Cambió de cara, la puso fosca, metió la mano en el agujero y sacó el báculo. ¡Me dio un baculazo en medio de la frente que me dejó un cardenal más grande que él! Agarré el cepillo de fregar y le hubiera aplastado la tiara en la cabeza si no se hubiera escondido con la presteza de una cucaracha rapera.
Cogí el desatascador para ver si lo sacaba otra vez y podía cascarle un cepillazo, pero no hubo manera.

Fui al congelador, donde suelo guardar la botella con la que vivo el romance del momento, la miré por fuera y por dentro, la olí, pero no encontré nada extraño. Había estado bebiendo de ella la última semana y ya sólo quedaba un culo, algún día le metí caña de alma y no noté nada especial aparte del calentón. Aproveché que la tenía fuera y entre las manos para darle otro buen meneo.

Volví al fregadero y estaba mirando fíjamente el agujero, chocado todavía, y más en la frente, cuando veo asomar otra vez la cabeza. Como tenía más cerca el desatascador le metí con él, cuando escuché una voz melíflua que gritaba, ¡Sschantiago y cierra Esschpaña, a mí la legión!, ¡¡No era Rouco, era el Rajoy!!.
Demasiao pal body, trón, los dos gallegos más cutres del momento en mi cocina. Me santigüé por si acaso, pensando, Esto nun ye normal, estoy muy jodido del alerón, y veía de reojo, porque me había retirado un poco entre asombrado y precavido, cómo Mari ano sacaba el corpiño por el desagüe y detrás de él empezaban a subir legionarios, desfilando al paso de la oca con el himno nacional de fondo, versión floreada,  precedidos por la cabra que fue la primera que salió.

Iba ya a vaciar la botella de salfumán en el fregadero para darle de beber a Satanás, pues cosa suya parecía, cuando me llamó la morena de mi copla porque el mi Dimitraki esperaba con un canto bizantino para introducir el sermón de los ejercicios de Filokalia que nos dirige semanalmente.

Después de la meditación hesikástika en la que tuve que pasar por la vergüenza de enseñar un ombligo con borras y pelusillas que no me había dado tiempo a sacudir, regresé a la cocina y me acerqué al fregadero con aprensión.
El monje de Karúlia había obrado el milagro conjurando el peligro, sólo alcancé a ver ya la punta del rabo de la cabra, que desaparecía por el agujero redondo del desagüe.


Skylorómiros Mavropradakos  

Psarandonis,  Δεν παίζω πέτρα σε δεντρό.

Asturias 2012

Música

"Donde hay música no puede haber cosa mala"

(El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. 2ª Parte. Cap. 84. Miguel de Cervantes)


Había discutido con mi hijo mayor y le había afeado el modo despreciativo con que me trataba, muy propio por otra parte de la adolescencia que vive. No siempre acierto a llegarle como quisiera y con más frecuencia doy en agua, que corre. Pero alguna tecla debí tocar esta vez porque, aunque no se disculpó ni siquiera contestó, se quedó pensativo los minutos siguientes.

Se fue a su habitación y al poco le oí tocar al piano una pieza lenta y triste, donde creí escuchar una pesadumbre y una especie de disculpa. De todos modos yo ya lo había dejado correr, no es difícil si miramos en nuestra propia adolescencia o incluso en nuestra inseguridad actual.

Algunos minutos después le pregunté qué tema era aquel que había tocado momentos antes porque me había gustado y no lo conocía, pero no me lo dijo, creo que aparentó que no sabía a cuál me refería... 

Ramiro. Oviedo, 2007

Franz Shumann. Piano, Christoph  Eschenbach.  Traumerei.

http://www.youtube.com/watch?v=6o6YHXnxVVs


Salud, Ygeía.

lunes, 12 de marzo de 2012

Retales -5


Astorga, diciembre 2011

Buenas. Ya no estamos en les Trames pero como seguimos en los tejidos de los Retales se me ocurrió esta broma de la tela... de araña, continuamos por tanto entre tejedoras.

Tiene cierta gracia, la de lo casual, que Txell sea de Terràssa, ciudad textil con solera, y que mi pueblo lo sea de antiguos tejedores y cardadores.
Pero es que en San Justo levantaron los catalanes, con mucha vista, aprovechando un nicho tradicional de trabajadores especializados o, cuando menos, habituados a esos menesteres, ya hace muchos años, una industria textil del algodón, fábrica que ha dado trabajo durante más de 50 a muchas familias, sobre todo mujeres, y que permitió, por ejemplo, que la emigración y pérdida de población de los pueblos en los años 60 fuera menos significativa aquí que en otros lugares.
Y no sólo dio trabajo a personas del pueblo, sino de todo el municipio, de los otros cuatro del ayuntamiento.

El talento inversor de la burguesía está fuera de duda, además de contar con una mano de obra iniciada, montó su industria en una zona rural interior como ésta, ideológicamente más conservadora, donde los sueldos eran más bajos que en Barcelona, las organizaciones sindicales inexistentes y el nivel de contestación obrera nulo.

Eso de la deslocalización ya estaba inventado hace un siglo, quizá más.
Siguió adelante superando las distintas crisis, cada año más reducida de actividad y trabajadores, pero la última la está tumbando.

Se me olvidaba ya. La relación de la región con Cataluña va más allá, porque en la diócesis astorgana se reza por obispos catalanes en la misa y demás oficios religiosos, pues han ocupado casi en exclusiva la sede episcopal maragata en el último siglo. No por casualidad fue Grau, el prelado que la administraba entonces, quien encargó a Gaudí, amigo y paisano suyo, el Palacio Episcopal.
Así Astorga puede lucir hoy su cuco castillo de hadas de granito blanco berciano, una fantasía de Antoni.
Sólo León con La casa de los Botines y Comillas con el Capricho pueden presumir también de otras geniales obras del arquitecto de Reus.

Y para terminar no puedo dejar de mencionar a los almacenistas barceloneses que compran gran parte de la cosecha de patata, de la variedad Red pontiak, del pueblo y de la Vega del Tuerto, como ya conté en aquella entrada de Archipiélagos titulada Las patatas de Chíos. Otra cosa que cosechaban aquí los curas con destino a Cataluña eran vocaciones religiosas, en especial los salesianos de Salvador Puig Antich.

Hablando de otra cosa, no he podido resolver el problema que tengo desde ayer con los comentarios en los fotoblogs, no me permite pulsar la tecla de Submit y, aunque suben con el Enter, a duras penas puedo escribir las palabras clave, que las pasa, pero el espacio de escritura queda tan abajo que no veo si me equivoco.

Los de Blogger, por su parte, están empeñados en que usemos su nueva interfaz, para eso la desarrollaron, no para beneficio de los usuarios por cierto, que no encontramos apenas ventajas, sino por su particular interés.
Cada novedad significa un recorte más del espacio destinado al texto o a la creación en general, es decir en algo sustancial, y no veo ningún avance digno de mención, es peor que la antigua que utilizo ahora.

Las razones por las que lo hacen así las sabrán ellos, pero sospecho que es para beneficiar a aquellas páginas con publicidad de las que obtienen un mayor beneficio inmediato, y lo hacen a expensas del espacio destinado a la producción propia, el negocio publicitario se amplía.
Para ellos y las páginas que viven de piratear los blogs ajenos, con licencia de la empresa propietaria, naturalmente, y la excusa de extender la información, el cambio es positivo porque ingresarán más.

Para los que estamos detrás de los contenidos, que no obtenemos beneficio pecuniario alguno porque apostamos por un intercambio libre sin mediaciones comerciales ni ofertas de compra venta, esto es meternos el puño en la herida y retorcernos un poco más el testiculamen.

León 2011

Y para convencernos ´por las buenas`, antes de imponerla por la brava, nos quitan determinadas prestaciones de la vieja interfaz. En Diseño, por ejemplo, no me es posible ya cambiar el nombre de los enlaces que tengo aquí. Me olvidé de poner el apellido de Txell (Gironés), en su momento, como en los demás casos, he intentado añadirlo y no me lo permite.
Tampoco el fotoblog de Maqroll, que quería haberlo colocado junto a los otros, he podido cambiarlo porque sólo admite la URL de la página y el fotoblog aparece aquí con el nombre que ellos eligen.

Otro tanto me sucede con la EPT, la radio griega en directo, que quise situar en un lugar más visible pero sólo admite ese letrero que aparece, pero ahí, respetando el orden alfabético. Y algunas putadillas más que van introduciendo tratando de aburrirnos, se me ocurre ahora la de no permitir consultar las fuentes de tráfico, el público del día u otros parámetros de las Estadísticas.

Todo eso me desalienta aún más que mi propia ignorancia en el manejo de esta tecnología, que se nos vende como el colmo de la libertad pero que cada vez enseña más la oreja del monopolio y la manipulación por su abusivo interés monetario.

No sé cuánto resistiré en este plan ni hasta dónde llevaré el blog, pero pronto se cumplirá el año en que comencé a seguir el de Alberto, Desde la popa, y a comentar en extenso en él, tendré que pensar con más detenimiento qué debo hacer.

En principio querría completar un año llegando al 7 de Julio, cuando empecé éste. La de anteayer era la entrada nº 300 y aunque no lo celebré me prestó comprobar lo que he currado en estos 250 días escasos.
Con las 36 de la Psilicosis naútica, por llamar al otro blog del mismo nombre de algún modo, y las 32 de Geotropía (Geomancias y Geotermias) hacían un total de 366 (+2), año bisiesto. De este último dato no fui consciente hasta ahora mismo que sumé los totales. Contando además con que en el mes de agosto estuve recargando pilas, recuperando sueño y peso en Eubea, y no subí nada.

Me felicito -autoabono- también por haber mantenido hasta aquí una entrada diaria porque no son cortas y no siempre ha sido fácil.

El Pulgarzito, Ke nos quiten lo bailao

Y me voy pero os dejo otra canción que se escucha mucho en Grecia los últimos años, tanto en versiones de su autor, Orfeas Peridis, a quien vimos con Rasoúlis en Halkida, contado ya varias veces aquí, como de otros intérpretes. Nosotros la hemos escuchado también a varios grupos de jóvenes músicos poco conocidos en fiestas de pueblo, y es que es un autor querido por las nuevas generaciones, pero  tampoco le hacen ascos las mayores.

En directo, Ορφέας Περίδης, Orfeas Peridis.
  Tα τραγουδια μου τα αμερικανικα, Mis canciones americanas.


Υγεία, Salud!

Ramiro

P.D. Cada día una desgracia, un ciento, miles de ellas. Hoy murió Domna Samíou, de la que el otro día hablaba con Ana Capsir a propósito de una canción titulada Tzivaeri, Joya, que escuchamos en una preciosa versión de Eleni Tsaligopulu que Ana nos envió.

Un ´Karsilamás`, con una gaita que en Grecia llaman Tzabouna y Gaida, para despedir a la gran dama del folclore griego. Domna Samíou.


Besos.

domingo, 11 de marzo de 2012

Sombras en la nieve -5


Asturias, 2012

Buenos días. Esta imagen tiene poco que ver con las sombras, o es otro tipo de sombra, un borrón, pero era por mostraros el escenario que me encontré en medio de la nada. Poco ejemplar, desde luego, porque se trata en realidad de un basurero de chatarra en plena montaña y a pleno paisaje, de la vecina estación de esquí. No tengo ninguna en la que se vea la extensión del depósito, tampoco es muy grande, pero nada edificante en cualquier caso.

No era mi intención escribir un reportaje denunciando el asunto, aunque no está mal poner el dedo en la llaga de paso, y por esa razón no hice ninguna fotografía más expresiva al respecto. Pero ya habréis podido ver, antes y aquí, que aparte de las vallas de los primeros capítulos, hay bastante hierro esparcido, estructuras de telesquís, plásticos, tubos, rejillas, ¡yo que séeee!.. . Y si no lo habéis visto al completo, quizá lo veáis todavía. Pero, bueno, sé que os fiáis de mí, en general.

Para mi menda fue un chollo, lo reconozco, no sólo me dieron juego fotogáfico las sombras, también los cachivaches. Tanto es así que me apetecería enseñaros más de ese apartado, ya digo, que  tiene también menos que ver con esto de las sombras, y más con el color y la textura. Es la atracción fatal de la Afrodita bíblica, la Lilith industrial y contaminadora, el mismo diablo & co. Aquí bajo mínimos, como esos esqueletos femeninos tipo Iron Maiden. ¿Cómo se verían la Facher y la Merdekel de esa guisa?. ¿Y Rajo hoy?, acompañao der Botinehii a la guita!..., ¡Mecachiss!.

Llevo mucho retraso en la entrada de hoy y no podré meterla hasta muy tarde, así que haré primero los comentarios a los fotos de los colegas y después termino.

¡Pues no, no podré hacer comentarios porque no me deja! Baja el Submit por debajo de la línea de flotación y no me permite enviarlos. Ya me pasó alguna vez más y no sé a qué es debido. Después se solucionó solo y tampoco supe cómo. Acabaré esto si puedo, apagaré el equipo y reiniciaré a ver si me deja antes de ir a la cama. Hoy me instaló el guaje un antivirus, no creo que tenga nada que ver, ¡estoy, a la francesa, piscis total!.

Arpa de sombras
Asturias, invierno 2012

Ya había terminado con les trames de Txell, pero la verdad es que hay todavía un montón y alguna mejor, yo creo, que otras que puse. Sé que hay que renunciar a muchas y en definitiva es necesario escoger contando con que la elección puede que no siempre sea la óptima. Probando y equivocándonos vamos aprendiendo.

Hablé ayer por teléfono con el Mirlo rubio, la curruca Aedensis. Me dió una noticia triste porque no había más remedio, pero siempre lo he conocido con una presencia de ánimo y una gracia especiales, y enseguida pasó a otra cosa para evitarme, y evitarse también, supongo, la autoconmiseración.

Hablamos sobre todo de fotografía y de fotógrafos, en concreto de los de Schutterchance. Ahora parece que ha leído más regularmente y más cosas de Psilicosis. No conocía por ejemplo los autorretratos de la etiqueta de los Prototipos griegos, que yo pensaba que le harían gracia. Y sí, le gustaron y los subió a su facebook. Me decía que iba a abrir una carpeta de Ramiro, ¡esto ya ye la rehostia en el recopón! No me vencerá la catacumba, sin pedir ayuda me la dan.

Y la curruca estaba escaneando las portadas y no sé si algo más de Psilicosis (revista) para colgarlo también. Es una pena que yo sea un zote total en la materia, porque tenía copias en CD de las tres últimas y si no Tania seguro que las conserva también y sería más fácil, aunque no tenemos las dos primeras, que se editaron a la antigua usanza.

Ha sido para mi un fin de semana amoroso, donde me he sentido acompañado y querido desde varios lugares. Jose Luis Moreno, Jose Ramón Vega y Valentín se unieron al blog y a los pioneros, Alberto Prado, Yiannis Tzakós, Ana Capsir y Mabel. Estoy más ancho que largo y le agradezco mucho a los siete ese apoyo.

Creo que ya me habéis oído llorar a los colegas el que no me prestaran un poco de atención, pero tampoco ando reclutando seguidores. Sé arreglarme con poco y si es tan bueno como esto no lo cambio por nada. Sólo por ese gesto que tuvieron han conseguido convencerme de que todo este trabajo, que lo es además de diversión para mí, tenga sentido y lo pueda seguir teniendo.

Aullido
Asturias, febrero 2012

Ya habréis observado que en las últimas entradas de Sombras he puesto 4 fotos en lugar de tres, y es que esto se tiene que ir acabando y me entra la angustia pánfila de no poder enseñaros más.
Por otra parte la de hoy será una entrada atípica, escrita a pedazos y saltos de mata, matizada por la muerte de Moebius de la que me enteré cuando empezaba a escribir y sólo tenía las fotos en la página. Como no quería encabezar con otra necrológica decidí empezar por el final. Pero volví de nuevo a la parte alta antes de colocar la canción de Psarandonis y escribí lo de la conversación con la curruca Aedensis.

En fin, me he descentrado y me temo que el desorden será importante cuando lo lea al final. Aunque tuve muchos ánimos de parte de los amigos fue también una semana intensa de trabajo en casa y alguna salida obligada que alteró la rutina en la que me muevo habitualmente y que a mí me permite hacer con más calma lo diario. Estoy más cansado de lo normal.

Así pues, acabo aquí y no abajo, como sería lo lógico. Es ya muy tarde y ya no sé por dónde ando. Mañana por la mañana le echaré otro vistazo al texto y a la entrada y veré si añado algo, o corrijo alguna falta, que las meto a veces como sapos. Y dejo también los comentarios para después.

¡Hasta mañana, que descanséis y siga la salud! 

Pajares, Asturias, febrero 2012

Acabo de enterarme por Fernando, de Palo y circo (en favoritos), que murió Jean Giraud, Moebius. Fer no quiere decirlo así pero vale más aceptar las cosas como son.
De acuerdo que ahí nos deja una obra inconmesurable, fantástica y nunca mejor dicho, pero él mismo también creó personajes humanos que se sabían mortales, héroes silenciosos, estoicos. Y  los más fantásticos suscribirían la filosofía de la aceptación fría de la muerte, porque parecían portadores de pensamientos y actitudes propios de una sabiduría no fatalista, alejada de las pequeñas miserias judeocristianas del valle de lágrimas y el culto a los muertos a la par que el miedo a la muerte, con la ayuda de relatos enfermizos de culpas, castigos e infiernos varios, y paraísos para los buenos. El discurso para niños de las religiones mayoritarias.

En los escenarios del Moebius la ética y la moral, más que problemas inexistentes porque no aparezcan, dan la sensación de estar resueltos o que los enfrentara desde posiciones más cercanas al budismo, con más introspección que reglas. Tal vez necesitó crear también un pensamiento y unos códigos de conducta que pudieran sobrevivir en sus mundos imaginarios únicos.

En otro orden de cosas Moebius creo que puede ser considerado con justicia como el dibujante de comic más influyente en la historia de este medio de expresión. Algún otro podrá disputarle la primacía como guionista y dibujante, pero ninguno como maestro de las siguientes generaciones de historietistas. Ningún autor, ni seudómino, ha alcanzado además su grado de popularidad, y pocos la de sus dibujos e historias.

Mi generación, la de los nacidos en los 50s es quizá la primera que lo puede contar entre sus santos de altar mayor, porque aquí empezó a darse a conocer y publicar en los años 70, cuando nosotros teníamos 20 años y podíamos disponer ya de algo de numerario. Nos comíamos con los ojos aquellos totems y aquellos metales hurlants que se editaban por primera vez en castellano. La gente más mayor o más enterada, pero muy poca entonces, ya hacía unos años que lo seguían a través de las revistas francesas, pero aquí casi fue simultánea la publicación del teniente Blueberry y las otras historias de ciencia ficción incaína, por llamarla de algún modo...

Nos hicimos paisanos con Moebius y seguía sorprendiéndonos todavía, era como un hermano mayor para nosotros, y un padre y un abuelo de las siguientes generaciones. Su magisterio sobre los jóvenes creadores se puede ver aquí también, en particular en el trabajo de Ailantd, en la cabecera de favoritos.

Theo Angelópoulos, Antoni Tàpies, Enrique Sierra, Moebius...

Psarandonis, Sa dakri, Como una lágrima.

Salud, Ygeía!


Barbarómiros

sábado, 10 de marzo de 2012

Retales -4


León 2011

Toso una tos que me llega al zapato


Toso una tos que me llega al zapato,
al talón a través del nervio ciático.

Toso una tos de insecto viejo
y bastante grande para lo que se estila.

Es una tos de rasgaduras y rebabas,
tos algo tartaja, tropezones secos que me dañan
los pechos, los regustos, el esternón entero
hasta el ombligo.

Toso, sin embargo, toses varias, todas
muy profesionales, con clase, con diplomas,
como si tosieran de toda la vida.

Por algo aquella tos se queda ahí agarrada,
es la penúltima tos que aún me queda por toser.
Sin prisas.


De ´Tos nunca antes tosida`. Catálogo de toses.
Oviedo 1990.
Ramiro Rodríguez Prada


Stou psiloriti tin korfi, En lo alto del Psiloritis.

http://www.youtube.com/watch?v=UZZpSJ_gBKU


León 2011

Contagio

Esta mi tos es contagiosa,
se propaga como un virus,
es un eco infeccioso que rebrota,
es una tos política de izquierdas.

Tos panfletaria que revienta
en la sucia jeta del sistema,
un cóctel molotov de pura mierda
es esta carta bomba que me envío. 

Una tos me tiene a mí que me tose
abajo y me rompe los esquemas,
los pingajos aquestos que me cuelgan
muy juntos a los lados, ayuso del carajo.

Sea lo que sea, es una tos violenta
 y libertaria, es tos muy fea, 
 tos proletaria inoculada en los pudrideros
 de la revolución, ésta mi tos.

De ´Purgatorio`. Catálogo de toses.
Oviedo 1990.
Ramiro Rodríguez Prada.



Gatillazo, de ´Sangre y mierda`,  El caos perfecto.

http://www.youtube.com/watch?v=ZmA2vGGkTeo&feature=fvwp&NR=1

Los Latin Brothers, con  Héctor Lavoe. Carcelero.

http://www.youtube.com/watch?v=Jrmk1fTQCeM&feature=related



¡Irresistible Lavoe, qué bailongo boricua, compay!

Salud

viernes, 9 de marzo de 2012

Sombras en la nieve -4


Árbol en invierno
Asturias 2012

Nevada


Aquel año no tuvo la precaución de bajar las vacas antes de las nevadas y la primera, tempranera, hay que decirlo en su descargo, lo pilló con el ganao en el monte. No temía por ellas que andaban pastando solas todo el día sin necesidad de pastorearlas y por las noches se recogían en la cuadra de la cabaña mucho antes de que empezara a oscurecer.
El problema de la alimentación tampoco era acuciante porque en el pesebre tenían algo de reserva y sobre éste, por la ancha abertura de tablas en el piso superior, donde se almacena la paja y por donde se ceban los comederos, las vacas metían la cabeza para sacar el heno fragante, incluso con el pesebre lleno, caprichos de rumiente.

Más grave era el problema del agua, aunque tampoco definitivo. Había una pequeña reserva en el pilón exterior que confiaba en que no se hubiese congelado. Habría suficiente para algunos días y los animales podrían resistir varios más en caso necesario.
Aún peor era el ordeño. Si la nieve era mucha arriba en el monte y no podía llegar hasta ellas, las dos vacas, que eran el sustento de una familia numerosa con mayoría de niños pequeños, podían enfermar y comprometer la ya justa alimentación de sus propios hijos.

Pero lo que más le preocupaba era la posibilidad de que los animales fueran atacados por lobos. Recién empezado el invierno era difícil verlos tan abajo, pero en lo más crudo de la estación no era raro encontrarlos merodeando incluso en los alrededores del pueblo.

Todas las mañanas subía con el caballo a la campera para ordeñarlas y por la tarde repetía la visita. La puerta de la cuadra siempre quedaba entornada preveyendo cualquier eventualidad. Si esta emergencia hubiese ocurrido en enero las posibilidades de encontrar a las dos vacas muertas y despedazadas hubieran sido de un 50%,  más o menos.
La faena completa le llevaba unas dos horas, algo menos de una en la ida, a caballo, siempre cuesta arriba, otra media para el ordeño y otro tanto para bajar. Con la visita de la tarde cuatro horas diarias en total.

Asturias, febrero 2012

La mañana amaneció con un sol tibio iluminando la nieve pero sin una nube en el cielo.

Muy temprano aparejó el caballo, cargó las lecheras y unas piedras de sal para dejar en la cuadra por si no podía bajar las vacas, para que lamieran. Todavía abrigaba la esperanza de que  esta primera nevada no hubiera dejado mucha nieve en el monte, porque en el pueblo no había más de 10 centímetros. Y la nieve de las primerizas no solía durar pues era poca y la temperatura no demasiado fría. En un par de días podía desaparecer completamente.

La primera parte del camino era muy cómoda, ancha, ascendía suavemeente a lo largo de un valle por donde discurría el riachuelo torrencial que daba nombre al pueblo. Las cabañas estaban en la cabecera del valle y en la segunda parte de la ruta se terminaba el camino y seguía una senda empinada y resbaladiza donde, en muchas ocasiones, debía bajarse del caballo para continuar a pie tirando de la caballería con los ramalillos. Este tramo es al que más temía. A partir de ahí aumentaba siempre de manera ostensible la cantidad de nieve acumulada.

Pero si la nevada era de las grandes los problemas empezarían ya a la puerta de la cabaña. Allí tenía una pala con la que podría despejar de nieve el corto camino hasta el pilón, pero imposible, estando él solo, abrir una vía que atravesara los doscientos metros de campa hasta la senda de bajada. Y llevaba otra en el caballo por si la necesitaba en la subida. Había sopesado la posibilidad de levantar de la cama al mayor de sus hijos para que lo acompañara, entre los dos tal vez pudieran abrir un paso  a los animales. Lo descartó por precaución, el chaval acababa de cumplir 13 años.

Recorrió el valle sin mayores problemas aunque echó más del doble de tiempo que otros días. Las sombras sobre la nieve le parecían algo espectrales, con una luz líbida y congelada, teñida de las preocupaciones que sentía.
Bajó del caballo al iniciar el ascenso por el sendero pindio, la nieve aumentaba poco a poco conforme progresaba pero no había mucha todavía. Iba esperanzado cuando llegó a lo alto, al borde de la campera.
Allí no había más de medio metro. Puso las raquetas y tiró del caballo. Sólo podía ver el tejado de la cabaña, un poco oculta, construida en una pequeña hondonada en el extremo opuesto de la campa, al abrigo del norte.

Enseguida comprendió que no podría llegar con el caballo hasta la cuadra, la nieve había cargado de manera sorprendente en esos últimos doscientos metros de suave ascenso hasta las cabañas, situadas en la parte más alta. Cada dos metros aumentaba diez centímetros su altura. En la mitad de la explanada descargó las lecheras y la pala y volvió sobre sus pasos para atar el caballo a unos arbustos en el punto de donde había partido.

La puerta de la cuadra, protegida del norte no tenía sin embargo mucha nieve delante y enseguida despejó a paladas el tramo de allí al pilón de agua.
Las vacas giraron las cabezas y lo miraron aburridas cuando empujó la puerta entreabierta. Sin dejar de rumiar alzaron las orejas como gesto de bienvenida. Y a otra cosa. 

Asturias 2012

Ordeñó y sacó las vacas hasta el pilón. Todavía tenían agua en la cuadra, pero llenó hasta el borde
los dos recipientes. Mientras realizaba estas labores pensaba en la posibilidad de ponerse él solo a palear nieve. Tenía muchas horas de luz por delante y no parecía que el tiempo fuera a empeorar. Guardó las vacas y cogió una brazada de hierba para el caballo. Cargó una de las lecheras y volvió a desandar las huellas sobre la nieve hasta la caballería.

Hacia el centro de la campa miró atrás y le pareció que quizás pudiera abrir un estrecho sendero suficiente para el paso de las vacas. Por lo menos lo intentaría. Si lograba llegar hasta allí había muchas posibilidaddes de volver a casa con los bichos sanos y salvos.

Dejó la hierba junto al caballo, cogió los pedruscos de sal y volvió rápido a la cabaña con el entusiasmo renovado.

En la primera hora despejó unos diez metros. Era el medio día e hizo un descanso para comer un poco de chorizo y queso que llevaba, y el pan y el vino de andar el camino...
Forrado ya y repuesto volvió al trabajo. Calculaba que a ese ritmo podría limpiar el camino hasta el centro de la campa en unas 6 horas porque más abajo había menos nieve y adelantaría la obra. Era lo justo para acabar antes del oscurecer.

Se aplicó, pero no contaba con el empeoramiento del tiempo. Por la tarde el cielo se cubrió completamente, bajó la temperatura y hacia las tres comenzó a soplar un vientín cargado de falispas de nieve helada. Le quedaban todavía dos horas como mínimo para alcanzar el punto desde donde pensaba que las vacas podrían caminar y defenderse solas.
Todavía insistió un buen rato pero viendo que el viento arreciaba y la oscuridad se hacía más amenazante, comprendió que no llegaría a tiempo, y no debía perder además ni un instante.
Como si el caballo hubiera oído sus pensamientos relinchó desde el borde de la campera donde seguía atado.

Subió hasta la cuadra, recogió la otra lechera y echó un ultimo vistazo. El pesebre estaba lleno. Todo en orden. No tenía más cacharros para volver a ordeñar las vacas y pensó que tendría que regresar al día siguiente temprano si la nevada que cayera esa noche se lo permitía. Salió entornando la puerta y las vacas giraron la cabeza para despedirlo, pero no alzaron las orejas.

Cuando llegó junto al caballo parecía ya noche cerrada aunque no pasarían muchos minutos de las cinco. Había cedido un poco el viento pero ahora empezaba a nevar con más ganas. Aseguró las lecheras al animal y enfiló senda abajo.
La pendiente inclinada era mucho más peligrosa y resbaladiza bajando que subiendo. Tuvo que tomar precauciones en algunos tramos para no perder la leche o provocar la caída de la caballería.

Hacia la mitad de la cuesta paró unos minutos a descansar porque de la tensión del descenso le temblaban las piernas. Se sentía muy cansado de la intensa mañana de paleo. El viento había cesado por completo y reinaba una calma hueca, sin sonidos, pero caían copos como mantas que en unos instantes habían cubierto las huellas que dejaron a su paso.

Emprendió la marcha de nuevo arreando al caballo. Les quedaban apenas trescientos metros para llegar al camino del valle donde no habría tanta nieve ni caería con la intensidad con la que lo estaba haciendo ahora allí arriba.
En ese momento, cuando iniciaban uno de los trozos más peligrosos del sendero, escucharon el  aullido. El animal se asustó e intentó detenerse, pero le resbalaron los cascos delanteros y se fue con las patas por delante. Arrolló al hombre, que le precedía sujetando los ramales.

Calmó al caballo una vez que logró ponerlo en pie y sólo entonces pensó en las vacas, aunque el aullido no se había oído detrás de ellos, sino delante. Comprobó que las lecheras seguían íntegras, blasfemó en voz alta y tiró del caballo. Estaban ya muy cerca  del camino y seguía nevando intensamente.

El yunque de Chillida
Asturias 2012

Cuando desembocaron en el camino le pareció ver una sombra cruzándolo. Ya no se distinguía prácticamente nada, caminaban por una especie de túnel formado por los árboles que bordeaban el torrente y la escarpada ladera opuesta del monte. El caballo estaba muy nervioso, montó y le acarició el cuello, en el suelo no había más de 20 centímetros de nieve y la intensidad de la que caía era también menor.
Aunque tuvieran que caminar despacio en menos de una hora estarían en casa.
No podía apartar el pensamiento de las vacas, si bajaban los lobos no tendrían ninguna aportunidad. Podía despedirse de ellas.

No llevaban ni diez minutos bajando cuando lo vio en medio del camino a la salida de una curva. El caballo se encabritó y lo tiró al suelo. Por fortuna no soltó los ramales y lo pudo sujetar porque el animal hubiera arrancado a correr. Cuando logró calmarlo el lobo ya había desaparecido del camino. Volvió a montar. Estaba molido.

El caballo apenas avanzaba pateando nervioso la nieve y negándose a seguir. Era un animal noble y acabó obedeciendo. Notaba la tensión de su montura debajo de las piernas. Debía seguir montado si no quería perder aquella partida que empezaba a parecerle crítica para su vida. Minutos después oyeron otro aullido muy cerca, delante de ellos. Otros dos contestaron  también muy próximos a sus espaldas.

A duras penas logró sujetar la caballería sin caer, relinchaba y coceaba como si llevara al mismo demonio al rabo. Siguieron adelante y un rato después, ya en una oscuridad práticamente total, creyó ver a un lobo trotando a su vera, entre el caballo y la ladera del monte. Había menos nieve y el caballo aligeraba el paso, se giró y entonces vió que otros dos lobos los seguían casi pegados a las patas de su montura.

Dejaba de nevar y sólo caían ya copos aislados, pero el avance seguía siendo lento y la intranquilidad del animal parecida. En una zona de vegetación densa con un paso sobre el torrente vió perfectamenete al lobo que llevaban al lado porque se cruzó entre la patas del caballo. Este pateó y coceó como loco y alejó al lobo, los otros dos animales que los seguían se colocaron entonces a cada lado. Reemprendieron la marcha, no podía dejar que el caballo empezara a trotar queriendo escapar porque lo más probable es que acabaran callendo y sus posibilidades frente a tres elementos como aquellos en su terreno eran escasas, en especial para el hombre.

En un momento fue consciente de la tensión que estaba viviendo porque se quedó sin voz intentando alejar a los carnívoros y calmar a su montura. Ya no podía dar órdenes pero sus piernas apretaban la barriga del caballo con una fuerza extraordinaria, notaba las uñas clavándose en sus manos callosas sujetando las correas, y sentía el cuello tenso pendiente todo el tiempo de los lobos que les seguían y ahora marchaban paralelos a ellos.
No estaban ya muy lejos del pueblo, tal vez a un cuarto de hora, cuando volvió a aparecer delante de ellos el lobo que habían visto primero. El caballo quiso girarse y a punto estuvo de echar abajo al jinete y a las lecheras. En el movimiento debió pisar a uno de los lobos que lo flanqueaban porque el bicho aulló y entonces el caballo arrancó a correr aterrorizado sin que el caballista pudiera evitarlo tirando del ramal con las pocas fuerzas que le quedaban. 

El camino era muy cómodo ya y no llegaron a caer. El hombre logró dominarlo y llevarlo al paso, pero los tres lobos no pensaban abandonar a sus presas, las siguieron hasta cerca de las primeras casas del pueblo, cruzándose entre las patas del caballo que se paraba y giraba coceando tratando de alcanzar a alguno de ellos.

Invierno 2012

Cuando llegó a casa vió luz en la ventana de la cocina, tal vez la familia estuviera ya cenando, no serían aún las nueve de la noche. Fue directo a la cuadra,  desaparejó a su montura, le puso algo de cebada y le acercó agua limpia. El caballo se agachó a beber pero algún ruido debió asustarlo y estaba todavía tan tenso y atemorizado que alzó de golpe la cabeza y derramó el cubo del agua. Lo ató y le puso otro caldero.
Con una lechera en cada mano se metió en casa. Le dolía todo el cuerpo, no podía girar el cuello ni articular palabra. Cuando entró en la cocina lo recibió un silencio lleno de expectación pero también de temor. Todos lo miraban como a un aparecido.

¡Que te pasó!? preguntó su mujer con la misma cara de susto de quien hubiera visto tres lobos como los que él había llevado de escolta.
Se hizo un sitio en el banco corrido donde se sentaban sus hijos y señaló la garganta.
¿Qué tienes en el pelo, está nevando?
Negó con la cabeza. Sus hijos lo miraban cada vez más asustados. El más pequeño se le acercó y le sacudió el pelo como si quisiera quitarle la nieve.
Tienes el pelo blanco, ¡y las cejas!

Se levantó con dificultad, agarrotado todo el cuerpo, con una tortícolis bestial y fue hasta el fregadero sobre cuya pared colgaba un pequeño espejo. Un hombre canoso y envejecido, veinte años mayor que él, lo miraba desde allí.

Marchó a la cama sin dar explicaciones a su familia, que lo seguía mirando expectante y preocupada.


Ramiro Rodríguez Prada.

Los Lobos, El Canelo.



P.D. Esta es una historia que me contaba mi abuela Ana siendo un niño. Lo hacía con tal verismo y suspense, ponía tanto énfasis en los pasajes más tensos que nos la hacía vivir como si estuviéramos en el lugar de aquel hombre. Ya no sé si en ella había retazos de otras varias, pero el hecho es que la hacía pasar por verdadera. Incluso el héroe era el bisabuelo Francisco que debía ser bastante célebre porque protagonizaba más fábulas. Nunca supimos tampoco qué había sido de las vacas, se cuidaba muy mucho de desvelarlo, era parte del rito, del suspense y el enigma. ¡Qué buena, abuela!.

Hasta mucho después, intentando recordarla y reproducirla, no me pregunté cuánto de verdad podía haber en el cuento o cuentos, y cuanto de fantasía. Siempre se relacionó al lobo, y a las historias de pánico en general, con eso de perder el habla o la trasformación repentina del pelo normal en canas.
Lo más chocante e inverosimil de todo era que la puerta de la cuadra quedara abierta por las noches. Lo es también que ellas solas, las vacas, entraran y salieran, que quedaran sueltas dentro, sin atar o que el dueño esperara tanto a bajarlas como para que lo sorprendiera una nevada tan espectacular, muy rara en un tiempo poco frío.

Hay algunas dudas más, pero en definitiva yo no era capaz entonces de valorar un aspecto de la narración que si falla la puede arruinar, así como tampoco el que su falta, si otros valores del cuento la obvian, puede disculparse e incluso pasar desapercibida, y es la verosimilitud. Si una historia nos engancha por su emoción, garra o fuerza olvidamos hasta la crítica de lo real, no nos preguntamos por los fallos que la denuncian como falsa. Y es que realidad y fantasía están en el aire, siempre por definir.

 Que descanséis y durmáis como niños. 

Ra.