martes, 5 de junio de 2012

Huevos de madera


Tres docenas de madera.

Se han puesto de moda los gallineros y hasta la gallina suelta asilvestrada y bucanera. Invito a visitar el último post en el blog de Ana Capsir, Navegando por Grecia, titulado Huevos griegos.
Imágenes y sugerencias cinematográficas de distintos géneros y un solo protagonista, el huevo. 'Doce (huevos) en el patíbulo', 'Huevos griegos ante el abismo' y 'La abducción de los huevos', nos ponen al día de la realidad helena.

Como nos parece un ejemplo que tal vez no tardemos en imitar, conviene ir tomando nota. Los cubanos, resistentes al bloqueo capitalista durante años, nos llevan lustros de ventaja en esto, como en otras cosas. Mira por dónde resulta que ahora es el mismo enemigo el que no sólo nos come a nosotros los buevos, también quiere las gallinas para zampárselas en pepitoria, de momento empezó a cocinar el caldo griego pero el festín continúa ante los ojos asombrados de todos. De todos no que los políticos que nos representan se lo ponen a güevo...

Cuadraos, como cagajones de burro, se nos van a poner al resto si no reaccionamos. Le decía en un comentario a esa entrada de Ana que "al paso que vamos cualquier día destos; de momento los míos ya los cambié por unos de madera que así al tacto dan el pego, y ya van pelaos, además pal intestino tienen mucha fibra. En fin, sobre todo riámonos, me cago en los huevos de esos mamones de la banca, así revienten con ellos!"

King Putreak. El rey. Imágenes del libro "Los borbones en pelota", de Valeriano Becquer.

Un inciso. Mi padrino de bautismo es veterinario y cuando yo era un guaje me llevaba con él a capar cerdos por los pueblos del ayuntamiento de San Justo. Le sujetaba los marranos y marranas y él los emasculaba a lo vivo.
Echábamos al cerdo, de no más de tres meses, unos 20 kilos de guarro, patas arriba, fuertemente apretado entre las piernas. Yo lo sujetaba y le abría las patas de atrás vuelto hacia el culo del gorrino mientras don José operaba.
Pequeño rasurado y desinfección externa de la zona, bisturí, un par de rajitas de unos centímetros por donde se extraían los testículos u ovarios en su caso, retorcimiento de los mismos, pinzas y corte limpio. Unos polvitos de sulfamidas y a correr.

Pero lo bueno venía después. Hacíamos una recolección de riles, que es el nombre que les damos en algunas comarcas leonesas, porque los prejuicios alimentarios se imponían a la bondad del alimento y muchos los despreciaban. Guisados en salsa un poco picante, ¡qué asco más rico!.
Hoy casi nadie los come, veremos si no se vuelve a recuperar ese plato, por hambre o por los artistas de la Nueva Cocina, Espuma de riles deconstruidos con pompa de semen al aroma de Cortea. Cierro el inciso.

Todo esto para explicar la segunda parte de mi escatológico comentario en Navegando por Grecia.
"Este verano me como 30, mínimo, de gallina, para ayudar. ¡Nos a jodío, vaya sacrificio! De esos otros también si me los guisan picantes como los riles de cerdo, una esquisitez proletaria, a cambio, nada más, de que ceda la presión sobre el país: los buevos de quince bancarios de la Cumbre. Aggggggg, malakavgá!."

Habíamos llamado la atención en un capítulo anterior de esta misma etiqueta sobre distintos experimentos que se estaban llevando a cabo con gallinas, siracusanas y de otras razas, logrando que las aves pusieran Huevos Pintos (famosa romería de Pola Siero) y otras rarezas por el estilo.
Últimamente habían conseguido también huevos con la efigie del Biendichoso Fatzinger Z, el rucador Varela y otros mitrados de la misma banda, además de los ya conocidos de Milito er Botinehi, el Fary, la Merdekel y una docena de ídolos de masas.

¡Pues acaban de parir un huevo con la imagen a todo color del responsable máximo del agujero de Bankia!. El prenda sigue al frente de su empresa Socabones Rato, que no parece afectada por la crisis que ahoga a media Uropa-pa-pa... .  Confían en poder comercializar pronto los güevos porque se espera un alubión de pedidos. El fetichismo del consumidor en acojonante.
Los huevos en olor de santidad, esencias patrias y otras, puestos en el mercado de las delicatessen hace escasos meses han sido un éxito rotundo y se anuncian próximas apariciones estelares en la misma línea de productos.


Un par de riles fuera de contexto

Siempre me voy por las ramas, porque el tema de hoy eran los huevos de madera, ¡claro, normal que me vaya por las ramas, aquí tengo disculpa!

Probé buevos de distintos árboles, pero uno solo de madera noble vale el otro huevo y no es cuestión de andar por ahí bacilando de unihuevo por mucho que sea de ébano o cedro del Líbano. Fui reduciendo mis pretensiones para acoplar el huevamen a mi bolsillo, esto se presta también a segundas lecturas, pero no importa. Prosigamos.
Era importante que la dureza y resistencia del testículo no desmereciera la del resto de mis músculos (sé que los riles no son músculos, vaya...), lo que no era muy dificil de cumplir porque no soy ningún hércules. Más complicado fue encontrar al ebanista que tomara las medidas correctamente y realizara un trabajo que por lo menos dejara satisfecho al tacto ya que no a la consistencia de la pareja.

El roble, el castaño, el nogal o el cerezo eran también prohibitivos. Me enseñaron pinatea y chopo pero tampoco eran nada baratos y la relación peso-volumen no me compensaba.

Y ya tuvimos que entrar en el tema de las maderas manufacturadas: conglomerados, contrachapados, prensados... . Al final me tuve que quedar con un prensado de viruta y cartón que estaba de oferta, no muy duro, ¡pero que tiene un pulido en el acabado que ya quisieran para sí esos nobles y ricachos de los cojones! (o sea, en sus cojones).

Y no va más por hoy, amigos, que tengo que barnizarlos antes de acostarme, ya es la tercera mano, estos güevos me van a chupar en pintura lo que ahorré en madera. ¡Todo es un fraude!.   

Huevos Canos. Como el mismo Alien.


Salud y buena puesta!

Korvus Korax, Ο Μαυρος.

lunes, 4 de junio de 2012

Curruka de las cañas


La Kurruka Cañera, dialogando.
Oviedo 2012.

Al zorzal común (Turdus philomelos) le llaman algunos paisanos de La Mancha y Levante Curruca de las cañas o Cañera, aunque no sea curruca, pescadora ni forofa del heavy metal. Sí le gusta frecuentar algunos cañaverales de la Albufera y de Ruidera, pero también otros humedales ibéricos y no más que otras aves.

Busca el zorzal en ellos caracoles a los que es muy aficionado y por esto en el norte se le conoce también como el Caracolero. Es tal su vicio de este molusco terrestre que en las inmediaciones de su nido pueden encontrarse a veces auténticos depósitos de conchas llamados Cascaderos. Cada pareja usa varios rompederos, y sólo los suyos, repartidos en lugares donde abunden los gastrópodos dentro de sus áreas de alimentación. Incluso cada canora suele utilizar siempre la misma piedra para cascar el caparazón de los arrastraos que recolecta. Pero es pájaro omnívoro y lo mismo te chupa un huevo que te esnifa un bígaro.

Los padres del ejemplar que nos ocupa emigraron de La Mancha buscando la humedad del norte y la  abundancia y gordura de sus caracoles. De hecho la especie es más frecuente en esas latitudes y muy mal recibida en el sur donde, si la dejan, se hincha de aceitunas.

De raza le viene al zorzal su gusto por las artes. La buena prosa, la poesía bucólica y pastoril, la música, que la lleva en el apellido, pues Filomela era el mitológico ruiseñor, uno de los Maestros Canoros clásicos del mundo pajaril.
Los progenitores del Caracolero fueron artistas de su tiempo, pintores, buenos instrumentistas y actores de teatro, vivieron la dureza de la llamada bohemia en los plúmbeos años de la posguerra y el desarrollismo franquero.
Y el abuelo de las Cañas fue uno de los primeros fotógrafos manchegos, de principios del XX.

La Cañera escribe fino y le da también al sople travesero, como la Versicolor a la trompeta o la Blasensis al saxo, pero tampoco es gran bebedora pues la frauta es muy exigente y hablamos de una curruca controlada, elegante y con gran sentido de la responsabilidad.

El canto del zorzal común.


Pero además de amante de la melodía, que eso significa Filomelo en griego, el Caracolero es primero Turdus, es decir que tiene también mucho de pardo, de nocturno. Por ese motivo se lo incluye aquí en la Cofradía, más que Especie, de las Currucas pardas.

No sólo por ese color, sin embargo, que domina en su plumaje con unas pintas pectorales más oscuras en forma de corazoncillos invertidos, muy llamativas y vistosas, también por su postura gallarda, su apego a la pluma lucida y al buen gusto, o por su alegría, su sentido de la diplomacia y el compañerismo del que hace gala en los cascaderos comunales o de la amistad en los privados.

Sabe escuchar y domina el arte de la conversación sosegada lo que se echa en falta y se agradece en medio del cacareo y la estridencia urraquil imperante.

Junto a esas virtudes, llamémoslas diurnas, cultiva la Cañera otras algo más marginales y nocherniegas en compañía de todo género de kurrukas, pero es raro verla fuera de la mesura que siempre la caracteriza, lugares éstos donde abre su corazón de pajarín tierno, algo atormentado y melancólico, mostrándose frágil y necesitado del mismo cariño que él ofrece de entrada.

En fin, me vienen a la memoria aquellos versos del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz...

El aspirar del aire,
el canto de la dulce filomela,
el soto y su donaire,
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.

     Gozémonos amado. Cántico espiritual, San Juan de la Cruz. Canta, Amancio Prada.


Salud y apor!

Cannavina Carduélis, pardilla común, rebétissa.

domingo, 3 de junio de 2012

El largo brazo de Toribio


El Miembro Incorrupto de Santo Toribio.
San Justo de la Vega, 2012.

Santo Toribio (400 aprx./476), obispo y patrón de la Diócesis astorgana, donde se sitúa el lugar de su nacimiento, es el mismo que se venera en Liébana, Cantabria, y cuyo monasterio lleva su nombre.

Fue un prelado viajero y aventurero que anduvo desde muy joven por los santos lugares de Jerusalém  donde hizo carrera en el Chupaciriato cristiano, graduándose de monaguillo y licenciándose de  sacristán, en el corazón simbólico mismo de la todavía joven religión.

El suyo fue un siglo convulso de gran trascendencia para el futuro de Europa. Ya en los años de su nacimiento los bárbaros cruzaron el Rin e invadieron la Galia y la Hispania romanas. En el de su muerte Odoacro destituye a Rómulo Augústulo, último emperador del Imperio Romano de Occidente, que desaparece, su sucesor Julio Nepote es asesinado al poco.
Y entre una y otra fecha Roma es saqueada por Alarico (410) y Genserico (455), Hipatia asesinada en Alejandría por fanáticos cristianos (415), asegurando la agonía de su Biblioteca.

Toribio vivió pues en las fronteras de varios mundos, primero entre Oriente  y Occidente, pero la más importante fue la del paso del Imperio Romano a la decadencia de la Edad Media.

De la ciudad tres veces santa se trajo Toribio a Hispania una buena partida de reliquias, con un trozo del leño donde fue crucificado El Nazareno (Lignum Crucis) como estrella, pues parece que el astorgano contaba con el favor del Patriarca, si bien aquí empieza ya a funcionar la Historia Paralela según unos y la Leyenda Negra según otros. Lo iremos viendo.

De vuelta a casa hizo escala en Roma y en la capital religiosa y política del momento cultivó también amistades importantes, entre ellas el Papa, ¡cómo no!. Los exégetas católicos quieren que estas altísimas relaciones fueran debidas a su santa entrega y devoción, pero las versiones apócrifas afirman que no hay tal.
Está claro que no podía ser un don Nadie y volver a su patria con las prevendas de un Arcedianato en Tuy firmado por el máximo representante de Dios en la tierra, pero de ahí a inferir de ello un premio en vida a su santidad, hay un trecho.

Es más, no está claro que con algunas de las reliquias que se trajo del Santo Sepulcro no se hubiera cometido pecado de Simonía comprando y vendiendo objetos sagrados en connivencia con el Patriarcado de Jerusalén. Algunos afirman sin rubor que las reliquias eran falsas y él era el primer conocedor de este hecho.

Y su estancia en Roma levanta también sospechas. Entonces la decadente capital del imperio y la cristiandad era un hervidero de trapicheos de todo género donde se vendía, y se compraba, hasta la propia independencia de la ciudad. Así habría obtenido el pillo de Toribio las sinecuras papales.
El Arcediano era la mano derecha del obispo y Toribín ni siquiera había sido ordenado sacerdote. De Tuy, al  poco tiempo, pasó a dirigir la sede episcopal de Astorga (444).

La segunda parte de su historia paralela se desarrolla en tierras astorganas. La historiografía cristiana dice que el flamante obispo Toribio, adalid de la ortodoxia vaticana, se puso al frente de sus mesnadas espirituales para combatir a los priscilianistas, partidarios de una herejía muy arraigada en todo el noroeste de la península. Hasta se especula con la celebración de un concilio en la zona convocado para condenar al movimiento herético.

Los historiadores heterodoxos, por el contrario, aseguran que la herejía sólo era una excusa para obtener el favor del pueblo crédulo, el apoyo de la monarquía visigoda vecina, arriana, y del papado y  repartir con los dos últimos el botín del expolio de antiguas familias hispanoromanas y del reino de los Suevos, que dominaban en la región, asegurando de paso el control futuro del noroeste ibérico. Una lucha por el poder territorial y económico, las razones espirituales o religiosas eran secundarias.

La pelea debió ser dura porque Toribio tuvo que escapar de Astorga. La leyenda popular dice que se fue asqueado de la maldad de aquellas gentes, paisanos suyos en definitiva.
En la cumbre del Crucero en San Justo de la Vega, con el pueblo en primer plano a sus pies, la Vega verde del Tuerto, Astorga en una loma y al fondo la sierra de Teleno, sacudió las sandalias y pronunció aquella frase lapidaria: "¡De esta tierra ni aún el polvo!", que los condenaría por los siglos de los siglos (¡Joer con el mal tomao del santo!).


¡Viiiista a la derecha!!
Santo Toribio 2012. San Justo de la Uve.

Pero es que la cosa del polvo tenía también su doble sentido, claro. No es que perdiera la batalla contra el priscialianismo, es que el pueblo crédulo dejó de creer en la santidad de sus empresas viendo su ansia predadora y su incontinencia en asuntos venéreos, que también la había al parecer.
Dice que son habladurías, maledicencias de gente ruin y calumniadora. El hecho es que pintan a Toribio como un retozón y holgazán que dejaba plantados a los feligreses prefiriendo oficiar en el altar de Afrodita que en el ara del sacrificio de la santa misa cristiana.

En cierta solemne ocasión en que el pueblo al completo esperaba en la iglesia por su obispo a que se dignase aparecer para decir la misa, y después de que el Archidiácono enviase a un monaguillo de confianza al palacio episcopal, con el encargo de despertar al dispensero, que sin duda habría participado en la orgía nocturna y dormiría a la pata suelta como su prelado y señor, para que el provisor a su vez urgiera a Toribio a presentarse de inmediato pues los ánimos de la plebe estaban algo exaltados, Toribio saltó de la cama y abroncó al subalterno por no haberlo despertado antes, mientras se vestía a oscuras y, a toda prisa y a medio componer, llegó corrido a la sacristía y puso la casulla sobre la camisa y las polainas.

Al subir al altar con toda la cohorte de mamporreros alrededor lo recibió un murmullo y en el primer alzado de manos al cielo, de espaldas a los fieles para decir el Dominus vobiscum, todo el mundo pudo ver que el obispo vestía una media masculina en una pierna y una femenina en la otra.
La rechifla del populacho, que tenía en mente la rapacidad del prelado en unos años de muy malas cosechas y pestes de todo tipo, fue monumental e hizo que estallara un motín.
Por muy poco no lapidan a su otrora santo. Toribio escapó a uña de caballo protegido por la camarilla de sus secuaces y en el Crucero juró vengarse de sus vecinos.

¡Ni el polvo de aquella infausta noche de sexo quería, perdiendo a cambio la bicoca de la diócesis! 

Una de las venganzas que renueva anualmente el largo brazo de Toribio es enviar mal tiempo a la zona en los días en que se celebran las fiestas de su patronazgo (Primer lunes tras el de Pascua). Porque encima el pueblo es tan inocente que lo perdonó y permitió que regresara un tiempo después para seguir evangelizando, es decir, enriqueciéndose sin tasa a costa del empobrecido compesinado. Y no sólo eso, acabó convirtiéndolo en su Santo Patrono, y es que la plebe siempre admiró a los pichas bravas.

Los bercianos lo veneran también porque les llevó a la Virgen de la Encina, patrona de la comarca.

La Virgen de la Encina quién la sacará.
quien la sacará, quién la sacará...
Cuatro pimenteros de Ponferradá,
de Ponferradá, de Ponferradá... 

La Romería de Santo Toribio, fiesta local de toda la diócesis asturicense, se celebra en el pueblo de San Justo de la Vega con una misa y una procesión que va de la Iglesia parroquial hasta el alto de El Crucero y vuelta, cuyo trazado coincide con el Camino Real y el de Santiago. Hoy ha quedado, como ocurre con la mayoría de ellas, en una celebración casi exclusiva del pueblo. La cruz que aparece sobre el Miembro Incorrupto de la primera foto, el Santo se la hizo tatuar en el cipote como recuerdo de su pecado y expulsión, para no olvidar nunca el incidente.

Yo sólo quería hablar del Miembro Incorrupto de Santo Toribio, una imponente tarta de bizcocho y crema pastelera, un poco emborrachada, en realidad del tipo brazo de gitano -payo en este caso- que representa... ¡eso mismo, la Santa Verga de Toribio!, pues el populacho perdona pero a veces no olvida.
Tiene que estar que trina él, protomercachifle hispano de reliquias cristianas, allá en su gloria católica, sabiendo que sus paisanos se comen su inquieto rabo todos los años, con el mismo placer que lo hicieron el año que murió en la misma ciudad donde había nacido, fecha en la que arranca esta costumbre. (Si se celebra en San Justo es porque en realidad no era astorgano sino sanjustino).

En más de una ocasión los mozos del pueblo han amenazado al vengativo y mal tomao Toribio con echar su imagen al río si sigue con su castigo y el santo toma nota, pero es preciso renovar la amenaza cada vez que se acerca su festividad y no todas las promociones reúnen el valor necesario para tratar de tú a tú a esta clase de pillos. He dicho.

Una sorpresa que llevé, este último Santo Toribio precisamente, fueron dos CDs de los únicos grupos de rock serio que ha dado San Justo, Cero Grados y Balacera. Volveré a poner más canciones de los dos en otras entradas.
De Balacera, de su disco del 2011 titulado Condenados a disparar, este buen rockanroll que hasta me sonaba a los Deicidas,  Veinte años después.


Salud y buenas noches.


Ecta Rapinatiz.

sábado, 2 de junio de 2012

Por buen camino


Galicia caníbal.

¡Fai un sol de carallo!, dijo Valle-Inclán con voz ronqueña al ver que fotografiaba el cuerno-bota que ya otra noche había visto en su bodega. No sé si lo dijo por el flash o por las lamparillas que su criado Eusebio había repartido por el sótano dejando a oscuras sólo los rincones más alejados y la parte alta de las estanterías, junto al techo, sobre las que había visto el chibuquí.
¡Saca una jarra vino, Usebio, que sin carbón no hay chucu-chucu!, y volvió a girarse hacia mí como si hubiera dejado alguna conversación interrumpida.

Bueno pollo, llegó el momento de probar ese chibuquí.

Basta que pensara en ello para que el cabrito pareciera que me leía el pensamiento. Yo tampoco quería mostrarme muy ansioso y volví a meter la patas haciendo preguntas que o no le gustaban o no quería responder.

¿Qué fue de Saturnino, don Ramón?.

Silencio. El buen gallego se volvió hacia el gigantón que llenaba el jarro de vino agachado junto a un cubeto, como si no me oyera.

¡¿Qué, viene ese morapio, Sebito?!

Yo volví a insistir pero el arousano que nones, no sólo no contestaba, miraba hacia otro lado con cara de no soy de aquí ni hablo tu idioma.

El hombre puso tres vasos, los llenó y se dispuso a tomar asiento al lado del viejo.

¡Quieto parao!, gritó Valle de repente. Yo me asusté y Sebio lo miraba como si tuviera sobre su cabeza una tarántula y el manco la fuera a matar. Alcánzame la pipa y una bolsa de cordobán que hay detrás de esa caja de Centenario, añadió Valle señalando la estantería.

El gigante puso el chibuquí y la bolsita sobre la mesa.

¡Qué guapa! dije admirando la pipa y alargando la mano hacia ella.

¡Tchíiii, guarde esas zarpas pollo que esto es un objeto del culto y hay que reconsagrarlo antes de que lo toquen los legos y los vivos!, y se me adelantó cogiéndola en un movimiento rapidísimo impropio de su edad.
Pero don Ramón, le digo, ¿No le parece que ya hace tiempo que soy gallo y no pollo?.
¿Cuántos años tiene, galopín?.
Cincuenta y ocho pasaos.
Le saco ochenta y ocho y un cadáver, ¡es usted menos que un huevo!

Eusebio arrancó a reír y Valle tuvo que sacudirlo hasta hacerlo parar porque parecían temblar las paredes y el techo de la bodega., ¡qué bárbaro!. No me extraña, el pobre diablo era un verdadero monstruo, rozaba con la cabeza en el techo cuando se ponía de pie y tenía una boca como una olla del 24.

Es como un niño, me dice como para disculpar a su criado. ¡No bebas más Sebito, te lo prohibo!

Pero si sólo bebí un vaso, don Ramón, protestó el otro.
¡Por eso mismo, con uno vas que chutas!
Pero...
¡Mero, he dicho, y no se hable más, carallo!.
Don Ramón..., empecé yo...
¡Usted atento a la misa y conteste cuando se le pregunte, rábula!, me cortó rápido mirándome como para coserme la boca.
No si yo...
¡Introito ab altere Dei!, me volvió a cortar él agarrando el chibuquí y alzándolo en el aire.
A Deus qui laetificat iuventutem meam, contestó inmediatamente el Usebio como un monaguillo aplicado.

Tenía toda la pinta de una escena ensayada o quizá repetida muchas veces. A mí me entraron también las ganas de reír y acabamos los tres a carcajada limpia. Valle tuvo que parar de nuevo al Sebito porque de la vibración cayó un garrafón vacío de un estante. ¡Y no habíamos empezado a fumar todavía!

Con zuequiños de madeira.

Llenamos los vasos y bebimos, pero se mantuvo en sus trece y no le permitió hacerlo al gigante. Sebito, el pobre, miraba como un escolar al que pillaron copiando.

¡Vamos a ver este material del Narizotas!, dijo el manco muy animado abriendo la pequeña bolsa de cuero.

El chibuquí reposaba sobre la mesa frente a él y era verdaderamente una pieza preciosa. Un tubo como de un centímetro de diámetro o poco más y metro y medio de largo, de una madera oscura casi negra, con una boquilla, varios aros dorados e incrustaciones de marfil o nácar a lo largo y una pequeña cazoleta al final.
Como si me oyera salta Valle mirándome, ¡Esto es una joya, no me engañó el turco de Atenas!, y le brillaban los ojillos detrás de los lentes como a un niño que estuviera pensando en una diablura.

El haschís del Narizotas, el legionario gemelo de Fernando VII que le pasaba el costo y el coñac a don Ramón, olía ya antes de encenderlo nada más que el de Vilanova lo sacó del talego.

Con una sola mano se las apañó para cebar la pipa mientras lo observábamos. Sebio no le quitaba ojo y yo pensaba en el aspecto del genial galego, en Saturno y en Tejerina. Pero no pregunté, por supuesto. La barba blanca y descuidada parecía la de un pordiosero, se le veían lamparones en la ropa en los que no había reparado, pero tampoco podría decir que estaba más viejo, tenía la vitalidad de un sátiro inmortal, ¡y la boina de Baroja!

Alzó la vista y a mí me dio la impresión de que me había vuelto transparente y como si todas mis ideas estuvieran escritas de antemano y él las conociera.
Recordé la bronca con los rapaces de la queimada, en la Isla, que le faltaron al respeto y cómo rechazó el porro que le alargaba una guaja diciendo que él sólo fumaba en su chibuquí. Y también lo que me había contado Saturnino de que había fumado con los otros peines en Lo de Segis, el puticlub de Cambados. Era un mentiroso y un histrión impenitente el jodío.

¡Llena el jarro, Sebio, y usted, corneta, pase para acá!, cantó de golpe.

Eusebio volvió a la cuba y yo pasé al otro lado de la mesa y me senté junto al viejo. Había puesto un platillo metálico en el sucio suelo del bodegón donde apoyaba la cazoleta del chibuquí.

¡Hoy gozará usted la contemplación de las huríes más hermosas de Constantinopla!, dice con cara de entusiasmo.
¿Pero el marrón no es marroquí?, pregunté con total inocencia. Él me miró fijamente y me suelta, severo, ¿Pero no pasó usted por la legión?
¿Quién, yo ?
¡No, Millán Astray, cojona!, y añadió como una sentencia, Si el kifi es bueno, y éste lo es, no importa si viene del Monte Athos o del Gurugú, ¡pantuflo!. ¡La impronta de una buena fumada está en la bonanza del chibuquí!, y acercó la cazoleta para encenderla.
Seve lo hizo por él después de llenar los vasos de vino. Había arreado un buen trago al tinto a espaldas del manco y le brillaban también los ojillos. 

Valle pegó una profunda chupada y me alargó la pipa cerrando los ojos y echando un poco hacia atrás la cabeza. Le di un toque y enseguida me pareció una bomba. Parecía que no entrara el humo en los pulmones pero antes de despegar la boquilla de los labios ya sentí como si un vientecillo fresco me bajara por la espalda y el culo llegando a los talones.
Miré a Don Ramón para pasársela otra vez, pero seguía transpuesto con los ojos cerrados. Sebito me hizo el gesto de que se la pasara y yo, sin pensar más, así lo hice. Me notaba ya incluso muchos kilómetros más allá de Estambul.

Eusebio le dio una chupada al chibuquí que sonó como si alguien hubiera aspirado por una paja una piscina de una sola esnifada. Valle abrió los ojos asustado mirando a su criado mientras éste comenzaba a toser como diez paisanos. Don Ramón le daba palmadas en la espalda y le decía, ¡Que me pierdes, Sebio, por tu madre, que me pierdes, cálmate que se van a enterar hasta los guardias de Cambados!

Pero Sebito no lograba calmarse. El viejo zombi, siempre cargado de recursos, le dice entonces, ¡Usebio, escucha criatura, si te calmas te prometo que hablo con ese suegro tuyo memorioso, piensa en la tu Jaki!.
¡Mano de santo! Eusebio dejó de toser y enderezó el corpachón. Yo no sabía si me movía yo, si don Ramón, si la bodega o era que veía oscilar al gigante casi rozando el techo. Tanto oscilaba que cayó plano al suelo cuan largo era. Se levantó una nube de polvo y me llegó el sonido del trompazo más tarde como el retardado de un avión. Igual que si hubiera caído una pared.

Don Ramón me miraba airado responsabilizándome sin duda de aquella catástrofe, pero yo no estaba para florituras, miré al Sebio tumbado en el suelo y volví a sentir que oscilaba, pero esta vez era yo quien lo hacía. Caí encima de él y ahí se fundió la película, colegaris. Me parecía oír entre brumas una voz lejana que decía algo así como:

"Ay, Tejerina, Tejerina,
guárdate de la borrina"

Nina Simone.  I Put Spell On You



Boas noites y felices sueños.

Calpurnio Pisudo II.

viernes, 1 de junio de 2012

Búnker


'Búnker'. La Marea 2000.
Tela sobre tabla. Pinturas al agua, técnica mixta.
Ramiro Rodríguez Prada.

Buenos días. Ahora que estamos recuperando tiempo perdido o tiempos perdidos y, junto al esquilme de la clase trabajadora, regresa a este país la Santíssima Inquissisión, si es que se fue algún día,

¿Habrá sonado también la hora de levantar un nuevo Búnker, para esconder y proteger el oro robado en el Zulo subterráneo sobre el que se construyen estos ingenios de la guerra?, se preguntan los ladrones del poder económico, los dueños del cotarro.

Si dimos dos golpes de estado en países de solera democrática como Grecia e Italia y no pasó nada, si en el resto de los achuchados por nuestra mafia financiera, como Irlanda, Portugal o España, los políticos siguen las directrices marcadas por nosotros, que gobernamos de hecho, ¿qué necesidad hay de construir un Búnker?, contestan sus cómplices.

No hay mejor protección que el propio aparato legal y defensivo de los estados y la aquiescencia o el silencio de sus ciudadanos, que pagamos el desfalco permanente.

Para algunos jóvenes que tal vez por edad lo desconozcan, llamábamos El Búnker, durante los años de la Transición, a los restos del franquismo agonizante, los Arias de Velasco, Blas Piñar, o los golpistas del 23F. Era un refugio ideológico de acero y hormigón fascista, la extrema derecha española.
Pero esta clase de búnker ya vemos que florece por igual en Francia, Finlandia, Austria o Grecia, y ahora mismo.

De momento el capital no necesitó echar mano de esta fuerza de choque porque apenas ha tenido contestación por parte de sus explotados y administrados, nosotros. Pero lo hará de nuevo si necesitara defender el producto de la rapiña y los privilegios que de esa riqueza se derivan. Anteayer lo hizo en Europa, ayer en Asia o Sudamérica, hoy en África u Oriente Medio y mañana lo puede repetir aquí si  el movimiento obrero ofreciera la suficiente resistencia.

Hoy parece casi imposible que ideas semejantes puedan imponerse por la fuerza de los votos, pero todo dependería de la profundidad de lo que ellos llaman crisis y nosotros expolio, paro, hambre, enfermedad, nivel acultural y despolitización, etc. Y en todo caso saben manipular conciencias, comprar votos y voluntades, montar operaciones guerreras, o guerras descaradas y, si todo falla, echar mano de un loco visionario para dar un golpe de mano.

Así funcionaron siempre y debemos preveerlo. Pero sólo si lográramos responder con la unidad y la contundencia que sus políticas -el beneficio personal por el robo y el engaño- merecen. De momento se frotan las manos.

'Ay, aaay esoh peloh/ que esoz veo arraztrando por zuelo/ cohe eze perro cohe eze gato/ y con disimulo lo mete ener zaco/ aaay, lo mete ener zaco'.
'Aquellos ujitos de durse mirallll/ no me mires malll/... y trah trah trah man comunicao/ y no lo pueeeo remedial' 'Ehtraterrehtre, vente aquí con nozotroh y ponte morao que te voy haser un prrete'.  'Jamón de Pata Nel'...

Pata Negra. Bulerías de El Camas.
'No noh intereza
lah cosah modelnah
 que zacan tooh loh díah,
caa día mah caro too
y éh mah difisir vivíh,
¿aónde me llamah Adyió?
¡ay que no puedo aguantáh mah aquí!'...

...'la Virhen María con er patriarca señor San Joséi'.

Salud y alegría...

Ramiro