domingo, 30 de septiembre de 2012

Fuegos, tormentas, huracanes


Aguada. Pintura en polvo, espátula. 2001.
Ramiro Rodríguez Prada

Buenos días. Todos los años llevó las acuarelas a Grecia, pero las saco pocas veces, creo que porque reduzco a mínimos el trabajo y las responsabilidades, incluso ésta que no es muy gravosa. Prefiero el dolce far niente.
Pero como llevaba un año sin coger los pinceles y cuchillos y había empezado de nuevo poco antes de las vacaciones, este verano traje en la maleta un pequeño taco de ellas, rápidas. Fotografiaré algunas y supongo que las subiré cualquier día, o mes.

La última semana de agosto os he contado que hubo incendios en Eubea que pusieron en peligro incluso la vida de nuestos amigos Lisi y Diamandis, muy cerca de Petriés y Agioi Apostoli, donde estábamos. Hace unos cuantos años ya había escogido ese motivo triste para algunas aguadas con carbonilla de las minas leonesas y asturianas. Bosques quemados. Ésa volvió a ser la excusa para algunas de ellas, negras.

Nos llegaron también, vía telefónica, las noticias de un incendio en Castrocontrigo y las faldas de Teleno, no lejos de Astorga, en León. Y resulta que hace unos días vi en San Justo a Sendo, Rosendo García Ramos, pintor, escultor, maestro y amigo, en su casa estudio, y estaba trabajando en un gran cuadro de un bosque quemado al que añadía incluso trozos de carbón vegetal, ramitas y piedrecillas ennegrecidas, material recogido a pie de obra, en el lugar de ese incendio. Formas orgánicas, testigos de un naturalismo al pie de la letra.

Ya en el 87 Sendo había experimentado con el fuego con aquel Queimoss-Art Action, quemando metros de pintura y rodando el efecto de las llamas sobre los colores y los soportes, en una noche de brujas en lo alto del Crucero de San Justo, medio aquelarre medio auto de fe.

El azul del cielo y el mar de Grecia, y el nuestro, tiene también nubarrones y  fourtunas, tormentas muy serias que no salen en las postales turísticas. Y las personas lo mismo. Ahora estamos cerca del ojo de un huracán.

Roberta Giallo.  I' m the black the white & the rainbow. MANIFESTO. 
 
 
A Roberta Giallo me la descubrió, una vez más, Andrés Edo, con el que pasé un día en León esta semana.

Una dirección de un blog fotográfico recién estrenado que me acaba de pasar Sendo que, además, hace hoy el número 18 de los seguidores de este blog. Gracias compadre. El fotoblog es de Nuno y  empieza con muy buenas maneras:
 

 
Salud
 
Ramiro

sábado, 29 de septiembre de 2012

Ombres a Albons -3


Paret. Albons, juliol  2012.

La pared


A primera vista cualquiera podría pensar que aquella pared era uniforme, sin una fisura, poco menos que impenetrable. En la terraza de la casa, recibía el sol del este y del mediodía y conservaba el calor  toda la noche. Al atardecer nos arrimábamos a ella y se estaba tan agusto que algunos días cenábamos algo allí y veíamos pasar las estrellas hasta el amanecer, cuando aparecía Venus por el este y la charleta languidecía con la palidez un poco aterida de la luz del Lucero del Alba.

Entoncenes, curruca, nos íbamos a la cama, la aranesa y la mi morena ya adormecidas.

Una de esas madrugadas yo estaba también algo aéreo a costa del patxarana del navarrico y veía cómo Afrodita me guiñaba un ojo desde levante. Soy el único fumador del grupo y mientras los demás se levantaban camino de la piltra me lié el ultimo pito de la jornada. Lo encendí y me quedé enganchado como un pasmarote a la pared, en un agujerín que se veía ya casi en su unión con el suelo. Se diría que Afrodita estaba especialmente interesada en señalarme aquel agujero que iluminaba con su luz venérea.

El agujerín parecía agrandarse cuanto más lo miraba. Pensé en Alicia y en el Conejo.

¿Conejo? Al otro lado de la pared estaba nuestra habitación. Acerqué la oreja al agujero y oí perfectamente los sonidos apagados de la mi morena saliendo del cuarto de baño. Me separé un poco y vi sorprendido que por aquel butrón cabía con holgura el Conejo y tal vez Alicia misma. No veía el interior de la habitación, sólo las paredes del pasadizo, pero escuché el suspiro de la morena en el momento de acostarse y hasta el vuelo de la sábana con la que se tapó.

Acabé el cigarro y no sé lo que pasó después. Venus brillaba feliz en el centro del cielo y yo abrazaba a la morena en la cama, sí, pero no recuerdo haber salido por la puerta de la terraza.


Ramiro
 
 
Alicia cae por el pozo. Walt Disney.  Alice in Wonderland.  2010. 
 


Argolla. Albons, Empordá, juliol 2012.

La argolla


Ahora la argolla sujeta uno de los extremos del columpio, pero ¡qué no sujetaría esta rosquilla de hierro!, si ella nos lo pudiera contar. Pero puedo yo.

Nací a finales del siglo dieciocho, como soy muy vieja no recuerdo el año exacto. ¿1789?. No lo sé, puede ser, porque me suena mucho esa fecha.
Me hizo el herrero del pueblo, el Martinet. Entonces en casi todos los pueblos había fragua y el Martinet era de los mejores del Baix Empordà.

Yo estaba destinada, desde el fuego, el martillo y el yunque, a la pared exterior de una casa, pero la casualidad quiso que comenzara mi cometido en el interior, clavada a la viga de un cobertizo auxiliar donde la familia hacía todos los años la matanza del cerdo.

Yo sujeté durante mucho tiempo y cada año el peso muerto del gorrino familiar colgado al sereno. Además de corderos, cabritos y, en varias ocasiones, caballos, vacas, chotos, bueyes, y demás cuadrúpedos y rumiantes, sacrificados para el sustento de las proles y generaciones que crecieron aquí.
Soporté también la carga de un sinfín de alimentos y objetos cuando no cumplía mi labor principal, desde jamones, tocinos y lomos hasta guadañas, cribas y cestos. O un somier sujeto con un gancho que pesaba más que un gocho.

En la segunda mitad del diecinueve renovaron la casa y entonces me sacaron al exterior. Me colocaron junto a una argolla muy vieja a la que le quedaba ya poca vida, desgastadina por tres siglos de intemperies y tirones. De hecho sólo duró cincuenta años más.
Mientras vivió casi todo el mundo ataba el burro en ella porque estaba más cerca de la puerta de la casa y también porque después de los años ya todo el mundo la conocía y la quería. Tenía ese tacto suave de las arrugas de las abuelas, pero más pulido, no sé...

En su lugar pusieron a una argolla advenediza que habían hecho en el Alt Empordà porque Martinet, el nieto del que me hizo a mí, había muerto sin descendencia y la herrería cerró.
Me dejaron donde estaba, en un discreto segundo plano, sin mucho trabajo. Sólo algunos pollinos y acémilas que se me fueron haciendo adictos y forzaban a los dueños a que los amarraran conmigo.
La nueva compañera vivió poco, era floja y mal templada y, terciado el veinte, empezaron a escasear las caballerías y ya no la sustituyeron.
 
El trompetista y el burro.
 

Allí quedé yo, sola, un poco a desmano y recibiendo cada día menos visitas. Aún así todavía vi pasar por el agujero metros y metros de ramalillos, sogas y hasta cadenas, a cuyo extremo se aburría un equino por lo general, rucio, mula o penco.
Ocasionalmente ataban también otros animales, vacas, ovejas. Y al cerdo unos momentos antes de sacrificarlo en el exterior sobre el banco. Esos cortos minutos se me hacían eternos, porque notaba los tirones del animal queriendo huir, absolutamente convencido el pobre guarro de que en aquel amanecer helado estaba ante los últimos instantes de su vida.

Pero no quiero entristeceros. Hubo de todo. Las niñas me ataban un extremo de la comba y eso me colmaba.
Una solterona un poco trastornada que vivió en la casa a principios del veinte, castigaba en  la calle a las gallinas que no ponían, atadas a la argolla, a pan duro y agua. El hermano, también soltero, aficionado a las canoras y a las aves en general, que tenía canarios, se apiadaba de las gallinas exiliadas y salía a palparles el culo a ver si aparecía el huevo y de paso a reconfontarlas. Era un bendito.

En fin, niñas y niños, ¡un mundo ha pasado por esta humilde argolla!

Y ahora, en pleno siglo veintiuno, cuando me llega la hora del retiro, estoy entretenida y acompañada como nunca antes. En lugar de ponerme en la pared de la calle como un objeto decorativo rústico que no sirve para nada, estas buenas personas me han dado un nuevo destino en el interior de la vivienda, agradable donde los haya: sujetar un balancín. A veces una hamaca. Bueno, el dueño de la casa ata también el cuatrolatas, pero sólo cuando sopla tramontana.
 
Ramiro
 
La burra de Txondonea reclama el pan en Gamioa.
 
 

Porta. Albons, Girona, juliol 2012

La puerta
(Buenaventura de la gitana)


Que la casa
del amigo
siempre la encuentres
abierta
 
que le comas
los tomates
y  melones 
de su huerta
 
y que te den
por malaje
en la nariz
con la puerta 
 
Era perdiz
y perdió un ojo
ahora es la tuerta
 
 
(De  Letrillas escangallás)
 
 
Ramiro Rodríguez Prada
 
 
Guitarra, Melchor de Marchena. Voz, Antonio Mairena - Por los siete dolores (Siguirillas).
 
 
 
Salud! 

viernes, 28 de septiembre de 2012

Ombres a Albons -2


El gat i el gronxador. Albons, juliol  2012.
 
El gato y el columpio


El gato está tumbado a la sombra de las plantas y flores del patio. Entrecerrando los párpados, indolente, sigue con los ojos el ir y venir del columpio. Cuando el balancín se aleja levanta la cabeza y casi bosteza, cuando se acerca mira la sombra en el suelo y estira las orejas porque se acerca peligrosamente a su lugar. Como si viera a un ratón asomar por el agujero de la madriguera.
Una y otra vez, con cada  balanceo, repite los mismos gestos siguiendo al columpio y a su sombra, que nunca llega a él, y de llegar se fundiría con la sombra que lo protege.

Tras un buen rato en este juego el gato decide trasladarse a un lugar menos peligroso, donde no se sienta amenazado por esa sombra móvil. Se tumba mirando al columpio de lado desde el suelo y se relaja. Pero no del todo, sigue pendiente de la sombra: atisba todavía el momento en que alcanza su punto máximo en el piso, muy cerca de donde él descansaba antes.
Por fin el columpio ha sido abandonado y la silla de madera cuelga vacía de las cuerdas, balanceándose todavía pero cada vez más lentamente. El gato no ha perdido detalle de todo ese movimiento de la sombra en las losetas del porche.

Cuando el balancín se detiene por completo el gato levanta la cabeza y las orejas mirando la sombra, pero no se sienta, permanece acostado unos segundos. Seguro de que la silla ya no se mueve, y sólo entonces, pausadamente, se acerca a inspeccionar sobre el terreno la sombra quieta. No la cruza. La mira de cerca, la rodea, la huele, husmea los alrededores. Finalmente se estira con las patas delanteras al borde mismo de la sombra y la atraviesa con el rabo levantado. Ramón, que así se llama el gato, ¡es un pánfilo y un gilipollas!, dice mi amigo.

 
Ramiro
 
 
Baixant per la font del gat
 
 

El cuc de llum. Albons, Girona, juliol  2102.

La luciérnaga


Una luciérnaga se enamoró de un escarabajo de la patata. Fue un flechazo, un amor a primera vista. Le chiflaba el listado de los hélitros del insecto y la consistencia y diseño del bicho a pesar de su corta talla, como un pequeño acorazado rocoso, un volkswagen todoterreno.

El escarabajo patatero se hacía el duro pero la gusana de luz lo acosaba día y noche. Y le hacía tilín. Era como un farol allí delante de las hojas de patata que él se estaba tripulando. Esto tenía sus ventajas porque le permitía escoger las más tiernas al primer vistazo.

Pero tenía sus inconvenientes, en especial cuando la luciérnaga se exitaba más de la cuenta y   empezaba a parpadear, a lanzar destellos o encender sólo el rabo, rojo y brillante como la brasa de un cigarro en la noche oscura. Lo deslumbraba. Al escarabajo le daban escalofríos.

Una noche sin luna el patatero dejó la tarea y prestó atención al despliegue luminoso de su enamorada. El coco de luz parecía una discoteca. Una bolita de luz recorría el cuerpo de la gusana de la cabeza al culo?, como las bombillitas de un árbol de Navidad. El escarabajo quedó fascinado.

Se perdieron en una planta de patata. Fue a principios de julio cuando el calor aún no sofoca y las estrellas titilan alegres en un verano nuevo. El brillo de la luciérnaga, de un delicado verde pálido detrás de una hoja recién nacida, era como el halo de una aparición milagrosa.

La cosa prometía, pero vamos a respetar su nido de amor, su intimidad. Sin embargo sí estamos en condiciones de afirmar que aquella feliz coyunda ¿contra natura?  no fue bendecida por una descendencia. A ellos les daba igual, ni escaranagas ni luciabajos. Sólo amor.
 
 
Ramiro
 
 
J. Dames. (Milonga). Bailan, Roxana y Fabián. La Luciérnaga. 
 


El final del túnel. Albons, Empordá juliol  2012.


El túnel


Me lo habían explicado todo muy bien y casi lo memoricé a fueza de repetírmelo: Tú cuando entres en una especie de túnel muy oscuro sigue adelante mientras haya luz y no te preocupes, no te apartes del camino. Así lo hice, mientras hubo luz. Pero no me informé de más, ¿y ahora qué? No traigo linterna, recular después de todo el esfuerzo y en un sitio tan estrecho no es tampoco solución, igual me quedo trabado si intento girarme, me puedo morir de sed antes de salir de aquí. No tengo móvil y de todos modos en este agujero no hay cobertura, eso sí me lo comentaron. Empecé a cavilar a una velocidad increíble, me pasó la vida entera por delante, como a esos que regresan de la muerte o que rozaron su umbral, más bien. Y cuando llegaban al final de ese otro túnel contaban que se hacía la luz, una luminosidad creciente, irresistible, que anulaba todas las sombras. Alguien encendió la luz en ese momento..., pero yo, una sombra, había desaparecido.

Ramiro

Bob Marley - Redemption song (subtitulado)


 
Salud y buen camino.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Ombres a Albons


El balancí. Albons, juliol 2012.

El columpio de Yan


Yan se sentó en el columpio y arrancó. Metió primera, segunda, tercera y redujo otra vez hasta dejar el balancín en punto muerto cuando se acercaba a la señal de stop.  Paró, miró a un lado, miró al otro y como no venía nadie echó a andar de nuevo. Segunda, tercera, cuarta...
El columpio no tenía quinta y como a ella le gustaban los cambios de ritmo y dirección redujo a tercera, hizo un giro ya en segunda y regresó sin meter primera por el mismo camino por donde venía, mirando el paisaje.

Es un balancín ventilado, todo aire y luz, estupendo para los días de verano. Mejor que un descapotable. Tiene un asiento artesanal de madera un poco duro pero resistente, tiene unos agarraderos de cuerda muy buenos para sujetarse en las curvas y en los derrapajes.
No necesita parachoques ni carburador y el claxon es de los clásicos, un ¡pipíii! o un ¡popóoo!, según como coloque los morros el conductor.

Todo son ventajas en este columpio. Gasolina no consume, tampoco gasta ruedas aunque no levita. ¡Pero casi vuela!.

 
Ramiro


El guitarrista Juan Dallaserra toca 'El Columpio' de Francisco Tárrega (Villarreal, Castellón, 21 de noviembre de 1852 - Barcelona, 15 de diciembre de 1909)
 
 
 

La cadireta. Albons, Empordá, juliol 2012.

La silla de Yin


Yin se sentó en la silla  a descansar. Estaba muerta. Todo el día de acá para allá en un trajín continuo. Se lo tenía merecido. Y la tarde era preciosa, el sol doraba las losetas del porche y las golondrinas se posaban en los cables a parlotear como cotorras acicalándose las plumas de la pechera y rascándose las sobaqueras.
Le entró un sopor dulce y reclinó la silla. Era de madera, un poco dura, pero resistente y sobre todo ventilada. Le gustaban las sillas ventiladas donde no se pegase el culo y las piernas con el sudor de una estancia prolongada.

Es mi asiento preferido. Especialmente después de haber trabajado un poco en el jardín. Me encanta sentarme a leer, apoyar la nuca en el respaldo después de algunas páginas, cerrar los ojos e imaginar que soy la heroína de la que me habla el libro. Adormecerme. Planear como una golondrina.
La silla parece absorber mi cansancio y mal humor. Cuando la dejo y más tarde me vuelvo a sentar, toda esa fatiga que he dejado en ella ha desaparecido ya. Me recibe siempre limpia y cálida, y me abraza.

Sumida en sueños amables despego del suelo sentada en la silla. Muevo las piernas que cuelgan en el aire, para avanzar, ¡como si estuviera en un balancín y volara!.

 
Ramiro
 
 
Nat King Cole. La Golondrina (제비)



La taula. Albons, Girona, juliol 2012.
 
La mesa

Primero llegó Ana y puso una bolsa de la compra sobre la mesa, arrimada a una pared lateral del porche. Sacó la llave del bolso y abrió la puerta de casa. Más tarde llegó Fidel, después de cerrar el cuatrolatas, cargando el resto de la compra. La posó en la mesa aliviando peso unos instantes.
Carne, pescado, quesos, algún embutido. Unas botellas de vino. Y verduras. Asomaban fuera de la bolsa los tallos largos de los puerros. Uno de estos días haremos purrusalda, pensó el navarro.  Mañana venían unos amigos.

Ana ya lo tenía todo a punto. Era domingo, una paella para recibirlos era lo mejor. Hacía un día precioso. La comerían abajo en el porche, de ese modo podría cocinarla en el fuego de la barbacoa, quedaría más sabrosa.
La mesa era grande, de madera dura, y resistente a la intemperie, muy sólida. Y sobre todo cómoda, permitía sentarse en torno a ella a diez personas con holgura y estirar o cruzar las piernas cuando se comía, porque era alta y diáfana, sin maderos con los que tropezar con las rodillas.

Casi simultáneamente, pero sin saberlo, pensaron en la funcionalidad y bondades de aquella mesa cuando ponían los platos y cubiertos. El arroz en su punto, los amigos llegarían volando...

Ramiro

Les forces es refan entorn la taula. Las fuerzas se recuperan en torno a la mesa.
 


P.D. Naturalmente las pequeñas historias de hoy son una excusa para recordar con cariño a nuestros amigos, Yin, Yan, Ana y Fidel, a quienes están dedicadas y con los que pasamos unos días maravillosos, recibiendo sus atenciones y generosidad, paseando, charlando, riendo, comiendo y bebiendo con la moderación que a todos nos caracteriza (ríete, Fidel!), en lo último excepción hecha del que suscribe.

¡Salut, muchos petons i bona nit a todos!
 
ra 

martes, 25 de septiembre de 2012

Καλαμάρια του Αιγαίου, Calamares del Egeo



Nata montada del Egeo
Santos Apóstoles, Eubea. Grecia, agosto 2012.

Se me van los calamares
(Cancioncilla de amor a los calamares)


Se me van los calamares
a sudar la tinta china
han saltado a la cocina
se van allende los mares
los calamares
 
Y el bueno del camarón
hecho de plata Meneses
brincando se compinchó
con esos viejos juglares
los calamares
 
Se largan con las bermudas
birladas de algún cajón
de color azul de mares
se me van ¡ay qué doló!
los calamares
 
Surcan los mares del sueño
en un canuto encendido
vuelan raudos ¡bang bang! como tiros
y no tienen más pesares
que el curro y sus avatares
los calamares
 
Se han unido las sartenes
el vinagre el pimentón
qué sería de esos mares
si comiésemos toítos
los calamares
 
Los llaman los chapuceros
por la forma de pintar
lo manchan todo de negro
son un borrón de los mares
los calamares
 
Ahhh bandidos miserables
que no tenéis corazón
que me habéis dejao en cueros
soplando y soñando a pares
los calamares 
 

Calamares al sonrojo
Grecia 2012

Y voy ciego furibundo
perdido por esos mundos
llevado por ¡calamares! los azares
de vientos corrientes mares
buscando los mis amores
los calamares
 
Son piratas de cuidado
van de pillaje en pillaje
y si gritan abordaje
son el terror de los mares
los calamares
 
Más vale tener en mano
un calamar que volando
porque pirándose al mar
será difícil pescar
al calamar
 
Dejad todos el madero
y nadad hacia las rocas
que no cunda el desespero
vamos a las grutas locas
¡calamares!
 
de guirnaldas de corales
Voy delante tú el primero
donde habitan ¡pintureros! los toreros
flotando sus alamares
los calamares
 
Me esconderé en el alcohol
ya es inútil esperar
que regrese de la mar
ese mi amigo del alma
el calamar
 
Me se van los calamares
a sudar la tinta china
han saltado a la cocina
se van allende los mares
los calamares
 
Los calamares... 
 
 
De Cançâos (Sentâos, no os quedéis de pie). 1980-87.
 
Ramiro Rodríguez Prada


Vainica Doble. La cocinita mágica.

http://www.youtube.com/watch?v=J-bQ2-LC57I&feature=related


Spiros limpia los calamares con agua del Egeo.
Santos Apóstoles, agosto 2012.

Buenas tardes. Ayer tuvimos visita de amigos y yo mucha tarea cocinil. Es una entrada imprevista ésta.  En el comentario que hice a la última fotografía de Marta Capote le explicaba el origen de esa frase:

Psilicosis18 Sep 2012, 20:49
Salud y besos, que se me van los calamares!
Ramiro.
 
Marta Capote: qué, se quemaron los calamares???, o, es qué no pescaste ná?? -smile
¡¡ Salud Amigo -ése Ramiro- !! y muchos

Besos
Marta


psilicosis
19 Sep 2012, 20:57
"Se me van los calamares/a sudar la tinta china/han saltado a la cocina/se van allende los mares.../los calamares".
Es la Cancioncilla de amor a los calamares, unas letras que escribí en los ochenta. En el curro los colegas acabaron imponiendo la frase, un honor; es una mezcla de estar en la luna, enloquecer y olvidarse, más o menos...
Más besos, cuca.
   
Esos colegas fueron dos currucas, el Esguilatorres  juliensis y la Filomela cañera, junto con el Armengolius, director de La voz del celata, decana en Espania de la prensa celadora hospitalaria, y libre, ejem! 

En la última crónica de Ana Capsir (Navegando por Grecia) intitulada  Los piratas de Furni, Ana hablaba de la isla y sus barculas y remata el escrito con unos calamares. Dice:

"Pero... llegó el calamar que habíamos pedido; el atrapado sin luz de luna, capturado en las barcas coloridas, las barcas que vienen y van, las barcas que bailan en el puerto. Dejamos de preguntar. El comisario Montalbano hubiera considerado una vulgaridad irritante hablar mientras se comía unos salmonetes. Por este calamar...habría sacado el revolver.". Le comento:
 
Psilicosis
Cómo apuntas al sibarita Montalbano y no al proletario Jaritos, pícara! La pistola por los calamares no sé si la sacaría pero por los salmonetes igual sí, aunque no es muy pistolero ni bucanero. Qué chulo Fourni, La Maga sola en el puertín, tú sola debajo de la sabina, ¡dale que libras!

Salud y que siga el buen rumbo.
 

"Es que al Jaritos solo le flipan las yemistá de su mujer y no se extasia como Montalbano. Un calamar del Egeo es una experiencia mística.
La Maga estaba fuera del puertin porque las barculas no dejaban un sitio libre. ¡A ver quien se mete con ellas!"
 
El Capitán Rockhopper vs el poderoso calamar
 
 
En fin, como no quisiera desmentir a la Capitana pirata, rebajando el valor de los calamares griegos y egeos, esa "experiencia mística", no se me ocurrió mejor manera de apoyar su aseveración y entusiasmo que rescatando esa cancioncilla, ilustrada con las fotografías de los calamares recién pescados que limpiaba y cocinaba Spiros en los Santos Apóstoles este verano.


Los rimados eran para el Pulgarzito, sobre todo, aunque al final quedaron en la letra. Como expliqué en otra ocasión Cançâos es corrupción del plural portugués Conçôes, Canciones.

 
Javier Krahe y Enrique Sesea. Cómo cocinar un Cristo.
 
 

Salud  y bocata calamares!
 
ra