sábado, 10 de noviembre de 2012

H Κρήτη, Creta -7. Κνωσός, Knossós


Grecia,  verano 2012

Ο ταύρος, el toro.


Buenos días. Seguimos en Creta. Desde Anoyia y el Antro del Ida, bajamos a Knossós e Hiraclion por la tarde.
La primera parte de la carretera es todavía bastante aérea y montañosa, hasta desembocar en la zona de Kampos, Sklavokampos, Tylissos, donde el terreno se allana, la humedad y el verde aumentan, junto con las huertas e interminables y bien cuidadas viñas. La tierra, rica y más fácil de trabajar aquí, recibe las abundantes aguas de la vertiente noreste del Psiloritis.

Νίκη Ξυλούρη, Λάμπης Ξυλούρης, Νίκος Στρατάκης,
Ψαραντώνης - Παλιό κρασί ειν'η σκέψη μου. Mi pensamiento es vino añejo.
 
 
  Παλιό κρασί είν' η σκέψη μου
πάντα μ' αυτή γλεντήζω
μα 'ναι φορές που με μεθεί
και δεν την ταγιαντίζω
 
Vino añejo es mi pensamiento
siempre con él me alegro
pero a veces me emborracha
y no lo soporto
 
Estamos en una zona vinatera, una de las cubas de Creta, a escasos kilómetros de Hiraclion y de Arhanés, pueblo que da nombre a una de las cuatro denominaciones de origen de la isla. Las otras tres son Pezá, Dafnes y Sitía.
Los nombres de las variedades de uvas cretenses más comunes son: Rozákina, Vilana, Kotsifali, Mandilaria, o la Sultanina, muy abundante, para las famosas Pasas de Esmirna, de Corinto, etc.
Pero de vinos cretenses, de los que tengo algunas etiquetas en el cuadernín de viaje, que fotografiaré, hablaré otro día, en ésta o en la etiqueta de Lo que se comió... . Junto con el olivo es la riqueza más importante de la isla.

El aparcamiento estaba casi vacío. La verdad es que en la visita a Knossós también tuvimos suerte, porque no había apenas turistas, aún así es la atracción más visitada de la isla, en especial por extranjeros, y en cualquier época del año hay mucha gente.
Eran sobre las cinco de la tarde y la mayoría de las personas, sobre todo los grupos organizados, habían hecho ya sus recorridos por la mañana. Algunos salían todavía de los muchos restaurantes que rodean las ruinas. En uno de ellos, griego, tomamos un refrigerio también nosotros al terminar el tranquilo, pero largo paseo por la espaciosa, espectacular dacha de Minos.

La entrada es cara y si utilizas los servicios pagas a la señora de la limpieza por el papel que te facilita. No es una medida impuesta por ella, desde luego, pero por lo menos le garantiza unos ingresos mínimos, y el usuario  tiene a su disposición una instalaciones siempre limpias y cuidadas.
Creo recordar que también había cafetería y tiendas de recuerdos en el interior, antes de las ruinas propiamente dichas.

Letra, Δημήτρης Χριστοδούλου. Música, Λίνος Κόκοτος.
Voz, Νικος Ξυλουρης. Γεννήθηκα σε μια στιγμή.
 

El recinto está emplazado en un lugar casi idílico, a pocos kilómetros a la vista del mar, en un pequeño valle que desemboca en la costa, y rodeado por un viejo y denso pinar que lo esconde y lo protege de las inclemencias atmosféricas.
Eso no fue bastante para evitar la ruina provocada, bien por la inundación del sunami en la explosión de la caldera del volcán de Santorini, bien por la destrucción causada por los aguerridos pueblos micénicos del continente, las dos teorías más difundidas que explican su desaparición, y con ella el declive de la civilización minoica.

El trabajo de restauración que emprendió su descubridor, sir Arthur Evans, es muy discutible como se sabe, y hay partes que parecen auténticos pastiches de tan falsas como resultan. Quizá para las oleadas de turistas que invadimos cada año las ruinas, más por moda cultureta que por devoción, el resultado esté en consonancia con el gusto por el pan comido, ¡hás unas fotos y tira millas!, es dicir, por el poco gusto o por su falta.

Con todo y con eso, y aunque sólo fuera por ver su entorno, su ideal ubicación geográfica, valdría la pena la visita.
Μία αγαπημένη ταινία + οι αγαπημένοι, Ο λαβύρινθος του Πάνα. El laberinto del fauno.
Μadredeus - O pastor.
 
 
 
Pasífae le dice:  ¡Niño, me tienes harta!
El Minotaurín, moró pedí, parece Hiraclís, Herculín, Sansón.
Está cachas como los niños jesuses medievales.
(De la libreta de Creta 2003)

(Pasífae parece muy dispuesta a propinar al rapaz una azotaina, pero ¡quién se atreve con esos pectorales!)

Y, como ya sabréis la mayoría, éste es otro de los grandes lugares del mito. Su palacio, la contrucción más extensa e importante del conjunto, se ha propuesto como la residencia del mítico rey Minos, la figura que reinaría en Creta dos milenios antes de nuestra era cristiana.
 
El rey había ordenado a Dédalo la contrucción de un laberinto para encerrar al Minotauro, cabeza de toro y cuerpo de hombre, fruto de los amores de su esposa Pasífae con un toro sagrado del que se enamoró. Dédalo le había fabricado antes un disfraz de vaca a la reina para que el toro, blanco, entrara en quintas.

Ahí pasan a la acción los atenienses y su príncipe Teseo, que se presta voluntario como tributo al monstruo junto con otros jóvenes, víctima para ser sacrificada y comida por la bestia, pero que, con la ayuda de Ariadna, hija de los reyes, y su hilo, mata al Minotauro y sale del laberinto ovillando el hilillo (de rajo-hoy). Historia novelada por Kazantzakis en otro de sus libros traducidos aquí que recomendamos, El palacio de Knossós, de facil lectura y muy divertido.

De este mito tan conocido, parten otros relatos, como la vuelta de Teseo a Atenas, el abandono de Ariadna en Naxos para sustituirla por su hermana, la llegada del héroe ateniense en el barco de las velas negras, velas que ve desde los altos acantilados Egeo, su padre y que interpreta como una señal de la muerte de su hijo. Se suicida lanzándose al mar y dando nombre al Egeo. Casi nada.
 
Y desde el aire se precipita Ícaro sobre la isla que lleva su nombre, en otro mito derivado, en la huida con su padre Dédalo y otro de sus inventos, las alas de cera, que se derriten cuando el rapaz, en su inconsciencia adolescente y desoyendo los consejos paternos, se aproxima al sol. En fin...
  
El guaje pequeño, que nos había oído hablar de Zeus transformado en toro en el rapto de Europa, escena que venía también grabada en las monedas de euro griegas, parecía el más interesado en Knossós, por la cantidad de referencias que se encuentran a la tauromaquia, entiéndaseme, histórica y mítica.
Y es que, además, hacía poco que sabía del horóscopo y que él era Tauro, o tavros dicen los griegos. Delante de Los cuernos de la consagración, uno de los puntos estrella de las ruinas, dedicado al Toro, me dice muy seguro, ¿Papá, a que el Toro es Feus?. ¡Josss, los niños, cómo viven  los cuentos!

Λουδοβικος των Ανωγειων. Βασιλική Μουσταφέρη. Το ξερω πως υπαρχεις.
 
Η Κρήτη,  Creta
 
Y en Hiraclion, ruidosa y caótica, estuvimos apenas dos horas, el tráfico era horroroso, las calles y aceras de media capital estaban levantadas y en obras, flotaba el polvo en el aire caliente.

Anduvimos un rato por el centro y por el puerto y nos fuimos, porque anochecía y aún nos quedaba mucho camino de vuelta a Janiá, por la buena carretera del norte paralela a la costa, eso sí, adonde arribamos un día más, agotados pero hambrientos, dispuestos a comernos en compañía de Nikos, ración triple de pitas yiro con unas jarras de clarete, que es el vino que beben los cretenses a diario, o blanco. Es el lugar de Grecia donde menos retsina hemos visto beber. Y meterle al tsikudiá, desde lugo (ourense y pontevedra...).

En el camino quedaron Maliá, que no vimos, y el pueblo de Doménicos Theotocópulos, el Greco, por el que entramos y salimos sin bajar del utilitario.

En el próximo capítulo supongo que llegaremos por fin a Sfakiá y Frankokástelo. ¡Hasta entoncenes! 

Ψαραγιώργης.  Ανωγειανές κοντυλιές.

Υγεία, Salud!
 
Barbarómiros. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

La hucha



Caixa de Aforros

La hucha


No sé qué pude ver en aquella hucha. Quizá la expresión un poco melancólica del cerdito, o sus ojos, aquellos ojazos sin malicia, tal vez las orejas listas, tiesas..., no lo sé. Pero fue mi perdición.

Jamás en la vida se me ocurrió robarle nada a nadie. Mis padres eran personas serias que nos educaron en el respeto a los bienes ajenos, siguiendo los mandamientos cristianos. No creo saber lo que es la codicia. Eso no quiere decir que en alguna ocasión no haya sentido tentaciones, pero más por la gamberrada o el capricho que por el valor de lo sustraído, sin ambición propietaria. Pero como soy persona tímida siempre me detuvo el temor a ser descubierto, sobre todo por la vergüenza consiguiente.

Fragmento de The Golf Specialist, corto de 1930, con W.C Fields mostrando su famoso amor por los niños. (Subtítulos en castellano)

Yo estaba entonces trabajando de pintor por domicilios particulares y me anunciaba en la prensa provincial. Llevaba a un chaval conmigo que me ayudaba y me resolvía muchas papeletas, era trabajador, responsable y alegre. Una bicoca, una delicia de guaje. En muy poco tiempo aprendió el oficio y hacía él la mitad del curro. Estabamos los dos contentos porque le pagaba bien y nunca nos faltó trabajo.

Debería haberlo previsto, pero un día se independizó. Era bueno en lo suyo, formal y quería casarse. Yo estaba soltero, y así sigo, y lo traté como a un hijo, le ayudé en todo lo que pude, y me dispuse a buscar otro aprendiz, sabiendo ya que sería imposible encontrar una joya como aquella.

El mozo que contraté era ya talludito, pero parecía dispuesto y de fiar, y para empezar no me parecieron malos mimbres.
Yo empezaba a estar mayor y no veía muy claro mi futuro, aún tenía por delante unos cuantos años antes del retiro y parecía que últimamente las cosas se torcían. La gente regateaba, escogían los materiales mirando más el precio que la calidad o el rendimiento, tardaban en pagar, o no pagaban...

Acabé despachando al ayudante. Con los presupuestos que manejaba podía hacer la labor yo solo con pocas horas más de trabajo a la semana. Y de todos modos cada día salía menos curro.

Un día me avisaron para pintar una casa de nuevos ricos en las afueras de la ciudad. La señora me indicó dónde podía coger agua, en un grifo junto al garaje. Dentro había calderos, podía usarlos en caso de necesidad. Habían dejado preparada la planta inferior de la casa y, si necesitaba algo más, la señora estaría arriba, podía llamarla.

Entré en el garaje a coger el cubo y entonces la vi. Estaba en una esquina, en el suelo, junto a otros trastos polvorientos. Era una hucha de barro con figura de cerdito, de las típicas, ¡bueno!, de las típicas no, porque en lugar de forma de tonel tenía foma cilíndrica, como un gochín flaco, y el exterior era brillante, pues aplicaron un engobe. Ni el barro, ni la cocción, ni el acabado eran del todo toscos, para ser justos.

Esto deben ser disculpas que me monto para intentar justificar o, simplemente, explicarme el por qué me quedé enganchado con aquel cerdito.
Cuando acabé el trabajo ese día y volví a casa no podía quitármelo de la cabeza. A la mañana siguiente, antes de empezar a pintar, tuve que entrar en el garaje para echarle un vistazo. Me tenía subyugado. Ahí seguía.
Por la tarde me acerqué al rincón y lo tenté. Sonaron una pocas monedas. Debía llevar allí mucho tiempo, olvidado ya. No lo habían abandonado por su riqueza interior. Ni por sus magros jamones.

El día que plegué, distraje la hucha entre las brochas y los rodillos y me la llevé a casa.

Nada más llegar lo primero que hice fue lavarla con cuidado. Estaba pensando dejar de fumar y se me ocurrió que podía ir echando cada semana el dinero que ahorrara en tabaco. La tenía sobre la mesa y la miraba fascinado. La sacudí otra vez. No había más de media docena de monedas en su interior.
Iba a sacar un cigarro pero en su lugar saqué un euro, ¡Hay que empezar a ahorrar!, pensé, y acerqué la moneda a la ranura.

No me dio tiempo a soltarla. La ranura, el vacío interior, como un aspirador monstruoso, absorvió la moneda y a mí agarrado a ella. Llevo aquí dentro unos cuantos años, junto a otros cinco pringaos, ya perdí por completo la noción del tiempo y del ahorro.

Ramiro Rodríguez Prada

The Vientre. Todo lo hago Fatal.
 

 
Salud
 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El dibujante de Atenas


Lleida,  julio 2012

 
Τι kοιτάς, Qué miras?


Íbamos caminando entre un río de gente por una acera de la calle Stadiou, una de las céntricas de Atenas, paralela a Panepistimiu/Venizelos y que une, como ésta, las dos plazas más importantes de la capital: Omonia y Síndagma.

Acabábamos de pasar junto a la estatua ecuestre de Kolokotronis, un héroe nacional, y la plaza que lleva su nombre. La acera se aclaró un poco y entonces lo vi, a cierta distancia sentado en un bordillo, antes de llegar a él. Era un hombre algo más joven que yo, delgado y muy moreno.
Reparé en él porque hacía algo mirando al suelo, totalmente ajeno al tráfago de la calle: mojaba la boquilla de un cigarro en la pintura blanca que tenía en un pequeño frasco y pintaba círculos iguales sobre el bordillo.
Ralenticé la marcha para fijarme mejor, mis acompañantes continuaron el paso sin percatarse.

Los transeúntes ocultaban la indiscreción que yo pudiera estar cometiendo y me sentía protegido, abservándolo ya atentamente a medida que me aproximaba.
Debió ver mi sombra en el suelo avanzando despacio. Cuando estaba a su altura, el hombre, de espaldas a mí, se giró de repente y me miró directo a los ojos.
Le mantuve la mirada sin apartar la vista, pero sin retos, amigablemente. Él me había mirado con altanería y cierta agresividad, pero al tiempo demostrando una libertad, una falta de miedos y prejuicios, y un desparpajo semejante al mío. Parecía estar diciéndome, como un niño que juega a otro que lo mira sin comprender del todo de qué va el juego, ¿Qué miras?.

Pero la mirada, sin dulcificarse, con la misma dureza, tuvo un destello, un brillo de reconocimiento, ¡No te temo, eres de los míos, eres como yo!, y también de muda gratitud, Me alegro de que te guste lo que hago, yo estoy aquí, pintando... . Gratitud o camaradería, el sentirse reconocido por un igual, por otro hombre.
El más indigente y desolado de los verdaderos artistas tiene un ego inmaculado, virgen...

Toda esta escena no duró más tiempo del que tardan en cruzarse dos personas, porque no me llegué a detener, unos 15 ó 20 segundos como mucho. Pero la intensidad callejera, el ruido y la cantidad de peatones que pasan con prisa, absortos en sus pensamientos sin apenas prestar atención a nada, hizo que el choque de las miradas hablándose fuese brutal, de una potencia comunicativa extraordinaria.

La suya era la mirada del que sabe, pero que al propio tiempo vive en el límite, sometido a una esclavitud  insuperable o a un destino inapelable, un fatalismo lúcido y terrible, frío en su lucidez y abrasador por su intensidad. Una pasión arrebatadora, como la de un adicto, un poeta o un enamorado, que se sabe perdido pero dueño de una vivencia poderosísima, incluso en la miseria absoluta, en su despojamiento radical.

¿Porqué pensé en un descenso a los infiernos? Los círculos blancos que dibujaba eran como las fichas de autorrescatadores de un cuadro que yo había pintado no hacía mucho. Esas chapas, del tamaño de pequeñas monedas, llevan un número grabado, cada uno de los cuales corresponde a un minero. Cuando bajan a la mina cogen el Autorrescatador y dejan la chapa colgada en su lugar correspondiente, en un tablero donde cuelgan también el resto de las fichas de los que están trabajando en el interior en ese momento. Es como un testigo. Un testigo...

Puse un hechizo en ti porque eres mía

Nina Simone. I Put Spell On You.
  

martes, 6 de noviembre de 2012

Ζαργάνα, Aguja


Sargana.  Santos Apóstoles. Eubea.
Grecia, agosto 2012

A las buenas. La ζαργάνα fue la reina del verano, y no porque la comiéramos muchas veces, tan sólo cuatro, dos en lo de Stavrula, otra en el Tsivaeri y una cuarta en casa de Lizy y Diamandís.

Todas nos gustaron pero las de Lizy fueron especiales porque las comimos en su casa, un lugar privilegiado en lo más alto de los profundos valles, sobre el paisaje de monte, pueblos, playas, costa e islas que se divisa desde allí.
Se ve a tiro de piedra Skyros, la más sureña de las Esporadas, y en días claros Psará, en la otra orilla del Egeo. Y los barcos que salen del puerto de Petriés, Ayioi Apostoloi, Santos Apóstoles, a pescar sardinas, anchoas, calamares..., o agujas, sarganas.

Fueron las reinas, porque los bancos entraban en la bahía y se acercaban al puerto, incluso a la playa, donde los patos las seguían haciéndolas saltar fuera del agua, un fugaz destello plateado en la superficie de la mar, especialmente por la mañana temprano y al atardecer.

Por la bahía y a su entrada echaban varios barcos el cerco, el gri-gri, entre ellos el kókino kaíki, el kaike rojo de Yorgos, el Arjón Mijail,  Αρχων Μιχαηλ al que seguí todo el mes, y que me entretuvo en las horas de patasuelta mirando al mar en la terraza de casa, en sus vivas y coloristas idas y venidas por el golfo.

Pescando sarganas a caña. Música, Jovanotti, L'omblico del mondo.

 

Dios te ve
Grecia 2012

De algunas cosas tengo imágenes y espero subirlas algún día. Las más interesantes son tal vez las de las faenas del gri-gri, pero hay algunas de Spiros, por ejemplo, limpiando las sarganas con dos cortes en la barriga para sacarles limpiamente la tripa, que también tienen su interés.

En todas las ocasiones las comimos fritas. Muy ricas. Estaban muy frescas y eran pequeñinas para los tamaños que se pescan a veces, es la mejor manera de prepararlas. Lizy las rebozaba en harina metiéndolas en una bolsa de plástico y agitando la bolsa. En un ¡ay! están enharinadas. Yo lo hago en un taper de plástico con el bocarte o la parrocha que comemos aquí.

Las agujas, que es el nombre que les damos por estos pagos, son mucho más grandes aquí y, en todo caso, las comemos pocas veces.
Cogiéndolas la última vez en la pescadería, me contaba un hombre cómo fue el pescado que quitó el hambre al proletariado asturiano de la guerra y la posguerra. Había mucho, y era barato y  muy nutritivo. Fue por eso, durante años, proteína de pobres.
Merlines es otro nombre por el que se las conoce.

Tiene un sabor fuerte, no la que comimos allí, hablo de la grande, que permanece en la memoria, y una carne prieta y fibrosa que recuerda un poco a la de la anguila, aunque su aspecto exterior es diferente, y su sabor.
Es un pez musculoso, con apariencia de serpiente. Y de pez espada en miniatura.


Agujas o Merlines, los colores del mar
Grecia, verano 2012

Naturalmente, comimos las consabidas y también estupendas: σαρδέλες, sardeles, sardinas, γαύρος, gavros, anchoas, ξιφίας, xifías, pez espada, γαρίδες, garides, gambas, καλαμάρια, kalamaria, calamares, μπαρμπούνια, barbunia, salmonetes... . A alguno de ellos le tocará también su turno en esta etiqueta, cuando proceda, si procede.

La mitad son pescados humildes y baratos, pero su frescura los hacía excepcionales. Con frecuencia el precio de las cosas no coincide con su valor, y éso en todos los órdenes de la vida.

Ένα κι ένα - Νίκος Παπάζογλου.
 
 
Υγεία και καλή αλιεία, Salud y buena pesca!
 
Ramiro


lunes, 5 de noviembre de 2012

H Κρήτη, Creta -6 . Ιδεων Αντρoν, El Antro del Ida


Grecia,  agosto 2012
 
Feus


Feus le llamaba el mi rapacín a Zeus. El Antro del Ida, Ideon Antron, lleva ese nombre por una cueva (antro) que todavía existe en las faldas del monte Ida, cumbre del Psiloritis, el macizo montañoso que ocupa el centro de Creta.

Allí cuenta el mito que nació el rey del Olimpo y centro del firmamento en el panteón griego, Zeus tonante y follador.
Su madre, Rea, hermana y esposa del deífago titán Cronos/Saturno, dios del tiempo, devorador de sus hijos, lo escondió y le dió a su salvaje esposo una piedra envuelta en piel, que el Gran Tragaldabas se zampó como si fuera un ril de marrano, que no tiene un pelo, una chuchería. Mirad el cuadro de Goya. Maravillosa continuidad de la Grecia clásica, cronos sigue siendo el tiempo.

Ψαραντώνης. O Δίας. Zeus.

Rea le confió el superbebé a la ninfa Adrastea a quien ayudó su hermana Ida, y la cabra Amaltea lo crió al amor de sus colmadas y divinas ubres en aquella cueva.
Hay más Idas en Grecia y lugares que se disputan el nacimiento del dios del rayo y la tempestad. Y en la misma Creta, en la residencia de Adrastea en el Dicte, otra poderosa sierra al este de la isla. O cerca de Troya, en Asia Menor.

Zeus/Júpiter es el precursor del monoteísmo en occidente, maduro ya cuando llegó Yahvé/Dios. Así que aquí estamos en el antro donde se coció un primer pastel de la repostería Vaticana, por así dicir.
 
El mito, la tradición oral y escrita, y los restos arqueológicos parecen aliarse, porque en el Antro se han encontrado desde restos rupestres prehistóricos, a evidencia de cultos que datan de tiempos míticos. Si el Ideon Antron no puede demostrar ser la cuna de Feus, asunto peliagudo, al menos ha demostrado su antigüedad y su relación con el culto y la mitología desde hace milenios.

La visita a la cueva no es que sea algo alucinante, pero sí merece la pena el camino desde Anogia. Es una carretera por un paisaje atormentado, que sube hasta una meseta rocosa muy extensa, base a su vez de las grandes cimas del Psiloritis, como su cumbre y la de Creta, el monte Ida (2456 m.).

En la subida van apareciendo pequeños rediles de piedra muy tosca, y cabañas cilíndricas del mismo material con grandes lajas como techumbre, refugios de rebaños y pastores. Y siempre ovejas y cabras, en toda Creta, en toda Grecia.

Λουδοβίκος των Ανωγείων. Η μέλισσα και ο άγγελος. La abeja y el angel.

Loudovikos ton Anogion ha conservado y mejorado una de estas cabañas montesinas donde parece que se retira por temporadas a meditar y componer, y donde se reúne con amigos y otros músicos alrededor de la lumbre de un cordero a la estaca o la parrilla. Y espero que del vino y el tzikoudiá.

El día que fuimos coincidimos con otros seis visitantes, con los que comimos después en el único localón disponible, donde  arranca el camino del Antro. Nos dieron el plato del día, lo que había, griego y sabroso, con un caldo caliente al principio, para entonar, se notaba el fresco, llevad un jersey.
Hicimos de intérpretes para dos señoras mayores francesas muy simpáticas y dos parejas de italianos, y todos comentamos las bondades de Grecia y de Creta, como en familia.

La meseta rocosa superior del Psiloritis, llamada Nida, es una maravilla, hostil y seca buena parte de ella, alterna con un amplio y muy extendido valle hacia el centro de la llanura, por donde discurre un riachuelo, flanqueado por pradería de montaña, escasa pero, a lo que parece, sustanciosa y suficiente a juzgar por el queso artesanal que trabajan aquí los pastores, ¡cosa fina!. Como la miel que recogen.

Αντώνης Ξυλούρης - Θα κατοικήσω στο βουνό. Vivo en la montaña


El Disco de Festos
Ilustración de la libretina de Creta 2003

Hablaba el otro día del pintor Yorgos Katsímbalis, el Coloso de Marusi, aquel del kikirikí desde el Partenón al que respondieron los gallos del Ática y de Grecia entera, como relata Leigt Fermor recogido de Durrell. Y de la impresión que Festos causó en Miller, nosotros tuvimos que pasar, con buena pena.

Siguiendo con el autor americano, estuvimos tentados de hacer una visita a un observatorio astronómico que figuraba en el mapa. El aire era sutil y transparente, el emplazamiento ideal, kilómetros de cielo y oscuridad nocturna, ni contaminación atmosférica ni lumínica, rodeado por altos picachos lejanos.
Parados en el cruce que llevaba hasta él, al final desistimos, teníamos el tiempo tasado y era difícil que sin un permiso especial nos dejaran visitar las instalaciones, mucho menos mirar...

Pero los dos recordamos otra vez la visita que Henry Miller hizo a un telescopio de alcance, en compañía de su amiguete Lawrence Durrell, cuando estuvo en Grecia, y que relata también en El Coloso de Marusi. Otro de los capítulos penosos del libro. Copio de mi chuleta libretil cretense. Hablo de Miller:

"Estrecha y estúpida su opinión sobre la visita que hizo al observatorio astronómico, donde pudo ver Las Pléyades por un supertelescopio, un privilegio que sin duda no parecía merecer, por lo que dice. Otra vez poniéndose por encima de lo que para él es la estrechez de la ciencia, se ríe de los astrónomos compinchado con Larry y adopta la postura superior del poeta, que puede mirar algo así como más allá de las estrellas. Estúpido". Y fatuo, añado ahora.

Βασίλης Ξυλούρης, μουσική. Στίχοι, Γιώργης Σταυρακάκης (Μιχαλόμπας).
 Απ' το cd  Εκειά που θέλω. Λύρα, τραγούδι, Ψαραντώνης.  Εσύ θαρρείς πώς η πληγή. 

Para subir al Ida madrugamos. Yo pasé en Anogeia la peor noche en Creta, por el frío y por el remo, y salí al amanecer a pasear por el pueblo viejo, en la zona baja donde nos hospedamos, blanco de cal, escaleras, plazuelas y callejuelas empinadas. Contrucciones tradicionales, pese a haber sido arrasado por los alemanes en la 2ª Guerra Mundial, como represalia por la ayuda prestada por el pueblo a la resistencia, en el secuestro del general jefe de las fuerzas germanas en la isla.

En el bar tomé un helinikó metrio (medio dulce) y un tsikoudiá junto a un solitario y bravo palikari de mi edad, de luto riguroso, con botas altas de cuero, gran bigote y un mavro mandili, pañuelo negro en la cabeza. Nos miramos varias veces con franqueza y curiosidad, pero sólo nos dijimos Kalimera y Geia sas, buenos días y adiós, era otro Xiloúris.


Otro Antro.
Grecia  2009
Y por la tarde, después del Antro, teníamos que hacer la visita a Knossós e Hiraclion, y regresar a dormir a Janiá, así que éste volvió a ser un día movido para mí.

Pero ésa es otra historia que contaré otro día. Paso a paso me voy acercando a la meta y esos pasos son también meta.
Ψαραντώνης- Γιαντα ΄Ναι Μαυρα Τα Βουνα.
 

Υγεία, Salud!
 
Un postre:

Ανωγειανές μαδάρες.

 
Barbarómiros