sábado, 24 de noviembre de 2012

La barretina de Dalí


Barretina de luto
Empúries, Girona 2012.

Deambulando por el Empordá
 
 
Cerca de L' Escala, donde Josep Plá tiene placa dedicada, y no tan lejos de Port Lligat, era imposible no representarse la figura de Salvador Dalí los últimos años de su vida, cuando estaba enfermo, gagá y lo sacaban en la tele franquista en blanco y negro, y en la siguiente en color, casi babeando, en imágenes penosas, con aquel gorro de dormir ladeado, que parecía una barretina de dormir, pitañoso el hombre, y el bigote ya lacio como el de un gato viejo y escaldado.

No me entusiasma Dalí, pero es un pintor y un personaje al que no se le puede despachar con un me gusta no me gusta. Vale la pena un recorrido por los pueblos de la costa donde vivió, que lo merecen además por méritos propios. Y visitar su museo en Figueres que tiene mucho de su locura. Pero esto tampoco es un lugar para hacer una crítica pesada y, ¡a quién le interesa?!.

Al margen de las preferencias personales no se le puede olvidar en un relato del arte del siglo XX, catalán, español y mundial. Con o sin barretina payesa, porque era un granuja, un tahúr que tocaba todos los palos de la baraja.
Ávida Dolars, las letras de su propio nombre, sabéis que era el apodo escogido por él en su particular y rentable forma de hacer las (Norte) américas, o de fer les amèriques, si preferís. Invita a reflexionar sobre el papel que el Artista (con mayúsculas) representa en el concierto de la política o la cultura de un país.

Inevitable pensar también, viendo la barretina de luto, en las naciones sin estado y en los estados sin nación, siempre las personas concretas en medio de las vainas, zarandeando sus sentimientos, tironeando de uno y otro lado, como dos borricos de una remolacha, ¡y si fuera forraje..., pero es ronzal!

Y finalmente, por seguir con Dalí, no se me pasa por alto el regusto surrealista de la fotografía. Aparte de la barretina, una bolsa de la basura, que debería estar en el interior de la papelera recogiendo en su espacio hueco la porquería, está fuera de ella y parece querer engullirla. ¡Todo está invertido en este mundo!, tendría que haber presentado la foto cabeza abajo, como Baselitz a sus muñecos, el mar a nuestros pies y el cielo de arena.
 
 Enric Morera.   La santa espina.

http://www.youtube.com/watch?v=48_yGM4e164&feature=related

Y los del Penedés bailando la sardana en Tarragona.

http://www.youtube.com/watch?v=Ydig-BRggpU

Música, Enric Morera. Letra, Àngel Guimerà. La versión cantada. Marina Rosell.

http://www.youtube.com/watch?NR=1&feature=endscreen&v=Tq3MOhC-lzo


Salut

ramiro

jueves, 22 de noviembre de 2012

Flemón


Muelas falsas cariadas en el dentista

 
Flemón


Era un hombre más o menos de mi edad, aunque daba la impresión de que la vida lo hubiera tratado algo peor, el ya escaso pelo blanco, una incipiente carga en los hombros, la obesidad o las bolsas de los ojos lo habían envejecido prematuramente, sin duda.

No había muchas personas en la espera del dentista. Dije buenas tardes y me senté cerca de este hombre, cuya cara me resultó  desde el principio vagamente familiar. Enfrente teníamos los sillones rojos, que hacía unos años habían sustituído a dos mullidos orejeros, que se habían quedado  anticuados, pese a las periódicas operaciones de tapizado actualizando estampados y motivos, y ya eran incómodos.
Habían prestigiado aquella salita de espera durante años, el odontólogo era bastante mayor que nosotros y ya sólo atendía a los viejos pacientes, de hecho ahora era el hijo quien sacaba adelante la mayoría del trabajo. La consulta se renovó estéticamente y se amplió cuando él entró a trabajar con el padre. Los orejeros eran un anacronismo como nosotros, y demasiados aparatosos.

Haciéndome estas reflexiones, que eran tan rápidas como un vistazo porque visitaba aquella consulta no menos de dos veces al año y en cada ocasión recordaba el antiguo escenario, noté que el hombre de al lado observaba también con fijeza los sillones y, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, nos volvimos para mirarnos. Nadie dijo nada, tal vez el esbozo de una sonrisa difusa e incierta.

Yo conocía aquel rostro. Es normal, pensé, esta ciudad es pequeña, cuántas veces no habremos coincidido, aquí mismo incluso... .
Pero había conseguido intrigarme y parecía que yo a él también porque, girándonos cada poco,
cruzábamos la mirada, estudiándonos.

Pasó poco tiempo. Quizá porque yo tuviera la vez antes, entré primero, aunque llegué más tarde que él.

El viejo dentista, que es también viejo amigo, me tuvo que sacar una muela. Mientras permanecía con la boca abierta recordé quién era el hombre que me resultaba familiar en la salita.
Sangré como un cristo en aquella extracción. Al tiempo que escupía sangre en la batea y me enjuagaba la boca, estaba reviviendo nítidamente otro episodio similar de mi primera infancia en aquella misma consulta.

Yo había ido con mi padre. Tendría seis o siete años. El dentista era joven entonces, hacía poco que había abierto la consulta. En la sala de espera había otro chaval con su madre. Tenía la cara roja y sudada, deformada por un flemón de campeonato.
Pero lo que me resultó más chocante, casi irrisorio, fue el pañuelo anudado en lo alto del pelo que le cubría la cara desde la barbilla. Sólo lo había visto en los tebeos, y como yo venía de un pueblo y estábamos en la muy noble leal benemérica heróica y buena ciudad de tal, me corté, o tal vez eran mis propios dientes los que no me permitían alegrías.

Durante un minutos nos miramos. Él parecía avergonzado de la deformación de su cara y bajaba la vista.
Poco más podría hacer el dentista que recetarle unos antibióticos, porque entraron y salieron enseguida. Cuando marchaban y nos levantábamos para entrar nosotros, nos cruzamos rozándonos y mirándonos directamente a los ojos desde cerca.
En esa mirada reconocí al hombre de la sala de espera, cuando me sacaban la muela.

Al salir, el paisano se levantó y vino directamente hacia mí alargando la mano. También él había recordado.
De nuevo no cruzamos palabra, creo que los dos estábamos emocionados, yo tenía la garganta bloqueada.  Estrechando su mano de hombre trabajado y endurecido, era como si estrujara cincuenta años de mi vida, el tiempo que había pasado desde aquella primera vez que nos vimos y, entre los dos, ¡decenas de muelas, dientes y flemones!

Ramiro Rodríguez Prada
 
 
Roberto Goyeneche, Anibal Troilo y su Orquesta Típica. Tinta roja.
 

Dónde estará mi arrabal
quién se robó mi niñez...
 
Bajo tu cielo de raso
trasnocha un pedaso
de mi corasón


P.D. El tangaso me lo envió hace tiempo Marta Capote y me vino de perillas. ¡Graciñas, joya!. Y el de Gardel me lo acaba de mandar César, del Viriato. Lo subo porque en los comentarios no se puede pinchar. Grazas tamén a ti, galego bo!.
 
Carlos Gardel.  Rosa de otoño.
 


Salud

ra

martes, 20 de noviembre de 2012

¿Qué se celebra?


Cambio de paradigma
Prototipos para Prensas Abdominales

 
Estaba muerto 
(Efeméride patriotera)
 
 
Montamos unas fiestas muy rumbosas
para conmemorar el santo de aquel Galaico Líder
había garrapiñadas e hicimos chocolate
con churros 
todos le deseamos larga vida chinos americanos japoneses
rusos cariocas alemanes griegos ingleses y troyanos
 
Hubo bailes banderas Santas Hostias paparruchas
y muchos descorcharon un buen cava a la salud del Punto 
a rebosar la Plaza del Oriente subidos en camellos
democráticos
 campechanos llegaron de Occcidente nuevos Reyes
mientras los muros de la patria mía un perro mea
 
Pero cuando el Gran Carca mal salió al balcón
todo el mundo pudo ver que estaba muerto

 
De Interrogatorios y otras partidas perdidas. 2012.
Ramiro Rodríguez Prada
 
 
Mojinos Escozíos.  Que Se Mueran Tó Los Feos.
 
http://www.youtube.com/watch?v=uW5-MKB0k9s

Convención nacionalista:

¡Españoles todos!, dijo el Menda, y todo dios salió corriendo.

Salud!

Peret y Muchachito.  El Muerto Vivo.

http://www.youtube.com/watch?v=N6R7tA6ovK8&feature=related
 
ra 

domingo, 18 de noviembre de 2012

H Μαρία Δημητριάδη, María Dimitriádi


Grecia,  verano 2012

Δημητριάδη

Buenos días. Tengo poca música de María Dimitriadi, aunque la Kantata yia ti Makróniso, texto poético de Yiannis Ritsos sobre el exilio político en esta isla hoy abandonada, y en Limnos, es uno de los que más he escuchado de la discografía griega que hay en casa.

 Καντάτα για τη Μακρόνησο. Ποίηση: Γιάννης Ρίτσος, Μουσική: Θάνος Μικρούτσικος.
 Μαρία Δημητριάδη, Σάκης Μπουλάς. Ο Ντικ.

En esa grabación, con música de Zanos Mikrútsikos, está la canción de O Ntik, Dick, el perro de los presos de Mudros, en Limnos, que he subido repetidas veces. La última el 12 de junio, en el primer capítulo dedicado en Música griega a Mikrútsikos. En la radio no es de las más habituales, pero también he escuchado su música en el 2º Programa de la EPT.

La facilidad para escuchar y poner música de Youtube, junto con la escasa información que tengo de su trayectoria, hará que esta entrada tenga más música que palabra.

La siguiente es su bautismo discográfico, su primer registro en single, una canción de  Stavros Xarjakos con letra de Papastefanu, Ena proinó, Un desayuno.

Στ.Ξαρχάκου, Γ Παπαστεφάνου.  Μαρία Δημητριάδη.  Ένα πρωινό.

La ruta musical de María pasa por todos los grandes de la poesía griega, así como por los compositores musicales más renombrados. El los capítulos dedicados a Ritsos aquí en Escritores griegos, hay también varios temas de Dimitriadi, y en otros como el ya citado de Zanos. Aparecerán hoy más poetas en las letras de sus obras.
Es posible que me repita y no lo sepa porque mi memoria no alcaza para tanto. Se trata en definitiva de seleccionar una serie de canciones para poder consultar, a quien le apetezca.

Μαρία Δημητριάδη nació en 1950  en Tavros, un barrio al sur de Atenas. En agosto, hablando con unos amigos de Lyzy y Diamandís, creímos entender que había muerto este año. No es una cantante cuya trayectoria hayamos seguido. Pero debió ser otro de mis errores de interpretación, porque María murió en el 2009, con 58 años, según leo en la red.

Concierto en Pallas, συναυλία στο Παλλάς, 1989. Μίκης Θεοδωράκης, Μανόλης Αναγνωστάκης. Mikis Theodorakis y Manolis Anagnostakis. Πιάνο, ο Τάσος Καρακατσάνης, κιθάρα, η Στέλλα Κυπραίου. Piano, Tasos Karakatsanis, guitarra, Stella Kypreou.
Μαρία Δημητριάδη.  Δρόμοι παλιοί.  Los caminos de nuevo.

Con Mikis Zeodorakis trabajó un montón de años, era una de las musas de Theo y grabó con él algunas de sus canciones más conocidas.
Los versos de la letra anterior son de Anagnostakis, poeta grande de la posguerra mundial y civil griega, la generación literaria contemporánea de la de los 50 aquí. Hay traducción al castellano de sus poemas.

María fue una mujer que llevó su activismo político hasta el final de su vida, militando siempre en la izquierda comunista ya desde los años de plomo de la dictadura de los cogoneles.

Στίχοι: Φώντας Λάδης. Μουσική: Θάνος Μικρούτσικος.
 Μαρία Δημητριάδη.  Ο Φασισμος. El fascismo.

Y en lo musical, Xarjakos, Zeodorakis, Mikrútsikos, Markópulos, o Hatzidakis, los mejores.

 Μúsica, Χατζιδάκις. Letra, Γ. Ρούσσος, πιάνο ο Στέφανος Κορκολής, κιθάρα η Στέλλα Κυπραίου. Μαρία Δημητριάδη.  Θάλασσα πλατειά. Ancho mar.


Greciaagosto 2012

La música política, si podemos usar esa clasificación tan genérica (¡cabría lo mismo el Cara al sol que A las barricadas!!, no aquí, ni en María...), su voz era una de las más características dentro de la interpretación musical femenina de los poetas griegos, pero también de algunos extranjeros.

Su poderío y pujanza, su pasión en la escena, las cualidades vocales, la emparejan con otras grandes cantantes griegas, más conocidas pero de parecido repertorio y similar envergadura, como María Faraduri.
Aunque también grabó canciones líricas, recordemos la anterior de Hatzidakis, su estilo quedará ya siempre marcado por esos dos grandes géneros, que con frecuencia aparecen unidos.

Δημιουργός, autor del video clip, Κάτια Καζάκη. Música, Θάνος Μικρούτσικος. Letra, Μπέρτολντ Μπρεχτ. Versión, Μάριος Πλωρίτης.
Μαρία Δημητριάδη. Από Τραγούδια της Λευτεριάς (1978). Canciones de la Libertad.

Ya puse un tema sobre un texto de Brecht, creo que también con música de Mikrútsikos, en otra entrada que no recuerdo, me parece que era otro, pero lo subí de todos modos porque ya queda poco y lo tenía reservado

Era hermana de otra cantante muy conocida también en Grecia, Afrodita Manu.

En los 80 comenzó una carrera en solitario que no le dio tantos éxitos como su primera época. Poco a poco su estrella fue decayendo hasta desaparecer prácticamente de la escena.

Μίκης Θεοδωράκης, Mαρία Δημητριάδη. Κάθε πρωί (Kaze proí). Cada mañana.

En los años 90, cuando todo Occidente dio la espalda a Servia en las guerras y conflictos de los Balcanes, tomando partido por los nuevos amos, bajo la excusa de proteger a los desplazados civiles, que sí era necesario, María, militante entonces del Partido Comunista Griego (KKE), mantuvo su compromiso político y vivió unos años en Yugoslavia, denunciando la manipulación de la guerra, la barbarie de los bombardeos de la Otan o el embargo decretado sobre el país.

Y me voy con la luna.

Yorgos Stavrianos. Mαρία Δημητριάδη.  Ήσουνα φεγγάρι . Tú eres la luna

Salud y buena música

Barbarómiros

viernes, 16 de noviembre de 2012

Un día con Yiannis, Μια μέρα με τον Γιάννη


La Grecia eterna, pero menos
Geromili, Petriés. Eubea, agosto 2012.
 
¿Qué pinta ahí esa bolsa?...


Buenas. Se lamentaba el mes pasado Yiannis en unos correos que nos cruzamos, de no haber fotografiado esa bolsa, la escena. Decía:

θυμάμαι το Χερομύλι και εκείνη τη σακούλα στον ορίζοντα της παραλίας
(έπρεπε να εχω τραβήξει αυτη τη φωτογραφία)
τα πραματα εδω δεν πάνε καλά
οχι μονο μια σακούλα που ενοχλεί τη θέα
μα σωρός απο ασχήμιες, κακοήθειες και φασισμό
 
Recuerdo Geromili y la bolsa a la vista de la playa
(Debí tomar esa fotografía)
 
las cosas aquí no van bien
no es sólo una bolsa que estropea el paisaje
sino montones de tumores malignos, feos, y el fascismo
 
La pobreza que trae la rapacidad y usura de los ricos, y el fascismo como su corolario: una fuerza de choque frente a los revoltosos y el engaño del patrioterismo como solución de todos los males.
 
El día 8 de agosto por la mañana, después de tomarnos unos cafelitos griegos a la orilla del mar en lo de Stavrula y Spiros, la mi morena se fue a despertar a los guajes. Eran poco más de las 8 y media, porque Giannis fue puntual y madrugador, había salido de Halkida antes de las seis de la mañana, con su pequeño utilitario echa cerca de dos horas hasta Agioi Apostoli, el pueblo donde estábamos. Como ya os he venido contando es el puerto de Petriés, el pueblo donde nació Yiannis y donde todavía vive su abuelo Barbayiannis.

Mientras tanto, yo lo acompañé hasta la localidad más próxima, donde hay surtidor de gasolina, unos seis kilómetros. Cargamos el depósito y paramos al regreso a mitad de camino para ver el paisaje sentados en el suelo, en una pequeña finca de leña de su abuelo, en el monte, desde donde se ve el mar y parte de la costa que rodea Petriés. Toda esa vista que teníamos delante ardió la última semana del mes. Dedicaré otro capítulo a ese incendio y veréis entonces ese escenario.

Me estuvo enseñando apuntes y dibujos a lápiz de su cuaderno, mientras echábamos unos cigarros y nos recreábamos un poco en lo que veíamos, bajo la maravillosa sombra de una encina, con el sol trazando ya en un cielo azulísimo su curva más tórrida.
Había cuatro ovejas en un pequeño cercado de palos y ramas entrelazadas, protegidas por la sombra de los carrascos.

El olor seco del monte, el azul profundo del mar y del cielo, el silencio y la paz del entorno, la conversación en voz baja de Yiannis... . Fue uno de los momentos más agradables de mi relajo veraniego, esos que quisieras conservar en el recuerdo y que, ya cuando los vives, tienes la sensación de que se te escapan irremediablemente como los veloces segundos.
En total, con ida y vuelta, pasaría una hora, la morena y la joven peña podían estar esperando ya.

Me supo a muy poco aquella corta sentada, pero nos dio tiempo a hacernos algunas confidencias, repasando el anecdotario de nuestros, sería pretencioso decir gloriosos, años de estudiantes, allá en la para mí ya lejana juventud, para Yiannis menos.

Él estudió Biología en Patras y conoce algunas de las islas del Jónico. Con un saco de dormir, el dinero mínimo para subsistir, una guitarra y la cabeza llena de las mismas fantasías que nos alimentaban a todos,  hizo sus recorridos a pie y sus acampadas salvajes en muchas playas donde sólo llegan los soñadores.
Esas experiencias de apartamiento del mundo y, sin embargo, comunión con la naturaleza, y los colegas si había compañía, eran casi parte de unos ritos de iniciación a la libertad y a la diversión, pero también al amor o a la madurez, a la responsabilidad y a la vida adulta, con todo lo que ello puede comportar de mal viaje.

La seducción del ideario sesentero, en lo político y en lo vital, ejerció su influencia sobre varias generaciones, y tal vez la de Yiannis haya sido la última de ellas.

La morena no tuvo que esperar por nosotros y todavía parloteamos algo en casa antes de salir para Geromili.

Hacía un típico día de primeros de agosto, muy caluroso, sin una nube en el cielo, como las que arrastró el Bóreas que sopló la última semana o las negras de los dos incendios.

La playa, de unos 150 metros de largo por treinta de ancho, tiene pocas sombras, algunas sabinas todavía raquíticas al comienzo de la arena. Los incendios vienen asolando esta parte de Eubea desde hace años, y los últimos acabaron con lo poco que quedaba.

La tienda de Yiannis en Geromili
Petriés 2012
Νικος Καρανικόλας. Στο κουτούκι του Γιαβρή .

Había una docena de sombrillas, y media de tiendas de campaña parecidas a ésta de Yiannis, que montó en un soplido nada más llegar. Éramos cinco y una sombrilla no hubiera bastado, estuvimos así muy agusto, sentados o tumbados, siempre a la sombra.
 
Y ahí pasamos la mañana charlando tranquilamente, entre sorbo y sorbo a un café frío que traía hecho, unos tragos de agua y, Yiannis y yo, algún que otro cigarrillo clandestino.
 
Nos bañamos, claro. Las olas entran aquí bastantes francas, y aunque la playa tiene un escalón pedregoso hasta el agua, la plataforma poco profunda se extiende unos cuantos metros hacia el mar y las olas rompen siendo aún muy altas. Esa sensación de que de pronto no haces pie y la ola te mece, pero sin peligro, ninguna resaca. Parecía una playa cantábrica pero con la temperatura del agua que prefiero. ¡Y un sol de espatarrrrraarrr, aaayyy...!

Mientras nos extasiábamos en aquella vista y aquel bienestar, reparamos en esa bolsa de la primera fotografía, de una cadena francesa de supermercados, carreful de estambul, que figuraba en primerísima línea de playa dando el tono y la réplica a la Grecia eterna, llena de basura, la bolsa...

¿Qué pinta ahí esa bolsa?..., recuerdo que preguntaba Yiannis, sonriendo y entristecido a un tiempo.

Comimos en el chiringuito de la playa una pikilía, que viene a ser una bandeja comunitaria con un poco de todo lo que tienen, y unas cervezas que inmediatamente calentaban. Teníamos que pedirlas de una en una para tres buenos bebedores, del primer trago las bajábamos, pero bebimos poco ese día. Estaba más rico el clarete de la casa que trasegamos en el Tzivaeri el día que vino Valy con los niños.

También en Geromili hablamos bastante, sobre todo de la dura situación política y económica que atraviesa Grecia, él entre otros muchos, de nuestro común amigo Andrés Edo, de Txell, Larry Bliss o  Felipe Zapico y, gracias a la morena de mi copla, a veces no me perdía en errores de interpretación, como el que me costó el calentón de la fallida paella que ya conocéis.
Porque en ese chiringuito saludé también a Diamandís, que me presentó a su esposa Lisy, y acepté la invitación para comer en su casa.
Las dos noches que estuvimos finalmente cenando con ellos en lo alto del monte están pendientes de contar.

Por la tarde Yiannis nos devolvió a los Santos Apóstoles y nos dejó en el puerto. Él debía volver a Halkida y quería pasar todavía por Petriés para ver a su abuelo, al que quedamos con ganas de conocer.
Lo vimos marchar con cierta tristeza pero con la esperanza de vernos de nuevo. Aquello fue apenas un aperitivo.  
Προδρομος Τσαουσακης. Οπου πατω το ποδι μου. Donde pisa mi pie.