miércoles, 13 de marzo de 2013

Petros Márkaris, Ο Πέτρος Μάρκαρης -7


Primer Panselinos de agosto
Grecia  2012

Noticias de la noche -3 
(Νιχτερινό δελτιο)


Los personajes -2

No es que Kostas Jaritos, el policía protagonista sea malo, pero hay un bueno clásico como había unos malos de libro. Aunque es importante por esa posición suya éticamente irreprochable y aparecerá en todas las historias posteriores del teniente, no deja de ser otro secundario, tal vez de lujo, que aparece más como la figura mítica, casi milagrosa del libro, que como personaje real.

Su envergadura humana pese a su aparente insignificancia le acerca a una especie de conciencia viva, una suerte de monje laico algo irreal. Me refiero al viejo  Zisis, un consejero de Jaritos y un confidente hasta cierto punto, no un soplón. Es un antiguo comunista que vive solo y con lo mínimo, un palikari y ante todo una buena persona, un sabio de la calle que lo ha sufrido todo sin obtener nada a cambio. Para Jaritos es la persona de más autoridad moral que conoce y se siente honrado de ser su amigo:

-"Había empezado su carrera de mártir en las mazmorras de las SS en la calle Merlín, continuó en Jaidari e hizo su doctorado en Macrónisos".

En Jaidari enchironaban los coroneles. Macrónissos fue una de las islas que se convirtió en campo de concentración para presos políticos después de la guerra civil. Zisis representa al comunista íntegro, fiel a sus ideas, torturado, represaliado, olvidado cualquiera que fuera el Gobierno, frente a otro personaje del grupo de los poderosos, el falso Pilarinós, otro ex-comunista, hoy millonario.

Y por fin las víctimas. Primero tres albaneses sin nombre, después la propia mujer fatal, aun perteneciendo al mundo de los triunfadores, arrollada por el peso de su pasado, de su ambición actual y del hecho de ser quien precipita el desenlace.

Pero víctimas más que ninguna los niños que son raptados y vendidos, los trabajadores clandestinos que han estado introduciendo en Grecia como al ganado, con todas las connivencias y complicidades, es decir la emigración, los más pobres y desprotegidos, los más débiles.
A los sicarios muertos no podemos contarlos entre las víctimas porque son juguetes sangrientos de su propio juego mortal, pero sí al estúpido suicida, víctima de su memez, donde el guiño de Márkaris salva un tanto la cara de la Policía.

Lenguaje 

Como es una obra que se construye en torno a un personaje, el autor prefirió la primera persona para contarnos su historia, siguiendo el modelo mayoritario, y es a través de los numerosos diálogos como conoceremos el resto del relato y el carácter de los actores secundarios que, en este contexto, actúan un poco de comparsas ante la compacta personalidad del comisario Jaritos.
El lenguaje es el de la calle, rápido, típico también de la novela negra, ágil y desenfadado, sin desdeñar el taco o el giro escatológico, hasta soez, ni abusar del exabrupto:

-"Me cago en los points", o  "Cagada a la albanesa" (De pie sobre la taza del retrete).

Y el sabio consejo de los refranes, que no prodiga pero de los que tampoco prescinde.

-"La zorra y la gallina hacen guardia en la misma esquina".

No acostumbra a detenerse mucho en las descripciones, obediente de nuevo al género, pero lo hace bien, especialmente en la pintura de los ambientes y en la penetración psicológica de sus personajes, con economía de medios, además, concisas y en estilo llano como diría Demetrio, opuesto al estilo de Vassilikós, por ejemplo, que para mí adolece de cierto fárrago y que trataremos en capítulos posteriores, como ya dejé apuntado.

El paisaje humano, aparte de los lugares comunes del género negro, la calle, los bajos fondos, el extrarradio, ambientes populares en general, ominosos o no, me recuerda al de otros novelistas griegos, por los escenarios, los tipos, por el olor del suvlaki o los yemistá, a Taksís, a Panayotópulos, salvando las distancias de época y género.

Active Member.   Αύριο.  Avrio. Mañana.


Monastiraki
Atenas, julio 2012

Real side.  Στην αυλαια σας.

http://www.youtube.com/watch?v=mq5jIpkLlbM


La tesis

No es nuestra tesis, sino la que pensamos que propone el libro, y nos referimos con ello al trasfondo político-social de los personajes y de la Historia reciente de Grecia que aparecen en la novela.
La tesis es la de la izquierda griega y europea, no encuadrada en el partido comunista ni en el parlamento burgués, una izquierda en la que Márkaris en los últimos años también parece haber dejado de creer, pero que en esta novela se concreta en:

Crítica a la generación que heredó los beneficios políticos del 68, en Grecia los yupies del PASOK, por ejemplo, la generación hija de la dictadura de los coroneles y la Politécnica, representada por el periodista ex-progre que viste Armani y que nacido en los 50, cuenta con un número equivalente de términos en su vocabulario, según el retruécano de Jaritos/Márkaris.

Crítica a los ex-comunistas que se aprovecharon de su situación cercana al poder para enriquecerse, primos hermanos o los mismos que ejecían de comisarios políticos, poderosos ya dentro del Partido en la clandestinidad (el personaje de Pilarinós).

En esa línea, muy buena la descripción de aquellas figuras equívocas, por desdibujadas y grises, pero sibilinas, zorrunas, de los comisarios políticos de los partidos comunistas. Me hizo recordar la que Vassilikós hace de la extrema derecha griega en  Z, lo más logrado para nosotros de la novela de Vassilis: De la fría planificación de un crimen de Estado, a la más clamorosa impunidad de los responsables políticos y los asesinos convictos y confesos, de lo inquietante a lo terrorífico. Márkaris lo consigue a su vez con pocas pinceladas, como un cirujano rápido y experto manejando el bisturí.

La obra se inscribe en el género policíaco, se publicita y vende bajo esa etiqueta y se atiene en términos generales a sus convenciones, pero su autor es griego hasta el tuétano. Con la particularidad de que Márkaris tal vez forme parte de un grupo de escritores europeos, y mediterráneos, diferentes del resto, que están creando escuela a través de sus anti o contrahéroes politizados y sus historias pardas con detalles costumbristas, en las que siempre se incluye un tributo a la buena mesa popular, sin excesivo sibaritismo pero con buen gusto y mejor apetito. Dice Jaritos:

-"Cada vez que quiere hacer las paces, ella prepara tomates rellenos". O la última frase del libro:

-"Otra vez sin hablarnos. Hasta el siguiente plato de tomates rellenos". ¡Voilà!. 

Isabel M. Melendi

Ramiro Rodríguez Prada 

P. D. Quiero recordar que la traducción de la novela de Petros Márkaris analizada, Noticias de la Noche, es obra de Ersi Samará para Ediciones B.

En los dos próximos capítulos de esta etiqueta, Escritores griegos, publicaremos la segunda parte del  trabajo realizado en comandita con la mi morena en el 2005 y titulado Petros Márkaris y Vassilis Vassilikós (La novela griega contemporánea), o sea Comentarios al binomio Vasilikós-Márkaris, la parte prometida que resta. El mes que viene. Amén.

Letra: Μίμης Τραϊφόρος & Γιώργος Γιαννακόπουλος. Música: Ιωσήφ Ριτσιάρδης.
 Μαρίκα Νίνου, Βασίλης Τσιτσάνης.  Marika Ninu y Basilis Tsitsanis.  Η ταμπακέρα.  La petaca.

Υγεία, Salud!

martes, 12 de marzo de 2013

Petros Márkaris, Ο Πέτρος Μάρκαρης -6


Grecia, agosto 2012


Noticias de la noche -2 
(Νιχτερινό δελτιο)


Los personajes


Siguen, grosso modo, las pautas marcadas por la novela policíaca, por ello trataré de relacionar los personajes y su idiosincrasia con los prototipos que propone dicho género.

Muy bien construido desde la primeras páginas, el teniente Jaritos representa el contrahéroe, policía respetuoso de la ley, a veces de mala gana, obediente a sus superiores incluso cuando asistía, como todos, a sesiones de tortura a los presos durante la dictadura de los coroneles, pero no dócil, pues fingía que pegaba al preso para salvar las apariencias. Si no un poli de izquierdas, un simpatizante próximo. Con un carácter popular muy griego, escéptico, gruñón con un toque burlón, humano y tierno. Y sus tics machistas. Un comentario suyo:

-"...quería convencerme para que abriéramos una cuenta conjunta, pero le paré los pies. No iba a meterla de socia en mis finanzas para luego ir al banco, encontrar la cuenta a cero y darme con un canto en los dientes".

Habla de Adrianí, su mujer, la que le cocina los yemistá (tomates rellenos) que lo vuelven loco. Machistorro, agarrado y desconfiado, virtudes del carácter nacional griego según parecer también de otros escritores, Roïdis, Seferis, Taksís... . Pero "los griegos no somos un mal pueblo", se defendería Taksís en La tercera boda y  "Jaritos es un tipo legal", dirá aquí Márkaris. Frases del comisario:

-"La mitad de las veces finge el orgasmo, la muy hipócrita".
-"Pienso en Katerina y me pregunto cómo pudo salir una chica así de un sucedáneo de orgasmo".
-"Si se lanza corriendo al cuarto de baño para lavarse como si yo tuviera blenorragia, eso quiere decir que ha fingido".

Ahí encontramos otra de las constantes del personaje y de la obra, el humor. En este caso socarrón y centrado en el sexo, pero en general presente en todo el libro y en multitud de registros y colores, de lo irónico a lo grotesco, pasando por la burla, la farsa ácida, el sarcasmo o la escatología.
Las características del protagonista y por extensión del género negro, están también presentes en su segunda novela, Defensa cerrada, para la que serviría lo que de crítica estructural o literaria pueda haber en este breve ensayo.

Para terminar con el personaje central, diremos que trabaja como Jefe de Homicidios, al lado mismo del Jefe de la Seguridad Nacional. Se trata, por tanto, de alguien que se ve obligado a codearse con las más altas esferas de la nación, policiales y políticas, incluidos despachos ministeriales, pero al mismo tiempo con lo más siniestro de los bajos fondos.
El detalle me parece importante porque hasta el propio Márkaris hace decir a Jaritos que él es "un tipo para ocupar una comisaría apartada de Atenas o de cualquier poblacho, y no al lado mismo del General Jefe de la Seguridad Nacional". Suena a un curarse en salud del autor, aunque también reafirma el carácter de su personaje, incómodo para ese puesto y resolviendo casos que pertenecen más a la crónica de sucesos (a eso responde el título precisamente), que a la Seguridad Nacional, sensu stricto.

Ese intento de unir el cielo con la tierra, lo más alto con lo más bajo, es a mi parecer el único lugar donde se resiente la historia, pues resulta afectada en su verosimilitud. Pero volveré sobre ello más adelante, en esa segunda parte donde se comparan las obras del binomio Vassilikós-Márkaris.

El segundo personaje de la novela es la mujer fatal, encarnada por una presentadora de televisión, periodista valiente y ambiciosa con doble vida, que desencadena la acción en el cenit del relato; si bien no cumple del todo el estereotipo, porque no explota la potencialidad sexual del personaje a la manera de las lolitas del género negro más ñoño. Tampoco el policía se acomodaba enteramente al modelo del antihéroe y por ello dimos en llamarle contrahéroe si ahí puede apreciarse una diferencia de matiz.

Hay unos malos de libro, los miembros de las mafias que trafican con órganos,  con niños, etc., a medias movidos por la ambición y la amoralidad, a medias por la miseria económica. Y por encima los poderosos, los auténticos responables, inaccesibles, cuyo poder es equiparable a su dinero o a su impunidad.
Por fin el malo estúpido que actúa pasionalmente y, enajenado, mata y se suicida. Para colmo Márkaris hace que el estúpido enajenado sea el ayudante de Jaritos, su subordinado inmediato, otro policía. Un pequeño guiño. En ambas novelas se encuentran, por otro lado, referencias críticas a los métodos policiales, como las ya mencionadas de las torturas en comisaría durante la dictadura o en frases puestas en boca de nuestro teniente:

"El policía que ya no pega es como el fumador que ya no fuma. Aunque la lógica le diga que ha hecho bien en dejarlo, por dentro se muere de ganas de repartir unas cuantas hostias, como el ex-fumador se muere por una caladita".

Añadiré que él fuma Karelia, tabaco popular griego donde lo haya. Junto con el Mirafiori, su hija Katerina y los yemistá de su esposa, son sus amores y señas de identidad más caseras.


La Universidad Politécnica
Atenas, 2011

Hay además una serie de personajes secundarios, trazados rápida y esquemáticamente, sobre los que el autor ha querido volcar su crítica más política, prototipos de la clase emergente. Así Sotirópulos, un periodista sin muchos escrúpulos, de los que maduraron con la dictadura y saltaron al primer plano en los sucesos de la Politécnica de Atenas, con el que el teniente mantiene una relación entre desconfiada y amistosa de tira y afloja, antiguo progre hoy reciclado que:

-"...viste Armani y calza Timberland. Lo más probable es que sea un petimetre acomodado de izquierdas".

Aprovecha aquí el novelista, como en otros libros, para arremeter contra la generación de los nacidos en los cincuenta, que él llama burlonamente "generación de las cincuenta", porque "su vocabulario se reduce a cincuenta palabras", y a describir y criticar las ambiciones que se cuecen en el mundo del cuarto poder. Los medios siempre están muy presentes en sus historias, él conoce bien lo que se guisa en el campo de la información porque trabajó también para la televisión que, "pregona las noticias como si fueran sandías". Y lo hace a través de personajes como Sotirópulos o la mujer fatal, periodistas y ex-progres ambos, de los que hoy frecuentan:

-"...uno de esos locales para pijos que se las dan de bohemios y circulan entre Psirís, Gasi y Metaxurguío".

Y hay un bueno, sí. Pero ése lo dejamos para el último capítulo, mañana, con lo que queda del trabajo.


Isabel M. Melendi

Ramiro Rodríguez Prada

Dimitris Mitropanos.  Σβήσε το φεγγάρη.  Svise to fengari. Apaga la luna.

http://www.youtube.com/watch?v=WAkmlBhdW9w

P. D. Vuelvo a recordar que las citas pertenecen al libro Noticias de la noche, traducido por Ersi Samará para Ediciones B.

Υγεία, Salud!

lunes, 11 de marzo de 2013

Petros Márkaris, Ο Πέτρος Μάρκαρης -5


El Ágora y la Acrópolis desde el Centro de Tradiciones Helenas. 
Plaka.  Atenas 2011


Noticias de la noche 
(Νιχτερινό δελτιο)


Traducción

Repito lo dicho sobre la traducción, no podemos juzgarla por nuestro escaso conocimiento del griego. Pero sí afirmamos que el uso que hace del castellano Ersi Samará, la traductora de Márkaris, suele ser correcto, lo que no deja de tener su mérito, al margen de pequeños errores extraños. Un dominio que para si quisieran algunos traductores nacidos en Babia, en la ínsula Barataria o en las Batuecas, regiones ya míticas de Ispanía.

Comparando las versiones originales griegas con las castellanas en novelas de géneros distintos, hemos constatado la desaparición de palabras, frases completas e incluso largas parrafadas, también en las de Márkaris. Pero sabemos que Petros cuida las traducciones y escribe o entrega en el exterior una versión algo diferente a la original, tratando de no liar al lector con claves griegas que pudieran despistar a quien desconoce el país y sus costumbres.

Por lo demás, la novela, de 1995 y primera de la serie, fue publicada aquí por Ediciones B en el 2000, con el título de Noticias de la noche. Su título griego es Nigterinó Deltio.

Argumento

En una casa abandonada de las afueras de Atenas aparecen los cuerpos de dos albaneses asesinados. El hecho propicia la intervención del teniente Kostas Jaritos, de homicidios, que desentrañará una trama de tráfico ilegal de inmigrantes, de rapto y venta de niños para la adopción, el trasplante de órganos, etc.
En los sucesos se verán implicados personajes de la política, de los negocios y hasta excomunistas reconvertidos, en un pulular de periodistas amorales, pasiones secretas e individuos patéticos en manos del destino.

Escenarios

Atenas, la atmósfera de la ciudad, su denso tráfico, el caos circulatorio, las calles atestadas y los itinerarios en un Mirafiori hecho polvo, de un lugar a otro, del centro a los barrios y viceversa.
Las referencias al clima, ya por calor ya por lluvia, y siempre la contaminación:

-"...jugando con la ventanilla. La abro y me sofoca la contaminación. La cierro y me asfixia el calor".

Pero también el Ática y los alrededores de la capital:

-"Sin darme cuenta me encontré en Rafina, salí del coche para dar una vuelta por la playa".

Sin olvidar las alusiones a la segunda ciudad del país, Tesalónica, recurrencia común a toda la novelística griega contemporánea, pues es raro encontrar un libro donde no se mencione a Salónica. Allí estudia la hija de Jaritos, Katerina.

Además de los despachos policiales y oficinas en general, hay un cuarto escenario, no necesariamente en orden de importancia, que se refiere a un paisaje interior, privado, familiar y más cercano, en el que Márkaris nos proporciona ciertas claves de la vida griega real y más actual. Así, en la cita:

-"...prueba de que esperaban levantar una segunda planta algún día".

Se nos describe aquí la imagen de la Grecia en pie de obra que llama la atención del visitante. En efecto, un porcentaje muy elevado de casas tienen al descubierto, en las terrazas que sirven de cubiertas planas,  lugares para tendederos o para los paneles solares con los bombos del agua, los encofrados de acero con los que reiniciarán la sustentación de una nueva altura, la planta superior en perspectiva.
Márkaris quizá no lo cuenta porque las razones primeras son obvias, las familias esperan reunir el dinero y que se den las condiciones óptimas para continuar levantando, puesto que además lo hacen entre ellos y se ayudan.

No obstante, hay otra razón menos evidente, también económica pero de orden administrativo, que no deja de tener su gracia: cuando sacas un permiso de obra, pagando al ayuntamiento por ello, no debes terminarla porque el permiso es caro y no caduca como en nuestro país (tal vez hoy hasta eso haya cambiado...).

Vuelve Márkaris sobre lo mismo en sus siguientes novelas, como en la tercera, Suicidio perfecto, a propósito de un permiso "para ampliación de superficie habitable".
Otro ejemplo de vida griega es esta cita, descriptiva y que precisa menos comentario:

-"El saloncito se parece al mío, al de mi cuñada y a todos los saloncitos griegos que he visto en mis veintidós años de servicio: un sofá, dos sillones, una mesa de centro, un par de sillas y un mueble para la televisión".

En realidad describe el saloncito universal. Y como contrapartida de ese espacio íntimo, los despachos oficiales, el trabajo jerarquizado, la disciplina, el tráfago de funcionarios, escenario al que nuestro teniente es poco aficionado y que se nos evita en lo posible, enmarcados como están argumento y estilo en una acción trepidante, respondiendo al género que representa la novela.

Nada que añadir a la última cita en este apartado, sobre el períptero-mentidero:

-"En Grecia lo que no sabe la policía lo saben los quiosqueros".


Períptero, kiosko en Monastiraki.
Atenas,  julio 2012

(Continuará...)


Isabel M. Melendi

Ramiro Rodríguez Prada


P. D. He preferido publicar este trabajo, que escribí en el 2005 al alimón con la morena de mi copla, en tres capítulos, porque no resulte demasiado largo y pesado. Irán apareciendo en días sucesivos para que estén juntos y seguidos, por facilitar algo las cosas. Mañana espero hablar de los personajes y pasado mañana del lenguaje, la tesis de la novela, etc.

Hay una segunda parte del trabajo titulada  Comentarios al binomio Vasilikós-Márkaris, puesto que el título general era Petros Márkaris y Vassilis Vassilikós (La novela griega contemporánea), que exigiría otras dos entradas y que dejaré para un poco más adelante, pero que en todo caso continuarán a éstas en  Escritores griegos, lo que permitirá a los valientes leer el trabajo de un tirón  en esa etiqueta.

La elección de Márkaris, al margen de su actualidad que también interesa, es un detallín de gratitud a la última incorporación a los seguidores de Psilicosis, Julia, estudiante de traducción en la Universidad de Málaga, a quien le interesa Márkaris, según se desprende de su comentario del pasado 21 de enero, en la entrada dedicada el 12 de diembre a la última novela del griego, Liquidación final (Περαίωση).
La postdata ha resultado larga, pero tenía que escribirla y quería repartir el texto en los tres capítulos prometidos, de modo que su extensión fuera semejante.

Y por último un recuerdo especial para  memoriaquímica, del que hace unos días que no vemos fotos ni tenemos noticias y al que deseamos lo mejor.

Hasta mañana.

Dimitris Mitropanos.   Panda yelastí.  Siempre sonrientes.


Υγεία, Salud!

Ramiro

domingo, 10 de marzo de 2013

40


San Justo  2012


Salí a tirar la basura.



Era una noche de invierno pero hacía un calor más propio del verano, así que todo estaba lleno, los bares, las terrazas. En la plaza cercana había grupos de personas sentadas en la hierba y muchos niños todavía levantados, algunos jugando un partido de fútbol en el centro de la plazuela bajo la luz de las farolas. De hecho parecía más un día festivo que uno laboral, como era el caso. Tanto los cubos de basura como los contenedores, estaban ocupados por timbas de jugadores de cartas que tenían extendidos los tapetes con los naipes sobre las tapas de los contenedores. Por no molestar haciéndoles levantar las partidas me fui a otro punto limpio no muy lejano. Después de recorrer media docena de basureros, mal llamados limpios, todos ocupados, y de atravesar la ciudad de parte a parte, salí a un descampado de las afueras. En un solar con algunos restos de viejas paredes había un grupo de contenedores debajo de una bombilla mísera, típica de la iluminación del extrarradio. Encima del contenedor del plástico echaban una partida cuatro tipejos de pésima catadura, los otros estaban libres. Dije buenas noches al pasar junto a ellos y los dos que estaban de espaldas se volvieron, sin embargo sólo oí un gruñido por toda respuesta sonora. Entre las bolsas que llevaba había una con plásticos, pero la tiré junto a la orgánica, después dejé el cristal. Mientras realizaba esta operación rutinaria que no me llevaría más de un minuto, pensé en lo desprotegido que estaba en ese lugar si a aquellos tipos les diera por asaltarme, aunque no llevaba dinero encima. Miré hacia ellos y sólo entonces reparé en el extraordinario parecido de los que tenía enfrente con dos expresidentes de Gobierno: uno era clavao a Rajoy y el otro a Zapatero. Pensé que ya me había vuelto a saltar de sueño, que nada en aquella noche era en realidad normal, que esto no era posible. Agaché la cabeza como para alejar aquella mala visión y eché a andar con intención de no decir ni pío al pasar a su lado. Pero esta vez fue uno de ellos el que me llamó, ¡Eh, oiga, tiene fuego?!. No sé porqué dije que sí, quizá porque sí lo tenía, porque me trató de usted..., ¡y porque aquel era el timbre de Felipe González! y eso ya me pareció el colmo. Me acerqué con el mechero en la mano y el más cercano a mí, que resultó ser, ¡oh sorpresa!, Jose Mari, más que tomarlo me lo arrebató de un zarpazo, le dio fuego a los otros, prendió su cigarro y se guardó el mechero en el bolso. Por lo que pude columbrar estaban jugando al mus con las parejas cambiadas en varios sentidos, Felipe/Rajoy contra Aznar/Zapatero. No sentía interés alguno por el resultado o las artimañas de esa partida de tahúres pardos. Dije adiós y nadie contestó, ya habían dejado de prestarme atención, yo estaba cansado y aquello no tenía sentido. Salí pitando pensando en no volver la cabeza, aunque en mitad del descampado me pudo la curiosidad como a la mujer de Lot. En los contenedores no había nadie, pero de uno de ellos salía una radiación extraterrestre, pensé que nada perdería por acercarme a oler un poco. La luz procedía de unos maletines mal cerrados que dejaban al descubierto las esquinas de grandes sobres. No me atreví a meter allí la mano y me fui a casa sin tropezar con nadie por el camino, la ciudad parecía abandonada, hacía un frío mesetario. 



M. S. Pernía. María Jimenez.    Se acabó  (+ vídeo)

sábado, 9 de marzo de 2013

39


Oviedo  2012


Salí a tirar la basura.



Desde que pisé la calle tuve el pálpito de lo ya visto. Es normal, pensé, son miles de veces las que he salido a tirarla, tienen que repetirse las situaciones en parecidas circunstancias, con pequeñas variantes que las convierten en únicas, es cuestión de reconocerlas. En ese momento cae uno de la burra, ¡no hay premonición, todo es nuevo cada segundo, la historia no se repite!. Pero la sensación de haber vivido la misma escena es tan potente que da la sensación de que podremos adivinar lo que va a suceder en el minuto siguiente. La temperatura era veraniega y todavía se veía a mucha gente paseando. Al llegar a los cubos, dos coches subían por la calle acelerando a tope, compitiendo por ocupar el primer puesto en el siguiente semáforo. Me dio un escalofrío. Uno de los conductores debió perder el control, quizás por un reventón, y se fue contra una farola a menos de veinte metros de donde yo estaba. El automóvil comenzó a arder de inmediato. Los paseantes que estaban aún más cerca del accidente chillaban, algunos intentaron acercarse sin resultado, se oían gritos saliendo del coche. Entonces vi al conductor a través de las llamas, estaba atrapado y pedía ayuda desesperadamente. De un bar cercano salieron con un extintor. No sirvió de nada. Poco a poco los gritos del hombre se fueron apagando. El humo y el fuego taparon por completo al coche. Yo me había quedado inmóvil junto a los cubos, estaba horrorizado y como clavado al suelo. Cuando a los pocos minutos llegaron los bomberos, me pude mover al fin. Entré en casa y me metí en la cama. No es posible haber vivido dos veces una historia así, pero eso era lo que sentía. Desperté muy temprano con una pesadilla: yo era el atrapado entre las llamas y miraba a un tipo parado en la acera, junto a unos cubos de basura, pidiendo auxilio.

 
 
Los indiferentes
 
 
 
 
 

Salud y felices pesadillas.
 

ra