lunes, 25 de marzo de 2013

Η Ρόζα Εσκενάζυ, Rosa Eskenazi -2


Hotel en el aeródromo Elefterios Venizelos.
Grecia,  agosto 2012

Ρόζα Εσκενάζυ, Καλλιτέχνις


Buenos días. Dejamos a Rosa a principios de los años 40, cuando los alemanes invadieron Grecia. Entre 50.000 y 60.000, de unos 80.000 judíos de Salónica su ciudad, que constituían casi la mitad de la población, fueron exterminados por los nazis, y ella era judía.

En un libro sobre Salónica, regalo del mi Dimitraki, titulado La ciudad de los espíritus, de Mark Mazower, se cuenta este trágico episodio de la historia, y se explica porqué en Atenas, con una población judía en minoría, la represión fue mucho menor. 
Pero en Tesalónica esa comunidad era pujante desde hacía siglos, con una alta proporción, eso sí, de clases pobres. Entre ellas la familia Eskenazi: la madre servía en casas burguesas ayudada por Rosa, y el padre había abandonado su oficio de trapero y trabajaba en una fábrica de algodón, como conté que hizo Bambakaris en Siros antes de marchar al Pireo y dedicarse a la música. Otra coincidencia, claro que la del algodón fue una industria con brío en aquellos años en Grecia.

Νίκος Καρακώστας. Ρόζα Εσκενάζυ.  Το  Ξενάκι.  El extranjerito.

http://www.youtube.com/watch?v=rrwwXf2803I

Karakostas, nacido en 1882, que acompañaba en esta canción a Rosa, es uno de los clarinetistas clásicos del género.

Eskenazi supo bandearse bien en unos años muy peligrosos. El hecho de que ella y su familia salieran indemnes de la persecución fascista contra los judíos desatada también en Grecia, hizo pensar a algunos en cierta connivencia con los ocupantes, máxime cuando en esos años abrió en Atenas un cabaret de éxito en un momento en el que el rebético no era bien visto por las autoridades invasoras. Recordemos al respecto la canción de Gienítsaris, Za saltaro, Al asalto, que cuenta los golpes de mano a la gasolina y suministros de los camiones alemanes por parte de los rebetes y la población civil en los días de la ocupación. El Cristal, Κρυστάλ, era visitado por lo más florido del ejército alemán y de la sociedad aristocrática ateniense.

Para curarse en salud Rosa se había agenciado papeles falsos de cristiana bautizada, ¡casi suena a los tiempos inquisitoriales de los Reyes Católicos!, pureza de sangre, cristiano viejo... . La historia se repetía y, por si acaso, se enrolló con un oficial alemán que le procuró cierta seguridad. Y está documentado que ayudó a la Resistencia y a diversas familias judías de Salónica y Atenas.

Ρόζα Εσκενάζυ.  Τα ματάκια σου τα μάυρα. Tus ojitos negros.


Eskenazi tenía en ese momento cerca de 500 registros discográficos con Columbia y era tremendamene popular.

En la portada del disco que aparece en este vídeo, se habla de una melodía del norte de Eubea. Es lo que he llamado en broma, alguna vez, la melopea griega, de resonancias orientales arábigas, con un coro ondulante que responde a la voz principal repitiendo los dos versos de la cantante. Y me suena también a la Nisiótika, la música isleña. Yo incluso echaba en falta aquí el sonido de la tsabouna o gaida, gaitas griegas, y turcas. Se la dedico a mi amigo ο Γιάννης Τσακός, αποδρομος, de Halkida, la capital de la isla.

No obstante todas las seguridades, en 1943 Rosa fue denunciada y encarcelada. Después de varios meses se libró de una muerte segura por mediación de su amante germano. Hasta el final de la guerra, con su local cerrado, tuvo que ocultarse en previsión de nuevas complicaciones.

No podía faltar en esta selección de canciones un tsifteteli, τσιφτετέλι, de los ritmos más característicos de Eskenazi y por extensión del rebético de Asia Menor.

Ρόζα Εσκενάζυ.  Αμανές τσιφτετέλι Ουσάκ.

http://www.youtube.com/watch?v=ND8F7ACxZTo

Después de la guerra grabaría también con Odeón. Fueron unos años de transición donde el genio creador de Vassilis Tsitsanis se impuso a los viejos rebetes, pero Rosa obtuvo la aquiescencia y el reconocimiento de la nueva generación y mantuvo su estatus artístico. Incluso se permitió ayudar a futuras estrellas del género, como a la gran Marika Ninou.

Pero serían los años 50 los de su auténtico lanzamiento internacional, ya que realizó varias giras por distintos países, dos de ellas triunfales en los Estados Unidos.
Ya había encontrado entonces al segundo hombre de su vida, casi treinta años más joven que ella, con el que vivió de hecho hasta su muerte, pero en la segunda gira Rosa, genio y figura, se casó con un americano.
Dicen que fue un matrimonio de conveniencia para quedarse a trabajar en América, pero meses después volvió junto a su amor griego.

Ρόζα Εσκενάζη.  Τα κεριά, τα σπαρματσέτα.

En los temas más modernos ya se escuchan con relativa frecuencia el busuki y, más raramente, también el hammond, como en el anterior.

En los años siguientes los antiguos intérpretes como ella sufrieron un cierto olvido, pero en la década de los 70, coincidiendo con la caída de la Dictadura de los cogoneles, hubo una renovación del género con la incorporación de jóvenes músicos que desempolvaron sus viejas canciones. Eskenazi regresó al primer plano de la escena musical griega.

La siguiente grabación pertenece a uno de los pocos títulos que registró en esos años oscuros, casi cuando empezaba a emerger de nuevo.

Δ. Μανησαλή, violín. Ρόζα Εσκενάζυ, voz. Πεστιμό μανές (Σαμπάχ μανές)

Atardecer en Plaka.  Atenas, julio 2012

Nunca el rebético había sido una música mayoritaria, ni lo sería en esta década, pero la revalorización del estilo le permitió seguir grabando canciones y actuando en directo.

Pero no sólo eso, aún tuvo algunos éxitos sonados, integrada en los nuevos sistemas de propaganda, difusión y distribución de la música, con las recopilaciones de rebética realizadas por las compañías discográficas, o los programas de radio y televisión que pinchaban esos temas y dedicaron seriales al estilo, y monográficos a su figura con presencia de la homenajeada.

La más famosa de esas recopilaciones fue la antología, Ρεμπέτικη Ιστορία, Historia del Rebético, un éxito de ventas que coincidió con el auge máximo del género en los 70.

Considerada por las cantantes jóvenes como la gran madonna del rebétiko, en esa época contó con el apoyo de las que ya eran nuevos valores de la música en Grecia, como Haris Alexiou o Glykería, dos de las abanderadas del nuevo rebético, hoy ya casi estrellas declinantes.

Ροζα Εσκεναζυ.   Η Μπολσεβικα.

http://www.youtube.com/watch?v=35Wve8zN10w

El año 77 dio su último concierto multitudinario en Patras, y el resto de sus días vivió retirada en su casa junto a Χρήστος, el galán.

Murió en diciembre del 80. El pueblo donde la enterraron pagó a escote una lápida sobre la que grabaron la sencilla leyenda que elegí de título para este segundo capítulo: Rosa Eskenazi, Artista. Según los benevolentes tenía cerca de 90 años, según otros al pie de un siglo.

Había todavía otra media docena de canciones en espera, de las más famosas suyas, como Trava re alani, Armenaki, Tsakitzis, de las que existen muchas versiones y se siguen interpretando, entre otras por Marió. O la menos conocida de 1935, Μας κυνηγουν τον ναργιλέ, de la hatsiklídika, las  músicas del hachís.
Pero ya está bien, las iré poniendo cuando pinte, hoy serán ocho temas, como en la primera entrega.

Ρόζα Εσκενάζυ.   Νανουρισμα. Nana. 

Tenía que descartar alguna y esta anterior, me interesaba más subirla porque, aunque también es conocida, es un género menos frecuente y ya hemos hablado de las canciones de cuna, aquí y en comentarios en el blog de Ana Capsir, donde ha puesto grabaciones y tratado el asunto.
Hice mención especial del precioso trabajo, Nanurísmata, Nanas, de Savina Yannatou, donde por cierto viene alguna versión sefardí, el gentilicio de los judíos españoles (Sefarat) al que pertenecía Rosa, como he señalado, a pesar de apellidarse Eskenazi, la rama y familia judía no española.

Pero estaba pensando sobre todo en una nana que subió Capsir de su amiga griega Konstantina, actualmente cantando en Rodas.

La que no podría descartar de ninguna manera es Mi Demetruela o Mi pequeña Demetria, porque siempre la asociaré a nuestro amigo Zodoros, el limniota muerto hace pocos años en Atenas, el primer amigo que hicimos en Grecia.
El año que nos vimos en Zákinzos la cantaba él, que era el único que la sabía entera, y todos lo acompañábamos en aquellas estrofas que recordábamos, mientras nos iba enseñando con su bólido de tercera mano y a unos treinta por hora cuando más, algunos de los rincones interesantes de la isla, enlatados los seis como anchoas en el minúsculo utilitario...

Γεια σου, Θεοδορο, va por ti!

Panayotis Toundas. Rosa Eskenazi.   Dimitroula mou.

http://www.youtube.com/watch?v=I1Fyad1gDqg


Salud y buena música.

Ramiro Rodríguez Prada

domingo, 24 de marzo de 2013

Η Ρόζα Σκενάζι, Rosa Eskenazi


Parada de bus en Liosion,   Atenas, agosto 2012.

Η Ρόζα, Rosa


Buenos días. Si por algo me presta hablar hoy de Rosa Eskenasi, aparte de por su música o su pertenencia a una antigua familia judía española expulsada de la Península, es por el hecho de haber vivido en Komotoní y ser en esta ciudad donde ella misma confesaba que había sentido la llamada de la música y del baile.
¿Porqué me gusta ese detalle? Pues porque es el pueblo de los abuelos del mi Dimitraki y de allí nos ha traído el monje tesalonicense el mejor café de Grecia.

Pasamos varias veces por Komotiní a la ida o a la vuelta de Turquía y sólo paramos en una ocasión, a tomar un helinikó, precisamente. Está asentada en una estrecha franja entre la montaña y el mar, cruce y camino casi obligado de todos los imperios, al sur del Ródope, una cadena montañosa fronteriza con Bulgaria, y es la capital de ese departamento. Junto a la costa abundan los arenales, pantanos, salinas, esteros y cauces, del agua que sangra el Ródope, por eso es también una región bien irrigada y bastante verde.

Confluencia de aguas pero también de culturas porque según me contaba Dimitraki, la población estaba compuesta por griegos, turcos y búlgaros, y sus descendientes, y sus propios abuelos hablaban los tres idiomas.
Ροζα Σκενάζι.   Μαντηλι καλαματιανο.  Pañuelo de Kalamata. 1928.

http://www.youtube.com/watch?v=JMnj1wqZKEw

Este es el primer tema que grabó Rosa, ya residiendo en Atenas después de la muerte de su marido, con el que había vivido una historia de amor digna de la rebétissa en la que llegaría a convertirse. Creo que tiene más interés que otros aspectos de su biografía porque, además, de esa primera relación apasionada le quedaría el hijo que tuvo.

Se enamoró de ella un rico heredero, pero a la familia del chico no le pareció muy recomendable la hija de un trapero judío que andaba por las tabernas y los cabarets bailando la danza del vientre, en ambientes de hombres, prostitución y bajos fondos. Era el caldo de cultivo del rebético en esos años, duros para los músicos varones, pero mucho más para las mujeres.

La propia familia de Rosa, que entonces tenía 15 ó 16 años, no estaba de acuerdo con el rumbo bohemio que estaba tomando la niña. ¿Solución?, los tortolitos decidieron escapar de casa.

Νικος Βασιλόπουλος, clarino. Ροζα Σκενάζι.  Κόφτην Ελένη την Ελιά. 1928.

http://www.youtube.com/watch?v=b70AaRobsXo

Κώστας Τζόβενος. Ρόζα Εσκενάζυ.   Νέα Μερακλού. 1932

http://www.youtube.com/watch?v=j46heZcBhuQ

Su creciente fama la llevó a girar por Grecia y países del recién caído imperio otomano, Servia, Albania, con poblaciones mixtas al igual que su Komotiní o la misma Salónica. Gracias a su conocimiento tanto del griego como del turco o el armenio, y a la interpretación de sus folclores, era celebrada por igual por todos ellos. Muy pocos artistas han conseguido un consenso tal, cada comunidad separada y con frecuencia reñida por rivalidades históricas.

Ese cuarto tema es uno de los más conocidos suyos, con frecuencia llenos de picardía y desde luego siempre con palabras de argot. La grabó también Rosa Abatzi de la que ya he subido alguna canción.
Habla del ambiente del rebético: una chica presumida y ligera de cascos, descarada pero meraclís, una enrollada fetén que bebe como cualquier paisano, quiere ligarse a uno de esos rebetes, uno de esos chicos duros y apasionados que fuman hachís -νμη φουμάρεις πια χασίσι- y la vuelven loca. Pero estos son unos mangas mujeriegos y acaba mandándolos a la mierda,  Άντε να ζήσουν οι μάγκες!, les dice ella al final, algo así como ¡Anda y que os jodan, mangas! (y mangantes?).

Y éste con busuki y guitarra es un zeïbékiko, ese otro ritmo del rebético donde suelen bailar hombres solos.
Μίνωα Μάτσα Τσάμα. Ρόζα Εσκενάζυ.  Ούζο Χασίς. Uso y Hachís. 1935.

Plaka.  Atenas, julio 2012

En 1936, sólo 15 días después del inicio de la Guerra Civil española, subió al poder en Grecia, mediante un golpe de estado de filiación fascista, el general Metaxás, que lo mantuvo hasta el 41, coincidiendo con la penetración de los tanques alemanes.

Pese a militar en la misma banda que Hitler, Franco o Mussolini, siguiendo en ese momento consignas más nacionalistas que ideológicas, fue el responsable del No a la intención del fascista italiano de cruzar e invadir, en principio pacíficamente, territorio heleno en 1940, lo que provocaría la guerra con Italia. Sería Alemania quien lo haría finalmente, pero ese  Όχι, No a Mussolini, se sigue celebrando hoy día como una fiesta nacional.

Cerraré el capítulo con una canción que el régimen prohibió a Rosa, pero antes os dejaré todavía un par de temas grabados en la misma época.

Κλαρίνο (clarinete), Δ. Τζούρος. Φωνή (voz)Ρόζας Σκενάζι.
Έβγα ψυχή απ´ το κορμί (Γκαζέλ Νιχαβέντ Μανες)1936.
La Segunda Guerra Mundial sería un punto de inflexión no sólo para la música sino para toda la vida griega. A Rosa, que no olvidemos que era judía, la ocupación la pilló siendo ya una gran estrella. Había actuado en todos los países de los Balcanes, en Egipto, Oriente Medio y la propia Turquía, y era admirada y querida por todos los públicos.

Pero la dejo aquí porque me queda casi otro tanto y ya me dicen que me paso con el tamaño de las entradas. La verdad es que con las ocho canciones de hoy creo que Rosa puede darse por satisfecha de momento, pero completaré su historia con un segundo capítulo porque repito que estamos hablando de algo así como la emperatriz del rebético, la pionera.

Su nombre, creo haberme referido a ello en otro lugar, es un homenaje a sus orígenes españoles, en griego se escribe con ζ, z, pero la pronunciación es la de una s. Rosa, y la flor, se dice en griego Triandáfilo, o sea treinta hojas, pétalos.

Στο κλαρίνο ο Νίκος Καρακώστας. Φωνή, Η Ρόζας Σκενάζι.
Ποια είναι αυτή που πέρασε. Quién es ésta que pasó. Παραδοσιακό (tradicional). 1936.
Y por fin la prohibida por Metaxás. Habla de tomar cocaína junto a otras procacidades frecuentes en el género, coge cacho, no sé traducirla, un poco en argot sería algo así como Pilla cuando estás pedo?. Ese  presa tiene un significado parecido a la palabra castellana, agarra, coge, aprieta: hacer presa... Y viendo a la bailarina parece aún más sugerente el título, ¿evidente?, vale.

En el vídeo se pueden ver imágenes de la época, con el dictador, dictátoras, discurseando desde un balcón.
La actuación en la taberna es una recreación cinematográfica, con una Eskenasi ya muy mayor cantando, dando algunos pasos y tocando los crótalos, pero según cuentan, ella de joven, como la bailarina, también debió de mover con parecido arte su ombligo y su rulé.

Ρόζας Σκενάζι.  Πρέζα όταν Πιείς.

http://www.youtube.com/watch?v=tBS6-thTqTs


Salud y buena música

Ramiro Rodríguez Prada

viernes, 22 de marzo de 2013

balbiprada


Fucsias.
León, 2012

Se me pasa el arroz
(A mi hermana)

Ese tiempo en el que juntos fuimos niños
y éramos felices porque todo lo ignorábamos,
años en los que sin saberlo nos queríamos,
ese tiempo solar con pocas sombras
pasó y es como si fuera de película.

Todo queda ya lejos pero es tan dulce el recuerdo
que me pone tristón mirar hacia la infancia y vernos,
tanto como te quiero, hermanina, y te quería
con tus trenzas de niña o haciendo la paella
 ¡y echándole a ese arroz tanta alegría!

¡Salud, y que pasen los años sin tristezas,
al igual que tu arroz: siempre en su punto!

De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2013

Ramiro Rodríguez Prada

Στου Διγενή τα κάστρα
(Η τρελή του φεγγαριού)

Ψηλά στου Διγενή τ' αλώνια
τις νύχτες του καλοκαιριού
του κάτω κόσμου τα τελώνια
με λεν τρελή του φεγγαριού.

Μα εγώ χρυσόβουλο κρατάω
από καιρούς βυζαντινούς
και τ' άγρια βάθη που κοιτάω
δεν τα χωράει ανθρώπου νους.

Ψηλά στου Διγενή τα κάστρα
στον τάφο του νεκρού παλικαριού
τα νυχτοπούλια κάτω απ' τ' άστρα
με λεν τρελή του φεγγαριού.

Νίκος Γκάτσος.

Νίκος Γκάτσος. Μάνος Χατζιδάκις. Φλέρυ Νταντωνάκη.
Στου Διγενή τα κάστρα (Η τρελή του φεγγαριού)

http://www.youtube.com/watch?v=13nyN4DLldU

 En las fortalezas de Digenís
(La loca de la luna)

En lo alto de las eras de Digenís
en las noches de verano
los seres del inframundo
me llaman la loca de la luna

Pero yo sostengo un sello
de los tiempos bizantinos
y los abismos salvajes que contemplo
no los concibe la mente humana.

Sobre las fortalezas de Digenís
en la tumba del valiente caído
bajo las estrellas las aves de la noche
me llaman la loca de la luna.

Nikos Gatsos.


¡Muchos besos!

jueves, 21 de marzo de 2013

Primaveras


Primavera.  Asturias.

Canción de amor primaveral 
(en paro)

Qué tiene en esta hora Primavera
que saben tan amargos sus zarcillos
brota un verde solar en el sobaco
sobre el rojo cristal del vino nuevo

Llega con la brisa aroma de resina
y en la noche llora un recién nacido
sin futuro trabajo ni esperanza vivo
y solo con tu amor ya me alimento

De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2013.

Ramiro Rodríguez Prada

Manu Chao.   La primavera. Me gustas tú.


Tulipanes en el Campo de San Francisco
Oviedo, primavera 2011.

888RRADAS

^
A
APAGA
¡A LA MIERDA!
AL PARO SIN POLÍTICA
AGUANTANDO LADRON€$ S. A
AGUJ€RO$ N€GRO$ DE LA BANCA S. A
¡AAGUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUAA!
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO
DESAHUCIO          ¡primavera!                     DESAHUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESHAUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO

  
Eres un primavera, florecilla... 

Ramiro Rodríguez Prada

 Manuel Esperón González. Antonio Bribiesca, guitarra. Chavela Vargas.  Flor de azalea.

http://www.youtube.com/watch?v=XJiQkHIqwT8


Besos

miércoles, 20 de marzo de 2013

Pimiento picante


A cuentos de Valle-Inclán
Ponferrada,  enero 2013

π miento


Llegamos a Ponferrada en el Mercedes del Narizotas, el legionario amigo de don Ramón, tan parecido al Bogbón Felón. Conducía el coche el guardaspaldas y el macarrón ocupaba su sitio en el asiento trasero. Dormía junto a Eusebio, el criado gigante del manco, que viajaba en el centro y seguía roncando, con el cogote apoyado en la bandeja posterior.

Aparcamos en una calle del centro, una noche lluviosa y fría. Cuando paraba de llover la espesa niebla lo envolvía todo. Había sido un viaje lleno de peripecias hasta llegar allí. El Legía hacía un recorrido de reconocimiento por sus negocios, parando todo a lo largo del camino en locales de prostitución para camioneros, en poblachos sin nombre.
En la capital del Bierzo tenía un dúplex enorme muy moderno con siete chicas, sólo brasileñas, colombianas y cubanas, decía que eran las más calientes y cariñosas. El negocio lo regentaba un matrimonio berciano, él minero silicoso retirado, con muy mala leche y ella una portuguesa ya naturalizada, morocha y malencarada, que tenían su propia vivienda en otro piso del edificio. Allí cenamos todos un plato caliente después de muchos días de tragar bocadillos en lugares apestosos.

Y en esa casa dormimos Sebito, por orden de su amo, y yo por agotamiento, en el Mercedes me era imposible hacerlo con los ronquidos del gigante junto a la oreja. Valle en cambio cerraba un ojo y se quedaba roque como un búho. Así que el manco, el legía y el guardaspaldas, salieron después de la cena a visitar otro local donde trabajaban algunas de las chicas del dúplex y nosotros nos fuimos a la cama. Sebio no podía dormir y me estuvo dando la tabarra más de dos horas con la mala conciencia que tenía, pensando en la su Jaki y con el recuerdo de las mieles de la rubita del Constantinopla..., hasta que debí quedarme dormido mientras seguía hablando.

Por la mañana nos despertó la portuguesa diciendo que en la cocina nos esperaba el Narizotas. Allí estaban los tres peines con cara de no haber dormido en toda la noche trajinándose unos botillos con repollo y cachelos. Sobre la mesa había vino y orujo.
¡Amaneció en Bouzas!, saltó el manco nada más vernos. ¡Apuren la entiba del banduyo que hay trabajo!, añadió señalando la fuente con restos de botillo.
Eusebio se sentó, la portuguesa le alargó un plato y el coloso se puso a comer como si tal cosa.
¡Vaya un desayuno!..., protesté yo.
¡Déjese de remilgos y coma, que después no habrá ocasión! ¡Y ligero, galgo, que son las dos!, urgió Valle.

Tenía razón el viejo. Era lo que debería haber hecho, de saber lo que me aguardaba, pero le pedí a la mujer un café y unas galletas y detrás me tomé un chupito de aguardiente. Con eso pensé que estaría caliente y entonado por unas horas.

El Legía habló en la mesa de un político local con el que debía entrevistarse. Era alguien poderoso en la ciudad, aunque el Narizotas no mencionó el cargo que ocupaba. Sí contó que este socio, empresario minero, había estado al frente de la alcaldía y tenía varios pleitos abiertos por fraude, prevaricación, apropiación indebida, y acoso sexual a dos concejalas del grupo político independiente que representaba, escindido de Fuerza Nueva para presentarse a las municipales sin la vitola ultraderechista. ¡No van a demostrar nada y el prenda se irá de naja!, se reía el caramula.

El malevo contaba todo esto tan tranquilo, con una lucidez y precisión en el uso de los términos que contrastaba con su careto de remolacha forrajera y su condición de macarra en activo, que se supone poco dada, en principio, al cultivo lingüístico. La inteligencia no parece tener que ver mucho con la ética en este mundo de listos y truhanes.

En la calle seguía la lluvia y la niebla cerrada de la noche anterior. Hacía mucho frío. Más que las tres de la tarde parecían de la mañana.

Don Ramón quiso comprar unos pimientos picantes y entró en una tienda mientras esperábamos en la acera, yo aterido.
¿Para qué quiere los pimientos?, le pregunté cuando salió con una bolsa de plástico en la mano.
Pero no contestó. Pidió al Legía que si nos podía subir al cementerio, porque aquel era el lugar de su cita. Le dijo que todo el asunto le llevaría una hora y que mientras tanto podía acudir a su entrevista con el empresario, después que subiera a buscarnos. Nuestro siguiente destino era León, donde el legionario supervisaría otro dúplex de lujo, según contó.
Así lo hicimos, el Narizotas y su compinche nos descargaron en el cementerio y ellos volvieron a Ponferrada.

El genial manco, decidido y a grandes zancadas, se acercó a la puerta del cementerio. Sebito y yo íbamos más atrás, despacio y algo acobardados. Valle empujó la verja, que cedió con un chirrido oxidado. Se volvió para que apuráramos y entró por la rendija que había abierto. Nos fuimos detrás del viejo que ya se había metido por una avenida lateral que ascendía entre cipreses y aumentaba su ventaja a cada paso. A esa distancia, con el levitón, la chistera y los botines parecía un fantasma entre la niebla.


En el rincón de los iniciados
Ponferrada,  enero 2013

Tras un buen rato de ascenso llegamos a una esquina del cementerio sin tumbas, nichos ni construcción funeraria alguna. Había un conjunto de pequeñas lápidas votivas en el suelo de césped, con distintas leyendas pero sin nombres. Don Ramón estaba frente a una de ellas en actitud meditativa, tal vez orante. Bisbiseaba algo incomprensible como una urraca beata. Nos miró de reojo cuando llegamos a su altura.

¡A ver, mastines!, carraspeó el zombi con evidente sorna, ¡Cada uno a un lado, como buenos monaguillos, hagamos los honores al Benemérito Maestro!
¿De quién se trata?, me atreví a preguntar con timidez
¡No importa el nombre, importa el mensaje, caperucito!, chilló el viejo atravesándome (me cubría un mal chubasquero con caperuza).

Valle abrió la bolsa de plástico, sacó un hermoso pimiento rojo que en aquella grisura de la niebla parecía un rubí, le dio la bolsa a su criado y depositó muy ceremonioso el pimiento bajo la leyenda de la lápida

Aquí en lo hondo
duermen cenizas
de algún cachondo

Para mi desaliento
no traigas flores
quiero pimiento

A mí se me escapó la risa aunque estaba tiritando y Sebito estalló en carcajadas, contagiado. Don Ramón se volvió fulminándome con los clisos, no dijo nada pero, rápido como el rayo, agarró su sombrero y me dio un chisterazo en todo el morro. Usebio se apartó prudentemente.

¡Estate al loro, barbián, que saco la de a tercia!, me amenazó. ¡Y tú, sacristán, arrímate a mi vera que ya ajustaremos cuentas!
Las orejas de Sebio cuando se acobardaba, parecía que tuvieran autonomía de movimientos y caían solas como las de un elefante. Se acercó faldero al manco. Yo me frotaba el morro y empezaba a aburrirme la broma, pero me aproximé también.

Valle hizo unos cuantos esparabanes y signos extraños en el aire con su brazo bueno, el muñón acompañando el movimiento del derecho, y pronunció un discurso en arameo. Sacó después una petaca del bolso interior del chaqué y le atizó un trago, luego me miró, se lo pensó y me la pasó. Era brandy, ¡aquel Terry añejo! El de Arousa me lo tuvo que quitar de las manos.
Entró enseguida en una especie de trance introspectivo con los ojos cerrados, las barbas clavadas en el pecho y la cabeza baja. La niebla había empezado a cuajar en una especie de orbayo que nos estaba empapando, en especial a mí que era el más desprotegido. Quise escurrirme sin hacer ruido, pero el zorro me guipó sin abrir los ojos ni cambiar de postura, ¡Quieto ahí, traidor, no se mueva hasta que termine el Oficio!, gruñó.

Debía de haber  pasado ya la hora convenida con el Narizotas y yo no aguantaba más, así que le dije, Don Ramón, creo que el Legía ya debe de estar esperando...
¡Que espere!, contestó de mal talante.
Es que yo voy a coger una pulmonía, la ropa que traigo no es apropiada para este tiempo.
¿Le parece apropiada la mía pollo? ¡Estos son los aprendices de héroe, amado Maestro!, dijo dirigiéndose a la lápida, ¡Ande, arrée y póngase a resguardo, calamar!
Y a Sebito, que lo miraba con cara de víctima propiciatoria, ¡Y tú vete con él, podenco, yo no tardaré!

Al bajar nos perdimos con la niebla, tardamos por lo menos media hora en encontrar la salida. Valle ya estaba en el Mercedes con los delincuentes, que en el momento de llegar nosotros esnifaban polvos de un espejo. El viejo nos echó una bronca monumental jaleado por las carcajadas de los otros dos.
Serían sobre las siete de la tarde cuando dejamos el cementerio. No se veía un burro a tres pasos.

Abreviaré, aunque todavía quedaba bastante por contar.

Camino de León, el Mercedes se paró inexplicablemente subiendo el Puerto de Manzanal. Después de porfiar atrás y adelante, no dieron con el problema. Los teléfonos móviles de los prendas no tenían cobertura o estaban descargados, ¡qué sé yo!. Pasaban pocos coches y nadie paraba, ¡no me extraña, con nuestro aspecto y lo poco que se veía!...

Como el mejor conocedor de la zona, me tocó ir caminando junto con el compinche del legionario hasta la gasolinera del puerto, para pedir ayuda, unos cinco kilómetros de subida. Llegué desfallecido de hambre, de cansancio y de frío. Allí Porfirio, que es el nombre del colega del Legía, vamos a decirlo ya de una vez, me invitó a una chocolatina y a un café con leche que me supieron a gloria divina.

El chaval de la grúa estaba haciendo un servicio remolcando a un automóvil accidentado y tardó en regresar. Cargó el Mercedes con los tres ocupantes y a la vuelta nos recogió a nosotros. A cambio de una buena propina del Legía nos llevó a Astorga en lugar de a Ponferrada, a petición de don Ramón, que parece que conocía a alguien en la capital maragata.

Mamerto Boeza, maletilla, sangrador.

María Jimenez.    Se acabó.

Salud

ramiro