martes, 16 de julio de 2013

Marcha atrás -2. La Pulchra Leonina


Luces de otro mundo. 2013.

La  Pulchra leonina


¡Pazguato, es un pazguato!, repetía Valle enfurecido a la puerta del cementerio donde llevábamos diez minutos esperando.

¡Usebiooo, Usebiooo!, llamaba el manco con más rabia que volumen. ¡Ande, mándele una voz que usted tiene cuerdas más jóvenes!, me animó.
¡Pero yo fumo como un vaporetto, don Ramón, me falta fuelle!
¡Ándele, haragán, suéltele un ladrido a ese mastuerzo a ver si espabila!, azuzó el viejo.
Pero en lugar de voz me salió una mezcla de ronquido y carraspeo que se lo tragó la oscuridad como si tal cosa.
¡Será sarnoso!, dice el cabrito alzando los brazos al cielo, ¡Cuando volvamos al humilladero recuérdeme que le prepare una tisana de salvia, Caruso! ¡Vamos, se nos acaba el tiempo!, añadió premioso, ¡Ya aparecerá!, y echó a andar.

Había poca gente por las calles y una iluminación pobre en Laionsiti esa tarde. Cuando llegamos al centro escuchamos las campanadas de un reloj dando las nueve. Cruzando la plaza de la catedral vi dos siluetas que me parecieron familiares, desaparecían por una callejuela lateral al otro extremo. Juraría que eran Gila y Van Gogh, porque al que tomé por el holandés se giró antes de hundirse en la negrura y no le vi la oreja. Claro que, estaban demasiado lejos y no podría asegurar al cien por cien que eran ellos.

Me detuve un momento intrigado por aquella aparición inesperada y pensando qué negocios se traerían entre manos esos dos célebres, sospechaba alguna inteligencia con el manco y esto me inquietaba. Valle, que había penetrado ya en el atrio, me hacía señas de que me acercara.
¡Ya cerraron!, le dije desde lejos, e imagino que se me debió notar el tono de alivio, porque la verdad es que no me apetecía nada otra sesión de espiritismo con el manco. Pero Valle insistía en sus gestos.
Cuando llegué a la verja me dice casi en un susurro, ¡Déjese de majaderías, no hay cerrojo que resista la fe de un iniciado!

El templo parecía, en efecto, cerrado. Sin embargo me adelanté y la puerta cedió al empujarla. No era normal que hubiese culto, ni siquiera que estuviera abierta la catedral a esas horas. Quizá fueran los Oficios de Ánimas, la Novena, porque escuché una mezcla de sonidos, el bisbiseo de las oraciones y como el eco de algún canto religioso tipo responso, de misa de difuntos, vamos, hasta me pareció oír el roncón de un órgano...
¡Al loro, pelanas!, berreó el manco al pasar de largo a mi lado dirigiéndose hacia la fachada sur. Lo seguí en silencio sin saber qué buscaba ahora, todavía con la mosca tras la oreja pensando en los otros dos lebreles.
¡Recuerde, gaznápiro!, me dice misterioso cuando lo alcancé y llegamos a las puertas, señalando, de las tres, la izquierda, ¡Ésta es la entrada de los elegidos, la de la Muerte!.

Se quitó la boina y se quedó traspuesto mirando la figura en piedra de un esqueleto con alas que en la oscuridad parecía aletear como un murciélago.

Aullaban nigrománticos los perros, reían las gárgolas con mueca soturna.

¡Don Ramón!..., musité.
Pero el santo estaba en trance y sus oídos no eran ya de este mundo, como cuando se extasiaba debajo del pino de la isla de Arosa mirando las luces de A Pobra do Caramiñal, al otro lado de la ría.
El tiempo pasaba y empezaba a hacer frío. Decidí echar mano del recurso que me había enseñado Saturnino, el excriado del viejo, ahora de pistolas en el Constantinopla.
¡Tejerina!, le dije casi a la oreja.
¡Hijoputa!, chilló Valle dando un saltín. Y un poco recuperado ya del susto, añadió, agarrándome por la oreja izquierda, ¿¡Qué pretende, berzotas, liquidarme de un síncope! ¡Que sea la última vez que me mienta a la bicha! ¡Arreando, que es gerundio!
¡Don Ramón!, le dije en un último intento por torear aquel bicho, ¡Nos falta Sebito!
¡Para esta fritanga no necesitamos pinche de cocina! ¡Adelante!, y empujando la puerta entró.

Me pegué a su levita siguiéndolo porque la oscuridad en el interior era casi absoluta y yo estaba algo impresionado, he de reconocerlo. Se filtraba una leve claridad por las legendarias vidrieras que dibujaban sobre los muros sus motivos y colores todo a lo largo de la nave. Era un espectáculo maravilloso y fascinante a un tiempo, como planos fijos de un cine mudo, cuadros, que sin embargo temblaban dotados de vida al influjo de la escasísima luz que llegaba del exterior.

Pero antes que las vidrieras, lo primero que me impresionó fue el silencio. Ni cánticos ni oraciones, ¿qué fue lo que oí yo, entonces, al abrir la puerta de entrada habitual?.
¡Don Ramón...!
¡Silencio, carallo!, me cortó Valle enérgico, pero sin alzar la voz.
Caminamos por la nave retrocediendo hasta la puerta principal, sonaban nuestros pasos en las losas como gotas de agua que caen en el lago de una cueva profunda. Al llegar, se detuvo mirando el rosetón central.
¡Aquí, usted que se dice amante de Grecia, en ese ojo mágico, por ese Aleph aspiré un atardecer la fragancia de sus islas doradas, aquí se detuvo el tiempo para mí y alcancé un vislumbre de la eternidad!...
¡Y un día!..., se me ocurrió rematar. ¡Nunca lo hiciera!. Descargó un bastonazo con toda la mala leche de que fue capaz, menos mal que últimamente olvidaba el bastón en el Mercedes, no obstante yo ya había dado un salto hacia atrás, pero él, con el impulso, se fue de morros al suelo.
Ya no era la primera vez que veía al pobre manco rodando delante de mí y volví a sentir lástima por él.

Rechazó mi ayuda llenándome de improperios, sentado en el frío suelo. Le alcancé los lentes, que no habían sufrido daño. Me los arrebató de la mano con un gesto brusco, mirándome con una mezcla de odio y sorna, ¡el cabrito parecía estar calculando cómo y dónde metérmela doblada!
¡Quién me mandará a mí aceptar estos catecúmenos!, dijo con mal disimulada resignación, y bufó después como un hoyo soplador.
¡Lo siento, maestro!
¡Ni maestro ni gaitas, estamos en sagrado, no me empuje al sacrilegio, pollo!

Lo mejor era callar. Se levantó de un brinco como una moza saltando la sebe.
¡Tal vez debí ponerlo en antecedentes de lo que haríamos esta noche!...
¿Qué?
¡Acompáñeme!

Enfiló muy despacio por la otra nave de la girola, esta vez en dirección a la cabecera del templo, con los ojos vueltos a lo alto. La oscuridad era aún mayor en esa nave, íbamos casi pegados al muro norte de la iglesia, el ala menos iluminada y diáfana de la Catedral. Yo empezaba a habituarme un poco al lugar.
Se paró frente a la famosa vidriera de La caza y me señaló la imagen del Alquimista trabajando en su oficio.

¡Quiero ver cómo los primeros rayos del sol revelan el misterio alquímico en esos vidrios!, dijo,  poseído y algebraico.
¡Acabáramos!, pensé. Por fortuna, en apenas cinco minutos parecía haber olvidado ya nuestras humanas diferencias...

(continuará) 
   
Gundoberto Salmerón Carrasclás, limpiacristales, pulidor.

El órgano y los vidrieras de la Catedral de León.

http://www.youtube.com/watch?v=i8n_g943tlg


Salud.


lunes, 15 de julio de 2013

Marcha atrás. Mirada retrospectiva


Bueeeno..., alguna vez sí.

Mirada retrospectiva


Cuando mediada la mañana salimos hacia Asturias en el Mercedes blanco del Legía por la carretera nacional del Puerto de Pajares, a las afueras ya de León y a la altura del antiguo sanatorio Antituberculoso, tuve la viva impresión de estar metido en una de aquellas novelitas de Valle-Inclán que no tenían final, o lo tenían inesperado, abrupto y sin solución a la vista, como un desenlace provisional, con una acción y un ritmo que parecían retroceder en lugar de avanzar, y cuyos títulos hacían referencia a escenarios que los lectores nunca llegábamos a ver, y ni siquiera los protagonistas, abandonados en geografías desconocidas, en cunetas y terrenos embarrados, montañas y bosques sombríos, a menudo hostiles, de Galicia o el País Vasco...

Conducía Porfirio y de copiloto viajaba esta vez su jefe, el Narizotas. Don Ramón ocupaba un asiento junto a Eusebio, que seguía en el centro roncando cual era su costumbre. El manco quiso sentarse junto a su criado para velar por él, según dijo.
La noche precedente en León había sido toda una odisea. La resumiré para no empezar ya alargando el escrito.

Yo quise despedirme hasta el día siguiente porque tenía amigos en la ciudad y pensaba hacerles una visita, pero el manco me agarró por un brazo y me dice, ¡Quieto, fiera, que aún has de oficiar de monago esta tarde y noche!.

No sirvieron peros, imposible negarle un capricho al viejo loco cuando lo manifestaba con esa vehemencia tan suya.
Sebito seguía con la cabeza gacha, enfurruñado todavía por el veto venéreo de su amo en La Bañeza. El manco lo miraba de reojo por encima de los quevedos y va y le suelta, ¡Déixa alá os conios, carallo!

El plan de don Ramón, sin más explicación, era pasar por el cementerio y después por la Catedral. Pero antes nos tomamos un pequeño refrigerio de morcilla de Matachana y chorizo de la tierra en el apartamento de la portuguesa de Coimbra y el minero de Laciana, que controlaban a las chicas del dúplex. El Narizotas y su compinche tenían una cita con un par de políticos con los que cenarían esa noche.

Don Ramón iba casi trotando camino de un cementerio que yo no conocía, era tarde y no hacía calor. El viejo nos apuraba porque quizás temía que la Catedral ya estuviera cerrada a la vuelta. O eso pensé yo, no hay quién le saque clavo y no nos informó de nada.
Llegamos con la lengua fuera a una zona esquinada del camposanto con pequeñas lápidas en el suelo, sin nombres, sólo con algún signo o leyenda. Se repetían las circunstancias de Ponferrada y también el rito que siguió.

Frente a una lápida de blanca caliza se detuvo el de Vilanova muy ceremonioso. Nos indicó con un gesto que ocupáramos nuestros puestos y se quitó la boina de Baroja que llevaba esa tarde. Y de pronto lo veo sacar de debajo del levitón una paletilla acecinada de cabra que dejó con delicadeza femenil sobre la piedra. A duras penas aguanté la risa, porque además el manco me lanzaba miradas atravesadas sobre sus lentes, como el cura que pilló al monguillo cascándosela durante la consagración.

No se me olvidó la leyenda grabada en aquella lápida:

Más chivó el chivo
y más no digo
que diga el chivo

¿Dónde se había agenciado la cecina de chivo, el castrón?. A eso se negó a responder, pero supuse que la traía ya desde Astorga, o incluso del Bierzo. Estuvimos juntos casi todo el tiempo excepto algunas horas nocturnas en esos lugares, ¡porque no creo que se la dieran en el Constantinopla!.

Nos fuimos con noche cerrada, aunque tal vez no serían más allá de las ocho de la tarde. Nos llevaba afogaos el viejo, camino de la verja de salida, hasta que en un momento dejé de sentir las pisadas de Sebio detrás de min, mientras por delante veía que se perdían en la oscuridad los botines de don Ramón...

(continuará)

Torcuato Fernández Parranda, salmista, chiflador.


Cherry Poppin 'Daddies.   Brown Derby Jump.



Buenas noches.

domingo, 14 de julio de 2013

Η Σωτηρία Μπέλλου, Sotiría Belou


Drosiá  desde el autobús en el puente nuevo de Jalkida, Χαλκίδα, sobre el canal de Eubea. 
Grecia, agosto 2012.

Σωτηρία Μπέλλου

Buenos días. No he seguido un orden estricto a la hora de ocuparme de las rebétissas, después de Rosa Eskenasi, debería seguir Marika Ninu y después Sotiría, en el supuesto de que dejara a un lado otras de la primera generación como Rosa Abatsi o Amalia Baka. Pero empecé con Marió porque sigue viva, lo que es lógico siendo la más joven de todas. 

Algún griego de Kimi me aseguró que Sotiría Belu era de Órzonas, un pueblo próximo, de Eubea, y lo he repetido aquí un par de veces tan tranquilo. Ahora me enteré de que sí nació en un pueblo del municipio de Halkida, la capital de Eubea, pero no en la isla sino a la otra orilla del canal que la separa del continente, en Drosiá, en agosto de 1921. 
Β. Τσιτσάνης. Σωτηρία Μπέλλου.  Όταν πίνεις στην ταβέρνα. Cuando bebes en la taberna.


Όταν πίνεις στην ταβέρνα, κάθεσαι και δεν μιλάς,
κάπου κάπου αναστενάζεις απ' τα φύλλα της καρδιάς.
Θα 'θελα να σε ρωτήσω και να πληροφορηθώ,
ποιο μεράκι σ' έχει κάνει τόσο μελαγχολικό.
Μήπως έχεις αγαπήσει και προδόθηκες κι εσύ;
Έλα, κάθισε κοντά μας, να γλεντήσουμε μαζί.

Cuando bebes en la taberna, te sientas y no hablas,
de cuando en cuando suspiras desde las entretelas del corazón.
Me gustaría hablar contigo y preguntarte,
qué es lo que te hace estar tan melancólico.
¿Tal vez estás enamorado y también te han traicionado?
Venga, siéntate con nosotros para divertirnos juntos.

La traducción es libre, así que si a alguien le chirría o encuentra errores, perdón, y por favor ¡pido ayuda!
Γιάννης Παπαϊωάννου. Σωτηρία Μπέλλου.   Άνοιξε, άνοιξε.

http://www.youtube.com/watch?v=3iB15JHwg_Q

Empecé por un tema de los más conocidos suyos, un Jasápiko obra de Vasilis Tsitsanis, que fue quien, tras presentársela Kapetanakis, la descubrió en un cafetín donde trabajaba de camarera, apostó por ella y juntos grabaron un sin fin de canciones. 
El asunto, como podemos leer, tiene todos los ingredientes propios del rebético. La soledad, el desamor, la taberna, el alcohol, los colegas en la desgracia...

La lista de autores y músicos con los que colaboró incluye a todos los importantes del estilo, el segundo tema de hoy es de Papaioannu, otro de los más importantes rebetis de la época dorada. En un capítulo de Tsitsanis en esta etiqueta, hay una foto suya tocando el baglamadaki, imagen que nunca falta cuando se habla de rebético, con esas "manoplas" de acromegálico que tenía Yianni.

Vayelis Papásoglu. Sotiría Belu.   Kato sta Lemonádika. Abajo en Limonadika.

http://www.youtube.com/watch?v=CeE8BDViGq8

Βαγγέλης Παπάζογλου Αγγούρης (Pepino), no confundir con el  el moderno Nikos Papázoglou, tesalonicense del mismo apellido, es otro de los autores clásicos del género anterior a la guerra, no tan ubicuo como Tsitasanis, como el mismo Papaioannu o como Kaldaras, el siguiente compositor de hoy, pero en cualquier caso se trata de otro compositor ineludible. Refugiado de Esmirna, trajo con él los ritmos orientales de las amanés, el karsilamás, la Esmirneika o Esmirniótika, con el aroma de los tekes, los fumaderos de Asia Menor, que sin embargo no se aprecia tanto en esta canción. 

Kostas Ferris cuenta en su película Rebétiko, lo repito de cuando en vez, la penosa vida de una intérprete que se identifica con Marika Ninou, pero la de Sotiría no fue menos dura.

La primera infancia no tiene más interés que el hecho de ser la nieta de un pope ortodoxo al que acompañaba en ocasiones en los oficios y del que parece que aprendió a entonar de muy niña los cantos bizantinos litúrgicos, que están en el fondo de la rebétika junto con otras muchas influencias. Con el aliento de su padre, tendero, aprendió a tocar la guitarra, pero a la hora de pensar en dedicarse a la música le pasó lo mismo que a Eskenazi y a Marió, con la diferencia de que a Sotiría le curraban para intentar convencerla.
Απόστολος Καλδάρας. Σωτηρία Μπέλλου
  Είπα να σβήσω τα παλιά. Le hablé para olvidar el pasado (chungo...)

No tengo claro si fue un amor juvenil, como en el caso de Rosa Eskenazi, la paliorebétissa que se fugó con su novio, si recordáis, pero el hecho es que a los 17 años Belu conoció al que se convertiría enseguida en su primer y único marido.
Sus biógrafos dicen que fue su padre el que la obligó a casarse, pero lo que parece fuera de toda duda es que el tipo era un borracho, una mala bestia que la maltrató desde el principio, incluido un aborto tras una paliza, más o menos con la anuencia o el silencio de la propia familia de Sotiría.

Muy pronto se pondría en evidencia su carácter enérgico, porque con ocasión de otra paliza del palikari, ella le tiró ácido a la cara, como hacen ahora algunos valientes musulmanes con sus jóvenes esposas. 
Naturalmente pagó con creces este atrevimiento en cárceles de Halkida y Atenas. El machito sin problema.
Σ. Μπέλλου. Β. Τσιτσάνης. Ziibékiko.  Κάνε λιγάκι υπομονή. Ten un poco de paciencia.

http://www.youtube.com/watch?v=-vabn-vSEVM&list=RD02FEOR0BkHOTQ

El día del  Όχι, el No del dictador Metaxás a la pretensión de Mussolini de ocupar Grecia, el 28 de octubre de 1940, que motivó la declaración de guerra de Italia, hoy fiesta nacional, Sotiría, que entonces tenía 19 años, convertida ya en un ejemplo de escándalo y vergüenza para la miserable moral imperante, llegó a Atenas buscando la libertad e independencia que siempre defendió y huyendo de su gente, pues tras salir de la cárcel, era maltratada en la misma casa de sus padres.

Como muchos otros jóvenes de sangre caliente, se adhirió al Partido Comunista, que organizó la resistencia civil y armada durante la ocupación alemana, y fue encarcelada y torturada por los nazis en los momentos más duros y peligrosos de la represión. 
Tras la derrota alemana siguió militando y volvió a ser encarcelada en la guerra civil posterior. 

Β. Τσιτσάνης. Σωτηρία Μπέλλου.   Χωρίσαμε ένα δειλινό (1949)

Χαλκίδα.  En el autobús, antes del puente.
Eubea, verano 2012.

Hizo todo tipo de trabajos para sobrevivir hasta que Tsitsanis le ofreció su apoyo y pudo dedicarse a la música, actuando en todos los locales importantes de la capital y El Pireo. Con él y con los más afamados compositores e intérpretes, entre ellos Bambakaris, tuvo su tiempo de gloria en los años posteriores a la guerra. Y posteriormente en los 60 y 80 con el resurgir del género.

Desde mediados los '50, hasta mediada la década siguiente, fueron los años más difíciles para Sotiría en lo musical, porque el rebético cayó en desgracia. Y en su vida personal empezaba a tener problemas a causa de su adicción al alcohol.

Por estos paralelismos biográficos, la dureza de ambas vidas, pero también por los escenarios y la temática de sus canciones, o por cierto registro amargo, desesperado y cálido que comparten, se la compara frecuentemente con Billy Hollyday.

Peristeris. Tsitsanis. Belu.  Skotóse me. Mátame.


Mátame, mátame, no me dejes vivir más
No soporto verte con otra a tu lado...

Siguiendo con esa idea, no olvidemos que muchos críticos consideran al rebético como el blues griego. Yo me pregunto si no será otro de esos casos de mezcla y de ida y vuelta, como el rumbo de la rumba que seguía Santiago Auserón en su Ritmo perdido, donde no trata esta música ni por tanto el asunto.

No quiero decir con eso que el blues venga del rebético, sólo que el centralismo cultural siempre barre para casa y tal vez en algunos casos fuera más correcto decir que el blues es un rebético americano. Ahí lo dejo, ¡pa chulo, yo!. 

Inconfundible, única Sotiría con esa voz cazallesca, rasposa, de tsípuro, cascada pero amarga y cálida a un tiempo, arrastrada, con la personalidad que requiere el género.

Sotiría Belou.  Pireas ke Azina.

http://www.youtube.com/watch?v=Gaa24QoiDpw

Pese a su larga producción discográfica, no encontré discos editados a su nombre hasta 1974, bien es verdad que en Grecia dan más importancia al autor que al intérprete y con frecuencia figura aquel, y el cantante sólo en un plano secundario.

El último de hoy es otro de los temas populares de Sotiría y esta versión es la antigua original, porque después, en los 60 y 80, regrabó muchos de ellos con una voz bastante menos juvenil, fijando el estilo maduro que la haría reconocible.

La canción es de otro rebetis histórico, Spiros Peristeris, coautor del Skotóse me, de arriba. En el siguiente capítulo pondré alguna otra de este músico y aprovecharé para contar una historia triste que Belu sufrió actuando con él y otros rebetes en un rebetádiko de Atenas. Otra hazaña de palikaris, dicho con sarcasmo.
Anestis Deliás. Σπύρος Περιστέρης. Σωτηρία Μπέλλου.   Ο φιγουρατζής. 1950.

Tengo otros tantos temas en espera, así que dentro de unos días el segundo capítulo.

Salud y buena música.

Ramiro Rodríguez Prada

viernes, 12 de julio de 2013

Menús culares. El clero.


Cecina de obispo.
Astorga, 2012.


El Comedero del Señor Obispo
(La Catedral de la Cocina Mística)


CARTA


Sopas

Consomé de polla episcopal con fimosis y huevos al reclinatorio.
Caldo podre de abadesa al mismo Diablo.
Zurrukutuna de ajo ilustrada al aleluya con perendengues hervidos en sangre de mártir.
Sopa mística de Ávila.


Entrantes

Ceviche de berzas del Huerto de las Vírgenes Emparedadas.
Ninfas de vulva ahumada de novicia en emulsión espermática.
Tartar de cipotes de arcipreste y morcillona de Burgos con mango.
Flauta de canónigo rellena de guindillas e higadillos, al Evangelio según san Mateo.
Provolone de chupacirios asado con psilocybes salteadas al toque de esquila.
Frité conventual al prodigio isleño con perretxikos Dóminus vobiscum.
Chicharrones rancios y cecina de obispo sobre tostada al oremus. 
Tosta de Pan de Ángel al ajo arriero con miel de estramonio.
Garbanzos salteados con butifarra de mosén y espinacas de Montserrat.
Morros de catecúmena al chup chup con patatinas Tamtum ergo.


Ensaladas

Fría, franciscana, con rabos de rúcula, espágarros consagrados y cebollinos del Opus.
Tibia, de almejas, con chochos a remojo de agua bendita templada.
Caliente, preconciliar, de pecaos mortales contra el sexto.
De foie quien quiera.
De hostias.


Carnes

Suprema de pollo místico al campanario.
Chuletón de cura al pestazo de sacristía, con nabos y patatas noisettes.
Jamoncito de pato de confesionario sobre emulsión de óleos sagrados al responso.
Chuletillas de seminarista a la menta verde con saute de verduritas de estación
Cintas de bandullo de arcediano con patatas rápidas y pepino entero.
Presas de confesor ibérico en lecho de castaña hembra y olivas negras.
Entrecot de cardenal con patatas dólar y pepitas de oro en salsa vaticana.
Hamburguesa de teta monjil con chutney de zanahoria moruna.
Hamburguesa de Terra Chá, de la firma Picadillos Rouco, en nido de grelos confitados.


Caza

Chochas descalzas al menstruo de julio (En temporada)
Codornices del Monte Carmelo rellenas con arroz salvaje al éxtasis.
Hemorroides de papa montés en sazón vuelta y vuelta  (Existencias limitadas)
Lengua de jabalín con oreja de reverendo al bonete y patatas paja.


Pescados

Darne de tiburón de catedral con capirote de muselina de puñetas, y reducción de Lacrima Christi al Copón Bendito (Especialidad de la casa)
Besugo católico al horno con navajas melladas en gracia de Dios.
Lomo de jesuita con branquias sobre puré comunista, hilos de sangre fresca y Cojones 33.
Tatakis de atún teológiko y bakalao a la tonsura.
Pimientos del escrotillo rellenos de txipirones en salsa de sotana.
Salpicón de pobre en su jugo al acetto di Cáritas.
Txangurro preñado de riles de cerdo y sesos de arzobispo (Consultar existencias)


Postres

Peineta de crujiente de maní sobre flan de higas cuaresmales al vinho do Porto.
Esponjoso de gaita y rugoso de pezón clerical en mousse de chocolate del loro de Moscú.
Chuminos de profesas añosas marinados en sosa cáustica y bañados en albibar de azucenas.
Milhojas de feto malparido al gallardín con crema pastelera y Anís del Mono.
Altramuces caramelizados al púlpito.
Comunión de frutos prohibidos al sacramento.
Torrijas Barragana de párroco al pis pas.
Pedos de monja tímida en burbuja mariana.

Para reservas y pedidos, en las Oficinas del ObispedO o llamando al teléfono: 1111111;
(Preguntar por San Dios)

Skylorómiros Mavropradakos

José Luis Moreno-Ruiz.  Vampírica misa de requiem.


Salud


Sendo en Cuca

Buenos días. Hoy se inaugura en la Hostería Cuca La Vaina, de Castrillo de los Polvazares, en León, para conmemorar los 20 años de su apertura, la exposición  Óleos y palabras para el bosque, del pintor de San Justo de la Vega, Rosendo García Ramos Sendo. El título y los motivos de las obras, hacen referencia al incendio que el pasado verano calcinó 11.000 hectáreas de bosque en Castrocontrigo y Teleno. Los 24 cuadros, algunos de gran formato, permanecerán colgados hasta el 30 de noviembre.

Junto a las obras, se exponen también textos alusivos de 14 autores, entre los que figuran Gamoneda, Colinas, Llamazares, Rivas, Gutiérrez Aragón o Joaquín Aráujo.

Movimiento, descomposición y erosión, ése ha sido uno de los recorridos de Sendo en la pintura hasta llegar aquí, según la sucinta descripción que él hace de su propia obra.

Pasé en dos ocasiones por su casa-estudio, pude asistir un poco al crecimiento de los óleos y fotografiarlos. Pero quiero verlos colgados con sus textos al lado. Tengo preparada una reseña que aparecerá aquí el 12 de septiembre, un poco corregida y aumentada, espero, después de disfrutar la exposición, si es posible, junto a un cocido maragato. ¡Abrazos!

Ramiro Rodríguez Prada 

jueves, 11 de julio de 2013

Pata Negra -3


Pata Negra,  Rock gitano,  Blues de la frontera  e  Inspiración y locura.
Pata Negra,  1980-1990.

Pata Negra -3 


En esta entrada comentaré los dos LPs que me faltan de esos discos de la foto de la cabecera. Cerramos el último capítulo con Yo me quedo en Sevilla, una canción de su tercer álbum el Blues de la frontera (87).

Y abrimos hoy con un instrumental de los tres que incluyeron en el trabajo y que le da título.

Pata Negra. Blues de la frontera.

En todas partes me he tropezado con la misma palabra, bluslerías, para definir la música que hacían, y que imagino que será una mezcla de blues y bulería. No sé si es un invento suyo, de Rafael que era el más bacilón, de Ricardo Pachón, el cerebro de toda esta movida o ya venía de Veneno.

Fusión le llaman algunos, entre blues y flamenco, con otras pinceladas, de ská, de guitarrazos rockeros o de elegancia yasística, pero primando lo racial andaluz y gitano, por supuesto. 

F. G. Lorca. R. Amador. R. Riqueni, guitarra flamenca. Pata Negra.  Bodas de sangre.


Saben ya por Camarón, por Kiko, o por Ricardo Pachón, que la poesía popular andaluza, y la culta que se apoya en ella, como la de Lorca, es un buen venero para cualquier músico y repiten en este trabajo. Esta vez es Rafael  quien prueba fortuna sin la ayuda de Ricardo.

Con la que subí en la entrada anterior y las de hoy, están todas las del disco, y es que es muy completo en conjunto y el que más me gusta, no tiene desperdicio, y eso que las canciones que más sonaron, como por ejemplo la siguiente, no es de las excepcionales, pero se apoya en ese relato familar y muy cercano de Jozé, el Camarón, y para cualquier amante del flamenco con eso el tema ya tenía muchos puntos ganados.

Lencero, Pachón, Rafael. Antonio Rodríguez, bajo. Pata Negra.  Camarón.

El éxito de ventas no se hizo esperar y con este disco, que puede ser considerado su obra  madura, alcanzaron el reconocimiento de público y crítica que ya merecían hacía tiempo. Pero con todo ello llegaron también los problemas y el descontrol.

Todavía grabarían juntos otro disco en directo en 1989 en la sala Zeleste de Barcelona, como he contado ya.  Pero a partir de ahí, Raimundo, más práctico que el soñador Rafael, empezaría a tomar un rumbo distinto. Con el guitarrista Luis Cobos Manglis forma Arrajatabla, mientras su hermano se va entocinando cada vez más en su viaje infernal más que astral.

Hamilton. Lewis. Manuel Rodríguez, guitarra sint. Pata Negra.   How high the moon.

Parece estar escuchando uno una guitarra amaricana, BBKing mismo antes de que Raimundo lo conociera personalmente y trabajara con él. 

Sin embargo, aún tendría el tiempo y la lucidez necesarias Rafael Amador para parir un cuarto álbum con el nombre del grupo, aunque ya no figuraba en él Raimundo.

La Calle Betis es un tema más andaluz por el ritmo, las palmas y el coro de voces chillonas, y es de los que recuerdan un poco los trabajos de Lole y Manuel y los Montoya, aquí con bonitos arreglos de guitarra dibujando de fondo sonidos del jazz.

C. Lencero. R. Pachón. Pata Negra.  Calle Betis.

http://www.youtube.com/watch?v=1yVhy88_nOw&list=PLF1BBBBEA24937928

En este tercer LP de los dos hermanos todavía se pueden escuchar ecos del anterior experimento, que en el capítiulo 2 llamé tecnoflamenco o algo parecido, en el estilo único de los Amador y hasta donde su alma de gitanos podían transigir con las máquinas y la música tecnificada.

Cuestión ésta que ya se le debió plantear a Kiko Veneno cuando compuso su Seré mecánico por ti, más sencillo para él que es payo, donde se empiezan a escuchar esas síncopas en muchas canciones, incluso en las de base flamenca.

El tema siguiente, Lunático, es un ejemplo un poco especial  de lo que acabo de decir, con ese ritmo cortado de rasgueo seco, que aquí es también ská y reggae, acompañado por voces flamencas y solos de guitarra rockanbluseras.

C. G. Lencero. Rafael Amador. Pata Negra.  Lunático.

Todos los instrumentales de Pata Negra son extraordinarios porque ellos eran, son unos virtuosos en lo suyo, e innovadores, creadores. Pero la diversión frente a la seriedad de los teatros, la guasa antes que la trascendencia.

Si he puesto todas las canciones del disco junto a sus autores e intérpretes, justo es que haga una mención al resto de músicos que lo grabaron junto a los Amador: Antonio Rodríguez y Carlos Carli, batería; Antonio Habichuela y Antonio Tacita, percusión; Charo, Rocío, Elena y el Guadiana, coros y palmas; Jos Matchel, contrabajo; Manuel Marinelli, teclados; Arturo Soriano, saxo. Con la producción de Pachón, como he venido recordando.
J. Pizarro, bajo. Pata Negra.  Lindo gatito.


De haber terminado el capítulo con este disco la canción escogida hubiera sido sin duda Pasa la vida, porque entre otras muchas que me gustan, resume mejor que ninguna para mí lo que fue Pata Negra. Es también una de las que más sonaron y que más éxito les reportó.

La letra incide en una metáfora clásica de la poesía, la de la vida que pasa como un río, tan presente también en nuestra lírica. Recordemos, además, que una de las profesiones clásicas de los gitanos es la de cesteros, y el andarríos busca el material en los mimbrales ribereños.

Pero como todavía me queda comentar el cuarto disco, el que hizo Rafael Amador ya sin Raimundo, voy a poner una de las tres que tenía programadas de ese álbum, quizá incluso más conocida que la otra y más cachonda, y reservaré el Pasa la vida para la última. 

Lencero. Pachón. Moraito Chico, guitarra flamenca. 
Pata Negra.  Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda.


Rafael Amador  en  Inspiración y locura.  Detalle. 

En el cuarto y último disco que comentaré, Inspiración y locura, de 1990, hay también tres canciones que me divierten, además de la anterior. Una de ellas la he subido ya un par de veces aquí y son las Bulerías de Juan el Camas cantadas por él mihmo mihmamente, aquél del  ehtraterrehtre/ vente aquí con nozotroh y ponte morao/ que te voy a hacer un prrete..., y que cerraba el álbum. Pero no la pondré hoy porque ya me voy a pasar lo que no está escrito.

Las otras que me gustan son las dos siguientes. En esta primera, típica suya, aparece de nuevo la imagen poética de la muerte y el río, tiene que morir/ pero eso no le preocupa. Y esa frase que se repite machacona, tengo que volar aunque sólo tenga un ala, es toda una proclama que nos habla de voluntad de libertad por encima de las mayores dificultades.
Hay una lectura inmediata por evidente: el ala que le faltaba a Rafael era Raimundillo.  

C. Lencero. J. Arispont. Pata Negra.  Tengo que volar.


Rafael echó mano de un elenco de colegas músicos, que ya venían trabajando con todos los que tenían algo que decir en un estilo fronterizo que casi se estaba inventando en ese momento. Incluso, en el siguiente tema colaboró con él Manglis que se había ido con Raimundo a formar Arrajatabla

En los créditos figuraban también Jesús Arispont, bajo; J. Pizarro, guita eléctrica; A. Rodríguez, batería; J. M. Cañizares, J. M. Roldán guitarras flamencas, y el gran Moraito Chico en Todo lo que me gusta...; Tino Di Geraldo, batería y percusiones, con M. Soler; Jesús Bola, teclados, mezclas. Coro de Santa Bárbara, Kilate y Quimera, coros, con Diego Carrasco, Hermanas Peligro y Dr. Kelly, palmas también. Y los metales de la Sevilla Big Band. Ricardo Pachón seguía  produciendo.

Popular. Luis Cobos Manglis, guitarra eléctrica. Pata Negra.  Anónimo jerezano.

El disco no tuvo la pegada del anterior porque tal vez estaba más desequilibrado, los otros cuatro temas tienen menos interés, en alguno se repiten los guiños a ese tecno a la remanguillé torera, para mi made in Kiko, como en Genoveva y algún otro. Y por fin las Bulerías del Camas mencionadas.

Cuando empecé el primer capítulo creía que podría comentar algo del siguiente de Rafael, Como una vara verde (95) usando todavía el nombre de Pata Negra, pero no va más, ¡me paso ya dos huevos! 

Me queda mucha tela que cortar todavía de los hermanos Amador. Raimundo ha hecho una carrera impresionante después de la ruptura con su hermano, con el que volvió a amigarse y a trabajar más adelante hasta hoy mismo, pero esa es una historia tan larga como ésta y quisiera hablar algo de otros muchos músicos y grupos que me gustan antes de que se me agote el fuelle.

Un capítulo que tengo en mente y que quizá sí escriba en el curso del año son las canciones que el Púlgar hizo con Raimundo. Veremos allá en otoño... 

P. González. Romero Sanjuán. Pata Negra.  Pasa la vida.

http://www.youtube.com/watch?v=hq6M3R9mKRw

Salud y buena música

Ramiro Rodríguez Prada