sábado, 10 de marzo de 2012

Retales -4


León 2011

Toso una tos que me llega al zapato


Toso una tos que me llega al zapato,
al talón a través del nervio ciático.

Toso una tos de insecto viejo
y bastante grande para lo que se estila.

Es una tos de rasgaduras y rebabas,
tos algo tartaja, tropezones secos que me dañan
los pechos, los regustos, el esternón entero
hasta el ombligo.

Toso, sin embargo, toses varias, todas
muy profesionales, con clase, con diplomas,
como si tosieran de toda la vida.

Por algo aquella tos se queda ahí agarrada,
es la penúltima tos que aún me queda por toser.
Sin prisas.


De ´Tos nunca antes tosida`. Catálogo de toses.
Oviedo 1990.
Ramiro Rodríguez Prada


Stou psiloriti tin korfi, En lo alto del Psiloritis.

http://www.youtube.com/watch?v=UZZpSJ_gBKU


León 2011

Contagio

Esta mi tos es contagiosa,
se propaga como un virus,
es un eco infeccioso que rebrota,
es una tos política de izquierdas.

Tos panfletaria que revienta
en la sucia jeta del sistema,
un cóctel molotov de pura mierda
es esta carta bomba que me envío. 

Una tos me tiene a mí que me tose
abajo y me rompe los esquemas,
los pingajos aquestos que me cuelgan
muy juntos a los lados, ayuso del carajo.

Sea lo que sea, es una tos violenta
 y libertaria, es tos muy fea, 
 tos proletaria inoculada en los pudrideros
 de la revolución, ésta mi tos.

De ´Purgatorio`. Catálogo de toses.
Oviedo 1990.
Ramiro Rodríguez Prada.



Gatillazo, de ´Sangre y mierda`,  El caos perfecto.

http://www.youtube.com/watch?v=ZmA2vGGkTeo&feature=fvwp&NR=1

Los Latin Brothers, con  Héctor Lavoe. Carcelero.

http://www.youtube.com/watch?v=Jrmk1fTQCeM&feature=related



¡Irresistible Lavoe, qué bailongo boricua, compay!

Salud

viernes, 9 de marzo de 2012

Sombras en la nieve -4


Árbol en invierno
Asturias 2012

Nevada


Aquel año no tuvo la precaución de bajar las vacas antes de las nevadas y la primera, tempranera, hay que decirlo en su descargo, lo pilló con el ganao en el monte. No temía por ellas que andaban pastando solas todo el día sin necesidad de pastorearlas y por las noches se recogían en la cuadra de la cabaña mucho antes de que empezara a oscurecer.
El problema de la alimentación tampoco era acuciante porque en el pesebre tenían algo de reserva y sobre éste, por la ancha abertura de tablas en el piso superior, donde se almacena la paja y por donde se ceban los comederos, las vacas metían la cabeza para sacar el heno fragante, incluso con el pesebre lleno, caprichos de rumiente.

Más grave era el problema del agua, aunque tampoco definitivo. Había una pequeña reserva en el pilón exterior que confiaba en que no se hubiese congelado. Habría suficiente para algunos días y los animales podrían resistir varios más en caso necesario.
Aún peor era el ordeño. Si la nieve era mucha arriba en el monte y no podía llegar hasta ellas, las dos vacas, que eran el sustento de una familia numerosa con mayoría de niños pequeños, podían enfermar y comprometer la ya justa alimentación de sus propios hijos.

Pero lo que más le preocupaba era la posibilidad de que los animales fueran atacados por lobos. Recién empezado el invierno era difícil verlos tan abajo, pero en lo más crudo de la estación no era raro encontrarlos merodeando incluso en los alrededores del pueblo.

Todas las mañanas subía con el caballo a la campera para ordeñarlas y por la tarde repetía la visita. La puerta de la cuadra siempre quedaba entornada preveyendo cualquier eventualidad. Si esta emergencia hubiese ocurrido en enero las posibilidades de encontrar a las dos vacas muertas y despedazadas hubieran sido de un 50%,  más o menos.
La faena completa le llevaba unas dos horas, algo menos de una en la ida, a caballo, siempre cuesta arriba, otra media para el ordeño y otro tanto para bajar. Con la visita de la tarde cuatro horas diarias en total.

Asturias, febrero 2012

La mañana amaneció con un sol tibio iluminando la nieve pero sin una nube en el cielo.

Muy temprano aparejó el caballo, cargó las lecheras y unas piedras de sal para dejar en la cuadra por si no podía bajar las vacas, para que lamieran. Todavía abrigaba la esperanza de que  esta primera nevada no hubiera dejado mucha nieve en el monte, porque en el pueblo no había más de 10 centímetros. Y la nieve de las primerizas no solía durar pues era poca y la temperatura no demasiado fría. En un par de días podía desaparecer completamente.

La primera parte del camino era muy cómoda, ancha, ascendía suavemeente a lo largo de un valle por donde discurría el riachuelo torrencial que daba nombre al pueblo. Las cabañas estaban en la cabecera del valle y en la segunda parte de la ruta se terminaba el camino y seguía una senda empinada y resbaladiza donde, en muchas ocasiones, debía bajarse del caballo para continuar a pie tirando de la caballería con los ramalillos. Este tramo es al que más temía. A partir de ahí aumentaba siempre de manera ostensible la cantidad de nieve acumulada.

Pero si la nevada era de las grandes los problemas empezarían ya a la puerta de la cabaña. Allí tenía una pala con la que podría despejar de nieve el corto camino hasta el pilón, pero imposible, estando él solo, abrir una vía que atravesara los doscientos metros de campa hasta la senda de bajada. Y llevaba otra en el caballo por si la necesitaba en la subida. Había sopesado la posibilidad de levantar de la cama al mayor de sus hijos para que lo acompañara, entre los dos tal vez pudieran abrir un paso  a los animales. Lo descartó por precaución, el chaval acababa de cumplir 13 años.

Recorrió el valle sin mayores problemas aunque echó más del doble de tiempo que otros días. Las sombras sobre la nieve le parecían algo espectrales, con una luz líbida y congelada, teñida de las preocupaciones que sentía.
Bajó del caballo al iniciar el ascenso por el sendero pindio, la nieve aumentaba poco a poco conforme progresaba pero no había mucha todavía. Iba esperanzado cuando llegó a lo alto, al borde de la campera.
Allí no había más de medio metro. Puso las raquetas y tiró del caballo. Sólo podía ver el tejado de la cabaña, un poco oculta, construida en una pequeña hondonada en el extremo opuesto de la campa, al abrigo del norte.

Enseguida comprendió que no podría llegar con el caballo hasta la cuadra, la nieve había cargado de manera sorprendente en esos últimos doscientos metros de suave ascenso hasta las cabañas, situadas en la parte más alta. Cada dos metros aumentaba diez centímetros su altura. En la mitad de la explanada descargó las lecheras y la pala y volvió sobre sus pasos para atar el caballo a unos arbustos en el punto de donde había partido.

La puerta de la cuadra, protegida del norte no tenía sin embargo mucha nieve delante y enseguida despejó a paladas el tramo de allí al pilón de agua.
Las vacas giraron las cabezas y lo miraron aburridas cuando empujó la puerta entreabierta. Sin dejar de rumiar alzaron las orejas como gesto de bienvenida. Y a otra cosa. 

Asturias 2012

Ordeñó y sacó las vacas hasta el pilón. Todavía tenían agua en la cuadra, pero llenó hasta el borde
los dos recipientes. Mientras realizaba estas labores pensaba en la posibilidad de ponerse él solo a palear nieve. Tenía muchas horas de luz por delante y no parecía que el tiempo fuera a empeorar. Guardó las vacas y cogió una brazada de hierba para el caballo. Cargó una de las lecheras y volvió a desandar las huellas sobre la nieve hasta la caballería.

Hacia el centro de la campa miró atrás y le pareció que quizás pudiera abrir un estrecho sendero suficiente para el paso de las vacas. Por lo menos lo intentaría. Si lograba llegar hasta allí había muchas posibilidaddes de volver a casa con los bichos sanos y salvos.

Dejó la hierba junto al caballo, cogió los pedruscos de sal y volvió rápido a la cabaña con el entusiasmo renovado.

En la primera hora despejó unos diez metros. Era el medio día e hizo un descanso para comer un poco de chorizo y queso que llevaba, y el pan y el vino de andar el camino...
Forrado ya y repuesto volvió al trabajo. Calculaba que a ese ritmo podría limpiar el camino hasta el centro de la campa en unas 6 horas porque más abajo había menos nieve y adelantaría la obra. Era lo justo para acabar antes del oscurecer.

Se aplicó, pero no contaba con el empeoramiento del tiempo. Por la tarde el cielo se cubrió completamente, bajó la temperatura y hacia las tres comenzó a soplar un vientín cargado de falispas de nieve helada. Le quedaban todavía dos horas como mínimo para alcanzar el punto desde donde pensaba que las vacas podrían caminar y defenderse solas.
Todavía insistió un buen rato pero viendo que el viento arreciaba y la oscuridad se hacía más amenazante, comprendió que no llegaría a tiempo, y no debía perder además ni un instante.
Como si el caballo hubiera oído sus pensamientos relinchó desde el borde de la campera donde seguía atado.

Subió hasta la cuadra, recogió la otra lechera y echó un ultimo vistazo. El pesebre estaba lleno. Todo en orden. No tenía más cacharros para volver a ordeñar las vacas y pensó que tendría que regresar al día siguiente temprano si la nevada que cayera esa noche se lo permitía. Salió entornando la puerta y las vacas giraron la cabeza para despedirlo, pero no alzaron las orejas.

Cuando llegó junto al caballo parecía ya noche cerrada aunque no pasarían muchos minutos de las cinco. Había cedido un poco el viento pero ahora empezaba a nevar con más ganas. Aseguró las lecheras al animal y enfiló senda abajo.
La pendiente inclinada era mucho más peligrosa y resbaladiza bajando que subiendo. Tuvo que tomar precauciones en algunos tramos para no perder la leche o provocar la caída de la caballería.

Hacia la mitad de la cuesta paró unos minutos a descansar porque de la tensión del descenso le temblaban las piernas. Se sentía muy cansado de la intensa mañana de paleo. El viento había cesado por completo y reinaba una calma hueca, sin sonidos, pero caían copos como mantas que en unos instantes habían cubierto las huellas que dejaron a su paso.

Emprendió la marcha de nuevo arreando al caballo. Les quedaban apenas trescientos metros para llegar al camino del valle donde no habría tanta nieve ni caería con la intensidad con la que lo estaba haciendo ahora allí arriba.
En ese momento, cuando iniciaban uno de los trozos más peligrosos del sendero, escucharon el  aullido. El animal se asustó e intentó detenerse, pero le resbalaron los cascos delanteros y se fue con las patas por delante. Arrolló al hombre, que le precedía sujetando los ramales.

Calmó al caballo una vez que logró ponerlo en pie y sólo entonces pensó en las vacas, aunque el aullido no se había oído detrás de ellos, sino delante. Comprobó que las lecheras seguían íntegras, blasfemó en voz alta y tiró del caballo. Estaban ya muy cerca  del camino y seguía nevando intensamente.

El yunque de Chillida
Asturias 2012

Cuando desembocaron en el camino le pareció ver una sombra cruzándolo. Ya no se distinguía prácticamente nada, caminaban por una especie de túnel formado por los árboles que bordeaban el torrente y la escarpada ladera opuesta del monte. El caballo estaba muy nervioso, montó y le acarició el cuello, en el suelo no había más de 20 centímetros de nieve y la intensidad de la que caía era también menor.
Aunque tuvieran que caminar despacio en menos de una hora estarían en casa.
No podía apartar el pensamiento de las vacas, si bajaban los lobos no tendrían ninguna aportunidad. Podía despedirse de ellas.

No llevaban ni diez minutos bajando cuando lo vio en medio del camino a la salida de una curva. El caballo se encabritó y lo tiró al suelo. Por fortuna no soltó los ramales y lo pudo sujetar porque el animal hubiera arrancado a correr. Cuando logró calmarlo el lobo ya había desaparecido del camino. Volvió a montar. Estaba molido.

El caballo apenas avanzaba pateando nervioso la nieve y negándose a seguir. Era un animal noble y acabó obedeciendo. Notaba la tensión de su montura debajo de las piernas. Debía seguir montado si no quería perder aquella partida que empezaba a parecerle crítica para su vida. Minutos después oyeron otro aullido muy cerca, delante de ellos. Otros dos contestaron  también muy próximos a sus espaldas.

A duras penas logró sujetar la caballería sin caer, relinchaba y coceaba como si llevara al mismo demonio al rabo. Siguieron adelante y un rato después, ya en una oscuridad práticamente total, creyó ver a un lobo trotando a su vera, entre el caballo y la ladera del monte. Había menos nieve y el caballo aligeraba el paso, se giró y entonces vió que otros dos lobos los seguían casi pegados a las patas de su montura.

Dejaba de nevar y sólo caían ya copos aislados, pero el avance seguía siendo lento y la intranquilidad del animal parecida. En una zona de vegetación densa con un paso sobre el torrente vió perfectamenete al lobo que llevaban al lado porque se cruzó entre la patas del caballo. Este pateó y coceó como loco y alejó al lobo, los otros dos animales que los seguían se colocaron entonces a cada lado. Reemprendieron la marcha, no podía dejar que el caballo empezara a trotar queriendo escapar porque lo más probable es que acabaran callendo y sus posibilidades frente a tres elementos como aquellos en su terreno eran escasas, en especial para el hombre.

En un momento fue consciente de la tensión que estaba viviendo porque se quedó sin voz intentando alejar a los carnívoros y calmar a su montura. Ya no podía dar órdenes pero sus piernas apretaban la barriga del caballo con una fuerza extraordinaria, notaba las uñas clavándose en sus manos callosas sujetando las correas, y sentía el cuello tenso pendiente todo el tiempo de los lobos que les seguían y ahora marchaban paralelos a ellos.
No estaban ya muy lejos del pueblo, tal vez a un cuarto de hora, cuando volvió a aparecer delante de ellos el lobo que habían visto primero. El caballo quiso girarse y a punto estuvo de echar abajo al jinete y a las lecheras. En el movimiento debió pisar a uno de los lobos que lo flanqueaban porque el bicho aulló y entonces el caballo arrancó a correr aterrorizado sin que el caballista pudiera evitarlo tirando del ramal con las pocas fuerzas que le quedaban. 

El camino era muy cómodo ya y no llegaron a caer. El hombre logró dominarlo y llevarlo al paso, pero los tres lobos no pensaban abandonar a sus presas, las siguieron hasta cerca de las primeras casas del pueblo, cruzándose entre las patas del caballo que se paraba y giraba coceando tratando de alcanzar a alguno de ellos.

Invierno 2012

Cuando llegó a casa vió luz en la ventana de la cocina, tal vez la familia estuviera ya cenando, no serían aún las nueve de la noche. Fue directo a la cuadra,  desaparejó a su montura, le puso algo de cebada y le acercó agua limpia. El caballo se agachó a beber pero algún ruido debió asustarlo y estaba todavía tan tenso y atemorizado que alzó de golpe la cabeza y derramó el cubo del agua. Lo ató y le puso otro caldero.
Con una lechera en cada mano se metió en casa. Le dolía todo el cuerpo, no podía girar el cuello ni articular palabra. Cuando entró en la cocina lo recibió un silencio lleno de expectación pero también de temor. Todos lo miraban como a un aparecido.

¡Que te pasó!? preguntó su mujer con la misma cara de susto de quien hubiera visto tres lobos como los que él había llevado de escolta.
Se hizo un sitio en el banco corrido donde se sentaban sus hijos y señaló la garganta.
¿Qué tienes en el pelo, está nevando?
Negó con la cabeza. Sus hijos lo miraban cada vez más asustados. El más pequeño se le acercó y le sacudió el pelo como si quisiera quitarle la nieve.
Tienes el pelo blanco, ¡y las cejas!

Se levantó con dificultad, agarrotado todo el cuerpo, con una tortícolis bestial y fue hasta el fregadero sobre cuya pared colgaba un pequeño espejo. Un hombre canoso y envejecido, veinte años mayor que él, lo miraba desde allí.

Marchó a la cama sin dar explicaciones a su familia, que lo seguía mirando expectante y preocupada.


Ramiro Rodríguez Prada.

Los Lobos, El Canelo.



P.D. Esta es una historia que me contaba mi abuela Ana siendo un niño. Lo hacía con tal verismo y suspense, ponía tanto énfasis en los pasajes más tensos que nos la hacía vivir como si estuviéramos en el lugar de aquel hombre. Ya no sé si en ella había retazos de otras varias, pero el hecho es que la hacía pasar por verdadera. Incluso el héroe era el bisabuelo Francisco que debía ser bastante célebre porque protagonizaba más fábulas. Nunca supimos tampoco qué había sido de las vacas, se cuidaba muy mucho de desvelarlo, era parte del rito, del suspense y el enigma. ¡Qué buena, abuela!.

Hasta mucho después, intentando recordarla y reproducirla, no me pregunté cuánto de verdad podía haber en el cuento o cuentos, y cuanto de fantasía. Siempre se relacionó al lobo, y a las historias de pánico en general, con eso de perder el habla o la trasformación repentina del pelo normal en canas.
Lo más chocante e inverosimil de todo era que la puerta de la cuadra quedara abierta por las noches. Lo es también que ellas solas, las vacas, entraran y salieran, que quedaran sueltas dentro, sin atar o que el dueño esperara tanto a bajarlas como para que lo sorprendiera una nevada tan espectacular, muy rara en un tiempo poco frío.

Hay algunas dudas más, pero en definitiva yo no era capaz entonces de valorar un aspecto de la narración que si falla la puede arruinar, así como tampoco el que su falta, si otros valores del cuento la obvian, puede disculparse e incluso pasar desapercibida, y es la verosimilitud. Si una historia nos engancha por su emoción, garra o fuerza olvidamos hasta la crítica de lo real, no nos preguntamos por los fallos que la denuncian como falsa. Y es que realidad y fantasía están en el aire, siempre por definir.

 Que descanséis y durmáis como niños. 

Ra.

jueves, 8 de marzo de 2012

Una foto para Maqroll


Cariños
Asturias, febrero 2012

Cuando la morena de mi copla leyó el capítulo de Schutterchance -2 me echó un pequeño rapapolvo, ¡Pero tú que te crees, que la gente tiene tiempo para contestar a cualquiera que diga algo, lo que se le ocurra, sobre lo que hace! No te conocen de nada, ponen una fotografía, si te gusta pues muy bien, si a ti te apetece la comentas y listo. Tú que sabes lo que hacen, los problemas que tienen o cómo son...

No puedo sino estar de acuerdo con ella. Sólo me defendí diciendo que ya los disculpaba y que además no me sentía especialmente maltratado, dije que ellos eran así.

Ya sé que soy un cabronazo y ando zahiriendo con la ironía y lloriqueando como un pedigüeño, pero hay poca maldad, me gusta la ternura y toda la familia se pitorrea de eso. Eran provocaciones casi infantiles, ni siquiera estaba seguro que llegaran.
Y es cierto que no soy rencoroso en el supuesto de que en el silencio hubiera intención, por una simple regla de economía sentimental: dificilmente me soportaría a mi mismo si no entendiera la diferencia.
Bromeo con Andrés Edo a propósito de su silencio trapense llamándole mudito, por joder, porque es mi amigo y sé cómo es, y si fuera un parlaenvalde como yo, también entenderia la callada, entonces lo putearía con los loros, ¡vete a saber!

Toda esta larga introducción es para intentar disculparme, ahora que veo que Jose Ramón me entendió ferpectamente, y deduzco que incluso sonrió con alguna de mis bromas, apuntándose al blog con el silencio que le caracteriza, lo que indica que cuento con su perdón de antemano y, para mí su apoyo es mucho más que eso.
La familiaridad con que lo traté siempre era una forma de darle a entender lo cerca que me sentía y lo que me gustaba su trabajo. Detrás de una obra hay una persona, se dice siempre, para mí la persona está delante, por eso insistí en un trato cercano, personal y amistoso.

Aparte de estas mieles ¡cómo son los leoneses!, qué gente seria. Me decía Marta Capote comentando los autorretratos que tengo en Prototipos griegos que con esa pinta conmigo pocas bromas, y el mi Dimitraki que si los turcos me ven se cagan encima, no hagáis caso, es pura fachada, pero también soy de León, me río por dentro cuando puedo.

Hoy me decía un fotógrafo griego nuevo que colgó en Schutter. una foto titulada Depresión y al que deseaba calma, Calma por fuera... ardiendo por dentro, respondió. Doble lenguaje de la realidad del personaje y de su propio país. Y con frecuencia de la nuestra.

Acabo de recibir un correo de Jose Ramón Vega, Maqroll. Le contesto ya con esta entrada dedicada a él y a su apoyo, otra manera de agradecer sus fotografías y su silencio.

La Romántica Banda Local, El niño completo.


Salud!

Ramiro Rodríguez Prada.

Retales -3


León 2011

No doy una a derechas. Por la distribución de los colores y las formas no me hubiera molestado esta posición pero quería que se viera en pie esa figurilla blanca que parece la cabeza de un corzo....
Ya sé que no tiene mayor importancia, pero me jode porque me divierto con estas pijadas de niño. No es sólo cosa de ociosos, que ando follao todo el día y me las veo y me las deseo para cumplir las obligaciones ineludibles. Es mi único entretenimiento en esta cocinilla de clausura.

Esta semana se incorporó un nuevo "miembro" como seguidor de Psilicosis. Y no ye ningún pringao afín a los medios oficiales sino un francotirador de los de puntería. Me siento muy contento y honrado de contar con estos cinco magníficos que me dan fuerza para seguir vivo.

Nosotros éramos de los viejos adictos a Radio 3, donde José Luis Moreno-Ruiz hizo un programa llamado ´Rosa de sanatorio`, remedando el título de don Ramón donde se encuentran esos versos que ya registramos también aquí, en el último capítulo de los Zombis geniales intitulado Epifanía y fin del fiesta`, del 6 de enero, el del caos febril de la modorra y la mosca futurista (y kogonera, ésta nuestra).
Con los sucesivos cambios que se introdujeron en la emisora, destinados a prescindir de los profesionales más conflictivos y críticos, maniobra que comenzó ya muy pronto, a principios de los 80, clausurando los informativos, que entonces todavía no pasaban la censura de una redacción más convencional y seguidista, nos fuimos desenganchando poco a poco.

El sanatorio fue de los últimos recintos que nos quedaron, un refugio para doentes, como los psilicosos que somos, a horas deliberadamente excéntricas.

Este contacto supongo que es otro favor que le debo a Felipe Zapico a través del que creo que llegó José Luis aquí.

Tenemos amigos que curraron en los primeras épocas de Radio 3, Gloria Berrocal y Javier Maqua, cuyos programas "Imágenes 3" y "El huerto cerrado" escuchábamos.
En el de Gloria, después de un concurso en el que tuvo a bien premiar mi historia, era la pimera  ocasión en que opositaba y sólo repetí otra vez, hice mis pinitos de guionista radiofónico, ya que montó 8 guiones que le envié en esos años, con José Manuel Rodríguez ´Rodri` al principio y con Ramón Trecet después, y creo que en una ocasión también Montes, que hacía el programa de jazz y puso la voz a un personaje secundario.

En el segundo ciclo de programas me entrevistó en Prado del Rey y es la única vez que entré en ese sancta santorum venido a menos.
Cuando sacamos el primer número de Psilicosis montó un dúplex radiofónico y nos volvió a entrevistar sin necesidad de salir de Asturias. En esta ocasión llevamos también a Faustino Rodríguez Arbesú, de la revista "EL Wendigo", decana de los fancines españoles y única publicación que en esos años se dedicaba al estudio técnico del cómic, del que habíamos hablado a Gloria.

Nunca se me ocurrió hacer un currículo porque me da la risa boba pero esto figuraría entre mi irrisorio bagaje, ¿no?. Tempus fugit...

Lo mejor que nos quedó fue su amistad. Nos seguimos viendo. Suelen venir por Asturias todos los años porque Javier procede de aquí, tienen familia y casa cerca de sus orígenes. Aquí rodó su última película ´Carne de gallina`, algo de la anterior, ´Apuntarse a un bombardeo` y un capítulo, ´Avilés, el cadáver del tiempo`, para aquel programa con rodajes de producción propia de RTVE que, con la etiqueta de docudrama, se llamó ´Vivir cada día`.

León 2011

José Luis Moreno-Ruiz sigue tan cachondo como siempre, aguantando un chaparrón que arrecia día a día, siempre incómodo para todos los mojigatos, censores, enemigos de la libertad y, sobre todo, azote de poderosos y robaperas, ahora con unos Contradiarios que le roncan los cojinetes, no por falta de engrase sino por el peso de la carga. Agitación en varios frentes, de cara, culo o perfil y en primera línea de fuego.

La empresa advierte de la temperatura de la página, pero cada día nos desayunamos con porno duro que abrasa, político, monárquico, económico, etc., en la prensa seria diaria y en los medios televisivos. Merendamos pornografía incendiaria y barata en los programas cotidianos del corazón, comemos con las revistas ardientes semanales del género lerdo, y cenamos con otra sesión calcinante de cine XXX, a poco que nos asomemos al panorama del mundo.

Sin embargo, después de esa larga enumeración de ejemplos de porno "normal" que a pocos parece escandalizar a fuerza de anestesia y costumbre, todavía no ví ningún letrero de advertencia al inicio de estos bodrios tóxicos, para prevenir que algún alma cándida pote.
Por añadidura todos los rapaces tienen acceso libre a páginas de sexo con sólo calcar un botón, ya no digo nada de este escandaloso puticio (porno es puta en griego) diario con el que nos obligan a comulgar. Y aquí siempre nos nutrieron a base de hostias, de todas clases, y represión.

Los Espasmódicos, Creo que voy a potar.


En fin, es el proceder correspondiente a la doble moral burguesa. Aunque yo viva de la explotación de mis semejantes, en el lujo, de la prostitución, porque soy un macarra, mis hijos van a misa los domingos acompañados de mi santa esposa y estudian en un colegio privado de curas caros (y pederastas).
Las alternativas no pueden ser sólo ´Familia que reza unida permanece unida` o ´Familia que folla unida permanece unida`. O como decía León Felipe preguntándose con sarcasmo dónde estaba dios: en la punta de la oración y en el rabo de la blasfemia.

No es preciso confesarse o lavar la lengua por llamar al pan pan y al vino vino, ni optar entre enseñar mentiras a los jóvenes o prostituirlos. Esos son los bretes en los que nos quieren poner los guardianes de las esencias y la moral católica, iglesia o barbarie, castración o Sodoma y Gomorra. Simplemente como se acojona a un niño, y les funciona.

Defendemos la apuesta radical del Moreno y correspondemos a su apoyo incluyendo sus Contradiarios entre nuestros favoritos.
Y muy amable por tu parte Jose Luis, si antes pasábamos de cuando en cuando por tu página ahora lo haremos más a menudo. ¡Te tenemos a mano!...

Javier Krahe, de Toser y cantar, La vil televisión.


Salud y libertad.

Ramiro.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Sombras en la nieve -3


Asturias, febrero 2012

Buenos días. Ésta es una de mis favoritas de las que hice los dos días que pasé en la nieve con los crios, en Pajares, sin mediación psicotrópica, debo decir, pero no menos alucinado que si me hubiera comido unos konguis, paneolus, psilocibes..., o me hubiera enfilado con el brandy proletario de don Ramón.

Era la tercera y última de las entradas que tenía preparadas para la etiqueta con este título + otras tres de Retales, pero voy a seguir mientras me dure el flúss, léase subidón, inspiración o lo que sea.
Para mí esto se debe a la euforia que he sentido, dentro de la dureza de las historias, al ver rellenos los huecos entre fotografías sin mayores agobios, algo que me preocupaba esta vez  tras el forfogón de las tapias.
Por eso, intentaré mantener este escenario de imágenes con más sombras sobre la nieve, aunque menos relacionadas ya con lo que Txell llamó Trames. Pero, como ella dice, seguiré ejerciendo de buscador d´ombres.

La sorpresa que supuso ayer la traducción del poema de Felipe Zapico por parte de Yiannis Tzakós alteró, para bien, el decurso de las tramas y los retales. Aparte de que fue un exitazo a juzgar por el número de visitas, me permitió desconectar un poco de las sombras, aunque la foto que ilustraba la traducción era también de la nieve de esos días.

En la fotografía de arriba me gusta el equilibrio de sol y sombra, pero aún más la gradación suave de ésta desde la cima del primer plano hasta el fondo de esa depresión que podemos ver otra vez aquí, en el ángulo opuesto, en la última imagen de hoy.

Me apetece contaros una historia pequeñina que después de rumiarla en casa recordándola y de buscar al protagonista en las fotos ya no sé si la soñé o la viví realmente.

Pajares, febrero 2012

Tuc

Tuve la visita de varios perros con sus dueños mientras me dedicaba a este "deporte de invierno".

A uno de ellos, lanudo, de aguas, un poco más pequeño y blanco que la Popa de Andrés pero macho, de nombre Tuc, debí caerle bien porque dejó al dueño y se vino conmigo.
El hombre no sería celoso y comprendió que había feeling entre nosotros, sólo lo llamó una vez. Tuc alzó la cabeza, miró a su amigo, me miró a mí y le pareció más divertido en ese momento seguirme.
El paisano no insistió y así el primer día estuve muy bien acompañado toda la mañana. Lo añoré al día siguiente cuando veía sus huellas por los lugares donde habíamos estado juntos el día anterior.

Tuc no paraba quieto, es un perro joven y juguetón que se me echaba encima cada vez que me detenía a descansar por la fatiga -la pulmona- o me sentaba a liar un pito como terapia.

¡Qué inteligencia tan extraordinaria tienen los animales y cómo me gustan! Con frecuencia más que muchas personas.
Cuando di la vuelta, poco después del mediodía, para reunirme con los guajes y comer, el perro me miraba triste, como si le hubiera sabido a poco. ¡A mí también!
Bajando, cerca de las primeras edificaciones, vimos otra vez al hombre como a unos 150 metros de distancia. Nos paramos los dos. Tuc me miró y me dijo, ¡Bueno, colega, se acabó lo que se daba!, y echó a correr hacia su dueño ladrando con alegría.

Mientras lo veía alejarse pensaba en las tres o cuatro fotos que le había hecho. No salió ninguna en la que se le pueda ver en condiciones, ¡no se estaba quieto ni un momento y no se distingue del blanco de la nieve! ¿Sería una alucinación?

A la mañana siguiente un boxer, aún más joven y juguetón que Tuc, parecía dispuesto a repetir el mismo comportamiento, pero el dueño lo llamó insistentemente y se fue con él. No lo sentí porque era muy bruto y me tiró al suelo el primer cigarro que me puse a liar en su presencia.

Ese día, después de comer con la peña, camino de y muy cerca ya del bar donde me preparaban el postre, unos carajillos de coñac que espatarran, vi venir a Tuc  a todo correr. ¡Qué alegría, joder! Se me echó encima, lo cogí en el salto y me lamió la cara con más fruición que si fuera el coño una perra, y perdonad la escatología. Sólo se me ocurría pensar que no tenemos ni pajolera idea de sentimientos. Así fue.

¡Tuc, eres la rehostia en verso, compañeru! Me emociono. Sólo me quedan tus huellas en la nieve y el recuerdo...

Ra.

Juan Perro, cantando Santiago Auserón en directo, cubano cubano, Perro flaco.
Asturias, invierno 2012

Estuve en un tris de volver a poner la canción de María Dimitriadi, O Dick, el nombre de un perro, amigo de los presos políticos que, junto a Yiannis Ritsos, penaban en los campos de concentración de Limnos después de la 2ª Guerra Mundial y la Guerra Civil griega. El poeta lo recuerda en su "Cantata yia ti Macróniso", otra isla, ésta junto al Ática y el gran puerto de Lavrio, hoy deshabitada, que sirvió también de prisión de los comunistas y opositores griegos al régimen impuesto, primero por las potencias aliadas y más adelante por los cojon eles.

(Le hago caso a Ana Capsir y aquí la tenéis).


A Dick lo mataron por celos los boqueras, no podían soportar su indiferencia hacia ellos y su apego a los presos. Dick fue un camarada más.
Dejemos la tristeza. No obstante, si alguien tiene interés, vale la pena, puede buscar el tema en el blog y de paso se da un garbeo por las páginas, es que no recuerdo dónde la puse, hará un mes o dos como mucho.
Es una canción estremecedora y la interpretación de María de alta intensidad. La música es del compositor Zanos Mikrútsikos, autor de otra grabación mítica, esta con letra de Nikos Kavadías titulada Stabro tu Notu, La Cruz del Sur, autores imprecindibles los dos, a los que dedicaremos algún capítulo en el futuro en Música y Escritores griegos respectivamente.

Y lo dicho, algo más optimista para contrapesar un poco este tono tristón que me acaba derrotando. Fruko y sus Tesos enfrentan el tema de la prisión con otra alegría en el cuerpo, sólo el ritmo levanta a un muerto aunque esté preso como éste. Es una descarga de energía colombiana en toda regla. Pero me parecía demasiado ligera para la historia de ayer. Que la disfrutéis.

La primera es una grabación histórica en directo donde se puede ver a toda la banda en acción, pero tiene peor sonido. La segunda, una de estudio con Wilson Saoko haciendo playback y bailando. ¡La marcha que tiene este hombre todavía!

Ahí os dejo con Fruko y el Preso.

Salud
Barbarómiros