jueves, 10 de octubre de 2013

Sin ataduras mujer


Parada de bus.  Oviedo 2012.


Lamiéndose el pijito


Me sale aquí por el hemisferio inculto
una protuberancia rara
que huele a sarro y a cojón
y un poco a calcetín

Me dice aquí el doctor
que acaso sea cosa
de una preñez política por fuera
como a quien le brota un Lenin en la oreja

Yo no sé qué es ello aunque lo embrago
mirándolo a distancia por si muerde
y si bien me doblo sobre mí
no alcanzo


De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas.  2013.
Ramiro Rodríguez Prada


Canteca de Macao.   Bellas.



Salud

miércoles, 9 de octubre de 2013

Escenas griegas -6. El gri-gri -2


El  Γιώργος  en el cerco y el  Αρχών Μιχαήλ  terminando su faena.
Άγιοι Απόστολοι. Εύβοια, καλοκαίρι  2012.

Γρι-Γρι -2


El cerco se va estrechando paulatinamente, pero con cierta presteza evitando pérdidas. Es una faena en la que hay que aplicarse para evitar que la red se enganche en el halador, que es esa rueda en la proa del barco que va tirando de ella, mientras en la popa el otro marinero controla la tensión del otro extremo, y jalará cuando el patrón lo crea conveniente para controlar el equilibrio del círculo del gri-gri y su cierre e izado final.

Desde que el oteador da cuenta de lo que en alguna de nuestras costas llaman ardura, que es ese rebullir de los peces próximos a la superficie, hasta que un barco de este tamaño cerca al cardúmen con el gri-gri y embarca finalmente la red y el pescado, pasa escasamente una hora, así que durante el día o la noche tienen tiempo de montar el arte varias veces, por supuesto teniendo en cuenta las fases de la luna y la entrada de bancos en la bahía y en las proximidades de la costa.  

En los barcos de mayor tonelaje y eslora, que salen a alta mar y navegan lejos buscando pesquerías más ricas, con una tripulación de entre diez y quince marineros, el tamaño de las redes es bastante mayor, pero no suelen alcanzar los 800 metros reglamentados como tope máximo, ni los 120 de profundidad.
Las máquinas de tracción son entonces imprescindibles y los barcos cuentan con haladores y chigres, que son los otros mecanismos encargados de cerrar el cerco, arrastrar la red y embarcarla junto con la pesca.

Γιώργος Μητσάκης. Στράτος Παγιουμτζής.  Ο ψαράς. O psarás.  El pescador.



El jalador en la popa del  Γιώργος.
Bahía de Santos Apóstoles. Eubea, verano 2012 

En esos cerqueros grandes, los haladores, que son esas ruedas gemelas que se ven en la foto superior en la proa del caique rojo, mucho mayores como es lógico, tiran de un extremo arrastrando los plomos de la parte inferior de la red, y los corchos que flotan en el círculo superior, mientras a popa el chigre sujetaría el otro extremo y jalaría de un cabo enhebrado en una corredera de anillas, o jareta, que cierra el fondo del gri-gri.

Parece ser que el cerco no era un arte de pesca tradicional en Europa y que fue a finales del XIX cuando se impuso en el Cantábrico y más tarde en el resto del país, no sé si importado de Francia. El siglo XX es también el del comienzo del gri-gri en Grecia.

El  Γιώργος y el  Αρχών Μιχαήλ batían la bahía desde el amanecer hasta la puesta del sol, con capturas escasas pero suficientes para mantener la actividad y a las familias. Fueron un entretenimiento continuo en mis horas de balconi y en los paseos por los alrededores del puerto y de la playa, incluso cuando tomaba el café helinikó mañanero después del baño de las 8, la bira pagomena, cerveza fría, del mediodía o el uso del atardecer en la taberna de Stavrula y Spiros. Más que eso, un espectáculo.

Ελένη Λεγάκη.  Θάλασσα ο έρωοτας σου. Τu amor el mar.



Con unos 25 metros de circunferencia el  gri-gri  se cierra ya sobre las  sarganas.
Άγιοι Απόστολοι. Εύβοια, αύγουστος  2012

Aparte de estas salidas diurnas de pequeños kaikes, el mayor volumen de capturas al cerco se produce en horas nocturnas. Al atardecer ya están los barcos estibados y aparejados para, nada más ocultarse el sol, poner rumbo a los respectivos caladeros.
Los pequeños navegan también bastantes millas lejos de su puerto de origen, costeando, y los grandes abandonan el litoral hacia el norte de Eubea y las Esporadas, cruzan el Egeo en dirección este,  Lesbos, Psará, Jíos, Samos y las proximidades de la costa turca, o bajan al sur de la isla y norte de las Cicladas.

De noche los pequeños, que no suelen llevar auxiliar, utilizan un simple fanal para concentrar en el círculo de luz al cardumen, que sigue el movimiento del placton estimulado por el farol. Hoy se usan ya robots flotantes que sueltan en el centro del banco de peces y desde el barco se pueden controlar variables como la intensidad, el brillo, el alcance y hasta el color, en función de las necesidades. Pero dudo que los pescadores artesanales se puedan permitir semejantes lujos.

Los cerqueros de más eslora llevan una o dos barcas amarradas a popa con un cabo, que siguen la estela del barco. Una la usarán para localizar el cardumen, señalar con los faroles el lugar e indicar el tipo de pescado y la mejor maniobra para el cerco. El otro bote, con un motor fueraborda, sujeta un extremo de la red mientras el barco hace el cerco tirando por la otra punta hasta cerrar el gri-gri. Sin solución de continuidad, como en lo ya explicado, proceden a cerrar la jareta inferior, hasta formar la bolsa del copo mientras las máquinas van embarcando el aparejo y su fruto. A veces la iluminación del centro del cardumen la hacen con focos desde el propio barco.  

Yiorgos Margaritis.   I navtiki.  Los marineros.



Los corchos de un extremo del gri-gri.
Santos Apóstoles. Petriés. Grecia, agosto 2012

Tengo también imágenes, desde muy lejos, de uno de los cerqueros grandes pescando al gri-gri a la salida de la bahía, en un cerco mayor que éste pero, tampoco de los mayores, quizás de 300 metros de red, junto con algunas fotos de la salida del puerto, al atardecer, de los tres o cuatro pesqueros de más eslora, con sus botes auxiliares a remolque en la popa, y pienso en dedicarles más adelante otros dos capítulos...

La música que he puesto en estas dos entradas es toda de la laiká. Como ya he dicho, la música civil por oposición a la religiosa, un genérico que engloba muchos estilos. Las de Kasantsidis, Georgakopulou y Muflutselis de ayer son del género rebétiko, como la de Payiumtsis de hoy, que es otra versión de la de Kasantsidis, cuyo autor es Yiorgos Mitsakis. Y un zeibékiko de Margaritis, también de la rebétika.

Y la de Konitópulos de ayer, más las dos de Eleni Legaki de hoy son de la nisiótika, música de las islas como también expliqué en más lugares. A Eleni le he dedicado dos entradas en Música griega, porque además de ser una de las reinas del nisiótiko, actuó los dos últimos veranos en Ayi Apostoli para celebrar la lluna llena de agosto, en la fiesta de la Cofradía de pescadores de este pequeño puerto del este de Eubea. Y esta última es muy popular y a mí es de las que más me gustan de Eleni y de ese estilo.

Eleni Legaki.  Oταν χαραζει στο Aιγαιο.

http://www.youtube.com/watch?v=ay_iJuMZjco

¡Salud, buena pesca y un saludo especial para los patrones y marineros que, con sus barcos, me sirvieron de modelos para contar estas cuatro cosinas!


Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros


P. D. Una de propina para Viriato:

Santiago Auserón. Original Jazz Orquestra Fuenlabrada.  La charla del pescado.

http://www.youtube.com/watch?v=84nAu1ca5Rc

¡Salud!

martes, 8 de octubre de 2013

Escenas griegas -6. El gri-gri


El  Αρχών Μιχαήλ  y el  Γιώργος  en el cerco.
 Άγιοι Απόστολοι. Εύβοια, καλοκαίρι  2012.

Γρι-Γρι


Buenos días. Si ya la primera frase que me vino a la cabeza es un pareado, ¡estamos cojonudos!, pero así fue: tal como prometí/ vamos con el gri-gri.

Es la técnica del cerco, a la que me referí en algún capítulo del otro blog marinero y también aquí, como en el de las sardinas, sardeles y en el de las agujas, sarganes, de la etiqueta  Lo que se comió... . Porque son ésas las especies más abundantes que se pescan con tales artes, a las que habría que añadir una tercera, la anchoa, gavros.

En la foto que abre este capítulo podemos ver arriba al kókino kaíki, el caique rojo, el Arjón Mijaíl, que está terminando su labor de recogida del cerco, mientras en primer plano el Yiorgos, que lleva el nombre del patrón del Arjón, y a cuyo capitán también conozco de la taberna de Spiros, acaba de calar su red y comienza a recogerla.

Las artes del cerco son muy variadas, dependen de los distintos países donde se utilizan, y aún más del tipo de pescado o la zona concreta de la pesquería. No es lo mismo cercar un banco de bonitos que uno de anchoas. Varían, por tanto, el tipo y tamaño de los barcos, los medios mecánicos, y técnicos en general, con los que se cuenta, así como el tamaño de las redes y la amplitud de las mallas.

Γιώργος Μητσάκης, Στέλιος Καζαντζίδης.  Ο ψαράς.  El pescador.



El  Γιώργος  con el círculo desplegado de los corchos del  Γρι-Γρι.
El  Αρχών Μιχαήλ  termina la faena.
Santos Apóstoles, Eubea, verano 2012.

Las legislaciones nacionales y europeas son restrictivas, tratando de preservar la continuidad de las especies, sobre todo de las amenazadas, de tal modo que determinados tamaños, procedimientos, volumen de capturas, lugares o distancias de la costa, ya están prohibidos o recogidos en las normativas.
Como norma general no se puede pescar con algunos cercos a menos de 300 metros de la costa o a una profundidad mínima de 30 metros. El tamaño de la red no debe exceder los 800 metros, ni los 120 de caída.

Esas medidas exigen barcos como mínimo de dos tipos y tamaños, que son con los que nos encontramos en todos los puertos del Mediterráneo o el Cantábrico. Éstos que vemos tienen menos de 14 metro de eslora, que es la medida establecida como límite máximo para los de pequeño tamaño.
Aunque alguna vez puedan aventurarse fuera de la costa, son pescadores de bajura que emplean mano de obra familiar y cuya actividad es semiartesanal, con unos ingresos poco más allá de la subsistencia, en los buenos tiempos. Y la mayoría de los barcos de pesca griegos pertenecen a esta flota.

Las sarganas, agujas, son alevines, pero de unos 20-25 centímetros, y las sardinas, de especies pequeñas. Ambas, con las anchoas, son pelásgicas que en el verano se acercan a la costa, más cálida, y a la superficie, para desovar o en busca de alimento.

Στελάκης. I. Γεωργακοπούλου.   Οι ζαργάνες. Las agujas.



Halador en la proa del  Γιώργος.
Εύβοια, Ελλάδα, αύγουστος 2012 

La pesca al cerco representa en algunos puntos de Grecia, como en otros lugares de nuestro propio país, más de la mitad de las capturas totales, y teniendo en cuenta que se trata de patrones autónomos o con un máximos de 12 marineros en los cerqueros más grandes, y que las especies a las que se dedican no están en peligro de extinción, no se entendían determinadas leyes que perjudicaban a estos pequeños pescadores en beneficio de los grandes pesqueros.

No sé cómo está en la actualidad ese tema, pero lo cierto es que los pescadores no prosperan, como sucede en otros sectores de economía familiar, básica, ya hablé también de los pequeños agricultores. No podemos obviar, por otra parte, que las pesquerías están medio arruinadas y el Mediterráneo hecho un asco.

Es difícil compaginar todos los intereses y debería primar la conservación, pero no a expensas de las familias que han vivido durante generaciones de una actividad tradicional, que se mantuvo en cierto equilibrio hasta la expansión de las industrias contaminantes contra las que, por cierto, se legisla poco, a pesar de ser ellas las principales responsables de la ruina de los mares. ¡A perro flaco todo son pulgas!

En las fotografías podemos ver parte de las maniobras del gri-gri, que explicaré algo más detalladamente en el siguiente capítulo. Los cerqueros grandes utilizan sonares para localizar los cardúmenes, pero estos pescadores estudian el mar de pie en sus barquitos, hasta que algún destello o burbujeo en la superficie denuncian la presencia de un banco de peces hacia el que ponen proa de inmediato.
De la pesca nocturna con luz y botes auxiliares, propia de estas artes, diré algo también en la próxima entrada.

Konitopoulos.  I sargana.



Jalador  en la popa del  Γιώργος.
Eubea, Grecia, agosto 2012.

El kaíki cala la red ciñendo un círculo a toda máquina hasta cerrarlo, para que el banco de peces no escape. Inmediatamente comienzan a recoger la red, con más velocidad por la parte inferior sumergida donde van los plomos, para evitar que el cardúmen salga por abajo.
En el caso de estos pequeños pescadores, la red no supera los cien metros y sólo cuentan con una máquina, llamada halador, que les ayuda a embarcarla. Por el otro extremo cierran y estrechan el cerco jalando a puro brazo. El calado de la red es también muy inferior al límite máximo impuesto por la legislación, no hay en la bahía esas profundidades, y sobre todo estos barcos no están preparados para esa carga, es evidente.

En la proa del Yiorgos, el patrón vigila el desarrollo de la maniobra mientras el acompañante atiende al halador y, en la popa, otro sujeta y tira del extremo contrario que cierra el círculo. Los cerqueros más grandes que salen a faenar fuera de los límites costeros, cuentan con otra máquina tractora que sustituye a ese marinero. Se llama chigre, como el bar popular en Asturias.

Las diferencias entre las distintas modalidades de cerco son muchas, así como las variantes locales en lo que respecta, por ejemplo, a los tipos de red, copo para concentrar la bolsa del pescado o utilizar un segundo trasmallo reduciendo el riesgo de fugas, etc., pero lo básico creo que está explicado. Mañana más.

De la serie de televisión, Το μινορε της αυγης.
Γιώργος Μουφλουζέλης.  Ο ψαράς μέσα στήν χώρα. El pescador en el pueblo.


Salud y buenos alimentos

Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros

lunes, 7 de octubre de 2013

Patosos


Un  patoso  entre dos  patafísikos
Oviedo  2013.

La patulea patosa


El Patoso es el típico palmípedo que no da pie con bola, en infantiles suele jugar de portero, pero no por vocación sino porque correr no es lo suyo, a duras penas se mantiene en pie mientras camina, si se le puede llamar así a lo suyo, y siempre parece un poco borracho.
Por otra parte, los patitos son muy simpáticos y muy ricos, pero unos cabrones con sus congéneres y arrinconan en la portería al que tropieza más de la cuenta. En juveniles todos dejan el fútbol, incluso antes.

Es el conocido pato piesplanos, que cuando migró a América se enroló en la policía o en los servicios de recogida de basura, a pata de calle. Aquí un refugio seguro era la Guardia Patil. En los últimos años muchos se enrolaron de seguratas, paseín paquí paseín pallá, y vuelta a empezar....
Sus andares, más bamboleantes que los de ninguna otra especie patuna, son los que han dado fama al característico deambular de las anátidas.

Meter la pata es lo suyo, pero no por indiscretos, aunque también si llega el caso. No siendo regla general y aceptando que suena muy determinista, es de notar cómo en ocasiones hay un correlato moral paralelo a las características físicas, y a un defecto o virtud en lo corporal corresponde una cualidad psicológica, o ética, un vicio o una tendencia del carácter.
Así, pongo por caso, estos patosos tenderían naturalmente a un pensar torpón, inseguro, o de esos que van de ceca en meca, volubles y veletas, en la dirección que soplen los pedos.

No creo. La meten por pura torpeza anatómica: cruzan las patas y se hacen un lío, de manera que ya no saben qué pata echar primero y, en esos casos, tienden a enredarse y caer ante el mínimo obstáculo o irregularidad del terreno por donde pasean. Porque para colmo les gusta lucirse en las charcas y bebederos públicos, lo patoso no quita lo presumido.

Lo peor de los patosos aparece cuando forman patuleas. Como algunos son muy chulos se rapan la cabeza a lo skin head, engordan, sobremanera de la parte del hígado porque también beben como esponjas, y se lanzan a la calle en pandillas asustando a las gallinas, a los pollitos y a otros patos viejos o indefensos de su especie.
Se han dado casos en todo el mundo patótiko. Persiguen con auténtica saña sobre todo a los ocos forasteros y hasta a los de paso, los migradores y estacionales. Tienen una idea hipertrófica, excluyente y cavernaria de la nación patuna.

Pero no pasa nada, pues cuentan con la permisividad y la manga ancha, cuando no la connivencia, de sus colegas de la patada policial, ya que muchos son asiduos de sus patisarías, de soplones o de lo que pinte. Se sienten seguros y protegidos porque son las fuerzas de choque de este patoso y fascistudamente estúpido sistema.

Raúl el Gitano.  Caramba, carambita, carambirulí.

http://www.youtube.com/watch?v=Sxwal7-wyLY

Salud y al loro.

Korvus Korax, Ο Μαύρος, O Mavros, El Negro.

sábado, 5 de octubre de 2013

Escenas griegas -5. Emigrantes


Sol y sombra.
Santos Apóstoles. Eubea, agosto 2012.

Marinería musulmana


Buenos días. Al día siguiente del primer Panselinos, la luna llena, de agosto, las niñas gitanas que en la verbena de la fiesta de la Cofradía de pescadores, animada por Eleni Legaki, María Nomicou y sus músicos, vendían ramos de rosas a las parejas de enamorados y bandejas con pétalos de flores a los bailarines, intentan colocar en esta mañana soleada, tiestos con claveles y caléndulas a los marineros, todos de religión musulmana, que reparan los trasmallos desde que sale el sol, a la sombra de un toldo en la cubierta de un pesquero.

Mientras, los padres de las gitanillas roncan todavía en las fragonetas, aparcadas a la sombra de las sabinas del puerto.

Las niñas, más que vender plantas, lo que hacen es entretenerse viendo el trabajo de los pescadores, llevan también unas horas de acá para allá picando en las puertas, sin mucho negocio. Pero es una escena que he visto tres años consecutivos y supongo que algo sacarán de su deambular, poco en cualquier caso.

No sé si son gitanos griegos, búlgaros o rumanos, el pueblo errante no tiene patria, es de todas partes y de ninguna.

La mayor parte de la marinería de los barcos de pesca de altura, no sólo en este pequeño puerto, sino en muchos de Grecia, es de países musulmanes, asiáticos y del norte de África. Muchísimos pakistaníes, de Bangladesh, y bastantes argelinos, marroquíes y supongo que tunecinos. Y cada día más, también del África negra subsahariana.
Cheb Mami. Cheb Khaled.


La hora de la oración mirando a La Meca.
Eubea. Grecia , verano 2012.

Como detalle curioso, en un volido con la curruca juliensis por la costa asturiana, muchos de cuyos puertos, pequeños y medianos, están hoy día semihuérfanos de barcos de pesca y llenos de fuerabordas clónicas, vimos casi más trabajadores negros en labores portuarias, que blanquitos, así que la costumbre parece que se impone. Fuimos incluso testigos circunstanciales de cómo el dueño de una cetaria contrataba a un senegalés, para comenzar a trabajar a la mañana siguiente.

En las ciudades, junto con búlgaros, rumanos y albaneses, más algunos procedentes de la antigua URSS, orientales y occidentales, y del este de Turquía, suelen ocupar los barrios más pobres, como la mayoría de emigrantes en todo el mundo.
En los pueblos tampoco están integrados. Para empezar, muchos de los que trabajan en la mar duermen en los barcos, y como todo lujo en algunos casos disponen de barracones prefabricados en las depedencias de los puertos o en sus proximidades.

Forman pequeños guetos, a veces nacionales, hablan siempre en su lengua y se comunican muy poco con los griegos, con un conocimiento escaso del idioma; Pero también cuentan los lazos religiosos, como en el caso de la imagen superior. En el pueblo, muy pequeño, no tienen casa, mucho menos mezquita, así que hacen los rezos reuniéndose todos en la cubierta de uno de los barcos pesqueros más grandes.  

El resto de caiques, más pequeños, pertenecen a  patrones con un menguado volumen de pesca, que suelen emplear a familiares y amigos. Es una actividad semiartesanal, casi de subsistencia, que se aleja pocas millas de la costa.

Μαρία Νομικου.  Που πας, που τρεχεις, που γυρνας.  Dónde vas, dónde corres, dónde vuelves.


Preparando las redes al atardecer.
Desde el balcón de casa. Grecia, verano 2012.

Al atardecer, poco antes de salir a pescar, los marineros musulmanes preparan las redes después de las labores de limpieza, secado y reparación que han ido realizando durante parte del día. La mañana y la tarde las pasan en los barcos y en los puertos, y la noche navegando y pescando. Cuando no se alejan excesivamente en busca de otras pesquerías, antes del amanecer empiezan a entrar de vuelta.

Ya mencioné una de las artes de pesca que practican, el gri-gri, nuestro cerco, y prometí algún capítulo sobre ello. Aprovecharé este título de Escenas griegas y este capítulo, dedicado más a los pescadores extranjeros musulmanes que a los emigrantes en general, para enlazar con algunas imágenes y cuatro palabras sobre el tema del gri-gri.

¡Hasta entóncenes!

Barbarómiros.

Manzil-e-Sufi, Sanam Marvi, Coke Studio Pakistan, Season 3.