viernes, 4 de julio de 2014

153


Pichacortas  y  Pelotudos.


Salí a tirar la basura



embutido en mi pijama de lunares y monos con priapismo, atuendo de andar por casa, calzando las pantuflas de los domingos. No me apetecía cambiarme ni poner una bata, era ya muy tarde y no esperaba encontrar a nadie. Además, la noche de verano, muy calurosa, casi invitaba a tomar la calle hasta en pelotas. De hecho varios vecinos en ropa interior charlaban sentados a la puerta del bloque. Un grupo de personas en bolas bajaba por la acera riendo y alborotando. En la parada un par de colegas en calzoncillos se besaban esperando el último autobús de la noche, cuyo chófer conducía a pecho descubierto. Volví al hogar con mi pijama abotonado hasta el cuello, sudoroso y avergonzado.



Leipzig Big Band. Nina Hagen.  Fever.




Salud y felices pesadillas


ra

miércoles, 2 de julio de 2014

El ojo del calamar


Calamar gigante.  Facultad de Biología.
Oviedo,  2012.


El ojo de Dios



Se había dormido, despertó y sintió frío. Buscó la chaqueta de flotación y se cubrió con ella sin levantarse de la silla rotatoria. En la cabina había poco espacio y todo estaba al alcance de la mano. Quedaba sólo una luz de emergencia en el interior y dos pilotos externos que apenas alcanzaban a iluminar unos centímetros más allá del aparato. El batiscafo había detenido finalmente su caída a unos mil metros de profundidad, recostado en un resalte de la ladera. Estaba en el cañón submarino de Avilés, le faltaban otros 4000 para tocar fondo. Era biólogo marino, llevaba dos años explorando la costa Cantábrica en busca de los calamares gigantes, algunos de cuyos ejemplares habían aparecido en el litoral atlántico ibérico en los últimos años, relacionados tal vez con las fosas marinas más profundas de la zona. El pequeño submarino, en el que sólo cabía una persona, se había quedado sin electricidad y el científico, que también conocía muy bien la mecánica del sumergible, no había encontrado, sin embargo, ni la causa ni el lugar de la avería. Sin comunicación con el exterior desde hacía horas, agotado de bregar y casi resignado a su suerte, se durmió. Confiaba en que hubiera llegado el SOS que había lanzado cuando se produjo el apagón y que el balizamiento señalara su posición exacta. Pero incluso contando con ello, sabía que un rescate a esa profundidad era prácticamente imposible en tan poco tiempo, y el problema de la autonomía de oxígeno del aparato no era el menor. En el ojo de cristal reforzado del batiscafo, una mirilla de un metro de diámetro, sólo se veía un resplandor fantasmal producido por la débil luz de la cabina y, enseguida, la oscuridad abisal. Pasaban, flotando en el agua, miles de partículas diminutas brillantes que rozaban el visor. Todo sucedió en pocos segundos y no tuvo tiempo ni de asustarse. Nadie creyó su relato y las cámaras no funcionaban para poder servirle de testigos: el ojo de aquel espécimen ocupaba más de la mitad del óculo del sumergible. El animal se acercó tanto al aparato que el hombre vio cómo el globo ocular del calamar cedía un poco, aplastándose al contacto con el cristal curvo de la mirilla. A juzgar por el tamaño de aquel ojo, el cefalópodo mediría entre doce y quince metros. Notó una sacudida y el batiscafo se movió hacia el abismo. Casi al instante volvió la energía.


Ramiro Rodríguez Prada


Derribos Arias.  Branquias bajo el agua  (Version Extendida)

https://www.youtube.com/watch?v=WLzMGW3fdTI

Salud y bon baño

lunes, 30 de junio de 2014

Siembra de vientos


 Aguada sobre cartulina. Pintura en polvo, residuos. Espátula.
Ramiro Rodríguez Prada.  2003. 


Cosecha


En realidad  él no quería esa vida, no le gustaba, casi se puede decir que fue un accidente. Su padre era militar, uno de esos hecho a sí mismo, como le gustaba decir, lo que venía a significar que no había pasado por la academia y había ascendido chusco a chusco y a puro huevo. Duro con la tropa, duro con los profesionales subordinados y duro con sus hijos, a la única que nunca había tocado era a su esposa, una mujer de armas tomar, nieta e hija de militar. Con ella y con el mando era más que sumiso.

Se retiró sin haber podido hacer carrera de los hijos, a los que trató de encauzar a base de brutalidad. De nada le sirvieron los halagos, su otra arma, y menos las palizas, los chavales mostraron muy pronto un carácter indolente y si tenían algún sentimiento claro por su padre, éste era el odio.

Malcriados por los caprichos que el hombre satisfacía intentando atraerlos, y maltratados por una disciplina salvaje que los doblegara, fueron incapaces de terminar el bachiller y vegetaban en el domicilio familiar, sin beneficio y sin el menor interés por oficio alguno.
El militar hizo cuanto supo para que ingresaran en el Ejército, pero estaba claro que aquellos atorrantes no tenían el espíritu marcial, ni los cojones que un soldado español debe tener. No parecían hijos suyos. De hecho eran idénticos al capitán de la compañía en su primer destino como sargento. Aquel hideputa huevón que, sin embargo, le había amargado la vida.

Esa idea llegó a convertirse en una obsesión. El desenlace era previsible. Una noche mató a su esposa y se pegó un tiro. No mató a los hijos porque ya sólo venían a casa por dinero y apenas los veía. Andaban metidos en drogas y en un par de años fundieron lo que les dejaron los viejos.

Se pelearon y cada uno se fue por su lado, los dos muy enganchados a la coca, con la que se ganaban la vida trapicheando.
Cargados de deudas y de amenazas de muerte, maleducados en la peor de las versiones cuartelarias, lo único que conocían de cerca, y sin salida, terminaron enrolándose en compañías de seguridad distintas, y finalmente como mercenarios, donde más dinero se ganaba. La guerra nunca dejó de ser uno de los grandes negocios.

Llevaban años sin tener noticias uno del otro. Por eso no sabían que sus respectivas empresas los habían alquilado a bandos enfrentados en una de las tantas guerras de este mundo.

El mayor era ya oficial en aquella partida de irregulares, compuesta por tipos de todas las procedencias y cataduras y por una leva forzosa de jóvenes del lugar, la diversión de la mayoría de los cuales era la violación, la tortura, el asesinato y el saqueo. El terror y el sadismo eran otras tantas armas de guerra utilizadas por los dos bandos.

Lo llamaron, borrachos y drogados, para que fuera a echar un vistazo a los presos de ese día antes de darles matarile. Estaban en una choza, los habían torturado. Eran dos hombres blancos, y tres negros muy jóvenes.
Tardó en reconocerlo. Le habían cortado la lengua y la nariz, y estaba ensangrentado e hinchado por los golpes. Lo miraba desde un lugar ya inalcanzable. Era su hermano. Uno de sus soldados, reclutados en el país a la fuerza, apenas un niño, sacó una pistola y riendo apoyó el cañón en el ojo del prisionero y disparó.

Fue una reacción automática, empuñó su arma, se giró y sin mediar palabra mató al chaval. Los compañeros quedaron como paralizados un momento, mirándolo desconcertados, y a continuación, como si obedecieran al unísono una orden de fuego, descargaron sus fusiles de asalto sobre él.


Ramiro Rodríguez Prada


Los Inhumanos.   Manué no te arrime a la paré.

http://www.youtube.com/watch?v=l76FsMgUbyU


Salud y paz para los pobres

domingo, 29 de junio de 2014

152


En orden y concierto.
Galicia 2013.


Salí a tirar la basura



fuera de punto y en el mes equivocado, agripado y anacrónico. Por la calle bajaba una manifestación nocturna de lo más variopinta. No era Semana Santa ni los que desfilaban lo hacían en religioso silencio, al contrario, coreaban eslóganes mundanos y primaba el cachondeo, la algarabía, el descontrol y el despendole. Parecían habituales de la noche, cada uno de la suya: taxistas, camareros, policías, enfermeras uniformadas, bomberos, recepcionistas, prostitutas... . Al frente de la banda una pancarta con la leyenda "La noche para quien la trabaja". Tampoco era carnaval porque ese día no pasaron los operarios de la limpieza nocturna, supuse que se habrían sumado a los manifestantes, si lo eran.



The Eureka Brass Band.  Tell Me Your Dream. 1951.




Salud y felices pesadillas.


ra

sábado, 28 de junio de 2014

Η Διδώ Σωτηρίου, Didó Sotiriu- 2


Fuente otomana. 
Rodas, 2013.

Ματωμένα χώματα -2
Tierras de sangre


Amelé Taburú.

Cap. V.
Es el nombre de los batallones de trabajo en la 1ª Guerra Mundial, donde los turcos enrolaron a la fuerza, en régimen de semiesclavitud, a los griegos de Asia Menor. El relato se va haciendo durísimo. Esta parte ocupa el mayor número de páginas y es el corazón de la novela. Pero el dolor y el sufrimiento no cederán un ápice a lo largo de todo el libro.
- "El odio y la brutalidad de la guerra pueden más que el amor, y las almas puras se quedaron en el campo de batalla, como banderas olvidadas." (92)

Cap. VI.
- "En enero de1915 llamaron a filas a mi quinta. Me presenté en Kusadasi junto a otros setenta paisanos. [...]. Al cabo de dos o tres días salíamos para incorporarnos a los batallones de trabajo de Ankara." (104)

Cap. VII.
- "Cuando la Constitución, en 1909, se creyeron todo lo que habían prometido los Jóvenes Turcos y dejaron de esconderse." (129)

Cap. VIII.
- "...luego otras, todavía más terribles, que ocurrieron en Erzurum, en Diyarbakir, en Sivas, en Kastamomu, en Cilicia, en Izmit y en otros lugares. [...]... las matanzas y persecución  de armenios durante la 1ª Guerra Mundial." (151)

Cap. IX.
Manolis Axiotis, el protagonista, recala al fin como siervo en casa de una familia turca que le salva la vida, donde es bien tratado y conoce el sincero amor de una chica musulmana que está dispuesta a fugarse con él. Axiotis escapa de los batallones de trabajo con un amigo, dispuestos a cruzar Anatolia ocultándose y viajando a pie por la noche, entre hambre, sed y mil penalidades.
- " '¡Un río!, gritamos los dos al unísono al ver el río Sangario.' " (154)
El  Sangario: Dios-río, hijo de Tetis y el Océano, a veces considerado padre de Hécuba, cuya madre sería Hétope o la ninfa Eunoe. En el contexto de la novela, y de la Historia, el Sangario eran las Termópilas de los turcos, según Didó Sotiríu, a partir de ahí los turcos no iban a permitir pasar a los griegos.

Κώστας Ρούκουνας.   Mórtissa Smyrniá. (1937)


Cap. X.
- "Todos robaban a manos llenas: pachás, comandantes, gobernadores y jefes de distrito, intendentes, proveedores, particulares. Se habían percatado de que Turquía ya había perdido la guerra y todos venga que te corre a pillar lo que podían." (172)
- " '¿Y cómo es que en Rusia se ha acabado esta maldita guerra?', preguntó Ahmet, el panadero.
'Pues es que he oído a unos prisioneros de guerra rusos hablar de un jefe con perilla, Lenin o algo así se llama, que ha dado orden de que dejen de combatir y así ha sido. Y por lo visto ha dado orden también de que no haya ricos ni pobres y así ha sido también. Y han repartido la tierra y han sacado a los príncipes de sus palacios y han metido en ellos a pobres como tú y como yo." (172-3)

Cap. XI.
- "Porque si vieras a los griegos ricos de Estambul, te quedabas de una pieza. ¡Habitaciones enteras llenas de oro! Pero de patriotismo, nada. Todo para el bolsillo. No tienes más que ver a Bolakis. Proveedor del ejército turco. ¡Oro a porrillo el muy cabrón! ¡El rey Midas! " (180)

- "Los turcos también estaban contentos, aunque hubieran perdido la guerra. Sus periódicos cambiaron de sonsonete. Ahora los enemigos eran los alemanes; y los traidores, Talat Pachá (N. del T.: Líder del Partido de la Unión y el Progreso) y Enver Pachá, que habían colaborado con ellos y llevado a Turquía a la perdición. Ahora los amigos eran los ingleses y los franceses -¿quién si no?- y sobre todo los norteamericanos. Todo eran halagos y decir amén. Pero antes de que enterraran definitivamente a Turquía, apareció un detractor de lengua acerada que no le bailaba el agua a nadie, una voz potente que llamaba a la insurrección: Mustafá Kemal. Hacía muchos años que Turquía no daba un hijo así." (186). No obstante, Atatürk, 'el padre de los turcos', había nacido en Salónica.

Maliétès. Banda greco-turca establecida en Francia. Live in Strasbourg, 2006.  Karsilamás.

Cementerio musulmán junto a Villa Cleóbulo, en la mezquita de Murad Reis.
Rodas, 2013.

Llegan los griegos

Cap. XII.
- "Ya no teníamos miedo a los turcos. Ahora eran ellos los que nos tenían miedo a nosotros." (195)
Nota del T.: "Según creencia popular griega, anillos y brazaletes trenzados con hilo rojo y blanco, protegen del traicionero primer sol de marzo." (205)
- "Y me puse yo también a gritar que había que echar al turco del país de la Manzana Escarlata." Nota del T.: "Mítico país del que afirman ser originarios los turcos." (207)

Cap. XIII.
- "En octubre de 1921 recibí la orden de incorporarme al cuarto regimiento de la primera división. En el tren conocí a un soldado de Creta que también acababa de salir del hospital y se incorporaba al mismo regimiento que yo. Se llamaba Nikitas Drosakis. Era estudiante y el Partido Popular lo mandaba siempre a primera línea del frente junto con otros cretenses indeseables." (222)

- "Leledakis, un compañero de La Canea, venizelista fanático, no paraba de meterse con un rival suyo que se llamaba Kuluriotis." (222
- "¡Sin Venizelos no habría ni Constantinopla ni Asia Menor ni Grecia que valga, desgraciado! ¡Que los aliados ya nos han dado cien veces por ahí y todavía nos van a dar otras tantas." (223)
- "La batalla del río Sangario, que duró veinte días..." (225), victoria turca sobre los griegos que puso término a su incursión en Asia Menor.
- "El sargento, un zote al que llamábamos Gravaritis, en cuanto se enteró de que Drosakis era estudiante y encima cretense, le hizo la vida imposible." (226)

Estavros Xarjakos.  Tis Amynis ta paidiá.

http://www.youtube.com/watch?v=Rj4EerB4uXE

- "Y cuando ingleses, franceses y norteamericanos se enteraron de que la armada italiana andaba por aguas de Asia Menor, tuvieron miedo de que los italianos les jugaran una mala pasada y desembarcaran en Esmirna, y mandaron llamar a Venizelos y le dijeron: 'Oye, ¿qué te parece?, ¿tiene Grecia arrestos para hacerse cargo de Asia Menor? Porque entonces los muy bribones necesitaba que les cubriera el ejército griego, ¿sabes? ¡Y Venizelos, ensoberbecido con sus sueños irredentistas, nos soltó en Asia Menor y aquí estamos, cavando nuestra propia fosa!" (228)
- "Me habló de un paisano llamado Prometeo que al parecer sufrió martirio por llevar la luz a los hombres." (230)
- "Cualquier sacrificio que se haga por el ser humano es poco. Con sudor y con sangre se consigue el progreso, gota a gota." (230)

Las tres últimas citas son palabras del cretense Drosakis, un personaje importante en la novela. Es un idealista y el germen de una sociedad diferente, un palíkaro moderno. No es en realidad un venizelista, él representa las nuevas ideas socialistas que están empezando a penetrar el pensamiento y abrir la conciencia de una clase obrera aún dormida, sacrificada entre una vida miserable, las guerras y los intereses de toda laya. Aunque Sotiríu -Drosakis- no lo expresará así, puesto que entonces ni este lenguaje era posible.

Sobre el tratado de Sèvres.
- " '¡Cabrones!', dijo haciendo rechinar los dientes."
'Ese lujoso jarrón de Sèvres nos ha salido resquebrajado de fábrica', dijo Lefteris. [...]
'¿Qué pasa, Nikitas? ¿Qué pasa con el Tratado de Sèvres?'. [...]
'¡Los franceses han firmado un acuerdo con Kemal por noventa años. Y los ingleses nos han canjeado por el petróleo de Mosul.' " (239)

La Conferencia de Londres (feb. mar. 1921), convocada por la Entente para intentar salvar el Tratado de Sevres, favorable a Grecia, pero que acabaría dando lugar al Tratado de Lausana (jul. 1923) por el que se garantizaba la integridad territorial de Turquía. (N. del T.) (240)

Zülfü Livaneli.  Böyledir Bizim Sevdamız.

http://www.youtube.com/watch?v=xilsXzhU1Eg 

Kilim  de seda.
Rodas, 2013.

Cap. XIV.
- "Nadie quiere mentar a la muerte funesta, pero se acaba convirtiendo en tu sombra. Te entran ganas de gritar: '¡Apartad de mí esa idea! ¡No ha llegado mi hora! ¡Por Dios, que todavía me quedan días por vivir¡ ¡Que lo he pasado muy mal, he sufrido mucho, todavía me queda mucho por hacer! ¡Soy joven!' " (242)
- "Kemal nos hizo llegar un mensaje: 'Me avergüenzo de semejantes enemigos.' " (248)

La entrada de los griegos en Anatolia, estuvo acompañada de saqueos, tropelías y matanzas en muchos de los pueblos que el ejército iba encontrando, cuando Atatürk se replegaba. La respuesta turca después de la batalla del río Sangario, mientras los griegos huían en desbandada, fue aún más salvaje si cabe.
La capacidad de combate de los griegos estaba agotada, sin hombres suficientes, pertrechos ni suministros. Empezó a cundir el descontento, los motines, las deserciones..., mientras "¡Kemal está quemando pólvora, que no son tracas de feria! ¿A él que más le da, si todo el mundo se pelea por pertrecharle, si todas las compañías extranjeras se han bajado los pantalones y están esperando sus arrumacos? ¡Malditos cabrones de mierda! " (246)

En el próximo capítulo veremos la cuarta parte de la novela, El desastre.

Safiye Ayla. Rosa Eskenazi.  Zeibékikos.

http://www.youtube.com/watch?v=Kesy3NyP2FI

Salud y buenos libros

Ramiro Rodríguez Prada


P. D. La novela  Ματωμένα χώματαTierras de sangre, de Didó Sotiríu, la editó en Barcelona Narrativa del acantilado, en noviembre de 2002, traducida por César Montolíu, que recibió el premio Antonio Tovar de traducción (2001), de la Asociación Hispano-Helénica. Cubierta de Marta Serrano. Vale.