miércoles, 15 de enero de 2014

Η Ρόδος, Rodas -5. Lindos.


Lindos.  Las bahías y la Acrópolis desde el pueblo viejo. 
 Abajo, derecha, desapareciendo, el teatro.  
Rodas. Grecia, verano 2013.

Λίνδος


Buenos días. Lindos, pese al crecimiento desmedido del número de turistas, por su historia, por la belleza de la costa y de la propia ciudad, o por el lugar privilegiado en que está emplazado, sigue conservando mucho del antiguo encanto del que hablan los viajeros.

Extiende su caserío en círculo alrededor de una bahía muy abrigada, por las faldas del otero rocoso en cuya cumbre, mirando al mar, se mantienen en pie los restos de la Acrópolis, muchos siglos después fortaleza de los Caballeros de Rodas, y por la ladera opuesta que cierra un valle empinado, donde se sitúa el pueblo viejo mirando al este. El conjunto es abigarrado y deslumbrante, la luz hace daño.

A sus espaldas, sobre las terrazas superiores del valle, agujereadas por cuevas con nidos de burros -las usan como corrales- y la carretera que lo va rodeando por el oeste y el norte, se alzan crestas rocosas que protegen aún más el lugar, con pequeños rebaños de cabras asomando.

El fondo del golfo es la playa central, una concha arenosa demasiado concurrida, y a un lado, arrimado en la esquina sur bajo la roca, el puerto.

Lindos tiene, además, otra bahía de parecidas dimensiones pegada a ésta, inmediatamente al norte, que comparte su misma apertura al mar, fondeo de algunos veleros, y otra al sur que es uno de los lugares más hermosos y coquetos de toda la costa este, una suerte de piscina marina natural bastante grande, con una estrecha salida al mar y una pequeña iglesia en su término sur, la del Apóstol San Pablo, que da nombre al pequeño golfo. Un lugar donde hoy se celebran eventos religiosos familiares y donde al llegar vimos una boda.

El telón de fondo son las islinas que salpican la costa y siempre ese azul marino o esmeralda que abruma. Y el cielo.

Σάββας Φλεβάρης, βιολί-τραγούδι.  Canción de boda y Susta.  Ρόδος. 


Bahía de Navarone,  al norte de la península de Kissós.
Lindos.  Rodas. Grecia, agosto 2013.

El santo de los gentiles recaló aquí rumbo a Jerusalén, por eso son frecuentes los topónimos y capillas a él consagradas. Griego culto y ciudadano romano, Pablo debió de ver las ventajas publicitarias futuras para el cristianismo si hacía escala en este rincón egeo de imperecedera belleza. Es broma, pero cuidadín.

Algo de su historia. Como Kamiros, fue una fundación minoica y después doria, próspera hasta la construcción de la ciudad de Rodas, empresa que acometieron en el S.V a. C., la Triarquía de ciudades que entonces dominaba la isla, Iálisos, Kamiros y la propia Lindos. Pero esta última nunca perdió del todo su importancia, como sucedió con Kamiros que fue abandonada, ni desapareció bajo los colosales complejos turísticos modernos, como Iálisos.
Homero atestigua la presencia de las tres ciudades rodias en la guerra de Troya, que es como haber participado en el acontecimiento fundacional mítico de la cultura griega y europea.

Así pues, Lindos siguió siendo una plaza fuerte para romanos y bizantinos, que continuaron fortificándola y embelleciéndola. Los Hospitalarios, y los otomanos más adelante. Con la llegada y extensión del cristianismo, a principios de la Edad Media, los templos paganos fueron progresivamente abandonados junto al culto de sus divinidades.

En el libro de Durrel sobre La Venus marina rodia, Lindos ocupa algunas de las páginas más encendidas, a través también de su recuerdo de Cleóbulo, uno de los Siete Sabios de Grecia en tiempos clásicos, que nació en Lindos y dirigió la ciudad en una de sus etapas más prósperas, el siglo anterior a la fundación de Rodas capital.
El inglés llama Villa Cleóbulo a la casa que habitó en la ciudad cuando compuso su libro, terminada la 2ª gran guerra, aunque la estancia del sabio en ese lugar es recreación fantástica, ni siquiera está claro que la capital existiera entonces.

Dos curiosidades que me interesan. El famoso relieve del trirreme rodio, esculpido sobre la roca en la base de la Acrópolis, se atribuye a Pizócritos, autor de la Victoria de Samotracia que custodia el Louvre.

Y la segunda. En época clásica Lindos tenía dos templos célebres, el de Atenea, cuyos restos todavía pueden verse en la Acrópolis, y el de Heracles con una pintura del cabrón de Parrasio, el más rico y famoso en su oficio del siglo V griego.
Si recordáis, este menda era el que torturaba a los prisioneros que Atenas repartía como botín de guerra entre los ciudadanos de primera clase, los caballeros (entre otras cosas porque aportaban caballos a las campañas, y las financiaban); los martirizaba para conseguir en sus modelos la expresión de dolor, y hasta agonía porque morían en las sesiones, que buscaba pintar.

Lo recogía el cordobés Marco Anneo Séneca de testimonios antiguos en sus Controversiae (X, 5). Ni los esclavos encargados de las torturas podían soportar aquello. La hiena los castigaba por no aplicarse a fondo, y hasta se permitía la humorada salvaje de reñir al torturado acusándolo de falta de verismo.
El escueto diálogo del viejo Séneca, puesto en boca de Parrásio y un anciano de Ólinzos que es martirizado hasta la muerte por el pintor, es suficientemente expresivo, brutal:

Anciano:   Parrahási, morior!   (¡Parrásio, me muero!)

Parrásio:   Sic tene!   (¡Quieto así!)


Calle de Lindos.
Rodas. Grecia, verano 2013.

Siempre creí que Los cañones de Navarone, esa película  de nuestra infancia que tanto nos gustó, se había rodado en la bahía de Navarino, en Pilos, al oeste del Peloponeso, en el Jónico, pero parece que fue en Rodas capital y en Lindos, con una bahía al sur que lleva ese nombre, Navarone. Y la historia del film recrea la campaña aliada del Dodecaneso durante la 2ª Guerra Mundial, en el Egeo, por supuesto. De eso ya no recordaba nada.
Hasta tal punto impresionó la belleza del lugar a Anthony Quinn, una de las estrellas del film, que compró una propiedad aquí.

Ya mencioné antes a los burros y he puesto esa foto donde descansan a la sombra. Son otra atracción para turistas urbanitas y algunos vagonetas. Pero también uno de los pocos medios de locomoción que se puede uno permitir en calles tan estrechas y empinadas, usados todavía por los lugareños para trabajos no estrictamente turísticos. Se pueden hacer pequeñas excursiones y subir en burro a la Acrópolis como si se ascendiera al Teide o al Machu Pichu..., yo no los probé.
Mientras veía a los burros de Lindos subiendo escaleras, recordé a la Minifalda, la burra de una tía de la mi morena, que subía hasta el primer piso de casa y asomaba la cabeza por el balcón.

Y hablando de estrecheces, eso es algo frecuente en toda Grecia y en especial en las islas. Los pueblos se apiñan y retuercen en un laberinto de calles, escaleras, subidas, bajadas, pasajes... . Otro capítulo debería dedicarlo a los únicos vehículos a motor, aparte de las motos, capaces de pasar por esas callejuelas, las motocarros de juguete, tan estrechas como la panza de un burro. Tengo fotografias de unas cuantas, de Rodas, Kárpatos o Nisyros.

El pueblo viejo atrae él solo más visitas que el resto de las maravillas de Lindos, si exceptuamos quizá la playa, que nosotros tampoco estrenamos. Y eso que hay que dejar el coche un kilómetro antes y bajar al descubierto con un sol inclemente. Después las calles son frescas y están llenas de sombra, con pequeñas plazuelas cubiertas de emparrados y flores.

Σάββας Φλεβάρης.  Πάρε Μαριό την ρόκκα σου.


Escalón.  Lindos.
Rodas. Grecia, 2013.

La arquitectura popular se impone, inmaculadamente blanca, pero hay testigos arquitectónicos de las épocas y pueblos que la ocuparon, sobresaliendo por su belleza y buena conservación las casas medievales, más un conjunto de iglesias y capillas bizantinas. La ruinosa de San Juan, del S. XIII, en la Acrópolis, fue construida sobre los restos de una nave del VI, que sería la más antigua datada tras el abandono de los santuarios paganos.

Los suelos empedrados y decorados con pequeños cantos rodados blancos y negros, en menos ocasiones marrón claro o rosados, formando grecas, motivos florales, faunísticos y mitológicos, se repiten por todo el Archipiélago, Kos, Nisyros..., pero la ciudad vieja de Rodas se lleva la palma, no tanto por su belleza como por su abundancia.
Por lo demás, Lindos es como cualquier pueblo muy turístico, lleno de gente, de mercancías en las calles, tabernas y tiendas de recuerdos por todas partes. Es el otro peaje que se paga si antes se alquiló un burro.
Lo ideal sería visitarlo en primavera o finales de otoño, pero...

Con vídeos como el siguiente para qué necesitamos ya fotografías y, aunque quizá no tan interesantes, hay cientos de ellos. Lindos, el sueño, la perla del Egeo, dice el autor. Sin duda, si no la única, una de ellas.

Lindos.  Il sogno.



Salud y felices sueños.

Barbarómiros.

4 comentarios:

  1. lo de la peliculita está muy bien, despues de leer tu blog, uno se hace la idea del todo.
    Un besito
    Viriato

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  2. ¿Y del azul de la bahía de Navaraone, qué me dises? Es el mismo que aquel que le gustaba a Ana de Ólymbos en Cárpatos, pero masivo, increíble! No vivo, hermano...

    Salud.

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  3. Los azules en el mediterraneo son unicos, y en grecia inigualables.
    Pd:
    El color del mar que yo he visto en ls Cies es para morirse, lo mismo que la temperatura del agua.
    Moraleja:
    Que coño pinto yo en Madrid?

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    1. ¿Anduviste matando jipis? De acuerdo, me gustan casi todos los pocos mares que conozco, y los de Grecia en particular. Una cosa que los distingue, pienso, es la cercanía y familiaridad de todo, el cielo, las islinas, el pescador, la barkula, el mar, la costa, la cabra, el burro, la capilla, la luz, singulares... No sólo es la belleza sino la proximidad, lo táctil y real que parece la vida, me gustaría saber explicarlo...

      ¿Y qué pinto yo en una cocina escura?
      Un abrazo y paz!

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