miércoles, 15 de febrero de 2012

Tapias -3


Remate de una pared de tapial
San Justo de la Vega 2012

Hola. Aquí tenemos el remate de un tejado en una pared de tapia, otro de los lugares donde se combinan los adobes con el tapial. Sólo asoma un poco el pico un adobe.
Tuve que aplicarme buscando cuando hice la fotografía, porque ese hueco debajo de la madera parecía indicar que se trataba del marco de una ventana cegada, un hecho común en las casas de tapia, como el de abrir nuevos huecos posteriores a la construcción. De todo ello tengo también ejemplos fotográficos.

De todos modos no hubiera importado porque entonces el marco superior haría también la función de viga, repitiendo el esquema general que he podido ver en la mayoría de los remates. Pero esa traviesa de madera se prolongaba varios metros a derecha  e izquierda, tapada casi por completo por una capa de barro que impedía ver también la fila de adobes que hay sobre ella.

En conclusión: en lo alto de la tapia colocaban una tabla o vigueta de madera  del calibre necesario para soportar y repartir el  peso del tejado, sobre ella iban las vigas transversales, que aquí no se ven, y entre  ellas una o más filas de adobes hasta alcanzar la altura de la viga, como se ve en el detalle de la foto inferior, ahí el suelo de un segundo piso.

La inmensa mayoría de los tejados del pueblo son a dos aguas. El remate del que aparece en la imagen superior, con pizarra plana sin trabajar apenas, es cada vez más raro e indica también la antigüedad de la construcción. En los aleros de las viejas casas era más frecuente que la madera.
Y ya vi algunos pajares de tapia y alero de pizarra que habían sustituido la teja por uralita, que es como si Gila, de pana pana, llevara una boina de plástico colorao, y capada.
Lo del rojo pase, la capadura Paco la soportaría muy malamente, ¡y con el genio que tenía!..,  pero bueno.
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Tapia, madera y adobes

Como estamos entre adobes, es decir, entre dos fotografías con ejemplos de "ese elemento constructivo", y puesto que hemos dicho ya lo más significativo acerca de las tapias, vamos a dedicar estos dos tercios que restan a adobarnos.

La pared de adobe es menos frecuente que el tapial en las viviendas. Aparte de los usos auxiliares descritos, se utilizaba algo para las murias de las huertas, y en pequeñas construcciones, pajares, cuadras, chamizos anejos a las casas. Y en el interior para los tabiques, cuya colocación en espiga ya intenté explicar en un capítulo anterior.
Se colocaban entre dos palos o listones de madera verticales y paralelos, sobre una pieza de roble y se remataba en el techo con otra pieza más ligera. En el piso inferior los adobes de los tabiques eran por lo común de mayor calibre, en el superior más ligeros, para no recargar el peso.

Los adobes se hacían con arcilla, paja trillada y agua. Al igual que lo dicho sobre el tratamiento de las tierras que se usaban en las tapias, la materia había que escogerla y trabajarla con ahínco.

El utensilio que empleaban para fabricarlos se llamaba Adobera. Es un molde de madera, de planta rectangular, hueco, con divisiones del tamaño de los adobes apetecidos. Las dimensiones de las adoberas eran pues funcionales y variaban de acuerdo a las necesidades.
Las medidas exteriores más frecuentes, no obstante, eran  50 x 40 cms., o con una división central, de manera que el molde tuviera cuatro divisiones para adobes de 40 x 12,5 cms., u ocho de 20 x 12,5 cms.
El grosor de los bloques finales era también variable, dependiendo del lugar donde iban a ser colocados u otras necesidades particulares.

Hecha la mezcla de los materiales, con la masa resultante se llenaban las adoberas, en el suelo, hasta el borde, y con una tablilla se nivelaba la superficie superior quitando el material sobrante. A continuación se retiraba la abdobera, que estaba provista de dos asas en los laterales, sacándola hacia arriba. Se dejaban secar unos días (15/20) y listo.

Mi abuela paterna tuvo once hijos, empezó a parir a los 17 años. Los dos primeros no sobrevieron pero sí los siguientes, de entre ellos 7 varones. En el verano, cuando no había escuela, ¿qué hacían siete pichas metidas en casa? Pelearse y armar jaleo. Mi abuelo los mandaba a fabricar adobes para tenerlos entretenidos, adobes que se almacenaban en el secadero y que el invierno siguiente se encargaba de malbaratar convirtiendo la obra del verano en un montón de barro y paja.

Tapia en la base y adobe sobre ella

En esta fotografía podemos apreciar algun detalle que ya comentamos. Es la base de la tapia de una vivienda, la de la foto de la manguera roja y el ventano. Aquí la base es sensiblemente más ancha que la tapia, algo no infrecuente, y sobre ella se colocaron tres filas de adobes antes de empezar a levantar el tapial propiamente dicho.
Parece que la base fuera de barro, sin embargo, aunque no pude apreciarlo porque no está al decubierto por la capa de barro que la tapiza, creo que detrás hay piedra y, desde luego, debajo de las tres filas de adobes hay otra de la misma anchura que la base, por lo tanto de mayor calibre que los superiores.

Recordemos que los otros dos esquemas que vimos de estas bases eran, empezando desde el suelo: el más simple, piedra y tapia sobre ella, o añadiendo una hilera de adobes de la anchura de la tapia, encima de la piedra, antes de alzar el tapial.

Aquí se complica un poco y quizá se explique por la antigüedad de la casa. Con el tiempo se fue simplificando el procedimiento a la par que se reducía también el grosor de las paredes y aumentaba el tamaño de los huecos, puertas y ventanas. Las más modernas dan la sensación de mayor ligereza por eso.
Y voy terminando. Mañana colgaré otra imagen intermedia sobre huecos y veré después qué rumbo sigo. Me pasa lo mismo que con las sombras, tengo un montón de imágenes todavía, pero tal vez convenga una tregua más larga que la de ayer con Valentín.

Estuve buscando alguna grabación del Maragatu, un histórico de la tonada asturiana, por unir a la Vega dos regiones amigas, Asturias y Maragatería, pero no hay nada de los primeros maestros, así que escogí ésta de la TPA (la tele asturiana), con entrevista incluída, muy interesante también porque habla de los estilos, de los instrumentos del folclore maragato, tamboril, flauta y castañuelas, o de las maderas que se usan, la urz o brezo, y porqué.

El folclore de Maragatería es tan rico que todas las zonas que rodean Astorga, no maragatas, como en la Vega en la que estamos ahora con las tapias, participan del mismo y sus sonidos y sus ritmos son tambien los nuestros, con ellos se educó nuestro oído infantil.
Como el vídeo dura más de 14 minutos con la entrevista, que no tiene desperdicio y recomiendo, os dejo otro tema más corto como aperitivo, por si alguien no gusta de este bocado, exquisito para mí. Eduardo toca en ésta las castañuelas y está acompañado a la flauta y al tamboril por David Alvarez, instrumentista y estudioso del folclore leonés que preparó el encuentro y asesoró a la dirección del programa.


Os dejo con Eduardo, de Viforcos, rayando con el Bierzo, ya tiene algo del deje berciano, hijo y nieto de tamboriteros, que interpreta  Ronda, Alborada, Entradilla, Toque de mayordomo y el principio del Toque a beber. Mañana pondré la segunda parte que completa ese estupendo programa.



Me hizo gracia en la entrevista el comentario que hace el paisano al explicar e introducir la última canción, de la que sólo podemos escuchar las primeras notas. Es la del Toque a beber y dice Eduardo, no sin sorna, que a la taberna sólo iban los hombres, "las mujeres tienen prohibido el vino porque se les pone el ombligo azul cuando lo beben". Ya antes, cuando el entrevistador asturiano pondera su maestría tocando los instrumentos, Eduardo, serio y por lo bajini, le contesta, "Sí, aquí sería el mejor, como no hay nadie más...". ¡Bravo Eduardo!

¡Salud!

Barbarómiros

martes, 14 de febrero de 2012

Salud, Valentín


Coraçâo com corâçao

Esto de las fotografías y las tapias une mucho, y mira por donde el santo onomástico de Valentín Cabañas (carasur) cae en medio, no de los trigales sino de los tapiales, donde yo sigo colgado cabeza abajo, como un murciélago o ese corazón  del revés de la foto, tras el cristal.
Separados por las tapias. Una tapia agujereada,  La tapia tenía un precio, El bueno, el feo y la tapia, Por un puñado de tapias, no se porqué me dió ahora por el spaguetti y Morricone, es que siempre me recuerdan el desierto almeriense -ahora el valentiniano-, Méjico, Buñuel, y las tapias. Unidos por las tapias.

 Descansemos del tapial hoy, Valentín.

Parálisis Permanente, Unidos.

El manchego Juan Carlos Rubio (offtravels) me tomaba el pelo en un comentario a su fotografía de ayer, con una cuerda rodeando un árbol, recordándome que San Valentín era hoy. ¡Tienes más maldá que un callo en el pie, Juanete! Escuela cervantina la de estos manchaos.

Me declaro  al menos tres veces al día de palabra, no siempre a la misma persona, sin contar los actos amorosos. Y con frecuencia me emociono haciendo el Romeo. No es exhibicionismo, es que soy un blandengue del copón y me lo creo.

Pero no son declaraciones de amor redactadas por el Corte Inglés. Ni ésta. Es mucho más, un guiño amistoso para un cómplice aprovechando una efeméride bastante tontaina. No tengo remedio, se me sube a las barbas el monje ecuménico que cargo encima. Y el apor por la hupanidad.

¡Disculpa la licencia y la guasa, Valen, soy un sentimental del carajo! Espero que te rías.

Αχχ, Αφροδίτη, μου!

Que tengáis un bueno y pacífico día, y mañana también.

Jariko Pajariko hacen su versión rockera de
A La Mancha manchega, una tradicional muy conocida.


¡A La Mancha manchega
que hay mucho vino
mucho pan, mucho aceite
mucho tocino!

¡Y si vas a La Mancha
no te alborotes
porque vas a la tierra
de Don Quijote!


¡Salud!

Ramiro

lunes, 13 de febrero de 2012

Huecos en los tapiales -2


 Puerta de pajar en la parte posterior de una casa
San Justo de la Vega, León. 2011

Bon día. Ahí tenemos una buena imagen de la utilización de los adobes en combinación con el tapial.

La puerta es de un pajar y está un poco elevada respecto al suelo, como en la mayoría de los pajares, ubicados en la parte posterior de las casas, tanto en los que ocupaban un segundo piso sobre la cuadra de los animales, para poder cebarlos directamente por los huecos que se habilitan en los pisos de tabla, que se abren justo sobre los pesebres, como en los que, como éste, ocupan un altillo angosto en el primer piso. Era necesario aislar la paja de la humedad del terreno para asegurar un correcto secado y almacenamiento.

Sobre esta puerta, vieja pero más endeble que el ventano de ayer, sí pusieron un cargadero de pizarra. Cincuenta centímetrοs más arriba está el entramado de vigas que forman el suelo del piso superior. Los huecos entre ellas fueron rellenados con adobes del mismo calibre que los maderos. Encima vuelve el tapial. Todo ello descansa sobre un costero de madera que va directamente en la parte superior de la tapia del piso inferior.
Es el esquema más frecuente aquí. Dependiendo del grosor de las vigas o del tamaño de los adobes se ponían una, dos, tres..., hiladas de adobe hasta alcanzar el nivel deseado.

En la tapia que presentaba Giannis Tzakós en su fotografía del viernes me pareció que el modelo constructivo de una tapia griega era diferente. Los paños no eran muy grandes, de 60/80 x 40/50?, sin embargo parecían haber sido hechos, como los adobes, fuera de la obra, no en su ubicación última, como la tapia. Éstas son conjeturas mías.
Daba la impresión de una técnica mixta: hacen los grandes adobes fuera, pero con los materiales de la tapia, sin la paja que lleva el adobe, y los colocan como bloques, ladrillos o adobes.
Hay que hacer una salvedad, porque los adobes, para los tabiques interiores, se colocaban inclinados, no unos sobre otros, horizontales, sino formando ángulos de 90º, con el lado estrecho de uno descansando en el ancho del inferior, como el dibujo de una espiga. Es difícil de explicar y más de comprender, supongo, siento no saber dibujarlo sobre esta  página.

Ya anuncié un capítulo dedicado al adobe. Por si alguno no lo sabe, dejádme que repita una descripción rápida: es un ladrillo de arcilla, paja y agua que se seca al sol y se coloca sin cocer, tal cual. Por hoy es suficiente.

Ahora que los griegos, a tres horas de aquí, pelean por la supervivencia contra todas las mafias, que es una sola, la de la pasta, ¡¿cuál si no!?, y contra la indiferencia de medio mundo, ¡qué gran ironía La Gran Grecia Clásica en boca de los demócratas de-toda-la-vida-, de los fascistas de siempre!, ahora queremos recordar una canción de Zanos Mikroútsikos, de un poema de Nikos Kavadías, El cuchillo, To majeri, de su libro Stavrou tou Notou, La Cruz del Sur. En él Kavadías habla de un marinero que pregunta por un cuchillo en el puesto de un mercado africano. El comerciante le hace el producto en negativo: el cuchillo ha rodado de dueño en dueño provocando una desgracia en cada ocasión, no se lo aconseja. Pero si lo quieres, Parto!, ¡Cógelo!..., dramático y terrible.

Canta Basilis Papakonstantinu, Βαςίλης Παπακωνσταντίνου,

Το μαχάιρη.

Y ésta no estaba prevista para hoy, pero tenía la dirección al lado y la copié equivocadamente. Como es un rollo macabeo esto de buscar y subir canciones, me equivoco, me sale un premio de ésos de pega en lugar del vídeo, no están disponibles en ese momento, etc., etc., la voy dejar.
Nos viene también muy bien aquí en realidad, ya que hablábamos de la compra de un cuchillo..., observad la última imagen del vídeo. Las armas vuelven a las manos de quienes las entregaron.

Vale la pena comentar esa escena. Creo que son imágenes históricas de la entrega del armamento por parte de la guerrilla comunista que luchó contra los nazis y sostuvo después una guerra de tres años contra la monarquía y las fuerzas aliadas que la apoyaban. La entrega fue pactada en los acuerdos firmados en Várquiza, que ponían fin al conflicto civil, y dejó a los militantes de la izquierda inermes frente a la traición posterior, las matanzas y represalias que desató el poder. La cosa está clara.

Es Tzimis Panúsis, gran cachondo y crítico, en Neoélinas, Neogriego. 


Salud, Υγεία!

Barbarómiros

domingo, 12 de febrero de 2012

Tapias -2


Solar con casas de tapia
San Justo de la Vega 2011

Buenas. Hemos visto ya varios solares que antaño, hasta ayer, ocuparon otras tantas casas de tapia, y hay muchas deshabitadas y algunas ruinosas. La crisis retrasará seguramente la construcción de otras nuevas.
¡Nos quedamos sin las tapias y no tenemos dinero para cemento y ladrillo, hay que joderse!

Es cierto que debajo del cemento y el revoque visible de muchísimas, en buen estado y habitadas, hay también tapial, pero han cambiado tanto su aspecto externo que renunciaron a la belleza del barro, poco apreciada, en beneficio de una estética tal vez más funcional, pero sin carácter.
No digo que en los interiores no primen las razones de mayor y más fácil limpieza de los nuevos materiales, que lo entiendo, más ocupándome de la casa, pero ya se habían habilitado soluciones para impedir el deterioro del material, y la limpieza depende más de las personas que del  palacio o la choza que habiten. Guarra, guarra la (rancia) nobleza espaniola.

Un avance en todos los pueblos, sin duda mucho más importante, hablando de higiene, lo constituyó la popularización de los cuartos de aseo y baño, hecho paralelo al abandono de formas de contrucción tradicionales, del tiempo donde el único servicio cubierto era la cuadra, para el resto el campo  abierto. Y ese hecho es apenas de los años 60, cuando comienza el desarrollismo desatado. Bien por los retretes, pero con ellos llegó la diarrea.

Ya existían antes, aunque en muy pocas casas, los pozos negros. Pero cuando se llenaban había que vaciarlos a pala, ¡horrible! En la de mi abuelo, con familia numerosa, había una especie de tarima elevada de madera para sentarse, el Trono, con tres tamaños diferentes de agujeros redondos y su tapa correspondiente, también de madera, para culos grandes, medianos y pequeños. Cosas de la bulería del abuelo Cebolleta (yo), que asentó sus reales en un trono más limpio que un Bogbón.

¡Y era un rincón de charla y confidencia, de conciertos bajeros y pérdida del pudor, por la brava!  Esto ya era escatología...

En la foto superior se ven también muy bien los paños de los tapiales, pero será la siguiente la que tomaré como modelo para hablar de ellos.

Base y paños de la pared de una vivienda
León, 2012

La vista nos engaña porque lo que vemos no es la tapia sino una paredilla de hormigón que le adosaron y que conserva todavía la fotocopia de los paños del tapial que hay detrás, los agujeros de los palos que servían de tirantes al encofrado y las líneas externas de la pieza rectangular original.
Además no sé si el color muy amarillento, casi dorado, de la arena para la construcción que se utiliza en el pueblo, será el responsable de un camuflaje del color casi perfecto.
Sólo la unión del cemento con la base da alguna pista, pues se ve que el hormigón se escurrió cubriendo las rendijas y parte de la primera fila de piedras, que tal vez tampoco formaron parte de la base primitiva, sino que se añadieron para conseguir un mayor agarre del hormigón, máxime cuando la siguiente línea inferior, ya de la base original, es de adobes y el cemento no tiene un buen agarre en el barro. De esto trataremos más en otro momento.

Pero no importa la impostura en este caso, porque quiero hablar ahora de las medidas y para eso sí vale, por otra parte se ve muy bien la base sobre la que se asienta la pared, que sí es la original del tapial.

La altura media de esa base de piedra, del suelo al tapial es de 70 cmts. (60-80).
Las medidas del rectángulo, de los paños, 2,50 x 1,20 mts., en la mayoría de los ejemplos que vi y en las fotos que puse. Los encontré también de 2 metros, con la misma altura, y Leandro me decía que se hacían también de más de 2,50 m., en cuyo caso aumentaba el número de agujeros para los tirantes al encofrar, de 6 a 8.

El proceso contructivo, tras un cimiento de piedra, cantos rodados o lo que hubiera disponible, seguía con la base de piedra visible. En las tapias de las huertas era más frecuente el canto rodado de grueso calibre, para las casas solía escogerse el tipo más poligonal.
Antes del cemento el mortero que se usaba para esta base, de no ser barro, era la Cal hidráulica, arena con cal más agua. Otro de los trabajos más duros que recordaba Leandro. Entonces les traían la cal viva de las caleras y el proceso de "matarla" era de los más insanos del oficio, por los vapores venenosos que desprende la cal. Eran especialmente chungos los día de viento.
El murete resultante era, en ocasiones, un poco más ancho que la tapia que soportaba.
Sobre él, algunos echaban unas hiladas de adobes y, la mayoría, empezaba a levantar ya la tapia. En muchos casos esas hileras de adobe no están visibles debido a los enlucidos superficiales al rematar la obra o al mantenimiento de la pared, que se hacían también con barro, como es lógico.

Y tocan los materiales de los propios tapiales.

Unión de dos paños de un tapial

Me contaba Leandro Rabanal lo laborioso que era preparar las tierras que se iban a emplear. Porque era una mezcla de dos tipos bien diferentes, y no sólo piedras y arcilla (utilizado por mí como sinónimo de barro o barro arcilloso en los capítulos de las Murias), como escribí.
Se hacían dos montones, uno de tierra arcillosa, amarilla o rojiza, con gran cantidad de menudos cantos rodados, que sacaban de la parte alta del pueblo, y otro con tierra de labor, negra, de la vega junto al río, más rica en humus y menor proporción de arcilla.
Había que trabajarlas concienzudamente, desmenuzando los terrones y escogiendo un poco la piedra más gruesa. Darles vueltas hasta separar bien los distintos componentes y dejarlas reposar varios días. Después mezclarlas en distintas proporciones, con más cantidad de arcilla normalmente, 60/40, y repetir el proceso de removerla para orearla y evitar la excesiva compactación. Una labor que duraba varios días contando el tiempo obligado de reposo.

La mezcla con el agua se hacía fuera y se amasaba de nuevo con detenimiento. La proporción de ésta era escasa, de manera que el material ni chorreara ni decantara una vez en el cofre, apareciendo agua en la superficie, por ejemplo. Se iba prensando sobre la marcha cuidando de no dejar bolsas de aire.
Los dos tableros que formaban el encofrado, tenían  perforaciones para pasar los tirantes, y éstos, en los extremos, una suerte de torniquetes para comprimir aún más el material. También se usaban cuñas con el mismo objetivo.

El grosor de las tapias variaba, desde 50 cm., hasta cerca de un metro, y se construía la cara externa de la tapia con una leve inclinación que se prolongaba hasta el tejado, por lo que los tapiales eran más anchos en la base que en la cumbre.Y no tardaban mucho en quitar el encofrado, como  pensaba y escribí, errando. Al parecer el secado era bastante rápido, y se solía construir en verano.

En fin, era una masa, aunque os riáis, tan delicada como la de un panadero. A un lego le cuesta montar una claras, pues lo mismo. ¡Buenos cocineros, nos de dios, y no cocinillas como yo!

La utilización del adobe, como complemento de la tapia, ya lo hemos ido viendo, usado sobre la base de piedra, alrededor de elementos como las ventanas y en los remates junto al tejado. Los encontramos en más lugares y pondré fotografías donde se ven mejor, pero hoy no..., ¡mañana!.
Dedicaré algún capítulo a contar cómo se fabricaban y traeré también fotos de construcciones donde se emplearon en exclusiva.
Y otro apartado merecerían las murias de tapia de las huertas, que tienen algunas peculiaridades.

¡Si me dejo llevar, en lugar de las 3 ó 4 entradas que tenía previstas con este título, más otras tantas de imágenes intermedias largando de lo mismo, me monto un monográfico en toda regla, para uso de colgaos de la tapia!. Hay que sonreír, qué mejor remedio...

Markos Bambakáris, que será uno de los primeros cuando hablemos de los rebetes en Música griega, con esa voz suya tan peculiar, casi de rana a veces, nada apropiada para la lírica, es en cambio una de las mejores para este estilo, escangallao como un tango, de los fumetas y demás fauna marginal y psicodélica que fue, que es la Rebétika.
Como la canción de Manolis Rasóulis, que se titulaba Sefti kosme, Mundo falso, por la similitud del título, que no de estilos, aquel casi religioso, éste burlón y descreído, los dos críticos, Markos y su Ψέυτικος είναι ο ντουνιάς, Pséftikos ine o duñás, lo mismo, El mundo es falso.


Salud, Υγεία!

Barbarómiros.

Huecos en los tapiales


Ventanuco en tapial de dos siglos
San Justo de la Vega 2011

Esta es una de las casas más viejas que quedan en el pueblo, de tapia, naturalmente. Le atribuyo una edad de dos siglos, y probablemente tenga más, con  diversas reformas a lo largo de ese tiempo, pero sin perder sus paredes de barro de entre 80 y 90 centímetros de grosor, según las zonas. Tiene menos huecos que las casas modernas y más pequeños, tanto puertas como ventanas.
Este ventanuco daba a una calleja muy estrecha que la separaba de la casa vecina, hoy derribada.

Cuenta con una particularidad, que era más frecuente en las casas antiguas, un patio interior bastante amplio con dependencias para ganado de corral y el brocal de un pozo en el centro. Medio pueblo se asentó sobre una especie de laguna de aguas someras, un humedal que se fue desecando y del que ya no queda más testimonio que los pozos de algunas antiguas viviendas como ésta.

La madera del ventano es de roble que, con la encina, es el árbol más potente de la región. Sin pintura ha resistido a la intemperie y podría durar otros tres siglos como poco. Dudo que haya recibido siquiera alguna mano de aceite de linaza, un producto que se obtenía en el pueblo desde los años cuarenta al hilo de las plantaciones de lino, de su semilla.

Pensé si sería enclastrada en la tapia con posterioridad a la construcción de ésta, ya que no tiene costero sobre ella que soporte y reparta el peso, debieron dejar el espacio entre dos paños, colocar el marco y rellenar los huecos con adobes, que es lo que hay a su alrededor, bajo una gruesa capa de barro de mantenimiento.
Después ya observé que la mayoría de las ventanas más viejas, y sobre todo estas ventanucas, tampoco tenían esa tabla superior defensiva y niveladora, suelen ser pequeñas y de maderos muy gruesos, mucho más sólidas que las posteriores, por lo que no precisan esa ayuda y soportan sin alterarse el peso de la tapia y el paso del tiempo.

Me siento muy arropado en el inicio de estos capítulos por el interés que ha mostrado Valentín Cabañas (carasur), y creo que es un privilegio para mí, para cualquiera, contar con un interlocutor que puede enseñar más de lo que aprende y lo explicaría mejor que yo, que soy un diletante en el oficio, y sin embargo dialoga. Cuatro ojos ven más que dos. ¡Gracias, Valiente! Palikari, te llamaría en griego.

Vamos a relajar brevemente con una del Koala, el agrolux? del país, al estilo de Zapato Veloz, Zoy arbañí (Soy albañil, para los traductores, ya se ve, coño!).


Sólo echo en falta, y me inquieta un poco, la ausencia de Alberto, el Capi del Teach (Desde la popa), que es arquitecto, y de manera intencionada, por Andrés Edo y por él, abrí esta etiqueta de Arquitectura. Entonces ejercía todavía de moska kogonera en el barco, ya muy mareada, y me parecía que...

Eran modos elegantes
enredando entre calzones
de urgarle los comezones
de tocarle los kogones
de adobar los cataplines,
 entre muy diversos fines. 
Eran modos elegantes.

No sé cómo interpretar su silencio, por eso me intranquiliza. A ver si meto el cuezo a conciencia en este serial y me sacude un sopapo de medio lao como a la mosca que soy, miga, μύγα, en griego.
La traducción que me proponen para "Mosca cojonera", es Alogómiga, Αλογόμυγα, literalmente "Mosca de caballo". No sé si sería correcto decir Miga ton orjidion, o sea Mosca de los cojones (que debe ser de las orquídeas...). También, Petakste bales, Πετάξτε μπάλες algo así como Volando (γύρω, around, alrededor de) las bolas, ¡Los Cojones Voladores que suena a Mohinos Escocíos!, y mejor, definitivamente Πετάξτε των όρχεων, Petakste ton órgeon, a lo libre, Circunvolando los huevos.

¡Cómo nos divierten tus crónicas del regreso, Capi, aunque sean agridulces no pierdes la guasa!.

Cuánta palabrería, Dèu meu, quanta xerrameca!  

Laurie Anderson, Language is a virus.

Υγεία,  Salut!

La moska kogonera