viernes, 22 de marzo de 2013

balbiprada


Fucsias.
León, 2012

Se me pasa el arroz
(A mi hermana)

Ese tiempo en el que juntos fuimos niños
y éramos felices porque todo lo ignorábamos,
años en los que sin saberlo nos queríamos,
ese tiempo solar con pocas sombras
pasó y es como si fuera de película.

Todo queda ya lejos pero es tan dulce el recuerdo
que me pone tristón mirar hacia la infancia y vernos,
tanto como te quiero, hermanina, y te quería
con tus trenzas de niña o haciendo la paella
 ¡y echándole a ese arroz tanta alegría!

¡Salud, y que pasen los años sin tristezas,
al igual que tu arroz: siempre en su punto!

De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2013

Ramiro Rodríguez Prada

Στου Διγενή τα κάστρα
(Η τρελή του φεγγαριού)

Ψηλά στου Διγενή τ' αλώνια
τις νύχτες του καλοκαιριού
του κάτω κόσμου τα τελώνια
με λεν τρελή του φεγγαριού.

Μα εγώ χρυσόβουλο κρατάω
από καιρούς βυζαντινούς
και τ' άγρια βάθη που κοιτάω
δεν τα χωράει ανθρώπου νους.

Ψηλά στου Διγενή τα κάστρα
στον τάφο του νεκρού παλικαριού
τα νυχτοπούλια κάτω απ' τ' άστρα
με λεν τρελή του φεγγαριού.

Νίκος Γκάτσος.

Νίκος Γκάτσος. Μάνος Χατζιδάκις. Φλέρυ Νταντωνάκη.
Στου Διγενή τα κάστρα (Η τρελή του φεγγαριού)

http://www.youtube.com/watch?v=13nyN4DLldU

 En las fortalezas de Digenís
(La loca de la luna)

En lo alto de las eras de Digenís
en las noches de verano
los seres del inframundo
me llaman la loca de la luna

Pero yo sostengo un sello
de los tiempos bizantinos
y los abismos salvajes que contemplo
no los concibe la mente humana.

Sobre las fortalezas de Digenís
en la tumba del valiente caído
bajo las estrellas las aves de la noche
me llaman la loca de la luna.

Nikos Gatsos.


¡Muchos besos!

jueves, 21 de marzo de 2013

Primaveras


Primavera.  Asturias.

Canción de amor primaveral 
(en paro)

Qué tiene en esta hora Primavera
que saben tan amargos sus zarcillos
brota un verde solar en el sobaco
sobre el rojo cristal del vino nuevo

Llega con la brisa aroma de resina
y en la noche llora un recién nacido
sin futuro trabajo ni esperanza vivo
y solo con tu amor ya me alimento

De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2013.

Ramiro Rodríguez Prada

Manu Chao.   La primavera. Me gustas tú.


Tulipanes en el Campo de San Francisco
Oviedo, primavera 2011.

888RRADAS

^
A
APAGA
¡A LA MIERDA!
AL PARO SIN POLÍTICA
AGUANTANDO LADRON€$ S. A
AGUJ€RO$ N€GRO$ DE LA BANCA S. A
¡AAGUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUAA!
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO
DESAHUCIO          ¡primavera!                     DESAHUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESHAUCIO
DESAHUCIODESAHUCIODESAHUCIO

  
Eres un primavera, florecilla... 

Ramiro Rodríguez Prada

 Manuel Esperón González. Antonio Bribiesca, guitarra. Chavela Vargas.  Flor de azalea.

http://www.youtube.com/watch?v=XJiQkHIqwT8


Besos

miércoles, 20 de marzo de 2013

Pimiento picante


A cuentos de Valle-Inclán
Ponferrada,  enero 2013

π miento


Llegamos a Ponferrada en el Mercedes del Narizotas, el legionario amigo de don Ramón, tan parecido al Bogbón Felón. Conducía el coche el guardaspaldas y el macarrón ocupaba su sitio en el asiento trasero. Dormía junto a Eusebio, el criado gigante del manco, que viajaba en el centro y seguía roncando, con el cogote apoyado en la bandeja posterior.

Aparcamos en una calle del centro, una noche lluviosa y fría. Cuando paraba de llover la espesa niebla lo envolvía todo. Había sido un viaje lleno de peripecias hasta llegar allí. El Legía hacía un recorrido de reconocimiento por sus negocios, parando todo a lo largo del camino en locales de prostitución para camioneros, en poblachos sin nombre.
En la capital del Bierzo tenía un dúplex enorme muy moderno con siete chicas, sólo brasileñas, colombianas y cubanas, decía que eran las más calientes y cariñosas. El negocio lo regentaba un matrimonio berciano, él minero silicoso retirado, con muy mala leche y ella una portuguesa ya naturalizada, morocha y malencarada, que tenían su propia vivienda en otro piso del edificio. Allí cenamos todos un plato caliente después de muchos días de tragar bocadillos en lugares apestosos.

Y en esa casa dormimos Sebito, por orden de su amo, y yo por agotamiento, en el Mercedes me era imposible hacerlo con los ronquidos del gigante junto a la oreja. Valle en cambio cerraba un ojo y se quedaba roque como un búho. Así que el manco, el legía y el guardaspaldas, salieron después de la cena a visitar otro local donde trabajaban algunas de las chicas del dúplex y nosotros nos fuimos a la cama. Sebio no podía dormir y me estuvo dando la tabarra más de dos horas con la mala conciencia que tenía, pensando en la su Jaki y con el recuerdo de las mieles de la rubita del Constantinopla..., hasta que debí quedarme dormido mientras seguía hablando.

Por la mañana nos despertó la portuguesa diciendo que en la cocina nos esperaba el Narizotas. Allí estaban los tres peines con cara de no haber dormido en toda la noche trajinándose unos botillos con repollo y cachelos. Sobre la mesa había vino y orujo.
¡Amaneció en Bouzas!, saltó el manco nada más vernos. ¡Apuren la entiba del banduyo que hay trabajo!, añadió señalando la fuente con restos de botillo.
Eusebio se sentó, la portuguesa le alargó un plato y el coloso se puso a comer como si tal cosa.
¡Vaya un desayuno!..., protesté yo.
¡Déjese de remilgos y coma, que después no habrá ocasión! ¡Y ligero, galgo, que son las dos!, urgió Valle.

Tenía razón el viejo. Era lo que debería haber hecho, de saber lo que me aguardaba, pero le pedí a la mujer un café y unas galletas y detrás me tomé un chupito de aguardiente. Con eso pensé que estaría caliente y entonado por unas horas.

El Legía habló en la mesa de un político local con el que debía entrevistarse. Era alguien poderoso en la ciudad, aunque el Narizotas no mencionó el cargo que ocupaba. Sí contó que este socio, empresario minero, había estado al frente de la alcaldía y tenía varios pleitos abiertos por fraude, prevaricación, apropiación indebida, y acoso sexual a dos concejalas del grupo político independiente que representaba, escindido de Fuerza Nueva para presentarse a las municipales sin la vitola ultraderechista. ¡No van a demostrar nada y el prenda se irá de naja!, se reía el caramula.

El malevo contaba todo esto tan tranquilo, con una lucidez y precisión en el uso de los términos que contrastaba con su careto de remolacha forrajera y su condición de macarra en activo, que se supone poco dada, en principio, al cultivo lingüístico. La inteligencia no parece tener que ver mucho con la ética en este mundo de listos y truhanes.

En la calle seguía la lluvia y la niebla cerrada de la noche anterior. Hacía mucho frío. Más que las tres de la tarde parecían de la mañana.

Don Ramón quiso comprar unos pimientos picantes y entró en una tienda mientras esperábamos en la acera, yo aterido.
¿Para qué quiere los pimientos?, le pregunté cuando salió con una bolsa de plástico en la mano.
Pero no contestó. Pidió al Legía que si nos podía subir al cementerio, porque aquel era el lugar de su cita. Le dijo que todo el asunto le llevaría una hora y que mientras tanto podía acudir a su entrevista con el empresario, después que subiera a buscarnos. Nuestro siguiente destino era León, donde el legionario supervisaría otro dúplex de lujo, según contó.
Así lo hicimos, el Narizotas y su compinche nos descargaron en el cementerio y ellos volvieron a Ponferrada.

El genial manco, decidido y a grandes zancadas, se acercó a la puerta del cementerio. Sebito y yo íbamos más atrás, despacio y algo acobardados. Valle empujó la verja, que cedió con un chirrido oxidado. Se volvió para que apuráramos y entró por la rendija que había abierto. Nos fuimos detrás del viejo que ya se había metido por una avenida lateral que ascendía entre cipreses y aumentaba su ventaja a cada paso. A esa distancia, con el levitón, la chistera y los botines parecía un fantasma entre la niebla.


En el rincón de los iniciados
Ponferrada,  enero 2013

Tras un buen rato de ascenso llegamos a una esquina del cementerio sin tumbas, nichos ni construcción funeraria alguna. Había un conjunto de pequeñas lápidas votivas en el suelo de césped, con distintas leyendas pero sin nombres. Don Ramón estaba frente a una de ellas en actitud meditativa, tal vez orante. Bisbiseaba algo incomprensible como una urraca beata. Nos miró de reojo cuando llegamos a su altura.

¡A ver, mastines!, carraspeó el zombi con evidente sorna, ¡Cada uno a un lado, como buenos monaguillos, hagamos los honores al Benemérito Maestro!
¿De quién se trata?, me atreví a preguntar con timidez
¡No importa el nombre, importa el mensaje, caperucito!, chilló el viejo atravesándome (me cubría un mal chubasquero con caperuza).

Valle abrió la bolsa de plástico, sacó un hermoso pimiento rojo que en aquella grisura de la niebla parecía un rubí, le dio la bolsa a su criado y depositó muy ceremonioso el pimiento bajo la leyenda de la lápida

Aquí en lo hondo
duermen cenizas
de algún cachondo

Para mi desaliento
no traigas flores
quiero pimiento

A mí se me escapó la risa aunque estaba tiritando y Sebito estalló en carcajadas, contagiado. Don Ramón se volvió fulminándome con los clisos, no dijo nada pero, rápido como el rayo, agarró su sombrero y me dio un chisterazo en todo el morro. Usebio se apartó prudentemente.

¡Estate al loro, barbián, que saco la de a tercia!, me amenazó. ¡Y tú, sacristán, arrímate a mi vera que ya ajustaremos cuentas!
Las orejas de Sebio cuando se acobardaba, parecía que tuvieran autonomía de movimientos y caían solas como las de un elefante. Se acercó faldero al manco. Yo me frotaba el morro y empezaba a aburrirme la broma, pero me aproximé también.

Valle hizo unos cuantos esparabanes y signos extraños en el aire con su brazo bueno, el muñón acompañando el movimiento del derecho, y pronunció un discurso en arameo. Sacó después una petaca del bolso interior del chaqué y le atizó un trago, luego me miró, se lo pensó y me la pasó. Era brandy, ¡aquel Terry añejo! El de Arousa me lo tuvo que quitar de las manos.
Entró enseguida en una especie de trance introspectivo con los ojos cerrados, las barbas clavadas en el pecho y la cabeza baja. La niebla había empezado a cuajar en una especie de orbayo que nos estaba empapando, en especial a mí que era el más desprotegido. Quise escurrirme sin hacer ruido, pero el zorro me guipó sin abrir los ojos ni cambiar de postura, ¡Quieto ahí, traidor, no se mueva hasta que termine el Oficio!, gruñó.

Debía de haber  pasado ya la hora convenida con el Narizotas y yo no aguantaba más, así que le dije, Don Ramón, creo que el Legía ya debe de estar esperando...
¡Que espere!, contestó de mal talante.
Es que yo voy a coger una pulmonía, la ropa que traigo no es apropiada para este tiempo.
¿Le parece apropiada la mía pollo? ¡Estos son los aprendices de héroe, amado Maestro!, dijo dirigiéndose a la lápida, ¡Ande, arrée y póngase a resguardo, calamar!
Y a Sebito, que lo miraba con cara de víctima propiciatoria, ¡Y tú vete con él, podenco, yo no tardaré!

Al bajar nos perdimos con la niebla, tardamos por lo menos media hora en encontrar la salida. Valle ya estaba en el Mercedes con los delincuentes, que en el momento de llegar nosotros esnifaban polvos de un espejo. El viejo nos echó una bronca monumental jaleado por las carcajadas de los otros dos.
Serían sobre las siete de la tarde cuando dejamos el cementerio. No se veía un burro a tres pasos.

Abreviaré, aunque todavía quedaba bastante por contar.

Camino de León, el Mercedes se paró inexplicablemente subiendo el Puerto de Manzanal. Después de porfiar atrás y adelante, no dieron con el problema. Los teléfonos móviles de los prendas no tenían cobertura o estaban descargados, ¡qué sé yo!. Pasaban pocos coches y nadie paraba, ¡no me extraña, con nuestro aspecto y lo poco que se veía!...

Como el mejor conocedor de la zona, me tocó ir caminando junto con el compinche del legionario hasta la gasolinera del puerto, para pedir ayuda, unos cinco kilómetros de subida. Llegué desfallecido de hambre, de cansancio y de frío. Allí Porfirio, que es el nombre del colega del Legía, vamos a decirlo ya de una vez, me invitó a una chocolatina y a un café con leche que me supieron a gloria divina.

El chaval de la grúa estaba haciendo un servicio remolcando a un automóvil accidentado y tardó en regresar. Cargó el Mercedes con los tres ocupantes y a la vuelta nos recogió a nosotros. A cambio de una buena propina del Legía nos llevó a Astorga en lugar de a Ponferrada, a petición de don Ramón, que parece que conocía a alguien en la capital maragata.

Mamerto Boeza, maletilla, sangrador.

María Jimenez.    Se acabó.

Salud

ramiro 

martes, 19 de marzo de 2013

Café con la Tsakonensis


Un café  sketo  con la  Curruca  eubiota
Geromili,  Petriés. Grecia 2012.

Κοκκινοτσιροβάκος της Εύβοιας
(Συλβία της Εύβοιας)

Sentados en la playa de Geromili, charlando tranquilamente alrededor de una taza de café solo, café templado y sin azúcar que la Tsakonensis traía en un termo, que quita la sed y deja ese sabor seco y tostado en la boca, a la vista de un Egeo cuya luz hace daño en los ojos y en el corazón... 

Hablábamos una vez más de la precaria situación que vive Grecia, de los amigos y conocidos a través de la fotografía e internet, pero también de nuestro país, al que la mayoría de  griegos tienen idealizado, unos por la vía futbolera y otros por nostalgia romántica del antifascismo. Todos habréis visto esas pancartas en la Acrópolis, en las manifestaciones, en las concentraciones delante de la Embajada Americana o del Parlamento en Síndagma, con la leyenda  NO PASARÁN.

En un comentario, hacía Ana Capsir (Navegando por Grecia) un chiste a propósito de algo parecido: en una sentada de los '70 en Valencia, los universitarios cantaban el  No nos moverán, y seguían cantando mientras corrían delante de los grises armados con toletes... 

Tal vez sea ese el espíritu, la actitud que necesitamos, aunque debamos huir cuando el enemigo tiene todas las armas en sus manos. La cautela no es cobardía.
Pero esta curruca no es una pajarina ingenua de las que se engañan, ni en lo que se refiere a la Historia ni al futuro. La Historia nos enseña que no sólo pasaron mandándonos mudar, sino que siguen aquí, y con todos los resortes del poder en sus manos. Se llama Fascismo. 
El futuro no sería nada para nosotros si el Proletariado no hubiera tomado su nombre, precisamente, de la prole. Y si los jóvenes lo tuvieran, futuro. Pero no nos condenan a nosotros a la miseria, condenan a las generaciones venideras, que son las de nuestros hijos e hijas, o las de nuestros amigos, o de nuestras hermanas pequeñas... . Tal vez por eso insistimos en el  No nos moverán y el  NO PASARÁN.

Por eso y por orgullo, porque no nos importa encajar una derrota más, donde la derrota es ley de vida.

Παναγιώτη Τούντα. Αμαλία Βάκα (Αμαλία Μάτσα).   Kαλλιοπακι. 1948.

http://www.youtube.com/watch?v=Am-SsFunJBQ

Creo que la Tsakonensis, por las crías con plumón que todavía alimenta en su nido, suscribiría todo esto, porque en directo no era capaz de decírselo en su hermosísimo idioma y hablábamos más con las miradas que con las palabras.

En éste de San José, se celebraba el día del padre. Quise enviarle un recuerdo en particular a esta curruca eubiota, ¡un padrazo!, por ser de todos mis amigos quien tiene los pajarines más pequeños y por tanto quien más esperanza y fuerza necesita para seguir luchando. 

Por estas fechas las carrasqueñas se empiezan a ver por el campo y entre los matorrales del monte bajo, buscando insectos, que son su comida favorita, y un lugar seguro para su nido, animadas ya por la luz primaveral. 
Sabemos que las currucas llevan a veces un bigotillo blanquecino un poco ridículo, pero la Sanjuanina eubiota no gasta de eso, es más austera. Tampoco es ave de vuelos largos, recorre el territorio donde vive y lo conoce como pocas aves, pero es endémico del norte y centro de Eubea y no suele abandonar el entorno de su nicho salvo fuerza mayor.

Si tenéis interés en leer el capítulo precedente acerca de los hábitos más comunes de este pájaro, podéis pinchar en esta dirección:

http://wwwpsilicosisblogspotcom.blogspot.com.es/2012/12/la-curruca-eubiota.html

El  Κοκκινοτσιροβάκος  en sandalias la  Pardilla  en zapatillas
Santos Apóstoles.  Eubea. Grecia, agosto 2012

Y ahora vienen las disquisiciones del pajarólogo y ornitorero linwhiskyco. La Curruca carrasqueña, Sylvia albistrata orientalis o Tsakonensis de San Juan, es una Συλβία της Εύβοιας. Su otra denominación, el sustantivo Κοκκινοτσιροβάκος está compuesto de dos términos y siempre tengo la tentación de traducirlo por Curruca roja, porque kókino es rojo, que lo tienen, pero en realidad no sé que significa tsirobákos. Esto son suposiciones mías, pero me suena al lugar por donde anda o a la forma de moverse..., tal vez haga referencia a la vegetación, puesto que gusta de los carrascos.

Además de ese nombre compuesto de la carrasqueña, a la curruca la llaman también  Ωδικό πτηνό Τρυπομάζης, el primero un genérico descriptivo, Ave canora, y el segundo, con aroma oriental y quizá también compuesto. De hecho por la raíz Tripo, agujero, y las costumbres del pájaro conjeturo que describe su forma de ocultarse (en el agujero figurado...). Está tan cerca por su significado de un avecilla parda hermana, de la península Ibérica, pero también muy cosmopolita, a la que nosotros llamamos agachadiza, que me la hizo recordar, aunque la agachadiza es más grande, y Gallinago y no
Sylvia.

Consultado el monje de Karoulia, el mi Dimitraki, me pasa una colección completísima de imágenes de currucas en Google y en la primera tanda, junto a la panoplia pajaril, ¡oh sorpresa!: me encuentro con las fotografías de las piernas de la Tsakonensis en Psilicosis!, ¡¡Panayitsa mu, pa habernos matao!!...
La segunda tanda es ya una muestra de la amplia familia de los τσιροβάκοι griegos, entre los que figura nuestra especie. Pero ni así hemos podido saber qué significado tiene esa palabra. El Inmortal Dimitrios dice que no le suena a griego, pero indagará.

Y hasta aquí el capítulo de hoy de Currucas pardas. Envío de nuevo un abrazo lleno de plumas y trinos canoros al que llamé en la primera entrega que le dediqué, Juanito Caricias, no sólo por lo cariñoso, sino también porque su apellido tiene algo que ver con ese significado. Y muchos recuerdos para la familia de su nido en Halkida.

Υγεία, φίλε μου!, ¡Salud, amigo mío!

Γρηγόρης Ασικης.  Το Νινι.

http://www.youtube.com/watch?v=Edh4dkvxE6k


Cannavina Carduélis, psilikossa, rebétissa.

Besos

domingo, 17 de marzo de 2013

Coleccionismo


Amanecer en el Egeo. 
Eubea. Grecia 2011.
Fotografía de Mabel M. Melendi.

Coleccionismo


Aseguran los freudianos que todos somos coleccionistas en la más tierna infancia, atesorando nuestras primeras cacas en la etapa anal del desarrollo de la libido. Algunos empiezan antes, en la fase oral, porque siguen acaparando tetas en la edad adulta y nunca llegan a superar esa fijación. Sin mencionar a  chupópteros y mamones.

Hay coleccionistas para todos los gustos, no sólo de las partes anatómicamente conectadas a su maduración psicológica, como el culo o el sexo, sino de las cosas más extravagantes, que los reduccionistas tienden a esquematizar e incluir en uno de los cuatro apartados clásicos.
Los más abundantes son los de sellos, que lamen con fruición la cola del reverso como si fuera un pezón, para fijar la estampilla a su cuaderno particular y asegurárselo de por vida, el clítoris, o sea el pezón, no el sello que es su símbolo.
Ya, ya sé que los buenos aficionados guardan sus sellos en bolsillos de celofán a la medida, pero eso ocurre más tarde y sólo es una sofisticación de lo mismo, más frustrante, como echar un polvo con condón.

Los coleccionistas de mariposas e insectos, también muy numerosos, se dan a sí mismos el pomposo nombre de entomólogos, aunque no hayan pasado de las primeras letras. Esto no quiere decir que después de muchos años no lleguen a dominar su especialidad mejor que biólogos licenciados.
Hay coleccionismos muy cultos que han enderezado vidas anodinas, despertando al científico oculto tras el humilde diletante, de lo cual sacará provecho en el futuro el resto de la Humanidad, que ignora la fuerza de la vocación.
Y todo gracias a una simple afición, porque tampoco vamos a ser más freudianos que Freud ni lo  seguiremos al pie de la letra, lo que sería por una parte agravio y desprecio a muchos insignes hombres de ciencia que dieron los primeros pasos en su especialidad con este, digamos, modus operandi, y por otra parte una fijación imperdonable.

Monedas, automóviles, mansiones, caballos, pinturas, pelos del coño o del culo..., hay para todos los gustos, el eczétera sería interminable, si más raro y exclusivo tanto mejor -la excentricidad no conoce límites-, todos ellos constituyen otros tantos objetos de deseo y posesión, de colección, a los que el género humano se fija como ladilla al escroto.

A partir del desarrollo del turismo, las empresas del ramo se han lanzado a estudiar y explotar estas aficiones en el campo de su competencia, incorporándolas a los paquetes de ofertas turísticas, la más burda de las cuales quizá sea la más genérica.
Me refiero al coleccionismo de países. En un año, dependiendo de nuestra disponibilidad económica y vacacional, podemos llegar a visitar media docena, cuanto más exóticos y remotos mejor, aunque no nos enteremos de la misa la media. Los operadores pasean a los ciudadanos del mundo rico por los pastos más extraños y perdidos del orbe como a un rebaño de ovejas, extrayendo de paso todo el producto rentable que ha ido acumulando a lo largo del año en pieles y ubres, en sus opulentos países de origen.

Las mujeres y los hombres, como mamíferos que somos, siempre nos hemos sentido atraídos por la Naturaleza, de la que formamos parte y de la que hemos aprendido todo, pese a que pretendamos apartarnos de su abrazo. De ahí esa extendida afición romántica a los paisajes o a las puestas de sol, por ejemplo. Este hecho no se le podía pasar por alto a la industria del ocio, como dije, cuyo fin primordial no es educar en Estética a sus clientes, sino beneficiarse de ellos. Pero no sólo de la más oculta o secreta de las pasiones, sino también de la más transparente e inocente de nuestras debilidades.

Es imposible medir el placer que cada cual experimenta con la contemplación de un ocaso o la belleza presente en cada uno de ellos, porque depende de un sinfín de imponderables, entre los que la subjetividad no es el menor, aunque una mayoría coincidamos en calificar tal o cual atardecer como el más bello jamás visto. Pero no pasa de ser una cifra estadística, no un criterio de calidad.
Esto ha dado origen a una serie de puntos de atracción turística en toda la Europa mediterránea, y sospecho que también en la del norte, desde Bodrum, en la costa turca o el cabo Arnautes en la grecochipriota, hasta el Finisterre gallego, el Espichel portugués o el de Brest en Bretaña, estos tres con vistas al Atlántico. Desde ésos u otros puntos estratégicos, mágicos, es posible alcanzar el orgasmo privado o colectivo, sumándose al rito y reviviendo la orgía clásica y eterna, contemplando al sol hundiéndose en la mar, como una simbólica penetración ardiente (¡Pa habernos despeñao!...)

Las ovejas somos conducidas en autopulmans atiborrados de ojos, ansiosos por fijar en la cámara oculta de sus memorias el más hermoso de los ocasos de esta parte del universo conocido. Las exclamaciones de admiración y placer ante la maravilla siempre renovada en un mundo caduco, remiten  otra vez a la fijación freudiana de la obtención del cúlmen sexual y la superación de la frustación habitual, inherente a los rebaños de insípida proteína pecuaria, engordados artificialmente con piensos compuestos (¡No me mates!...)
Los óvidos nos corremos de gusto y, así, esos destinos se han multiplicado en los últimos años.

Al sur del Ática, en la Grecia continental, el cabo Sunio y toda su industria hotelera y de transporte vive de ello, además de algunas islas, aunque no sólo de eso, claro está, y empezando por las más populares, todas bellísimas por tantas razones que el visitante conoce: Mikonos, Santorini, Rodas o Creta.
Pero también Croacia, en el Adriático, con sus emergentes infraestructuras destruidas por la guerra. O Marsala, en Sicilia, Nápoles, Capri, Córcega, Cerdeña, Las Baleares..., por citar sólo lugares calientes.

Mucho más extraño es el coleccionista de amaneceres, pero no porque los colores sean menos evocadores o la fijación a ellos merezca una crítica más benevolente, no. Madrugar todavía está demasiado conectado en nuestras ordenadas sociedades a la frustración del placer, abandonando el lecho, escenario y ara del sexo, por algo que suele representar el colmo de su fracaso -suyo y de su orgasmo-: el trabajo (¡Matásteme, fíu!)

Pero si fuera cierto lo que vaticinan prospectivos y futurólogos del mundo egoísta, que viajamos hacia la sociedad del ocio, predicción de la que me permito dudar con sólo echar un vistazo al ocaso real, actual, de los dos medios mundos, el uno por exceso y obesidad, el otro por defecto y necesidad, si acertaron los condicionales, digo, todo se andaría, y veríamos flotas de autobuses cargadas de ovejas hacia el mejor de los amaneceres posibles. ¡Que balen! Que así sea.


De  27 amaneceres y un poema (Al oeste de Anatolia)
Kondopuli. Limnos. Julio 2002.
Ramiro Rodríguez Prada


Golpes Bajos.   Colecciono moscas.

http://www.youtube.com/watch?v=T6-OyBxvDak


P. D. No le había contestado a Ana Capsir sobre publicar un cuento que mencionaba el cabo Sunio, del que ella había hablado en una entrada de Navegando por Grecia, porque ya no tenía sitio para meterlo este mes. Pero acabé por cambiar la ubicación del previsto hoy para publicar éste, que no es un cuento como le dije, sino una reflexión ligera sobre el turismo masivo.
Ya he publicado aquí media docena de historietas de esta pequeña colección del 2.002 escrita en Grecia. Una de ellas, si recordáis, era aquella titulada Machito follador, sobre un gallo muy chulo que acabó en la cazuela. Algunas son muy largas, en especial las que tienen que ver con la forma periodística, el artículo, etc., por eso me he cortado de publicarlas, yo me fatigo al leer en la pantalla más que en el papel, tendría que partirlas y no me convence la solución. Este Coleccionismo es de las intermedias, un poco larga para el blog pero soportable todavía, pienso.

Salud y buen día.