sábado, 5 de octubre de 2013

Escenas griegas -5. Emigrantes


Sol y sombra.
Santos Apóstoles. Eubea, agosto 2012.

Marinería musulmana


Buenos días. Al día siguiente del primer Panselinos, la luna llena, de agosto, las niñas gitanas que en la verbena de la fiesta de la Cofradía de pescadores, animada por Eleni Legaki, María Nomicou y sus músicos, vendían ramos de rosas a las parejas de enamorados y bandejas con pétalos de flores a los bailarines, intentan colocar en esta mañana soleada, tiestos con claveles y caléndulas a los marineros, todos de religión musulmana, que reparan los trasmallos desde que sale el sol, a la sombra de un toldo en la cubierta de un pesquero.

Mientras, los padres de las gitanillas roncan todavía en las fragonetas, aparcadas a la sombra de las sabinas del puerto.

Las niñas, más que vender plantas, lo que hacen es entretenerse viendo el trabajo de los pescadores, llevan también unas horas de acá para allá picando en las puertas, sin mucho negocio. Pero es una escena que he visto tres años consecutivos y supongo que algo sacarán de su deambular, poco en cualquier caso.

No sé si son gitanos griegos, búlgaros o rumanos, el pueblo errante no tiene patria, es de todas partes y de ninguna.

La mayor parte de la marinería de los barcos de pesca de altura, no sólo en este pequeño puerto, sino en muchos de Grecia, es de países musulmanes, asiáticos y del norte de África. Muchísimos pakistaníes, de Bangladesh, y bastantes argelinos, marroquíes y supongo que tunecinos. Y cada día más, también del África negra subsahariana.
Cheb Mami. Cheb Khaled.


La hora de la oración mirando a La Meca.
Eubea. Grecia , verano 2012.

Como detalle curioso, en un volido con la curruca juliensis por la costa asturiana, muchos de cuyos puertos, pequeños y medianos, están hoy día semihuérfanos de barcos de pesca y llenos de fuerabordas clónicas, vimos casi más trabajadores negros en labores portuarias, que blanquitos, así que la costumbre parece que se impone. Fuimos incluso testigos circunstanciales de cómo el dueño de una cetaria contrataba a un senegalés, para comenzar a trabajar a la mañana siguiente.

En las ciudades, junto con búlgaros, rumanos y albaneses, más algunos procedentes de la antigua URSS, orientales y occidentales, y del este de Turquía, suelen ocupar los barrios más pobres, como la mayoría de emigrantes en todo el mundo.
En los pueblos tampoco están integrados. Para empezar, muchos de los que trabajan en la mar duermen en los barcos, y como todo lujo en algunos casos disponen de barracones prefabricados en las depedencias de los puertos o en sus proximidades.

Forman pequeños guetos, a veces nacionales, hablan siempre en su lengua y se comunican muy poco con los griegos, con un conocimiento escaso del idioma; Pero también cuentan los lazos religiosos, como en el caso de la imagen superior. En el pueblo, muy pequeño, no tienen casa, mucho menos mezquita, así que hacen los rezos reuniéndose todos en la cubierta de uno de los barcos pesqueros más grandes.  

El resto de caiques, más pequeños, pertenecen a  patrones con un menguado volumen de pesca, que suelen emplear a familiares y amigos. Es una actividad semiartesanal, casi de subsistencia, que se aleja pocas millas de la costa.

Μαρία Νομικου.  Που πας, που τρεχεις, που γυρνας.  Dónde vas, dónde corres, dónde vuelves.


Preparando las redes al atardecer.
Desde el balcón de casa. Grecia, verano 2012.

Al atardecer, poco antes de salir a pescar, los marineros musulmanes preparan las redes después de las labores de limpieza, secado y reparación que han ido realizando durante parte del día. La mañana y la tarde las pasan en los barcos y en los puertos, y la noche navegando y pescando. Cuando no se alejan excesivamente en busca de otras pesquerías, antes del amanecer empiezan a entrar de vuelta.

Ya mencioné una de las artes de pesca que practican, el gri-gri, nuestro cerco, y prometí algún capítulo sobre ello. Aprovecharé este título de Escenas griegas y este capítulo, dedicado más a los pescadores extranjeros musulmanes que a los emigrantes en general, para enlazar con algunas imágenes y cuatro palabras sobre el tema del gri-gri.

¡Hasta entóncenes!

Barbarómiros.

Manzil-e-Sufi, Sanam Marvi, Coke Studio Pakistan, Season 3.

viernes, 4 de octubre de 2013

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Barbazul  2013.


Salí a tirar la basura



después de haber limpiado cuidadosamente la habitación y metido en una bolsa los últimos restos. Perdí por completo el poco olfato que me quedaba. No resultó buena idea guardar los cuerpos del delito tanto tiempo. A lo largo de muchos meses había ido deshaciéndome de cualquier prueba que pudiera incriminarme, y me aburría ya aquel espectáculo dantesco que ofrecía el cuarto. Fui despiezando y triturándolo todo, para camuflarlo más tarde entre la basura orgánica, pero sólo tiraba pequeñas cantidades repartidas durante la semana en días alternos, e iba a depositar las bolsas a distintos contenedores de la ciudad, lo más lejos posible de mi domicilio y distantes entre sí. El váter también se tragó sus dosis de porquería humana.


Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.   Barbazul vs. El amor letal.




Salud y felices pesadillas


ra

jueves, 3 de octubre de 2013

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Demasiado lejos, demasiado esfuerzo.


Salía tirar la basura



cuando ya llevaba tres meses muerto. No me preguntes cómo es esto posible, me falla la memoria, tengo desde hace tiempo una sordera descomunal y me cuesta articular, las piernas no me obedecen y cuando lo hacen, doy cuatro pasos y me entra una fatiga mortal. ¡No valgo para nada! ¿Qué coño hago saliendo a tirar la basura en estas condiciones? Dejé la bolsa en una esquina y me volví. No sabía dónde ir... . Creí recordar vagamente que, respetando mis deseos, me habían incinerado, echaron mis cenizas por la taza del retrete y tiraron de la cadena, así que intenté meterme por el alcantarillado. Pero no fui capaz de levantar la tapa, estoy sin fuerzas y la gente pasa de ayudar a un cadáver que ya huele.


Karamelo Santo.  Yo a tu casa no voy.


http://www.youtube.com/watch?v=KH6wvq0Jgns



Salud y felices pesadillas



ra



miércoles, 2 de octubre de 2013

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Dúos. 



Salí a tirar la basura



sin quitar el mandil que utilicé para hacer la cena. Estaba ridículo hasta decir basta, porque había puesto uno de mi compañera que ni siquiera ella usa apenas, ¡es horrible! No encontré el mío habitual y no soy muy presumido. Pero es que hay niveles, yo también tengo mi pequeño corazoncito de narciso, y una cosa es ser el hazmereír de los de casa y otra servir de pelele a un grupo de atorrantes, que fue lo que me sucedió. No me di cuenta de que lo llevaba encima hasta que me tropecé con ellos en la escalera que desciende hasta la calle. Eran cinco gamberretes de unos 18 ó 20 tacos, con un pedo curiosín, haciendo un minibotellón y fumándose unos porros. No tengo nada contra lo uno ni contra lo otro, pero no me gusta que me vacilen de mala manera. Sólo dije buenas noches. Ya tuve problemas para cruzar entre ellos y bajar a la acera, uno me tironeó del mandil y otro dijo, entre una risotada general, algo así como ¡Quita eso de ahí, cerdo, que apesta!, refiriéndose a las bolsas y dando un manotazo a la que tenía más cerca. Mientras iba hasta los cubos y las dejaba, pensaba que a la vuelta se repetirían los problemas, no había respondido y estarían envalentonados. En efecto. Al llegar a la escalera se habían puesto de pie y se reían señalando mi aspecto y cerrándome el paso. La verdad es que hasta a mí me daba la risa viendo la pinta que tenía. Pero lo suyo no era un disfrute sano, consistía en divertirse humillando al prójimo. Me dejé hacer con muchísima paciencia permitiendo que me empujaran, que tiraran del mandil de un lado y de otro, y sólo cuando uno quiso, y logró, tocarme la barba, le dije en voz baja y sin excesiva violencia, ¡La barba no!... . Me daba cuenta de que si los tomaba muy en serio la cosa terminaría mal y el peor parado sería yo. Quiso la casualidad que pasaran dos personas por la calle y aproveché para escabullirme cuando dudaron de seguir con el acoso. Entré en casa con una mala hostia que me llevaba dios, pero ya tenía la respuesta justa en la cabeza. Amigo como soy de los disfraces guardo uno de policía, no sé de qué país, pero que da el pego, y de noche más. Me vestí en un pispás, agarré la cartuchera con la pistolina de juguete, porque tiene de todo, hasta tolete, ¡aunque es de plástico hueco y ligero!, y salí a la calle. Seguían sentados en la escalera descojonándose. En un primer momento debieron pensar que alucinaban, abrían unos ojos como tarteras. No se lo podían creer. Los puse a los cinco contra la pared y en un minuto se les había pasado todo el vacilón. Pedí los carnets de identidad, les hice vaciar los bolsos, y los tuve allí ocho o diez minutos. Les devolví los documentos y dije, con toda la gravedad de que fui capaz, que ya recibirían en sus respectivos domicilios una notificación del Juzgado. Se fueron con paso ligero y las cabezas gachas, sin el costo. ¡Los jodíos chavales fumaban un chocolate mejor que el mío!



Ilegales.  Yo soy quien espía los juegos de los niños.





Salud y felices pesadillas 



ra


martes, 1 de octubre de 2013

Ο Νικόλαος Τσέγκας, Nikólaos Tsekas -2


Nikolís y María en el  Kiriako (Domingo).


Τσέγκας -2


Buenos días. Seguimos con el pescador de Kissamos, Nikólaos Tsekas, músico por afición, pero de los grandes, que desapareció una noche aciaga de fourtuna, una tormenta que hundió su pequeño caique, el Kiriako. Ahí nació una leyenda, era el elemento trágico que faltaba en su vida para elevarlo a la categoría de mito.

Repetiré hoy un tema de Mundakis, éste interpretado por músicos más jóvenes y el último en solitario.

Κώστα Μουντάκη. Βασίλης Σκουλάς. Γεράσιμος Ανδρεάτος. Παντελής θαλασσινός. 
Título original: Αρμενάκι Τζέκα.   Στση Γραμπούσας τ' ακρωτήρι. 


Todos los que lo conocieron lo pintan como un paisano bueno, gracioso y bromista, sin dobleces, muy popular en la bahía de Kissamos y amigo de todos los músicos de la zona, los aficionados y los profesionales, como Κουτσουρέλης, Kutsurelis, Ναύτης, Návtis, Χάρχαλης, Járjalis...

Dicen los biógrafos que en las panayías, las fiestas, los músicos que actuaban y el público congregado lo reclamaban para que subiera al escenario e interpretara su repertorio, popular en toda la región.

Las generaciones siguientes, como el músico que escucharemos a continuación, han guardando sus canciones como un tesoro común, que en realidad trascendió la pequeña región donde vivió, para convertirse en uno de los símbolos de la libertad compositiva e interpretativa de los hombres sencillos de Creta, en ocasiones sin apenas letras, pero con un conocimiento de su cultura que los convierte en sabios.

¡El mejor violín de Kissamos!, asegura Hatzikos que subió el vídeo. Con sus colegas, en Kastelli Kissamos, Zodoris Polijronakis. Los syrtos de Tseka.
Yióryis Koutsurélis y Nikolís Tsékas.

Dicen también los enteraos, que se han perdido muchas de sus mantinadas, sus letrillas improvisadas y, lo que llama bastante la atención: que algunos profesionales copiaron y registraron como propias esas composiciones. ¡Y parecen señalar, entre estos últimos, al propio Kutsurelis!, que, si recordáis, fue el que puso el pleito a Mikis Zodorakis por un presunto plagio de su tema del sirtaki en Zorba el griego.

La siguiente canción es uno de esos casos, compuesta por Tsekas y registrada por Kutsurelis, si he comprendido bien. Lo que no parece discutir nadie es la paternidad de Nikolís, no sé si también Yioryis K. la admitía. Parece que la risa va por barrios. Cosas de la vida...

Por mi parte, aceptando la genialidad de Tsekas, del mismo modo que cuando hablé de ello exculpé a Mikis porque no creo que necesitara a Kutsurelis para ser quien ha sido en la música, disculpo ahora a Yioryis de su posible plagio. Aunque, ¡maldita la falta que le hace a ninguno de ellos que yo lo absuelva!

Νικολής ΤσέγκαςΓιώργης  Κουτσουρέλης. Τζιμάκης.  Συρτός της θάλασσας.


Había reunido una colección de imágenes, haciendo fotografías directamente de los vídeos de Tsékas en el ordenador, porque tenía pocas canciones y aún menos apuntes, y pensaba rellenar el capítulo inicialmente previsto con más imágenes que música o palabras. Pero resulta que al final de la primera entrega encontré alguna canción más y, con la aportación de estos intérpretes, volvía de nuevo a las andadas de entradas demasiado largas.

A Ross Daly supongo que muchos ya lo conocéis, también subí aquí temas suyos, creo que alguno en los capítulos dedicados a Creta en Archipiélagos. Es un músico irlandés, especialista en sonidos e instrumentos orientales, asiáticos y europeos, que se enamoró de Creta y hace 40 años que se instaló en la isla como un liraki más. Hasta inventó su propio modelo de lira. Sus colaboraciones con músicos tradicionales cretenses, y de todo el mundo, son incontables, con cerca de cuarenta discos personales en su haber.

Aquí rinde homenaje al bueno de Nikolís, como no podía ser de otro modo, siendo como es Daly un estudioso de los folclores, además de músico y cretense de adopción.

Ross Daly. Μιτσος Σταυρακάκης.  Σύρτος του Τζέγκα. El syrto de Tsegka.

http://www.youtube.com/watch?v=oxWXnKurPpY

El pescador Tsékas.

Y la grabación que sigue, es de un músico de la siguiente generación a Tsekas, Kostas Mundakis, a quien ya dedicamos su espacio en este apartado porque escuchamos antes su música que la de gran parte de los Protomastores. Con Nikos Xilouris y Jaralambos Garganurakis, fue en los años 70 y 80 de los músicos cretenses más conocidos.

Con esta canción, otra versión de la primera de hoy, termino. Hay muchas grabaciones, es de ésas que no fallan en un repertorio selecto de la música de Creta. Traduzco -a mi aire- la letra de la mantinada, que es un homenaje a Nikólaos Tsekas, triste como esos mirologia del Mani, "la palabra del destino", que describe Leigh Fermor en su libro, cantos fúnebres de recuerdo, de los que ya he hablado más de una vez.

Κώστα Μουντάκη.  Στση Γραμπούσας τ' ακρωτήρι. En el acantilado de Grabusa.


Όλα τα άρμενα αρμενίζουν 
με πανιά και με κουπιά 
μα του Τσέγκα το αρμενάκι
δεν ξαναγυρίζει πια...

Todos los barcos aparejados
con velas y con remos
pero el  barquito de Tseka
no volverá nunca más...

Salud y buena música.

Barbarómiros