jueves, 19 de enero de 2012

Petros Márkaris, Ο Πέτρος Μάρκαρης -2


2011, se rompió la magia...

"Fanis y Katerina viven en un piso de 65 metros cuadrados en el barrio de Neo Psijikó, junto al parque de la Libertad... El sueldo de médico de la sanidad pública limita a Fanis a lo imprescindible".

Si un cardiólogo de la Seguridad Social se ve limitado a lo imprescindible imaginad el panorama.
Algunas ironías sobre los europeos, de los ingleses por ejemplo. Acaban de asesinar al director en Atenas del First British Bank:

"¿No tienen guardias de seguridad?
No, sólo una alarma. Tampoco hay puertas con cámaras, de esas que fotografían a los que cruzan. La tacañería de los ingleses... Nosotros, al menos, nos hemos ido a pique por derrochadores, pero ellos, con lo míseros que son, ¿cómo demonios han podido irse a pique?".

"...por lo general a los ingleses les interesan las detenciones expeditivas. Prefieren condenar primero y juzgar después. Es lo que hicieron con el IRA y sus errores tardaron años en salir a la luz".

Sin olvidar en ningún momento quienes son los auténticos responsables del desaguisado griego, los especuladores bancarios y financieros en comandita con políticos corruptos, y siguen, Márkaris trata de equidistar en las responsabilidades asumiendo las que a cada uno le corresponden en la crisis, sin olvidar al ciudadano de a pie, y lo hace en sus escritos y entrevistas.
Lo hemos escuchado el último año en alguna y pensamos lo que ya hemos defendido aquí, que nos parece correcto democratizar la culpa pero asumiendo cada cual la propia, parodiando el principio comunista, "a cada uno según sus responsabilidades, de cada uno según su estropicio", no que la mayoría trabajadora pague a escote los platos rotos del busuki skyládiko de los ricos, mientras vemos cómo se van de rositas y acrecientan su riqueza. Hasta Petros parece asumir la derrota popular.

Pero volvamos a las citas. Sotirópulos, un periodista de izquierda de la época de la Politécnica, pero que ahora es un "Robespierre vestido de Armani", que calza Timberland, como decía en otra de sus novelas, aburguesado pues, aparece en todas las de Jaritos y mantiene con él un tira y afloja de amor odio.
El progre trata de meter en el mismo paquete de los culpables al gobierno y a la policía como funcionarios fieles.

"Ahora que habéis hundido al país entero...", le dice, y piensa el comisario, "Sus opiniones sobre la tragedia acuática de Grecia no me conciernen". Y más adelante, "¿Cuándo superarás tus obsesiones izquierdistas? Aún piensas en términos de <vosotros otormentáis a los pobres negros>. Nadie en este país maltrata a los negros, Sotirópulos. ¿Y sabes porqué? Porque, con la que está cayendo últimamente, ahora los negros somos nosotros". Y,..."el comunista y el madero tienen que nadar unidos en la misma mierda".

Las ideas claras y la argumentación especiosa, que me recordaba un cuento de Roidis, por parte de un tiburón de una agencia internacional de calificación en una entrenvista televisada:

"Las sociedades del bienestar no existen, señor G. Sólo existen grupos de presión. Empresarios que luchan por defender sus intereses, trabajadores que luchan por los suyos a través de los sindicatos y de otras organizaciones... Sólo existen grupos que defienden sus intereses. La sociedad a la que usted alude es un invento".

Como creo que me estoy yendo otra vez muy lejos haré un tercer capítulo sobre Márkaris porque aún me queda media página de citas, y con los cortos comentarios de introducción y demás que voy haciendo me sobrará material.
Quiero recordar en cada uno de ellos que el libro de donde estraigo las citas es el titulado "Con el agua al cuello" (2010), publicado en 2011 por Tusquets editores, con traducción de Ersi Samará, que ha realizado la mayoría de la saga del comisario Jaritos.

Πανδήμια, Pandemia, Γουρούνια στην ομίχλη, Cerdos en la niebla, e imágenes del 2008, anarkopunk griego.



Υγεία, Salud!

Ramiro Rodríguez Prada

miércoles, 18 de enero de 2012

Petros Márkaris, Ο Πέτρος Μάρκαρης


Con el agua al cuello
Grecia 2011

Ληξιπρόθεσμα δάνεια, algo así como Préstamos vencidos, es el título en griego de la última novela de Márkaris publicada en España por Tusquets editores. La traductora es Ersi María Samará Spiliotopulu y escogió para ella el acertado título de Con el agua al cuello.

Ersi ha traducido al castellano la casi totalidad de las novelas de Petros, del género policíaco: Noticias de la noche (1995), Defensa cerrada (98), Suicidio perfecto (2003), Un caso del comisario Jaritos y otros relatos clandestinos (05) y Muerte en Estambul (08), así que ya estamos habituados a su trabajo y nos parece bien.
Sólo El accionista mayoritario corrió a cargo de otros traductores, Montserrat Franquesa y Joaquim Sestí.

El propio Márkaris, nacido stin Poli, en Estambul, en 1937, tradujo el Fausto de Goethe, o a Brecht y a Thomas Benhard, ya que estudió Economía en Alemania y ésa lengua es su especialidad.
Dramaturgo y guionista de televisión, firmó también con Theo Angelópulos los guiones de cinco de sus películas, Días del 36 (72), Alejandro Magno (80), El paso suspendido de la cigüeña (91), La mirada de Ulises (95) y La eternidad y un día (98).

Decía arriba que me parece un buen título porque el tema central, al margen de los asesinatos de la trama policíaca típica, es la situación ruinosa en que se halla Grecia.
Siempre fue Márkaris, para nosotros, el mejor relator actual de la realidad de su país y aquí renovamos esa impresión.

Comienza en la boda de Katerina, la hija del policía protagonista, un cincuentón.
El argumento es el asesinato mediante decapitación por espada de un banquero retirado, al tiempo que se inicia una campaña contra los bancos a través de carteles y pegatinas que incitan a la población a no pagar los préstamos e hipotecas. Del estilo de la que realmente se extendió por Grecia con el lema Δεν πλιρώνω, Den plirono, No pago, del que hay un ejemplo fotográfico aquí, en una entrada del 5 de septiembre titulada Atenas, en Alfabetos.
A ese crimen siguen otros, enredados al principio, en apariencia, con el terrorismo y después con el dopaje en el deporte de élite.

Pero de lo que habla Márkaris por boca del comisario Jaritos y otros personajes, entre pesquisa y pesquisa, es del precario estado de la economía nacional y de la mayoría de los griegos, en este momento.
De la subida de impuestos y de todos los productos de consumo, incluídos los de primera necesidad, del aumento del paro y los despidos, del descenso brutal de los salarios y los derechos laborales, de la ruina de los servicios públicos con la sanidad a la cabeza.
Marchas, protestas y manifestaciones se unen al ya conocido caos circulatorio de la capital.
Cunde la desesperación y aumentan exponencialmente los casos de suicidio.

Como creo que dedicaré más entradas a Márkaris si la salud no lo impide, para comentar alguna de sus novelas anteriores o todas en conjunto, ya veremos, dividiré esta primera en dos para no hacerlas excesivamente largas.
Quería, además, apuntar una serie de citas que fui cogiendo conforme leía, como hice en los capítulos de Roidis, porque nada mejor que el propio texto para explicar el libro.
Como es una novela que se atiene al género negro, el suspense juega su papel, por lo que no desvelaremos la trama. Serán más bien algunos ejemplos que inciden en lo dicho hasta aquí, pero también de la vida familiar que es el relato paralelo al policial en todas sus historias. Y de otras cosas.

Ahí van los primeros.

"En Jefatura, la situación recuerda un poco la que reinaba en el 74, cuando los turcos invadieron Chipre y la Junta decretó movilización general."

"Cuando un patán griego contrata a un butler -mayordomo-, el que se acompleja es el patán griego, no el butler."

El buen Jaritos cambia el Μirafiori, ya pieza de museo, y en lugar de comprarse un Hyundai como todos los policías griegos, compra un Ibiza para la boda de la niña de sus ojos, por consejo de su futuro yerno Fanis, un cardiólogo que trabaja en la sanidad pública. Las razones de Fanis:

"Por solidaridad  entre los pobres. Ahora los españoles y los portugueses tienen problemas, como nosotros. Para los mercados financieros somos los PIIGGS, los cerdos. Y cada cerdo debe ayudar a los demás, no hacerles la pelota a los tiburones. Quisimos vivir como tiburones y ahora estamos ahogándonos, porque los cerdos no saben nadar. Por eso tienes que  comprarte un Seat Ibiza."

Aclara Ersi en nota al pie que el acrónimo lo es de las iniciales inglesas de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia, Gran Bretaña y España -Spain-, cuyas economías se han visto más afectadas por la crisis y tienen los mayores déficits. Y que pig es cerdo en inglés.

Mañana más.

Active Member, No pago,  Δεν πλιρώνω, seguido de Θα σε καρτερώ, Za se karteró, que el traductor de google, con punto final, me traduce por Voy a manivela y sin punto por Se desconciertan, pero que yo pensaba que significaba Te esperaré (¿?). Misterio que aclararé.


Salud, Υγεία!

Ramiro Rodríguez Prada.

P.D. Puesto al habla con el mi Dimitraki me tranquiliza con la traducción y confirma que es error de google, Za se karteró es Te esperaré. ¡Vaya mosqueo con la manivela, estaba desconcertado!.

Vale.

martes, 17 de enero de 2012

Ψαρά, Psará -2


Grecia, verano 2011

La isla es seca y agreste, donde los aromas embalsaman el aire, usando la expresión de Kazantzaki. Toda ella huele fuertemente a monte, a tomillo sobre manera, con variedades que permanecen floridas hasta pasado el verano conservando toda su potencia odorífica.

No tenía carreteras entonces, el año 93, sólo el camino de tierra que la atraviesa desde el pueblo y puerto, en un itsmo del extremo sur, hasta el Monasterio de Theotoku en la punta norte, el resto eran senderos que se adentraban en dos pequeños valles con parras de uvas rojas, en granjas con higueras y algún cítrico, productos hortícolas y aromáticas, como en los kipos, jardines de las casas en el pueblo, muchas con él al lado. Probablemente los únicos lugares cultivables de la isla, con algo de agua. El resto es matorral bajo y terreno rocoso y yermo.

Pero esos senderos permiten también recorrerla a pie o en burro en toda su circunferencia y admirar las vistas del Egeo más azul desde los farallones e impresionantes acantilados que la defienden. Senderos que también descienden a playas solitarias.

Hoy parece imposible que Psará contara con una de las flotas más importantes de Grecia en los primeros años de la independencia del país, en la década de 1820 al 30. Y que pudiera alimentar a varios miles de habitantes (tengo entendido que cerca de veintemil).
Había astilleros y marinos y fue de las primeras islas cercanas a Turquía que se sumó con todos sus efectivos a la sublevación, hecho que pagaría caro muy pronto, con la muerte o esclavización de sus habitantes y la completa destrucción de la isla en 1824. Pocos lograron escapar.
No volvería a resurgir nunca. Y no pudo sumarse al naciente estado griego hasta un siglo después, con las refriegas de las guerras balcánicas en la década de 1910 al 20.

El palikari, el héroe local es Antonios Vrantzanos que dirigía la defensa de la fortaleza de Mavri Ragi, el Paliokastro actual, cuando la isla fue invadida por las tropas turcoegipcias de Ibrahim Pachá.
Pero el psariota más conocido en Grecia y en el resto del mundo fue Constantinos Kanaris, azote de los otomanos en la mar, que llegó a ser almirante, ministro de marina y primer ministro del nuevo estado.

Pasear por el pueblo al atardecer o por la noche era un lujo al alcance de cualquiera. Los olores parecen intensificarse y los jardines de las casas llenos de flores y plantas olorosas, albahaca, menta, los muros cubiertos de jazmín y madreselva, perfumaban las calles. La ausencia de vehículos a motor proporcionaban el complemento ideal de tranquilidad y recogimiento que preferíamos en nuestras vacaciones, un pequeño oasis de paz, un paraíso pequeñín a la medida humana.

La última noche en el baile de la boda hubo música en directo y el pueblo se reunió en la taberna. El grupo que durante aquellas jornadas nos pareció más hostil, bebiendo en el otro extremo de la barra donde estábamos con el cocinero grecobordelés y su mujer colombiana, acabó por aproximarse a nosotros, de la mano del psariota australiano que habíamos conocido viniendo en el barco y que no había cumplido la promesa de invitarnos a su mesa en la Panagía.
Se acercó a mí porque soy indudablemente más loco y borracho que la morena de mi copla y por ahí me dieron. Iba de una esquina a otra de la barra pues en las dos tenía un chupito de usso esperándome.

Ussos de Limnos y Halkidikí

El resultado fue la primera cogorza de usso en Grecia. Como la de anís y otros licores dulces es de las trancas más cabezonas que se pueden agarrar. Pero la paz quedó firmada, no hay temor de que si volvemos nos hundan el kaike.

A las cinco y pico de la madrugada, cuando se acabó la fiesta, nos fuimos a la cama. Salíamos a las 7 en un kaike más pequeño que el Psará, casi un transbordador a su lado, que va directo hasta Limniá, el puertín de Volissós, el pueblo donde se dice que nació Homero, en la costa oeste de Chíos.
Es una travesía que dura una hora u hora y media a motor. Tenía miedo al mareo y más estando como estaba todavía, pero el mar parecía un plato y me tranquilicé.
El kaike lo gobernaba un hombre mayor con gorra de Kapetanos ayudado por un marinero de su edad. Viajábamos dos soldados de un pequeño destacamento de la isla, la mi morena y yo.

A dos millas de la costa comenzó el baile. Una ligera marejada. Cuando las olas empezaron a barrer la cubierta el capitán nos metió con él en la cabina y los soldados se fueron a la bodega mientras el marinero tendía una vela trapezoidal y pasaba un cabo al capitán por un agujero en el mirador de la cabina.
Nunca he tenido miedo en estas situaciones porque siempre me pareció experta la gente de mar con la que me embarqué. Pero empecé a marearme.

El agua subía por la cubierta y pasaba por encima de la cabina, el kaike cabeceaba como un corcho empapado y borracho, mientras el Kapetanos sostenía el timón con la derecha y tiraba del cabo con la izquierda acordando un poco la vela y la proa a la dirección y la fuerza del viento y de las olas. Antes, con cara de llamarme malaka, gilipollas o pajillero, me había lanzado un caldero de goma, atado por el asa a un cordel, para que vomitara.
Y eso era lo que hacía yo y lo que hice el resto del trayecto. Tres horas de tremendo meneo y vómito contínuo, mi peor experiencia marinera. Sólo vomitaba usso. ¡Si me llega a pillar una de aquellas que según nos contaron después hacían que el kaike tardara 7 u 8 horas en atravesar el canal, las espicho!

A un par de millas de Limniá se calmó la mar, dejé de vomitar y salimos a cubierta, yo sudaba entonces el usso que todavía me quedaba en el cuerpo y fuera hacía frío. Empecé a notar un pinchazo a la altura del hígado que fue aumentando rápidamente.
Antes de atracar estaba ya totalmente doblado por el dolor, del tipo cólico biliar o nefrítico. Como era alto pensaba, "un neumotórax en la base del pulmón derecho, con lo lejos que estoy de Silicosis", que era el hospital donde trabajaba en España y una complicación típica de la enfermedad de los mineros que veíamos a diario allí. ¡Quién me iba a colocar el tubo con la pericia de los neumólogos de Oviedo!¡El tragicómico que llevo dentro, penoso!

Un coche nos subió hasta el ambulatorio de Volissós donde entré pidiendo ya una buscapina compositum por su nombre y apellido, explicando el mucho usso que había bebido la noche anterior en Psará.

La médica era una chica joven que sustituía por primera vez ese agosto al titular. La acompañaba una fornida enfermera con la que departimos bastante los tres días que nos quedamos en Volissós. La doctora me tumbó en una camilla y la ví acercarse con la aguja montada en la jeringuilla con la buscapina que pedía.
Tuvo que apuñalarme dos veces el culo, por describirlo gráficamente, para ponerme la intramuscular. A los griegos los pincharía la enfermera que era más veterana y sería experta en eso, a mí me concedieron equel dudoso honor.

Alquilamos una casa y dormí como un bendito hasta el mediodía. Me levanté nuevo.

Aquella estancia en Psará y la aventura final dió lugar a un cuento que escribí para mi sobrina Tania, de una serie titulada "27 amaneceres y un poema (Al oeste de Anatolia)", destinados a ser ilustrados por ella aunque finalmente no necesitó rematar el trabajo y sólo se ocupó de algunos. Se titulaba Pescador.
Os hablé de esa serie creo que en Gallinas siracusanas porque había pensado publicar ahí uno titulado Machito follador, sobre un gallo de corral. Si hiciera un tercer capítulo de Psará sería con Pescador. Pero más adelante.

Una canción muy conocida en Grecia de la que hay muchas versiones, incluso de coros populares, con el clarinete, clarino, como protagonista, más típico del Peloponeso y el Épiro, y esos coros que contestan a la cantante (¡y que veo que en esta versión faltan, ya es tarde!...), que nos recuerdan, como algunos de los palos del rebétiko, las melopeas arábigas o la herencia turca en este caso.
Melopeas entendidas en su doble sentido, ritmo mareante y enagenación mental transitoria producida aquí por el ouzo, en otros temas por el haschís u otras drogas.

Εγό κρασί δεν έπεινα, ουζο για να μεθύσω!, Yo no bebía vino, ¡usso para emborracharme!, de Eleni Tsaligopoulou.


Y este es un tema (o un grupo porque desconozco su nombre) llamado Ouso. Hacen una especie de yazzrock pero con la inclusión de instrumentación oriental, esa especie de teclado, pero con cuerda pulsada, parece un kanonaki o salterio, llama la atención. Supongo que son griegos porque el timbre y los ritmos lo son.

  

Salud, Υγεία!

Μπαρμπαρώμιρος.
Barbarómiros.

lunes, 16 de enero de 2012

Ψαρά, Psará


Grecia 2011

Ηe mencionado ya a Mitsos en varias ocasiones al hablar de la parea, los amigos de Ayi Apostoli de este año, que trabaja en la taberna de Spiros y es psariota. La primera persona con la que hablamos cuando llegamos hace dos años al puerto de Petriés con el taxista de Kimi.

Ψαράς, Psarás es pescador. La pequeña isla al oeste de Χίος, Chíos, vive de la pesca y un poco del turismo. En línea recta atraveasando el Egeo no está a muchas millas al este de Limani Petrión, el puertín de Ayi Apostoli en Eubea, donde el psariota curra ahora.
Mitsos nos contó, sorprendido de que conociéramos su isla, que o kirios Pappas, el hombre que nos alquiló diez días una casina en la única población de la isla, del mismo nombre, había muerto hacía unos años. Es lógico, ya era mayor cuando lo conocimos hace 20.

Nos decidimos por Psará porque las Inouses, al este de Chíos, frente a la capital, muy próximas en el canal que la separa de Asia Menor, islas de armadores, eran más caras, los emigrantes traían el suficiente dinero como para que sus habitantes no prestasen mucha atención a los turistas para completar sus ganancias.
Desde la oficina de turismo griego, la municipal, en el puerto de Chíos nos pusieron en contacto con la isla y alquilamos la casa sin verla por consejo de una funcionaria muy amable que nos atendió. Y acertó.

Pasamos la noche en la ruidosa y movida capital de la isla de Homero y al amanecer del día siguiente cogimos el Psará, un kaike que la une con la isla, en una ruta un poco larga por el este y el norte de Chíos para descender después por el oeste hasta Psará y Antipsará, la islina deshabitada que la acompaña a sotavento. Digo larga porque no hubo buena mar, atendieron a la llamada de socorro de un barco turco que nos obligó a un rodeo de tres horas y yo, para no faltar a la costumbre, me mareé horriblemente.

En el barco trabamos conversación con un emigrante australiano que volvía a la isla por el verano a pasar un par de semanas y celebrar la Panagía para la que faltaban apenas tres días. Nos invitó a comer con su familia el día de Nuestra Señora, el 15 de agosto, en las dependencias de un monasterio ortodoxo, Moni Kimisis tou Theotocu, situado en el extremo norte de Psará, donde nos reuniríamos el día señalado casi todos los habitantes de la isla, poco más de un centenar contando a la docena de turistas que la visitábamos.

Con ayuda del gobierno francés habían puesto en marcha un restaurante en las casetas externas del puerto, que fueron utilizadas hasta principios del XX para recluir en cuarentena a los marinos que regresaban, tratando de evitar el contagio de epidemias como la peste o el cólera, que diezmaban entonces muchas regiones de Europa.

El cocinero del restaurante, contratado por los franceses, era sin embargo psariota, había tenido su pequeña historia personal al enamorarse de una colombiana cuando trabajaba en un mercante y rechazar un matrimonio más o menos concertado que todavía se estilaba en algunas zonas más aisladas.
Regentaba un restaurante griego en Burdeos y lo cerró para embarcarse en esta aventura incierta en su isla.
No sabemos cómo les habrá ido a él, a su mujer y a las dos niñas que tenían. Buenas personas con las que intimamos aquellos días.

En la isla no había coches, sólo una escavadora  para las obras que estaban en marcha y un camión volquete para transportar la tierra. En la caja del camión fuimos el día de la Panagía los turistas y algún psariota que no había dormido la noche anterior en el templo o no pudo ir a lo largo de la mañana.

Comimos una caldo muy ligero de garbanzos (o eran fréjoles?) en una mesa grande donde nos sentaron, invitados por los cofrades. Finalmente no acompañamos a la familia grecoaustraliana, parecía que nuestra cercanía con el cocinero hubiera creado una serie de increíbles tensiones de amistad y parentesco que no llegamos a desentrañar del todo. En un lugar tan pequeño todos están unidos por algún tipo de lazo.
Esto daría para otras dos buenas entradas, aunque más que con la isla tendrían que ver con el comportamiento humano en general, al margen de las patrias.

Pero también tuvimos nuestra pequeña controversia por las susodichas.

Nosotros ya conocíamos Turquía y se nos hacía muy difícil aceptar los lugares comunes del nacionalismo para condenar al vecino. Hacía poco que los libros de texto en las escuelas griegas habían empezado a contar la historia sin apelar al perverso otomano.
Así que nos enzarzamos también en una discusión sobre la bondad y la maldad de los pueblos.
¡En Psará, una isla heróica en la historia griega! Allí Ibraim Pachá había masacrado o esclavizado a varios millares de griegos, hombres, mujeres y niños, que resistieron con bravura hasta el final. Su historia es un calco de la de Arkadi, en Creta, donde algunos miles de griegos se inmolaron antes de caer en manos de los turcos bajo la bandera de Libertad o Muerte, ΕΛΕΥΘΕΡΊΑ  Η ΘΆΝΑΤΟΣ,   como en  aquella hermosa novela de Kazantzakis, El capitán Mihalis.

¡No sé cómo no nos corrieron a gorrazos y nos echaron al Egeo! La verdad es que hubo ciertas tiranteces en algunas sisas hasta el fin de nuestra estancia, pero leves en definitiva.
El último día se ofició una boda y por la noche volvió a reunirse la totalidad de la isla en la taberna donde se celebró el baile posterior y donde se produjo la catarsis. Acabamos bebiendo todos como amigos.

Pero ya me voy muy lejos y he decidido contar el resto otro día. Quizá mañana.

Hablaré de ellas si puedo en algún momento: para escuchar tango al que son adictos como yo, pero del buen porteño rajao, no del italiano, la mejor es sin duda la gran Poli Panou, a la griega, que es también buena rebetissa.
Pero como no encuentro el tango que busco os pondré otra aunque sólo sea por llevar la contraria con el título, porque no se aprecia del todo el desgarro del fraseo de Poli y su deje final. Y no es un tango.

Dame un cigarro para fumar, Δωσ μου να καπνίσω ένα τσιγάρο.


Y de las más jóvenes que ella, pero no tanguista sino como intérprete de otros estilos más lánguidos y dulces, la que más me emociona es Melina Kaná, ¡auténtico veneno griego!.

De Ι Μελίνα Κανά, Φειρούζ, una canción de Θανάσης Παπακωνσταντίνου, Zanasis Papaconstantinu.


Parece que vuelven a funcionar bien tanto el volumen como la posibilidad de escribir en griego. Esto me anima pese a que el frío continúe. Por si os apetece escuchar la versión del propio autor en directo, ahi está.





Salud, Υγεία.


Barbarómiros.

domingo, 15 de enero de 2012

Culones


Cular berciano, botillo 2012.

Se me están complicando las cosas no sé cómo, hoy he pasado un cuarto de hora sin conseguir alinear el texto por la izquierda, ¡pero si llevo haciéndolo seis meses!. Y me sigue sin permitir escribir en griego. Ahora que empezaba a ser más habitual y memorizaba ya algunas teclas. Me desespero, a lo poco que sé se une mi rechazo a las máquinas.

Al mondongo. En realidad culones y culonas son las vacas y los toros de unas razas concretas, cuyos terneros se crían para el engorde y caracterizados por unos cuartos traseros importantes. 

Hablábamos ayer de varios culares, griegos, moscovitas, cordobeses y americanos. Todos tienen el culo más pelao que un mandril de tanto arrastrarlo por las miserias de este mundo, en esto se parecen al fondo del ciego al que corresponde la imagen de este botillo berciano. Se parecen tanto que es fácil dejarse convencer y engañarse.

Decíamos precisamente en Botillos, un texto dedicado aquí a este embutido, que no solían presentarse problemas a la hora de reconocer la cara y el culo de un botillo, pero no podíamos afirmar lo mismo de los millonarios. Prometíamos estudiarlo.

Hoy ya estamos en condiciones de ofrecer una respuesta. ¿Qué diríais vosotros de la imagen, queridas criaturos, se trata de la cara o del culo de un botillo?

Unos optarán por una respuesta y otros por otra, pero todos habéis fallado porque no es ni la cara ni el culo de un botillo sino el rostro de un banquero. ¡Y eso que la imagen ha sido algo retocada para humanizarla un poco pues el original presentaba una cazcarria merdera, en realidad un moco seco a la altura de la nariz, que hubiera dado la falsa pista de que se trataba indiscutiblemente de un cular porcino!. Y no era mi intención engañaros.

El truco para hallar
la cara o el culo
de un millonario
o distinguir a éste
de un botillo
es muy sencillo

Lo difícil es aproximarse a ellos y realizar la prueba en vivo. Pero se puede reconstruir virtualmente como si fuera un banco (qué coincidencia) de pruebas.

Acercáis al sujeto investigado un espejo con una raya de cocaína y un billete de cinco o diez euros, si es de 200 ó 500 la reacción será más aguda, pero de ésos no tenemos.
Si no pasa nada es un botillo. Si sopla la cocaína y aspira el billete es el culo de un rico, si absorbe como una morsa ambas cosas es la cara.
¿Y porqué, preguntaréis con toda razón, el culo sopla la cocaína? ¿Quizás no la ve? Craso error pues el culo de un poderoso es su tercer ojo. Es que está demostrado que no hay banquero que no sea al mismo tiempo flatulento o pedorro, la emoción los pierde y sueltan viento, de los nervios, lo único que sueltan, milagro que no lo envasen también como ya hacen con sus excrementos. 

Pero no lo dejaremos aquí, seguiremos con pruebas de laboratorio porque el asunto se las trae, imaginad, por ejemplo, que estemos siendo dirigidos o gobernados por un grupo de botillos en lugar de una pandilla s.a de mafiosos como es el caso, ¡qué horror!.

Los Enemigos, un poco pasaos aquí de gogós, nos gritan una surrealista de las suyas,

No amanece en Bouzas

Se volviera tu culo
se volviera fiera
se volviera peludo
y luego me engullera

No recuerdo por dónde iba pero no ando del todo perdío.

Hasta mañana, inocentes salchichillas.

Don Sal Cciccione