miércoles, 19 de junio de 2013

Lucha por la vida


El gallu la quintana.
Asturies,  2013.

Mestizaje


La quintana, en Asturias, es esa zona delantera descubierta de una o varias casas cercanas, por donde andan picoteando al sol las gallinas, pollos y gallos del pequeño vecindario. En ocasiones se cierra con una alambrera y cumple la función de corral al descubierto; al atardecer los bichos se recogen solos en el corral interior. En Grecia, por el verano,  muchos duermen al sereno en las ramas de los almendros u otros árboles a su disposición.

¿Porqué esta introducción? Pues porque no sé cómo empezar la pequeña historia de hoy y necesitaba situaros un poco en el escenario.

Esta quintana era común y no tenía cerca de alambre, la formaban dos casas un poco apartadas del núcleo de la aldea. Los dueños no estaban a partir un piñón, pero se respetaban compitiendo en todo con cierto espíritu deportivo. Ambos eran, además, pescadores y mimaban a sus gallos, de los que sacaban plumas para los anzuelos artesanales en la pesca de la trucha. Sus animales eran de razas distintas, cada uno criaba la suya, y eran exclusivas.

En la quintana cada grupo de gallos y gallinas respetaba el espacio ajeno, más incluso que sus propios amos, parecían haber trazado una línea imaginaria en el centro que nadie osaba traspasar. Y cuando algún gallo más chulo de la cuenta lo intentaba, recibía de inmediato su castigo por parte de los gallos vecinos. El dueño se reía contemplando la escena desde el interior de la cocina, salvo cuando el gallo atacado era el suyo. Siempre se perdía alguna buena pluma.

Como la quintana no estaba cerrada, las gallinas picoteaban  también en una zona próxima con hierba alta, donde sin querer se mezclaban a veces los dos grupos. Allí, lejos de la vista humana, se ventilaron muchas diferencias, y de todo género.


...y allí tú me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste
el otro día...

Debió ser la relajación de costumbres de los tiempos modernos, la raza que degenera, o el apor que todo lo puede, quién sabe, el hecho es que se empezaron a ver parejas de gallos segundones en compañía de gallinas poco ponedoras del corral vecino. Y pronto también a las muy ponedoras, que aquello de la novedad tenía su morbo.

Cuando las nuevas generaciones de pollos comenzaron a echar las plumas de adultos, los paisanos vieron con desesperación que estaban perdiendo la exclusividad colorista primitiva de sus animales. Ahora no había apenas diferencias entre los dos grupos y era ya tarde para encerrarlos.
Los dos pensaron en la temporada de la trucha y en la misma solución: usar los anzuelos de la campaña anterior. Pero la afición les hizo probar las nuevas plumas en un par de anzuelos.

Ninguno de los dos comentó nada con el vecino, porque las truchas entraban como lobas a las nuevas plumas. Ese año pescaron más que nunca.

Las gallinas siguen viviendo libres en su quintana abierta..., para desgracia de las truchas.

Ramiro Rodríguez Prada

Papayiannopulu. Marika Ninu.  Tsuanakos ise mia kota pardali.  Tsuanakos es una gallina pardal?

4 comentarios:

  1. Una verdadera leccion de integración, pero parece que me persiguen...
    Mi hijo se ha montado (con la ayuda de su padre) un gallinero en su casa y me paso el día hablando de gallinas, y vas tu y me sales con esto.
    Esta noche me ceno una tortilla de dos huevos.
    Besitos
    Viriato

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    1. Por un momento estaba en Madrid y me imaginaba a las gallinas en unas jaulas del balcón del piso como si fueran calandrias. Se trata de una casa y las gallinas tienen su digno corral de siempre... Para un niño, incluso de pueblo, ver a una gallina con los pollinos detrás es una fiesta, y cada vez más raro. Pero hasta oírlas cacarear cuando ponen el huevo no está mal como experiencia; ¡ya veo a tus nietos pidiéndote explicaciones de porqué por un ojete tan pequeño puede salir una artefacto tan grande!

      Si sólo es de dos nun ye pa tanto, hombre.
      Salud!
      ramiro

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    2. Si tienes gallinas propias, para presumir de ello en vez de tortillas de dos huevos deberias por uevos tomar tortillas con dos güevos (Ramiro¡¡, no hay faltas de hortografía)

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    3. ¿Y si son de dos yemas?, vaya lío matemático!...
      Ahora mismito me estaba comiendo yo dos buevos de las kikas de mi hermano, ¡son pequeñines pero riquísimos!, me metió en gallu canta César Viriato y su tortilla y, pa completar, a los guajes también les hice güevos fritos hace un rato.
      Y un poco antes había terminado la nueva entrada en el otro blog para animaros, en mi doble condición de amigo y kogonera, y arrancaros una sonrisa si fuera posible. Después de contestarte la publico y ya puedes leerla.
      Estos días estuve con la curruca treparriscos por puertos asturianos de tu infancia y me acordé también de ti, así que os he tenido muy presentes en mis oraciones. Había de todo menos barcos de verdad, ¡mucho puerto y poca flota, amigo!...

      Salud y abrazos, gurriones, y que tengáis buena navegación!
      ramiro.

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