sábado, 18 de febrero de 2012

Huecos en los tapiales -4


Ventana de un pajar
San Justo de la Vega, 2011

Me han animado tanto Valentín, Belén y Txell con su interés y sus comentarios que decidí seguir de momento con el barro. Haré una entrada con fotografías de adobes y otra, o un par, de las murias de tapia de las huertas, más estrechas que las paredes de las casas y con algún detalle particular. En medio colocaré más imágenes de huecos así que, a los poco tapiadores, os seguiré martirizando unos días más.

Ésta es la ventana de un pajar, en un primer piso. La casa es también de las más viejas del pueblo, con alero de pizarra que aquí no vemos y tejado de teja, todavía. Se mantiene bastante digna y nunca había sido revocada, hasta esa capa de cemento reciente tirado a paletadas sobre la tapia sin más contemplaciones (es técnica, no descuido) en el primer piso.

La madera no vio jamás la pintura. Antes de las sintéticas, de fácil uso, popularizadas ya en los años sesenta, las más afortunadas podían recibir alguna manina de aceite de linaza, y para de contar.
Poco más se puede añadir del modelo de tapial, es un acabado tosco que no tiene el enlucido de barro que daban a muchas de las paredes externas e internas de las casas. Pensemos que se trata de un local auxiliar.

Volvemos a lo dicho ayer, la rehabilitación correcta exigiría una mayor inversión e incluso no sería fácil encontrar quien la hiciera, no por falta de manos o voluntad sino por desconocimiento del oficio.
Cuando los pajares ya carecen de uso, porque tenemos el campo medio abandonado, ¿quién puede pararse a conservarlos?
Como me decía Valentín, que rehabilitó un palomar, lo hizo por un capricho del dueño que, naturalmente, no tendría necesidades mayores.Ya es algo impedir que se vengan abajo. Dejémoslo ahí.

No me extrañaría que, tras la colección de imágenes de estos capítulos, alguien me dijera que escogí lo más feo que encontré en el pueblo. Es cachondeo, no somos tan malos. ¡Y hay gente pa tó!
Las bromas irónicas que hago sobre mis paisanos, que es como  reírme de mí mismo, es una cura en salud porque no sería elegante poner en solfa a los demás sin dejar muy claro que todos podemos ser objeto del humor ajeno.

En cuanto a la belleza de los motivos que colgué no me bajo de la burra, a mí me gustan más que la mayoría de las nuevas construcciones. Podría razonarlo de nuevo, pero creo que toda esta serie ha sido en gran medida un intento de demostrarlo, y junto a ello poner de relieve el trabajo admirable de nuestros mayores.
Y, si cabe, señalar la relativa ceguera que las modas nos imponen. Modas que son parte de nuestra ruina. ¡La contaminación es ya bestial!, y no hablo de la atmosférica ni del agua.

Junto con el río y el monte, lo que más me gusta de mi pueblo es lo más humilde, donde encuentro su alma, que ya tiene mérito no creyendo en espíritus.

Mikel Laboa, Zaude lasai, No se preocupe.


Para darle una oportunidad a la sonrisa después de la languidez de Laboa y la tristeza de las imágenes del vídeo, voy a dejaros algo más animado.
Aunque sólo fuera por el apellido del artista ya vendría bien aquí, pero sobre todo por su espectáculo de ilusionismo y marionetas, con ese tierno detalle ecologista,

 Xavier Tapias y su "Robot".


Agur, salud i bona nit!

Barbarómiros

viernes, 17 de febrero de 2012

Tapias -4


Adobes  en la cumbre de una casa de tapia
San Justo de la Vega 2011

Ya vimos alguna imagen de los aleros en una fachada y en la parte posterior de una casa, incluso uno de pizarra, el material que se usaba para estos menesteres en las construcciones más antiguas del pueblo. Hoy traigo otros dos.

Este es el lateral de una casa con el tejado a dos aguas, el más común aquí, donde se aprecia bastante bien la resolución final con adobe hasta ganar la cumbre. La vivienda es muy vieja y parece haber cedido en esa falla que la cruza y que desalineó los adobes, aunque tal vez, en esas alturas, no importara tanto trazar una línea recta como terminar la obra.
Pero ni por asomo se me ocurriría llamarle chambón al que construye una casa con los materiales más humildes y que lleva en pie más de doscientos años.

Hablando de chapuzas, y lo he recordado en más ocasiones, espero que no me apedreen los del pueblo, como tejedores no teníamos fama de muy finos los de San Justo. Las monjitas astorganas compraban su ropa interior aquí (¡un negocio porque de aquella eran legión!).
Lo cuenta Concha Espina en "La esfinge maragata", "usamos ropa interior de lana muy gruesa tejida en San Justo", le dice la superiora de un convento a la protagonista. Se supone que trataban de disciplinarse con el rudo tejido sanjustino. Ajjj, Panayitsa mou, Virgo tremens!

Astorga, plaza de curas y militares. Y de otras muchas cosas, por supuesto. Saltándome las tapias, no evitaré de nuevo a Valle-Inclán...

...y las niñas que acuden al sermón
mejillas sonrosadas por el frío
de Astorga, de Zamora, de León

Todas ciudades levíticas y aguerridas, ¡qué bien supo don Ramón captar esa atmósfera eclesial, fría y reverente que es la sustancia misma de la educación curil o monjil que recibimos, obediente, servil dentro o fuera de la sacristía! Dejad que las niñas se acerquen a mí (y los niños). Esa cosa sebosa.
Siempre  me recuerdan unos versos de Jacques Prévert en "Parole", sólo que el arousano fue más sutil y lo escribió antes. Decía Prévert, cito de memoria:

Ese funcionario de gobierno
cuya esposa le lleva no pocos años
tiene unos modos tan acariciadores
cuando le da la mano a las muchachas...

Gila con bisera de uralita

Es lo único que falló en este pajar, el tejado, pero la viga transversal, de la que vemos el extremo, está también desencajada tal vez porque la durmiente (Valentín) sobre la que descansa cedió y tuvieron que habilitar una solución de emergencia con esa cuña que sujeta por abajo la traviesa rota. Pero la tapia se ve tan flamante todavía y hasta conserva la capa de barro bajo las losas, tapando las hiladas de adobe.
Sé que en muchos casos otra solución diferente en casas tan antiguas destinadas en su mayoría al derribo en un tiempo más o menos breve, es muy cara para la familia que ha de asumir la rehabilitación. Pero siento pena.

Han desaparecido también muchas tejeras locales que ofrecían un producto más barato, aunque no tuviera el acabado que consiguen los grandes monopolistas del negocio, que no lo fabrican de mejor calidad. Y con ellas perdimos, en cuatro días, puestos de trabajo en una actividad regional, ligada también a la arcilla, que fue rentable durante muchos años.

Vamos liquidando nuestro patrimonio artesanal, cultural, sin que las alternativas hayan resuelto problemas como una vivienda digna para todos, que debería ser el objetivo prioritario de toda política urbanística que se precie.
En zonas rurales como de la que hablamos ese problema es mínimo, nadie vive en la calle.
No se trata de regresar a las cavernas, pero aquí sería fácil volver a un tipo de arquitectura más sostenible. Toda contribución, por pequeña que sea, es positiva.

Y los modelos urbano y rural son distintos, a nadie más que a mí se le ocurriría levantar un rascacielos de tapia en la Gran Vía manchega. O una catedral de adobe aquí "en la zona rural".
No dejaría de ser una atracción turística excéntrica, a ver si alguien recoge la idea y le saca partido, que están las cosas muy mal, compañeru.

Trato de no perder el humor.

El hecho es que los especuladores del suelo y el ladrillo en connivencia con la mafia bancaria son una de las causas de la actual crisis, que emerge ahora pero que viene de lejos, desde que dejamos de mirar a nuestro alrededor y nos dedicamos a correr delante del progreso. La conciencia sigue anclada, cuando la goma dé todo lo que puede dar de sí el retroceso no será desaceleración, será  espachurramiento contra el punto de anclaje, contra la realidad presente.
Abandonemos la carrera. Veamos lo que tenemos sin renunciar a ningún derecho. Parole otra vez,  bonitas palabras...

No he dedicado apenas espacio a ensalzar estas construcciones tradicionales porque me he centrado en describir, con palabras torpes y escasas porque soy lego, el proceso de construcción y las fotografías.  Lo haré enseguida.

Solución para ventilación en los agujeros de los tirantes
San Justo de la Vega 2012

Se trata de la dependencia auxiliar que veíamos en dos imágenes del primer capítulo, una de las casas de tapia de más reciente construcción, menos de un siglo.

La solución de conservar los agujeros en los extremos de los paños se convierte aquí en una graciosa artesanía constructiva, con ese ladrillo en la base y una pequeña tabla de cargadero. Tengo por ahí algún primer plano de ellos.
En la imagen destacan también las dos hiladas de adobes que coronan los dos niveles del tapial, circunstancia que no siempre se producía, era más frecuente alzar un paño sobre otro sin la línea intermedia de adobes, salvo en el suelo del primer piso y en la techumbre del edificio, para el apoyo de las vigas, lógicamente, entre ellas se ponían los adobes, ¡hasta yo me aburro de repetirlo!.

En fín, una casa de tapiales en su punto no tiene nada que envidiar a cualquier otra construida con materiales llamados nobles, como la piedra, ni en belleza, ni en habitabilidad. Aunque ésta la supere en solidez no la mejora en condiciones de temperatura y humedad, mostrándose por el contrario la tapia más apropiada para las regiones de clima continental, de inviernos fríos y estíos tórridos como los de la Meseta, ya que presenta un mejor balance de intercambio atmosférico con el exterior y es por tanto más rentable: ahorra calefacción en invierno porque es más caliente y en verano acondicionadores por ser más fresca, como el botijo.

No sobra recordar que estamos también en tierra de bodegas excavadas en barreros y, aunque bajo tierra aumente la temperatura, el comportamiento de la arcilla es único en su relación con el ambiente y el termómetro, incluso a bajísimas o altísimas temperaturas.

Hay un detalle que no pasaré por alto. La construcción de tapia era más laboriosa que el ladrillo que la arrasó (y no tengo nada contra el ladrillo como elemento constructivo, que quede claro).
Es evidente que al abandonarse los antiguos modelos de construcción éstos no evolucionaron y la descripción del trabajo se queda casi en el relato de una actividad poco más que artesanal. Lo digo porque Leandro Rabanal, el especialista, contaba riendo el mucho tiempo que se echaba en levantar una casa, y sobre todo lo duro que era el trabajo y lo poco que se ganaba.

De nuevo tenemos ahí la velocidad de crecimiento y el balance económico. ¿Ahora que amenazan con recortarnos hasta los huevos sería cuestión de no comprar cuchillas de afeitar y dejarnos las barbas?. Con la miseria de sueldos que cobran, en especial los jóvenes, ¡los pocos que trabajan!, ni siquiera tienen el recurso de ponerse a hacer adobes y construir su propio nido, llámale choza. Sería mejor que la intemperie.

Debemos racionalizar nuestras espectativas, los medios con los que contamos y las fuerza para cumplirlas. Inflamos las espectativas, despreciamos los medios y  sobreestimamos las fuerzas. Como decía una antigua expresión castellana, hoy lógicamente en desuso, ¡Tente tapial!, es decir, sin prisas, poco a poco. Sigá sigá.

Moisés y Carlos, con una guitarra y un tres buscándose la vida en Suiza, buen dúo.  A caballo vamos pal monte...: El carretero.


No puedo poner otra versión de Amor canalla (Saltando las tapias/ robando melones/luna llena en la cara/y un plato de macarrones...), del Pulgarzito, aunque la que más me gusta es la que ya coloqué en Murias, porque se la retiraron de la circulación. La sustituyo por El blues de la luna, de su disco  Púlgar (95), con acompañamiento instrumental y coros de lujo, porque a un colega siempre es un placer escucharlo.


Salud

Barbarómiros

jueves, 16 de febrero de 2012

Huecos en los tapiales -3


Casa de tapia en derribo

Buenos días. Vemos en esta imagen el esquema del modelo más sencillo, piedra y tapia a continuación, de la base de una casa de tapial, más joven que la de ayer, de muros menos gruesos. Podemos observar también las dos filas de adobes sobre el dintel de la puerta que aquí parecen hacer además las veces de un cargadero puesto que no apreciamos ningún otro.

El ejemplo nos servirá también para volver a los revoques con cemento y enlucidos de yeso sobre las paredes de barro, que prometí tratar. Repito que, todavía, la mayoría de las casas del pueblo son de tapial ahora cubierto por el revoque y la pintura, tal como muestra la fotografía, o el ladrillo, la piedra artificial y hasta el azulejo, extraño aquí.

Como la tapia no hace muy buenas migas con el cemento y éste apenas consigue agarrar en la arcilla, los albañiles se vieron obligados a ingeniárselas para conseguir una mayor sujección.
Clavaban una alambrera en el tapial, con abundancia de clavos, y echaban la pasta directamente sobre la pared, de modo que las cuadrículas, formando una red de microencofrados, sujetaban el cemento hasta fraguar y le daba mayor consistencia final al revoque. El enlucido con yeso sobre la pared de cemento resultante, en su caso, ya no suponía ninguna complicación.

No obstante, después de años sin habitar y algunas totalmente abandonadas a su ruina, muchas casas aún en buen uso, presentan desconchones en las paredes, en el interior y en el exterior, como los que vemos en la foto de esta casa que ya dejó de serlo.
Tal parece que se despellejaran, que se abrieran las heridas de antaño para dejar al decubierto nuestra realidad íntima, siempre humilde, y pobre con frecuencia. Y nuestro pasado y a nuestros mayores, de los que debemos sentirnos orgullosos, porque ellos nos hicieron y su herencia de trabajo sigue en pie mientras nosotros... y las tapias, estemos vivos.

Todo ello no nos cierra el ojo puesto en la realidad actual que sufrimos, no menos calamitosa, aunque no tengamos arte ni parte en sus causas, ni nos obliga a excluir a la variedad de pueblos y gentes que hay en este mundo. No se trata de mirarse el ombligo tanto como las entrañas.

¿Qué compartiremos cuando no tengamos ya nada propio que ofrecer? Y no me refiero a la propiedad de un bien mostrenco que se compra con dinero, claro está.

Mañana pensaré qué hacer con algunas de las fotos, de los mismos temas, que me hubiera gustado enseñaros y cómo rematar la serie.
No he podido hablar con "mi asesor", ¡a lo grande!, y amigo Leandro Rabanal, maestro de obras ya en el dorado retiro, que fue quien me dio las indicaciones más técnicas que aparecen en las distintas entradas, y a quien agradezco de veras su ayuda e interés. Espero que la siguiente conversación con él me ayude a despejar algunas dudas, entre ellas la que me planteaba Valentín Cabañas sobre el posible uso de drizas de esparto como tirantes, en lugar de listones o palos de madera en los encofrados de los tapiales.

Tengo pendiente además el tema de los palomares de tapia por los que también se interesaba Valen. Y la curruca Blasensis me animó a ver un tapial espectacular de adobes en su pueblo, Morales del Arcediano. Espero hacerlo.
Por último están las ventanas, puertas y portones, la mayoría también en paredes de tapia, que trataré que continúen en esta etiqueta de Arquitectura a los capítulos de esta semana, por tener al grueso de imágenes de tapiales reunido ahí en una tira sin interrupciones, lo que facilitaría su lectura sin andar saltando, pero debo decidir si lo haré ahora o más adelante.

Os dejo, cumpliendo lo prometido, la segunda parte de la grabación que el programa asturiano de la TPA, Camín de cantares, uno de los mejores de la cadena y de producción propia, realizó al tamboritero maragato Eduardo, de Viforcos aunque vive en Astorga, que fabrica también sus propios instrumentos, interpretando a la flauta y al tamboril, La jota, La procesión, La casada, La dulzaina, El corrido y Las boleras. Se abre con el tema del Toque a beber que quedó interrumpido ayer.

Añadiré que, si bien puedo escuchar el Hombre esquizoide de siglo XXI de King Crimson y emocionarme, con esta música se me sale el corazón del pecho, se me levantan los brazos solos, doy pitos y zapatetas y volteretas y riauriaus, y eso que soy un zote en jotas y fandangos. Pero como cuando escucho un buen zebékiko griego, una tonada con o sin gaita, o un flamenco jondo, me pasa lo mismo, pienso que no es sólo cosa de raíces, aunque todos estos palos las tengan. Tiene mucho que ver con la alegría, con el baile y con las emociones sencillas que todos llevamos agarradas al alma (zen).

Las canciones maragatas de Eduardo, de ayer y de hoy, hubieran merecido un par de entradas en Música española junto con otras grabaciones de distintos intérpretes y lugares, o ilustrando los capítulos de Murias que hablaban de Maragatería. La relativa imprevisión en que me muevo y el gusto por cosas dispares permite la cohabitación de la tapia con Alice Cooper o de La peregrina, la jota maragata más conocida, con el Batis, un rebetis colgado y trágico.

Es sano airear la casa y que entre la luz con todo su espectro al completo.

Para los que no disfrutéis con la música tradicional, ya perdéis bastante, ahí os dejo un tema de Sleepin Pilow que me envió Giannis Tzakós hace unos días. Ésta es también de la banda psicodélica de Andrés Edo, aunque de la nueva hornada. Volvemos al trío es esto. Espero que os guste como a nosotros.

An idiot´s point of view.

Salud, Υγεία!

P.D. Confío en que mi colega el georgiano Louk, el griego Lukas Papadimos, el extremeño José Carlos "Chumbarba" Herrero, de Geotropía, tamboritero menos experimentado por joven, haya tomado nota del manejo de Eduardo y haga algún comentario al caso aquí, pues al fin y a la postre no sólo sería la contribución de un amigo sino también la de un especialista, que agradecería. Disculparía mejor la falta de la curruca Blasensis, músico y maragato de sobera. 
Pero, por si acaso, ¡escucha Pappadimos, como no te enteres esta vez te voy a depilar la chumbarba pelo a pelo, granuja! ¡Deja a Camilo vi y güerve a la frauta y al tamboril, desertor!

Que durmáis bien.

Barbarómiros

miércoles, 15 de febrero de 2012

Tapias -3


Remate de una pared de tapial
San Justo de la Vega 2012

Hola. Aquí tenemos el remate de un tejado en una pared de tapia, otro de los lugares donde se combinan los adobes con el tapial. Sólo asoma un poco el pico un adobe.
Tuve que aplicarme buscando cuando hice la fotografía, porque ese hueco debajo de la madera parecía indicar que se trataba del marco de una ventana cegada, un hecho común en las casas de tapia, como el de abrir nuevos huecos posteriores a la construcción. De todo ello tengo también ejemplos fotográficos.

De todos modos no hubiera importado porque entonces el marco superior haría también la función de viga, repitiendo el esquema general que he podido ver en la mayoría de los remates. Pero esa traviesa de madera se prolongaba varios metros a derecha  e izquierda, tapada casi por completo por una capa de barro que impedía ver también la fila de adobes que hay sobre ella.

En conclusión: en lo alto de la tapia colocaban una tabla o vigueta de madera  del calibre necesario para soportar y repartir el  peso del tejado, sobre ella iban las vigas transversales, que aquí no se ven, y entre  ellas una o más filas de adobes hasta alcanzar la altura de la viga, como se ve en el detalle de la foto inferior, ahí el suelo de un segundo piso.

La inmensa mayoría de los tejados del pueblo son a dos aguas. El remate del que aparece en la imagen superior, con pizarra plana sin trabajar apenas, es cada vez más raro e indica también la antigüedad de la construcción. En los aleros de las viejas casas era más frecuente que la madera.
Y ya vi algunos pajares de tapia y alero de pizarra que habían sustituido la teja por uralita, que es como si Gila, de pana pana, llevara una boina de plástico colorao, y capada.
Lo del rojo pase, la capadura Paco la soportaría muy malamente, ¡y con el genio que tenía!..,  pero bueno.
.
 
Tapia, madera y adobes

Como estamos entre adobes, es decir, entre dos fotografías con ejemplos de "ese elemento constructivo", y puesto que hemos dicho ya lo más significativo acerca de las tapias, vamos a dedicar estos dos tercios que restan a adobarnos.

La pared de adobe es menos frecuente que el tapial en las viviendas. Aparte de los usos auxiliares descritos, se utilizaba algo para las murias de las huertas, y en pequeñas construcciones, pajares, cuadras, chamizos anejos a las casas. Y en el interior para los tabiques, cuya colocación en espiga ya intenté explicar en un capítulo anterior.
Se colocaban entre dos palos o listones de madera verticales y paralelos, sobre una pieza de roble y se remataba en el techo con otra pieza más ligera. En el piso inferior los adobes de los tabiques eran por lo común de mayor calibre, en el superior más ligeros, para no recargar el peso.

Los adobes se hacían con arcilla, paja trillada y agua. Al igual que lo dicho sobre el tratamiento de las tierras que se usaban en las tapias, la materia había que escogerla y trabajarla con ahínco.

El utensilio que empleaban para fabricarlos se llamaba Adobera. Es un molde de madera, de planta rectangular, hueco, con divisiones del tamaño de los adobes apetecidos. Las dimensiones de las adoberas eran pues funcionales y variaban de acuerdo a las necesidades.
Las medidas exteriores más frecuentes, no obstante, eran  50 x 40 cms., o con una división central, de manera que el molde tuviera cuatro divisiones para adobes de 40 x 12,5 cms., u ocho de 20 x 12,5 cms.
El grosor de los bloques finales era también variable, dependiendo del lugar donde iban a ser colocados u otras necesidades particulares.

Hecha la mezcla de los materiales, con la masa resultante se llenaban las adoberas, en el suelo, hasta el borde, y con una tablilla se nivelaba la superficie superior quitando el material sobrante. A continuación se retiraba la abdobera, que estaba provista de dos asas en los laterales, sacándola hacia arriba. Se dejaban secar unos días (15/20) y listo.

Mi abuela paterna tuvo once hijos, empezó a parir a los 17 años. Los dos primeros no sobrevieron pero sí los siguientes, de entre ellos 7 varones. En el verano, cuando no había escuela, ¿qué hacían siete pichas metidas en casa? Pelearse y armar jaleo. Mi abuelo los mandaba a fabricar adobes para tenerlos entretenidos, adobes que se almacenaban en el secadero y que el invierno siguiente se encargaba de malbaratar convirtiendo la obra del verano en un montón de barro y paja.

Tapia en la base y adobe sobre ella

En esta fotografía podemos apreciar algun detalle que ya comentamos. Es la base de la tapia de una vivienda, la de la foto de la manguera roja y el ventano. Aquí la base es sensiblemente más ancha que la tapia, algo no infrecuente, y sobre ella se colocaron tres filas de adobes antes de empezar a levantar el tapial propiamente dicho.
Parece que la base fuera de barro, sin embargo, aunque no pude apreciarlo porque no está al decubierto por la capa de barro que la tapiza, creo que detrás hay piedra y, desde luego, debajo de las tres filas de adobes hay otra de la misma anchura que la base, por lo tanto de mayor calibre que los superiores.

Recordemos que los otros dos esquemas que vimos de estas bases eran, empezando desde el suelo: el más simple, piedra y tapia sobre ella, o añadiendo una hilera de adobes de la anchura de la tapia, encima de la piedra, antes de alzar el tapial.

Aquí se complica un poco y quizá se explique por la antigüedad de la casa. Con el tiempo se fue simplificando el procedimiento a la par que se reducía también el grosor de las paredes y aumentaba el tamaño de los huecos, puertas y ventanas. Las más modernas dan la sensación de mayor ligereza por eso.
Y voy terminando. Mañana colgaré otra imagen intermedia sobre huecos y veré después qué rumbo sigo. Me pasa lo mismo que con las sombras, tengo un montón de imágenes todavía, pero tal vez convenga una tregua más larga que la de ayer con Valentín.

Estuve buscando alguna grabación del Maragatu, un histórico de la tonada asturiana, por unir a la Vega dos regiones amigas, Asturias y Maragatería, pero no hay nada de los primeros maestros, así que escogí ésta de la TPA (la tele asturiana), con entrevista incluída, muy interesante también porque habla de los estilos, de los instrumentos del folclore maragato, tamboril, flauta y castañuelas, o de las maderas que se usan, la urz o brezo, y porqué.

El folclore de Maragatería es tan rico que todas las zonas que rodean Astorga, no maragatas, como en la Vega en la que estamos ahora con las tapias, participan del mismo y sus sonidos y sus ritmos son tambien los nuestros, con ellos se educó nuestro oído infantil.
Como el vídeo dura más de 14 minutos con la entrevista, que no tiene desperdicio y recomiendo, os dejo otro tema más corto como aperitivo, por si alguien no gusta de este bocado, exquisito para mí. Eduardo toca en ésta las castañuelas y está acompañado a la flauta y al tamboril por David Alvarez, instrumentista y estudioso del folclore leonés que preparó el encuentro y asesoró a la dirección del programa.


Os dejo con Eduardo, de Viforcos, rayando con el Bierzo, ya tiene algo del deje berciano, hijo y nieto de tamboriteros, que interpreta  Ronda, Alborada, Entradilla, Toque de mayordomo y el principio del Toque a beber. Mañana pondré la segunda parte que completa ese estupendo programa.



Me hizo gracia en la entrevista el comentario que hace el paisano al explicar e introducir la última canción, de la que sólo podemos escuchar las primeras notas. Es la del Toque a beber y dice Eduardo, no sin sorna, que a la taberna sólo iban los hombres, "las mujeres tienen prohibido el vino porque se les pone el ombligo azul cuando lo beben". Ya antes, cuando el entrevistador asturiano pondera su maestría tocando los instrumentos, Eduardo, serio y por lo bajini, le contesta, "Sí, aquí sería el mejor, como no hay nadie más...". ¡Bravo Eduardo!

¡Salud!

Barbarómiros

martes, 14 de febrero de 2012

Salud, Valentín


Coraçâo com corâçao

Esto de las fotografías y las tapias une mucho, y mira por donde el santo onomástico de Valentín Cabañas (carasur) cae en medio, no de los trigales sino de los tapiales, donde yo sigo colgado cabeza abajo, como un murciélago o ese corazón  del revés de la foto, tras el cristal.
Separados por las tapias. Una tapia agujereada,  La tapia tenía un precio, El bueno, el feo y la tapia, Por un puñado de tapias, no se porqué me dió ahora por el spaguetti y Morricone, es que siempre me recuerdan el desierto almeriense -ahora el valentiniano-, Méjico, Buñuel, y las tapias. Unidos por las tapias.

 Descansemos del tapial hoy, Valentín.

Parálisis Permanente, Unidos.

El manchego Juan Carlos Rubio (offtravels) me tomaba el pelo en un comentario a su fotografía de ayer, con una cuerda rodeando un árbol, recordándome que San Valentín era hoy. ¡Tienes más maldá que un callo en el pie, Juanete! Escuela cervantina la de estos manchaos.

Me declaro  al menos tres veces al día de palabra, no siempre a la misma persona, sin contar los actos amorosos. Y con frecuencia me emociono haciendo el Romeo. No es exhibicionismo, es que soy un blandengue del copón y me lo creo.

Pero no son declaraciones de amor redactadas por el Corte Inglés. Ni ésta. Es mucho más, un guiño amistoso para un cómplice aprovechando una efeméride bastante tontaina. No tengo remedio, se me sube a las barbas el monje ecuménico que cargo encima. Y el apor por la hupanidad.

¡Disculpa la licencia y la guasa, Valen, soy un sentimental del carajo! Espero que te rías.

Αχχ, Αφροδίτη, μου!

Que tengáis un bueno y pacífico día, y mañana también.

Jariko Pajariko hacen su versión rockera de
A La Mancha manchega, una tradicional muy conocida.


¡A La Mancha manchega
que hay mucho vino
mucho pan, mucho aceite
mucho tocino!

¡Y si vas a La Mancha
no te alborotes
porque vas a la tierra
de Don Quijote!


¡Salud!

Ramiro