martes, 8 de octubre de 2013

Escenas griegas -6. El gri-gri


El  Αρχών Μιχαήλ  y el  Γιώργος  en el cerco.
 Άγιοι Απόστολοι. Εύβοια, καλοκαίρι  2012.

Γρι-Γρι


Buenos días. Si ya la primera frase que me vino a la cabeza es un pareado, ¡estamos cojonudos!, pero así fue: tal como prometí/ vamos con el gri-gri.

Es la técnica del cerco, a la que me referí en algún capítulo del otro blog marinero y también aquí, como en el de las sardinas, sardeles y en el de las agujas, sarganes, de la etiqueta  Lo que se comió... . Porque son ésas las especies más abundantes que se pescan con tales artes, a las que habría que añadir una tercera, la anchoa, gavros.

En la foto que abre este capítulo podemos ver arriba al kókino kaíki, el caique rojo, el Arjón Mijaíl, que está terminando su labor de recogida del cerco, mientras en primer plano el Yiorgos, que lleva el nombre del patrón del Arjón, y a cuyo capitán también conozco de la taberna de Spiros, acaba de calar su red y comienza a recogerla.

Las artes del cerco son muy variadas, dependen de los distintos países donde se utilizan, y aún más del tipo de pescado o la zona concreta de la pesquería. No es lo mismo cercar un banco de bonitos que uno de anchoas. Varían, por tanto, el tipo y tamaño de los barcos, los medios mecánicos, y técnicos en general, con los que se cuenta, así como el tamaño de las redes y la amplitud de las mallas.

Γιώργος Μητσάκης, Στέλιος Καζαντζίδης.  Ο ψαράς.  El pescador.



El  Γιώργος  con el círculo desplegado de los corchos del  Γρι-Γρι.
El  Αρχών Μιχαήλ  termina la faena.
Santos Apóstoles, Eubea, verano 2012.

Las legislaciones nacionales y europeas son restrictivas, tratando de preservar la continuidad de las especies, sobre todo de las amenazadas, de tal modo que determinados tamaños, procedimientos, volumen de capturas, lugares o distancias de la costa, ya están prohibidos o recogidos en las normativas.
Como norma general no se puede pescar con algunos cercos a menos de 300 metros de la costa o a una profundidad mínima de 30 metros. El tamaño de la red no debe exceder los 800 metros, ni los 120 de caída.

Esas medidas exigen barcos como mínimo de dos tipos y tamaños, que son con los que nos encontramos en todos los puertos del Mediterráneo o el Cantábrico. Éstos que vemos tienen menos de 14 metro de eslora, que es la medida establecida como límite máximo para los de pequeño tamaño.
Aunque alguna vez puedan aventurarse fuera de la costa, son pescadores de bajura que emplean mano de obra familiar y cuya actividad es semiartesanal, con unos ingresos poco más allá de la subsistencia, en los buenos tiempos. Y la mayoría de los barcos de pesca griegos pertenecen a esta flota.

Las sarganas, agujas, son alevines, pero de unos 20-25 centímetros, y las sardinas, de especies pequeñas. Ambas, con las anchoas, son pelásgicas que en el verano se acercan a la costa, más cálida, y a la superficie, para desovar o en busca de alimento.

Στελάκης. I. Γεωργακοπούλου.   Οι ζαργάνες. Las agujas.



Halador en la proa del  Γιώργος.
Εύβοια, Ελλάδα, αύγουστος 2012 

La pesca al cerco representa en algunos puntos de Grecia, como en otros lugares de nuestro propio país, más de la mitad de las capturas totales, y teniendo en cuenta que se trata de patrones autónomos o con un máximos de 12 marineros en los cerqueros más grandes, y que las especies a las que se dedican no están en peligro de extinción, no se entendían determinadas leyes que perjudicaban a estos pequeños pescadores en beneficio de los grandes pesqueros.

No sé cómo está en la actualidad ese tema, pero lo cierto es que los pescadores no prosperan, como sucede en otros sectores de economía familiar, básica, ya hablé también de los pequeños agricultores. No podemos obviar, por otra parte, que las pesquerías están medio arruinadas y el Mediterráneo hecho un asco.

Es difícil compaginar todos los intereses y debería primar la conservación, pero no a expensas de las familias que han vivido durante generaciones de una actividad tradicional, que se mantuvo en cierto equilibrio hasta la expansión de las industrias contaminantes contra las que, por cierto, se legisla poco, a pesar de ser ellas las principales responsables de la ruina de los mares. ¡A perro flaco todo son pulgas!

En las fotografías podemos ver parte de las maniobras del gri-gri, que explicaré algo más detalladamente en el siguiente capítulo. Los cerqueros grandes utilizan sonares para localizar los cardúmenes, pero estos pescadores estudian el mar de pie en sus barquitos, hasta que algún destello o burbujeo en la superficie denuncian la presencia de un banco de peces hacia el que ponen proa de inmediato.
De la pesca nocturna con luz y botes auxiliares, propia de estas artes, diré algo también en la próxima entrada.

Konitopoulos.  I sargana.



Jalador  en la popa del  Γιώργος.
Eubea, Grecia, agosto 2012.

El kaíki cala la red ciñendo un círculo a toda máquina hasta cerrarlo, para que el banco de peces no escape. Inmediatamente comienzan a recoger la red, con más velocidad por la parte inferior sumergida donde van los plomos, para evitar que el cardúmen salga por abajo.
En el caso de estos pequeños pescadores, la red no supera los cien metros y sólo cuentan con una máquina, llamada halador, que les ayuda a embarcarla. Por el otro extremo cierran y estrechan el cerco jalando a puro brazo. El calado de la red es también muy inferior al límite máximo impuesto por la legislación, no hay en la bahía esas profundidades, y sobre todo estos barcos no están preparados para esa carga, es evidente.

En la proa del Yiorgos, el patrón vigila el desarrollo de la maniobra mientras el acompañante atiende al halador y, en la popa, otro sujeta y tira del extremo contrario que cierra el círculo. Los cerqueros más grandes que salen a faenar fuera de los límites costeros, cuentan con otra máquina tractora que sustituye a ese marinero. Se llama chigre, como el bar popular en Asturias.

Las diferencias entre las distintas modalidades de cerco son muchas, así como las variantes locales en lo que respecta, por ejemplo, a los tipos de red, copo para concentrar la bolsa del pescado o utilizar un segundo trasmallo reduciendo el riesgo de fugas, etc., pero lo básico creo que está explicado. Mañana más.

De la serie de televisión, Το μινορε της αυγης.
Γιώργος Μουφλουζέλης.  Ο ψαράς μέσα στήν χώρα. El pescador en el pueblo.


Salud y buenos alimentos

Μπαρμπαρόμηρος, Barbarómiros

lunes, 7 de octubre de 2013

Patosos


Un  patoso  entre dos  patafísikos
Oviedo  2013.

La patulea patosa


El Patoso es el típico palmípedo que no da pie con bola, en infantiles suele jugar de portero, pero no por vocación sino porque correr no es lo suyo, a duras penas se mantiene en pie mientras camina, si se le puede llamar así a lo suyo, y siempre parece un poco borracho.
Por otra parte, los patitos son muy simpáticos y muy ricos, pero unos cabrones con sus congéneres y arrinconan en la portería al que tropieza más de la cuenta. En juveniles todos dejan el fútbol, incluso antes.

Es el conocido pato piesplanos, que cuando migró a América se enroló en la policía o en los servicios de recogida de basura, a pata de calle. Aquí un refugio seguro era la Guardia Patil. En los últimos años muchos se enrolaron de seguratas, paseín paquí paseín pallá, y vuelta a empezar....
Sus andares, más bamboleantes que los de ninguna otra especie patuna, son los que han dado fama al característico deambular de las anátidas.

Meter la pata es lo suyo, pero no por indiscretos, aunque también si llega el caso. No siendo regla general y aceptando que suena muy determinista, es de notar cómo en ocasiones hay un correlato moral paralelo a las características físicas, y a un defecto o virtud en lo corporal corresponde una cualidad psicológica, o ética, un vicio o una tendencia del carácter.
Así, pongo por caso, estos patosos tenderían naturalmente a un pensar torpón, inseguro, o de esos que van de ceca en meca, volubles y veletas, en la dirección que soplen los pedos.

No creo. La meten por pura torpeza anatómica: cruzan las patas y se hacen un lío, de manera que ya no saben qué pata echar primero y, en esos casos, tienden a enredarse y caer ante el mínimo obstáculo o irregularidad del terreno por donde pasean. Porque para colmo les gusta lucirse en las charcas y bebederos públicos, lo patoso no quita lo presumido.

Lo peor de los patosos aparece cuando forman patuleas. Como algunos son muy chulos se rapan la cabeza a lo skin head, engordan, sobremanera de la parte del hígado porque también beben como esponjas, y se lanzan a la calle en pandillas asustando a las gallinas, a los pollitos y a otros patos viejos o indefensos de su especie.
Se han dado casos en todo el mundo patótiko. Persiguen con auténtica saña sobre todo a los ocos forasteros y hasta a los de paso, los migradores y estacionales. Tienen una idea hipertrófica, excluyente y cavernaria de la nación patuna.

Pero no pasa nada, pues cuentan con la permisividad y la manga ancha, cuando no la connivencia, de sus colegas de la patada policial, ya que muchos son asiduos de sus patisarías, de soplones o de lo que pinte. Se sienten seguros y protegidos porque son las fuerzas de choque de este patoso y fascistudamente estúpido sistema.

Raúl el Gitano.  Caramba, carambita, carambirulí.

http://www.youtube.com/watch?v=Sxwal7-wyLY

Salud y al loro.

Korvus Korax, Ο Μαύρος, O Mavros, El Negro.

sábado, 5 de octubre de 2013

Escenas griegas -5. Emigrantes


Sol y sombra.
Santos Apóstoles. Eubea, agosto 2012.

Marinería musulmana


Buenos días. Al día siguiente del primer Panselinos, la luna llena, de agosto, las niñas gitanas que en la verbena de la fiesta de la Cofradía de pescadores, animada por Eleni Legaki, María Nomicou y sus músicos, vendían ramos de rosas a las parejas de enamorados y bandejas con pétalos de flores a los bailarines, intentan colocar en esta mañana soleada, tiestos con claveles y caléndulas a los marineros, todos de religión musulmana, que reparan los trasmallos desde que sale el sol, a la sombra de un toldo en la cubierta de un pesquero.

Mientras, los padres de las gitanillas roncan todavía en las fragonetas, aparcadas a la sombra de las sabinas del puerto.

Las niñas, más que vender plantas, lo que hacen es entretenerse viendo el trabajo de los pescadores, llevan también unas horas de acá para allá picando en las puertas, sin mucho negocio. Pero es una escena que he visto tres años consecutivos y supongo que algo sacarán de su deambular, poco en cualquier caso.

No sé si son gitanos griegos, búlgaros o rumanos, el pueblo errante no tiene patria, es de todas partes y de ninguna.

La mayor parte de la marinería de los barcos de pesca de altura, no sólo en este pequeño puerto, sino en muchos de Grecia, es de países musulmanes, asiáticos y del norte de África. Muchísimos pakistaníes, de Bangladesh, y bastantes argelinos, marroquíes y supongo que tunecinos. Y cada día más, también del África negra subsahariana.
Cheb Mami. Cheb Khaled.


La hora de la oración mirando a La Meca.
Eubea. Grecia , verano 2012.

Como detalle curioso, en un volido con la curruca juliensis por la costa asturiana, muchos de cuyos puertos, pequeños y medianos, están hoy día semihuérfanos de barcos de pesca y llenos de fuerabordas clónicas, vimos casi más trabajadores negros en labores portuarias, que blanquitos, así que la costumbre parece que se impone. Fuimos incluso testigos circunstanciales de cómo el dueño de una cetaria contrataba a un senegalés, para comenzar a trabajar a la mañana siguiente.

En las ciudades, junto con búlgaros, rumanos y albaneses, más algunos procedentes de la antigua URSS, orientales y occidentales, y del este de Turquía, suelen ocupar los barrios más pobres, como la mayoría de emigrantes en todo el mundo.
En los pueblos tampoco están integrados. Para empezar, muchos de los que trabajan en la mar duermen en los barcos, y como todo lujo en algunos casos disponen de barracones prefabricados en las depedencias de los puertos o en sus proximidades.

Forman pequeños guetos, a veces nacionales, hablan siempre en su lengua y se comunican muy poco con los griegos, con un conocimiento escaso del idioma; Pero también cuentan los lazos religiosos, como en el caso de la imagen superior. En el pueblo, muy pequeño, no tienen casa, mucho menos mezquita, así que hacen los rezos reuniéndose todos en la cubierta de uno de los barcos pesqueros más grandes.  

El resto de caiques, más pequeños, pertenecen a  patrones con un menguado volumen de pesca, que suelen emplear a familiares y amigos. Es una actividad semiartesanal, casi de subsistencia, que se aleja pocas millas de la costa.

Μαρία Νομικου.  Που πας, που τρεχεις, που γυρνας.  Dónde vas, dónde corres, dónde vuelves.


Preparando las redes al atardecer.
Desde el balcón de casa. Grecia, verano 2012.

Al atardecer, poco antes de salir a pescar, los marineros musulmanes preparan las redes después de las labores de limpieza, secado y reparación que han ido realizando durante parte del día. La mañana y la tarde las pasan en los barcos y en los puertos, y la noche navegando y pescando. Cuando no se alejan excesivamente en busca de otras pesquerías, antes del amanecer empiezan a entrar de vuelta.

Ya mencioné una de las artes de pesca que practican, el gri-gri, nuestro cerco, y prometí algún capítulo sobre ello. Aprovecharé este título de Escenas griegas y este capítulo, dedicado más a los pescadores extranjeros musulmanes que a los emigrantes en general, para enlazar con algunas imágenes y cuatro palabras sobre el tema del gri-gri.

¡Hasta entóncenes!

Barbarómiros.

Manzil-e-Sufi, Sanam Marvi, Coke Studio Pakistan, Season 3.

viernes, 4 de octubre de 2013

84


Barbazul  2013.


Salí a tirar la basura



después de haber limpiado cuidadosamente la habitación y metido en una bolsa los últimos restos. Perdí por completo el poco olfato que me quedaba. No resultó buena idea guardar los cuerpos del delito tanto tiempo. A lo largo de muchos meses había ido deshaciéndome de cualquier prueba que pudiera incriminarme, y me aburría ya aquel espectáculo dantesco que ofrecía el cuarto. Fui despiezando y triturándolo todo, para camuflarlo más tarde entre la basura orgánica, pero sólo tiraba pequeñas cantidades repartidas durante la semana en días alternos, e iba a depositar las bolsas a distintos contenedores de la ciudad, lo más lejos posible de mi domicilio y distantes entre sí. El váter también se tragó sus dosis de porquería humana.


Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.   Barbazul vs. El amor letal.




Salud y felices pesadillas


ra

jueves, 3 de octubre de 2013

83


Demasiado lejos, demasiado esfuerzo.


Salía tirar la basura



cuando ya llevaba tres meses muerto. No me preguntes cómo es esto posible, me falla la memoria, tengo desde hace tiempo una sordera descomunal y me cuesta articular, las piernas no me obedecen y cuando lo hacen, doy cuatro pasos y me entra una fatiga mortal. ¡No valgo para nada! ¿Qué coño hago saliendo a tirar la basura en estas condiciones? Dejé la bolsa en una esquina y me volví. No sabía dónde ir... . Creí recordar vagamente que, respetando mis deseos, me habían incinerado, echaron mis cenizas por la taza del retrete y tiraron de la cadena, así que intenté meterme por el alcantarillado. Pero no fui capaz de levantar la tapa, estoy sin fuerzas y la gente pasa de ayudar a un cadáver que ya huele.


Karamelo Santo.  Yo a tu casa no voy.


http://www.youtube.com/watch?v=KH6wvq0Jgns



Salud y felices pesadillas



ra